SUMARIO
1. Introducción; 2. Enfoque teórico-metodológico; 3. Etapas político-económicas en la Argentina reciente; 3.1 Recuperación posdevaluación (2004-2008); 3.2 Crisis externa y breve reactivación (2009-2013); 3.3 Estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019); 3.4 Balance 2004-2019: de la expansión al estancamiento sin cambio estructural; 4. La estructura ocupacional y la calidad del empleo; 5. Ingresos y desigualdades persistentes; 6. Conclusiones; Bibliografía.
1. Introducción
La persistencia de la desigualdad y la pobreza en América Latina obstaculizan el desarrollo inclusivo (CEPAL, 2014). Si bien durante el ciclo de crecimiento económico favorecido por el commodities boom mejoraron las condiciones de vida y se redujo la inequidad, al promediar el tercer lustro del siglo XXI se registra un estancamiento de tales progresos (Gasparini, Cruces y Tornarolli, 2016). Factores estructurales ligados a los estilos de desarrollo de los países de la región parecen condicionar sistemáticamente la sustentabilidad de los logros de bienestar. La heterogeneidad estructural, las brechas de productividad y sus consecuencias en materia de ingresos y precariedad laboral son identificados como elementos determinantes al respecto (Bárcena y Prado, 2016).
En este marco regional, la sociedad argentina experimentó transformaciones laborales y distributivas. Mientras que los noventa se habían caracterizado por la aplicación de reformas estructurales, el incremento de la desocupación, de la desigualdad y de la pobreza (Beccaria y Maurizio, 2012; Groisman, 2013; Salvia, Vera y Poy, 2015), el ciclo de crecimiento económico “posconvertibilidad”de la primera década de los 2000 implicó una ostensible mejora en indicadores laborales y de condiciones de vida (Beccaria y Maurizio, 2012; Jaccoud et al., 2015; Palomino, 2007; Salvia, Vera y Poy, 2015). Este ciclo se debilitó y el país reingresó en la restricción externa, el estancamiento económico y la alta inflación (Schorr y Wainer, 2015). Recientemente, a estas problemáticas se superpuso una nueva fase de endeudamiento para financiar los desequilibrios externos (Kennedy y Sánchez, 2019)2.
Una extensa literatura examinó la dinámica sociolaboral argentina de la primera década de los 2000 (Beccaria y Maurizio, 2012; Jaccoud et al., 2015; Palomino, 2007; Salvia, Vera y Poy, 2015; entre otros). Sin embargo, se carece de un análisis comparativo sistemático que aborde las continuidades y rupturas en la estructura ocupacional una vez agotado este ciclo expansivo inicial. Precisamente, el objetivo del artículo es examinar comparativamente la evolución del mercado de trabajo urbano argentino durante las distintas fases político-económicas recientes de expansión y estancamiento. Se consideran tres ejes: la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional, la calidad del empleo y la distribución del ingreso laboral. Las fases político-económicas toman en cuenta simultáneamente el comportamiento macroeconómico y la orientación predominante de la política económica y sociolaboral.
De acuerdo con la evidencia disponible, el crecimiento económico experimentado durante la “posconvertibilidad” habría dependido estrechamente de la expansión de un sector exportador especializado, concentrado y con rasgos extractivos, antes que de un desarrollo endógeno equilibrado (Castells y Schorr, 2015; Féliz, 2015; Svampa y Viale, 2014; Wainer y Schorr, 2014, 2015). Si bien este patrón de crecimiento coexistió con la expansión de sectores económicos ligados al mercado interno que pudieron aprovechar las condiciones cambiarias que siguieron a la crisis de la convertibilidad (Fernández-Bugna y Porta, 2008; Manzanelli y Basualdo, 2016), no se habría registrado un cambio estructural para sobrepasar los obstáculos del modelo de acumulación (Wainer y Schorr, 2014: 141). En este marco, la hipótesis que orienta el artículo es que habría persistido una matriz de heterogeneidad estructural del sistema económico-ocupacional, expresada en la insuficiente demanda de fuerza trabajo por parte de los sectores más productivos de la estructura económica y en brechas de calidad del empleo y de ingresos laborales entre sectores económico-ocupacionales. Esta pauta no habría sido uniforme en las distintas fases identificadas, por la mediación del tipo de crecimiento y de la política sociolaboral.
El artículo siguió una estrategia cuantitativa a partir de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Se apeló a las bases correspondientes al primer semestre del 2004 al 2019. Debido a cambios producidos en el relevamiento de la EPH, el análisis de la información requirió armonizar los factores de expansión muestral y homogeneizar el método de imputación de ingresos no declarados para incrementar la robustez de las comparaciones. Para el análisis de la estructura económico-ocupacional, se apela a una tipología de formas de inserción laboral que se inscribe en una perspectiva teórica estructuralista e institucionalista.
El artículo se organiza como sigue. La primera sección presenta la perspectiva teórico-metodológica. La segunda sección analiza las distintas etapas político-económicas identificadas en clave a la dinámica macroeconómica y la política laboral. Se identifica una etapa de recuperación posdevaluación (2004-2008), una de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) y una de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019). La tercera sección examina el comportamiento de la estructura ocupacional y la calidad del empleo en las distintas fases. La cuarta sección aborda la evolución de las remuneraciones, la desigualdad y la prevalencia de la pobreza entre trabajadoresde distintas posiciones económico-ocupacionales. El artículo se cierra con algunas reflexiones finales a la luz de las preocupaciones que motivaron la investigación.
2. Enfoque teórico-metodológico
La literatura sobre el desarrollo destaca atributos específicos de las estructuras económicas periféricas. La inserción en el mercado mundial, ligada a la provisión de bienes primarios, habría configurado un patrón de desarrollo caracterizado por dos brechas: una “externa” y otra “interna”. La brecha externa implica el alejamiento relativo y persistente de las economías periféricas con respecto a la frontera tecnológica internacional (Bárcena y Prado, 2016; Infante, 2011). Esta brecha externa subyace a los recurrentes estrangulamientos de balance de pagos. Ligada a ella, la brecha interna implica la existencia de asimetrías tecnológicas y productivas entre actividades y ramas.
A este último rasgo apunta la noción de “heterogeneidad estructural” (Pinto, 1976). La desigual penetración del progreso técnico y su concentración en actividades de exportación o con ventajas naturalesconduce a un tipo de estructura productiva y ocupacional característica del subdesarrollo. En términos de Rodríguez (2001: 42), la heterogeneidad estructural implica la existencia de actividades o ramas económicas en las cuales “la productividad media del trabajo es normal, en tanto relativamente próxima a la que permiten las técnicas disponibles (…); y la presencia simultánea de actividades tecnológicamente rezagadas en las cuales los niveles de productividad son muy reducidos”. Mientras que en los países capitalistas centrales las innovaciones se difunden de manera más homogénea entre las distintas actividades económicas, en los países periféricos tienden a concentrarse en algunas ramas (Cimoli, 2005;Fajnzylber, 1996). La heterogeneidad estructural se revela en una insuficiente absorción de fuerza de trabajo por parte de los sectores más modernos de la economía y, por consiguiente, supone la consolidación de mano de obra redundante en actividades de baja productividad (Mezzera, 1987).
Así, la heterogeneidad estructural se recrea en una situación de heterogeneidad ocupacional(Bárcena y Prado, 2016;PREALC, 1978). Coexiste fuerza laboral ubicada en posiciones ocupacionales en estratos de alta productividad, en grandes y medianos establecimientos,junto con trabajadores que se desempeñan en un amplio sector de microunidades y actividades de subsistencia (Tokman, 1987; Rodríguez, 2001). Este sector microempresario o “informal” se desenvuelve en actividades de fácil entrada (ya sea por la baja dotación de capital requerida o por la prevalencia de regulaciones poco desarrolladas) y con una organización rudimentaria (en ocasiones superpuesta a la organización familiar) (Tokman, 1987). La facilidad de entrada permite que el sector informal sea un “refugio” frente al desempleo abierto. La literatura destaca el carácter intersticial del sector informal: participa en los ámbitos que deja el sector capitalista dinámico-o “formal”- y está sujeto a sus movimientos (Cacciamali, 2000)3. En suma, el sector microempresario o informal designa al “último eslabón” de la heterogeneidad estructural (PREALC, 1978).
Durante la etapa de industrialización sustitutiva, en algunos países periféricos como la Argentina emergió un sector de productividad “intermedia”, asociado con el mercado interno y la sustitución de importaciones (Fajnzylber, 1996; Pinto, 1976). Este estrato “cuasiformal” (Salvia, 2012) involucraba actividades sin capacidad para participar en el mercado mundial mediante la exportación, de manera que su expansión dependía de las protecciones implementadas. En este sentido, el proceso de globalización propició una mayor heterogeneidad productiva: la apertura económica y el ajuste estructural favorecieron la desarticulación de este tipo de sectores de baja competitividad internacional, desintegrando los tejidos productivos (Pérez-Sáinz y Mora-Salas, 2004).
El enfoque estructuralista se ha interesado por el modo en que estas características del subdesarrollo se entrelazan con la distribución del ingreso y la pobreza (Rodríguez, 2001). La existencia de fuerza de trabajo inserta en estratos de productividad muy diferenciados es considerada un elemento determinante de la matriz de desigualdad socioeconómica, a la vez que el amplio volumen de empleo en actividades de muy baja productividad se liga con la persistencia de la pobreza (Bárcena y Prado, 2016). Así, un proceso de desarrollo económico implicaría la absorción duradera de fuerza de trabajo por parte de los sectores más dinámicos de la estructura económica y la mejora de los ingresos de los trabajadores del sector microinformal.
A su vez, la heterogeneidad productiva se vincula estrechamente con la segmentación del mercado laboral, en tanto la capacidad de acumulación de las unidades económicas desempeña un papel clave en el tipo o la calidad de los empleos (Salvia, 2012). Esta cuestión suele ser tematizada como “segmentación” del mercado de trabajo. Los enfoques de la segmentación señalan la existencia de puestos de trabajo de diferente calidad en términos de estabilidad, remuneraciones y protecciones, lo que propicia una estratificación del mercado laboral (Grimshaw et al., 2017). Pueden diferenciarse, principalmente, dos tipos de posiciones laborales: aquellas que pertenecen a un segmento “primario” o regulado, que recogen las características del empleo “típico”, protegido y estable; y aquellas del segmento “secundario”, no regulado o precario. Los puestos de trabajo precarios se caracterizan por su “alejamiento de los principales rasgos del empleo típico (también regular, normal o protegido), para lo cual se consideran dos elementos básicos de la relación laboral: estabilidad en el empleo y cobertura social” (Beccaria, Carpio y Orsatti, 2000: 142). Mientras que los cambios de magnitud del “sector informal” se pueden derivar del estilo de desarrollo y de los programas macroeconómicos, las transformaciones en la calidad del empleo tienen otros determinantes inmediatos, como la institucionalidad laboral, la contraloría del Estado y la estabilidad del crecimiento (Beccaria, Maurizio y Vázquez, 2015; Neffa, 2008).
Para analizar el comportamiento de la estructura económico-ocupacional urbana en la Argentina durante los últimos tres lustros, se considera una tipología de posiciones económico-ocupacionales que retoma el enfoque conceptual presentado. Se da prioridad a los estratos de productividad, a la categoría ocupacional y a la calificación de la tarea (Figura 1)4.
A su vez, se distingue entre puestos del segmento primario o “regulado” y empleos del segmento secundario o “no regulado”. Operativamente, el segmento reguladoincluye a los asalariados con trabajo permanente e integrados a la seguridad social (con descuento jubilatorio), a los patrones o empleadores que trabajan en esa ocupación hace más de tres meses, y a los trabajadores por cuenta propia con más de tres meses de antigüedad en la ocupación que trabajaron más de 35 horas y no buscaron trabajar más horas5. El segmento no regulado incluye a los asalariados no integrados a la seguridad social o sin trabajo permanente, a los trabajadores independientes que tienen ocupaciones inestables (menos de tres meses en su ocupación o que están subocupados y desean trabajar más horas). Este segmento incluye también a trabajadores familiares sin salario y a todos los ocupados cuyo ingreso de la ocupación principal es inferior a la línea de pobreza individual (Salvia, Vera y Poy, 2015).
Se utilizaron los microdatos de la EPH del INDEC correspondientes al primer semestre de los años 2004-2019. La EPH es una encuesta trimestral que releva información en 31 aglomerados urbanos, con una cobertura de alrededor de dos tercios de la población del país. Incluye información sobre la ocupación y los ingresos netos de obligaciones fiscales de todos los integrantes del hogar. Si bien el diseño general de la EPH (contenido temático, estructura del cuestionario y áreas de cobertura) no sufrió alteraciones sustantivas durante el período aquí considerado, debieron tomarse dos decisiones para la homogeneización de las bases de datos. En primer lugar, dada la implementación de un cambio en las proyecciones poblacionales entre 2013 y 2015 seguido por una nueva modificación en 2016, lo cual afecta principalmente las tasas de participación laboral, se armonizaron los factores de expansión. Para ello, se calcularon tasas de crecimiento por sexo, grupo de edad y aglomerado y se empalmaron con las nuevas proyecciones de 2016. En segundo lugar, a partir de 2016 se introdujeron cambios en la forma de tratar los ingresos no declarados en la EPH con respecto a la estrategia previa, que empleaba una metodología de imputación por hotdeck. Dadas sus implicancias sobre la comparabilidad de los resultados, en este artículo se decidió homogeneizar el método de imputación para todas las bases de microdatos entre 2004 y 20196.
3. Etapas político-económicas en la Argentina reciente
Para evaluar el comportamiento del mercado de trabajo urbano se diferenciaron tres etapas disímiles que toman en cuenta, en primer lugar, la dinámica macroeconómica y, en segundo lugar, la orientación de las políticas económicas y sociolaborales: la fase de recuperación posdevaluación (2004-2008), la de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) y lafase de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019).
3.1 Recuperación posdevaluación (2004-2008)
La salida del régimen de convertibilidad implicó una fuerte devaluación del tipo de cambio que supuso retracción del Producto Interno Bruto (PIB), pérdida de empleos e ingresos. Estas mismas condiciones favorecieron un nuevo ciclo expansivo: permitieron la expansión del sector productor de bienes, una sustitución de importaciones en algunas ramas con capacidad ociosa (Fernández Bugna y Porta, 2008; Manzanelli y Basualdo, 2016) y la caída de los salarios permitió la absorción de mano de obra en actividades trabajo-intensivas (Castells y Schorr, 2015). El sector exportador se vio favorecido tanto por la devaluación cambiaria como por la creciente demanda agroalimentaria de los países asiáticos que impulsó el commodities boom. Entre el 2004 y el 2008, el PIB per cápita creció casi 28%, la pobreza -que había alcanzado niveles históricos en la crisis-, pasó de 56,4% a 34,7%, y el desempleo se redujo de 13,5% a 7,9% (Cuadro 1).La industria y el comercio, intensamente demandantes de fuerza de trabajo, fueron los sectores que más contribuyeron al crecimiento del PIB(Manzanelli y Basualdo, 2016).
Durante esta etapa se registró también una reorientación de la política laboral con respecto a los noventa. En primer lugar, se promovió el empleo registrado a partir de la simplificación registral, la recomposición de la función de contralor estatal y de normativas especiales para pequeñas y medianas empresas7 (Panigo y Neffa, 2009). Estas iniciativas, acompañadas por un crecimiento económico estable (Beccaria, Maurizio y Vázquez, 2015), favorecieron la creación de empleo registrado, que creció 42% en este período (Cuadro 1). En segundo lugar, la Ley 25.877 reactivó las negociaciones salariales colectivas que favorecieron la recomposición de ingresos de trabajadores registrados (Lanari, 2015). Ello se complementó con la recomposición del salario mínimo mediante la restauración del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM). En tercer lugar, la política laboral se orientó a la implementación de marcos regulatorios específicos para determinados grupos de trabajadores, en especial, de las trabajadoras de casas particulares (Ley 26.063).
Recuperación posdevaluación | Crisis externa y breve reactivación | Estancamiento y crisis con alta inflación | |||||||
2004 | 2006 | 2008 | 2009 | 2011 | 2013 | 2014 | 2016 | 2019 | |
INDICADORES ECONÓMICOS | |||||||||
Var % PIB(a) | // | 7,6 | 3,7 | -5,7 | 5,4 | 2,2 | -1,8 | -2,2 | -0,8 |
PIB per cápita (2004=100) (a) | 100 | 115 | 128 | 119 | 136 | 135 | 130 | 129 | 124 |
Inflación (Var % IPC) (b) | 6,1 | 9,8 | 23,0 | 14,8 | 21,8 | 27,3 | 38,7 | 39,3 | 52,8 |
Deuda externa total (% PIB) (c) | 103,3 | 58,5 | 42,1 | 44,4 | 29,5 | 25,4 | 28,0 | 32,5 | // |
Balance comercial (% PIB) (d) | 7,0 | 5,6 | 3,7 | 5,1 | 1,7 | -0,1 | 0,4 | -1,0 | 3,7 |
Exportaciones (% PIB) (a) | 23,8 | 24,2 | 23,2 | 22,4 | 22,7 | 20,7 | 19,8 | 20,1 | 22,1 |
Importaciones (% PIB) (a) | 16,8 | 18,4 | 22,1 | 19,1 | 27,0 | 26,4 | 24,0 | 26,4 | 24,6 |
Sector industrial (% PIB) (a) | 18,9 | 18,9 | 18,5 | 18,3 | 18,7 | 18,2 | 17,7 | 16,7 | 15,4 |
Consumo (% PIB) (a) | 64,3 | 65,2 | 67,4 | 67,8 | 70,6 | 73,0 | 71,6 | 73,2 | 72,2 |
INDICADORES SOCIOLABORALES | |||||||||
Tasa de actividad (anual)(e) | 46,5 | 46,6 | 45,6 | 45,9 | 45,8 | 45,6 | 45,2 | 45,9 | 47,4 |
Tasa de desempleo (anual) (e) | 13,5 | 10,1 | 7,9 | 8,8 | 7,3 | 7,2 | 7,3 | 8,7 | 10,4 |
Empleo asalariado registrado(f) (2004=100) | 100 | 123 | 142 | 140 | 150 | 153 | 154 | 156 | 156 |
Salario mínimo, vital y móvil(g) (2004=100) | 100 | 145 | 145 | 148 | 155 | 139 | 132 | 125 | 102 |
Pobreza (% personas) (e) | 56,4 | 42,6 | 34,7 | 33,3 | 28,1 | 26,0 | 29,1 | 32,2 | 35,3 |
Fuentes: (a) elaboración propia con base en INDEC (año base 2004 y revisión 2016) / (b) 2003-2006 INDEC / 2007-2015: IPC-GB / 2016-2019: INDEC / (c) CEPAL (<http://estadisticas.cepal.org>) / (d) Fuente: Banco Mundial (<http://datos.bancomundial.org>) / (e) elaboración propia a partir de EPH-INDEC / (f) elaboración propia a partir de Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) sobre Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) / elaboración propia a partir de Boletín Oficial de la República Argentina.
3.2 Crisis externa y breve reactivación (2009-2013)
El agotamiento de la capacidad ociosa, la reducción de la tasa de desempleo y la recomposición de los ingresos debilitaron los fundamentos del ciclo precedente (Féliz, 2015). Sin un salto en la inversión y con presión internacional sobre los precios agroalimentarios, se inició un ciclo de mayor inflación (Schorr y Wainer, 2015). En el 2008, el Gobierno buscó enfrentar la coyuntura mediante un nuevo esquema de retenciones a las exportaciones que no logró implementarse. En el 2009, la economía enfrentó los efectos de la crisis internacional: la retracción de los flujos de comercio exterior impactó de forma pronunciada sobre el nivel de actividad local (Abeles et al., 2013). El ciclo de crecimiento previo se interrumpió y en el 2009 el PIB per cápita se retrajo (Cuadro 1). Desde entonces, la política económica se orientó a sostener la demanda internaa partir de la expansióndel gasto y evitando actualizar las tarifas de servicios públicos para contener la inflación (Kulfas, 2016).Aunque provocaron la reaparición del déficit fiscal, en el corto plazo estos elementos permitieron atravesar la crisis y motorizar un nuevo ciclo de expansión: entre el 2009 y el 2013 el PIB per cápita se incrementó casi 13% y la pobreza se redujo al nivel más bajo de todo el período (Cuadro 1).En esta etapa, la industria desempeñó un papel menos protagónico (Manzanelli y Basualdo, 2016).
La política laboral conservó los principales rasgos que había adquirido en la fase expansiva posdevaluación. Durante la crisis del 2009, estuvo dirigida principalmente a preservar puestos de trabajo8, en tanto se mantuvo la promoción del empleo registrado a través de diferentes iniciativas9. En materia de política de ingresos, las negociaciones paritarias fueron centrales en la definición salarial de los trabajadores registrados. Por su parte, el SMVM inició una tendencia al estancamiento e, incluso, la retracción, que se consolidaría en la siguiente etapa.
3.3 Estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019)
La expansión del consumo y del gasto, junto con la apreciación cambiaria, condicionaron la disponibilidad de divisas, realimentaron las tensiones estructurales de una economía desequilibrada. La exposición a la remisión de utilidades, la tendencia estructural a la fuga de capitales, el déficit comercial industrial y el déficit en la balanza comercial energética explican la reaparición de la “restricción externa” (Schorr y Wainer, 2015).A partir del 2013 la economía entró en una fase de estancamiento económico con inflación, caracterizada por la sucesión de ciclos cortos de débil expansión y crisis.
Para enfrentar la restricción externa, entre el 2011 y el 2015 se apeló a una estrategia de control de cambios (Kulfas, 2016).Sin embargo, no permitió apuntalar un ciclo de crecimiento sostenido y tampoco bastó para controlar la inflación. La presión sobre el tipo de cambio condujo a una fuerte devaluación a comienzos del 2014 con efectos recesivos e inflacionarios. A fines del 2015 -bajo una nueva administración- se liberó el tipo de cambio y se actualizaron las tarifas de servicios públicos, se abrió parcialmente el comercio exterior y se adoptó una nueva política de endeudamiento externo sostenido para financiar el déficit (Kennedy y Sánchez, 2019; Manzanelli et al., 2017).A partir del 2018, una fuerte salida de capitales condujo a una brusca devaluación, con efectos inflacionarios y recesivos. Así, el PIB per cápita en el 2019 era 8,3% inferior al de 2013, la inflación anual fue superior al 50% y la pobreza trepó al 35,3%, la cifra más elevada desde el 2008 (Cuadro 1).
Con respecto a la política laboral, esta etapa político-económica estuvo atravesada por una estabilidad de los instrumentos vigentes a partir de las fases previas y por modificaciones regresivas luego del 2015. En el plano de la institucionalidad laboral, especialmente a partir del 2017, buscó implementarse una reforma laboral en clave de desregulación de las relaciones de trabajo y reducción de las cargas impositivas y previsionales de los empleadores (Strada, 2018). A pesar de que finalmente la ley de contrato de trabajo no fue sometida a reformas, parte de las obligaciones previsionales fueron reducidas en el marco de reformas tributarias (Strada, 2018). En segundo lugar, se advirtió una pérdida significativa de poder adquisitivo del SMVM y se buscó que las discusiones paritarias fueran reemplazadas por acuerdos de productividad sectorial en las distintas actividades.
3.4 Balance 2004-2019: de la expansión al estancamiento sin cambio estructural
En suma, los cambios en el régimen macroeconómico a partir del 2002 favorecieron un rápido proceso de crecimiento, pero sin cambio estructural. Se habría mantenido un perfil de especialización basado en la exportación de commodities agroindustriales de bajo contenido tecnológico y la reactivación manufacturera se habría apoyado en una estructura modelada en los noventa (Castells y Schorr, 2015; Fernández Bugna y Porta, 2008; Schorr y Wainer, 2015). El bajo peso alcanzado por la inversión, la relevancia de estrategias de acumulación trabajo-intensivas, la escasa diversificación de la canasta exportadora y el débil cambio tecnológico en el segmento de pequeñas y medianas empresas serían factores que limitaron la transformación estructural del patrón de desarrollo argentino (Acosta, 2010; Féliz, 2015;Schorr y Wainer, 2015).
Desde un enfoque estructuralista, esta dinámica estructural debería tener implicancias sobre el tipo de demanda laboral. Durante los noventa, la teoría estructuralista predijo que en condiciones de competitividad desventajosa por la existencia de brecha tecnológica y apertura cabía esperar un sesgo de la demanda laboral hacia la fuerza de trabajo altamente calificada, el deterioro de los sectores intermedios rezagados y una mayor presión sobre el sector microinformal (Rodríguez, 2001; Salvia, 2012). Por el contrario, bajo condiciones “heterodoxas” que dinamicen el mercado interno, cabría esperar que el sector cuasi-formal rezagado incorpore fuerza laboral proveniente del sector informal o abiertamente excedente. Ello daría lugar a una recuperación de la demanda laboral y es posible que se incrementen los ingresos, incluso en el sector informal, como consecuencia de una menor presión de los excedentes de fuerza de trabajo (Rodríguez, 2001).En el caso argentino, este proceso no habría sido homogéneo: en tanto que entre el 2003 y el 2008 el crecimiento económico fue intenso, basado en una amplia capacidad ociosa y en niveles muy deteriorados de ingresos, en los períodos subsiguientes las condiciones fueron más erráticas e incluso hubo períodos de retracción económica. Por consiguiente, cabe suponer que los procesos de recomposición hayan sido limitados y que una parte significativa de la fuerza de trabajo haya permanecido insertaen ocupaciones de baja productividad.
4. La estructura ocupacional y la calidad del empleo
Durante los primeros años del ciclo de recuperación posdevaluación (2004-2008), el mercado de trabajo experimentó una rápida recuperación (Cuadro 2). La capacidad ociosa y el cambio de régimen macroeconómico favorecieron la reabsorción de fuerza de trabajo: entre 2004 y 2008 la proporción de desocupados se redujo a la mitad (13, 5% a 7,9%). Durante la fase de crisis externa y breve reactivación(2009-2013) se aprecia que, tras un alza inicial en el bienio 2008-2009,el desempleo volvió a reducirse hasta 2013 (pasando de 8,2% a 7,7%), aunque con un virtual estancamiento de la tasa de actividad. La etapa de estancamiento y crisis con alta inflación(2014-2019) revela una tendencia opuesta: el desempleo se incrementó sistemáticamente en el marco de un simultáneo aumento de la tasa de actividad (7,3% a 10,4% y 45% a 47,4%, respectivamente). El alza de la tasa de actividad podría expresar los requerimientos de las familias en un contexto de estancamiento de ingresos y alta inflación.
¿Qué cambios se aprecian en la distribución sectorial económico-ocupacional de la fuerza de trabajo en cada etapa político-económica? De acuerdo con la hipótesis planteada, el crecimiento económico más orientado al mercado interno podría haber conducido a una expansión de la demanda de fuerza de trabajo en los sectores cuasi-formales rezagados, aunque en ausencia de un cambio económico estructural, la absorción de excedentes laborales habría sido limitada. Al respecto, el Cuadro 2 exhibe la recomposición del empleo en unidades económicas del sector privado formal durante la etapa de recuperación posdevaluación (2004-2008): de 33,6% a 40,4% entre 2004 y 2008 (6,4 pp.). Como contracara, en esta etapa se redujo aceleradamente la incidencia de los programas de empleo y, en menor medida, la proporción de fuerza de trabajo en el sector microinformal (5,9% a 0,8% y 46,7% a 43,9%, respectivamente), lo que se explica por el menor peso de posiciones asalariadas en microunidades y de trabajadores por cuenta propia informales. Estos procesos se mantuvieron estables durante la etapa de crisis externa y breve reactivación (2009-2013), mientras que durante la fase de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019) se advierten algunos rasgos opuestos: perdieron importancia relativa las posiciones en el sector formal privado (39,1% a 38,5% entre 2014 y 2019) -en parte consecuencia de la retracción del sector industrial-, y aumentó levemente la participación de posiciones en el sector microinformal (42,9% a 44%), en especial, de actividades por cuenta propia.
En suma, si bien durante la fase expansiva inicial se advirtió un proceso de absorción de fuerza de trabajo excedente por parte de establecimientos formales y cuasiformales, se aprecian significativas continuidades en la evolución de la estructura económico-ocupacional. A lo largo de todo el período, más de 4 de cada 10 trabajadores siguió desempeñándose en unidades económicas del sector microinformal de baja productividad. Ello podría interpretarse como una expresión de los límites que enfrentó el cambio estructural en la Argentina, en especial, una vez agotado el ciclo inmediato poscrisis.
Recuperación posdevaluación | Crisis externa y breve reactivación | Estancamiento y crisis con alta inflación | |||||||
2004 | 2006 | 2008 | 2009 | 2011 | 2013 | 2014 | 2016 | 2019 | |
Sector formal privado | 33,6 | 37,4 | 40,5 | 40,1 | 40,6 | 40,0 | 39,1 | 38,5 | 38,5 |
Patrones y empleadores establecimientos formales | 1,6 | 1,7 | 1,9 | 1,9 | 1,6 | 1,4 | 1,3 | 1,5 | 1,4 |
Profesionales independientes | 1,7 | 1,7 | 1,8 | 2,0 | 1,7 | 2,1 | 1,9 | 1,9 | 2,1 |
Asalariados de establecimientos formales | 30,3 | 34,1 | 36,8 | 36,2 | 37,2 | 36,5 | 36,0 | 35,1 | 34,9 |
Sector público | 13,8 | 14,5 | 14,9 | 15,7 | 15,5 | 15,8 | 17,0 | 16,8 | 16,1 |
Sector microinformal | 46,7 | 44,8 | 43,9 | 43,7 | 43,1 | 43,4 | 42,9 | 44,2 | 44,5 |
Patrones de microempresas | 2,2 | 2,3 | 2,7 | 2,7 | 2,9 | 2,4 | 2,2 | 2,0 | 2,1 |
Trabajadores cuenta propia (TCP) no profesionales | 18,5 | 17,7 | 16,3 | 16,6 | 16,2 | 17,3 | 18,0 | 18,5 | 19,4 |
Asalariados de microempresas | 19,3 | 17,5 | 17,5 | 16,8 | 16,9 | 16,6 | 15,7 | 16,2 | 15,3 |
Trabajadores del servicio doméstico | 6,6 | 7,3 | 7,4 | 7,6 | 7,1 | 7,1 | 7,1 | 7,5 | 7,7 |
Planes de empleo | 5,9 | 3,3 | 0,8 | 0,6 | 0,8 | 0,8 | 0,9 | 0,6 | 0,9 |
Total | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 | 100,0 |
Tasa de actividad | 46,4 | 46,7 | 45,5 | 45,9 | 45,7 | 45,6 | 45,0 | 46,1 | 47,4 |
Tasa de desocupación | 14,5 | 10,8 | 8,2 | 8,7 | 7,5 | 7,7 | 7,3 | 8,9 | 10,4 |
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al primer semestre de cada año.
Con respecto a la calidad del empleo, el Gráfico 1 presenta la evolución de la incidencia del segmento no regulado durante las distintas etapas estudiadas.A nivel global se destaca el carácter extendido del empleo de baja calidad en el mercado de trabajo urbano y su persistencia en el tiempo. Sin embargo, se aprecian contrastes correlacionados con el ciclo macroeconómico y el perfil de la política sociolaboral. Durante el ciclo de recuperación posdevaluación (2004-2008)creció la demanda de empleo en el segmento primario, por lo que la participación del segmento no regulado o precariodescendió8,6 pp. Este incremento se vinculó, centralmente, con la retracción del empleo precario entre los asalariados del sector privado formal(9,4 pp.) y, en menor medida, entre empleados del sector público (4,9 pp.) y los trabajadores del sector microinformal (5 pp.). En la fase de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) se redujo nuevamente la incidencia del empleo no regulado (46,6% a 43,3%), aunque con menor intensidad que en la fase previa. Por último, durante elperíodo de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019) se revirtieron comportamientos preexistentes. El incremento del empleo no regulado o precario se explicó por lo ocurrido entre asalariados de establecimientos formales, en el sector público y entre los asalariados de microempresas.
Asimismo, la información del Gráfico 1 permite extraer dos conclusiones. En primer lugar, se advierte que en las distintas fases político-económicas identificadas el empleo no regulado mantuvo comportamientos disímiles que pueden asociarse al ciclo económico y a la política laboral. Mientras que en los primeros años del ciclo posdevaluación perdió relevancia, a partir de la crisis de 2014 se aprecia una tendencia a la precarización en el mercado de trabajo. En segundo lugar, se aprecia una tendencia estructural a la segmentación de la calidad del empleo según el tipo de sector económico-ocupacional en el que se desempeña la fuerza de trabajo. Ello constituye una expresión visible del efecto de la heterogeneidad estructural en la segmentación de las relaciones laborales (Salvia, 2012). La incidencia del empleo no regulado en las unidades económicas de baja productividad, en los últimos 15 años, casi triplicó a la observada en los establecimientos modernos públicos o privados. En este sentido, la alta prevalencia del empleo de baja calidad en el mercado de trabajo urbano argentino es indisociable de la elevada participación de las microunidades y de las ocupaciones por cuenta propia en el volumen de empleo total.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al primer semestre de cada año.
El Gráfico 2 ofrece una síntesis del comportamiento del mercado laboral urbano durante el conjunto del período al descomponer el cambio del volumen total del empleo en los distintos ciclos identificados de acuerdo con la posición económico-ocupacional y el segmento del mercado de trabajo. Se aprecia que en la fase de recuperación posdevaluación (2004-2008)se registró un vigoroso crecimiento de los puestos asalariados regulados en el sector formal privado y de los empleos del sector público que explican el grueso del cambio total del empleo, que coexistió con un estancamiento de la creación de empleo en el sector microinformal y con la desaparición acelerada de planes de empleo. Durante la fase de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) se profundizaron las tendencias precedentes, aunque se evidenció una menor participación relativa del empleo asalariado regulado en el sector formal en el cambio total. En contrapartida, en la fase de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019) se aprecia la reversión completa de estas tendencias: a) el aporte de los puestos asalariados regulados en el sector formal fue casi nulo; b) este debilitamiento fue parcialmente compensado por el aumento del empleo público, y, sobre todo, por la expansión del sector microinformal, en particular, de las posiciones no asalariadas (patrones informales, cuenta propia no profesionales y servicio doméstico).
5. Ingresos y desigualdades persistentes
En un contexto de heterogeneidad estructural del sistema económico-ocupacional, cabría apreciar brechas de ingresos laborales -vistos como proxy de la productividad- entre sectores económico-ocupacionales. La persistencia de esta matriz de desigualdad estructural debería traducirse en el carácter duradero -aunque no invariable en distintos ciclos o coyunturas- de dichas asimetrías. En términos metodológicos, evaluar esta proposición requiere realizar dos precisiones: a) se considera el ingreso horario de la ocupación principal como proxy de la productividad media, en lugar del ingreso total, para controlar el efecto de la duración de la jornada laboral; b) se comparan valores reales, deflactados según un índice de precios y expresados en pesos constantes10.
El Cuadro 4 exhibe la evolución de los ingresos horarios de la ocupación principal bajo las distintas fases político-económicas. Como punto de partida, cabe recordar el fuerte deterioro que habían sufrido las remuneraciones durante la crisis de 2001-2002, de 28% en promedio con respecto a 1998 (Salvia, Vera y Poy, 2015).En este marco, se constata que, entre 2004 y 2013, los ingresos horarios se incrementaron de manera sostenida: durante la fase de recuperación posdevaluación (2004-2008) el ingreso del conjunto de la fuerza de trabajose recompuso 25,6%, mientras queen la etapa de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) creció 19,6%. En contraste, durante la fase de estancamiento y crisis con alta inflación la remuneración media horaria se mantuvo estable hasta 2016 (con la excepción de una retracción en 2014) para caer en 2019 al valor más bajo desde 2008.
Se aprecian comportamientos disímiles según la posición económico-ocupacional de los trabajadores. Durante la etapa de recuperación posdevaluación (2004-2008) las remuneraciones realescrecieron más intensamente entre los trabajadores del sector público y los asalariados de microempresas, y en menor medida entre los asalariados del sector formal. Este comportamiento podría explicarse por la incorporación de fuerza de trabajo de medianas y bajas calificaciones a empresas formales dado el tipo de crecimiento que primó en esta fase (Beccaria y Maurizio, 2012). Por su parte, los profesionales independientes y los grandes empleadores -que habían sido “ganadores” durante la convertibilidad (Salvia, 2012)-incrementaron sus ingresos muy por debajo del promedio. Durante la fase de crisis externa y breve reactivación (2009-2013)se mantuvieron las tendencias precedentes, si bien en esta fase los trabajadores del sector microinformal incrementaron sus ingresos horarios con mayor intensidad que el resto de los trabajadores. Cabe conjeturar que ello haya sido resultado de una menor “presión” del excedente de fuerza de trabajo sobre dicho sector (Rodríguez, 2011) en un contexto de reducción del desempleo abierto. Lo contrario ocurrió durante la fase de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019):el ingreso medio horario declinó para todos los ocupados y con mayor intensidad para los del sector microinformal (particularmente, para los trabajadores por cuenta propia informales). Esta significativa caída del ingreso horario aporta elementos para comprender el aumento de la tasa de actividad ya señalado.
Recuperación posdevaluación | Crisis externa y breve reactivación | Estancamiento y crisis con alta inflación | Var. % | |||||||||
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2004 | 2006 | 2008 | 2009 | 2011 | 2013 | 2014 | 2016 | 2019 | 08-04 | 13-18 | 19-13 | |
Sector formal privado | 100 | 114 | 114 | 119 | 121 | 132 | 126 | 136 | 113 | 13,9 | 15,9 | -14,4 |
Patrones y empleadores | 100 | 134 | 111 | 117 | 108 | 126 | 109 | 118 | 115 | 10,8 | 13,6 | -8,3 |
Profesionales independientes | 100 | 131 | 96 | 94 | 90 | 107 | 111 | 120 | 96 | -4,1 | 11,8 | -10,8 |
Asalariados de establecimientos formales | 100 | 112 | 118 | 123 | 129 | 138 | 132 | 142 | 117 | 17,7 | 17,1 | -15,5 |
Sector público | 100 | 120 | 133 | 140 | 144 | 148 | 138 | 152 | 127 | 33,2 | 10,8 | -13,7 |
Sector microinformal | 100 | 115 | 120 | 130 | 136 | 154 | 141 | 146 | 123 | 20,5 | 27,5 | -20,2 |
Patrones de microempresas | 100 | 129 | 123 | 135 | 134 | 116 | 120 | 117 | 103 | 23,2 | -5,9 | -11,2 |
Trabajadores cuenta propia (TCP) no profesionales | 100 | 116 | 117 | 127 | 129 | 150 | 130 | 135 | 113 | 17,1 | 28,1 | -24,6 |
Asalariados de microempresas | 100 | 111 | 131 | 140 | 151 | 173 | 161 | 165 | 143 | 31,3 | 31,4 | -17,1 |
Trabajadores del servicio doméstico | 100 | 104 | 101 | 110 | 118 | 139 | 140 | 150 | 113 | 1,4 | 36,6 | -18,2 |
Planes de empleo(a) | 100 | 91 | 83 | 84 | 146 | 163 | 163 | 160 | 157 | -16,9 | 95,9 | -3,3 |
Total | 100 | 118 | 126 | 134 | 138 | 150 | 141 | 151 | 125 | 25,6 | 19,6 | -16,8 |
Nota: (a) los valores deben considerarse referenciales dado el bajo número de casos en esta categoría.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al primer semestre de cada año.
¿En qué medida la diferente evolución de las remuneraciones horarias condujo a una alteración sustantiva de las brechas de desigualdad entre categorías económico-ocupacionales? El Cuadro 6 examina las brechas de ingreso horario de la ocupación principal estimadas a partir de ecuaciones de regresión lineal. En la estimación se incluyó el control de sesgo de selección. La variable dependiente es el logaritmo del ingreso horario y la principal variable independiente es la posición económico-ocupacional, con las categorías que fueron definidas previamente11.Se introdujeron como covariables, además de la posición económico-ocupacional, el sexo, la edad, la edad al cuadrado, el origen migratorio, el máximo nivel educativo alcanzado, la rama de actividad y la región de residencia. Las brechas de desigualdad que se discuten son netas de estos factores.
Un rasgo sobresaliente de los distintos modelos estimados es la existencia de brechas de desigualdad significativas y, en general, sostenida a lo largo del período. Tomando a los asalariados de establecimientos formales como grupo de comparación, se aprecia, en primer lugar, que entre los no asalariados del sector formal sólo los profesionales independientes redujeron su brecha e, inclusive, volvieron a incrementarla en la fase de estancamiento y crisis con alta inflación. En segundo lugar, los empleados del sector público conservaron distancias netas de entre 10% y 15% del ingreso horario con respecto al grupo de comparación a lo largo de todo el período. Con respecto a los trabajadores del sector microinformal, se advierte que -con la excepción de los patrones de microempresas-, las penalizaciones de ingresos horarios fueron significativas y persistentes: los cuentapropistas informales registraron ingresos entre 26% y 35% inferiores a los asalariados del sector formal y los trabajadores del servicio doméstico entre 20% y 40% más bajos que el grupo de comparación. A su vez, si en la etapa de crisis externa y breve reactivación (2009-2013) estas brechas se habían reducido moderadamente, tendieron a incrementarse en la etapa de estancamiento y crisis con alta inflación (2014-2019).
Recuperación posdevaluación | Crisis externa y breve reactivación | Estancamiento y crisis con alta inflación | |||||
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2004 | 2008 | 2009 | 2013 | 2014 | 2019 | ||
Mujer© | |||||||
Varón | 0.234*** | 0.118*** | 0.144*** | 0.151*** | 0.154*** | 0.144*** | |
Edad | 0.056*** | 0.013 | 0.030*** | 0.019* | 0.020** | 0.029** | |
Edad al cuadrado | -0.001*** | 0.000 | 0.000** | 0.000 | 0.000 | 0.000 | |
Secundario incompleto o menos © | |||||||
Secundario completo | 0.362*** | 0.275*** | 0.299*** | 0.277*** | 0.270*** | 0.258*** | |
Terciario/universitario completo y más | 0.790*** | 0.623*** | 0.668*** | 0.553*** | 0.572*** | 0.564*** | |
Extranjero © | |||||||
Nativo | 0.062* | 0.128*** | 0.112*** | 0.098*** | 0.077*** | 0.104*** | |
Empleadores establecimientos formales | 0.417*** | 0.350*** | 0.430*** | 0.411*** | 0.210*** | 0.422*** | |
Profesionales independientes | 0.233*** | 0.127*** | 0.075* | 0.125** | 0.092* | 0.165*** | |
Asalariados establecimientos formales © | |||||||
Empleados del sector público | 0.021 | 0.154*** | 0.132*** | 0.108*** | 0.091*** | 0.102*** | |
Patrones de microempresas | 0.122** | 0.065* | 0.141*** | -0.019 | 0.001 | -0.009 | |
TCP no profesionales | -0.263*** | -0.32*** | -0.289*** | -0.266*** | -0.335*** | -0.352*** | |
Asalariados de microempresas | -0.245*** | -0.285*** | -0.244*** | -0.196*** | -0.241*** | -0.212*** | |
Trabajadores del servicio doméstico | -0.147** | -0.373*** | -0.363*** | -0.133** | -0.192*** | -0.335*** | |
Dummies de rama | Sí | ||||||
Dummies de región | Sí | ||||||
Lambda | 0.169* | -0.119 | 0.017 | 0.020 | -0.010 | 0.020 | |
Constante | -1.164*** | 0.817*** | 0.557* | 1.754*** | 2.148*** | 3.274*** | |
R2 | 0.339 | 0.355 | 0.371 | 0.319 | 0.321 | 0.301 |
Nota: © indica la categoría de comparación / significancia de los efectos: *** p < 0,01, ** p < 0,05, * p < 0,1.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al primer semestre de cada año.
La persistencia de brechas de ingresos asociadas a la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional no sólo configura un patrón de desigualdad distributiva, sino que tiene implicancias sobrelas condiciones de vida y la pobreza. El Cuadro 7 evalúa la evolución del porcentaje de trabajadores en hogares pobres de cada posición económico-ocupacional. Al respecto, cabe consignar dos tendencias principales. En primer lugar, mientras que la proporción de trabajadores en hogares pobres cae durante las etapas de recuperación posdevaluación y de crisis externa y breve reactivación (44,2% a 15,1%), este comportamiento se revierte en la fase de estancamiento y crisis con alta inflación (15,1% a 24%). Ello evidencia un empeoramiento sustantivo de las condiciones de vida y la reversión parcial de los progresos previos. En segundo lugar, la incidencia de la pobreza entre los trabajadores es muy disímil según el sector económico-ocupacional de inserción: en todas las etapas, el porcentaje de trabajadores del sector microinformal que viven en hogares pobres más que duplica el verificado entre los trabajadores del sector formal privado y casi duplica al que se verifica entre trabajadores del sector público. En particular, los trabajadores del servicio doméstico, los trabajadores por cuenta propia no profesionales y los ocupados en planes de empleo constituyen los grupos económico-ocupacionales más desaventajados de manera persistente.
Recuperación posdevaluación | Crisis externa y breve reactivación | Estancamiento y crisis con alta inflación | |||||||
2004 | 2006 | 2008 | 2009 | 2011 | 2013 | 2014 | 2016 | 2019 | |
Sector formal privado | 29,9 | 18,8 | 14,7 | 14,0 | 11,0 | 9,1 | 11,3 | 12,3 | 15,5 |
Patrones y empleadores establecimientos formales | 6,1 | 3,4 | 2,1 | 3,6 | 1,6 | 1,2 | 2,8 | 0,7 | 2,3 |
Profesionales independientes | 7,4 | 2,2 | 1,2 | 3,1 | 3,1 | 2,4 | 3,2 | 2,5 | 4,7 |
Asalariados de establecimientos formales | 32,6 | 20,4 | 16,1 | 15,1 | 11,8 | 9,9 | 12,0 | 13,4 | 16,7 |
Sector público | 24,8 | 13,1 | 10,2 | 8,4 | 6,3 | 5,8 | 6,2 | 7,5 | 10,2 |
Sector microinformal | 54,2 | 41,9 | 33,5 | 34,7 | 26,8 | 23,5 | 25,8 | 30,9 | 35,4 |
Patrones de microempresas | 20,4 | 17,3 | 11,6 | 11,3 | 10,3 | 13,1 | 9,3 | 16,3 | 14,1 |
Trabajadores cuenta propia (TCP) no profesionales | 55,2 | 41,1 | 32,2 | 34,0 | 27,0 | 24,6 | 26,1 | 31,2 | 35,0 |
Asalariados de microempresas | 54,3 | 41,5 | 33,8 | 34,2 | 25,5 | 21,6 | 24,4 | 29,2 | 33,8 |
Trabajadores del servicio doméstico | 62,6 | 52,5 | 43,5 | 45,8 | 35,9 | 28,9 | 33,3 | 38,0 | 45,5 |
Planes de empleo | 89,6 | 83,3 | 72,9 | 68,0 | 39,1 | 30,1 | 43,4 | 47,7 | 55,4 |
Total | 44,2 | 30,6 | 22,9 | 22,6 | 17,4 | 15,1 | 17,0 | 20,1 | 24,0 |
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al primer semestre de cada año.
Precisamente, los mayores incrementos absolutos de la tasa de pobreza se dieron entre los trabajadores del sector microinformal u ocupados en planes de empleo, los que, como se señaló, disponían los menores ingresos horarios de la estructura económico-ocupacional. En síntesis, la dinámica ocupacional, regulatoria y remunerativa del mercado de trabajo se acopla a las condiciones de vida de los ocupados. Las desigualdades económico-ocupacionales han venido operando diferencialmente sobre las condiciones de vida de la población ante el advenimiento de la crisis, agravando la prevalencia de la pobreza en las franjas menos consolidadas de la estructura ocupacional.
6. Conclusiones
Este artículo abordó el comportamiento de la estructura económico-ocupacional urbana argentina entre 2004 y 2019. Mientras que una extensa literatura abordó el funcionamiento del mercado de trabajo en los primeros años 2000, no se dispone de análisis comparativos sistemáticos una vez agotado este ciclo expansivo inicial. El propósito del artículo fue avanzar en esta clave, examinando tres ejes: la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional, la calidad del empleo y la distribución del ingreso laboral entre posiciones económico-ocupacionales, a lo largo de tres etapas distintas, definidas según la dinámica macroeconómica y la política sociolaboral.
De acuerdo con distintas investigaciones previas, el crecimiento económico registrado en la posconvertibilidad fue altamente dependiente del sector exportador especializado, concentrado y con rasgos extractivos. Este patrón de crecimiento coexistió con la expansión de sectores económicos ligados al mercado interno que pudieron aprovechar las condiciones cambiarias y de capacidad ociosa que resultaron de la salida de la crisis de la posconvertibilidad. En este sentido, no se habría verificado un cambio estructural de la matriz productiva, lo que eventualmente reintrodujo la restricción externa de la economía argentina, condicionando la sustentabilidad del crecimiento. En esta línea, el artículo examinó la hipótesis de que habría persistido una matriz de heterogeneidad estructural del sistema económico-ocupacional, expresado en una insuficiente demanda de fuerza trabajo por parte de los sectores más productivos de la estructura económica y en brechas de calidad del empleo y de ingresos laborales entre sectores económico-ocupacionales.
En primer lugar, el artículo mostró que los cambios más importantes en la estructura ocupacional se concentraron en la fase inmediata posdevaluación (2004-2008). Este proceso de recomposición se sustentó en la amplia capacidad instalada ociosa y en las nuevas reglas macroeconómicas. El crecimiento económico más orientado al mercado interno habría conducido a una expansión de la demanda de fuerza de trabajo en los sectores cuasi-formales rezagados, aunque en ausencia de un cambio estructural, la absorción de excedentes laborales fue limitada. Así, a lo largo del conjunto del período el empleo en el sector microinformal de baja productividad ha representado no menos de 4 de cada 10 puestos del mercado de trabajo urbano. De todos modos, durante las distintas fases político-económicas se advirtieron tendencias disímiles: mientras que entre 2004 y 2013 el empleo en el sector microinformal creció por debajo del ritmo vegetativo, en la etapa de estancamiento y alta inflación (2014-2019) creció más intensamente.
De acuerdo con el enfoque teórico planteado, la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional desempeña un rol crucial en la segmentación del mercado de trabajo. Al respecto, se documentó que la fase de recuperación posdevaluación coincidió con una retracción del peso del empleo no regulado en el mercado de trabajo urbano, a la luz de la reorientación de la política sociolaboral. Simultáneamente, el artículo evidenció que el empleo no regulado abarca a casi la mitad de la fuerza laboral urbana argentina al término del período considerado y que existe una estrecha asociación entre la estratificación económico-ocupacional y la calidad del empleo. En otras palabras, el carácter extendido de puestos de baja calidad resulta indisociable del volumen del empleo en unidades productivas pequeñas, del autoempleo o el trabajo en casas particulares. Durante la fase de estancamiento y crisis con alta inflación, estos comportamientos estructurales se han acentuado y se evidencian los rasgos de una mayor precarización del mercado laboral.
En materia de ingresos y distribución, la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional mantiene un papel fundamental en la pauta de desigualdad entre posiciones económico-ocupacionales y en las condiciones de vida de los trabajadores. Si bien en los años posdevaluación se registran algunas tendencias de convergencia en la desigualdad de remuneraciones horarias -tras un fuerte deterioro durante la crisis de 2001-2002- dicho proceso perdió dinamismo y se revirtió en la fase de estancamiento y alta inflación. En este sentido, las brechas de ingresos persistentes son la expresión de los ostensibles diferenciales de productividad que atraviesan la estructura económica argentina. Asimismo, impactan sobre las condiciones de vida de los trabajadores: la tasa de pobreza entre los trabajadores del sector microinformal más que duplica a la que se verifica entre los trabajadores de establecimientos del sector formal. Ello ofrece evidencias sobre el modo en que la heterogeneidad estructural incide sobre la reproducción de la fuerza de trabajo.
Una trama de factores estructurales ligados a los estilos de desarrollo de los países latinoamericanos parece condicionar sistemáticamente la sustentabilidad de los logros en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad. Este artículo ha cubierto un período de tiempo que permite mostrar, para el caso argentino de los últimos tres lustros, algunas evidencias acerca de dicha trama. La heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional, las brechas de productividad y sus consecuencias en materia de calidad del empleo y distribución del ingreso resultan determinantes del patrón de desigualdad en la actualidad. La información presentada revela que la Argentina recibió a la nueva coyuntura provocada por la pandemia de COVID-19 en un marco de retracción económica, estancamiento en la creación de empleo en el sector formal y precarización del mercado de trabajo. Será fundamental que la eventual recuperación económica tenga capacidad de absorber a los trabajadores desplazados por la crisis para evitar una mayor fragmentación social. A su vez, la superación del estancamiento estructural dependerá de la implementación de políticas económicas y laborales que logren dinamizar e integrar al sector menos estructurado de la economía y propendan a la superación de las barreras estructurales que frenan el desarrollo.