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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.22 no.37 Santiago del Estero jun. 2021  Epub 01-Jul-2021

 

DOMESTICIDADES: TRABAJOS EN CUIDADO, SALUD Y DOCENCIA

Mediaciones de los movimientos populares en el trabajo productivo y reproductivo: una aproximación a las reconfiguraciones de las políticas sociales desde los territorios del MNCI‐Buenos Aires

Mediations of popular movements in productive and reproductive labor: an approach to the reconfigurations of social policies from MNCI‐Buenos Aires territories

Mediações de movimentos populares no trabalho produtivo e reprodutivo: uma abordagem às reconfigurações de políticas sociais a partir dos territórios do MNCI‐Buenos Aires

Anahí Guelman1 

María Mercedes Palumbo2 

Camila Downar3 

1 Anahí Guelman es Doctora de la Universidad de Buenos Aires - Área Ciencias de la Educación y Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Investigadora en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (IICE-FFyL-UBA). Profesora Regular a cargo de la cátedra de Pedagogía de la carrera de ciencias de la Educación, FFyL-UBA y de Metodología de la Investigación Educativa de la carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral - Unidad Académica Caleta Olivia (UNPA-UACO). Es Directora de Proyectos de Investigación UBACYT y de proyectos de extensión UBANEX. Correo electrónico: anahiguelman@hotmail.com

2 María Mercedes Palumbo es Doctora de la Universidad de Buenos Aires - Área Ciencias de la Educación, Magíster en Educación. Pedagogías Críticas y Problemáticas Socioeducativas por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Licenciada en Ciencia Política (UBA). Investigadora asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede de trabajo en la Universidad Nacional de Luján (UNLU). Se desempeña como docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (FSOC-UBA) y en el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján (UNLU). Correo electrónico: mer.palumbo@gmail.com

3 Camila Downar es Licenciada y Profesora en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria de Maestría UBA. Maestranda en Investigación en Ciencias Sociales (FSOC-UBA). Se desempeña como docente adscripta en el Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). Correo electrónico: camila.downar@gmail.com

RESUMEN

Este artículo se propone como objetivo analizar las reconfiguraciones de las políticas sociales recientes en la Argentina y las mediaciones sociales, políticas y gremiales que las organizaciones y movimientos populares realizan de las mismas en los territorios. Consideramos que en la posibilidad de estas mediaciones intervienen oportunidades generadas por las políticas gubernamentales, apuestas prefigurativas de las organizaciones sociales y procesos organizativos de corte gremial gestados alrededor de la figura de los trabajadores de la economía popular. Para ello, caracterizamos a las políticas sociales de la gestión de gobierno de la Alianza Cambiemos, ubicando en el Programa Hacemos Futuro un cambio de paradigma, para luego adentrarnos en las mediaciones acontecidas en el territorio en la recepción y reinvención de dichas políticas sociales. Nos detendremos particularmente en la experiencia del Movimiento Nacional Campesino-Indígena de Buenos Aires (MNCI-Buenos Aires) en el marco de un trabajo de vinculación que se viene sosteniendo desde el año 2012. En términos metodológicos, la base empírica en análisis es producto de un enfoque etnográfico y cualitativo desarrollado a través de observaciones participantes, entrevistas en profundidad y una serie de talleres de reflexión.

Palabras clave: trabajo; movimientos populares; políticas sociales; economía popular; mediaciones; Argentina

ABSTRACT

This article is aimed at analyzing the reconfigurations of recent social policies in Argentina and the social, political and sectoral mediations of such social policies performed by popular organizations and movements in the territories. It is considered that these mediations are possible due to opportunities generated by governmental policies, prefigurative projects of social organizations as well as sectoral organizational processes regarding popular economy workers. To this purpose, social policies of “Cambiemos” government alliance are characterized, emphasizing the “Hacemos Futuro” Program as a paradigm shift. Then the mediations that took place in the territories, concerning the reception and reinvention of the social policies, are presented. We focus particularly on the experience of the Movimiento Nacional Campesino-Indígena of Buenos Aires (MNCI-Buenos Aires) within the framework of a partnership that began in 2012. In methodological terms, the empirical basis is the result of an ethnographic and qualitative approach carried out by means of participant observation, in-depth interviews and a series of workshops.

Keywords: labor; popular movements; social policies; mediations; Argentina

RESUMO

Este artigo tem como objetivo analisar as reconfigurações das políticas sociais recentes na Argentina e as mediações sociais, políticas e sindicais que as organizações e movimentos populares realizam nos territórios. Acreditamos que, dada a possibilidade dessas mediações, existem oportunidades geradas pelas políticas governamentais, pelo pré-figurativo das organizações sociais e pelos processos organizados de tribunais de grupo que cercam a figura dos trabalhadores na economia popular. Para isso, caracterizamos as políticas sociais da gestão do governo da aliança “Cambiemos”, com base no programa “Hacemos Futuro” uma mudança de paradigma, para em seguida entrarmos nas mediações que ocorreram no território na recepção e reinvenção dessas políticas sociais. Abordaremos particularmente a experiência do Movimento Nacional Camponês-Indígena de Buenos Aires (MNCIBuenos Aires) no âmbito de um trabalho vinculativo que vem apoiando desde 2012. Em termos metodológicos, a base empírica na análise é produto de uma abordagem etnográfica e qualitativa desenvolvida por meio de observações dos participantes, entrevistas em profundidade e uma série de oficinas de reflexão.

Palavras chave: trabalho; movimentos populares; políticas sociais; mediações; Argentina

SUMARIO

Introducción 1. Las reconfiguraciones de las políticas sociales recientes 2. Consideraciones sobre el caso de estudio y las coordenadas metodológicas 3. Las mediaciones de las políticas sociales en los territorios del MNCI-Buenos Aires 3.1. Primera etapa 2016-2017: sostenimiento de las políticas sociales del gobierno anterior en un contexto de ajuste 3.2. Segunda etapa: 2018 en adelante: la irrupción del Programa Hacemos Futuro. Conclusiones. Bibliografía

Introducción

El artículo se propone como objetivo analizar el marco de reconfiguraciones de las políticas sociales recientes en la Argentina y las mediaciones sociales, políticas y gremiales que las organizaciones y movimientos populares realizan de las mismas en los territorios. En este sentido, ofrecemos una lectura de las políticas sociales al ras de los territorios, distinta a aquella enfocada en su escudriñamiento desde la normativa y las intencionalidades planteadas desde las instancias gubernamentales. En estas mediaciones intervienen oportunidades generadas por las políticas gubernamentales, apuestas prefigurativas de las organizaciones en la configuración de colectivos de trabajo productivo y reproductivo tanto como procesos organizativos de corte gremial gestados alrededor de la figura de los trabajadores de la economía popular cuya máxima expresión es la conformación de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Consideramos que estas mediaciones realizadas por las organizaciones y movimientos populares, con eje en sus proyectos productivos y reproductivos, operan como un aspecto menos explorado a la hora de la interpretación de las políticas sociales, sus características y efectos.

Para ello, identificamos dos etapas en las políticas sociales del gobierno de la Alianza Cambiemos, el recorte temporal particular en indagación en este artículo: una que va desde el inicio de su gestión hasta el año 2017; y otra a partir del año 2018. Situamos en la implementación del Programa Hacemos Futuro un hito de relevancia que marca el pasaje de una etapa a otra. Las políticas sociales que se van articulando, sumado al deterioro de las condiciones de existencia vinculadas a la crisis social y económica, modifican las lógicas laborales de las organizaciones y movimientos populares en tanto crecen en número y se pueblan de nuevos miembros que llegan motivados por necesidades básicas al tiempo que se despliegan y profundizan trabajos de cuidado y asistencia a la pobreza.

Las reflexiones aquí compartidas surgen del proyecto de investigación UBACYT “Formación en el trabajo de la economía popular. Aportes a una pedagogía descolonizadora de los movimientos populares”. El mismo tiene como uno de sus objetivos conocer y comprender los modos en que los procesos de reconfiguración del trabajo de la economía popular de los movimientos de la periurbanidad actúan en los procesos de formación y construcción de subjetividades. Tanto el proyecto como las reflexiones recuperadas en este artículo surgen del trabajo de vinculación del equipo de investigación con el Movimiento Nacional Campesino Indígena de Buenos Aires (MNCIBuenos Aires) desde el año 2012. Cabe señalar que el MNCI-Buenos Aires es parte de la CTEP creada en 2011- que nuclea muchas de las experiencias productivas de los movimientos y organizaciones sociales, en el marco de la reivindicación de derechos y representación del sector. Sostenemos que, desde el comienzo del gobierno de la Alianza Cambiemos, los modos de trabajar y de producir -colectivos y cooperativos- en el MNCI-Buenos Aires vienen transformándose, así como la constitución misma de la organización.

El artículo se organiza en tres secciones. La primera apunta a la caracterización de las reconfiguraciones de las políticas sociales de la Alianza Cambiemos desplegadas desde fines del año 2015 hasta la actualidad y una propuesta de etapización en acuerdo con la literatura especializada. A continuación, se presentan las coordenadas metodológicas de la investigación y la descripción del caso de estudio, territorio particular en el cual centramos nuestra mirada y sobre el cual se sustenta las consideraciones aquí planteadas. La tercera sección avanza con el análisis de las mediaciones de las políticas sociales al ras de los territorios donde se encuentra emplazado el MNCI-Buenos Aires.

Finalmente, las conclusiones esbozan una recapitulación de los principales argumentos tanto como enfatizan la importancia de realizar lecturas de las políticas sociales desde y en los territorios.

1. Las reconfiguraciones de las políticas sociales recientes y su relación con la economía popular

Para aproximarnos a las realidades laborales de los sectores populares, es necesario sostener una concepción ampliada del trabajo (Antunes, 2005; De la Garza Toledo, 2010). Este tipo de economía no significa necesariamente informalidad o pobreza, aun cuando su origen esté vinculado a las mismas. Se refiere a procesos y actividades que, aun estando inscriptos en la economía capitalista, buscan garantizar la reproducción ampliada de la vida (Guelman, 2018). Entendemos que solo de este modo ampliado es posible dar cuenta de la heterogeneidad y la complejidad de los regímenes laborales actuales en Argentina, visibilizando igualmente la extensión de las actividades no asalariadas que ya no pueden ser pensadas como un mero fenómeno marginal de la economía.

En el MNCI Buenos Aires, así como en otras organizaciones y movimientos populares, el trabajo se desarrolla a través de proyectos colectivos de carácter productivo y reproductivo1, y alejados del empleo y las relaciones sociales de producción capitalista: en relación a los primeros, encontramos cooperativas de trabajo así como grupos productivos con menores grados de formalización; en cuanto a los segundos, cabe mencionar merenderos y comedores encargados de garantizar el acceso a la alimentación. La creación de la CTEP permitió posicionarla como un actor clave en la reivindicación de derechos y la representación colectiva de trabajadores no asalariados, llevó a que los proyectos de trabajo que se venían llevando adelante en las organizaciones y movimientos populares pasaran a significarse desde su inscripción en el campo de la economía popular.

Desde la CTEP, se define a la economía popular como la síntesis de “(…) las experiencias políticas, sociales y económicas acumuladas desde la crisis de 2001, a través de la positividad de una cultura emergente que se define en oposición a la dominante y que reivindica formas alternativas de trabajo para consolidar derechos colectivos” (Chena, 2018: 11). La economía popular posee dos características definitorias con independencia de la actividad específica que se realiza: i) la realización de actividades laborales por fuera de la relación salarial tradicional y, en consecuencia, por la relación patrón-trabajador siendo trabajadores sin patrón; ii) la percepción de bajos ingresos que redunda en baja capacidad de consumo y de acumulación de capital (Chena, 2017). En los cuadernillos de formación de la CTEP, se enfatiza que: “(…) la economía popular tiene una característica que la distingue: los medios de producción, los medios de trabajo, están en manos de los sectores populares” (Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 3).

Ahora bien, para la CTEP, la economía popular posee relaciones de subordinación con el capitalismo tradicional. Sostiene que “la economía popular no está aislada de la economía global de mercado. Los puntos de conexión son múltiples tanto a nivel de la producción como del consumo” (Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 3). No obstante, mientras que las multinacionales andan en avión, la economía popular anda en chancletas: “estamos afuera de las empresas, no estamos registrados, no tenemos derechos y además, no tenemos posibilidades de progresar por falta de tecnología y recursos” (Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 25). Nuevamente siguiendo a Chena (2018), se presentan dos grandes relaciones de explotación en torno a la economía popular que muestran los vínculos de la economía popular con el capitalismo, siendo como señalamos más arriba conexiones de producción, consumo y también -agrega Chena- financieras. Por un lado, una subordinación de corte comercial compradorvendedor que se sostiene en base a la desvalorización del trabajo, a la idea de que los bienes producidos en el marco de la economía revisten una calidad inferior. Por otro lado, una subordinación de carácter financiero acreedor-vendedor vinculada al pago de tasas de interés usurarias que se sustenta en que los trabajadores del sector son insolventes al no poseer garantías reales y percibir bajos ingresos. Las consecuencias respectivas de esta doble subordinación son la generación deficiente de ingresos y la necesidad de destinar gran parte de los ingresos a pagar deudas.

Por su parte, el MNCI-Buenos Aires define a la economía popular como “(…) la generación y aplicación de instrumentos que permitan el tránsito de esa fracción de la población [la que se inventa su trabajo] hacia la inclusión, pero por el trabajo personal o colectivo” (MNCI, 2018: 44). Para ello, apuntan a la necesidad de consolidación de derechos laborales y sociales, el fortalecimiento de la organización cooperativa, la búsqueda de instancias de encuentro directo entre productores y consumidores; y el robustecimiento de la posición de los más débiles en las cadenas de valor. Entienden que la economía popular posee la responsabilidad de guiarse por nuevos paradigmas distintos al lucro con base en la atención de las necesidades comunitarias (desde las más inmediatas de infraestructura, hasta las más complejas de provisión de bienes para la vida cotidiana). Cabe señalar que, desde la perspectiva del MNCI-Buenos Aires, sectores de las clases medias son considerados como una pieza clave en la comprensión y apuntalamiento de las propuestas de la economía popular, siendo que también se ven beneficiados por éstas. Puntualmente en lo que refiere a la agricultura familiar, este beneficio redunda en el acceso a alimentos sanos y frescos a un precio justo.

Ahora bien, nos interesa aquí señalar las vinculaciones existentes entre la economía popular desarrollada por las organizaciones y movimientos populares y las políticas sociales que fueron teniendo lugar. Por un lado, los gobiernos kirchneristas -que se sucedieron entre los años 2003 y 2015- generaron un cambio en el campo del bienestar y de la protección social (Danani, Arias, Chiara y Gluz, 2018). Una de sus marcas distintivas fue el impulso al cooperativismo por medio de políticas de promoción de la economía social (Hopp, 2017) que se montaron, en algunas ocasiones, sobre proyectos productivos que ya venían siendo motorizados por organizaciones y movimientos populares. Este proceso es denominado en la literatura especializada como el “boom del cooperativismo de trabajo bajo programas” (Arcidiácono y Bermúdez, 2018), denotando la creación de cooperativas de trabajo impulsadas por y desde programas sociales estatales. En este sentido, existe coincidencia respecto a la centralidad del Programa Ingreso Social con Trabajo (PRIST)Argentina Trabaja, implementado a partir del año 2009 y luego ampliado con la línea Ellas Hacen desde 20132 (Ferrari Mango y Campana, 2018). Siguiendo a Natalucci (2018), visto desde el plano agencial que trasciende su formulación institucional, el PRIST se erigió en una oportunidad para el desplazamiento de la marca piquetera de las organizaciones sociales, asociada al trabajador desocupado, hacia el reconocimiento y construcción de la figura de los trabajadores de la economía popular tanto como su posterior traducción en instancias de representación colectiva de los intereses del sector.

La llegada de la Alianza Cambiemos al gobierno generó un proceso de reconfiguración del sentido de la política social. Empero, cabe señalar que estos cambios fueron graduales siendo el Programa Hacemos Futuro, creado en el año 2018, la materialización del viraje realizado en el campo del bienestar y la protección social. Ferrari Mango y Campana (2018) distinguen diferentes etapas de la política social de Cambiemos. Una primera caracterizada por la falta de aparición de nuevos programas sociales que redujeran el impacto de las políticas económicas de ajuste, el mantenimiento de los programas existentes que sufrieron cambios de nombre y desactivación progresiva, y la creación del Programa de Inserción Laboral “Plan Empalme”3 en el año 2017 que, pese a su rápido fracaso, se orientaba a la articulación con el mercado privado de la población beneficiaria de programas. Resulta interesante abordar esta primera etapa como un “periodo bisagra” (Voria y Míguez, 2019) comprendiendo así la transición acontecida, en términos de ajustes discursivos y normativos progresivos, entre la gestión kirchnerista y la de la Alianza Cambiemos.

A esta etapa también pertenece, aunque con un matiz distinto al considerar sus génesis, el proceso mediante el cual la CTEP junto a organizaciones sociales como Barrios de Pie4 y la Corriente Clasista y Combativa5 exigieron la sanción de la Ley de Emergencia Social que dio lugar a la posterior discusión y sanción en diciembre del año 2016. La sanción de un corpus normativo para la protección social del sector de los trabajadores de la economía popular, además de destinar mayores fondos del presupuesto, creó nuevas instituciones de la seguridad social: el registro de trabajadores de la economía popular, el consejo de la economía popular y el salario social complementario. Nos interesa específicamente este último, en su condición de complemento a los ingresos mensuales que equivale al cincuenta por ciento del salario mínimo vital y móvil, por su incidencia en los territorios. En el marco del MNCI-Buenos Aires, la contraprestación para quienes perciben el salario social complementario es de cuatro horas diarias de trabajo en proyectos productivos o reproductivos de cariz colectivo. Tal como se analizará en detalle en el apartado correspondiente al análisis de las mediaciones territoriales, podríamos sostener la idea del establecimiento de una “contraprestación ad hoc” por parte de esta organización particular que trasciende lo que impone el articulado de la Ley de Emergencia Social; en igual sentido, y más allá de la lógica individualizante que pudiera contener dicha ley, en los territorios el salario social complementario potencia procesos de organización y de trabajo colectivos. Consideraciones en esta misma línea, informadas en una perspectiva etnográfica, se encuentran en Fernández Álvarez (2019) donde el salario social complementario opera como una herramienta que, aun siendo un ingreso individual, contribuye a la profundización del proceso organizativo colectivo. De allí la insistencia por la lectura territorializada de las políticas sociales.

En este escenario de reconfiguración de las políticas sociales, los movimientos de la economía popular combinaron la calle con la articulación legislativa (Gradin, 2017); esto es, la capacidad de movilización con la representación legislativa, lograda esta última a partir del despliegue de una serie de alianzas políticas y sociales con organizaciones partidarias, el mundo sindical y religioso. Esta impronta bifronte (Bruno, Coelho y Palumbo, 2017) que combina tradiciones de acción directa junto con otras de cabildeo legislativo, explica la sanción de la Ley de Emergencia Social. De modo paradójico, esta conquista se da en un contexto de fuerte deterioro de las condiciones de vida de las bases sociales de los movimientos al calor de la política económica de ajuste.

A modo de balance de esta primera etapa y retomando la importancia adjudicada al PRIST por parte de la literatura especializada tanto como por las propias organizaciones y movimientos populares, cabe mencionar no solo su subsistencia sino también su ampliación en términos de asignaciones presupuestarias y de cantidad de beneficiarios (motorizado, en parte, por las partidas presupuestarias de la Ley de Emergencia Social), operando en sentido contrario a la tendencia antes descripta de desactivación de los programas. No obstante, el impacto real de la ampliación queda relativizado frente a las variadas consecuencias sociales y económicas de las políticas de Cambiemos (contracción de actividad económica, inflación, aumento de tarifas de servicios básicos, caída del empleo, entre otras).

La segunda etapa en la reconfiguración de las políticas sociales, vinculada esta vez a una modificación más radical del esquema kirchnerista superado el período bisagra, se articuló en torno a la creación del Programa Hacemos Futuro en el año 2018, bajo la órbita de la Subsecretaría de Políticas integradoras, dependiente de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de Nación. El Hacemos Futuro implicó la unificación y la paralela desestructuración del Programa Argentina Trabaja, en sus líneas PRIST y Ellas Hacen, que quedan englobadas bajo la égida del nuevo programa. Como apreciación general, compartimos la caracterización realizada por Ferrari Mango y Campana (2018) relativa al viraje desde una concepción de política social con foco en lo productivo y laboral hacia otra basada en requerimientos educativos y formativos. De igual modo, se puede sostener que el Programa Hacemos Futuro implicó un traslado de la centralidad de la idea del trabajo cooperativo a la del logro de la empleabilidad vía la formación. Concretamente, requiere acreditar una contraprestación de 300 horas en terminalidad educativa o cursos de capacitación. En este sentido, acordamos con Voria y Míguez (2019) en que esta nueva etapa exacerba el énfasis formativo que ya se encontraba presente en el Ellas Hacen (a diferencia de la línea PRIST), aunque borrándole la dimensión cooperativa presente en el caso de dicha política.

Entre los cambios más importantes se destacan, siguiendo a Hopp (2017): i) la desvinculación de las políticas sociales de las cooperativas de trabajo como requisito de acceso y permanencia que genera un “programa de transferencias sin cooperativas”; ii) el marcado énfasis en una contraprestación basada en la formación laboral, entendida como condición para el fomento de la empleabilidad, a partir de la asistencia a capacitaciones y la finalización de estudios; iii) la concepción filantrópica de la solidaridad mediante la descentralización de los entes ejecutores -antes mayormente concentrados en los municipios- para la incorporación de nuevos actores gubernamentales y no gubernamentales (mutuales, federaciones, fundaciones, organizaciones de la sociedad civil y organizaciones internacionales); y, finalmente, iv) la construcción de un enfoque individualista de la sociedad y de las intervenciones del Estado en materia de políticas sociales en tanto se prioriza la individualidad del beneficiario frente a los espacios de construcción de trabajo conjunto y colectivo.

Para los movimientos populares como el MNCI-Buenos Aires que habían conformado cooperativas en sus territorios en el marco del Argentina Trabaja, el programa Hacemos Futuro fue leído como un combate a la movilización y la organización colectiva del trabajo. A modo de ejemplo, Ferrari Mango y Campana (2018) señalan que en la página oficial del programa refiere, en clara crítica al pasado, que la participación en el mismo no implica la obligación de asistir a movilizaciones e, inclusive, fomenta la renuncia a las cooperativas que se integraban en tanto deja de ser requisito de permanencia.

La implementación del Hacemos Futuro se erigió como preocupación compartida por los distintos actores integrantes de la CTEP, junto a Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, el Frente Popular Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en Lucha, no solo en cuanto los beneficiarios dejaban de ser parte de las organizaciones, eliminada la contraprestación del trabajo cooperativo frente a la individualización del trayecto formativo, sino también a la falta de vacantes en la educación pública que absorbieran a esta población considerando el requisito -hasta ese momento excluyente- de la terminalidad primaria, secundaria o universitaria. Desde la perspectiva del MNCIBuenos Aires, la ausencia de planificación respecto a los modos de implementación concreta de la contraprestación educativa generó que el Hacemos Futuro haya sido en sus inicios “una política vacía”. Justamente, este vacío habilitó un conjunto de mediaciones a partir de la disputa por la continuidad del Plan FinEs (Plan de Finalización de Estudios) tanto como la ampliación de “lo formativo” por fuera de la terminalidad educativa para incluir capacitaciones en oficios, proyectos productivos (dulces, carpintería, textil) y obras (playón, vereda, baños y revoques), siendo en ambos casos formaciones que ya venían siendo dinamizadas por las organizaciones y movimientos populares en los territorios. Nuevamente siguiendo a Natalucci, “La constitución de la CTEP muestra que los actores tienen ideas, pueden pensar estrategias, construir posiciones políticas que les permitan desafiar el lugar que se les atribuye” (2018: 117).

Por lo tanto, aun cuando los cambios en las políticas sociales -en clave de control del conflicto social y de atención a la emergencia- condicionan la cotidianeidad de las formas de trabajo posibles en los territorios de los movimientos populares, nos interesa destacar el rol de mediación social y política que estas organizaciones llevan adelante. En palabras de Gradin (2017), los movimientos sociales construyen comunidad frente a la desestructuración social. Para ello, se atienen a las normativas vigentes pero, al mismo tiempo, las resignifican apelando a la inventiva colectiva.

2. Consideraciones sobre el caso de estudio y las coordenadas metodológicas

En la investigación que sustenta las consideraciones del presente artículo, trabajamos específicamente con el Movimiento Nacional Campesino Indígena de Buenos Aires que se encuentra en Esteban Echeverría, Florencia Varela, Almirante Brown, y en la localidad de Maipú. Específicamente, nuestro trabajo se centró en los territorios ubicados en el Partido de Esteban Echeverría en la zona suroeste del área suburbana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La historia de lo que hoy es el MNCI-Buenos Aires atravesó distintas etapas, desde su origen en la década del ochenta, marcadas por formatos organizativos disímiles y por desplazamientos en los barrios de intervención al ritmo de los cambios en la coyuntura política, social y económica de nuestro país. En la primera década del nuevo milenio, se abrió una nueva fase organizativa a partir del contacto con el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE-VC)6, su posterior inserción en el Movimiento Nacional Campesino Indígena7, organización de segundo grado que nuclea a un conjunto de movimientos sociales vinculados al campo. A partir del año 2013, el MNCIBuenos Aires integra el Frente Agrario del Movimiento Evita8, conservando su participación en el encuadre nacional del MNCI.

Las formas de darse organización en los territorios del MNCI-Buenos Aires se articulan principalmente en torno a la creación y consolidación de centros comunitarios, devenidos espacios comunes para el desarrollo de instancias formativas, asambleas y otras actividades comunitarias. Asimismo, los centros comunitarios funcionan como ámbito de desenvolvimiento de emprendimientos productivos de tipo autogestivo-cooperativo (cooperativa textil) que se venían impulsando previamente al cambio de gestión en el año 2015 tanto como de proyectos productivos (productivo de panes, chipa, pizzas, churros) y reproductivos (comedores, merenderos) nacidos al calor de las contraprestaciones presentes en las reconfiguraciones de las políticas sociales. Este énfasis en lo productivo se convierte en un aspecto distintivo del MNCI-Buenos Aires en el que confluyen el sello productivo fundacional de la organización en la década del ochenta, sus posteriores vinculaciones al mundo campesino-indígena del MNCI y su temprano acercamiento a la CTEP. Si bien cada uno de los centros comunitarios presenta particularidades en su desarrollo cotidiano, existe una reunión semanal de referentes de los centros de Esteban Echeverría y Almirante Brown que opera como instancia de discusión, intercambio y articulación del trabajo político, productivo y reproductivo.

Hallamos que el MNCI-Buenos Aires es un caso particular en tanto su ubicación geográfica y su pertenencia al Movimiento Evita remiten a una marca urbana, pero al mismo tiempo su participación en el MNCI le permite dialogar y llevar adelante postulados propios de lo campesino y lo indígena tales como la soberanía alimentaria, la agroecología, la reforma agraria integral. La forma de construcción de organización parte de la convicción de que lo indígena-campesino arraiga en biografías, prácticas y saberes de los moradores de los territorios populares de las periferias de las ciudades aun cuando los mismos a menudo no se reconozcan y afirmen identitariamente como indígenas y/o campesinos. Los procesos migratorios propios o de familiares cercanos conllevan la transmisión de una memoria de saberes del campo que puede ser activada y resignificada en la urbanidad. En este sentido, el MNCI-Buenos Aires reivindica los orígenes campesinos de sus integrantes, apela a dichos saberes a la hora del armado de proyectos de trabajo productivos y reproductivos, y alienta que los sujetos se sientan representados por los postulados indígenacampesinos. Esta articulación entre lo urbano y algunos aspectos de lo rural plantea un aporte potencialmente sustantivo en el marco de los procesos de trabajo.

Considerando el marco general de las mencionadas reconfiguraciones a nivel de las políticas sociales nacionales y las características del ámbito particular de indagación que representa el MNCIBuenos Aires, optamos por una estrategia general metodológica cualitativa en coherencia con nuestro objetivo de analizar la dinámica de la organización acorde a las reconfiguraciones de la política social durante los años comprendidos entre 2016 y 2019. Este recorte temporal nos impuso el desafío de una mirada sobre el presente sucediendo al decir de Zemelman (1992), comprendiendo que el movimiento propio de la realidad entre lo que está cimentado, lo conformándose y lo que todavía no está dado.

Desde este punto de vista, nos preocupan los procesos de reconfiguración del trabajo y de las organizaciones y movimientos sociales en la dinámica política y social actual.

El corpus de análisis se basó en la revisión de fuentes secundarias relativas a bibliografía especializada y actualizada referida a las políticas sociales en los últimos años en la Argentina, particularmente en relación al Programa Argentina Trabaja en sus líneas PRIST y Ellas Hacen, el Salario Social Complementario y el Programa Hacemos Futuro. En cuanto a las fuentes primarias, se realizaron observaciones participantes en los distintos centros comunitarios que componen el MNCIBuenos Aires donde advertimos que representaban realidades particulares y diferentes entre sí, más allá de ciertos rasgos comunes como su explosión cuantitativa en términos de nuevos integrantes, la presencia de nuevos proyectos productivos con formas de trabajo aglutinantes de nuevas mujeres, jóvenes y algunos hombres, que se habían incorporado en virtud del acceso a las políticas sociales. Por otro lado, se llevaron a cabo entrevistas en profundidad a referentes de la organización donde se analizó el proceso de transformación de las políticas sociales y las respuestas del campo popular frente a las mismas. Asimismo, a partir del año 2016, realizamos una serie de talleres de reflexión sobre la problemática del trabajo, previo acuerdo con los referentes militantes del movimiento. Los talleres funcionaron al mismo tiempo como instancias del trabajo de campo. En un comienzo, se configuraron con el objetivo consensuado de conocer las concepciones del trabajo que circulaban en los centros comunitarios en un momento histórico de incorporación de nuevos miembros y conformación de nuevos productivos. Pero cuando comenzamos a llevarlos adelante, descubrimos que las propuestas no tenían igual validez y sentido en todos los distintos centros comunitarios, ya que representan realidades particulares y diferentes entre sí. Por lo cual, decidimos crear instancias específicas de trabajo en cada centro comunitario y otras de intercambio general. En este sentido, los talleres nos permitieron observar, conectar y contactar con la dinámica de transformación por la que estaban atravesando las organizaciones. De allí que los talleres constituyeron un insumo destacado para dar cuenta de la dinámica de los cambios acontecidos en los últimos años de los que buscamos dar cuenta en este artículo.

Las observaciones participantes, las entrevistas y los talleres fueron posibles dado que nuestra vinculación, como equipo de investigación, con el MNCI-Buenos Aires y sus proyectos productivos data del año 2012. Resulta interesante puntualizar que esta mirada diacrónica de la organización nos permitió tener ciertos puntos de referencia a partir de los cuales establecer un quiebre en las formas de organización del trabajo y en las concepciones en torno al mismo en el recorte temporal en estudio.

3. Las mediaciones de las políticas sociales en los territorios del MNCI-Buenos Aires

Tal como fue analizado, a partir del cambio de gobierno a fines de 2015 y principios de 2016, se han experimentado diversas reconfiguraciones en las políticas sociales que impactaron en la dinámica de trabajo de los movimientos populares. En el presente apartado nos proponemos indagar las mediaciones sociales, políticas y gremiales que las organizaciones y movimientos populares realizan de las políticas sociales en los territorios. Dicha indagación la dividiremos en dos momentos acorde a las dos etapas de las políticas sociales ya descriptas: el primer momento entre 2016 y 2017, donde las políticas sociales en torno al trabajo cooperativo que se venían desarrollando desde el gobierno anterior se sostuvieron -aunque con particularidades-; y el segundo momento, a partir del 2018, donde se implementó el Programa Hacemos Futuro.

3.1. Primera etapa 2016-2017: sostenimiento de las políticas sociales del gobierno anterior en un contexto de ajuste

Como señalamos en apartados anteriores, esta primera etapa del gobierno de Cambiemos se caracterizó por la ampliación de algunas de las políticas sociales del kirchnerismo en términos de asignaciones presupuestarias y de cantidad de beneficiarios (motorizado, en parte, por las partidas presupuestarias de la Ley de Emergencia Social), aunque el impacto real de la ampliación quedó relativizado frente a las variadas consecuencias sociales y económicas de las políticas de Cambiemos.

En este sentido, podríamos afirmar que una primera reconfiguración que se observa en el MNCI Buenos Aires a partir del cambio de gobierno fue el aumento cuantitativo de los centros comunitarios, duplicando o triplicando la cantidad de miembros. Esta etapa también se caracterizó por la creación de nuevos centros comunitarios en otros barrios del Partido de Esteban Echeverría, territorio en el cual se emplaza principalmente la organización. En este período, nos referimos al sostenimiento del Programa Argentina Trabaja que es parte del entramado que se va configurando -con su especificidad- en cada centro comunitario, así como la incorporación del salario social complementario que comienza a ser cobrado por algunos de los nuevos integrantes de la organización.

La llegada de nuevos miembros se debe principalmente a la necesidad económica frente a la fuerte crisis y la falta de empleo, viendo en estos espacios un lugar para ganar “un sueldito”. A su vez, el aumento de integrantes de la organización conlleva diversos desafíos en términos de formación política de esos sujetos, de modo de lograr un salto cualitativo sobre la base del salto cuantitativo explicitado. Al respecto, una de las referentes barriales que participa desde hace más de 10 años, señala:

La idea de nosotros es no solamente formar compañeros de trabajo sino formar militantes. Por eso de a poco vamos contándoles cómo nació esto porque no siempre todas cobraron, incluso hay varias compañeras que participan hace nueve años y recién ahora, estos meses empezaron a cobrar. La idea es que sabemos que, si en algún futuro llegan a haber planes que nos ayuden un poco, sé que la mayor cantidad de compañeras, porque sientan que lo quieren al centro comunitario como nosotros lo queremos los que arrancamos. Esa es la idea de nosotros, que esos compañeros se sientan identificados.9

Cabe señalar que, en esta primera etapa, la necesidad de formación de aquellos nuevos integrantes que se acercan y perciben el Programa Argentina Trabaja o el Salario Social Complementario surge del propio movimiento, entendiendo que la impronta de armado y trabajo en cooperativas propia de los planes debía ser un plafón para dinamizar procesos de formación de la militancia. Cabe aclarar que, pese a las divergencias entre el Argentina Trabaja y el salario social complementario en cuanto a su génesis, concepción y condicionalidades10, el MNCI-Buenos Aires se propuso evitar que la inscripción en una u otra política social se tradujera en diferencias en el cotidiano del trabajo y la militancia en los territorios. De este modo, aun cuando se ingrese a la organización por necesidad y con la mediación de una política social, la cita presentada muestra que la intencionalidad políticopedagógica se encamina hacia un salto cualitativo que involucra la militancia, la identificación y el compromiso con el centro comunitario de pertenencia. Una integrante del barrio Montana lo señala con claridad: “Hay muchos que no saben lo que es organizarse y están viendo acá, en este momento y en montones de cosas que organizarse es mejor que estar solo, que es la única forma”.11

No obstante, el salto cuantitativo puede generar frustración al principio en los sujetos que ya vienen participando, de espacios de trabajo y militando en la organización, porque esos nuevos miembros aún no se reconocen como parte de una organización política. Los riesgos de esa falta de reconocimiento apuntan a soslayar la inscripción de los proyectos productivos que integran como parte de una organización mayor con objetivos políticos que requieren de sus miembros no solo poner el cuerpo en las tareas de producción y reproducción sino también en instancias de corte político como marchas, asambleas y reuniones.

En el proceso de crecimiento cuantitativo de estos centros comunitarios, se verifica también un cambio que, de igual modo que el anterior, tiene dos facetas que podrían ser por lo menos diferentes y hasta opuestas: se observa un desplazamiento respecto a los colectivos de trabajo y los proyectos productivos cooperativos que venían desarrollándose -que de todos modos subsisten en esta organización- hacia el trabajo en merenderos y comedores en el ámbito del cuidado. Estos últimos se corren del trabajo cooperativo, aún cuando se realicen de manera colectiva, por razones que hemos nombrado anteriormente. Por un lado, el gobierno de Cambiemos no promueve el trabajo cooperativo, sino más bien concepciones filantrópicas de la solidaridad (Hopp, 2017). Por otro lado, las necesidades insatisfechas y el hambre exigen respuestas por parte de las organizaciones, tales como los merenderos y comedores.

Con enormes diferencias entre los distintos centros comunitarios de los distintos barrios que componen el MNCI Buenos Aires, puede observarse siempre una tensión entre crecimiento, condiciones que individualizan la tarea y las posibilidades de formación y subjetivación política y de trabajo colectivo. Los centros comunitarios muestran diferencias en relación a la concepción de la organización, el funcionamiento, las tareas que desarrollan y el tipo de trabajo que llevan adelante. Para algunos centros, que trabajan con lógicas más personalistas, los miembros nuevos entran, a partir de integrar el Programa Argentina Trabaja, a algo semejante a un “trabajo” (en su acepción más clásica), están “a prueba”, y se manejan de modo más vertical, con premios y castigos. La siguiente cita ilustra lo mencionado:

-: Firmamos la planilla, firmamos los cuadernos de entrada… Tenemos un horario para entrar, exactamente tenemos que estar a la una y media de la mañana y a la cuatro y media salimos. E: ¿Ustedes firman cuando entran y cuando salen? -: No, cuando entramos firmamos. -: Cuando salen firman el cuaderno, de entrada y salida. E: ¿Cuánto es el tiempo de tolerancia que le dan allá? -: Y allá es una y media y se van cuatro y media porque muchas tienen a los chicos en el jardín. E: ¿Si llegan a las dos firman o no? -: Si llegan a las dos, no. -: Máximo hasta la una cuarenta y cinco. -: De una y media a cuatro y media ¿Son tres horas nada más [los] día de semana? -: Diez minutos nada más. -: Los días de semana porque todas tienen hijos en la escuela y en el jardín y tienen que ir a buscarlo.12

Asimismo, se visualizan algunos problemas del trabajo asociados a la lógica del “empleo”, en lugar de pensarse desde el cooperativismo y sus características vinculadas a los criterios de división de tareas, distribución de las ganancias y toma de decisiones:

-: No está funcionando bien, hay muchas faltas, hay falta de compromiso, esto estaría bueno ver, hay compañeras que faltan, hay malestar y eso viene desmovilizando mucho hacia adentro. -: Si el problema es que todos cobramos lo mismo, y nosotros sentimos que hay gente que viene y cobra gratis, porque o sea lo que venimos laburamos todos los días, y entonces decís, en las marchas pasa lo mismo. Entonces decís vos estás cobrando la plata gratis mientras estás en tu casa, andas por todos lados y nosotros ahí. -: Sí, porque en el Argentina Trabaja, hay que rendir cuentas, hay que trabajar. Vos estás cobrando una plata y hay una contraprestación. Es un programa para trabajar, no es un programa para no trabajar entonces hay que cumplir, es así…Acá se avisa… está todo bien empiezan a venir antes de cobrar una vez que cobran después se olvidan o empiezan con los problemas -: Parte [de] eso se produjo porque no hay nadie que esté ahí, poniendo orden, las asistencias… es como que empezó todo y así a lo libre. Recién ahora que se empezó con lo de la falta y está todo más o menos encaminado. No sabemos cómo encararlo, le estamos dando la vuelta, una de las vueltas es firmar la planilla, pero ¿tenemos que ser policía los compañeros? ¿Tenemos que descontarles a los 4.000 miserables descontárle los 1.500 mangos por la falta?13

Otros centros comunitarios aspiran a que el crecimiento cuantitativo sea también político y poder así impactar en la construcción política subjetiva de quienes se suman:

Para mí lo importante de que exista este lugar es que sea la razón que sea, acá hay un lugar para todos, para todos hay un lugar. Sobre todo, bueno, necesitás un laburo, hay un laburo; querés aprender albañilería, electricidad… Querés crecer en tu sabiduría, hay también para que aprendas. O sea hay montones de instancias que ayudan a crecer como ser humano.14

Como hemos señalado anteriormente, esta primera etapa se caracterizó por la creación de nuevos centros y de nuevos espacios de trabajo productivo y reproductivo. En este sentido, aunque mayoritariamente se crearon merenderos y comedores, también surgieron algunas propuestas pequeñas de emprendimientos productivos asociados, en su mayoría, a sustentar los gastos que demandan los insumos de los trabajos reproductivos (merenderos, comedores): productivo de panadería, empanadas, pizzas, chipá, entre otros. Las formas que adquieren estos emprendimientos son variadas y, a menudo, se sostienen por la voluntad de los compañeros. Por ejemplo, los integrantes del productivo de churros en el barrio Remolines señalan:

-: Hay que buscar otra manera para empezar así a tener más clientes, eso estaría bueno. Pero es... No sé, es medio complicado, hay que buscar la manera para que la gente sepa que lo que se hace, o sea lo que se vende… Pasa que a veces mucho… Depende también del tiempo, porque ahí ponele, qué sé yo… Los panes caseros como dice ella, que también tiene que salir perfectos, necesitan mucho tiempo. Hay que venir mucho más temprano y así muchas cosas también. Así que… Hay que organizarse en eso….15

En relación a la construcción de los lugares de referencia dentro del MNCI-Buenos Aires nos interesa señalar de modo muy incipiente, proponiéndonos continuar la reflexión al respecto en futuras indagaciones, el rol del fundamentalismo religioso al interior del movimiento (católico y de otras órdenes evangélicas). Los nuevos miembros, e incluso ciertos referentes, son militantes del movimiento y de iglesias pentecostales al mismo tiempo, generándose una contradicción (o no) en su configuración subjetiva muy interesante y que se revela en la conformación de su autopercepción como militantes de una organización política. Por ejemplo, la referente del barrio Altos pertenece también a una Iglesia evangélica y en sus relatos se manifiesta una integrada pertenencia institucional:

Y gracias a Dios que está esta organización, gracias a Dios que a través de que salimos a la calle a pelear por lo nuestro, a luchar por lo nuestro, podemos conseguir todas estas cosas para poder ayudar a ellos que realmente lo necesitan. (...) Yo sé que con la ayuda de Dios y los compañeros, entre todos estamos poniendo plata para poder edificarlo (haciendo referencia al centro comunitario) también. Hacerlo de materiales y hacer todo un salón también, como acá. Así que nos manejamos así, trabajando.16

Otra fuerte transformación y expansión de los últimos años a nivel general y particular de este movimiento, fue el estallido de la cuestión de género. Hacia principios de 2016, algunas integrantes militantes del MNCI Buenos Aires comenzaron a observar la necesidad de introducir la perspectiva de género en una organización compuesta mayoritariamente por mujeres. No obstante, la composición mayoritaria de mujeres en los espacios de trabajo del movimiento no es una novedad propia de esta primera etapa, dado que ya lo veníamos observando previamente. Luego de algunas reuniones y acuerdos previos, surgió la idea de crear una serie de talleres, junto con el equipo de investigación, que abordaran la problemática de género “en el trabajo”, “en los productivos” (Guelman y Palumbo, 2018). En el marco de los talleres, tal como mencionamos al comienzo de este apartado, pudimos observar los profundos cambios que se fueron dando en el movimiento en los últimos años. Con el aumento cuantitativo traccionado por la crisis, la configuración de los espacios de trabajo se empezó a modificar, habilitándose la incorporación de nuevos integrantes varones. Debemos profundizar el análisis sobre los motivos que los lleva a acercarse a estos varones que anteriormente trabajaban por fuera del movimiento y que, en un nuevo contexto de crisis, los encuentra en este espacio. Esa incorporación no está exenta de complejidades. Las representaciones sociales de los roles de género que hemos incorporado históricamente a través de los medios de comunicación, en la escuela, en nuestras familias, persisten y se ponen de manifiesto en la dinámica cotidiana:

(...) nosotros tenemos prioridad que las mujeres embarazadas y con niños no movilizan, nosotros no llevamos. Y por ahí te salta y un hombre te dice “Claro, ella está en una situación cómoda” y son tus propios compañeros, o sea ahí te tenés que plantar y decirle “compañero, no, porque esa compañera acá te amasa unas pizzas o te amasa un pan para que vos comas en esa movilización; está sosteniendo la merienda de los pibes.17

Sin embargo, la cita da cuenta de cómo se trabajan estas cuestiones al interior de la organización, conversando y problematizando en conjunto. Por último, en algunos barrios encontramos una marcada diferenciación en términos de roles de género: las mujeres trabajan principalmente en las tareas de reproducción (llevando adelante los merenderos, los comedores) y los varones se dedican a actividades como la construcción. Por ejemplo, en el Barrio Federal, uno de los nuevos barrios incorporados en esta etapa, existe una referente barrial mujer y su marido es el referente de “obras” (llevadas adelante solo por varones).

3.2. Segunda etapa: 2018 en adelante: la irrupción del Programa Hacemos Futuro

La consolidación del ajuste y la crisis económico-social generada por las políticas del gobierno de la alianza Cambiemos, tal como lo describimos en el apartado anterior, llevan a que los centros comunitarios de Esteban Echeverría crezcan cuantitativamente, comiencen a desarrollar lógicas propias y más independientes de funcionamiento, incorporen nuevos miembros varones y desarrollen cada vez más cantidad de estrategias de cuidado y reproducción, tales como merenderos y comedores. Al mismo tiempo, la etapa inaugurada con la implementación del Programa Hacemos Futuro en febrero del año 2018 provoca que estos procesos que se llevan adelante en el MNCI se profundicen y complejicen al correr la contraprestación del trabajo hacia la formación y de la lógica colectiva y cooperativa hacia la lógica individual.

Desde el año 2015, con la asunción de la nueva gestión de la Alianza Cambiemos, el Programa Argentina Trabaja había comenzado a sufrir algunas modificaciones. A modo de ejemplo, se estableció la formación y la capacitación como eje vertebral del programa. De acuerdo a este nuevo mandamiento, la formación redunda en la empleabilidad de los destinatarios. El Plan Empalme, del que se habla en este mismo artículo, ya da cuenta de esta mirada que supone la responsabilidad individual de garantizar el acceso y permanencia en el empleo a través de la formación adecuada y de los méritos personales puestos en esa formación, sin tener en cuanta la situación del mercado de trabajo o de empleo ni sus condiciones. Por lo tanto, el cambio discursivo ya estaba en marcha: del trabajo cooperativo autogestivo planteado en sus orígenes a la capacitación como herramienta de empleabilidad (Voria y Miguez, 2019). En esta política social se incluía la participación voluntaria / optativa en capacitaciones en oficios, talleres, diplomaturas, entre otras. Sin embargo, es a partir del año 2018 con la implementación del Programa Hacemos Futuro cuando la formación cobra el carácter obligatorio. Como parte de la contraprestación del programa, los titulares deben cumplir lo siguiente: la actualización anual de datos, la terminalidad educativa obligatoria o la realización de actividades de formación integral y/o capacitación laboral.

El cambio en la política social implicó la reconversión de los “entes ejecutores” del programa anterior en “entes capacitadores”, lo cual supone la pérdida de los espacios donde realizaban tareas sociocomunitarias y productivas (Ferrari Mango y Campana, 2018). Particularmente, el MNCI Buenos Aires debió modificar su anterior rol de ente ejecutor del Programa Argentina Trabaja (logrado a partir del año 2017 dado que previamente lo ejercía el municipio de Esteban Echeverría) y pasó a ser ente capacitador del Programa Hacemos Futuro, debido a su figura legal como ONG; figura que se conserva de sus orígenes en la década del ochenta como SER.CU.PO (Servicio a la Cultura Popular) siendo una ONG vinculada a la Iglesia tercermundista.

En este contexto, las lógicas del trabajo continúan el proceso de modificación iniciado y se van tornando más complejas: en algunos centros comunitarios se mantienen las instancias productivas cooperativas previas y además a los ámbitos de cuidado y reproducción como los merenderos y comedores, se les pone mucha dedicación y esfuerzo. Se convierte en un ámbito de trabajo de lo comunitario. Estos espacios de cuidado juegan también un papel importantísimo en términos de inclusión y contención. Por último, también se desarrollan instancias de formación política en los espacios de trabajo mismos.

En el MNCI Buenos Aires, al igual que en otros movimientos, se produjeron fuertes transformaciones para mediar el cambio de política social. Inicialmente, se generó un clima de incertidumbre frente al pedido de reempadronamiento en la ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) de los beneficiarios del Programa Argentina Trabaja en enero de 2018 y, un mes más tarde, la toma de conocimiento de la resolución del Hacemos Futuro. Ahora bien, la lectura del MNCI-Buenos Aires a más de un año de su implementación se alejaba de dicha incertidumbre inicial. Más bien la ya citada "política vacía", tal como conceptualizan al Hacemos Futuro, operó como una oportunidad. Al no contemplar garantías para el efectivo acceso a las contraprestaciones que el programa implica -en un comienzo, únicamente la terminalidad educativa- que requería contar con vacantes en la educación pública, se amplió a la inclusión de las capacitaciones no escolares como otra contraprestación posible vía la acción colectiva de los movimientos populares. En sentido contrario a la denostación de las marchas y a la demonización de las propias organizaciones sociales que generó un alejamiento de las mismas de parte de algunos integrantes, el Hacemos Futuro fortaleció su accionar en los territorios al volverse nuevamente parte del circuito a transitar para el acceso y permanencia en las políticas sociales mediante las capacitaciones brindadas. De allí, el consecuente movimiento inverso de acercamiento de una serie de vecinos y de integrantes que se habían alejado a la organización tanto como la bajada de recursos estatales para el dictado de las capacitaciones que no hicieron más que consolidar las formaciones que ya se venían sosteniendo previamente al Hacemos Futuro. En palabras de una referente del MNCI-Buenos Aires:

Tenías que cumplir con determinados requisitos de funcionamiento, ta, ta, ta, bueno… Y la idea era para mí eso, generar que toda esa masa de gente, que ellos [por el gobierno] habían tenido que incorporar por la misma política de Estado de desocupación que habían armado, la incorporan al Argentina Trabaja. Y en ese desarme [del Argentina Trabaja] lo que lograron fue fortalecer… A nosotros fortalecernos mucho más, pero por su propia incapacidad. Porque hoy tenemos acceso a los vecinos que antes nos criticaban y nos hostigaban porque éramos unos “choriplaneros, unos piqueteros, unos negros”; hoy esos compañeros se vienen a formar a nuestro centro comunitario.18

La crisis acercó a los vecinos a los centros comunitarios frente a la limitada oferta educativa -de terminalidad y de cursos- en otras instituciones (escuelas, municipio). Comenzaron a transitar procesos de trabajo comunitarios, participando de las tareas de cuidado, conociendo entonces al movimiento y la organización desde adentro al tiempo que hacían los procesos de formación. El MNCI-Buenos Aires, entonces, se apropia y se hace cargo de la formación que requiere como contraprestación el Programa Hacemos Futuro, a partir de la posibilidad de ser capacitadores por el hecho de ser parte de la CTEP. De este modo, reciben a los vecinos pero también buscan evitar que los miembros se alejen de la organización, respondiendo a la demanda del Programa. Se multiplicaron así los espacios de formación brindados por el MNCI-Buenos Aires. Por un lado, ofreciendo una capacitación en áreas de producción en las cuales la organización viene desarrollando proyectos de trabajo: seis talleres de Formación Profesional: dos en Huerta, tres en textil, de los cuales dos se dictan en uno de los centros desarrollados en este apartado, dos en dulces y conservas, uno de ellos en uno de estos centros comunitarios. Si bien la formación es teórico-práctica, la práctica no se entrama con la producción de los proyectos productivos. Adicionalmente, se brinda capacitación en obras (revoque, pintura, sanitarios y forestación en varios barrios). Al mismo tiempo, se pusieron en marcha ámbitos de formación general como tres primarias de Adultos y siete FINES Secundaria. La posibilidad de formarse llevando a los hijos, tornando a estos ámbitos de formación en espacios de crecimiento personal a cargo de los centros comunitarios, colaborando también con el crecimiento del centro comunitario y logra trocar el aspecto individualizante de la impronta del Programa Hacemos Futuro en lo que ellos llaman “contención” en términos colectivos, solidarios. En el centro comunitario del barrio Montana, por ejemplo, la asamblea define los miembros del centro comunitario que son preceptores del Plan FINES y desde allí se lleva adelante el acompañamiento.

El Hacemos Futuro desplaza, como decíamos, la producción colectiva en cooperativas como contraparte a la formación individual, bajo el falso supuesto de que desde ella se construye empleabilidad. Es decir, no se concibe al trabajo colectivo como posibilidad y se oculta, al mismo tiempo, la responsabilidad política por la existencia o inexistencia de puestos de trabajo en un mercado excluyente. Sin embargo, al hacerse cargo las organizaciones tanto de la formación como de convertir en trabajo también a la contraprestación, se va contrarrestando la idea de la responsabilidad individual en relación al empleo y se van construyendo comprensiones más politicas al respecto.

En relación con la formación, el MNCI Buenos Aires, al igual que otras organizaciones y movimientos populares, resignifica la obligatoriedad de esta contraprestación impuesta a partir de la formación que asume y lleva adelante con sus miembros. En esta variedad de formaciones descriptas, que responden a la terminalidad educativa tanto como a las capacitaciones productivas, conviven 'compañeros' -integrantes de la organización- con 'vecinos' motorizados por la necesidad de acreditar horas de capacitación. Claro que estos 'vecinos' podrían luego pasar a ser 'compañeros' al descubrir la organización más de cerca y formar sus propias apreciaciones más allá de los discursos mediáticos y gubernamentales. Siguiendo a Voria y Miguez (2019), los cambios y nuevas articulaciones que propone el Programa Hacemos Futuro lo convierte en un subsidio para la empleabilidad más que para el trabajo cooperativo. Al mismo tiempo, y frente a la falta de previsión y administración del proyecto implementado, los movimientos populares lograron contar con la autonomía suficiente en la implementación permitiéndoles convertirse en mediadores con el Estado, siendo actores que construyen comunidad frente a la desestructuración social del actual contexto de crisis (Gradin, 2017).

En relación con el trabajo, resulta interesante señalar, en clave de continuidad con la etapa anterior de las políticas sociales, el sostenimiento del salario social complementario. De lo anterior se desprende una complejización de la organización en tanto sus miembros, según sean parte del Hacemos Futuro o del salario social complementario, están sujetos a distintas contraprestaciones: en un caso, las horas de capacitación, en otro las horas de trabajo. No obstante, en el MNCI-Buenos Aires se intenta no hacer diferencias en la cotidianeidad de su funcionamiento. Quienes cobran el salario social complementario pueden asistir a las capacitaciones tanto como quienes se enmarcan en el Hacemos Futuro participan de proyectos productivos y reproductivos.

En el marco del salario social complementario y en la línea del impulso cooperativo del ahora perimido Argentina Trabaja, en el MNCI-Buenos Aires encontramos instancias de trabajo productivo tanto como de cuidado y reproducción. Tal como ya señalamos, la organización establece una contraprestación ad hoc de cuatro horas de trabajo. Percibir un salario si no se acompaña de la realización de tareas que generen el sentirse un “sujeto productivo”, sean dichas tareas trabajo productivo tanto como reproductivo, es significado como una “limosna”. El fragmento de entrevista que se transcribe a continuación muestra la mirada particular de la organización sobre el trabajo y sus sujetos sobre la cual se construye los modos de entender la Ley de Emergencia Social que, empero, ellos mismos pelearon en el marco de la CTEP:

… el trabajo a los compañeros les devuelve dignidad, entonces cuando vos generás un espacio de desarticulación, como la que quiso hacer el gobierno, y los dejás sin trabajo y solamente le das un salario como si fuera un indigente o una persona que no puede ni siquiera mantenerse por sí misma y entonces te tira una limosna… Realmente hay algo que tiene que ver con poder quitarle la posibilidad a cada uno de nuestros compañeros de ser, digamos, de decir “yo soy un ser productivo, un ser que sueño, que tengo proyectos… Realmente la organización te sostiene en una actitud humana de decir “acá yo estoy con otros y con otras que les están pasando cosas iguales y hacemos algo”, no sé, hacemos la merienda para los pibes, hacemos bolitas de fraile para comprar las garrafas, hacemos… Pero me siento un ser, un sujeto productivo, una sujeta productiva, digamos, me siento alguien que hago algo sobre un Estado que te dice “vos ya no tenés más posibilidades de hacer nada y por eso te doy una migaja de sueldo”.19

En estos proyectos productivos y reproductivos sostenidos por el salario social complementario, se reafirma la condición de trabajo de las tareas realizadas tanto como el aporte al ingreso familiar. Consideramos que no sería posible para los miembros varones de estos espacios, cuya presencia conforma una novedad desde el inicio de la gestión de la Alianza Cambiemos, dedicarse a estas tareas sin dinero a cambio. Asimismo, se rescata el hecho de ser un trabajo que se realiza por el barrio, a diferencia del trabajo bajo patrón y emplazado lejos del lugar donde se vive. Esta condición queda de manifiesto explícitamente en los proyectos de cuidado asociados a merenderos y comedores tanto como en otros espacios de trabajo vinculados, por ejemplo, a la forestación del barrio. En todos los casos, se entiende que el trabajo en el MNCI-Buenos Aires comporta -además de la retribución monetaria- contención, posibilidad de compartir socialmente con los compañeros y esparcimiento.

Otro de los puntos que observamos reside en que no se vislumbra en los relatos de los miembros de estos proyectos productivos y reproductivos que el trabajo comporte formación política: los grupos no participan de las asambleas, no deciden acerca de su producción ni de sus necesidades de mercadería o de comercialización. Ahora bien, la asistencia a marchas y movilizaciones que se presenta como parte de las reglas de juego de ser parte de una organización, se constituye en ámbito de formación política. Allí descubren por qué marchan, la existencia de los otros centros comunitarios del movimiento y la de los múltiples y vastos movimientos sociales y sus luchas, Hay una apertura que así se manifiesta en las dos siguientes citas:

A mí me da más confianza participar, para abrirse un poco más y saber un poquito más de la Argentina y saber qué es lo que pasa. Mientras cuando estamos en nuestros talleres trabajando, no sabemos. Estamos encerrados en las cuatro paredes y la tele, escuchando las noticias nomás. Pero ahora vos cuando participás ya conoces y ya ves qué es lo que sucede las cosas. Ahí mismo ya te vas dando cuenta ya, cómo es la situación. Más que todo a mí eso me abrió el campo, conocer más que todo.20

Para mí un movimiento lo tomaba como chiste. Yo pensé que iba a un municipio a pedir la doña Elena. Acá a Monte Grande. Yo no sabía qué era el movimiento sin techo. Su historia un poco un día contó la Elena y un poquito conocí el conocimiento de la fundación, un poco. Entonces para mí es un movimiento para defender la situación del país que está pasando. Me di cuenta eso. Claro que nos abrió un campo para defender el país, qué es lo que está pasando, toda la situación. Estos movimientos arman me parece, para mí, para salir adelante a los pobres, para defender la economía, de los campos, que tengan apoyo que tengan ayuda, eso más que todo yo veo, como hay muchos movimientos, no solo es esto. De esa forma yo veo, seguir apoyando a los movimientos, para que mejore el país, también no solo este país, a nivel mundial para mí, hay muchos pobres que sufren, hay muchos pobres en una situación crítica que viven, en ese sentido yo veo los movimientos sociales.21

En este sentido, al igual que en la etapa anterior, la formación política sigue siendo una preocupación de la organización en los términos de la generación de compromiso con la militancia tanto como de la desarticulación de las lógicas asistencialistas. En el MNCI-Buenos Aires, la formación política se tramita en un sentido amplio en la participación en marchas y movilizaciones, en su incorporación como contenido a las capacitaciones de índole productivas y las formaciones de los FINES y Primarias de Adultos brindadas a los 'vecinos' y 'compañeros', y en espacios de formación política específicos destinados a la militancia de base con una periodicidad quincenal. En definitiva, la preocupación que nos manifiestan es la del pasaje a una "organización de masas"22 donde el crecimiento cuantitativo, traccionado por el contexto socioeconómico y el acceso a las políticas sociales, requiere desplegar instancias que favorezcan el crecimiento político o cualitativo.

Conclusiones

Este artículo buscó dar cuenta de las reconfiguraciones de las políticas sociales recientes en la Argentina con énfasis particular en las mediaciones sociales, políticas y gremiales que las organizaciones y movimientos populares realizan de las mismas en los territorios. Para ello, nos detuvimos concretamente en la experiencia del MNCI-Buenos Aires, adoptando una lectura territorializada de las políticas sociales que entendemos habilita el acceso a elementos diferenciales respecto a aquella situada en las normativas y la mirada de los funcionarios estatales, merced al proceso largo de investigación que venimos haciendo en esta organización. El contexto que se gesta desde fines del año 2015 en adelante se encuentra atravesado por la implementación de políticas sociales por parte de gestión de gobierno de la Alianza Cambiemos, con continuidades y rupturas en relación a la etapa kirchnerista, y por la consolidación de actores colectivos de la economía popular ligado al desarrollo y consolidación de la CTEP. Tal como se desarrolló, consideramos que las políticas sociales y los esfuerzos de organización colectiva condicionan lo que sucede con el trabajo en el cotidiano de los territorios.

Para el análisis de las reconfiguraciones de las políticas sociales hemos recuperado los aportes de un conjunto de referentes de la literatura especializada que nos permitieron identificar dos momentos de las políticas sociales en la era del gobierno de Cambiemos: un primer momento, que denominamos periodo bisagra, de mantenimiento e incremento de las políticas del periodo anterior kirchnerista, aunque en un nuevo contexto de crisis socioeconómica; y un segundo momento, a partir de la creación del Programa Hacemos Futuro, donde se realiza un fuerte giro desde un foco en lo productivo hacia lo formativo, desde el trabajo cooperativa hacia la empleabilidad. Considerando esta etapización, avanzamos luego con la presentación de las mediaciones políticas, sociales y gremiales desplegadas por el MNCI Buenos Aires en los territorios donde se emplaza en cada una de estas dos etapas.

En la primera etapa de sostenimiento del Programa Argentina Trabaja y de acceso al salario social complementario vía la Ley de Emergencia Social (en este caso, desde finales del 2016), hemos destacado el salto cuantitativo que trajo aparejado la incorporación de una gran cantidad de nuevos miembros lo que conlleva, a su vez, fuertes desafíos en el campo de la formación política. Por otra parte, pusimos de relevancia los cambios en el trabajo relativos al corrimiento de proyectos productivos colectivos de tipo cooperativo hacia la centralidad asumida por el trabajo reproductivo en el ámbito del cuidado que, aun manteniendo la forma colectiva, se alejan de lo cooperativo. También señalamos las fuertes diferencias en la dinámica cotidianas entre los distintos centros comunitarios y los diferentes roles que asumen los y las referentes barriales. Finalmente, nos referimos al estallido de la cuestión de género al interior del MNCI Buenos Aires, el tratamiento de la particularidad de las mujeres trabajadoras dentro del sector de la economía popular y la novedad de la presencia de hombres trabajando dentro de la organización.

Para la segunda etapa, planteamos una serie de tensiones en relación al trabajo entre lógicas individualizantes y potencialidad colectiva, conforme a las nuevas reglas del Programa Hacemos Futuro. Particularmente, teniendo en cuenta que éste elimina la figura de la cooperativa y transmuta contraprestaciones laborales por obligaciones formativas.

Si consideramos la incidencia de las políticas sociales y socio-laborales en las reconfiguraciones que tienen lugar en el cotidiano de los espacios de trabajo de las organizaciones y movimientos populares, no podemos dejar de preguntarnos por el desafío implicado en evitar que ciertas políticas sociales con lógicas individualizantes quiebren las concepciones y las prácticas en torno al trabajo del MNCI Buenos Aires. En ambas etapas se comparte el desafío de cumplimentar las contraprestaciones que las leyes y programas gubernamentales establecen para sus beneficiarios, recreando al mismo tiempo las lógicas colectivas que vienen siendo sostenidas por la organización.

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1Entendemos por trabajo productivo a las actividades que se desarrollan al interior de la organización orientadas a la generación de bienes y servicios. Si bien en este artículo optamos por diferenciar trabajo productivo de reproductivo, este último para dar cuenta de la especificidad de las actividades que sostienen la reproducción de la vida en los territorios, acordamos con las lecturas que señalan que el trabajo reproductivo es también productivo (Pacífico, 2017; Timpanaro y Spinosa, 2019, et.al.). Como sostienen Bascuas y Roco Sanfilippo, “La noción de productividad se redimensiona porque se incorporan otras formas de medida. El valor social de lo producido ya no se limita a su capacidad de generar renta sino a su relación con su aporte a la sostenibilidad del ecosistema personas-comunidades” (2019: 9).

2La resolución N.2176/13 da origen al programa “Ellas Hacen” disponiendo su incorporación al Programa Argentina Trabaja. Su especificidad responde a la incorporación del enfoque de género, permitiendo al mismo tiempo ajustar cuestiones que no habían sido funcionales en el Argentina Trabaja (Ferrari Mango y Campana, 2018). Se encontraba destinado a jefas de hogar monoparentales desocupadas que percibieran la Asignación Universal por Hijo, preferentemente con tres o más hijos a cargo menores de 18 años o discapacitados, que sufrieran violencia de género y vivieran en barrios de vulnerabilidad. Adicionalmente al sujeto destinatario, otra novedad se vinculó a la realización de actividades de capacitación y la terminalidad educativa, en el marco del Programa FINES, como contraprestación de carácter obligatorio. De acuerdo a las capacitaciones de oficio llevadas adelante, se fomentaba la conformación de cooperativas. En cuanto a la implementación, otra innovación residió en que se deslindaba a los municipios.

3Este programa se encontraba dirigido a beneficiarios de programas nacionales implementados por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y el Ministerio de Desarrollo Social, entre los que se encontraba el Argentina Trabaja. Según el Decreto 304/2017, su objetivo apuntaba al otorgamiento por el plazo de hasta dos años de una ayuda económica mensual, en calidad de subsidio por empleo a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, cuando accedieran a un empleo bajo relación de dependencia en el sector privado. A su vez, este subsidio podía ser contabilizado por los empleadores como parte de la remuneración laboral neta mensual, actuando según lo que establece el decreto, como un incentivo económico para la contratación laboral de participantes de programas nacionales de empleo o de desarrollo social.

4Barrios de Pie nace en el año 2001, como consecuencia de la crisis socio-económica que atravesó el país, en vinculación con el Movimiento Libres del Sur, nucleando los reclamos y demandas de los trabajadores desocupados a nivel nacional. Fueron parte de la coalición gobernante durante la presidencia de Néstor Kirchner, de la cual se retiran hacia fines del año 2008 para integrar posteriormente diferentes frentes de centroizquierda no peronista. En septiembre de 2018, se produce una ruptura del Movimiento Libres del Sur, en el marco de la política de alianzas de cara a las elecciones nacionales venideras, a partir de la cual se crea el movimiento Somos-Barrios de Pie.

5La Corriente Clasista y Combativa (CCC) es una agrupación política y sindical impulsada por el Partido Comunista Revolucionario que se conformó en el año 1994 en oposición a las políticas del entonces presidente Carlos Saúl Menem. Ya en la segunda mitad de la década del 90, integra el movimiento piquetero. Junto a Barrios de Pie y la CTEP impulsaron, desde el año 2016, una serie de acciones conjuntas que fomentaban la sanción de leyes y políticas públicas para los trabajadores de la economía popular. Esta articulación dio lugar a la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) creada en diciembre de 2019.

6El MOCASE-VC es un movimiento campesino que se organiza para defender la tierra ante la embestida del modelo de los agronegocios, al tiempo que construye una organización social colectiva y horizontal, que desarrolla emprendimientos productivos, espacios de formación y pelea por la construcción de una nueva sociedad bajo las premisas de la reforma agraria integral y la soberanía alimentaria. A nivel nacional, integra el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) (Guelman, 2015).

7El MNCI es un encuadre nacional que reúne a familias organizadas en torno a diversas experiencias de lucha de todo el país. A su vez, el MNCI es miembro fundador de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas (CLOC) e integra la organización internacional Vía Campesina (VC).

8El Movimiento Evita nace en las barriadas del conurbano a partir de variadas experiencias de organización y resistencia territorial, resultado de la convergencia de diversas prácticas de enfrentamiento al neoliberalismo. En el año 2004, el entonces MTD Evita junto a otras organizaciones sociales, iniciaron lo que hoy se conoce como Movimiento Evita. Se organiza en distintos frentes sectoriales. El Frente Agrario del Movimiento Evita nuclea a pequeños y medianos productores de la agricultura familiar de todo el país.

9Intervención en el taller realizado en el barrio Los Sin Techo en el mes de junio de 2017.

10Si bien en esta etapa identificamos tanto el Programa Argentina Trabaja como el salario social complementario operando en los territorios, ambos se diferencian en: i) su génesis, siendo el primero una política pública iniciada durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner mientras el segundo surge de la sanción de la Ley de Emergencia Social dinamizada por las organizaciones de la economía popular; ii) su concepción dado que el primero se inscribía como un plan social, mientras el segundo adopta el léxico y la práctica del salario y del trabajo, asalariado inclusive (¿incluyendo?) el trabajo reproductivo; iii) sus condicionalidades, considerando que éstas se encontraban difusas en el caso del SSC. De allí, las regulaciones internas que cada organización podía darse en lo que mencionamos anteriormente como contraprestaciones ad hoc.

11Intervención en el taller realizado en el barrio Montana en el mes de abril de 2017.

12Diálogo en el marco de un taller realizado en el barrio Altos en el mes de diciembre de 2017.

13Intervenciones de compañeras del merendero turno mañana en el taller realizado en el barrio Montana en el mes de abril de 2017.

14Intervención en el taller realizado en el barrio Los Sin Techo en el mes de junio de 2017.

15Diálogo en el marco de un taller realizado en el barrio Remolines en el mes de diciembre de 2017.

16Intervención en el taller realizado en el barrio Remolines en el mes de diciembre de 2017.

17Entrevista a referenta del barrio Montana realizada en julio de 2019.

18Entrevista a referentes del MNCI-Buenos Aires realizada en julio de 2019.

19Entrevista a referentes del MNCI-Buenos Aires realizada en julio de 2019.

20Miembro 1 de la cooperativa textil de Los Sin Techo. Entrevista realizada en noviembre 2018.

21Miembro 2 de la cooperativa textil de Los Sin Techo. Entrevista realizada en noviembre 2018.

22Entrevista a referentes del MNCI-Buenos Aires realizada en julio de 2019.

Recibido: 23 de Octubre de 2020; : 11 de Enero de 2021; Aprobado: 01 de Marzo de 2021

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