La costa de la región de Antofagasta (21°26’ a 26°03’ Lat. Sur) corresponde a una zona desértica agreste, caracterizada por una falta de cursos fluviales permanentes que desemboquen en el mar, un estrecho espacio litoral y baja productividad del suelo (Pliscoff y Luehbert, 2008; Quezada, Cerda y Cerda, 2010). Se suman a estas condiciones la ocurrencia de eventos catastróficos naturales, como terremotos y el fenómeno de El Niño (Vargas, Rutland y Ortlieb, 2006; Vargas et al., 2011). A pesar de estas circunstancias, esta zona posee una riqueza y alta productividad de recursos marinos (Ortlieb, Vargas y Saliege, 2011), las cuales han sido la base de la subsistencia de las poblaciones humanas que han habitado este espacio de manera casi permanente desde hace 12.000 años (Andrade et al., 2015; Pestle, 2017; Pestle, Torres-Rouff, Ballester, Gallardo y Clarot, 2015). Dichas poblaciones han sido caracterizadas como cazadores-recolectores-pescadores durante gran parte de la secuencia ocupacional prehispánica (Castro, 2014; Salazar et al., 2015). Producto de esta extensa cronología de ocupaciones humanas, existe un amplio registro de sitios arqueológicos a lo largo de la costa de Antofagasta, donde se incluyen sectores de entierros humanos aislados, hasta sectores de cementerios (Ballester y Clarot, 2014; Castelleti y Maltrain, 2010; Costa-Junqueria, 2001; Núñez, Zlatar y Núñez, 1975). Lamentablemente a lo largo de la costa de Antofagasta, muchos de estos contextos funerarios se encuentran amplia y profusamente saqueados, (Andrade, Salazar, Urrea y Castro, 2014; Llagostera y Cruz, 2010; Torres Rouff, 2017). A pesar de esto, los trabajos sistemáticos de distintos grupos de investigación en la zona (Andrade, Castro y Aldunate, 2016; Andrade et al., 2014; Ardiles, Ballester y Clarot, 2011; Arias y Herrera, 2012; Ballester, Clarot y Llagostera, 2014; Ballester et al., 2018; Berrios, 2014; Clarot, Méndez y Ballester, 2014-2015; Cocilovo, Varela, Costa-Junqueira y Quevedo, 2005; Constanzo, 2013; Costa-Junqueira y Sanhueza, 1976; Munizaga, 1980; Torres-Rouff, 2017) han permitido conocer distintos aspectos de los modos de vida de los antiguos habitantes del desierto costero de Antofagasta.
En el presente trabajo presentamos el hallazgo de dos individuos que han sido recuperados en distintos sitios y contextos cronológicos pertenecientes a la zona costera antofagastina, y presentan evidencias de sacralización incompleta de la quinta vértebra lumbar. Esta corresponde a un tipo de vértebra en transición lumbosacra (o LSTV por sus siglas en inglés, abreviación que será utilizada a lo largo del texto), clasificada dentro de las anomalías congénitas que afectan a la columna vertebral. Esta patología a nivel mundial se encuentra ampliamente documentada, siendo su caso más temprano proveniente de un individuo Neanderthal (Aufderheide y Rodriguez-Martin, 1988). Si bien en la literatura especializada, la mayoría de los casos se reportan en el Viejo Mundo (Aufderheide y Rodriguez-Martin, 1998; Brothwell, 1987; Roberts y Manchester, 2005, entre otros), también existen casos de estudio en el territorio americano (Barnes, 2008; Caldwallader y Arce, 2012; Kozameh, Testa y Tessone, 2011; Miranda, 2011; Salgan, Tucker, Luna, Aranda y Gil, 2012). En la costa norte de Chile, solo existe un caso reportado para el periodo Intermedio Tardío de Arica (1000-1400 d.C.) (Arriaza, Standen, Soto y Aravena, 2019), mientras que, para la costa de Antofagasta, su presencia aun no ha sido reportada en la literatura arqueológica, por lo que se considera relevante reflexionar en torno a las causas de su aparición. Entre las posibles explicaciones en torno a las causas de expresión de las LSTV, las mismas pueden ser el resultado de: 1) factores ambientales ligados al consumo de metales tóxicos presentes en las escasas fuentes de agua disponibles en la zona, y/o 2) un sistema de parentesco endogámico de larga data. Dadas las descripciones etnohistóricas e históricas relativas a la endogamia que presentaban las poblaciones costeras de la región de Antofagasta, en este trabajo se evaluará la posibilidad de que la expresión de las LSTV en los grupos humanos prehistóricos de la zona de estudio sea causa de factores relacionadas con un sistema de parentesco endogámico de larga data.
Cronología y contextualización general de la prehistoria de la costa de Antofagasta
Dentro de las cronologías propuestas para la zona de estudio (Castelleti, 2007; Castro, 2014; Llagostera 2005; Salazar et al., 2015) se reconoce una larga secuencia ocupacional que se inicia hace unos 11.500 años atrás con el periodo Arcaico (Salazar et al., 2018), el cual se prolongará por casi 9.000 años. Esta extensa etapa está marcada por la presencia de grupos cazadores-recolectores litorales especializados en la extracción de recursos marinos y en la minería, desarrollando complejos conjuntos artefactuales en piedra y hueso, además de la navegación (Flores, Figueroa y Salazar, 2016; Olguín, Salazar y Jackson, 2014; Salazar et al., 2011). Se ha planteado previamente que estos grupos humanos habrían tenido un origen común con aquellas poblaciones de la costa de Arica, aunque debido a las condiciones geográficas de aislamiento, habrían evolucionado diferenciándose genéticamente de sus vecinos costeros al norte y al sur (Cocilovo, Varela, Quevedo, Standen y Costa-Junqueira, 2004, Cocilovo et al., 2005; Henríquez, Moraga, Llop y Rothhammmer, 2004; Ibacache, 2014). Unos 2.000 años atrás comienza el periodo Formativo (Gallardo, 2017), el cual se caracteriza por la intensificación de contactos e intercambio de productos con grupos de San Pedro de Atacama y de Tarapacá. Esto resulta en la llegada de artefactos novedosos hacia la costa, tales como la metalurgia, cerámica, además de textilería y el complejo fumatorio (Carrasco, Carmona, Ballester y Niemeyer, 2013; Correa, Carrasco, Ballester y Gallardo, 2018; Pimentel, Rees, de Souza y Ayala, 2010). Este momento se caracteriza también por la presencia de monumentos funerarios, conocidos como túmulos, los cuales se encuentran en distintos sectores de la extensa costa desértica (Ballester y Clarot, 2014; Gallardo, Ballester y Fuenzalida, 2017). Hacia el año 1.000 d.C., se intensifica aún mas la presencia de materiales foráneos al área de estudio, apareciendo ya no solo materiales del interior de la región de Antofagasta, sino que también de sectores tan distantes como los Valles Occidentales de Arica y Parinacota (Castro, 2014). De esta manera, el sector desértico costero se configura como un espacio donde se habrían llevado a cabo relaciones sociales entre grupos de distintas etnias. Destacan de este momento las primeras manifestaciones de una producción alfarera local (Varela, 2008), como también la aparición de manifestaciones de arte rupestre conocido como estilo El Médano (Ballester, 2018; Berenguer, 2009).
El último momento de esta secuencia prehistórica corresponde al Periodo Tardío, marcado por la presencia de artefactos Incaicos, especialmente en los sectores del norte de la costa de Antofagasta (Castro, 2014; Salazar et al., 2010). No obstante, la presencia Incaica en la zona no habría sido permanente (Castro, Aldunate y Varela, 2012), sino que solo se habría establecido con el fin de generar redes de intercambio de recursos marinos y minerales con los grupos locales (Aldunate, Castro y Varela, 2010; Blanco, Correa, Flores y Pimentel, 2017). Cabe mencionar que, a lo largo de esta secuencia cronológica, los grupos humanos de la costa desértica de Antofagasta no habrían modificado su subsistencia sustancialmente (Andrade et al., 2015; Castro, 2014), lo cual se puede explicar por las particulares condiciones ambientales áridas de la costa, que no habrían permitido el desarrollo de la agricultura (Castro, 2014).
Las prácticas endogámicas en las poblaciones históricas de la costa Arreica de Antofagasta
Los estudios previos sobre las relaciones de parentesco de las poblaciones del norte de Chile, se han realizado principalmente a partir de datos recuperados del texto eclesiástico del siglo XVII denominado “Libro de Varias Ojas” de la parroquia de Chiu Chiu (Aldunate et al., 2010; Ballester, 2017; Ballester y Gallardo, 2017; Letelier y Castro, 2017), donde se han ido registrando las visitas, bautizos y matrimonios realizados en la zona durante momentos coloniales. En términos generales, dichos estudios han reconocido la nula existencia de matrimonios entre individuos costeros y del interior. Es decir, las estrategias reproductivas de los individuos de la costa habrían sido acotadas a la zona costera, donde los intercambios se habrían generado entre los distintos enclaves litorales. De esta forma, los habitantes de este sector, se reconocen como parte de un mismo sistema social, sin integrar a personas foráneas. En consecuencia, el esquema de parentesco muestra que las uniones matrimoniales se realizaban entre territorios reproductivos (sensuBallester, 2017), donde se practicaba una exogamia a nivel residencial local, pero una endogamia a nivel macrorespacial, la cual se manifestaba a lo largo de 500 km de línea costera (Ballester y Gallardo, 2017). Letelier y Castro (2017) plantean que esto se habría mantenido hasta tiempos republicanos, toda vez que la condición de endogamia regional costera se puede ver reflejada también en los datos obtenidos por los censos locales realizados en el siglo XIX. Estudios recientes sobre parentesco en comunidades modernas locales de la zona sur de la costa desértica de Antofagasta, reafirman lo planteado anteriormente (Castelleti, 2019; Castelleti, Villarroel, Almendares y Mercado, 2019).
Clínica y sintomatología de las LSTV
Los defectos congénitos son anomalías estructurales o funcionales producidas durante el desarrollo intrauterino (Rojas y Walker, 2012). Para este estudio en específico se utilizará el concepto de Defecto del Desarrollo y no el de Trastorno Congénito (sensuBarnes, 1994), ya que el segundo término alude a la detección de la anomalía en el recién nacido, lo cual es un hecho poco común. En cambio, los defectos del desarrollo no se detectan sino cuando la condición se agrava durante el crecimiento y desarrollo, durante la infancia y/o adolescencia, o cuando existen causas relacionadas a estrés funcional o traumas durante la adultez (Goodman y Gorlin 1983).
Dentro de los defectos del desarrollo que se producen en la columna vertebral se encuentra el caso de las vértebras en transición lumbosacra o LSTV, que corresponden a defectos en la segmentación de la columna lumbosacra durante el desarrollo intrauterino (Murlimanju, Prabhu, Pai, Ganeshkumar y Sarvepalli, 2011). Castellvi, Goldstein y Chan, (1984) clasificaron las LSTV en 4 tipos (Fig. 1): el tipo I es un proceso transverso displásico de forma triangular, menor de 19 mm de ancho, unilateral (tipo Ia) o bilateral (tipo Ib); el tipo II corresponde a una lumbarización o sacralización incompleta con pseudoartrosis en el ala sacra adyacente, unilateral (tipo IIa) o bilateral (tipo IIb); el tipo III presenta lumbarización o sacralización con el proceso transverso de tamaño aumentado y fusionado, unilateral o (tipo IIIa) o bilateral (tipo IIIb); y el tipo IV (o mixto) corresponde a la presencia del tipo IIa en un lado del sacro y del tipo IIIa en el lado contrario.
A partir de esta clasificación se pueden diferenciar dos manifestaciones que, si bien pueden compartir características similares, también presentan diferencias: lumbarización de la primera vertebra sacra (lumbarización de S1), y sacralización de la quinta vértebra lumbar (sacralizacion de L5). La lumbarización de S1, definida como la presencia de cinco vértebras lumbares distintas con el proceso transversal de la primera vértebra sacra fusionándose o formando una pseudoartrosis con el ala sacra unilateral o bilateral. En la misma, S1 muestra signos de transición a una configuración lumbar, por lo que no es englobada en la osificación de las vértebras sacras, de manera que aparecen seis vértebras lumbares separadas y cuatro fusionadas en el sacro (Kumari, Kumari, Panchal, Prassad y Britto, 2016; Murlimanju et al., 2011; Sekharappa, Amritanand, Krishanan y Samuel, 2014). La sacralización de L5, constituye la fusión o semi-fusión del proceso transverso de L5 con el sacro, el ilion, o ambos, formando un puente óseo o pseudoartrosis con el ala sacra unilateral o bilateral. En este caso, L5 muestra signos de asimilación - y en algunos casos - de fusión al sacro, de manera que aparecen cuatro vértebras lumbares y seis vértebras sacras (Kumari et al., 2016; Murlimanju et al., 2011; Sekharappa et al., 2014).
Con respecto al origen anatómico de las LSTV, este correspondería a un defecto en la expresión normal de los caracteres de la columna vertebral. En el caso del desarrollo embrionario de los seres humanos existe un grupo de genes conservados evolutivamente que codifican los factores que regulan los procesos morfogenéticos, denominados genes Hox, los cuales continúan su expresión incluso en la edad adulta (Quinonez e Innis, 2014). Los genes responsables del desarrollo de los elementos vertebrales son los genes parálogos Pax-1 y Pax-9, que interaccionan conjuntamente regulando el desarrollo del cuerpo vertebral, arco vertebral y disco intervertebral (LeClair, Bonfiglio y Tuan, 1999). Además, el gen parálogo Pax-11 regula el patrón morfológico del sacro, en conjunto con otros genes, particularmente el gen Pax-10 que controla el desarrollo de la columna vertebral (Carapuco, Nóvoa, Bobola, y Mallo et al., 2005). Experimentos genéticos en ratones han mostrado que las mutaciones que inhiben la función de los genes Hox, alteran a los tejidos localizados durante la expresión del gen mutado (Mallo, Wellik y Deschamps, 2010). Por lo tanto, la alteración en alguno de estos genes podría ser la causa de las malformaciones en la zona lumbosacra y, en consecuencia, originar las LSTV. Las mismas tienen como característica presentar aspectos altamente variables de individuo a individuo, lo que ha generado discusiones en términos de prevalencia poblacional, su asociación a otras patologías vertebrales, y su sintomatología (Barnes, 2008).
Respecto a su prevalencia se han reportado amplios rangos, los cuales oscilan entre el 4% y el 35% según la población estudiada (Hsieh, Vanderford, Moreau y Prong, 1999; Leboeuf, Kimber y White, 1989; Otani, Konno y Kikuchi, 2001; Sekharappa et al., 2014; Vergauwen et al., 1997; entre otros). No obstante, estudios extensos y sistemáticos basados en revisiones bibliográficas clínicas actuales, estiman una prevalencia de 12,3 % para las LSTV, planteándose que al menos un 50% de los casos informados presentan una división clara entre la lumbarización y la sacralización, las cuales dentro de este total corresponderían al 5,5% y al 7,5% de los casos, respectivamente (Bron, 2007).
En cuanto a las patologías asociadas, se plantea que las LSTV son un factor de riesgo que pueden desencadenar cambios degenerativos en los cuerpos y discos vertebrales (Hsieh et al., 1999, Leboeuf et al., 1989), causando una reducción de la altura del disco intervertebral (Hsieh et al., 1999) o generando cargas de manera unilateral o asimétrica, provocando escoliosis por la inclinación y curvatura de la columna lumbar (Barnes, 1994). Por otro lado, en relación con enfermedades degenerativas articulares y las LSTV, Castellvi y colaboradores (1984) estudiaron la asociación de LSTV y herniación, encontrando una alta incidencia de la primera en pacientes con herniación del disco (83,4%). Resultados similares han sido descritos por Taskaynatan, Izci, Ozgul, Hazneci, Dursun y Kaylon (2005) y Otani et al. (2001) en pacientes con herniación del núcleo pulposo (75%). Finalmente, se ha asociado la presencia de LSTV a la formación de espondilosis lumbosacra (de Bruin et al., 2017; Kong, Park y Park, 2008; Shekhrappa et al., 2014). Sin embargo, estudios realizados por Vergauwen y colaboradores (1997), discrepan en el hecho de que la relación entre las LSTV y los cambios degenerativos pueda ser significativa. Con respecto a la coexistencia de LSTV con otras alteraciones congénitas, Paraskeas, Tzikas y Kitsoulis (2013) estudiaron la relación entre LSTV y la espina bífida oculta del sacro en una población griega y encontraron coexistencia entre ambas patologías, aunque en porcentajes menores al 1%.
Finalmente, el dolor generado en la zona lumbar que puede ser asociado a LSTV se conoce como Síndrome de Bertolotti (Moreno, del Río, Baltanás y Cía, 2016), y se asocia a los tipos II y IV, generando además dolor en el sector glúteo (Nardo et al., 2012; Tang et al., 2014). Específicamente para pacientes con lumbarización de S1, se indica la presencia de una alteración de la raíz nerviosa lumbosacra, lo cual genera dolor (Chang y Nakagawa, 2004). Sin embargo, Barnes (1994) plantea que cuando la lumbarización es bilateral y simétrica, no presentaría sintomatología dolorosa.
MATERIAL Y METODOS
En este estudio se presentan dos individuos recuperados de los sitios Hornos de Cal y Caleta El Fierro Alero 1 (CEFA-1) (Fig. 2). En el caso del primero, se trata de un contexto primario e individual en una capa estéril bajo un conchero de uso habitacional, correspondiente a una paleoplaya de conchilla. El individuo se encontraba dispuesto decúbito dorsal, con los miembros superiores e inferiores flectados, sin registrar ofrendas ni estructura funeraria asociada. Las unidades óseas presentaban un regular estado de conservación. Fechados obtenidos de este sitio, indican que el mismo ha sido ocupado entre los años 6.500 y 3.500 cal AP (FONDECYT 1151203, 2017). Por otro lado, el individuo de CEFA-1, se encontraba dispuesto dentro de un pequeño alero rocoso, que había sido saqueado, por lo que no fue posible distinguir su patrón funerario, aunque parece haber correspondido a un entierro individual. A pesar de todo lo anterior, las unidades óseas presentes se encontraban en buen estado de conservación. Si bien no se pudo determinar la presencia directa de ofrendas o de ajuar, se pudo encontrar restos de textilería junto a las unidades óseas. No se registró la presencia de más entierros directamente en este contexto funerario, aunque sí existen varios cementerios de túmulos en las cercanías.
La determinación del sexo y la estimación de edad de los especímenes se realizaron siguiendo las recomendaciones de Buikstra y Ubelaker (1994), considerando rasgos diagnósticos en el cráneo y los huesos coxales, para la primera, y el desarrollo de huesos largos, costillas, cráneo y erupción dental para la segunda. Para las patologías vertebrales se utilizó una metodología macroscópica, siguiendo las indicaciones de Campo (2003). Esta metodología permite registrar las anomalías que afectan distintos segmentos de la morfología normal de las unidades vertebrales, lo que ayuda a realizar un diagnóstico más acabado para las enfermedades congénitas, degenerativas, metabólicas, infecciosas y traumáticas que afectan a los diferentes segmentos de la columna vertebral. Para diferenciar los procesos de sacralización y lumbarización, se ocuparon los criterios de diagnóstico propuestos por Barnes (2008), que se basan en las distintas secciones morfológicas de L5 y de S1 para realizar la determinación de cada una de las patologías. Finalmente, se utilizó la clasificación de Castellvi y colaboradores (1984) para describir la forma y orientación de los procesos transversales, y los diversos grados de articulación entre el ala sacra y L5.
Complementariamente, se obtuvieron fechados radiocarbónicos directos de los individuos sobre fragmentos de fémur, los que fueron enviados al Center for Applied Isotope Studies, de la Universidad de Georgia, Estados Unidos, permitiendo situarlos cronológicamente dentro de la secuencia ocupacional regional. Estas fechas fueron calibradas con dos sigmas, mediante el programa de calibración OxCal 4.3 (Ramsey, 2017), aplicando la curva MARINE13 (Reimer et al., 2013) y el efecto reservorio para el norte de Chile propuesto por Ortlieb et al. (2011), debido el alto consumo de recursos marinos que poseen los individuos de la zona (Andrade et al., 2015).
RESULTADOS
Determinación del sexo, estimación de edad y contextualización cronológica
Para el caso del individuo de Hornos de Cal, se puede decir que se trata de un individuo masculino adulto joven (20-25 años de edad), que presentó un fechado radiocarbónico de 6180 ± 25 años AP (cal 6712 [6375] 6011; UGAMS 30567). En la cronología local, este momento se ha denominado como Arcaico III (Salazar et al., 2015) y corresponde a una etapa marcada por la aparición de densos concheros y restos de fauna terrestre asociados a depósitos habitacionales potentes, generados por grupos especializados en la extracción de los abundantes recursos marinos. Debido a la densidad que presentan los depósitos, se ha planteado que estos grandes concheros habrían funcionado como campamentos base de uso prolongado, desde donde se habrían articulado radios de forrajeo amplios para obtener recursos presentes en zonas alejadas (Castelleti, 2007; Salazar et al., 2015). Cabe mencionar que tanto dentro de la cronología local de Taltal como la regional, no existen otros individuos que hayan sido fechados dentro de este periodo cronológico (Salazar et al., 2015).
Por su parte, el caso del individuo recuperado de CEFA-1 corresponde a un individuo de sexo femenino, adulto joven (30-35 años de edad), con un fechado radiocarbónico de 1360 ± 25 años AP (cal 978 [697] 460; UGAMS 15622). En la cronología local, este momento corresponde al periodo Intermedio Tardío (Castro, 2014). Como ya se mencionó anteriormente, esta etapa está marcada por la presencia de artefactos de diversos sectores del Norte Grande de Chile, por lo que se ha asumido una intensificación de los contactos con otros grupos humanos, configurándose la costa de Antofagasta como un espacio de contextos multiétnicos. Con respecto a otros individuos reportados en este periodo cronológico, solo se cuenta con la presencia de un individuo al norte de Taltal, en sitio Alero Bandurrias 2 (Andrade et al., 2014), en el sector de Mejillones (Bitman y Munizaga, 1979), al norte de Tocopilla (Clarot et al., 2014-2015) y de la desembocadura del río Loa (Spahni, 1967), no existiendo referencias sobre la presencia de LSTV en ninguno de los casos. Esto es de esperar ya que estudios recientes realizados por Arriaza et al. (2019), indican una prevalencia de un 0,1% para enfermedades congénitas en poblaciones arqueológicas que habitaron la costa norte de Chile.
Patologías vertebrales
Para el individuo recuperado en el sitio Hornos de Cal, se pudo diagnosticar la presencia de una hemi-sacralización unilateral derecha de L5 (Fig. 3a), correspondiente al tipo II-a de Castellvi et al., (1984). Considerando el fechado obtenido, este individuo presentaría el caso más temprano de esta patología para el norte de Chile. Este individuo no presentó ninguna otra condición patológica en las unidades óseas susceptibles de ser analizadas.
En el caso de CEFA-1 (Fig. 3b), se diagnosticó una hemi-sacralización unilateral izquierda de L5, correspondiente al tipo II-a de Castellvi et al., (1984). Además, se presentaron otras patologías correspondientes a crecimiento óseo en la cara anterior y superior de los márgenes de los cuerpos de las vértebras lumbares, espina bífida oculta, adelgazamiento de los cuerpos vertebrales de L4 y L3, provocando desviación, una probable escoliosis leve, y osteofitos en los cuerpos vertebrales lumbares. Todas estas patologías resultan compatibles con la presencia de la sacralización observada. En el caso específico de la espina bífida, no aparecen reportes en la literatura bioarqueológica para la costa de Antofagasta, aunque sí se reporta en grupos de cazadores recolectores de la costa del extremo norte de Chile (Silva-Pinto, Arriaza y Standen, 2010), donde se presentó en 5 de 37 individuos analizados, proponiéndose para este caso, que su origen más probable se encontraría en la ingesta de agua con altos niveles de arsénico, sin que se descarte un posible origen genético de esta enfermedad, ligado a la endogamia, como también se ha mencionado para otras anomalías del desarrollo encontradas en la misma población (Standen et al., 2018). La presencia de enfermedades vertebrales degenerativas en el caso del individuo recuperado en CEFA-1, son similares con otras observadas en individuos de la costa de Antofagasta (Andrade et al., 2014; Berrios, 2014), por lo que su manifestación puede deberse a que el individuo continuó realizando las labores comunes de su grupo social a pesar de la presencia de sacralización de L5.
DISCUSIÓN
La presencia de patologías vertebrales es ampliamente conocida en poblaciones humanas prehistóricas del norte de Chile, sin embargo, mayoritariamente corresponden a patologías degenerativas y morfofuncionales, ligadas a una vida dedicada a la extracción de recursos marinos, transporte de peso extracorporal y en algunos casos, de trabajos agrícolas (Andrade et al., 2014; Berrios, 2014; Constanzo, 2013; Henríquez y Arriaza, 2013). Sin embargo, en la bibliografía especializada no se reportan casos que den cuenta de la anomalía aquí presentada, tanto para la zona de estudio, como para otros sectores de la costa norte de Chile (Gerszten, Gerszten y Allison, 2001; Quevedo, 2000; Silva-Pinto, Valenzuela y Sepúlveda, 2013; Standen, Allison y Arriaza, 1984), salvo por la reciente publicación de un caso en Arica, correspondiente a un individuo femenino del periodo Intermedio Tardío (Arriaza et al., 2019).
En primer término, consideramos que esta expresión patológica no puede ser resultado de las condiciones ambientales (altos niveles de arsénico en el agua), ya que el marco geográfico en que habitaron las poblaciones involucradas, así como las actividades que realizaron, fueron relativamente similares a lo largo del tiempo (Andrade et al., 2014). Si fuese así, una mayor cantidad de individuos presentarían LSTV, por lo que la prevalencia en la población seria mayor. Tampoco consideramos que la causa de estas patologías haya sido un evento traumático, ya que no se presentan lesiones en las unidades óseas aledañas, como tampoco se evidencian callos óseos en las zonas lindantes. Específicamente para el caso de la espina bífida oculta observada en CEFA-1 y su asociación a la arsenicosis (Silva-Pinto et al., 2010), no tenemos registros de los niveles de las aguas locales que pudieron ser consumidas por los individuos aquí analizados. Sin embargo, estudios en la población moderna de Antofagasta dan cuenta del contenido de este elemento en aguas y alimentos consumidos actualmente (Cortés, Pino, Atalah, Silva y Jara, 2004; Sancha y Frenz, 2000; Santander, Jamett, Peña, Muñoz y Gras, 1994) y, aunque se reportan varias enfermedades asociadas, ninguna de estas investigaciones menciona la aparición de defectos del desarrollo óseo vertebral (Montalva, 2016; Puga et al., 1973; Rivera y Corey, 1995; Santander et al., 1994). Adicionalmente, un estudio reciente (Tapia et al., 2018) indica que la presencia de arsénico en Antofagasta no es natural, sino producto de actividades humanas, como procesos de extracción minera industrializada, desarrollada en la zona durante el siglo XX, por lo que es probable que el contenido de arsénico en las aguas consumidas por la población arqueológica de la costa de Antofagasta haya sido muy bajo e incluso nulo. De esta manera, se descarta la posibilidad de una causa de tipo ambiental.
Considerando todo lo anterior, la explicación más plausible en cuanto a las causas de las expresiones de las LSTV en la población estudiada tendría un origen genético sustentado en las prácticas culturales endogámicas. Nuestra hipótesis se sustenta en el proceso de diferenciación poblacional entre los grupos de Arica y Antofagasta mencionado anteriormente. Creemos que este habría sido fundamental en la configuración genética de los habitantes de la costa de Antofagasta, los cuales no habrían tenido importantes contactos con otros grupos humanos foráneos, por lo menos hasta el periodo Formativo. Sería esperable entonces, observar un aumento en la diversidad del pool génico, lo que se intensificaría aún más en momentos más tardíos de la secuencia cronológica. Sin embargo, se debe tener en consideración el impacto real en términos de transformaciones sociales que dichos contactos efectivamente produjeron en los distintos aspectos culturales de las poblaciones de Antofagasta, los cuales no parecen haber sido significativos (Andrade et al., 2015; Castro, 2004; Pestle 2017; Salazar et al., 2015). A esto, se suman los datos etnográficos e históricos que describen lazos matrimoniales altamente endogámicos en las poblaciones costeras de Antofagasta, las que podrían tener su origen en tradiciones ancestrales, considerando la conformación social y cultural tradicional de los grupos costeros de Antofagasta (Borie et al., 2017; Contreras et al., 2011; Palma, 2012).
Por ende, más allá de encontrarse relativamente aisladas geográficamente, las poblaciones prehistóricas de la costa de Antofagasta habrían además optado por establecer un aislamiento reproductivo con respecto a sus vecinos, el cual habría estado sustentado por un proceso de identidad territorial que tendría sus orígenes en momentos muy tempranos (Salazar et al., 2018), lo cual se habría perpetuado a través de relaciones de parentesco mantenidas de manera tradicional, al menos hasta momentos históricos. El contexto anterior brinda un marco para interpretar las anomalías de desarrollo vertebral como resultado de grupos con prácticas reproductivas altamente endogámicas (Brothwell, 1987; Comsa, Kogalmiceanu y Nalbitoru, 2010-2011; Goldstein, Aresburg y Nathan, 1976; Groza, Simalcsik, Bejenaru y Simalcsik, 2016; Henneberg y Henneberg, 1999; Titelbaum y Uceda, 2015; Turkel, 1989) entre los que se encontrarían algunas sociedades de cazadores-recolectores (Macdonald y Hewlett, 1999; Pemberton y Rosenberg, 2014; Walker y Bailey, 2014), tal como sucedería con los habitantes prehispánicos de la costa de Antofagasta.
CONCLUSIONES
En vista de lo presentado anteriormente, creemos que efectivamente la aparición de las LSTV en las poblaciones de Antofagasta responde a prácticas de entrecruzamiento endogámicas, a pesar de los contactos mantenidos con poblaciones de otras latitudes, especialmente desde periodo Formativo en adelante. Esto se configuraría en una manifiesta elección cultural en términos de la reproducción social y biológica de los grupos humanos. Además, creemos que este reporte abre una nueva ventana hacia la comprensión de los mecanismos sociales de los antiguos habitantes de la costa de Antofagasta. Así, podemos elucubrar que los mecanismos de alianzas matrimoniales observados por los primeros cronistas poseerían una larga data en la zona y que los componentes genéticos externos reportados por Henríquez et al. (2004) corresponderían a un fenómeno relativamente reciente, los que podrían ser efecto de los importantes cambios sociales producto de la instauración de los sistemas coloniales y republicanos (Ballester, San Francisco y Gallardo, 2010; Castelleti et al., 2019; Castelleti, 2019). Esto nos lleva a cuestionarnos el impacto del contacto con poblaciones foráneas en la costa de Antofagasta, lo cual aparentemente no habrían repercutido en los modos de vida ni otras esferas sociales. Lo anterior debe ser continuado en una futura investigación que permita establecer filiaciones de parentesco en base al análisis de ADN antiguo que nos ayude a clarificar nuestras hipótesis. De todas formas, creemos que la presencia de esta patología, nos permite no solo ampliar el espectro de las enfermedades que afectaron a los grupos humanos de la costa desértica de Chile en tiempos remotos, sino que también nos ayuda a comprender de mejor manera procesos sociales que implicaban la continuidad biológica del grupo. Finalmente, consideramos que este trabajo contribuye a la búsqueda de nuevos significados en torno a la presencia de patologías ligadas a anomalías del desarrollo esqueletal.