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La trama de la comunicación

versão impressa ISSN 1668-5628

Trama comun. vol.20 no.1 Rosario jun. 2016

 

ARTÍCULOS

Redes Chaco: comunicación para la sustentabilidad territorial

 

Por Emiliano Venier

emilianovenier@yahoo.com.ar / Universidad Nacional de Salta, Argentina

Emiliano Venier
Argentino
Magister en Planificación y Gestión de Procesos Comunicacionales de la Universidad Nacional de La Plata, Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, docente en Teorías de la Comunicación, Comunicación y Cultura y teoría y práctica de Radio de las Carreras de Comunicación Social y Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Salta.
Área de especialidad: planificación de la Comunicación.
E-mail: emilianovenier@yahoo.com.ar


Sumario:

El presente trabajo propone un acercamiento a un conjunto de prácticas y nociones que intervienen en la configuración comunicacional dinamizada por un conjunto de actores sociales que se vinculan en una organización denominada Redes Chaco, cuyo funcionamiento responde al modelo de red. Este colectivo se constituye como un espacio relacional que promueve la articulación entre organizaciones que trabajan en torno al interés por crear condiciones para la sustentabilidad territorial de una amplia región reconocida como Gran Chaco Americano (GCHA) que abarca territorios del centro y norte de Argentina, y sur de Bolivia y Paraguay. El trabajo, en su interés por reconocer las prácticas comunicacionales, pone en discusión un conjunto de nociones y categorías como las de territorio, sustentabilidad, red y comunicación que aparecen como articuladoras en la organización.

Descriptores: Planificación de la comunicación; Red de organizaciones; Territorio; Sustentabilidad; TICs

Summary:

This paper proposes an approach to a set of practices and notions that shape the communicative model of a set of social actors who are linked to an organization called Redes Chaco whose operation responds to the network model. This group was established as a relational space that promotes the articulation between organizations working around the interest in creating conditions for territorial sustainability of a large region known as Gran Chaco Americano (GCHA) which covered parts of central and northern Argentina, and southern Bolivia and Paraguay. With interest to identify the communication practices, this study raises discuss a set of notions and categories such as territory, sustainability, networking and communication that appear as links in the organization.

Describers: Communication planning; Network organization; Territory; Sustainability; ICTs


Introducción

Las redes de organizaciones constituyen una modalidad relacional que es asumida por actores sociales para desatar procesos de sinergia en espacios donde las capacidades de articulación de los gobiernos se ven condicionadas o carecen de entidad o legitimidad suficiente para ejercer liderazgo en la gestión del territorio. En este contexto, y a los efectos superar los condicionamientos y potenciar las capacidades de vinculación, entramados de organizaciones en diversos contextos han llevado adelante procesos de apropiación de tecnologías de la información y la comunicación, en especial de aquellas vinculadas con la plataforma de internet. A partir de esas prácticas es posible verificar nuevas modalidades de relacionamiento generando también otras modalidades de organización diferentes a las organizaciones tradicionales. En tal sentido, los nuevos movimientos y organizaciones sociales se caracterizan por ser organizaciones abiertas donde no hay líderes carismáticos ni muchedumbre agrupada pero que, partiendo desde la experiencia compleja que implica el uso de dispositivos tecnológicos de comunicación e información, han demostrado que son capaces de re-potenciar las experiencias políticas produciendo re-significaciones importantes en los modos de proceder en la movilización social y logrando formas de relación e incidencia que antes no podían ser pensadas en el territorio. Sin pretender poner a la tecnología como la clave del análisis, las prácticas comunicacionales que se verifican en el escenario observado nos propone el desafío de analizar cómo se desarrollan los modos de relación entre las experiencias tecnológicas de los miembros de una red y las experiencias de puestas en común. Dicho de otro modo, las formas de comunicación emergentes a las que Manuel Castells (2008a) se refiere como modalidades de la"autocomunicación de masas" pueden pensarse como una experiencia que refuncionaliza, reinventa y relocaliza las formas de la comunicación para establecer nuevas modalidades que permitan desatar el potencial transformador de los actores territoriales.
El análisis y la reflexión en torno a estas prácticas comunicacionales emergentes lo realizamos en el contexto de una red de organizaciones denominada Redes Chaco que interviene en la región conocida como el Gran Chaco Americano1. Para dar cuenta de los procesos se indagó en la cultura tanto como elemento organizador de la experiencia, como estructuradora de lo territorial así como también de las prácticas de los sujetos.
En este ámbito se observaron las prácticas comunicacionales de organizaciones técnicas de apoyo, organizaciones sociales campesinas e indígenas que se encuentran vinculadas a una problemática emergente como lo es la construcción de sistemas de gobernanza para la sustentabilidad territorial del Gran Chaco Americano. Esta región reviste una fuerte conflictividad socio-ambiental en virtud de sus particularidades culturales y ecológicas y de un proceso histórico donde fue determinante la perspectiva colonial capitalista, por su forma sistemática de apropiación de tierras, explotación intensiva e insustentable de los recursos naturales y sometimiento de los pueblos originarios y campesinos mestizos. El contexto actual no difiere del histórico: la implantación de un modelo de agricultura empresarial pone la mirada sobre tierras habitadas y trabajadas por miles de campesinos que se consideran actores económicos importantes para la seguridad alimentaria, que sueñan en mejorar la calidad de vida de las comunidades y que al mismo tiempo deben resistir en desventaja al avance del desalojo, y al desequilibrio ambiental derivado del modelo agrícola extensivo. En el análisis histórico dimos cuenta que el territorio se conformó en sucesivos procesos de desplazamientos de pobladores pero a diferencia de anteriores momentos la actualidad encuentra a los habitantes campesinos e indígenas del Gran Chaco con mayor capacidad de organización y con más apoyo institucional.

Conflictividad socio ambiental en el Gran Chaco Americano

Uno de los problemas más complejos que atraviesa la sociedad occidental contemporánea es la disputa por el uso de los recursos naturales, disputa de origen económico que refleja la lucha por el poder de la representación del orden civilizatorio global bajo la idea del progreso y de la modernidad en tensión con los sentidos configurados por comunidades locales en relación a su territorio y los modos de vida. Esta disputa se expresa bajo una relación asimétrica donde, como define Svampa al referirse al desarrollo de la megaminería,"una visión de la territorialidad se presenta como excluyente de las existentes (o potencialmente existentes) generando una ‘tensión de territorialidades" (Svampa, 2010:43). La tensión está presente en el territorio del Gran Chaco Americano desde el inicio del proceso de valorización y ocupación en el contexto del proyecto político territorial impulsados por los estados nacionales durante el siglo XIX para"civilizar los desiertos" (Zusman, 2000).
En las primeras páginas del libro los Sentidos de la comunicación Roberto Marafioti (2010) plantea que gran parte de la reflexión sobre los conflictos contemporáneos se posa sobre la relación de tres términos: naturaleza, cultura y civilización. Cuando se habla de naturaleza, dice Marafioti, siempre se lo concibió como lo dado. En tal sentido se afirmaba que la naturaleza, en su esencia, es el testimonio de los límites del humano como creador. Pero la naturaleza es también una construcción social y cultural. Si hablamos del espacio natural chaqueño -denominado monte chaqueño- puede ser concebido bien como un obstáculo a la actividad económica del modelo empresarial de la agricultura extensiva; bien como un espacio donde las especies autóctonas conviven con las prácticas agrícolas de los pobladores campesinos; o como un espacio de comunicación donde las comunidades indígenas dialogan con los seres naturales y los ancestros. Para las tres cosmovisiones el monte tiene un sentido social, económico y cultural. La apreciación de la naturaleza de cada una de las consideraciones va a determinar unos modos de uso y apropiación configurando una territorialidad.
Una primera dificultad es la de pensar el espacio-naturaleza (Segato, 2005) y el espacio rural como categorías. Si se lo considera como un paisaje esencial advertimos, sobre la evidencia de afectaciones producidas por la intervención humana, que podemos dar cuenta de tres niveles o escalas. En un primer nivel la naturaleza es construida y alterada por los modos culturales de uso de la tierra y los recursos por parte de los habitantes del territorio. En un segundo nivel es alterada por acción del orden económico global modificando los territorios valorizados con la explotación de los recursos para satisfacer la creciente demanda de recursos naturales y de alimentos. En un tercer nivel opera el orden civilizatorio occidental y etnocéntrico que modifica sistémicamente la naturaleza y el ambiente urbano a través de los dos mecanismos anteriores y además con las alteraciones que produce en el clima mediante las emisiones de los denominados gases de efecto invernadero producto de un estilo de vida y unas expectativas de confort cada vez más demandante de recursos energéticos.
El conflicto se localiza cuando el modo de reproducción occidental contemporáneo requiere de territorios que satisfagan la creciente demanda de recursos minimizando (o externalizando) los costos económicos, ambientales y sociales derivados de su explotación. En este proceso de apropiación de la naturaleza se va a optar por territorios de regiones marginales caracterizados por contener propiedades de grandes superficies, con una baja densidad poblacional, índices significativos de vulnerabilidad social y un Estado que opera como promotor de una modalidad de producción capitalista favoreciendo el desarrollo de determinados actores económicos que concentran la propiedad de las tierras. Asumiendo estas características, el Gran Chaco Americano aparece como escenario de fuertes conflictividades socio-ambientales en virtud de sus particularidades constitutivas étnicas, culturales y ecológicas subsumidas en un proceso histórico de apropiación y despojo de recursos y sometimiento de los pueblos originarios y campesinos mestizos como mano de obra barata para la actividad forestal, los ingenios azucareros o el algodón.
La problemática actual tiene en su núcleo la valorización del Gran Chaco por los recursos naturales. Demanda de suelo para ampliar la frontera agrícola, de bosques para actividad forestal, de hidrocarburos, y en un futuro no muy lejano por el agua que atesora la reserva subterránea de agua dulce conocida como acuífero guaraní. Sin embargo el conflicto se hace visible con el avance de la frontera agropecuaria impulsado por un modelo de agricultura empresarial tecnificada de monocultivos que se caracteriza por la fuerte concentración de propiedad de la tierra -manejado no por agricultores sino por capitales ocultos tras figuras financieras especulativas de pools2 de siembra y fideicomisos. Esta modalidad de la actividad agrícola va a derivar en impactos socio-ambientales como la desaparición de amplias superficies boscosas, la pérdida de biodiversidad, la contaminación química por la aplicación de herbicidas e insecticidas, la alteración de los sistemas ecológicos, la migración de población rural a los cordones de pobreza de las ciudades, entre otras. Esta situación aparece de manera más crítica en Argentina y Paraguay, y puede enmarcarse en lo que David Harvey (2004) describe como una nueva etapa de expansión del capital que es caracterizada como de acumulación por desposesión. Aquí los actores económicos hegemónicos ejercen su determinación sobre extensas superficies de territorio disponiendo sobre el uso de los bienes naturales vitales para quienes habitan en y por esos espacios, condicionando las posibilidades y los modos de desarrollo y de subsistencia de comunidades rurales criollas e indígenas.
La configuración del orden representacional en torno a los límites de ese modelo de agricultura y de aprovechamiento de los recursos naturales ha tenido planteos críticos en algunos espacios científicos y académicos, pero sobre todo en las organizaciones no gubernamentales y en los sujetos que habitan los territorios naturales. Estos actores han puesto en evidencia empírica los límites del ideal civilizatorio de la modernidad y las contradicciones del modo de reproducción capitalista que por un lado genera y concentra enormes riquezas con los recursos naturales, y por otro lado deja cada vez más empobrecidos a los habitantes tradicionales de esos territorios que generan las riquezas. Estos discursos mediante los cuales se plantea poner en evidencia el conflicto provienen de múltiples espacios de enunciación (algunos críticos, otros reaccionarios) y no han tenido hasta ahora la capacidad para producir imaginarios y representaciones que contradigan a las narrativas del progreso, la modernización y el desarrollo que circulan por múltiples dispositivos ideológicos (institucionales e industrias culturales) y que ya están incorporadas al sentido común que circula en la sociedad y los medios.
En este contexto encontramos espacios de enunciación como el de los pueblos originarios que han logrado legitimidad a partir de luchas por el reconocimiento de la diversidad cultural. Con sus narrativas e imaginarios horadan el discurso totalizador de la economía global disputándole sentidos en espacios institucionales nacionales y globales. Nos referimos a nociones presentes en un conjunto de saberes locales como el sumak kawsay (en kichwa), suma qmaña (en aymara) o ñandereko (en guaraní) que expresan la idea del buen vivir en contraposición a la idea de desarrollo/progreso sostenida por la racionalidad moderna occidental. Estas narrativas de resistencia y de configuración de identidades han adquirido relevancia institucional en nuestro continente por ejemplo con la Constitución de Montecristi del Ecuador y la constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. A nivel global aportaron saberes para el documento Otro mundo es posible presentado por la Cumbre de los Pueblos en el marco de la Conferencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable realizada en la ciudad de Río de Janeiro durante el año 2012.

La trama que configura el territorio y la acción de las organizaciones

La tensión entre los modelos de desarrollo y los modos de vida de los pueblos campesinos e indígenas, constituye  un elemento que condiciona el desarrollo de la región del Gran Chaco Americano. Reconociendo esta dificultad, y como resultado de la conflictividad ambiental han surgido organizaciones de diverso tipo que van a intervenir con diferentes acciones territoriales. Entre esas acciones dinamizadas por ONG y agencias de cooperación surge REDES Chaco que se define como una red de redes cuyo propósito es lograr la visibilización de temas vitales y acciones colectivas en el Gran Chaco Americano que permitan la generación de gobernanza, entendida como creación y fortalecimiento de ciudadanía e incidencia para acciones en políticas públicas concertadas entre los actores territoriales.
En estos espacios de articulación se comienza a observar la presencia de diversos enfoques de desarrollo, destacándose el enfoque que opera bajo el concepto de sustentabilidad o sostenibilidad. Sin desconocer las discusiones conceptuales y políticas en torno al discurso del desarrollo sustentable planteado desde los organismos internacionales, la cuestión de la sustentabilidad3 puede pensarse como una dimensión constitutiva del territorio observado donde los sentidos configurados sobre los modos de apropiarse de los bienes y servicios de la naturaleza y las perspectivas para el desarrollo de las condiciones materiales tienen una incidencia central para las prácticas sociales.
En este esfuerzo por generar marcos para la acción colectiva entre los diferentes actores que tengan incidencia para la transformación de las condiciones materiales, la comunicación aparece como un elemento articulador. Como en todo proceso social de producción de formas simbólicas, los procesos de comunicación involucrados en la construcción de los sentidos de la sustentabilidad territorial, tal como sostiene Washington Uranga, van a formar parte constitutiva del"ser práctico del hombre y del conocimiento práctico que supone este modo de ser" (Uranga, 2001:3) y que en el campo entrarán en pugna por la hegemonía o desatarán prácticas de resistencia a la dominación. Para dar cuenta de los procesos en torno al problema es necesario analizar, desde una dimensión cultural, las prácticas sociales en general -y las comunicacionales en particular- encarnadas en procesos organizacionales que tienen por objeto lograr la sustentabilidad territorial de la región del GCHA. Esta iniciativa requiere ser plasmada en un proceso planificado que permita la construcción de escenarios actuales y deseables re-conociendo el contexto histórico-político, los modos tradicionales y culturales de los habitantes, las particularidades ecológicas, los significados y expectativas sobre el territorio y el uso de los bienes naturales presentes en todos los actores con incidencia territorial en esta región.
El contexto que podría definir la voluntad de los actores de la región del GCHA por fortalecer el tejido de relaciones es por un lado la amenaza que significa para el ambiente -como para las condiciones de vida, la economía y la identidad cultural de la región- la transformación del paisaje natural derivado del avance de la frontera agropecuaria impulsada por el modelo de desarrollo con sesgo empresarial. Por otro lado aparece como relevante la necesidad de visibilizar la situación de postergación que sufren los pobladores frente a las riquezas que guarda el territorio. Esta situación de desigualdad obedece a la ausencia del Estado en el rol de articulador de las relaciones de producción y contralor en la apropiación y uso de los recursos del territorio. Desde las organizaciones se reclama que asuma su responsabilidad como promotor de modelos de gobernanza que conduzcan a la sustentabilidad instrumentando políticas públicas de apoyo a los sistemas productivos familiares como modo de revertir la precaria situación actual. Esas políticas públicas deberían concebir a los pobladores no ya como sujetos de asistencialismo, sino como actores productivos fundamentales para la seguridad alimentaria en todo el territorio. Para ello, como ya lo mencionamos más arriba, es fundamental el reconocimiento del valor del territorio y los impactos que pudiera provocar la total transformación del entorno social y natural.
Los sentidos que configuran los diferentes actores con incidencia en el territorio en torno a la tensión desarrollo/sustentabilidad, constituye un eje relevante en el análisis propuesto por cuanto constituyen conceptos articuladores en el entramado organizacional que se desea observar pero también resulta articulador –aunque con diferentes sentidos- de políticas públicas encaradas por las instituciones estatales y por las prácticas productivas empresariales. La polisemia que ha adoptado el concepto de sustentabilidad4 en el proceso de apropiación por parte de diferentes actores requiere de una deconstrucción que permita comprender cuales son los sentidos asignados. Más allá de las discusiones en torno al alcance de la noción, para nosotros la idea de sustentabilidad resulta relevante pues aporta una mirada prospectiva del territorio orientando los procesos para la materialización de los futuros pensados por los actores que habitan la región teniendo en cuenta valores como equidad, justicia y democracia, y reconociendo las particularidades ecológicas y culturales. En este escenario se advierte que son los intereses de los sujetos lo que carga de sentido la idea de lo que es sustentable. No obstante entendemos que la perspectiva de sustentabilidad puede aportar en los modelos de gobernanza un ejercicio reflexivo acerca de los modos de transformación de las condiciones materiales de una región, una mirada holística e interrelacionada entre el ambiente, lo político, el sistema productivo, el económico, el sistema social y el cultural para que se puedan juzgar las implicancias de las decisiones de -y para- el colectivo social y el territorio en el corto y en el largo plazo (Orozco, 2006). Es en ese enfoque relacional de la sustentabilidad que lo comunicacional aparece como el escenario central en la configuración de los sentidos de lo sustentable -y lo insustentable- y en la construcción de proyectos colectivos que incluyan todas las miradas y que reconozca y se enriquezca con particularidades.
Aquí emerge la comunicación como ese lugar donde se comparten las visiones y los saberes, donde se evidencian las diferencias, las necesidades y los conflictos, se develan las relaciones de hegemonía y subordinación y se traducen las expresiones de los diferentes grupos sociales aportando clarificación y reflexividad a las posiciones asumidas por los actores y a los sentidos que circulan en torno a las prácticas sociales. Estas prácticas tienen que ver con la comprensión y orientación de las voluntades y capacidades para la sustentabilidad de la región en sujetos individuales o colectivos que encuentran condicionamientos materiales o comunicacionales para dinamizar procesos de transformación. Las prácticas comunicacionales constituyen una dimensión relevante de las prácticas sociales, puesto que son el lugar donde se configuran los sentidos de lo real y lo social. Por lo tanto interviniendo estratégicamente desde la comunicación estamos incidiendo de forma decisiva en una realidad, en una organización, en el mundo social.
Como en la mayoría de los ámbitos de intervención desde la comunicación, la mirada debe ser política y transdisciplinar atendiendo a la complejidad del campo material y a que el posicionamiento del investigador en comunicación necesariamente, como sostiene Sandra Massoni, debe incorporar la intencionalidad orientando la motivación a la resolución de problemas reales y al análisis de sus fuerzas motoras (Massoni, 2003:81). 
Para ello se requiere de la planificación de procesos de puesta en común, de organización y de construcción colectiva mediante una mirada estratégica de la comunicación. La investigadora Sandra Massoni sostiene que para articular la comunicación y el desarrollo se requiere sobrepasar la idea de linealidad e ingresar en la complejidad, integrar lo simbólico con la materialidad de los hechos, captar la negociación, interpelar lo relacional, operar lo fluido de la realidad compleja e interrelacional. Un modelo de comunicación estratégica podría entenderse como una metodología de investigación-acción que debe comprender el problema desde las disciplinas pertinentes y desde los actores sociales que son relevantes para su resolución aportando la reflexividad a las prácticas y los procesos para no caer en la naturalización y los procesos rutinarios.
"El énfasis se desplaza desde la descripción –que es el objetivo dominante en muchas investigaciones en comunicación- hacia el ‘poner en común’ en relación a un objetivo de transformación que se define a partir de lo situacional y en el marco de lo fluido" (Massoni, 2003:74).
En sintonía con esta mirada de los procesos comunicacionales, encontramos a Tomás Villasante quien analiza las redes de comunicación en su libro Cuatro redes para mejor-vivir. Aquí el autor mencionado plantea los procesos de comunicación dentro de un etno-ecosistema complejo (tal como define las redes) donde la comunicación constituye el elemento articulador de la dinámica. Para Villasante el análisis de la comunicación en los entramados se centra tanto en los mensajes que circulan, en las posturas, las actitudes, en lo que no se dice pero sobre todo interesan las relaciones entre los nodos y los flujos (Villasante, 1998:208).
Las redes constituyen nuevas formas de lazos sociales que permiten descubrir una nueva potencialidad de lo social. Como objeto empírico las consideramos como resultado de la tipificación de un conjunto de prácticas sociales sedimentadas que son desarrolladas por sujetos colectivos o individuales con una intencionalidad política y social: tejer lazos de cooperación, realizar acciones colectivas de diferente orden para favorecer procesos democráticos de gobernanza, potenciar otros modos de relacionamiento para generar mejores condiciones materiales y emocionales de vida en grupos y comunidades, etc.
Las nuevas redes sociales poseen otro modo de relación que, partiendo desde la experiencia en soledad frente a la computadora o el teléfono, han demostrado que son capaces de repotenciar las experiencias políticas de movilización social e incidencia. El planteo no debe poner a la tecnología como la clave del análisis de las nuevas formas de lazos sociales sino pensarlos como nuevos modos de relación entre las experiencias tecnológicas de los ciudadanos y las nuevas experiencias de puestas en común, es decir, nuevas formas de comunicación. Advertimos, siguiendo a Armand Mattelart (1994), que estas redes de intercambio facilitadas o potenciadas por dispositivos tecnológicos, son apropiadas por actores que venían siendo representados por otros en el espacio público sin poseer medios para presentarse. Ahora desde un espacio global y transnacional las tecnologías contribuyen a los procesos de construcción de sentidos para comunidades (Mattelart, 1994) y colectivos que resisten contra condicionamientos materiales y comunicacionales, y mediante estos dispositivos logran articular o darle visibilidad al accionar colectivo.

Los entramados de organizaciones como espacios de mediación para la construcción de territorialidades sustentables

Lo primero que emerge en el análisis es que la red, como noción, se configura en un momento histórico particular para nombrar, describir o explicar cierto tipo de relaciones sociales caracterizadas por ser flexibles, horizontales, con diversos actores, sin una estructura formal. En efecto, la emergencia del término de red en el contexto de las organizaciones civiles y sociales que trabajan en las cuestiones del desarrollo (humano, rural, sustentable) y el medio ambiente responde a un momento histórico particular en el que se conjuga la crisis de las instituciones de la modernidad -caracterizado por Bauman (2004) como el paso de lo sólido a lo líquido- con la modificación de los vínculos y las interacciones de los individuos. Todo ello se da en el contexto del retorno de las democracias y la consolidación de una nueva etapa del liberalismo económico (el neoliberalismo) en América Latina y la impronta de las tecnologías de información y la comunicación. Ante esta realidad las organizaciones se reinventan a través de sus prácticas.
Estas prácticas de entramados que intentamos describir no constituyen producciones que resultan de la innovación sino que las comprendemos como recuperaciones y resignificaciones de formas de solidaridades presentes en prácticas de grupos que habitan el territorio. Aquí encontramos los entramados relacionales tejidos por comunidades indígenas dispersas en el amplio territorio chaqueño y que han logrado construir saberes compartidos.
En este proceso de resignificación podemos dar cuenta de elementos que producen reestructuraciones en estas formas de relacionamiento. Jesús Martín Barbero (2005), en una reflexión sobre estas formas de interacción que proponen las redes sociales, sostiene que se diferencian de las formas que conocimos en la modernidad donde los lazos y el intercambio estaban muy vinculados a la presencia física de la gente en un espacio concreto y con una serie de figuras y representaciones de líderes carismáticos. Barbero sostiene que los nuevos acontecimientos mundiales de movilización social son posibles explicarlos a partir de nuevas maneras de entender la política y de entender los lazos sociales (Martín-Barbero entrevistado en Irigaray, 2005).
"Las redes culturales  se están convirtiendo en el"nuevo espacio público de intermediación" entre actores diversos de un mismo país, o bien movilizando transversalidades y transdisciplinariedades que enriquecen desde el campo político el trabajo académico y desde el de la creación artística al campo político. Estamos ante la posibilidad histórica, no sólo tecnológica sino ciudadana, de renovar radicalmente el entramado político de la cooperación cultural tejiendo redes que enlacen cada día más el mundo de los artistas y trabajadores culturales con el de instituciones territoriales  y las organizaciones sociales". (Martín-Barbero, 2004: 17-18)
En este sentido, Armand Mattelart plantea que las redes y la dinámica relacional que proponen, ha puesto en discusión varios supuestos de la teoría social. Refiriéndose a las redes puestas en marcha por las organizaciones de la sociedad civil sostiene:
"Su crecimiento ha acompañado la búsqueda de modalidades de auto-organización  por las cuales nuevos actores sociales tratan de asumir la gestión de sus propios asuntos, frente a un Estado que ha dejado de ser providencia. Su mayor mérito es el de jalonar una reflexión sobre un"tercer espacio o sector internacional". Un espacio que se intercalaría entre las lógicas inter-estatales y las inter-mercado." (Mattelart, 1994)
Aquí aparece un primer desafío: pensar a las narrativas de la sustentabilidad y sus espacios de mediación y circulación desde el contexto histórico y las condiciones políticas, técnicas y económicas que propiciaron el surgimiento y desarrollo de gran parte de las organizaciones civiles para el desarrollo sustentable y el medio ambiente y de las redes. En este sentido emergen como pilotos de tormenta del modelo neoliberal para suplir las funciones abandonadas por el estado benefactor. Esta realidad aparece en las percepciones de los actores locales que legitima desde otras posiciones el rol de las organizaciones:
"El Gran Chaco es una región sin gobernanza. El Estado faltante, ausente. Los temas debieran servir para crear gobernanza en base a las experiencias y con una alianza de actores." (Relatoría de reunión de Redes Chaco del año 2011)
La presencia de las Organizaciones de la Sociedad Civil interviniendo en procesos de desarrollo de comunidades rurales en el GCHA va comenzar en los años 70 con algunas experiencias propiciadas desde por organizaciones confesionales5 inspiradas por la Teología de la Liberación siguiendo el modelo de comunicación participativa y alternativa de la educación popular de Paulo Freire referenciada en textos como Pedagogía del oprimido (Freire, 2002). Pero será a partir de los primeros años de la década del 80 que se evidenciará una mayor presencia y surgimiento de organizaciones con enfoques ambientales o de desarrollo sustentable en la región del Gran Chaco Americano. Este proceso se fundamenta a partir de cuatro fenómenos complementarios.
El primero constituye el retorno de las democracias en América Latina durante las décadas del 80 y 90 luego de los procesos dictatoriales y autoritarios. 
"El resurgir de las democracias en la década de los 80 y 90 llevó a proseguir con mayor ímpetu la tendencia de trabajar en y con las comunidades en un pie de igualdad para construir (en muchos casos reconstruir) las bases plurales de las formas institucionales de un régimen democrático. A la sobrevalorada idea-fuerza de la emancipación social colectiva […] se han planteado como sucesoras nuevas ideas-fuerza sustentadas por movimientos sociales variados, con intereses y valores específicos y particulares, que buscan reconocimiento e integración dentro de espacios institucionalizados de la propia sociedad." (Vizer, 2003:276-277)
El segundo fue la difusión de la Agenda XXI y los instrumentos acordados durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Ambiente y Desarrollo (conocida como la Cumbre de la Tierra) realizada en 1992 en Río de Janeiro. Como resultado de la Conferencia de Río de Janeiro surgieron tres tratados internacionales: la CMNUCC (Convención Macro de las Naciones Unidas para el Cambio Climático), la CDB (Convención sobre Diversidad Biológica) y la CNULD (Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación), conocidas desde entonces como las Convenciones de Río. Estas tres convenciones crearon el marco institucional para canalizar recursos económicos públicos y privados para la implementación de acciones tendientes a revertir los problemas de pobreza y medio ambiente planteados por los actores participantes en la Cumbre. En este período se destaca la fuerte presencia en el GCHA de la Cooperación Técnica Alemana (GTZ) con el financiamiento de múltiples proyectos de desarrollo rural a través de las organizaciones locales y en articulación con los gobiernos nacionales6.
El tercer proceso es la instauración por parte de los gobiernos de la región del modelo neoliberal desde la década de los ochenta hasta algunos años después de finalizada la década de los noventa. Las políticas de desarrollo fueron implementadas desde, y con el financiamiento de organismos y agencias de cooperación internacional como el Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Mundial, Corporación Andina de Fomento, CEPAL.
En el caso del Gran Chaco Americano, este momento coincidió con el inicio del proceso de transformación del paisaje por el avance de la frontera agropecuaria que provocó cambios en los usos del suelo con la eliminación del bosque nativo para la implantación de cultivos. Los conflictos comenzaron a emerger en la década de los 90, cuando las organizaciones que trabajaban en el territorio visibilizaron los peligros latentes que encerraba la instauración de este modelo de agricultura: desertificación, contaminación de acuíferos, expulsión y relocalización de poblaciones rurales, mayor concentración en la propiedad de la tierra.  En este contexto las agencias de cooperación destinaron importantes recursos económicos y técnicos para promover acciones de desarrollo rural desde una perspectiva de sustentabilidad con foco en las poblaciones vulnerables como pequeños productores, campesinos y poblaciones indígenas.
Sin embargo estos aportes se realizaban de manera focalizada y sin una política integral (ni en el plano nacional, mucho menos en el plano trinacional) que permitiera darle coherencia y articular los esfuerzos. Tampoco había un seguimiento de los resultados por lo que las organizaciones y las comunidades se preocupaban más en captar financiamiento que en modificar la realidad del colectivo haciendo emerger prácticas individualistas y competitivas entre las organizaciones y dentro de las mismas. Muchas organizaciones que surgieron desde un espacio crítico al sistema, van a terminar atrapadas en la lógica neoliberal (competitividad, individualismo, maximización del beneficio, deslocalización) al adoptar los mecanismos para la obtención del financiamiento que les permita el sostenimiento de las organizaciones. Estas prácticas significaron durante este proceso una dificultad que hasta el día de hoy condiciona el desarrollo de políticas consensuadas y acciones sinérgicas.
"El Chaco es, salvo honrosas excepciones, una región ‘sin memoria’ y quienes trabajan en las instituciones de promoción social del Chaco conocen de las múltiples reuniones planificadas para ‘hacer las cosas por primera vez’; seminarios y talleres, encuentros y congresos, de los que quedan como testimonio diversas gamas de conclusiones, que generalmente tienen vigencia sólo hasta la clausura de los eventos y luego se guardan en los escritorios, para ser reinventadas en alguna próxima reunión. ‘¿Cuánto más habría avanzado la región si existieran los canales adecuados para la recuperación de la información, para la construcción de la memoria?" (Stahringer, 2009: 5)
Esta realidad que determinaron las prácticas vinculadas al financiamiento para el desarrollo rural en el GCHA también la encontramos relatada por Luis María De la Cruz (miembro de Redes Chaco) en su libro"Y no cumplieron. Reflexiones acerca de la apasionada relación entre los organismos de promoción del desarrollo y los grupos wichí". El título de su obra resulta esclarecedor de una relación en la que ni las organizaciones que implementaban los proyectos ni las comunidades receptoras de las acciones cumplían con los acuerdos necesarios para el éxito de los proyectos.
Los diversos actores que intervenían en el territorio reconocían esta desarticulación en sus prácticas con la consecuente dilapidación de recursos y saberes. Frente a esta situación en los últimos treinta años se asumieron desafíos para superar esa dificultad iniciando un proceso que demandó esfuerzos para conformar espacios que permitieran articular las acciones dispersas en este amplio territorio. Estos esfuerzos constituyen los antecedentes de Redes Chaco.

Caracterización y objetivos de Redes Chaco

REDES Chaco surge en el año 2008 como una iniciativa de un conjunto de organizaciones de la sociedad civil por fortalecer los vínculos entre diversos actores que implementaban múltiples proyectos de desarrollo dentro del espacio chaqueño y que, por las características geográficas y políticas del territorio, se intervenía de manera desarticulada. En palabras de Andrés Abecasis de Fundación AVINA7 la iniciativa por impulsar este espacio de articulación se resume de la siguiente manera:
En el chaco paraguayo, boliviano y argentino, AVINA buscó identificar líderes y apoyarlos en sus proyectos vinculados a temas ambientales, de educación, acceso a derechos, desarrollo económico sostenible, gobernabilidad democrática y participación ciudadana. Aún siendo exitosos en lo local, los proyectos no lograban generar transformaciones a nivel regional.
Las exorbitantes distancias y la incomunicación entre las distintas regiones del Chaco, imponían la necesidad de crear instancias de encuentro y vinculación que promovieran la colaboración y generasen sinergias entre aquellos actores que habían sido capaces de dar soluciones innovadoras y exitosas a alguno de los problemas de la región. Es por ello que en 2002, y con apoyo de AVINA, se crea un primer espacio trinacional, el Comité del Gran Chaco, al cual le seguirán otras redes, como la de Pequeños y Medianos Productores, de Comunicadores, de Educadores, de organizaciones que trabajan en temas indígenas, de Escuelas Rurales de Emprendedores, y hasta un proyecto de Reserva Trinacional de la Biósfera.
[…] Finalmente la veintena de redes y proyectos trinacionales han decidido conformar REDES Chaco, cuyo propósito es trabajar juntos promoviendo y cuidando la vida del Chaco, mostrando su identidad y diversidad biológica y cultural, contagiando sentimientos, aprendiendo, fortaleciendo alianzas y construyendo vínculos con el mundo.
Los líderes, organizaciones y redes con las que nos articulamos o de las que somos parte han desarrollado también acciones de incidencia pública, como el encuentro de líderes indígenas de los tres países con el presidente de Bolivia o la sanción en Argentina de la Ley de Presupuestos Mínimos Ambientales para la Protección de los Bosques Nativos (Boletín Avina Nº 28, 2013).

En el año 2007 la fundación Avina promueve una reunión en Tarija para analizar la experiencia de un entramado regional trinacional entre Departamentos de Perú, Brasil y Bolivia denominado Iniciativa MAP (Madre de Dios, Acre, Pando). Esta experiencia es impulsada por las Universidades que tenían presencia en cada uno de los departamentos y lo que promovía era generar espacios de articulación por temas o problemas. A partir de esa reunión se refuerza la voluntad de comenzar a vincularse y es así que en el año 2008 se realiza la primera reunión en la localidad de Embarcación, provincia de Salta. En esa reunión queda definido el nombre Redes Chaco.
En su dinámica, este colectivo no se constituye como una organización tradicional, es decir como las instituciones estructuradas con un sistema jerárquico definido y normativas claramente explicitadas en su constitución y condiciones de membresía para formar parte. A diferencia de estas organizaciones, Redes Chaco es un espacio abierto, sin una estructura jerárquica ni un centro gravitante y sin una estrategia que oriente logros a corto plazo. Las características podemos relacionarlas con las que Scott Lash plantea como formas de asociación y acción colectiva denominada desorganización (Lash, 2005). Por lo tanto, se configura como un campo de juego de agentes actuando de manera estratégica siguiendo determinados fines (Lash, 2005: 79).  Por otra parte, siguiendo a Castells (2009) en su caracterización de las redes de comunicación, Redes Chaco se configura por los flujos, las relaciones y comunicaciones que son puestas en circulación en los diferentes espacios propuestos por la red8 (Castells, 2009:46) siendo la comunicación el elemento articulador de la dinámica de la red.
La característica constitutiva de Redes Chaco responde a esa materialidad de la red en la que cada actor (individual o colectivo) que la integra resulta un nodo con autonomía relativa que mantiene vínculos de diversas maneras con diferentes actores. Redes Chaco se concibe como un espacio, una plataforma que conecta nodos habilitando o facilitando unas relaciones comunicacionales y unos flujos de información.
Si bien para alguno de sus miembros Redes Chaco debe constituirse también como actor, esto es que pueda actuar como representante del colectivo, la opción por otorgarle la representatividad a Redes Chaco no alcanza el acuerdo de sus integrantes. En el seno de Redes Chaco los participantes reconocen que resulta dificultoso encontrar posiciones coincidentes en torno a la sustentabilidad y el desarrollo en un espacio caracterizado por la diversidad y la heterogeneidad. Definir posicionamientos requiere todo un proceso de discusión (presencial o virtual) que implicaría tiempo y recursos logísticos que no siempre están disponibles. Hasta el momento la única experiencia de elaboración de un documento con un posicionamiento consensuado por los miembros de la red ha sido el documento presentado en la Conferencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable de Río de Janeiro.
La tensión entre los múltiples posicionamientos es reconocida por los actores integrantes de Redes Chaco y en las diferentes reuniones se trata de encontrar un modo de resolverla.
REDES Chaco es un paraguas inmenso que alberga diversidad de actores y de intereses. Actuar en función de lo que nos une, en lugar de inmovilizarnos por lo que nos diferencia. […] REDES Chaco tiene la vocación de articular la diversidad. Hay más diferencias que se pueden explorar y complementar que aquellas que son conflicto. (Relatoría de reunión de Redes Chaco del año 2012)
En general cada una de las organizaciones desarrolla sus actividades y sus proyectos de manera autónoma a partir de las misiones y planes que define, y evaluando las oportunidades y recursos disponibles para hacerlas efectivas. En algunos casos dos o más organizaciones se vinculan para encarar un proyecto específico. Sin embargo se advirtió si bien se puede articular en la acción, el proceso de planificación y ejecución se realiza sin la intervención de los otros integrantes de la Red. Eventualmente puede compartirse información sobre la actividad cuando resulta muy pertinente o relevante para el territorio o es coherente con los objetivos perseguidos por Redes Chaco.
Respecto a la participación en la Red, no hay ninguna condición o membrecía para participar de Redes Chaco. Lo que vincula a los actores es una identificación o interés con el territorio del Gran Chaco y la voluntad de establecer vínculos. Bajo esa premisa hay cerca de 300 personas referentes de diversas organizaciones que de alguna manera están entramadas. Sin embargo no todas las organizaciones participan activamente en la construcción de Redes Chaco. En este aspecto el Secretario Ejecutivo aclara:
Es gente de instituciones y eventualmente de una red. Finalmente el funcionamiento de Redes Chaco tiene que ver con un número de entre 15 y 40 personas, todas vinculadas a una institución, y muchas de esas instituciones formando parte de una red trinacional. (entrevista)
La red posee como estructura de personal un Secretario Ejecutivo que cumple las tareas de mantener activas las informaciones a través de las vías electrónicas (páginas web, lista de correo) y convocar y organizar la logística de las reuniones y eventos planificados junto a los equipos específicos encargados de la organización de los mismos. Como se advierte, Redes Chaco reviste una estructura en personal sumamente reducida lo que da cuenta de un modelo organizacional que se sostiene en las solidaridades y voluntades de los miembros.
En cuanto a los objetivos se formularon tomando en consideración el contexto chaqueño donde las relaciones y los conflictos relacionados con la tenencia de la tierra y el uso de los recursos naturales han erosionado los espacios de confianza para establecer acuerdos. En tal sentido el primer objetivo de la red fue posibilitar marcos de confianza para la gobernanza.
El segundo objetivo de la red deviene del desconocimiento por parte de la sociedad en general y de los decisores políticos sobre las problemáticas estructurales de la región chaqueña. Para avanzar sobre estos aspectos Redes Chaco se propuso generar estrategias para darle visibilidad a las problemáticas y desarrollar procesos de incidencia para el establecimiento de políticas públicas en materia de sustentabilidad.
En cuanto al rol que sus participantes sostienen que debe asumir la organización, el secretario ejecutivo advierte que Redes Chaco no debe ser la ‘estrella’, no debe ser una gran organización sino simplemente un facilitador, lo que debe trascender y visibilizarse es el GCHA y las iniciativas que las organizaciones dinamizan en el territorio.
Para abordar estos objetivos desde el surgimiento Redes Chaco realiza una reunión anual de planificación, un evento temático anual y un evento masivo bianual denominado Encuentro Mundial de Chaco. Además, para darle visibilidad a la región en el contexto regional e internacional, participa en eventos organizados por organismos y redes globales. El flujo de la información circula por un grupo de correos de manera libre, sin moderación. Además la organización elaboró un sitio web en el que dispone información general de la región. La metodología adoptada por Redes Chaco para las actividades ha sido siempre de convocatoria abierta y el tratamiento de los temas mediante mesas de diálogo lo cual permite una participación activa de todos los actores involucrados.

Apreciaciones finales
 
La palabra Chaco, en lengua quechua, significa lugar de cacería. Para algunos pueblos originarios el monte es el espacio de comunicación con los espíritus de los animales y de los antiguos, es la mediación entre pasado, presente y futuro que se conjugan en una temporalidad lineal y en el mismo lugar. Para los criollos, los que llegaron después el monte, el chaco, es un espacio donde convive la cultura agrícola y la vida natural en un devenir cíclico. Para los empresarios de actividades agrícolas y extractivas el monte es un elemento a eliminar para obtener ganancias en el menor tiempo posible hasta que se agote.
Establecer el marco conceptual y metodológico para abordar desde lo comunicacional dos de los problemas transversales del territorio del Gran Chaco Americano, como lo son la pobreza y la apropiación económica de los recursos naturales, implica asumir como desafío pensar el modo de operar sobre la compleja trama representacional que en torno a esos elementos tejen un conjunto de narrativas. Por un lado encontramos los relatos del proyecto civilizatorio occidental, por otro las narrativas pos-liberales de un desarrollo capitalista autónomo, por otro las narrativas de la sustentabilidad de las organizaciones no gubernamentales y también las narrativas locales de la resistencia de las organizaciones y movimientos sociales.
En esta trama que se teje en el territorio en torno a la problemática de la apropiación de los recursos naturales, observamos unos actores, unos saberes y unos espacios de enunciación institucionalizados con capacidad de producción de representaciones sobre el valor de la naturaleza determinando un uso del territorio, que operan desde una razón instrumental desde espacios centrales de poder-saber9 (Reguillo 2000). Para los actores económicos y los gobiernos son factores y análisis económicos de costo-beneficio los que determinan la valorización del territorio y el aprovechamiento de los recursos naturales y los territorios. Asimismo operan las variables viable/inviable lo que, siguiendo a Svampa,"desemboca en dos ideas mayores: por un lado la de ‘territorio eficiente’, ‘territorio vaciable’ y ‘territorio sacrificable" (Svampa, 2010:43). Para que esta operación sea efectiva será necesario apoyarse en un discurso legitimador, un discurso que genere la ilusión de inclusión, de formar parte de un proyecto civilizatorio que involucre a toda la sociedad. En palabras de Boltanski y Chiapello (2002), el nuevo espíritu del capitalismo"necesita ayuda de sus enemigos, de aquellos a quienes indigna y se oponen a él, para encontrar los puntos de apoyo morales que le faltan e incorporar dispositivos de justicia" (en Reguillo, 2007:94).
Aquí es donde operan con fuerza las narrativas del desarrollo y del progreso que surgen de esos centros de poder-saber y que circulan por la doxa colonizando el sentido común otorgando legitimidad a las políticas públicas de gestión territorial y a las acciones de actores económicos. Entre los núcleos de estas narrativas hallamos la valoración territorial vinculada al crecimiento cualitativo y cuantitativo de las fuerzas productivas para la generación de riqueza económica. Desde esta lógica la ampliación de las superficies intervenidas (cultivadas, urbanizadas, industrializadas, aprovechadas, incluso desmontadas) constituyen indicadores valorados como positivos en el estadio del territorio. En esta idea de progreso asociado al desarrollo/crecimiento subyace una concepción lineal del tiempo que representa como atrasados a los grupos y culturas que sostienen otra relación con el lugar. Recuperando algunas nociones de Stuart Hall (2003) podemos argumentar que estas representaciones operan desde los distintos aparatos institucionales brindando el ámbito simbólico para legitimar determinadas formas de intervenir en el territorio. Esto se realiza interviniendo en"la construcción de lo real recogiendo un limitado campo de discursos dominantes basados en una gama restringida de explicaciones sociales […] los códigos preferenciales brindan el efecto de apariencia de naturalidad" (Marafioti, 2008:215) impidiendo la emergencia y debate sobre modos alternativos de relación con los elementos del territorio.
Observando la configuración del GCHA percatamos que los sentidos que configuran los diferentes actores con incidencia en el territorio en torno a la tensión naturaleza/desarrollo, constituye un eje relevante por cuanto operan como conceptos articuladores en el entramado organizacional. No obstante también resulta articulador –aunque con diferentes sentidos- de políticas públicas encaradas por las instituciones estatales y por las prácticas productivas empresariales. Esa trama de sentidos es el que sostiene el conjunto de prácticas agronómicas o productivas, y las prácticas discursivas.
Pero las posiciones de los sujetos que resiste resulta más compleja cuando se advierte gran parte de las organizaciones entramadas operan desde los lugares centrales donde la racionalidad administrativa y la racionalidad económica determinan con sus lógicas las prácticas y colonizan el hacer de los actores en los lugares. Tal como plantea Stahringer
"Cabe preguntarse si es sostenible un tipo de intercambio de conocimiento en el que se recibe fácilmente información de centros ubicados a miles de kilómetros, pero se ignora la que se genera a pocos metros de distancia." (Stahringer, 2006: 9)
Así, la disputa por los sentidos entre los actores que habitan el territorio es sumamente desigual. El Gran Chaco Americano se incorpora, a través de las redes telemáticas, al flujo de intercambio de saberes y de información donde hay nodos que producen gran cantidad de información y nodos que reciben o generan contenidos que no tienen la circulación que revisten los otros contenidos. Resolver esta tensión constituye uno de los desafíos centrales de Redes Chaco y de este tipo de organizaciones que aspiren a conformar un espacio político colectivo para la construcción de un territorio sustentable y que permita cargar de nuevos sentidos la idea de democracia posibilitando la construcción de espacios que permitan ejercitarla.

Notas:

1 El Gran Chaco Americano es una región biogeográfica de 1.000.000 de Km2 que se encuentra situada en el centro del continente sudamericano. Argentina, Bolivia y Paraguay comparten este ecosistema que constituye una de las regiones de mayor diversidad ambiental y biológica del planeta, y el área boscosa más grande del continente después de Amazonas. El nombre de Chaco asociado a la región ya está presente en relatos españoles del proceso de la conquista, quienes denominaron Gran Chaco Gualamba al inmenso territorio que va desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) hasta Santa Fe (Argentina) y"que se dividía en tres grandes porciones, según el deslinde natural que marcan los ríos indicados, esto es Chaco septentrional, desde la margen occidental del Pilcomayo hasta el río Verde, el Chaco central, situado entre el Pilcomayo y el Bermejo y el Chaco austral comprendido entre este último y el río Salado"(J. L. Fontana 1977:48)

2"Pool de siembra es la denominación que recibe en la Argentina un sistema de producción agraria caracterizado por el papel determinante del capital financiero y la organización de un sistema empresarial transitorio que asume el control de la producción agropecuaria, mediante el arrendamiento de grandes extensiones de campo, y la contratación de equipos de siembra, fumigación de plagas con agroquímicos, fertilización, cosecha y transporte, con el fin de generar economías de escala y altos rendimientos. Al finalizar la cosecha y realizarse el producto, las ganancias son distribuidas. Legalmente son Fidecomisos agropecuarios. La palabra inglesa "pool" -en este uso, significa "vaca" o "colecta", pero en realidad significa "pileta", es decir, se trata de un fondo blanco que reúne el aporte en dinero de varios inversores, para con ese dinero proceder a contratar los bienes y servicios necesarios para realizar una cosecha agraria, y luego distribuir la ganancia entre los miembros del pool. El sistema desempeña un papel dominante en la producción de soja en la que la Argentina se ha vuelto tercer productor mundial en el mercado de venta del producto en bruto (semillas), y primero en el mercado de aceites de soja." (wikipedia.com)

3 Sustentabilidad entendida"como la internalización de las condiciones ecológicas y sociales de soporte del proceso económico" (Leff, 1998:20)

4 Siguiendo  el planteo de enrique Leff, el concepto sustentable nació de una crítica a la racionalidad económica"que propugna un crecimiento económico sostenido, sin una justificación rigurosa sobre la capacidad del sistema económico para internalizar las condiciones ecológicas y sociales (de sustentabilidad, equidad, justicia y democracia) de este proceso" (Leff, 1998:21).

5 En el caso Argentino eran dos las organizaciones: el Instituto de Cultura Popular (INCUPO) y la Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz (FUNDAPAZ).

6"El gobierno de Alemania, por medio de la Sociedad Alemana de Cooperación GTZ, ha decidido contribuir a mejorar la calidad de vida de las comunidades y las oportunidades de desarrollo frenando los procesos de degradación que afectan al medio ambiente en la región a través del proyecto"Manejo Sostenible de los Recursos Naturales en el Chaco Sudamericano". Este proyecto regional, constituye un marco integrador entre la Argentina, Bolivia y el Paraguay, con un enfoque orientado a la implementación de las convenciones ambientales internacionales como la Convención Marco de Cambio Climático, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. En este marco, el proyecto fomenta la puesta en práctica de acciones conjuntas que contribuyan al manejo sostenible de los recursos naturales de la región y al desarrollo social, económico y ambientalmente sustentable de las comunidades, así como a la creación de empleo y a la reducción de la pobreza en las poblaciones más marginales". (Fundación Hábitat y Desarrollo-GTZ."Integrando el Gran Chaco Americano". Material gráfico de difusión)

7 La Fundación AVINA es una de las organizaciones impulsoras de Redes Chaco y la que garantiza con recursos económicos el financiamiento de gran parte de las actividades de la Red.
La Fundación AVINA es creada en 1994 por el empresario suizo Stephan Schmidheiny, con el objetivo de impulsar liderazgos en América Latina para promover el desarrollo con criterio de sostenibilidad. AVINA se financia a través de un fideicomiso creado por su fundador y además recibe fondos de otras organizaciones como Bill & Melinda Gates Foundation; Coca Cola Foundation, Skoll Foundation, The Ford Foundation, Fond´s Danone pour l’Ecosystème, Aqua fonds BID, BID FOMIN, Open Society Foundation.

8 Las redes (y el conjunto de intereses y valores que representan) compiten o cooperan entre sí. La cooperación se basa en su capacidad para comunicarse. Esta capacidad depende de la existencia de códigos de traducción e interoperatividad comunes (protocolos de comunicación) y del acceso a los puntos de conexión. La competencia depende de la habilidad para superar a otras redes gracias a una mayor eficiencia en el funcionamiento o en la capacidad de cooperación. (Castells, 2009:46)

9 Retomando la conceptualización de Reguillo (2007) es posible leer este proceso como parte del "proceso de una secularización inconclusa, lo que significa que las fuentes de saber y prestigio, los lugares de enunciación legítima, los depósitos e inventarios de capital simbólico están culturalmente orientados por instituciones históricas que han operado tradicionalmente como espacios de poder-saber: la iglesia, el estado, las elites políticas e intelectuales" (Reguillo, 2007: 91).

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Fecha de recepción: 02-06-2015.
Fecha de aceptación: 14-09-2015.

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