INTRODUCCIÓN
El picudo del algodonero, Anthonomus grandis Boheman (Coleoptera: Curculionidae), es una de las plagas más importantes del algodón Gossypium hirsutum L. (Malvales: Malvaceae) en el continente americano. En la República Argentina se capturó por primera vez en 1993 en áreas no cultivadas de la provincia de Misiones, y en 1994 cerca de cultivos de algodón en el límite con Paraguay (Marengo Lozada y Whitcomb, 1993; Stadler y Buteler, 2007). Luego de los primeros informes en Argentina, la plaga se ha dispersado a nuevas áreas y, finalmente, a pesar de la fuerte acción del gobierno nacional para disminuir su propagación, se obtuvieron registros de la plaga en las principales zonas algodoneras de las provincias de Formosa (1994), Corrientes (1997), Chaco (2002), Santa Fe (2004) y Santiago del Estero (2015) (Lanteri et al., 2003; Sosa et al., 2009), donde se encuentra actualmente establecida.
El picudo del algodonero daña las estructuras reproductivas de las plantas de algodón debido a su estrategia de alimentación y oviposición, produciendo pérdida de calidad de fibra y abscisión de pimpollos (Showler, 2008). Las hembras oviponen en el interior del pimpollo o cápsulas pequeñas y permanecen hasta completar su desarrollo larval en tres estados. Las larvas del segundo o tercer estadio generan la abscisión de la cápsula, lo que permite culminar el desarrollo dentro de este en el suelo, hasta que los adultos emergen (Coakley et al., 1969; Showler, 2005; Showler y Cantú, 2005). La rápida colonización de la plaga está relacionada con características del ciclo de vida de esta especie, como por ejemplo, alta capacidad reproductiva, ciclo de vida multivoltino, desarrollo endofítico de las etapas inmaduras, junto con las condiciones ambientales, donde la depredación y el parasitismo proporcionan un control deficiente, aumentando rápidamente los niveles de infestación (Grilli et al., 2012).
Muchos estudios, especialmente estudios ecológicos de esta plaga, requieren diferenciar los sexos tanto de adultos como de pupas. Sin embargo, las diferentes técnicas utilizadas para el sexado tienen limitaciones o requieren entrenamiento previo. Entre las diferentes técnicas, se pueden mencionar la disección de adultos y la observación de la morfología interna, técnica posible únicamente cuando el estudio no requiere del insecto vivo. Otros métodos que permite el sexado es oprimir suavemente el abdomen del adulto hasta extraer parcialmente los genitales, o levantar los élitros hasta observar la cantidad de terguitos que es diferencial entre los sexos, aunque estos métodos generalmente pueden producir daños en el adulto (Sappington y Spurgeon, 2000).
La técnica más utilizada para sexar al picudo del algodonero fue descripta por Agee (1964) y mejorada por Sappington y Spurgeon (2000). El método para sexar adultos implica la observación del octavo (último) terguito abdominal, que en el macho es fijo y presenta una muesca en el centro, mientras que en la hembra es móvil y se proyecta junto con el ovipositor. Esta técnica fue ampliamente utilizada en diferentes estudios porque es fácil y muy precisa (Firmino et al., 2013; Greenberg et al., 2004a; Lewis et al., 2002; Spurgeon et al., 2003). Sin embargo, se requiere experiencia y habilidad para manipular adultos vivos sin dañarlos o que sufran estrés, fundamental en insectos que luego serán evaluados en ensayos de comportamiento. Otra limitación de esta técnica es que, cuando se necesitan obtener adultos vírgenes es necesario separar adultos recién emergidos para garantizar que los insectos no copulen, teniendo en cuenta que el apareamiento podría ocurrir luego de 12 horas de la emergencia (Mayer y Brazzel, 1963).
Burke (1968) y Anderson (1968) realizaron una descripción de las pupas de la tribu Anthonomini, principalmente de las especies A. grandis grandis y A. grandis thurberiae. Se reconocieron pupas hembras por la presencia de un par de lóbulos en una vista posteroventral; están ausentes en pupas machos. Esta diferencia de sexo es fácil de distinguir bajo el microscopio binocular. Las ventajas de esta técnica comprenden una manipulación factible de las pupas y permiten el sexado antes de la aparición de adultos. Por lo tanto, es fácil obtener insectos recién emergidos y vírgenes.
Nuestro objetivo es mostrar fotografías y dibujos interpretativos para ilustrar las diferencias entre las pupas de Anthonomus grandis machos y hembras, y mejorar la técnica de sexado en esta especie.
MATERIALES Y MÉTODOS
Los insectos fueron recolectados en el campo y obtenidos de una cría en laboratorio con dieta artificial. Se evaluó un total de 120 pupas (recolección de campo y de cría). La recolección de pupas en el campo consistió en 30 pimpollos de algodón presentes en el suelo, durante el ciclo reproductivo del cultivo de algodón en la Estación Experimental Agropecuaria (EEA-INTA) Reconquista, Santa Fe, Argentina (29° 11´ S, 59° 52´O) de enero a abril de 2017. Respecto a las pupas criadas en laboratorio, se obtuvieron pupas de la colonia mantenida en el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA), INTA Castelar, iniciada con individuos recolectados en áreas rurales de la provincia de Santa Fe, Argentina en 2007 y de la colonia mantenida en EEA INTA Reconquista. Ambas colonias fueron vigorizadas con gorgojos silvestres una vez al año. Las condiciones de cría fueron 27 ± 1 °C, 50 ± 10% HR y 12:12 fotoperiodo. Las larvas y los adultos fueron alimentados con una dieta artificial, de acuerdo con las modificaciones realizadas en la metodología propuesta por Monnerat et al. (2000).
Para sexar las pupas se siguieron las diferencias descritas por Anderson (1968). Estas diferencias se ilustraron utilizando la técnica de dibujo de grafito del último esternón abdominal visible, y las pupas se fotografiaron con un microscopio binocular. Además, observamos diariamente las pupas para evaluar cuándo se identifican estas características desde el principio hasta el final del estadio.
Finalmente, para evaluar las diferencias entre sexos en el tamaño corporal, se midieron la longitud y el peso de las pupas tanto para los insectos recolectados en el campo como para los insectos de la cría obtenida de laboratorio. La longitud de las pupas se midió usando una lámina milimétrica bajo un microscopio binocular (20x), luego se pesó individualmente con una balanza analítica (0,1 g). La longitud y el peso se compararon entre machos y hembras, utilizando la prueba t, con el programa R versión 3.4.1. (2017).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La figura 1 ilustra pupas de ambos sexos del picudo algodonero. En las pupas hembras, se observó un par de lóbulos subcontiguos cortos y convexos que se encuentran inmediatamente detrás del último esternito abdominal visible y anterior al ano (figura 1a). En los machos solo hay un área elevada indivisa detrás del último esternito abdominal (figura 1b).
Las estructuras ventrales de diferenciación de sexos también fueron fotografiadas (figura 2). Diariamente, se siguieron las diferencias entre pupas de machos y hembras. Al momento de pupación, los individuos muestran las estructuras que permiten diferenciarlos entre sexos. En las hembras, los lóbulos se distinguen fácilmente desde el comienzo del estado de pupación.
Con respecto al tamaño del cuerpo, la longitud media de las pupas recolectadas en el campo fue de 6,90±0,73 para las hembras (N=31) y 6,67±0,60 para los machos (N=24), y el peso promedio fue de 25,99±7,83 para las hembras y 24,67±7,09 para machos. No hay diferencias significativas entre sexos respecto a la longitud (t=1,23; g.l.=53; p=0,23) y peso (t=0,65; g.l.=53; p=0,52). Se encontraron los mismos resultados para las pupas de cría en laboratorio. La longitud promedio fue de 7,10 ± 0,77 para las hembras (N=28) y 6,82 ± 0,74 para los machos (N=30), y el peso promedio fue de 24,49±7,34 para las hembras y 21,99±7,30 para los machos. Tampoco se encontraron diferencias significativas entre sexos respecto a la longitud (t=1,41; g.l.=56; p=0,16) y peso (t=1,30; g.l.=56; p=0,20). Estos resultados son similares a los de estudios previos en los que no existen diferencias entre los sexos para la longitud corporal y el peso (Sappington y Spurgeon, 2000; Greenberg et al., 2004b). La variación en el acceso al alimento (calidad y disponibilidad) entre las larvas podría dar como resultado una amplia gama de tamaños de adultos (Greenberg et al., 2005) independientemente de su sexo.
En este trabajo, las diferencias entre sexos se identificaron rápidamente en todas las pupas observadas. Nuestros resultados actualizan información ilustrativa permitiendo la separación por sexo de pupas de A. grandis, así como aspectos sobre su biología. Esta técnica es fácil y rápida para los rasgos de sexado y es una herramienta útil al momento de realizar acciones necesarias para el Manejo Integrado de Plagas del picudo algodonero en Argentina.