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Revista Escuela de Historia

versão On-line ISSN 1669-9041

Rev. Esc. Hist. vol.16 no.2 Salta dez. 2017

 

ARTICULO ORIGINAL

De la “pobre obrerita” a la “valiente militante” y “madre protectora”: representaciones comunistas de las obreras textiles
Argentina, 1938-1946

(From the "poor worker" to the "courageous militant" and "protective mother": Communist representations of the textile workers
Argentina, 1938-1946)

Verónica Norando
Doctora en Historia, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)/Universidad de Buenos Aires (UBA)/Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE)


Resumen:

En este trabajo voy a explorar el discurso generizado hacia las obreras del sector, haciendo énfasis en cómo se construyó la feminidad y cómo fue la interpelación del comunismo a las mujeres en tanto obreras de la industria textil. El análisis de ese discurso permite entrever la constitución de una representación proletaria que desde el Partido Comunista (PC) se promovía hacia las trabajadoras y permite, a su vez, evidenciar la imagen de lo femenino desde el periódico gremial (El Obrero Textil) y la prensa del PC, así como poner en valor esas ideas y mostrar que juegan un rol clave en la constitución de una representación obrera femenina. En las páginas que siguen examino la interpelación hacia las trabajadoras de la industria textil desde un punto de vista que considera las relaciones de género como una relación social, desde una perspectiva que también se nutre de la historia social.

Palabras claves: Comunismo; Trabajadoras textiles; Representaciones; Imágenes

Abstract:

In this paper I will explore the generalized discourse towards women workers in the sector, emphasizing how femininity was constructed and how communism was challenged by women as workers in the textile industry. The analysis of this discourse allows us to glimpse the constitution of a proletarian representation that from the Communist Party (PC) was promoted towards the workers and allows, in turn, to highlight the image of the feminine from the trade paper (El Obrero Textil) and the Press of the PC, as well as to put in value those ideas and to show that they play a key role in the constitution of a feminine worker representation. In the pages that follow, I examine the questioning of women workers in the textile industry from a point of view that considers gender relations as a social relation, from a perspective that also nourishes social history.

Keywords: Communism; Textile workers; Representations; Images


Introducción

En la primera mitad del siglo XX la prensa obrera se convirtió en una herramienta fundamental para construir las identidades de los trabajadores en el Río de la Plata.1 A través de El Obrero Textil (EOT), periódico de la Unión Obrera Textil (UOT), sindicato de las/os obreros textiles, se puede analizar cómo este discurso interpelaba a los y las trabajadoras y militantes textiles. En este trabajo voy a explorar el discurso generizado hacia las obreras del gremio en particular, haciendo énfasis en cómo se construyó la feminidad y cómo fue la interpelación a las mujeres en tanto obreras. El análisis de ese discurso permite entrever la constitución de una representación proletaria que desde el Partido Comunista (PC) se promovía hacia las trabajadoras y permite, a su vez, evidenciar la imagen de lo femenino desde el periódico gremial y la prensa del PC, así como poner en valor esas ideas y mostrar que juegan un rol clave en la constitución de una representación obrera femenina.

En las páginas que siguen examino esta temática desde un punto de vista que considera las relaciones de género como una relación social en el sentido expuesto por Teresa de Lauretis: “El género representa así no un individuo sino una relación, y una relación social”2. Partiendo de que la extensión del nuevo concepto de trabajo como mercancía constituyó un elemento estructurador del sistema de género en las sociedades industriales al negar el valor económico del trabajo de las mujeres y, de este modo, colocar su actividad laboral al margen de las consideraciones económicas3, en los apartados que siguen analizo los aspectos fundamentales del discurso de la UOT hacia las trabajadoras en el contexto de la dirigencia comunista. Coincido con Mary Nash en que la identidad colectiva de género fue fundamental en la creación y en la consolidación de la identidad de la figura de trabajador y en la asociación de valores diferenciados vinculados con el trabajo. Los registros culturales enuncian, a la vez que reafirman, las diferencias de clase y de género y son clave en la articulación de identidades y en la construcción de una mirada que las define4.

Para comprender las características de las interpelaciones de la prensa obrera desde una perspectiva de género he seleccionado además de EOT y sus secciones femeninas, también una serie de publicaciones comunistas de la Comisión Nacional Femenina del partido, algunos folletos escritos por Alcira de la Peña, dirigidos específicamente a las trabajadoras entre 1936 y 1946 y el periódico comunista Mujeres Argentinas (MA). Las publicaciones del PC y, sobre todo, las de la Comisión Femenina del mismo son documentos fundamentales para la reconstrucción de la mirada que el partido tenía sobre la feminidad y cómo se relacionó esa mirada con las particularidades del mundo del trabajo.

En cuanto a la perspectiva de análisis que me orienta, quiero dejar en claro que para examinar la realidad estoy segregándola, y que la misma forma parte de un complejo vastísimo nutrido tanto de una dimensión discursiva, en el plano de lo simbólico, de las imágenes, como de una concreta-material, y que estas dos dimensiones están relacionadas de manera dialéctica. Fundamentalmente, pienso que este discurso hacia las trabajadoras es uno de los elementos constituyentes de sus experiencias, su identidad y su conciencia como proletarias. La experiencia que viven los hombres y las mujeres dentro de las clases sociales, si bien confluye en la relación con los medios de producción (es decir, tienen, varones y mujeres, la misma conexión con los medios de producción) es diversa en lo que respecta a sus experiencias con éstos a nivel genérico. Por la importancia que le doy al factor político-ideológico, considero que la interpelación de EOT y del PC hacia las trabajadoras textiles, caló en la constitución tanto de la percepción de los roles genéricos como de su lugar en el sistema de clases, al mismo tiempo que representó las situaciones y vivencias concretas de las trabajadoras.

Otras miradas, desde diversos puntos de vista, tanto a nivel internacional como local son antecedentes directos de esta perspectiva analítica. Ya he remitido a ellas en otros trabajos.5 A nivel local, quiero destacar los estudios de Marcela Nari (1994), Silvana Palermo (2016), Débora D’Antonio (2000), Andrea Andújar (2016, 2015) y Laura Caruso (2016). A nivel internacional, se encuentran los trabajos de Dorothy Thompson (2013), Catherin Hall (2013), Thomas Klubock (1993) y Ann F Alvear (…) entre otros.  En línea con estas investigaciones, el presente trabajo busca incorporar la dimensión de género al análisis en términos de clase, y considero que el género es una construcción socio-cultural basada en diferencias sexuales objetivas pero su análisis no debe basarse sólo en éstas, puesto que hay que incluir la relación de estos sujetos sexuados con los medios de producción. El sistema de géneros configura relaciones asimétricas de poder6 que se combinan con la explotación y dan lugar a particularidades clasista-genéricas. Asimismo, estimo que la identidad y la conciencia de género son parte constitutiva de la identidad y la conciencia de clase. Éstas están condicionadas por el lugar de la mujer y del hombre en la división sexual del trabajo así como por su lugar en el sistema productivo. Las mujeres de la clase obrera viven una experiencia particular. Aquí parto de la idea de que la manera específica de proletarización de la mujer es un elemento condicionante, que da lugar a una experiencia, identidad y conciencia obrera femenina porque “las mujeres están proletarizadas en tanto tales (…), su destino de mujer las persigue incluso en su trabajo [productivo]”7. La obrera no sólo es explotada laboralmente, también es oprimida en tanto mujer, y esta realidad sale a la luz en la lectura y análisis de EOT y las publicaciones comunistas.

1 Compañeras, militantes, fuertes

Durante el período 1936-1938 (período de la dirigencia socialista del gremio) desde la UOT la interpelación hacia las mujeres trabajadoras estuvo caracterizada por tres variables: se la vio como competidora, como complemento y, por último, como un ser débil y victimizado. Esta caracterización fue parte de la interpelación a las trabajadoras por parte de los varones organizados y la he analizado en otros trabajos8.

Aquí me interesa el período 1938-1946, cuando el contenido de la interpelación a la mujer como obrera sufrió una transformación marcada por un movimiento de continuidades y cambios en el que permanecieron algunos tópicos y otros nuevos aparecieron. En la etapa anterior esta interpelación tenía tres variables: competidora, complemento y debilidad. Éstas van ir cambiando e irán trocando en sus opuestos, pero permanecen resabios de lo que habían sido anteriormente.

Este período está signado por la aparición de LOT, luego, La Página de la Mujer (LPM), como secciones de EOT, a cargo de la Comisión Femenina del sindicato. Esta comisión se formó en 1938 y es de principal importancia para analizar la interpelación hacia la mujer trabajadora. Hay un cambio fundamental con respecto al período anterior puesto que no sólo la voz masculina interpela a las mujeres sino que aparece la voz de las propias mujeres activistas del sindicato. También cambia la dirigencia del gremio, que a partir de 1939 estará bajo la dirección del PC. A continuación, analizaré la interpelación de este partido hacia las trabajadoras. En esta interpelación, dentro de la relación inter-género/intra-clase pero también intra-género/intra-clase, se van a destacar tópicos como: compañera, militante, digna, fuerte, hermosa y consciente.

En los primeros años del período (1938 a 1940) sigue existiendo el carácter de competencia que encarnan las trabajadoras para el sector masculino de la clase. Encuentro en las páginas de LOT que las obreras militantes intentan modificar la opinión de sus compañeros, para concientizar al trabajador varón y que vea a las obreras como sus compañeras y no ya como competidoras: “Uno de los factores que traban el libre desenvolvimiento de la mujer es la oposición que encuentra en sus distintos trabajos por parte de sus propios compañeros los obreros, ven en la mujer una competidora que los perjudica enormemente”.9

Por una parte, al mismo tiempo que se comprueba esta concepción masculina sobre la mujer trabajadora, por otra parte veo que va ganando terreno la noción de que la obrera es y debe ser vista como compañera del obrero, tanto en lo económico, en lo que respecta a que es una compañera que sufre la misma explotación, como en lo político, en tanto compañera en el nivel de la militancia.10 Esta noción de la mujer trabajadora como compañera va a ir adquiriendo mayor relevancia en las páginas de EOT hasta llegar a desterrar la perspectiva (al menos en la interpelación) de la mujer como competencia.

El carácter complementario de la trabajadora, aunque nunca deja de existir, comenzó a desplazarse por la noción de la mujer como sujeto autónomo, que pudo haber querido trabajar para lograr su independencia. Esto se ve tanto en las páginas de la LOT, a nivel teórico,11 como en el resto del periódico en general, pues la consigna “a igual trabajo igual salario” comienza a ser mucho más frecuente que en el período anterior. En el nivel político las trabajadoras comienzan a tener más protagonismo por sí mismas, las mujeres se van constituyendo como sujetos políticos autónomos, es decir, no como complemento, y en los hechos la mujer trabajadora se comienza a manifestar en el periódico por medio de su propia voz: “La Comisión Femenina, ha presentado […] un informe sobre la situación de las obreras textiles y sus reivindicaciones”.12 En esta experiencia es importante también su relación política con el sindicato: no debe soslayarse la importancia del permanente llamado a la participación de las mujeres, por parte de los dirigentes (en su mayoría varones), desde una determinada ideología política, el socialismo primero y el comunismo después.

A este respecto, se puede observar que hay una mayor participación de las mujeres en los puestos dirigentes del sindicato, tanto en los informes de la gestión que aparecen en el periódico como en la cantidad de fotos (que he utilizado para el análisis) Aquí voy a introducir algunas.13 Cuento con una galería fotográfica, desde la cual se puede observar como la redacción del periódico representaba a los dirigentes destacados y a través de éstas se ve cómo a través de los años aumenta la cantidad de mujeres que se destacan por su militancia dentro del gremio: en una de estas, de un total de 24 militantes, 6 son mujeres [Foto1].


Foto 1
Militantes destacados del sindicato
Fuente: EOT, año VIII, N° 57, Buenos Aires, septiembre de 1942, p. 8: “Activos militantes de la organización que se destacan por su labor en el gremio”.

Es decir, un 25%, que es un porcentaje muy alto teniendo en cuenta que, para los años de 1936, 1937 tengo registro solo una mujer en las instancias de dirección: Dora Genkin. También se observa la creciente participación de las mujeres en los congresos del gremio y de las obreras en diversas actividades, especialmente en protestas callejeras, o llevando adelante conflictos de envergadura [Foto 2].


Foto 2
Jóvenes militantes de la Sérica de La Plata, noviembre de 1939
Fuente: EOT, año VI, N° 30, Buenos Aires, noviembre de 1939, p. 4: “Numeroso grupo de compañeras de la Sérica exteriorizan su protesta contra las cesantías impuestas por la empresa”.

Pero también se reflejan en las fotos las características específicas de la militancia femenina. Con respecto a esto último, se puede observar que las militantes concurrían con sus hijos a las actividades políticas [Foto 3].


Foto 3
Niños asistiendo con sus madres al homenaje a la Comisión Directiva saliente del sindicato. Junio de 1938
Fuente: EOT, Año V, N° 22, junio de 1938, p. 4: “Cabecera del lunch a la C. D. saliente”

Esto da pie para reflexionar sobre las dificultades, y cómo se sorteaban las mismas, que imponía el trabajo doméstico.

Con respecto a la caracterización de falta de conciencia política y de clase atribuida a las mujeres por EOT, vi que en la etapa anterior ésta se manifestaba a través de la voz masculina del sindicato como llamado a la concientización de las obreras de la importancia de la organización y la lucha para lograr mejoras en las condiciones de trabajo, es decir, para lograr que las obreras desarrollen conciencia de clase. En los números anteriores a 1938 (cuando aparece por primera vez LOT) no aparece en el periódico la voz de las mujeres directamente, sino que se encuentra mediatizada por el sexo masculino. Después de esta fecha las mujeres comienzan a hablar por sí mismas y es en la sección femenina, LOT, donde se manifiestan estas voces, por ejemplo, a través de infinidad de reportajes a obreras.

Con respecto a la inconciencia atribuida a las obreras es interesante analizar las palabras de María Rivero, maquinista de telar, trabajadora de la fábrica Manufactura Algodonera Argentina de 2.200 trabajadores, quienes llevaron adelante una huelga de más de dos meses de duración durante el año 1941. A María le hicieron un reportaje para que cuente sus experiencias como trabajadora de esta fábrica y ella comentó: “Antes de la huelga del año pasado, ganaba 30 centavos por hora, cuando entramos a trabajar me aumentaron 16 centavos y ahora ganaba 56, casi el doble, reconozco que ello ha sido debido a la acción de la organización. Estamos nuevamente en huelga para defendernos de los despidos”.14

Si bien puedo poner en tela de juicio las palabras de María, en el sentido de que pueden haber sido dichas solo a los efectos de hacer propaganda por la organización, de su testimonio se desprende que no sólo eran los varones los que consideraban a las mujeres como seres a los que había que dotar de conciencia de clase, a los que había que concientizar, sino que ellas mismas se veían, se sentían, de ese modo. En el reportaje a María, la palabra “reconozco” hace pensar que lo que se quiere decir es que antes no se reconocía o que antes no se había dado cuenta de la importancia de la lucha, la organización gremial y la solidaridad de clase. Y, a los efectos de este análisis no importa si las palabras de María son ciertas, lo que interesa es que, si están allí publicadas y de esa manera, es que así se consideraban las mujeres textiles así mismas. Otra cuestión importante es que la obrera hizo énfasis en la experiencia vivida en el conflicto para llegar a esta conclusión. Entonces, en lo que respecta a esta variable, veo que existe una continuidad (las mujeres son sujetos políticos, pero todavía siguen siendo consideradas seres inconscientes), por lo que hay una transformación marcada por un movimiento de continuidades y cambios. El proceso es complejo, porque si bien existe esta continuidad también veo que va ganando terreno la perspectiva de la mujer como sujeto consciente.

La trabajadora como ser débil es otra de las variables de la interpelación como obrera que en este período va cambiando de contenido hasta convertirse en su opuesto, aun con resabios de la etapa anterior. Hacia fines de la década del 30 y principios de los 40, cuando ya es palpable la predominancia comunista entre los dirigentes del sindicato, veo como esta visión de la obrera como ser débil va dejando lugar a una imagen de fortaleza, ligada, primero a la experiencia de las mujeres en la Guerra Civil Española y, luego, a la imagen femenina a la que dio lugar la experiencia de las trabajadoras soviéticas, la cual también puedo observar en las fotografías [Foto 4].


Foto 4
Trabajadora soviética
Fuente: EOT, año VII, N° 48, Buenos Aires, noviembre de 1941, p. 12: “La mujer soviética interviene en la producción”.

La nueva imagen representaba el valor que se le daba al hecho de que la mujer se hiciese cargo de trabajos que hasta ese momento no le habían correspondido (“Preparación de 100.000 conductoras de tractores”,15 versaba una nota en la que se describía el trabajo de las mujeres en la Unión Soviética). La interpelación como obrera va adquiriendo el carácter de mujer fuerte y abnegada: “Obreras de todas las edades, desde las adolescentes […] hasta la anciana […] se alzaron contra la injusticia que se comete con ellas”.16 Es interesante observar cómo las mujeres activistas del gremio interpelaban a sus propias compañeras, también identificándolas como importantes activistas: “Sobre el movimiento de los obreros de esta fábrica, opinan las activas y entusiastas participantes”.17

Estos cambios en el contenido de la interpelación hacia la mujer como obrera dieron lugar a que surgiera otra variable en la interpelación: a la obrera ahora también se la ve como militante. Esta característica de la interpelación hacia la mujer como obrera en cierta medida estaba presente en el período anterior, pero se vivenciaba por la negativa: se observaba a la trabajadora como poco participativa (aunque muchas veces la experiencia real no se condijera con esta visión, considerando la gran participación de las obreras en las huelgas y en la actividad militante en las fábricas).18 Como vengo señalando, hacia fines de la década del 30 y principios de los 40 la interpelación hacia las obreras cambió su contenido, pero, a pesar de las continuidades, el cambio fue significativo y dio paso a una nueva caracterización de las obreras, a una nueva representación.

2 La maternalización de las obreras

La maternidad es la otra dimensión de la interpelación hacia las trabajadoras, tanto en EOT como en las publicaciones del PC. Ser mujer es ser madre, de hecho, o potencialmente, en la sociedad capitalista; una cosmovisión que tiene su raíz en la relación de las mujeres con el capital: ésta es, fundamentalmente, la de producir y reproducir la fuerza de trabajo, presente y futura, de la que depende toda la explotación capitalista.19 Siendo así, en la cultura capitalista moderna, en la medida en que se trata de una organización patriarcal, se identifica a la feminidad con la maternidad.20 A partir de una posibilidad biológica (la capacidad reproductora de las mujeres) se instaura un deber ser, una norma, cuya finalidad es el control tanto de la sexualidad como de la fecundidad de las mujeres.21 Pero, además de las condiciones biológicas de la reproducción sexuada, las condiciones sociales, económicas y políticas de la reproducción de la vida social configuran también la función materna: la división sexual del trabajo de la sociedad moderna (y de toda estructura patriarcal) establece que las mujeres, además de la concepción, gestación, parto y lactancia, se ocupen casi en exclusiva de la crianza de los niños, que por otra parte no es reconocida como un trabajo social.22

Como plantea Marcela Nari, esta estrategia de control y disciplinamiento no fue sólo de género sino de clase.23 El elitismo de los libros de consejos para mujeres del siglo XIX en la Argentina fue desplazado por la consolidación de la ciencia de la economía doméstica, extendida socialmente a través de la escuela y las publicaciones. La naturalización de la mujer doméstica implicaba su universalización: predicar para todas las mujeres, la mayoría de ellas, trabajadoras.24 Siguiendo a Paula Aguilar: el hogar de las clases trabajadoras, de la “familia obrera”, se constituyó en objeto de preocupación en la definición de los problemas sociales y horizonte privilegiado de las intervenciones posibles del Estado.25 Las mujeres eran los seres naturalmente dispuestos al hogar porque se consideraba que su organismo era más débil, su entendimiento más vivo, su corazón formado expresamente para amar con ternura. El destino de las familias, sus éxitos y fracasos, aparecían dependiendo enteramente de las mujeres.26 Debo señalar que, a su vez, en la década del 30 esta cosmovisión se profundizó.27 Se desprende del análisis del periódico que, para los militantes varones y mujeres de la UOT, ser mujer es ser madre y esta fue una de las dimensiones de interpelación hacia ellas a su vez que una de las dimensiones de la identidad de las trabajadoras.

Para retratar esto transcribiré unas líneas que forman parte de un poema publicado en EOT: “Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez trabaja con vigor de la juventud; una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud, una mujer que siendo vigorosa se reviste a veces con la bravura del león; una mujer que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero, después de muerta daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios...”.28

En el análisis de estas palabras no sólo se destaca la maternidad como una dimensión importante en la interpelación a las trabajadoras y en su identidad, sino que también se trasluce cómo debía ser esa madre: cariñosa, abnegada, solícita en los cuidados, sensible, sencilla y desprendida de las cosas materiales... Son las características con las que, en el ideal, la madre debía contar. Asimismo, en todos los números de Mujeres Argentinas (MA), periódico comunista dirigido a las trabajadoras, no sólo de la rama textil, leo una serie de consejos para las madres: en el Nº 1 sobre como bañar a los niños menores de dos años, en el Nº 2 sobre el cuidado de los dientes de los niños, en el Nº 3 sobre la mortalidad infantil, en el Nº 4 sobre la lactancia, etc.29 Todos los números contienen consejos para las madres, lo que denota que la maternidad era un aspecto importante de la interpelación y la identidad de ellas.

Esta dimensión sobresaliente del discurso está profundamente relacionada con el lugar específico que tiene la mujer en esta sociedad, ser especialista en la reproducción. Llegado este punto, hay que analizar someramente en qué consiste este trabajo reproductivo, el doméstico (escindido, en el sistema capitalista, del ámbito de la producción social), que realiza la mujer, y cómo repercute este trabajo en la forma de inserción de las mujeres en el ámbito productivo. La característica distintiva del trabajo doméstico es que, a diferencia del productivo, éste produce valores de uso.30 Estos valores de uso consumidos por un individuo contribuyen a reproducir su fuerza de trabajo. Lo que determina el proceso de trabajo doméstico es que representa una producción privada, no solamente porque se efectúa dentro de un marco privado (en comparación con el resto de la producción social), sino también porque se realiza para un uso privado.31 Además, aquí lo afectivo está imbricado en una relación de servicio, lo que hace difícil distinguirlo como un trabajo.32 El servicio no pagado que representa el trabajo del ama de casa proporciona a la mercancía fuerza de trabajo un valor superior al que tendría si no contara con este servicio y, a su vez, incrementa indirectamente la masa de plusvalía.33 Otra característica principal reside en la naturaleza de este trabajo doméstico: la mujer, en parte, no participa, como lo hace el obrero, directamente en la producción social y esto tiene consecuencias importantes para comprender la diferencia radical que distingue al trabajo doméstico de otros y cómo condiciona a la inserción de la mujer en el sistema productivo (si se considera que aun trabajando en una fábrica, u otro sector, sigue siendo la encargada del trabajo doméstico).

Para analizar el discurso de los gremialistas hacia el sector femenino de la clase obrera textil, y para comprender cómo juega este lugar específico de la mujer en las reivindicaciones de la misma en el ámbito productivo, es de fundamental importancia tener en cuenta esa experiencia que vive la mujer en la sociedad argentina de la década del 30. En este sentido, durante el período estudiado en EOT se leen innumerables notas sobre la madre trabajadora; de hecho, la reivindicación por excelencia del sindicato con respecto a las mujeres es, antes que “a igual trabajo igual salario”, “protección a la madre trabajadora”,34 como ya he analizado en otros trabajos mencionados en páginas anteriores. Es significativo que esta caracterización de la mujer como madre es una constante durante todo el período, tanto en la etapa marcada por la influencia socialista como en la caracterizada por el influjo comunista.

Si bien la reivindicación de la igualación de los salarios entre hombres y mujeres aparece aisladamente en el primer período, y más marcadamente en el segundo, el reclamo más importante con respecto a las mujeres es la protección en tanto madres. Recorriendo las páginas del periódico en los primeros años del sindicato encuentro numerosas notas instando a las obreras para que luchen por la sanción de la Ley del Seguro de Maternidad.35 Una vez reglamentada la ley, me encuentro con páginas completas del periódico dedicadas a su explicación y a la lucha por su reforma, ya que eran comunes “los abusos que cometen muchos industriales en los descuentos […] no reintegran los aportes y además retienen el aporte de las obreras”;36 “Nuestras pagas son tan magros, que sacar de nuestro sueldo cualquier suma es un dolor y debemos querer su reforma [de la ley]”.37

Para las obreras textiles la ley necesitaba una reforma porque consideraban abrumadores los aportes en relación con el salario. Esto propició un movimiento de reforma que convocó a las obreras textiles en una comisión especial encargada de las movilizaciones y las gestiones ante las autoridades.

3 La “cuestión de la mujer” en los escritos comunistas

En el período de estudio el PC mantuvo su estructura organizativa basada en las células. Hernán Camarero ha señalado que este ordenamiento estaba relacionado con el objetivo de ponerse bajo los cánones políticos y organizativos de laInternacional Comunista, que, bajo la égida bolchevique, se encargó de la organización del comunismo en el mundo. A su vez, el partido se proletarizó.38 Para los comunistas los sindicatos eran una fortaleza que sitiar, contra la cual las células brindaban una buena máquina de guerra.39 A diferencia de lo que he visto para la organización de las mujeres por parte del PC su inserción no era territorial sino fabril o por empresa, pues independientemente del domicilio del militante, la célula aglutinaba a grupos de trabajadores en su ámbito laboral.40 El sistema celular permitió al comunismo actuar clandestinamente cuando fue perseguido.41 Además, el partido contaba con células mixtas, con miembros de distintas empresas, de calle (denominadas luego de bloqueo).42

Adriana Valobra plantea que, en 1935, si bien había afiliadas, el número de mujeres era ínfimo. Pero para mediados de la década del 30 el PC se embarcó en la tarea de captar mujeres.43 Este proceso también fue producto de las experiencias a las que dieron lugar, por un lado, la guerra civil española, en el sentido de las vivencias políticas de las mujeres a nivel internacional y la Segunda Guerra Mundial. Éste es el contexto en el que se insertan las posturas del PC con respecto a las mujeres. En un marco de importancia creciente de la militancia femenina, tanto en el partido como fuera de él, el mismo se involucró con las reivindicaciones de las mujeres.

Para entender mejor la interpelación y la representación que se difundía en la prensa obrera de los y las obreras textiles bajo la dirección comunista he analizado escritos de Alcira de la Peña y folletos de la Comisión Nacional Femenina del PC sobre la cuestión de la mujer. Estos escritos dejan traslucir la perspectiva del partido sobre los problemas específicos de las mujeres. Del análisis de los mismos se desprende una doble dimensión en la interpelación a las mujeres: como madres y como obreras y trabajadoras. Asimismo, la emancipación de la mujer no se entendía como una cuestión en sí misma sino en relación con la política de Frentes Populares y la revolución democrático-burguesa.

Al igual que en la prensa obrera de los trabajadores textiles y en partidos comunistas de otras latitudes44 un eje fundamental de la interpelación a las mujeres por el PC era su calidad de madres, de hecho o en potencia; como mostraré, los otros dos ejes (como trabajadora y como ciudadana) están permeados por su identidad de madres. A partir del análisis de los documentos puedo afirmar que se exaltaba la calidad de madres de las mujeres, y en la perspectiva del PC era por ser madres que necesitaban conseguir todas sus reivindicaciones específicas. Por ejemplo, la carestía de la vida fue vista como una cuestión que debían resolver las mujeres en su calidad de madres, ya que por este motivo no podían alimentar bien a sus hijos:

“Con tantos sinsabores, en medio de tanta adversidad, reciben las mujeres del pueblo el fruto de su vida y el pequeño ciudadano de nuestro país, comienza comúnmente, desde que nace, un doloroso camino de miseria y de desesperanza. La pobreza de nuestras ciudades […] es un factor que conspira contra la integridad de la familia”.45

Y este era un problema de la mujer, así como también lo era la salud y la educación de los niños: “La mujer que tiene el privilegio de crear vida, tiene también el derecho de exigir que se la proteja, para que esa vida sea fuerte y feliz. Por eso, todos los problemas que se relacionan con la salud y la educación de los niños, son problemas de la mujer”.46

En los escritos del PC se honra la maternidad, y como ejemplo de la nación que hacía más honores a las madres consignaban a la Unión Soviética: “En el país del Socialismo, no solo se protege, también se honra la maternidad. En 1944 se instituyeron altas condecoraciones para las madres de muchos hijos: “Medalla a la maternidad”, la orden de la “Gloria Maternal” y el honroso título de “Madre Heroína”.47

La maternidad estaba ligada a la familia y la lucha por la emancipación de las mujeres estaba relacionada con la lucha por el bienestar de la familia: “En este momento […] será muy peligroso para las fuerzas del progreso y de la democracia, despreocuparse de este frente y no ayudar a las masas femeninas a organizarse para luchar por sus reivindicaciones propias, por sus derechos, por el porvenir de la infancia y el bienestar de la familia”.48

Se desprende de las palabras de Alcira De la Peña que la lucha de las mujeres estaba indisolublemente ligada a la familia y a la maternidad, “por el porvenir de la infancia”: “Defender el hogar, la familia y la infancia […] luchar por el porvenir de la familia, es dar a la mujer toda la ayuda necesaria para liberarla de los rigores del trabajo doméstico, ayudándola mediante la planificación de todas las obras de ayuda social a la madre y al niño, a bien criar a sus hijos. Es combatir por los derechos de la mujer y la infancia”.49

Por lo tanto, la postura del comunismo ante la cuestión de la mujer se centraba en la maternidad y se pedía para ella una asistencia completa por parte del Estado.50

El segundo eje en la interpelación a las mujeres por parte del PC era como obreras y trabajadoras. Aquí también, al igual que en la prensa de la UOT aparece el modelo de la trabajadora soviética como ejemplo para las obreras: “La educación de la mujer soviética y también de todo el pueblo para que desarraigara sus prejuicios heredados del feudalismo acerca del papel social de la mujer, hicieron posible que en vísperas de la guerra hubieran obreras en la industria y en la agricultura altamente calificadas”.51

Las dos denuncias más importantes con respecto a las obreras eran la doble jornada laboral (en el trabajo y en el hogar) y los salarios inferiores a los de los varones. Con respecto al doble trabajo de la mujer los escritos de la Comisión Nacional Femenina son elocuentes: “En efecto. La mujer después de su jornada de trabajo tan agotadora como para los hombres, debe recién atender todos los trabajos del hogar que son por sí mismos pesados y agobiantes. No hay casas-cunas ni guarderías, los jardines de infantes son escasos, están inadecuadamente organizados y mal distribuidos. Y además, ¿cuántos comedores y casas colectivas se han creado? ¿Cuántos lavaderos mecánicos a precios accesibles se han fundado en el país? Sin todo eso sucede que las mujeres que trabajan en las fábricas durante 8 horas […] a un ritmo enloquecedor […] deben volver a su casa a lavar los pisos y a cocinar para toda la familia”.52

Se desprende de estas palabras que la mujer que era obrera también era madre de hecho o en potencia, en el lenguaje de la Comisión Nacional Femenina.

Una reivindicación sobresaliente de las mujeres en tanto obreras fue la construcción de guarderías y jardines de infantes que permitían llevar a cabo los dos roles, el de trabajadora y el de madre. En este sentido, también la problemática de la salud de las obreras fue visualizada con la lente de la maternidad: “Sin embargo, el problema de la salud de las obreras trasciende el interés privado; es de importancia social y nacional, porque existe una relación fatal entre la salud de las madres y la salud de sus hijos, y está demostrado que la mortalidad del niño de corta edad aumenta como consecuencia directa de las malas condiciones de trabajo de las madres”.53

Declaraciones muy frecuentes en los escritos de las militantes comunistas eran las que versaban sobre la injusticia de la diferencia salarial entre varones y mujeres. Como se ve en la cita que sigue, se hacía hincapié en que las mujeres vivían las mismas dificultades que los varones en el mercado laboral, y aun así, su remuneración era más baja: “Pero a pesar de que las mujeres ocupan todos los cargos, aun los más calificados, a pesar de que se someten por igual a todas las dificultades y de que son igualmente víctimas de las malas condiciones de trabajo, su remuneración es siempre menor”.54

Al igual que en EOT, esta denuncia era muy habitual en los escritos que he analizado de la Comisión Nacional Femenina hacia 1946, aunque no se lograba identificar la invisibilidad del trabajo doméstico como la causa principal de la inferioridad de salarios de las mujeres, se planteaba su injusticia y se ponían los orígenes de esta desigualdad en “viejos prejuicios”.

Más allá de la desigualdad de salarios, el hecho de que la mujer trabaje en el ámbito de la producción social fue visto por el PC como un progreso: “Los imperialistas no desconocen que millones de mujeres trabajan en el mundo. Históricamente esto es un progreso y además, la presencia de mujeres en las fábricas, junto a los obreros, hace que millares de ellas participen de las luchas proletarias por el pan y la libertad, realizando así una vida política intensa”.55

Para mí esta perspectiva comunista del trabajo femenino en las fábricas como un progreso social y un avance en la actividad política de las trabajadoras, permite comprender el tinte positivo que adquiere la interpelación a las obreras desde la UOT bajo la dirigencia comunista.

En las reivindicaciones que propuso el PC para las obreras vuelvo a encontrar en la prensa el entrelazamiento de demandas económicas con otras relacionadas con el hogar: “Las obreras tienen los mismos problemas que afectan a sus camaradas y muchas otras reivindicaciones más, que se refieren a la aplicación y ampliación de la ley de maternidad y la ley 11.317 de protección al trabajo de mujeres y menores, a instalaciones higiénicas como baños y vestuarios, comedores, salas maternales, jardines de infantes, su gran consigna ‘a igual trabajo, igual salario’”.56

4 Desarrollo de una interpelación proletaria maternal

Durante la primera mitad del siglo XX, la incorporación de las mujeres al trabajo en fábricas y talleres era presentado en la prensa obrera con marcados tonos sombríos, aun en aquellas actividades donde las mujeres eran una infinita minoría o estaban ausentes.57 La integración de la mujer al trabajo asalariado despertó fuertes polémicas entre los trabajadores, pero involucró también a otros actores sociales y políticos, a periodistas, empresarios y gobernantes.58 La “cuestión femenina” estuvo en el centro de una controversia que adquirió visibilidad hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX por razones vinculadas con la salud moral de la nación o la salud de la raza.59

Como aprecia Mirta Lobato, la visión sobre el trabajo de las mujeres y sus consecuencias se construyó bajo la lente de la mirada varonil, pues la prensa gremial fue el resultado de una importante socialización masculina a través del sindicato y sus periódicos.60 Ya he mostrado que una noción común en la prensa obrera del sindicato textil bajo la dirección del socialismo (y que se repite en toda la prensa obrera del período) fue la de la debilidad femenina que convirtió a la mujer en víctima fácil de la voracidad patronal.61 Esa debilidad, que, desde la perspectiva de la prensa sindical, convertía muchas veces a la trabajadora en indiferente frente a la participación en el sindicato y en las protestas hizo que la organización obrera reiterara una y otra vez la convocatoria para que se unieran a los compañeros varones con la meta común de modificar al conjunto de la sociedad: “Es necesario entonces iniciar una intensa propaganda tendiente a interesar a las obreras por el sindicato, despertando en ellas la preocupación de elevar sus condiciones al mismo tiempo que interesarlas en el conocimiento de las disposiciones legales que las favorecen en el trabajo”.62

Otra visión común, también remarcada por Lobato, fue la de la “pobre obrerita” que poco a poco se fue conformando como parte de una identidad cultural en la ciudad de Buenos Aires).63 En esta imagen sobresalen tres elementos: la oposición entre belleza y trabajo, la tensión entre honra y deshonra y la relación entre trabajo femenino y prostitución.64 El trabajo como degradación, como alteración al orden natural, como peligro para la moral de la mujer, se había ido consolidando al mismo tiempo que las transformaciones en el orden económico, político y social.

Ahora bien, en los periódicos comunistas, a medida que se fue afianzando la idea de que la instauración del nuevo régimen en la Unión Soviética ayudaría a lograr la igualdad entre varones y mujeres, las imágenes de mujeres sonrientes, en sus puestos de trabajo fueron sustituyendo a la figura lánguida de la mujer explotada con la que se representaba a las trabajadoras. Como ya he visto, de acuerdo con los lineamientos del Partido Comunista de la Unión Soviética el trabajo asalariado de la mujer era crucial para su total liberación, era un progreso. En el comunismo europeo y en la propaganda soviética se fue consolidando la figura de una mujer que se integraba a todos los espacios de labor, a las organizaciones de todo tipo y a las protestas, y que no estaba atada a las obligaciones del hogar Paralelamente, se fue afianzando la idea de que las labores domésticas podían ser socializadas con lavanderías, cocinas, guarderías y jardines de infantes comunales. El Partido Comunista local difundió esa idea de una “nueva mujer” para la que no había limitaciones laborales y tanto podía cocinar como realizar reparaciones eléctricas. Junto a los hombres de hierro del período estalinista se fue dibujando la idea de una compañera con las mismas características.65 En la prensa del sindicato de los y las trabajadoras textiles, así como también en los escritos y prensa del PC, es posible hallar la difusión de un perfil de trabajadora que fue constituyendo una nueva representación a través de la interpelación a las obreras. Una representación que concilia su carácter de obrera con su condición femenina, entonces, una representación de clase generizada.

Puedo afirmar que es a partir de 1938 cuando se comenzó a difundir esta nueva imagen obrera femenina y la causa principal de este giro fue la incorporación de las mujeres a la militancia gremial. Con el nuevo protagonismo de las trabajadoras textiles en la militancia del sindicato, sumado a los lineamientos ideológicos difundidos por el PC, se constituyó una nueva representación obrera femenina, cuyas principales características fueron la maternidad y el trabajo fabril. El análisis del periódico del sindicato de los y las trabajadoras textiles me ayuda a identificar esta doble dimensión: “Es la mujer que después de desempeñar la ruda tarea en la fábrica, viene a su hogar y debe desempeñar los quehaceres, es ella que vela por la cultura de sus hijos, pues es también ella la que debe organizarse para luchar contra la explotación inicua y por la emancipación de la clase trabajadora”.66

Éstas eran las palabras de Flora Azbatz, militante del gremio en 1938. La maternidad y el trabajo en la producción social son las características sobresalientes de esta representación de las obreras.
Al mismo tiempo hay una reivindicación del ser proletario como algo positivo para las mujeres. Ya he mencionado que para el PC el trabajo de la mujer en la producción social era un progreso a nivel social. Además, la imagen de una obrera fuerte, bella, abnegada, comienza a predominar en contraste con la “pobre obrerita” del período anterior. También se resaltan las aptitudes de las obreras como militantes, ellas eran valientes al enfrentarse con las patronales y la policía: “Entre las centenares de activas compañeras de la Organización, de esas abnegadas obreras que posponen en infinidad de veces sus ocupaciones personales, para entregarse de lleno a las tareas de la organización en que militamos, contamos con la compañera Carmen Gómez”.67

El PC propició una representación proletaria femenina. Proletarizó la condición femenina en el nivel de las representaciones obreras. Este proceso dio lugar a la producción de una interpelación proletaria maternal en la que la dimensión de la maternidad sobresalía. En un desarrollo que involucra las identidades y la cultura obrera se produce la proletarización de la mujer trabajadora y la maternalización de las obreras, y estos desarrollos formaron parte de la experiencia de estas trabajadoras.

Notas:

1. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, (Buenos Aires: Edhasa, 2009).

2. Teresa Lauretis, Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo, (Madrid: Horas y horas, 2000).

3. Mary Nash, “El mundo de las trabajadoras: identidades, cultura de género y espacios de actuación”, en Paniagua, Jaen et al. (eds.), Cultura social y política en el mundo del trabajo, (Valencia: Fundación Instituto Historia Social-UNED, 1999), 47-67.

4. Nash, Mary, ob. Cit.

5. Verónica Norando, “Izquierdas, género y la industria textil argentina. Los partidos comunista y socialista ante las demandas de las trabajadoras, 1936-1946” en Anuario Colombiano de Historia Social, 44, (2), 2017.

6. Kelly Gadol, Joan. 1999. “La relación social entre los sexos: implicancias metodológicas de la historia de las mujeres”, en Navarro, Marisa y Stimpson, Catherine R., Sexualidad, género y roles sexuales, (México: FCE, 1999), 15-36.

7. Antoine Artous, Los orígenes de la opresión de la mujer, (Barcelona:Fontamara, 1982), 12.

8. Verónica Norando, "El Obrero Textil: dimensiones de una interpelación masculina hacia las trabajadoras del gremio entre 1933 y 1946", Revista de Estudios Marítimos y Sociales, 4 (2011): 159-173.
Verónica Norando, “Izquierdas, género y la industria textil argentina”, 2017.

9. LOT en EOT, año V, N° 21, Buenos Aires, mayo de 1938, p. 3: “La mujer en la lucha por la vida”.

10. LOT en EOT, año VI, N° 29, Buenos Aires, octubre de 1939, pp. 5, 6: “Obrera consciente”.

11. Ver EOT, año V, N° 21, Buenos Aires, mayo de 1938, p. 6: “Emancipación de la mujer”; EOT-LOT, Aaño VI, N° 27, julio de 1939, p. 4: “La mujer y sus reivindicaciones”.

12. EOT-LOT, año VI, N° 27, Buenos Aires, julio de 1939, p. 4: “La mujer y sus reivindicaciones”.

13. Se pueden ver más fotos en: EOT, año VI, N° 30, Buenos Aires, noviembre de 1939, p. 1; EOT-LOT, año VII, N° 30, noviembre de 1939, p. 4; EOT-LOT, año VII, N° 29, octubre de 1939, p. 5; EOT, año VII, N° 31, febrero de 1940; EOT-LOT, año VII, N° 31, febrero de 1940, p. 4; EOT, año VII, N° 39, marzo de 1941, p. 2; EOT, año VIII, N° 58, noviembre de 1942, pp. 9, 10; EOT, año XI, N° 67, septiembre de 1945 p. 3; EOT, año XII, N° 69, enero de 1946, pp. 2, 3, entre otros.

14. EOT, año VII, N° 39, Buenos Aires, marzo de 1941, p. 2: “Opinan sobre la huelga” (nuestras bastardillas).

15. EOT, año VI, Nº 29, Buenos Aires, octubre de 1939, p. 5: “El trabajo de las mujeres en la URSS”.

16. EOT-LOT, año VII, N° 33, Buenos Aires, mayo de 1940, p. 4: “La huelga de cintas y elásticos”.

17. EOT-LOT, año VII, N° 37, Buenos Aires, octubre de 1940, p. 5: “Hablan las jóvenes luchadoras de Giacomone, Rivardo y Cia.”.

18. Verónica Norando, “Izquierdas, género y la industria textil argentina. Los partidos comunista y socialista ante las demandas de las trabajadoras, 1936-1946”, 2017
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19. Mariarosa Dalla Costa y Salma James, El poder de la mujer y la subversión de la comunidad, (México: Siglo XXI, 1980).

20. Silvia Tubert, “La maternidad en el discurso de las nuevas tecnologías reproductivas”, en De la Concha, Ángeles. Y Osborne, Rauquel. (coords.), Las mujeres y los niños primero. Discursos de la maternidad, (Barcelona: Icaria, 2004).

21. Silvia Tubert, “La maternidad en el discurso de las nuevas tecnologías reproductivas”, 2004.

22. Silvia Tubert, “La maternidad en el discurso de las nuevas tecnologías reproductivas”. 2004.

23. Marcela Nari, Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires, 1890-1940, (Buenos Aires: Biblos, 2004)

24. Nari Marcela, Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires, 1890-1940, 2004.

25. Paula Lucía Aguilar, “Domesticidad e intervención: el «hogar» en los debates de la cuestión social (1890-1940)”, Buenos Aires, Debate Público. Reflexión de Trabajo Social, 6 (2013): 43-58.

26. Paula Lucía Aguilar, “Domesticidad e intervención: el «hogar» en los debates de la cuestión social (1890-1940)”, 2013.

27. Nari Marcela, Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires, 1890-1940, 2004.

28. EOT, año V, Nº 24, Buenos Aires, diciembre de 1938, p. 4: “La madre”.

29. MA, año I, Nº 1, Buenos Aires, 26 de julio de 1946, p. 4; MA, año I, Nº 2, Buenos Aires, 9 de agosto de 1946, p. 4; MA, año I, Nº 3, Buenos Aires, 24 de agosto de 1946, p. 4; MA, año I, Nº 4, Buenos Aires, 6 de septiembre de 1946, p. 4.

30. Karl Marx, El capital, t. I, vol. I, Libro Primero, (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010), 43-102. 

31. Antoine Artous, Los orígenes de la opresión de la mujer, (Barcelona:Fontamara, 1982).

32. Lorena Poblete, “Modos de regulación del trabajo doméstico”, en El trabajo doméstico entre regulaciones formales e informales. Miradas desde la historia y la sociología, (Buenos Aires: Cuadernos del IDES, 2015).

33. Antoine Artous, Los orígenes de la opresión de la mujer, (Barcelona:Fontamara, 1982).

34. Ver, por ejemplo, los números de EOT de 1936.

35. EOT, año II, N° 8, Buenos Aires, agosto de 1934, p. 3: “Las mujeres textiles y la organización gremial”. Ver, Verónica Norando, "El Obrero Textil: dimensiones de una interpelación masculina hacia las trabajadoras del gremio entre 1933 y 1946”, 2011.

36. EOT-LOT, año V, N° 23, Buenos Aires, julio de 1938, p. 4: “Una delegación de la UOT entrevistó a las autoridades de la Caja de Maternidad”.

37. EOT, año V, N° 16, Buenos Aires, junio de 1937, p. 6: “La obrera textil tiene un lugar en el sindicato”.

38. Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007).

39. Maurice Duverger, Los partidos políticos, (México: FCE, Primera edición en español, 1957; 2012).

40. Verónica Norando, Rojas: Clase, Género y militancia comunista, 1936-1946, Buenos Aires: Imago Mundi (en prensa), 2017.

41. Maurice Duverger, Los partidos políticos, 2012.

42. Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. 2007.

43. Adriana Valobra, Del hogar a las urnas. Recorridos de la ciudadanía política femenina, 2010.

44. Para el caso del Partido Comunista francés ver Offen, K. (1991), “El cuerpo político: mujeres, trabajo y política de la maternidad en Francia, 1920-1950”, en Bock, G. y Thane, P. (eds.), Maternidad y políticas de género, Universidad de Valencia, Instituto de la Mujer, Cátedra.

45. La mujer argentina en la lucha por su emancipación, Buenos Aires Comisión Nacional Femenina del Partido Comunista, Anteo, 1946, p. 18: “La mujer, los problemas de la familia y de la niñez”.

46. La mujer argentina..., op. cit., p. 20: “Niños desnutridos y enfermos”.

47. De la Peña, A. (1948), Los comunistas luchamos por la liberación de la mujer, Buenos Aires, Anteo, p. 34: “¿Cuál es la posición de los comunistas respecto a la familia?”.

48. De la Peña, A. (1948), Los comunistas luchamos..., op. cit., p. 22: “Más atención de todo el partido a la tarea de impulsar el movimiento femenino de masas”.

49. De la Peña, A. (1948), Los comunistas luchamos...,op. cit., p. 35: “¿Cuál es la posición de los comunistas respecto a la familia?”.

50. Karen Offen,“El cuerpo político: mujeres, trabajo y política de la maternidad en Francia, 1920-1950”, en Bock, Gisela y Thane, Pat (eds.), Maternidad y políticas de género, (Valencia, Cátedra-Universidad de Valencia-Instituto de la Mujer, 1991), 245-277. 

51. La mujer argentina..., op. cit., p. 8: “La mujer en la guerra de los pueblos contra el nazismo”.

52. La mujer argentina..., op. cit., p. 26: “Doble trabajo: en la fábrica y en el hogar”.

53. La mujer argentina..., op. cit., p. 28: “Deplorables condiciones de trabajo”.

54. La mujer argentina..., op. cit., p. 30: “Las mujeres ganan un salario inferior por el mismo trabajo”.

55. De la Peña, A. (1948), Los comunistas luchamos..., op. cit., p. 13: “El imperialismo anglo-yanqui a la cabeza de las fuerzas que se oponen a la liberación de la mujer”.

56. La mujer argentina..., op. cit., p. 43: “Las obreras deben impulsar las luchas de todas las mujeres por una vida mejor”.

57. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009.

58. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009.

59. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009.
Mirta Z. Lobato, Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960), (Buenos Aires: Edhasa.2007).
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60. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009.

61. Verónica Norando, “Izquierdas, género y la industria textil argentina. Los partidos comunista y socialista ante las demandas de las trabajadoras, 1936-1946”, 2017
Verónica Norando, "El Obrero Textil: dimensiones de una interpelación masculina hacia las trabajadoras del gremio entre 1933 y 1946”, 2011.

62. EOT, año II, Nº 8, Buenos Aires, 1934, p. 3: “Las mujeres textiles y la organización gremial”.

63. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009,145.

64. Donna Guy, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires 1875-1955, (Buenos Aires: Sudamericana, 1994).

65. Mirta Z. Lobato, La prensa obrera, 2009.

66. EOT, año V, Nº 22, Buenos Aires, junio de 1938, p. 6: “La obrera textil debe organizarse”.

67. EOT, año VII, Nº 40, Buenos Aires, marzo de 1941, p. 5: “Nuestra admiración por las compañeras de la algodonera”.

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