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Revista iberoamericana de ciencia tecnología y sociedad

versão On-line ISSN 1850-0013

Rev. iberoam. cienc. tecnol. soc. vol.10  supl.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dez. 2015

 

EJE 3. CIENCIA Y UNIVERSIDAD

¿Investigadores multidimensionales y polifacéticos? *

* El artículo fue publicado originalmente el 28 de mayo de 2012. Una versión actualizada se encuentra publicada actualmente en nuestro sitio web. Esperamos su comentario en: http://www.revistacts.net/elforo/462-el-debate-iinvestigadores-multidimensionales-y-polifaceticos.

Elena Castro-Martínez **

** Científica titular en INGENIO (CSIC-UPV), Valencia, España. Correo electrónico: ecastrom@ingenio.upv.es.

Los profesores e investigadores de las universidades y organismos públicos de investigación siempre han tenido que compaginar, como mínimo, su actividad investigadora con la docente y con la gestión administrativa relacionada con ambas actividades básicas. Por otro lado, en el último tercio del pasado siglo se generalizóla llamada “tercera misión” de las universidades, mediante la cual los profesores einvestigadores debían implicarse activamente en lograr el uso potencial de sus conocimientos y capacidades fuera del ámbito académico, tanto en el ámbito económico como en el social. Más recientemente, el impacto social de las nuevastecnologías y de los nuevos descubrimientos científicos ha añadido otra dimensión al quehacer de los científicos: la divulgación científica, a fin de fomentar las vocaciones científicas y de ayudar a la población a comprender estos avances y sus efectos.

Una buena síntesis de esta multidimensionalidad de la actividad científica se describe en el documento The Knowledge Based Economy de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 1996), donde se especifica que en el contexto de la nueva economía del conocimiento, el papel de las universidades y organismos de investigación es contribuir a tres funciones clave: generación del conocimiento -mediante el desarrollo de investigación-, transmisión del conocimiento –mediante la educación y la formación de recursos humanos- y transferencia del conocimiento –mediante la difusión socioeconómica del conocimiento y proporcionando conocimiento para resolver problemas- y se insta a los gobiernos a emprender políticas que faciliten el desarrollo de todas esas dimensiones. Aunque previamente muchos gobiernos ya contemplaban estos enfoques en sus políticas científicas y tecnológicas, sin duda han ido calando progresivamente en la mayoría de los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo.

Además, la investigación ha sido uno de los ámbitos en los que se ha fomentado la cooperación internacional, tanto en el marco de programas bilaterales como multilaterales y en el seno de las denominadas grandes instalaciones científicas, lo que ha impulsado la creciente participación de los científicos en redes científicas y docentes internacionales. Sin duda, esto se ha visto enormemente facilitado por las tecnologías de la información y de las comunicaciones, cuyas herramientas están permitiendo una interacción permanente y en tiempo real con los colegas, independientemente de su ubicación geográfica, por más que los congresos y reuniones científicas continúen siendo imprescindibles.

Todas las dimensiones anteriores se traducen en criterios que se establecen en las convocatorias de ayudas para evaluar (y conceder) los recursos necesarios para poder investigar, lo que hace necesario que las propuestas de proyectos deban contemplar, además de los aspectos científicos tradicionales (antecedentes, hipótesis, objetivos, metodología), la interacción con los socios (investigadores de otros países, agentes sociales) y previsiones sobre la utilización social de los conocimientos que puedan surgir en el marco de la ayuda a la que se aspira, lo cual implica, en algunos casos, la necesidad de tomar precauciones para que la difusión (científica o social) no invalide el citado uso (protección de la propiedad industrial); en paralelo, los científicos interactúan con los agentes sociales interesados en sus conocimientos y capacidades mediante distintos tipos de mecanismos (proyectos conjuntos, contratos de I+D, consultorías, intercambios de personal) y participan en eventos de divulgación social de la ciencia de diversa naturaleza (semana de la ciencia, días de puertas abiertas, conferencias, artículos de prensa). La creciente importancia de todo ello se puede apreciar en que los sistemas de evaluación de las universidades y de los méritos y capacidades de profesores e investigadores van incorporando, de forma creciente, indicadores relativos a la cooperación internacional, a la interacción con los agentes sociales y la transferencia de conocimiento y a la divulgación social de la ciencia. Finalmente, como quiera que, para poder realizar las actividades científicas se utilizan recursos públicos y que, en general, se trabaja en entidades públicas, a la hora de llevar a cabo las citadas actividades se han de tener en cuenta las exigencias y restricciones administrativas propias de estas entidades.

Al científico multidimensional del siglo XXI no le basta con ser creativo y dominar las metodologías y prácticas científicas propias de su ámbito del conocimiento; debe, además, conocer las condiciones de contexto de su actividad científica, las limitaciones que pueden imponer el manejo de los fondos y el uso económico de sus resultados; debe saber moverse en contextos muy diversos, debe ser capaz de liderar equipos multidisciplinares, internacionales y heterogéneos, y ser capaz de gestionar, de forma eficiente, sus capacidades, sus resultados y sus interacciones con los colegas –nacionales e internacionales, de su disciplina y de otras conexas-, con los gobiernos, con otros actores sociales, con los medios sociales de comunicación...

En este contexto, parece interesante pararse a pensar cuánto tiempo dedican los científicos a la actividad científica, tal como se solía concebir -esto es, a imaginar sus hipótesis, a comprobarlas, a la lectura de bibliografía y, en general, a reflexionar sobre los objetivos científicos- y cuánto a esas otras actividades. ¿Cuánto tiempo dedican los científicos a obtener recursos y cuanto a desarrollar sus investigaciones? ¿Cuánto a diseñar su experimentación y cuánto a mantener sus redes con agentes científicos, económicos e institucionales o a elaborar los documentos necesarios para justificar los recursos recibidos?

Por otra parte, ¿son conscientes de que necesitan otras habilidades y otros conocimientos, además de los de su ámbito científico, y otras herramientas para desempeñar sus actividades con mayo eficiencia? ¿Están transmitiendo a los jóvenes investigadores que la ciencia de nuestros tiempos requiere gestionar adecuadamente los recursos, la información, el tiempo, las relaciones, las capacidades y los resultados? ¿Cómo se han de conformar los grupos de investigación en este contexto? ¿Sólo con científicos o han de incorporar además otros profesionales expertos en estas nuevas facetas de la profesión?

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