INTRODUCCIÓN
Desde marzo de 2020 la enfermedad respiratoria causada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha sido declarada “pandemia” por la OMS. En un esfuerzo por detener la propagación del virus, los gobiernos de todo el mundo han ordenado un aislamiento social, preventivo y obligatorio. Si bien el aislamiento social ha demostrado ser bastante efectivo en términos de contención física, la salud mental parece socavada por el inicio de sentimientos como la incertidumbre, el miedo y la desesperación.
Debido a su extrema virulencia se adoptaron diferentes medidas de contención que incluían el uso obligatorio de gafas protectoras, batas impermeables, tapabocas, distanciamiento social, cancelación de eventos (conferencias, disertaciones, competiciones deportivas incluidos los Juegos Olímpicos), severas restricciones de viaje, cierre de establecimientos educativos y de la mayoría de los lugares de trabajo (con escasas y notables, excepciones representadas por proveedores de salud, prensa, alimentos y activos primarios).
Por otro lado, si bien el aislamiento social ha demostrado ser bastante efectivo en términos de contención física, en términos psicológicos (y psiquiátricos) la situación podría revelarse en sí misma como insuficiente por la falta de contención, principalmente por la aparición de sentimientos como la incertidumbre, el miedo y la desesperación.
El objetivo de la encuesta fue valorar los efectos psicológicos negativos del confinamiento y cómo repercuten en el estilo de vida saludable.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se elaboró un cuestionario diseñado por cardiólogos y un psicólogo que buscaban evaluar los cambios en el estilo de vida saludable, además de síntomas negativos asociados al confinamiento obligatorio.
El cuestionario se generó de manera digital, utilizando medios electrónicos para invitar a participar voluntariamente a los pacientes que asisten de manera habitual al Instituto de Cardiología y medicina del deporte Wolff. La encuesta fue compartida por e-mail, WhatsApp y redes sociales. La respuesta de la encuesta se realizó de manera anónima y los datos se cargaban automáticamente a una plantilla para su posterior análisis.
Se evaluaron los cambios en los hábitos saludables, como las alteraciones en la alimentación, el ejercicio, los factores de riesgo cardiovasculares, el consumo de alcohol, entre otros. Los factores estresantes evaluados incluyeron la duración de la cuarentena, los temores de infección, la frustración, la información inadecuada, las pérdidas financieras, entre otros.
RESULTADOS
De los invitados a participar voluntariamente, respondieron la encuesta 915 personas.
Características basales de la población (Figura 1).
El 49% de los encuestados se halla en la franja etaria de 20 a 40 años, el 36% de 40 a 60 años y solo el 12% de mayores de 60 años.
Predominancia de sexo femenino (54%). Como nivel de educación, 50 % eran universitarios y 18% nivel de postgrado. El 47% de los encuestados trabaja en relación de dependencia, el 34% es independiente, 9% de personas bajo régimen jubilatorio y 9% desocupados.
El 28% convivió durante la pandemia con personas catalogadas como de riesgo para infección de coronavirus. Al momento de la encuesta la media de días de aislamiento era de 40 días. Solo el 56% de los encuestados refirió haber respetado correctamente el aislamiento, dejando un 43% que tuvo contacto con personas ajenas a su núcleo familiar.
El 93% de la muestra realizaba deporte previo a la cuarentena; de ellos el 49% entrenaba entre 3 y 6 horas semanales y el 34%, más de 6 horas semanales. De este grupo solo el 80% continuó haciendo ejercicio durante los 40 días de aislamiento, pero el 50% redujo sus horas de entrenamiento a menos de 3 horas semanales.
La prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en la muestra fue baja, 9% de hipertensión arterial, 8,6% de tabaquismo, 5,3% de dislipemia y 1,1% de diabetes. El 94% de la muestra no presentaba antecedentes patológicos cardiovasculares.
El 48% de las personas pasaba menos de 5 horas frente a una pantalla, el 32% de 5 a 10 horas y el 19% más de 10 horas previo al aislamiento. La cuarentena, incrementó las horas de uso durante el aislamiento en un 82% (44,5% más de 10 horas y 37% de 5 a 10 horas).
El 61% de la población estudiada asegura haber modificados sus hábitos alimenticios saludables y un 28% refiere haber aumentado el consumo de bebidas alcohólicas durante el aislamiento (Figura 2).
El 25% de la población recibió vacunación antigripal este año; si se tiene en cuenta que el 11% la población es mayor de 60 años y que el 94% de la muestra no presentaba antecedentes cardiovasculares, creemos que el miedo a una infección aumentó la tasa de vacunación antigripal.
Un bajo porcentaje de la muestra (19%) tuvo problemas para contactar con su médico de cabecera o tener acceso a su medicación habitual (6%). El 60% considera que la actividad física debería estar exceptuada de la cuarentena, considerando que mejoraría su estado de ánimo y de salud mental (33%) o mejoraría su salud en general (30%).
El 68% de los encuestados manifestó haber padecido estados compatibles con tristeza, ganas de llorar, aflicción o congoja. Alrededor del 58% de la muestra respondió sentirse con desgano, falta de voluntad o desesperanza (síntomas de depresión). El 14% recibió violencia o maltrato, ya sea emocional, verbal o físico.
Prácticamente el 70% de la población sufrió síntomas de ansiedad, pero solo el 31% expresó miedo a contagiarse con el virus, a diferencia del 73% de la población que presentó miedo a que se contagiara un ser querido o un familiar. El 62% de la población en cuestión estaba preocupada por su situación financiera.
Respecto a la actividad física recreativa el 87% consideró que mejoraría su estado de ánimo durante la pandemia y estaría dispuesto a realizarla utilizando tapabocas (83%) y respetando la distancia social de dos metros durante la práctica deportiva (98%).
DISCUSIÓN
La cuarentena puede ser una experiencia desagradable, pues la separación de los seres queridos, la pérdida de libertad, la incertidumbre sobre el estado de la epidemia y el aburrimiento, son algunas de las consecuencias que, en ocasiones, pueden conllevar efectos dramáticos. Los beneficios potenciales de la cuarentena obligatoria deben ser cuidadosamente sopesados contra los posibles costos psicológicos en la población. 1 Se ha reportado suicidio 2, angustia generalizada, y demandas 3 posteriores a la cuarentena impuesta en otros brotes.
Algunos estudios han comparado los resultados psicológicos de las personas que estuvieron en cuarentena versus las que no lo estuvieron. 4,5,6 La mayoría concuerda en que estar en cuarentena es un factor predictivo para padecer desórdenes como estrés agudo y estrés postraumático. Como observamos en esta encuesta el 60% de la población incluida presentó síntomas compatibles con ansiedad o tristeza. Otros síntomas reportados son desórdenes emocionales 7, depresión 8, irritabilidad, insomnio y bajo estado de ánimo. 9
Otros puntos para tener en cuenta son los factores estresantes durante la cuarentena, como por ejemplo, la duración. Se ha observado que a mayor duración de la cuarentena peor es el desenlace psicológico de la población: aumenta la tasa de estrés postraumático. 8 El miedo a la infección es otro de los factores que se debe tener en cuenta, sobre todo el miedo a la enfermedad de un familiar 4,8, como el 73% de nuestra población.
La pérdida de la rutina -el aislamiento tanto físico como social- se relacionó frecuentemente con aburrimiento, frustración y sensación de separación del resto del mundo; esto causa importante de distrés. 10,11 Otro factor importante, que se ha reflejado durante esta pandemia es la falta de información confiable, la sobreinformación o desinformación circulante que genera desconcierto a la población. 11 La situación económica es también un factor estresante de gran importancia, la imposibilidad de trabajar o de generar un ingreso durante el confinamiento es causa de un notable estrés socioeconómico 12 y se ha asociado a angustia y ansiedad, incluso meses posteriores al cese de la cuarentena. 13
No debemos dejar de lado que, sumado a todos los síntomas asociados al estrés, durante esta cuarentena también observamos cambios en las conductas saludables de la población, como disminución del ejercicio, aumento del uso de pantallas, cambios en el estilo de alimentación saludable e incluso aumento del consumo de alcohol.
¿Qué se podría proponer para disminuir estos síntomas y perpetuar los hábitos saludables?, como vimos en la encuesta cerca del 90% de la población considera que hacer ejercicio al aire libre mejoraría su estado de ánimo. Incluso no tendría problema con realizarlo salvaguardando las medidas de protección como la utilización de tapabocas y la distancia social.
CONCLUSIONES
Como observamos en esta encuesta y en la revisión realizada, los síntomas observados en la cuarentena existen y pueden continuar durante un tiempo prudencial posterior a su finalización. No quiere esto decir que la cuarentena no deba llevarse a cabo; probablemente no realizarla llevaría a la propagación del virus con resultados aún peores. Sin embargo, privar a las personas de la libertad de estar al aire libre por el bien común, debe ser realizado con cuidado. Consideramos que realizar ejercicio al aire libre, manteniendo las medidas de protección necesarias no solo mejoraría los síntomas de estrés y ansiedad observados en esta encuesta, sino que colaboraría con el mantenimiento de un estilo de vida saludable.