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Anuario de investigaciones
versão On-line ISSN 1851-1686
Anu. investig. v.16 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2009
PSICOLOGÍA SOCIAL, POLÍTICA Y COMUNITARIA
Procesos de estigma y exclusión en salud. Articulaciones entre estigmatización, derechos ciudadanos, uso de drogas y drogadependencia
Processes of stigma and exclusion in health. Joints between stigmatization, civil rights, use of drugs and dependence of drugs
Vázquez, Andrea1; Stolkiner, Alicia2
1 Vázquez, Andrea; Magíster en la Problemática del Uso Indebido de Drogas. Universidad de Buenos Aires. Becaria de Doctorado. Proyecto
UBACyT P040. Jefa de Trabajos Prácticos de la Cátedra Salud Pública/Salud Mental II. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires.
E-mail: avazquez@psi.uba.ar
2 Stolkiner, Alicia: Diplomada en Salud Pública. Universidad de Buenos Aires. Directora Proyecto UBACyT P040. Programación 2008-2010.
Instituto de Investigaciones. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires.Profesora Titular de la Cátedra de Salud Pública/Salud
Mental II. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires. E-mail: stolkin@psi.uba.ar
Resumen
El objetivo del trabajo es establecer articulaciones entre
la estigmatización, los derechos ciudadanos, el uso de
drogas y la drogadependencia, como un caso particular
de exclusión en salud.
La estigmatización produce grupos de personas que
ven condicionado su ejercicio de ciudadanía al negárseles
el cumplimiento de derechos tales como el derecho
a la salud. Uno de estos grupos, lo configuran los usuarios
de drogas y los drogadependientes.
Es relevante estudiar los procesos de estigma como
barrera de accesibilidad a la atención en salud, para
identificar componentes que disminuyan dicha exclusión
(OPS/OMS, 2005).
La reducción de la estigmatización y la discriminación
del uso de drogas y la drogadependencia, es fundamental
para la elaboración de políticas de inclusión desde
una lógica de respeto por los derechos humanos.
Palabras clave: Estigmatización; Exclusión en salud; Uso de drogas; Drogadependencia; Derechos
Abstract
The aim of the work is to establish joints between the
stigmatization, the civil rights, drugs use and dependence
of drug, as a particular case of exclusion in
health.
The stigmatization produces groups of persons who
have problems for the exercise of citizenship. These
persons are refused in the fulfillment of rights such as
the right to the health. One of these groups, it is formed
by the users of drugs and the dependents of drugs.
It´s relevant to study the processes of stigma as accessibility
barrier to the attention in health, to identify components
that diminish the above mentioned exclusion.
(OPS/OMS,2005). The reduction of the stigmatization
and the discrimination of the use of drugs and dependence
of drug, it's fundamental for the elaboration of policies
of incorporation from logic of respect for the human
rights.
Key words: Stigmatization; Exclusion in health; Drugs use; Dependence of drug; Rights
Introducción
El presente artículo, constituye un avance en la construcción
de las categorías teóricas de la tesis doctoral de una
de las autoras, que se encuentra en la primera fase. Dicho
proyecto cuenta para su desarrollo, con una beca de
investigación1 y se enmarca en el Proyecto "Accesibilidad
y dignidad en la atención en Servicios de Salud Mental
de la Ciudad de Buenos Aires y Conurbano Bonaerense
en el período 2002-2010: Subjetividad, representaciones
de derechos y Sistemas de atención" (UBACYT P
040)2.
El proyecto de tesis retoma, para su profundización y
actualización, conceptos desarrollados en un estudio
anterior3 en el que indagamos representaciones y prácticas
sobre la drogadependencia en profesionales de la
salud y su relación con la accesibilidad de drogadependientes
a los servicios de salud (Vázquez, 2006).
El objetivo del trabajo es establecer articulaciones entre
la estigmatización, los derechos ciudadanos, el uso de
drogas y la drogadependencia, como un caso particular
de exclusión en salud. Para ello, se realiza una revisión
bibliográfica y documental.
El problema del estigma y la discriminación, constituye
un desafío para la investigación sobre exclusión en salud.
La estigmatización produce grupos de personas
que ven condicionado su ejercicio de ciudadanía al negárseles
el cumplimiento de derechos tales como el
derecho a la salud.
La relevancia de estudiar los procesos de estigmatización,
se basa en la necesidad de identificar componentes
que disminuyan la exclusión desde una lógica de protección social en salud (OPS/OMS, 2005, p.2).
El trabajo se organiza en dos partes. En la primera parte,
se presentan un conjunto de conceptualizaciones
sobre el estigma, que han elaborado autores clásicos
provenientes de la sociología y la antropología.
En la segunda parte, se aborda la relación entre la estigmatización
y la exclusión en salud. Dentro de este apartado,
se analizan una serie de articulaciones entre la
estigmatización, los derechos ciudadanos, el uso de
drogas y la drogadependencia, como un caso particular
de exclusión en salud.
Para finalizar, se propone una discusión sobre el alcance
de ciertas nominaciones de uso extendido en el campo
de la drogadependencia, tales como su categorización
como enfermedad y/o delito, y se articulan con las
propuestas actuales para la inclusión del tema de la
estigmatización en la agenda política y sanitaria de los
países (OPS/OMS, 2005).
1. Conceptualizaciones sobre el estigma
El concepto de estigma, ha sido utilizado para definir una
serie variada de situaciones deshonrosas en términos de
lo que una comunidad considera tolerable o no, es decir,
las personas estigmatizadas representan, para el conjunto
de las normas y valores de una sociedad, aquello indeseable
que merece ser rechazado. Entre la diversidad de
circunstancias que han originado calificaciones estigmatizantes
por parte de las sociedades, se encuentran:
desde bailes exóticos (o desenfrenados), la elección de
objeto homosexual, el abuso de drogas, las deformaciones
del cuerpo, hasta las enfermedades mentales.
Es habitual encontrar en la literatura sobre el tema, la
asociación del estigma a conceptos tales como: deteriorado,
estropeado, estereotipado y desgraciado. Y, entre
sus consecuencias principales, el rechazo social.
La referencia al concepto de estigma lleva, necesariamente,
a partir de las conceptualizaciones de un clásico,
tal como es la publicación de Estigma, del sociólogo
Erving Goffman, en el año 1963. La revisión de dicha
obra, permite organizarlo en una serie de interrogantes
a las que el autor pretende dar respuesta, sobre la base
de investigaciones empíricas. Primero: qué es un estigma
(definición) y qué efectos tiene sobre los individuos
(situación de la persona estigmatizada y sus respuestas).
En segundo lugar, se pregunta por la naturaleza
del estigma, es decir, sobre los mecanismos de su producción.
Por último, se interroga sobre las funciones del
estigma y quiénes lo administran.
Estas preguntas, han sido retomadas por otros autores,
tanto en lo que refiere al estigma, como a la anormalidad
y a la desviación (Conrad, 1982, Conrad y Schneider,
1985). Entre ellos, algunos focalizan en los procesos
de medicalización y en la asunción de la enfermedad
como nominación de la conducta desviada y/o anormal
(Freidson, 1978, Foucault, 1990, Menéndez, 1990). Un
desarrollo aparte, merecen los estudios sobre el estigma
relacionado con las desigualdades sociales (Parker
y Aggleton, 2002, Goffman 2006, Fassin, sin fecha).
Dentro de ellos, se ubican los que se refieren a los efectos
del estigma en el campo de la salud (Link y Phelan,
2001, Parker y Aggleton, 2002, OPS/OMS, 2005). Entre
estos últimos, hay quienes desarrollan las implicancias
de la estigmatización de usuarios de drogas ilegales
(Vázquez Acuña, 1997, Inchaurraga 2000, Aureano,
2003, Epele, 2006).
1.1 ¿Qué es un estigma?
Según Goffman (2006), el término estigma posee diferentes
significaciones de acuerdo al momento histórico al
que se refiera. Para los griegos, se trataba de signos
corporales para señalar algo malo (esclavitud, crimen ó
traición). El cristianismo designa con este concepto, tanto
la gracia divina como la perturbación física. En el último
período, un estigma designa, ya no manifestaciones del
cuerpo, sino al mal en sí mismo (Goffman, 2006, p.11).
Refiere a un atributo desacreditador y el énfasis está
puesto en el lenguaje de relaciones y no de atributos4.
El estigma y sus sinónimos, ocultan una doble perspectiva
para el individuo estigmatizado: si su diferencia es
conocida o no por quienes lo rodean. En el primer caso
se trata de alguien desacreditado, en el segundo caso,
de alguien desacreditable.
Para estudiar la situación del segundo caso, el autor
considera tres elementos:
- la información social que porta algunos signos que
pueden denominarse símbolos. Entre los símbolos de
estigma se encuentran algunos muy ilustrativos: la cabeza
rapada (puede referir a la guerra o a una estadía
en prisión), los cortes en la muñeca (como marcas de
un intento de suicidio), los brazos picados (para designar
el uso de drogas inyectables), etc;
- la visibilidad, la evidencialidad del estigma;
-la identidad personal: que se refiere a la identificación
personal de los ciudadanos que es requerida en situaciones
particulares ante quienes están autorizados para
solicitarla.
1.2 Mecanismos de producción del estigma
Para analizar los modos de producción del estigma,
Goffman conceptualiza el manejo del estigma como un
rasgo general de la sociedad. Los roles denominados
normal y estigmatizado, son parte de la misma trama.
Propone denominar a la persona estigmatizada como
desviada normal (Goffman, 2006). Aquí el autor desarrolla
la idea que menciona al comienzo de su libro, y es
que el estigma es un lenguaje de relaciones. Esta posición
lo diferencia de otros autores que estudian el estigma
como marca objetivable. El estigma forma parte de
una trama social en la que no es importante referirse a
los individuos concretos (divididos en dos grupos), sino
que se trata de un proceso de dos roles donde cada individuo
participa de ambos, en algún momento de la
vida. Normal y estigmatizado, entonces, no son personas
sino perspectivas (Goffman, 2006).
La historia del estigma en sí mismo, debe distinguirse
de la historia de la categoría de personas estigmatizadas
(Goffman, 2006). En ambos casos, la historia puede
producir variaciones. Lo que se conserva, desde esta
visión, es la capacidad estigmatizante (o estigmófila) de
una sociedad, pudiendo cambiar tanto los grupos estigmatizados
como el estigma.
Conrad sostiene (1982, p.134) que las enfermedades "(...) son juicios que los seres humanos emiten (...) son
construcciones sociales". Justamente por no tratarse de la
marca, es que plantea que antes de la aparición del comportamiento
anormal, tiene lugar el proceso de definición
social del comportamiento anormal (Conrad, 1982)5.
Así como la historia ha producido variaciones en cuanto al estigma, pueden analizarse un conjunto de variaciones
que tienen lugar en el curso de la historia de la
anormalidad (Conrad, 1982). Una de las variaciones
respecta a la definición de anormalidad: ha pasado de
ser religiosa, a moral, luego estatal hasta médico - científica
(esta variación alude a los administradores del
control). Varían también las definiciones sociales del
comportamiento anormal (en algunos casos se mantiene
la definición de comportamiento desviado, pero ya
no se considera un problema sobre el cual hay que intervenir
médicamente. Ej.: homosexualidad). Por último,
varían los métodos de control social: aislamiento y encierro
propiamente dicho, imposición de tratamiento y
sometimiento a medicación. Todas estas variaciones
esconden, bajo el discurso de la humanización, un desplazamiento
que mantiene una misma constante: el
control social como objetivo central (Conrad, 1982).
1.3 Función y administración del estigma
Para Goffman, el proceso de adjudicar mala reputación
a un individuo por parte de personas que no lo conocen,
tiene una función de control social. Este control puede
ser de dos tipos: control social formal e informal. El control
social formal, es la búsqueda, por parte de quienes
están habilitados (principalmente funcionarios), de individuos
identificables por sus antecedentes (tanto morales
como criminales). El control social informal, incluye
al público en general. Se destaca el papel de los medios
de comunicación al posibilitar que la vida de una persona
se vuelva pública.
Para Conrad (1982), las sociedades industriales modernas
trajeron consigo un fuerte predominio de la medicalización
de la anormalidad y la asunción de la medicina en
su función de control social. El autor centra su interés (en
el estudio de la medicalización creciente), en los modos
de definir y etiquetar los comportamientos anormales
como problemas médicos, es decir, como enfermedad.
En esta función de control, la medicina pretende intervenir
de alguna manera sobre la anormalidad. Puede proponerse
transformar, regular, aislar o eliminar aquel comportamiento
definido socialmente como anormal.
Dentro de estas investigaciones clásicas sobre el estigma,
se puede establecer una diferencia entre quienes
se han focalizado más sobre el estudio de la etiqueta de
las personas (tal como las referidas investigaciones de
Goffman), que sobre los que ponen la etiqueta6. Dentro
de esta perspectiva, desde el interaccionismo simbólico7,
se producen una serie de escritos sobre la desviación,
la producción social de las diferencias y las funciones de control y normatización por parte de las instituciones.
En el contexto de la teoría de la desviación, se incorpora
una perspectiva histórico política para profundizar el estudio
de los procesos de medicalización referidos a los problemas
del uso de drogas y alcohol (Grimberg, 1995)8.
La sociología de la desviación9, aporta la Teoría del etiquetaje
cuya idea central es la creación, por parte de la
sociedad, de la desviación a partir del establecimiento
de reglas. La transgresión de estas reglas constituyen la
desviación, y las mismas se aplican a personas etiquetadas
como extraños.
2. Procesos de estigma y exclusión en salud: uso de drogas y drogadependencia.
Para avanzar en el desarrollo de este punto, se toma
como ejemplo un estudio más reciente referido a las
implicancias del estigma en el campo de la salud (Link y
Phelan, 2001). Se analiza luego, las particularidades
que adquiere esta relación en el caso del uso de drogas
y la drogadependencia.
En el año 2001, en el marco de la Conferencia sobre Estigma y Salud Global10 que tuvo lugar en los Estados
Unidos, Link y Phelan (2001) definen el concepto de
estigma como una correlación que surge de una serie
de operaciones articuladas: se produce una identificación
social de diferencias humanas y se establecen las
etiquetas (1); se acopla el etiquetamiento a las características
indeseables o estereotipos negativos (2); tiene
lugar una separación entre ellos y nosotros (3); se experimenta
una pérdida del estado y la discriminación (4) y,
por último, surge la desigualdad, el rechazo y la exclusión,
como efecto del proceso de discriminación, y como
muestra de la dependencia del estigma del poder (5).
Desde esta perspectiva, el estigma surge entones, de
unas condiciones de posibilidad dadas por el proceso
de: etiquetado, estereotipia, separación, pérdida del
estado y discriminación.
Se puede analizar, a través de algunos ejemplos que
ofrecen los autores, el alcance de esta definición vinculada
al campo de la salud:
1. Identificación de diferencias y etiqueta: hay una relevancia
social diferente si se trata de enfermedades
como el SIDA y la esquizofrenia (en comparación con
enfermedades no etiquetadas).
2. Acoplamiento de la etiqueta al estereotipo: en el caso
de la etiqueta paciente mental, se acopló a la creencia
(estereotipo) sobre la peligrosidad de las personas con estos padecimientos.
3. Nosotros y ellos: la división así establecida, supone
que si se trata de una persona con una enfermedad
cardíaca (nosotros), se distingue de otra persona que
sufre de esquizofrenia (ellos).
4. Pérdida del estado: tiene lugar una operación por la
cual un sujeto es representado por su etiqueta (drogadicto,
esquizofrénico, etc.). Se produce una especie de
sustitución del ser sujeto por el ser la cualidad de la etiqueta.
Cabe aquí reflexionar sobre el alcance de este
proceso ya que, si pensamos en que el tipo de pérdida
que está puesta en juego es la condición de sujeto, parece
más pertinente referirse a este punto como desubjetivación.
En estas circunstancias, el hecho de desligar
a la persona de la cualidad estigmatizante, no necesariamente
devuelve a la persona a la posición en que se
encontraba antes de ser parte de un proceso estigma.
5. Desigualdad, rechazo y exclusión: se plantea una
dependencia del estigma del poder (económico, político
y social), que se traduce en poder de estigmatizar. Existirían
grupos con baja capacidad de estigmatizar y otros
con capacidad alta. Estos últimos serían aquellos con
poder de estigmatizar a quienes, por su ubicación desventajada
en la estructura social, no pueden sino padecer
el etiquetamiento. Se incorpora la dimensión del
poder, para analizar las diferencias propias de ocupar
diferentes posiciones en el campo de su distribución.
La dimensión del poder, es clave para estudiar la estigmatización,
no ya desde la consideración de las categorías
de personas estigmatizadas, sino desde el análisis
de las diferentes categorías de personas, según sea su
inserción en las estructuras de poder. El estigma y la
estigmatización, operan en el punto de entrecruzamiento
de los conceptos de cultura, poder y diferencia. Operan
fundamentalmente en relación con las desigualdades
sociales (Parker y Aggleton, 2002).
En la misma dirección, Link y Phelan (2001) abordan la
discriminación como efecto del proceso de estigma.
Elaboran una clasificación de la discriminación en tres
tipos. La discriminación directa es aquella ejercida por
personas que reproducen la creencia estereotipada (tal
como la negativa para otorgar un empleo o alquilar una
vivienda). En salud, diversas experiencias de rechazo
que refieren los usuarios de servicios de salud mental
(negación de oportunidades de elección, menores probabilidades
de recibir procedimientos avanzados, etc.).
El segundo tipo es la discriminación estructural. Es la
discriminación persistente que sufren grupos específicos, ya no tan solo como producto de su estigma, sino
como una manifestación que afecta la totalidad de la
vida de las personas y profundiza la situación en que se
encuentran. Estas comunidades perjudicadas (a diferencia
de otras), tienen mayores índices de criminalidad,
de enfermedades infecciosas y de asistencia médica
inadecuada. Este tipo de discriminación, puede no
implicar formas obvias de comportamiento discriminatorio, a diferencia de la anterior generalmente visible. El último tipo de discriminación, también suele operar de
un modo imperceptible y se da a nivel de los procesos
psicológicos de las personas discriminadas. Alude a la
devaluación que siente la persona, como siendo menos
digna de confianza, menos inteligente y menos competente.
Estos ejemplos, muestran la importancia de los procesos
de estigmatización para entender la desigual distribución
de ocasiones en la vida que sufren estas personas
(incluidas las ocasiones en el acceso a la atención
en salud).
La mayor parte de las investigaciones examina el estigma
asociado a una circunstancia a la vez, por lo que no
se logra percibir la integralidad de sus efectos (Link y
Phelan, 2001) y la sinergia entre las distintas fuentes de
estigmatización (Parker y Aggleton, 2002). Por este motivo,
parece más útil referirse al concepto de procesos
de estigmatización.
Los resultados del análisis de una muestra de 487 personas
con circunstancias potencialmente estigmatizantes11,
y los problemas de salud que sufren como consecuencia
de las mismas, aporta elementos para comprender la
importancia que tiene el estudio de este concepto para la
salud pública. Para mostrar el alcan ce de la relación
entre la estigmatización y los problemas de salud, se
consideran dos efectos:
1) el estigma produciendo enfermedad:
- menor distribución de las ocasiones (buenas) de la
vida social;
-ubicación de las instituciones de tratamiento en sectores
pobres de la ciudad;
-tensión omnipresente de ser discriminado12;
-relación entre las condiciones sociales desfavorables y
la exposición a riesgos.
2) el estigma empeorando el curso y resultado de la
enfermedad:
-demora o evitación en la búsqueda de tratamiento;
-incumplimiento de los requerimientos del tratamiento;
-recaídas o exacerbaciones de la condición;
-creación de condiciones indeseables de tratamiento en
los lugares de atención (presencia de guardias, salas
cerradas, alambre de púas, etc.);
-menor inversión en investigación y tratamientos de enfermedades
estigmatizadas.
Es importante instalar una agenda amplia para investigar
las implicancias de los procesos de estigma en el
campo de la salud. Esta propuesta, incluye el desarrollo
de un nuevo marco conceptual que se adecue a las circunstancias
de las problemáticas actuales, y que produzca orientaciones sobre la implementación de acciones
más eficaces para minimizar sus efectos.
La conceptualización de la estigmatización y la discriminación
como procesos sociales, supone una relación
con conceptos amplios de poder y dominación. Por eso
está ligado, indefectiblemente, a los estudios sobre desigualdad
social (Parker y Aggleton, 2002).
2.1 Procesos de estigma, derechos, uso de drogas y
drogadependencia.
El problema del uso de drogas y la drogadependencia,
ofrece un ejemplo especialmente ilustrativo para el análisis
de los procesos de estigmatización.
Desde la perspectiva teórica con la que trabajamos, el
foco de la cuestión no está puesto en la definición de la
droga, sino en las definiciones sociales que se producen
acerca del vínculo entre los sujetos y las drogas.
Por eso, es necesario precisar brevemente las definiciones
que utilizamos.
El uso de drogas13: "(...) se trata de la incorporación al
organismo humano de unas sustancias químicas, (...)
cuyas consecuencias, funciones, efectos y significados
son el producto de las definiciones sociales, culturales,
económicas y políticas que las diferentes formaciones
sociales (...) elaboran, negocian y/o disputan en el marco
histórico en el que se sitúan sus prácticas" (Romaní,
2008, p.302).
Por drogadependencia14, entendemos: "(...) un conjunto
de procesos a través de los cuales se expresan ciertos
malestares más o menos graves, que pueden tener
causas diversas (...), pero cuyo síntoma principal sería
la organización del conjunto de la vida cotidiana de un
individuo alrededor del consumo, más bien compulsivo,
de determinadas drogas" (Romaní, 2004, p.55).
Para introducir este punto, es de particular interés tomar
uno de los tipos de estigma descriptos por Goffman
(2006, p.14). El referido a "(...) los defectos del carácter
del individuo que se perciben como falta de voluntad,
pasiones tiránicas o antinaturales, creencias rígidas y
falsas, deshonestidad". Ellos surgen de informes sobre "(...) perturbaciones mentales, reclusiones, adicciones
a las drogas, alcoholismo, homosexualidad, desempleo,
intentos de suicidio y conductas políticas extremistas".
El problema del uso de drogas y la drogadependencia,
adquirió relevancia en los últimos decenios. Las políticas
Neoliberales articuladas al contexto punitivo que
enmarca el consumo de drogas ilegales en Argentina,
produjo un discurso hegemónico caracterizado por la criminalización y estigmatización de los usuarios de
drogas ilegales y los drogadependientes.
Si se analizan las políticas, desde la década de los ´90
en adelante, se observa que las políticas en materia de
drogas tuvieron un desarrollo limitado dentro de las políticas
de salud. Este pobre desarrollo, lejos de constituir
una excepción, se dio en paralelo con la inexistencia,
desde el estado nacional, de una política de salud mental
(Stolkiner, 2003).
La ley penal de Estupefacientes (Ley 23.737) del año
1989 (aún vigente), al reprimir la tenencia de pequeñas
cantidades para consumo personal, caracteriza como
delito la misma conducta que es objeto de abordaje terapéutico15.
Esto ha tenido como correlato, la habitual designación
de este problema asociado a la delincuencia o a la enfermedad.
La oscilación transcurre -sin matices-, entre
la medicalización y la criminalización.
Los discursos estigmatizantes sobre el uso de drogas y la
drogadependencia, cumplen una función de distorsión,
magnificación e invisibilización de algunas dimensiones
del problema. Un efecto habitual de esta discursiva, es la
homologación del usuario al dependiente de drogas. Esto
oculta la dimensión recreativa (Aureano, 2003) que pudiera
tener el vínculo con algunas sustancias (especialmente
las ilícitas), que gozan de todo el énfasis de la
condena social. Nada similar ocurre con respecto a otras
sustancias toleradas socialmente (de venta libre tales
como el alcohol y/o el tabaco, o de circulación regulada
tal como el caso de los psicofármacos).
El discurso del crimen asociado a las drogas (ilegales),
tiene un fuerte componente ideológico y produce un
efecto de poder explicativo basado en la suposición de
peligrosidad de estas personas. La situación de quienes
han sido alcanzados por la legislación penal, muestra
que aún quienes cumplieron su pena, no logran deshacerse
de la marca de la judicialización.
La visión predominante del crimen y la enfermedad, han
sido la base para negarle a estas personas "(...) las dos
principales características de los ciudadanos en un régimen
democrático: la racionalidad y la autonomía" (Auerano,
2003, p.49).
Como bien señala Goffman (2006), aún cuando el atributo
estigmatizante puede repararse, el resultado no es
la asunción de un status normal, sino que alguien que
tenía un defecto particular se convierte en alguien que
cuenta en su haber con el record de haber corregido un
defecto particular.
Aquí se produce una situación que esconde una vulneración
de derechos ya que, debido a un acontecimiento
que puede ser ocasional, estas personas son expuestas
a la identificación pública, "(...) pero sin darle derecho a
compensar los daños sufridos" (Goffman, 2006, p.89).
Un caso particular lo plantean ciertas modalidades de
tratamiento (tanto profesionalizadas como grupos de
autoayuda) en que se mantiene la nominación estigmatizante
(o se le antepone el prefijo ex), aún cuando lo
que la originó ha desaparecido. Esta es la situación de
personas que han abandonado el alcohol durante más
de 20 años y asisten a reuniones en la que todos se
autodenominan alcohólicos. También en algunas instituciones
bajo la modalidad de Comunidad Terapéutica en
las cuales ex - drogadependientes acompañan a quienes
ingresan para su tratamiento.
El problema del uso de drogas y la drogodependencia,
en sus diferentes nominaciones (uso, abuso, adicción,
alcoholismo, toxicomanía, etc.), se encuentra presente
en la mayor parte de las caracterizaciones de los autores
que estudian las designaciones de anormalidad,
desviación y/o estigma (Freidson 1978, Conrad, 1982,
Conrad y Schneider, 1985, Menéndez, 1990, Galende,
1997, Goffman, 2006)
Para Conrad (1982), la anorm alidad intencionada, suele
definirse como delito. Se reserva la definición de no intencionada
para designar la enfermedad. Por eso a la
delincuencia se le responde con castigo (respuesta punitiva),
y a la enfermedad con la imposición del tratamiento
(respuesta terapéutica)16.
Entre las anormalidades que integran la jurisdicción de
la medicina, se encuentran el alcoholismo y la dependencia
de drogas junto a hiperactividad infantil, suicidio,
obesidad, delincuencia, violencia, corrupción de menores
y problemas de aprendizaje, entre otros (Conrad,
1982). Para que la anormalidad sea reconocida como
perteneciente a su jurisdicción, tienen lugar aprobaciones
simbólicas en reuniones de investigación y profesionales.
En el caso norteamericano, para la adicción a
las drogas, esta aprobación "(...) llegó en un informe de
1960 preparado por el Comité Conjunto de la Asociación
Judicial Americana y la Asociación Médica Americana" (Conrad, 1982, p.150).
El análisis de las particularidades que adquiere el tratamiento
del tema en nuestra época (como foco de procesos
de estigmatización), ha llevado a estudiar las funciones
que cumple en nuestra sociedad y a ser
conceptualizado como dispositivo17. Para Dimov (2005,
p.89), el "dispositivo drogadependencia", tiene una función
estratégica, que va desde su utilidad en términos
económicos y geopolíticos, hasta la institución de un nuevo tipo de subjetividad, objeto de tutela, rechazo
social y fundante de un sinnúmero de prácticas jurídicas,
médicas y psicológicas.
Uno de los efectos principales de la estigmatización, es
su capacidad de producir grupos específicos de ciudadanos
que ven limitado su cumplimento de derechos
tales como el derecho a la atención en salud. Estos grupos,
ponen en juego una operación de encubrimiento en
diferentes momentos de la vida cotidiana, tal como puede
ser el contacto con una institución pública. La particularidad
que profundiza la situación desigual en la que
quedan las personas que usan drogas ilegales, es que
sobre ellos cae, no solo la condena social del estigma
(simbólico), sino la posibilidad cierta de ser encarcelados.
Puede conjeturarse entonces, el largo camino que
deben recorrer aquellos para los cuales el uso de drogas
se ha vuelto problemático (una minoría de usuarios)
y necesitan tratamiento por su problema de salud.
La salud es un derecho humano fundamental que implica
el acceso universal a los servicios: oportunos, humanizados
y adecuados culturalmente (Carta de Brasilia,
2007). La accesibilidad a la atención en salud, se define
como "(...) el vínculo que se construye entre los sujetos
y los servicios (...) y se manifiesta en la modalidad particular
que adquiere la utilización de los servicios" (Barcala
y Stolkiner, 2000, p.283).
El énfasis del consumo de drogas puesto en el vínculo
con las sustancias ilegales (y su prohibición), ha relegado
a un modesto segundo plano (Aureano, 2003), las
cuestiones relativas a la salud de las personas con problemas
de drogadependencia. La importancia atribuida
a las sustancias, ha impedido visualizar que solo una
verdadera "cuidadanización" o pleno goce de derechos,
incluidos los económicos sociales y culturales" (Ocaña,
Sin fecha), podría comenzar a operar transformaciones
en el escenario del problema.
Varios juristas, señalan que el acceso de usuarios de
drogas a la atención en salud, puede obstaculizarse
como efecto del contexto punitivo (Cattani, 2005, Vázquez
Acuña, 1997). Otros señalan que se produce por la
discriminación en las instituciones de salud (Inchaurraga,
2000, Parker y Aggleton, 2002), los procesos de estigmatización
en los servicios de salud (Pecheny et al, 2007) y
por el fenómeno de la autoexclusión (OPS-OMS, 2005).
Un estudio en el que indagamos representaciones y
prácticas sobre la drogadependencia en profesionales
de la salud y su relación con la accesibilidad a los servicios,
concluía que: "la reproducción de la estigmatización
podría colaborar con la producción de barreras de
accesibilidad específicas para estas personas" (Vázquez,
2006, p.121).
En un trabajo sobre las consecuencias de la criminalizacion
del consumo de drogas en los vínculos entre instituciones
de salud y usuarios/as de drogas que viven en
condiciones de marginación social (Epele 2007), se
analiza a la sospecha como una lógica que estructura
una barrera entre los usuarios y el sistema de salud.
Reconocer esta lógica como barrera -sigue la autora-,
supone ampliar las nociones tradicionales sobre problemas
económicos, geográficos y culturales. La lógica de
la sospecha, se define como "(...) aquel conjunto heteróclito
de prácticas simbólicas que definen las propiedades
de los vínculos y las posiciones entre los usuarios/
as de drogas y las Instituciones del estado, particularmente
las de salud" (Epele, 2007, p.155).
La drogadependencia en nuestra época, representa una
suerte de historia de malos antecedentes morales. La
estigmatización de estas personas, puede operar como
un medio de control social formal (Goffman, 2006).
El estigma de la delincuencia, la enfermedad y/o la pobreza,
producen una individualización de los problemas
humanos que invisibiliza la dimensión social. Desfigura
la realidad y habilita el control social bajo el fundamento
de la salud (Conrad, 1982). Cada época define alguna
enfermedad emblemática, la drogadependencia podría
ocupar ese lugar de trípode emblemático: enfermedad-delito-pobreza, en que ha sido ubicada en la época actual.
Para conceptualizar una política del sufrimiento,
Fassin (Sin fecha, p.2) considera significativas dos cuestiones:
que estas enfermedades emblemáticas pueden
analizarse como incorporación de la desigualdad, y que
los grupos indiferenciados sobre los que pesan todas
las injusticias sociales corresponden a una colectividad
sin cara. Puede hipotetizarse que es justamente esto lo
que hace a estas poblaciones más focalizables (todos
los pob res, todos los usuarios de drogas, todos los drogadependientes,
etc.).
Desarrollos acerca de la estigmatización asociada a la
epidemia del Sida, señalan que la lucha contra el estigma,
constituye uno de los asuntos más urgentes a nivel
mundial,18 y que las reacciones sociales de estigma y
discriminación, pueden constituir una epidemia más
explosiva, que la producida por la propia enfermedad19:
una epidemia de significados20 (Parker y Aggleton, 2002,
p.14).
Discusión final
Organismos internacionales (OPS/OMS, 2005) proponen
como necesidad, la inclusión de la cuestión de la
accesibilidad a la atención en salud de personas con
diversas problemáticas de salud mental, en la agenda
política y sanitaria de los países. Para ello, se proponen
una serie de pasos:
• Visualizar el rol que cumple el estigma. En este campo, el desarrollo de investigaciones en la temática
juegan un papel primordial.
• Abogar por el respeto de los derechos de las personas estigmatizadas y, especialmente, avanzar en la
lucha contra el estigma y la discriminación en el ámbito
de la salud.
• Diseñar e implementar políticas destinadas a eliminar los efectos producidos por los procesos de estigma.
La ampliación y transformación de la conceptualización
sobre la estigmatización, entendida como un conjunto
poderoso de procesos sociales relacionados con la reproducción
de la desigualdad y la exclusión, ofrece un
complemento y una nueva forma de comprender sus
efectos, con miras a ser parte de intervenciones que
tiendan a cuestionarlos y eliminarlos (Parker y Aggleton,
2002).
Un primer camino, es poner en discusión las categorías
que habitualmente se relacionan con el consumo de
drogas: enfermedad y delito. En cuanto a la nominación
de enfermedad, es tiempo de separar a quienes hacen
usos recreativos de drogas (principalmente ilegales), de
aquellos que manifiestan consumos problemáticos.
Aquellos que sufren sobre sí la carga de la estigmatización,
la han sufrido muchas veces antes de relacionarse
con las drogas y ya habían sido categorizados con anterioridad
como pobres y/o marginales. Puede postularse
entonces, que los procesos de estigma producen exclusión
social y que -en ocasiones-, esta exclusión adopta
la nominación de enfermedad.
Un planteo de tal magnitud, podría suponer una descategorización
de todos los usos de drogas como enfermedad.
Es por lo menos cuestionable, la inclusión natural
de ciertos problemas de la vida cotidiana de las
personas bajo la jurisdicción de la medicina.
En cuanto a la vinculación con el delito, el debate muestra
mejores perspectivas21 en comparación con lo que
ocurre con la categorización de enfermedad. A nivel
mundial, el régimen de la prohibición produjo un mercado
ilegal que da respuesta a aquellas personas que no
han logrado sobrevivir en la economía legal socialmente
establecida (Metaal, 2008). La evaluación de los efectos
de 20 años de políticas de represión y persecución de
los usuarios, ha demostrado en buena parte del mundo,
un estrepitoso fracaso en cuando a la disminución de la
demanda. Un fracaso mucho mayor ha mostrado en favorecer
la atención en salud de aquellos que requieren
tratamiento por su consumo problemático.
Es relevante estudiar los procesos de estigma como
barrera de accesibilidad a la atención en salud, para
identificar componentes que disminuyan dicha exclusión
(OPS/OMS, 2005). Estos procesos, están subreconocidos
en la producción de inequidad en salud (Link y
Phelan, 2001).
La reducción de la estigmatización y la discriminación,
es fundamental para la elaboración de políticas de inclusión
desde una lógica de respeto por los derechos humanos.
Notas
1 Beca de Investigación de Doctorado. Período: 2008-2011. SECyT. UBA. Directora de Beca: Lic. Alicia Stolkiner. Facultad de Psicología. UBA.
2 Proyecto UBACyT P040. Programación 2008-2010. Directora: Lic. Alicia Stolkiner. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires.
3 Se trata de la tesis de Maestría de una de las autoras. Op.Cit.
4 El debate se plantea alrededor del estigma como marca objetivable o como un proceso de nominación y de imputación de sentidos.
5 El autor toma el ejemplo del proceso que ha culminado con la designación de la hiperactividad en los niños como comportamiento anormal.
6 El énfasis está puesto en cuanto al foco: los estigmatizados o los estigmatizadores.
7 El eje principal de esta orientación, es el estudio del proceso de asignación de símbolos con significado al lenguaje y al comportamiento en la interacción social.
8 La autora cita: estudios sobre la desviación (Lemert, 1967), estudios sobre las instituciones de salud (Goffman, 1970), procesos de medicalización (Conrad y Schneider, 1985) y en América Latina (Menéndez, 1981, 1985, 1990). Op.Cit.
9 Para ampliar, puede verse el trabajo de Becker (1971). Este autor estudia la desviación a partir de analizar dos grupos sociales: fumadores de marihuana y músicos populares. También indaga el papel de aquellos que imponen las reglas de conducta.
10 An Internacional Conference. Stigma and Global Health: Developing a Research Agenda. Bethesda, Mryland, U.S.A.
11 Las circunstancias estigmatizantes seleccionadas son: 1) hospitalización por enfermedad mental, 2) uniones múltiples (más de 3), 3) desalojo, 4) pobreza extrema, 5) ser un niño adoptivo, 6) estar retenido en la escuela, 7) ser huérfano, 8) estar desocupado y 9) contar con ayuda social (del estado).
12 Goffman también desarrolla el tema de la tensión al referirse a la categoría de desacreditable. Op.Cit.
13 Se focaliza en el uso de drogas categorizadas como ilegales, ya que son los usuarios de estas sustancias (dependan o no de ellas) quienes configuran mayoritariamente grupos estigmatizados.
14 Aquí lo preponderante es la organización de la vida de las personas alrededor de un consumo compulsivo. En la definición se incluyen otras compulsiones vinculadas no solo a sustancias, sino a acciones como el juego (ludopatía) que no son objeto de este trabajo. Tampoco se aborda aquí, la problemática desde un punto de vista psicopatológico.
15 Un debate reciente se ha iniciado en el ámbito nacional, en cuanto a la necesidad de quitar del fuero penal la figura del tenedor de pequeñas cantidades de droga destinada a consumo personal.
16 Conrad toma en ese artículo la conceptualización de Parsons sobre el rol del enfermo que se compone de 4 instancias: eximición de responsabilidades propias de la normalidad, eximición de la responsabilidad por la enfermedad, obligación de reconocer el estado de enfermo y cooperación a través de la búsqueda y sometimiento a tratamiento. Op.Cit.
17 Dispositivo en el sentido que Foucault le da al término, como:"un conjunto resueltamente heterogéneo, que implica discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos; proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en síntesis, todo lo dicho cuanto lo no dicho (...)". (Terán, 1983)
18 El comentario corresponde a las declaraciones del director ejecutivo de la UNAIDS en el año 2000 (Parker y Aggleton, 2002, p.2).
19 Los autores citan el análisis de Mann, quien conceptualiza estas reacciones sociales como la tercera epidemia (Parker y Aggleton, 2002, p.1).
20 La definición pertenece a Paula Treichler.
21 En el plano nacional, en octubre de 2008, tuvieron lugar las Primeras Jornadas Nacionales sobre Políticas Públicas en Materia de Drogas. En el plano Internacional, comenzó en el año 2008 una evaluación de la implementación de la declaración política y planes de acción de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU (UNGASS) 1998.
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Fecha de recepción: 14 de febrero de 2009
Fecha de aceptación: 20 de julio de 2009