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Anuario de investigaciones
versão On-line ISSN 1851-1686
Anu. investig. v.16 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2009
PSICOANÁLISIS
La locura en la obra de Lacan: articulaciones con las nociones de cuerpo, manía y sexuación
Madness in the Lacan work's: joints with the body, mania and sexuation
Muñoz, Pablo D.1; Leibson, Leonardo2; Smith, María Celeste3; Berger, Andrea4; Acciardi, Mariano5; Castañeda, Cristina6; Basile, Marcela6; Vaneskeheian; Alexis6; Lancí, Martín6
1 Muñoz, Pablo D.; Lic. en Psicología (UBA); Magíster de la Universidad de Buenos Aires en Psicoanálisis; Doctorando en el Doctorado en Psicología (UBA); JTP regular del área Psicología Clínica y Psicopatología. Director del proyecto UBACyT P601 (2008-2010): "Variaciones
del concepto de locura en la obra de J. Lacan. Su incidencia en el diagnóstico diferencial neurosis-psicosis". E-mail: pmunoz@psi.uba.ar
2 Leibson, Leonardo; Médico (UBA); Especialista en Psiquiatría; Doctorando en el Doctorado en Psicología (UBA); Profesor Adjunto interino
de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología (UBA). Investigador formado, integrante del proyecto UBACyT P601
(2008-2010).
3 Smith, María Celeste; Lic. en Psicología (UBA); ATP interina de la Cátedra II de Psicopatología. Investigadora Formada, integrante del
proyecto UBACyT P601 (2008-2010).
4 Berger, Andrea; Lic. en Psicología (U.B.A); JTP interina de la Cátedra II de Psicopatología, Facultad de Psicología (UBA). Investigadora
Formada, integrante del proyecto UBACyT P601 (2008-10).
5 Acciardi, Mariano; Lic. en Psicología (UBA); Doctorando en el Doctorado en Psicología (UBA); JTP interino de Psicología y Epistemología
Genética. Investigador Formado del proyecto UBACyT P601 (2008-2010).
6 Castañeda, Cristina; Basile, Marcela; Vaneskeheian; Alexis; Lancí, Martín: Miembros del proyecto UBACyT P601.
Resumen
En este artículo se presentan algunos avances del proyecto
de investigación P601 (2008-2010): "Variaciones
del concepto de locura en la obra de J. Lacan. Su incidencia
en el diagnóstico diferencial neurosis-psicosis".
Con el objetivo de avanzar en la precisión de la formalización
del concepto de locura en la enseñanza de Lacan,
su traducción en términos clínicos, y ponderar el
modo en que dicha formalización reordena las concepciones
de la locura desplegadas anteriormente en la
psiquiatría y el psicoanálisis, indagamos aquí la relación
de la locura con los conceptos de cuerpo, manía y
sexuación.
Palabras clave: Locura; Psicosis; Manía; Cuerpo; Sexuación
Abstract
We present in this work the state and forward of the
project UBACyT 2008-2010 (P601): "Variations of the
concept of madness in the work of J. Lacan. Its incidence
in the diagnosis differential neurosis-psychosis".
With the goal of specify the formalization of the madness
concept in Lacan's work, its translation in clinical terms,
and analyse the way in which this formalization reorganizes
the previous conceptions of madness developed
in psychiatry and psychoanalysis, we investigate here
the relation of madness with the concepts of body, mania
and sexuation.
Key words: Madness; Psychosis; Mania; Body; Sexuation
Presentación1
En la obra de Lacan los términos locura y psicosis no se
recubren pues corresponden a planos conceptuales diversos.
El último es tomado de las elaboraciones de la
psiquiatría clásica de fines del siglo XIX pero es transformado
en su enseñanza a partir de su concepción
estructuralista de la forclusión del significante del nombre-del-padre, mientras que el primero tiene como referencia
a Hegel y postula como ejemplo el personaje de
Alcestes de El Misántropo de Molière.
A partir de esta concepción y delimitación original, Lacan
empleó el concepto de locura en diversos contextos: por
ejemplo, para referirse al amor, llegando a decir que"cuando se está enamorado, se está loco" (retomando
la perspectiva freudiana); así como también para referirse
al no-todo de la sexuación femenina, sosteniendo
que las mujeres son locas, aunque "no-locas-del-todo".
Se destaca la reelaboración que lleva a cabo cuando lo
retoma en los seminarios de los años '70 y lo transforma
-vía teoría de nudos- al definirlo como desanudamiento
de los tres registros real, simbólico e imaginario (por
oposición a la estructura de la psicosis definida como
una forma particular de anudamiento no borromeo distinto
del anudamiento borromeo de la neurosis), lo cual
da lugar a una complejización importante de su concepción
y revela aristas insospechadas hasta entonces.
Estas variaciones, que son solo algunas de las que pueden
mencionarse, dan cuenta de que el concepto de
locura para Lacan no sólo tiene vinculación con el campo
de lo patológico sino que lo excede y se articula con
dimensiones universales como el amor y la posición
sexuada. En este sentido, en este artículo nos proponemos
explorar algunas de las siguientes articulaciones.
En el comienzo del artículo presentamos el uso que del
concepto de locura hace Hegel en la Fenomenología
del Espíritu, dado que gran parte de las referencias de
Lacan en sus primeros trabajos se asientan en la concepción
del filósofo, lo que nos permite sentar las bases
de algunas articulaciones teóricas y algunas manifestaciones
clínicas, vinculadas con las figuras del alma bella,
el delirio de infatuación y la ley del corazón, que Lacan
utiliza en sus comienzos.
La relación del concepto de locura con el registro de lo
imaginario se produce desde muy temprano en el pensamiento
de Lacan, cuando en Acerca de la causalidad
psíquica es vinculado con la teoría de la identificación y
la constitución del yo. Consecuentemente, si la locura
es una afección que se expresa clínicamente en términos
de alteración de lo imaginario, es válido poner en
cuestión la implicación de la locura y el cuerpo. Desarrollamos
aquí esta perspectiva, en especial, en lo que
respecta a las modificaciones de la imagen corporal y
su aprehensión subjetiva.
En los inicios de la clínica psiquiátrica, locura, alienación
mental y manía eran términos tratados como sinó
nimos, lo cual se expresa luego en la categoría de locura
maníaco-depresiva. Por tanto, a continuación tomamos
aquí la articulación locura-manía con el objetivo de extraer
conclusiones sobre su expresión clínica, particularmente
en lo relativo a la agitación psicomotriz que desarticula
el cuerpo y a la logorrea o fuga de ideas tan
características del cuadro, que se vinculan estrechamente
con algunas consideraciones de Lacan sobre el
tema.
Luego presentamos las diversas posibilidades que surgen
tanto teórica como clínicamente a partir de la relación
del concepto de locura con las fórmulas de la
sexuación.
Este recorrido permite reconocer distintas formas de presentación
clínica de la locura y concluir que se trata una
categoría transestructural, vale decir que no se define en
términos de estructuras freudianas, aunque debe pensarse
en su articulación con ellas. Y, por otra parte, aplicando
estas conceptualizaciones de Lacan en torno de la
locura a los debates clásicos en psiquiatría, así como
también diversas elaboraciones introducidas posteriormente
por el psicoanálisis y la psiquiatría para abordar la
distinción entre neurosis y psicosis, el concepto lacaniano
se convierte en una herramienta que nos permite introducir
en ellos algunos reordenamientos.
Abordamos así lo que nos hemos planteado como algunos
de los objetivos de la investigación: definir con precisión
la formalización del concepto de locura en la enseñanza
de Lacan y su traducción en términos clínicos,
y ponderar el modo en que dicha formalización reordena
las concepciones de la locura desplegadas anteriormente
en la psiquiatría y el psicoanálisis.
1. Introducción a la referencia hegeliana de Lacan2
Para examinar la doctrina de la locura en Lacan es necesario
precisar el uso que del concepto hace Hegel en
la Fenomenología del Espíritu, dado que gran parte de
sus referencias se asientan en la concepción del filósofo.
Históricamente no es sino por referencia a la razón
que la idea de locura se ha establecido. En los antecedentes
que hemos recorrido hasta el momento, la locura
aparece frecuentemente como aquello que no entra en
los cauces de la razón, en aquello que no se deja aprehender
fácilmente en el logos del saber.
La novedad hegeliana consiste en que, en su máquina
de constitución de la autoconciencia, no deja fuera a la
locura sino todo lo contrario, la hace corresponder a
ciertos momentos particulares de "inmediatez" en los
que la mediación de la otra autoconciencia queda olvidada.
Es decir, reintroduce a la locura como parte esencial
del camino de la autoconciencia hacia la certeza de
sí y los otros, cuyo punto último de realización es la
constitución de la autoconciencia como saber absoluto.
Los puntos que identifican a la locura y que luego Lacan articula, coinciden con momentos en que la autoconciencia
olvida a la otra autoconciencia de la que es el
resultado. Momentos en que su progreso hacia la reconquista
de su sustancia se estanca como poseyendo
un cierto fin separado de las otras autoconciencias que
se ven plasmadas en el orden social.
a. Organizadores fundamentales
Exponemos aquí algunos de los organizadores extraídos
del texto, que serán mojones para guiarnos en el
reconocimiento del alcance de la influencia hegeliana
en la elaboración lacaniana de la locura.
Ellos son los tres movimientos esenciales en todo devenir
de la autoconciencia que Hegel distingue. En la medida
que sus comentadores se han valido del recurso
pedagógico de la nominación y han "etiquetado" estos
movimientos como "Tesis, Antítesis, Síntesis", estos tres
movimientos suelen nombrarse así. Sin embargo es
curioso que no se encuentren tales términos en la Fenomenología.
Lo que sí encontramos desarrollado es el
modo en que a una afirmación sigue una negación y a
esta negación finalmente sigue la negación de la negación,
que tiene como fundamental propiedad la de recuperar
el proceso de la determinación negada. De esta
manera es posible aislar la lógica de este movimiento a
lo largo de todo el camino que habrá de seguir la autoconciencia
con vías a su realización.
Es importante considerar, sobre todo con vistas a la comprensión
de lo que para él es la locura, que toda conciencia
se dirige hacia su realización. Esta coincidiría en su
fin último con la recuperación de su sustancia, el espíritu
luego de sus sucesivas enajenaciones. En este camino
un primer momento tiene que ver con lo no "realizado",
en ocasiones denominado por él "abstracto". Para que lo
desarrollado en lo "abstracto" se "realice", necesariamente
debe salir de "si" y pasar a lo "concreto". Al encuentro
efectivo en el mundo con el otro.
El camino va desde la conciencia hacia su transformación
en autoconciencia, en cuya constitución tiene un
papel fundamental la dialéctica de relación entre el Siervo
y el Señor, entre el Esclavo y el Amo según traducción.
La tensión entre lo no realizado y lo realizado va a estar íntimamente ligada a la tensión dialéctica de aquello
que tiene que ver con lo universal y lo singular, en reabsorción
mutua en el camino hacia el Saber.
Las figuras de la conciencia en las que se presentifica la
locura, van a requerir un paso más allá de la autoconciencia,
en el camino hacia la realización de la Razón.
Como ya lo notamos unas líneas más arriba, no es casual
que el autor vaya a dar cuenta de la locura solo en
la medida en que ésta puede ser concebida como una
de las figuras en que la razón se detiene, detiene su
derrotero hacia el Espíritu, la Religión y el Saber Absoluto,
fin de la historia.
b. Momentos de "Locura" en el derrotero de la razón:
El derrotero necesario que toda razón debe seguir de
acuerdo a la Fenomenología es: 1.Conciencia; 2.Autoconciencia;
3.Razón; 4.Espíritu; 5.Religión; 6.Saber Absoluto.
Los momentos a los que Lacan llama de locura
haciendo referencia a este autor son: A) La Ley del corazón
y el delirio de infatuación y B) El alma bella. Los
dos primeros (A) corresponden a la estasis de la autoconciencia
en el camino de su realización como razón
por si misma y el segundo a la estasis o detención de la
razón, previa a su realización concreta como espíritu
cierto de si mismo o la moralidad. Es decir, los primeros
corresponden a un momento de la Razón, previa a su
realización concreta y el segundo a un momento del
Espíritu, previo a su realización concreta. En ambos
casos se trata en alguna medida de lo no realizado, que
implica un desconocimiento de lo Otro como universal
concreto. Es decir, hay algo del orden de lo universal
pero se trata de un universal abstracto no realizado
como universal concreto en la realidad.
Veamos brevemente de que se trata cada uno de estos
momentos en Hegel:
A.1) La ley del corazón (como previa a la ley de la realidad)
La autoconciencia ha sabido que tiene inmediatamente
en si lo universal. Es de modo inmediato lo "necesario"
"para si". Es decir que la ley es para sí, como singularidad,
esencia. Pero no es solo singularidad, sino que es
más rica en la medida en que en su movimiento ha recuperado
su determinación según el cual el ser "para si"
vale para ella como necesario o universal. Es una singularidad
que en lo inmediato (sin la mediación del trabajo)
es en si misma lo individual y lo universal (abstracto)
como negación de su individualidad. Esta ley, es sólo una
ley "para si". Aún no se ha realizado. Ante esta individualidad,
se eleva oponiéndose "lo otro" como realidad. Esto
otro es lo contrapuesto a la universalidad de lo que ha de
realizarse. Esto otro es una ley que oprime a la individualidad
singular, un orden del mundo violento que contradice
a la Ley del corazón, este orden sentido como violento
es la ley de la realidad). En la inmediatez de la individualidad
y la Universalidad, lo que está en juego es el compromiso
de su verdad y su ser, en la medida en que la
autoconciencia toma su verdad y su ser de lo otro que
ella misma.
Esta individualidad tiende en su movimiento a superar la
necesidad que contradice la Ley del Corazón y el padecer
que tal opresión genera. Es en este movimiento ya
no la frívola figura que solo se contentaba con el placer
y el goce inmediato del objeto, sino que busca el placer
pero en la presentación de su propia esencia de "excelencia" y en el logro del bien de la humanidad. Lo que
realiza es la ley misma y su placer es al mismo tiempo
placer universal de todos los corazones. En ella son una
unidad la individualidad y lo necesario (universal). Sin
embargo esta Ley del corazón no es aún realizada, no ha habido obrar en la realidad, por lo tanto la individualidad
aún no se ha desplazado de su sitio.
La humanidad que se le opone a la individualidad, no vive
en la venturosa unidad de la Ley con el corazón, sino en
un estado cruel de escisión y sufrimiento, en la medida en
que la privación del goce es la consecuencia necesaria
de la Ley. El orden divino y humano se halla escindido del
corazón. Es para el Corazón un aparente llamado a perder
lo que todavía conserva en él el corazón.
A.2) El desvarío de la infatuación (como rebelión contra
la ley de realidad)
La conciencia se ha hecho conciente de si misma en su
ley, y en su propia realización la realidad se le ha enajenado.
Se ha hecho conciente, como autoconciencia
abstracta, de su no realidad. En el desvarío de la infatuación,
la autoconciencia desconoce doblemente, desconoce
que el orden de lo otro es la concreción misma
de la autoconciencia, y se desconoce a si misma como
producto de este orden contra el que se rebela. La conciencia
así ha hecho la experiencia de su realidad. Las
palpitaciones del corazón por el bien de la humanidad
se truecan así en la furia de la infatuación demencial, en
el furor de la conciencia de mantenerse contra su destrucción.
Enuncia entonces el orden universal como una
inversión de la ley del corazón, manejada por fanáticos,
orgiásticos, déspotas y sus servidores. Llevada de este
desvarío demencial, la conciencia proclama la individualidad
como lo determinante de esta inversión, pero
una individualidad que no es ella misma sino ajena y
fortuita.
Pero es el mismo corazón o la singularidad de la conciencia
que pretende ser inmediatamente universal el
causante de esta inversión y esta locura. Pero esta ley
del corazón no ha afrontado su realización mediata. Se
proclama inmediatamente Universal sin el paso por la
mediación de la realidad. No se ha realizado. La realidad,
la ley como orden vigente es para él más bien "nulidad".
B) El alma bella (como universalidad abstracta del espíritu)
El Alma Bella, último momento de la universalidad de la
buena conciencia (pura universalidad abstracta), es la
enunciación de la buena conciencia. Es el retorno a su
refugio más íntimo ante el que desaparece toda exterioridad.
Es la absoluta autoconciencia en que se hunde la
conciencia. Al Alma bella le falta la fuerza de la enajenación,
convertirse en cosa y soportar el ser. Vive en la
angustia de manchar la gloria de su pulcro interior con la
acción y la existencia.
2. La locura y su relación con el cuerpo3
Una vía para adentrarnos en la noción de locura en la
enseñanza de J. Lacan es la de interrogarnos acerca de
la implicación del cuerpo.
La hipótesis general es la siguiente: la locura es una afección que se expresa clínicamente en términos de alteración
de lo imaginario, entendiéndose por tal las modificaciones
de la imagen corporal y su aprehensión subjetiva,
así como la distorsión de las relaciones con los semejantes.
Esta alteración de lo imaginario no se plantea como
algo aislado sino que implica y supone una transformación
de lo simbólico y de lo real. La investigación, en este
aspecto, se ocupa de indagar la índole peculiar de estas
variaciones de los tres registros, tanto de cada uno como
de la vinculación entre los tres.
a. Lo imaginario, el cuerpo y la locura
La vinculación del registro imaginario con la locura está
presente desde los inicios en la enseñanza de Lacan.
Acá solamente daremos algunas referencias dado que
el tema es tratado extensamente en otros apartados.
Como ya hemos indicado en otras publicaciones: "Cuando
Lacan indica que el loco 'lo que experimenta como
ley de su corazón no es más que la imagen invertida,
tanto como virtual, de ese mismo ser' (Lacan 1946,
162), vemos en esa imagen invertida que se desconoce,
no sólo una referencia al espejo sino también al
desconocimiento de la función de la palabra en tanto el
emisor recibe del Otro su propio mensaje en forma invertida.
Ambas vertientes del desconocimiento sostienen
la creencia en lo que es" (Muñoz 2007, 92). Destacamos
allí que la locura se presenta como un efecto del
desconocimiento propio de la dialéctica de lo imaginario
que se desarrolla en el estadio del espejo. Este desconocimiento
implica la creencia en el yo, lo cual es definido
por Lacan como la esencia de la locura, al menos en
su aspecto estructural. Dice Lacan: "Que el sujeto acabe
por creer en el yo es, como tal, una locura" (Lacan
1954-55, 370). Esta función de desconocimiento es correlativa
del desconocimiento de la falta estructural del
sujeto. Dice Lacan: "Lejos, pues, de ser la locura el hecho
contingente de las fragilidades de su organismo, es
la permanente virtualidad de una grieta abierta en su
esencia" (Lacan 1946, 162). Como ya hemos señalado:
"No se trata entonces de fragilidad, no es una debilidad
sino respuesta a una grieta abierta en la esencia del ser
hablante: la división del sujeto. Podemos decir entonces,
la locura es un modo del sujeto de no querer saber
nada de la falta, de la barradura de su división" (Muñoz
2007, 93).
La locura queda así vinculada a la disolución de lo imaginario,
y también a los mecanismos que se aprestan
para reparar esta pérdida, estando esta fragilidad estructural
de lo imaginario (y por ende del yo y del cuerpo)
asociada necesariamente a un particular efecto de
lo simbólico sobre lo real.
Esto último queda más claro cuando consideramos la
manera que tiene Lacan de plantear la locura en relación
al anudamiento de los tres registros en la cadena
borromea y a la necesidad estructural de una cuarta
consistencia para que ese anudamiento se produzca y se sostenga. La locura queda entonces ligada al hecho
que una de esas dimensiones "reviente" por lo cual,
como dice Lacan, "ustedes deben volverse verdaderamente
locos" (Lacan 1973-74, inédito).
Veremos entonces en este contexto las incidencias del
cuerpo -o, habría que precisar: de los cuerpos- en el
ceñimiento de la noción de locura.
b. Locura y dualidad de los cuerpos
En la experiencia del ser parlante (parlêtre), el cuerpo
es una construcción que se realiza a través del espejo
(Leibson 2008, 95). Para Lacan, según lo desplegado a
partir del estadio del espejo y los esquemas ópticos, el
cuerpo es la imagen de una imagen que puede en tanto
tal ser aprehendida por un sujeto (que no es el yo) (Lacan
1936/66, 1954-55, 1959). El cuerpo que el sujeto
realiza es entonces un cuerpo construido en un movimiento
al modo del doble bucle. En esas idas y vueltas
de la luz, se pasa de un cuerpo en tres dimensiones a
una imagen en dos. Lo que podríamos llamar la carne -sintetizamos en esa denominación lo que Lacan llama
"el cuerpo como sustancia gozante" (Lacan, 1966)- se
reduce a la superficie y así se pierde como carne. Se
pierde la presencia de la carne (y de su goce peculiar) y
surge la imagen como re-presentación.
Este proceso imaginario se soporta en una operación
de lo simbólico sobre lo real: el corte. El cuerpo, entonces,
es algo que se caracteriza por tener agujeros, y
también bordes. Lo cual es efecto del corte que el lenguaje
ejerce sobre la sustancia gozante. El corte que
separa al sujeto de lo que será su cuerpo. Por eso decimos
que el sujeto no es su cuerpo, sino que lo tiene. Por
lo tanto, puede perderlo (así como puede perderse, extrañarse,
de ese cuerpo propio en cierta forma). La
imagen está circunscripta y soportada por esos agujeros
y esos bordes (internos y externos). Estructuras que
ciñen la imagen y la sostienen.
Así, esta imagen del cuerpo se constituye alrededor del
corte que instituye una falta original. Esa falta es la que pone en juego al cuerpo, lo lanza al juego del mundo, lo
pone en escena. Si esa falta es suturada en demasía4 la
imagen podría tender a disolverse. La pregunta, entonces,
es cuál es esa "demasía", ese exceso de sutura, si
puede hablarse en estos términos.
Recordemos en este punto un ejemplo surgido de la literatura.
En "A través del espejo" los disturbios que Alicia
sufre en relación a su cuerpo (a su experiencia del
cuerpo) dicen de lo que no se sostiene de la imagen
(Leibson 2004, 109). Es pertinente resaltar que en este
relato las alteraciones del cuerpo y su imagen van de la
mano de lo que le pasa a Alicia con el lenguaje, en tanto
que sufre de un enrarecimiento del lenguaje: olvidos,
trastrocamientos, recuerdos intempestivos, sinsentidos imperiosos, encuentros fortuitos.
La locura es una suerte de atravesamiento del espejo,
pero a diferencia de lo que le ocurre a Alicia, algo de ese
juego imaginario deja de ser un juego, en el mejor de los
casos se convierte en un juego arbitrario que el sujeto
no llega a comprender, de reglas obtusas y cambiantes5 de perspectivas vertiginosas, plegadas, que generan,
propiamente hablando, espejismos: juegos de reflexión
que no se acomodan a lo real sino a los deseos del que
ve. En este sentido, se trata de espejismos que tienen
leyes, estrictas, las de la óptica. Pero esas leyes el sujeto
las desconoce, por eso queda atrapado. Volvemos
a encontrarnos acá con la función del desconocimiento
en la raíz de los fenómenos de la locura.
Con el agregado de que un cuerpo imaginario que desaparece
implica que el goce del cuerpo, la carne, vuelve
a presentarse -o amenaza con hacerlo. En relación con
esto cabe la pregunta: ¿qué es primero: el avance de la
carne o la disolución de la imagen? ¿O son coincidentes?
Daremos por el momento dos hipótesis que serán objeto
de futuros trabajos en el marco de la investigación:
Hipótesis 1: Si el cuerpo como carne irrumpe, la imagen
debe amortiguar esa presencia que es atroz, destructiva
para el sujeto. Si la imagen falla, no hay amortiguamiento
y el goce se impone bajo todas las formas del horror.
Freud llamó a eso: trauma. La locura, en su momento
uno, es el trauma freudiano que se hace presente. En
su momento dos, el horror es procesado de distintas
maneras posibles; la locura también es el catálogo de
esas maneras.
Hipótesis 2: Por algún problema (defecto, ruptura, etc.)
lo imaginario deja de funcionar o aquello que lo suple se
desata, se pierde. Entonces irrumpe el cuerpo como
presencia de goce y, en segunda instancia, los mecanismos
de reparación hacen su trabajo.
De todos modos, puede plantearse una tercera hipótesis
que no es más que pensar las dos anteriores en una
relación de Banda de Moebius: La locura es un atravesamiento
del espejo que tiene consecuencias para el
sujeto. No se limita a una estructura sino que puede
darse en todas (habrá que fundamentar por qué y, de
ser posible, cómo, pero es tema para futuros trabajos).
3. Relaciones entre locura y manía6
Nos hemos propuesto demostrar en esta investigación
que "la locura" no es un campo simple ni único. Uno de
los cuadros clínicos que hemos tomado para explorar
sus relaciones con la locura es la manía -entendiendo
esas relaciones como conjunciones y disyunciones, su
articulación con la teoría de los nudos, la relación entre
los tres registros, y formas de anudamientos, desanudamientos
y reanudamientos posibles. En este avance de
la investigación presentamos los lineamientos generales
de estas articulaciones.
a. Planteo del problema
En los comienzos de la psiquiatría la locura era homologada
a alienación mental. Bercherie en una nota agregada
en su capitulo sobre Pinel (Bercherie 1986) subraya
que en esa serie se incluye a la manía. Se referían a
alienación mental, locura, o manía en forma indistinta.
De ahí que surge el nombre de manicomio para el asilo
como lugar para el tratamiento de estos enfermos. Sin
confundir estas categorías puramente sintomáticas y
fenoménicas con nuestras actuales entidades clínicas,
es interesante resaltar que en este primer tiempo de la
psiquiatría la locura no sólo está relacionada con la alienación
mental sino también con la manía.
En la historia de la psiquiatría, la clínica diacrónica promueve
la clasificación de las llamadas "enfermedades
mentales". Paso que rompe con la homogeneidad de la
locura y la somete a quedar distribuida en distintas entidades
nosográficas. La novedad de Freud en relación a
esas entidades nosológicas, fue proponer la distinción
que Lacan leerá como estructuras clínicas: neurosis,
perversión y psicosis. Comienza así un derrotero que
por momentos equipara y por momentos diferencia a la
locura del campo de las psicosis.
En la enseñanza de Lacan hemos concluido7 que en
muchos momentos equipara locura y psicosis y que las
psicosis son si quieren lo que corresponde a lo que
siempre se llamo las locuras (Lacan 1955-56, 12). Pero
en otros deja vislumbrar una diferencia que impide que
una quede subsumida en la otra: "hay sin duda una locura
necesaria y que será una locura de otro estilo no
tener la locura de todos" (ibídem, 29). Es decir que hay
la locura de todos, una locura que Lacan está pensando
como estructural al ser parlante, es decir a la relación
del ser con el lenguaje y el goce que lo habita, más allá de las diferencias que proponen las distintas estructuras
clínicas.
Hay psicosis que no necesariamente presentan fenómenos
de locura (anudamientos del tipo de Joyce). Y
hay neurosis que nos sorprenden con episodios de locura:
por ejemplo: ¿Dora en la escena del lago "enloquece"? ¿O Hamlet se hace el loco?
Psicosis y locura no se recubren. Una no da cuenta necesariamente
de la otra.
Las locuras en plural se constituyen en "estados" que
requieren ser entendidos en su lógica y su determinación.
Por eso resulta interesante que Lacan en El Seminario
6 no solo se refiera a la locura de Hamlet sino que
destaque que lo importante, lo que no se debe olvidar
es el modo como se hace el loco, un modo que da a su
discurso un aspecto cuasi maniaco8. Subrayamos la articulación locura- manía.
A continuación, partiendo de algunos detalles clínicos
que caracterizan a la manía, extraeremos consecuencias
que nos iluminen en las consideraciones sobre la
locura, teniendo en cuenta que no todo loco es maniaco
pero que en la manía hay locura.
b. Las locuras maníaco-depresivas
E. Kraepelin, cuyos desarrollos clasificatorios fueron
progresando a lo largo de una serie extensa y fructífera
de ediciones, produjo alrededor de la paranoia, uno de
sus aportes esenciales, logrando una definición restringida
y precisa que usamos hasta la actualidad. Por otro
lado las demencias precoces se constituyen en otro
gran grupo mucho más sometido a las críticas y la influencia especialmente de autores y psiquiatras franceses
que lo forzaron a producir su octava edición. En
esta, encontramos un grupo clínico llamativo, que continua,
de la mano de Falret, con la vieja denominación de
"locura" a las que llama "circulares, periódicas o intermitentes".
Reagrupa así estados maniacos o depresivos
que no constituyen estados sindrómicos dentro de la
demencia precoz. Rechaza la idea de la manía o melancolía
simples (en eso se diferencia de otros autores y de
él mismo en ediciones anteriores de su tratado) argumentando
que una observación más fina revela que
tarde o temprano este cuadro presenta recidivas y fases
depresivas o expansivas, la evolución es siempre bipolar,
a pesar que las variaciones a veces son lo suficientemente
ligeras como para pasar desapercibidas.
Se trata de un grupo llamativo de enfermos cuya presentación
subraya:
1. una evolución por ciclos. Estos ciclos son recurrentes;
2. y llamativamente pasado el ciclo hay una restitución ad-integrum
de la personalidad anterior, pareciendo en los
tiempos inter-ciclos que nada antes habría acontecido.
No llevan nunca a un debilitamiento intelectual, aun
cuando se desarrollan durante toda la vida. Esta entidad
está articulada a la noción de acceso o estado. El acceso
maníaco centralmente se caracteriza por la fuga de
ideas, humor alegre y necesidad imperiosa de actividad,
subrayamos como lo hace Kraepelin el calificativo de "imperioso". El acceso depresivo o melancólico, se caracteriza
por la tristeza o angustia, dificultad para pensar
y actuar. Y los estados mixtos, donde las manifestaciones
maníaco-depresivas se asocian entre si. Así,
Kraepelin con este grupo reaviva el viejo término de "locura". Destaca de este grupo su forma de evolución
por ciclos o accesos.
Ahora bien, estos accesos o estados ¿no nos invitan a
pensar en los estados del nudo o, mejor dicho, del anudamiento
de los registros y sus posibilidades de desanudamientos
y reanudamientos?
Con Joyce Lacan muestra el esfuerzo por deducir los
modos de anudamientos por los cuales una estructura
psicótica resuelve su carencia paterna sin desencadenar
en una psicosis franca. En la investigación nos proponemos
continuar en la línea de ese esfuerzo, tratando
de deducir cómo las locuras circulares resuelven los reanudamientos.
Se podrá deslindar entonces la posible
relación entre acceso de locura y estado de desanudamiento,
interface y restitución ad-integrum de la personalidad,
interface y reanudamiento.
c. Locura - Manía
Freud trabaja la manía en su texto Duelo y melancolía como un estado que puede o no suceder a un episodio
de melancolía, que tiene su corazón en la pérdida de
objeto y que su presentación implica recidivas periódicas.
Explica la manía a través de dos coordenadas: 1.
una impresión psicoanalítica y 2. un factor económico.
Articuladas, Freud concluye que en la manía se "triunfa"
sobre la pérdida a través de una voraz búsqueda de
nuevas investiduras de objeto.
Lacan retoma ese detalle clínico: "lo voraz" o "desenfrenado" y lo articula en El Seminario 10 al objeto a. La
manía entonces es ya para esa época una muestra patognomónica
de la no-función del objeto a, implica el
desenfreno de la palabra y del goce, plasmado particularmente
en su síntoma tipo: la fuga de ideas o logorrea,
donde queda perdida toda intención de significación.
Falta en la palabra maníaca el efecto de retroacciónanticipación
del sentido. Falla la articulación S1-S2. Es
una cadena liberada de las obligaciones de la semántica.
Hay ruptura del encadenamiento significante, lo cual
implica quedar disperso en lo infinito del lenguaje. La
manía queda así definida como una cadena significante
funcionando en lo real sin la moderación de un regulador
simbólico que haga de punto de capitón. Queda el
sujeto entregado al desplazamiento sin freno, sin punto
de detención.
Años después, en su Televisión (Lacan 1977, 107) Lacan
articula la manía al campo de la ética. Los fenómenos
de alegría y alborozo que parecen inmotivados, sin
sentido, pueden leerse como "posición ética del sujeto".
Queda nombrado como cobardía moral, el pecado de
ceder sobre el deseo de saber sobre el inconciente que
determina al sujeto. Es decir, la excitación maniaca es
trabajada como rechazo del inconciente, poniendo en
evidencia un cuerpo frenético y descontrolado de las
determinaciones inconcientes que lo normalizan.9
Estas consideraciones quedan ilustradas en la expresión
de un paciente que definía sus estados maniacos
como yendo en una moto a mil que solo puede frenar si estrella su cuerpo contra algo.
Con el aporte de la teoría de los nudos, a los avatares
del registro simbólico se le agrega lo que acontece en el
interjuego entre los otros dos. La referencia clínica denota
la presencia de un cuerpo desenfrenado, comandado
por un real que desconoce, rechaza, se desentiende
de lo simbólico. Arribamos entonces a la elucidación
de la manía como un desprendimiento o corte (Soria
Dafunchio 2008, 89) de lo simbólico en su función de
anudamiento. Se pierde el sentido producido por la intersección
entre lo imaginario y lo simbólico, provocando
una disyunción entre saber y cuerpo. Presencia de
un goce mortal, desenfrenado que intoxica (inflama,
engorda) al registro imaginario, que se presenta bajo
ese cuerpo que tantas veces vemos "desenfrenado".
Hemos planteado que sobre el concepto de locura hay
muchas elaboraciones de Lacan no del todo sistematizadas,
y las hemos dejado expuestas en publicaciones
precedentes, ya citadas en este apartado. Retomamos
dos aspectos ya trabajados allí:
• perturbaciones en el registro simbólico (identificación inmediata con el ideal del yo, caída de las identificaciones,
desamarre del campo del Otro)
• perturbaciones en el registro imaginario (pegoteo imaginario, inflación imaginaria).
• Partiendo de esas conclusiones parciales de nuestra investigación, delimitamos los ejes a seguir explorando
en adelante:
• rechazo del inconciente (manía) - desatadura del Otro (locura)
• cuerpo desenfrenado (manía) - inflación de lo imaginario (locura)
• desprendimiento de lo simbólico (manía) - desacuerdo entre simbólico e imaginario (locura)
• restitución ad-integrum en la evolución por ciclos - lógica de re-anudamientos en la manía y en la locura.
4. La locura en las fórmulas de la sexuación10
Siguiendo los múltiples problemas delineados en el proyecto
de investigación, uno de los ejes es el de la relación
del concepto de locura con las fórmulas de la
sexuación.
Lacan presenta estas fórmulas advirtiendo el malentendido
al que conducirán, dado que el sentido sexual,
como cualquier sentido, dirige a encallar. A continuación
de esta advertencia ubica el lado hombre y el lado mujer,
como lugares, derivados de las exigencias lógicas
del discurso que embraga en el cuerpo, lugares a los
que acceden todos los sujetos que habitan el lenguaje,
con independencia de su sexo biológico.
El lado hombre es definido en el Seminario 20: "para
todo x Φ x" indica que el hombre en tanto todo se inscribe
mediante la función fálica, aunque no hay que olvidar que esta función encuentra su límite en la existencia
de una x que niega la función e x que dice que no a Φ x... El todo se apoya entonces aquí en la excepción
postulada como término, como lo que niega íntegramente
a esa Φ x" (el subrayado es nuestro) (Lacan
1972-73, 96).
Y el lado mujer: "A la derecha tienen la inscripción de la
parte mujer de los seres que hablan. A todo ser que
habla [...] esté o no provisto de los atributos de la masculinidad
[...] le está permitido [...], inscribirse en esta
parte. Si se inscribe en ella, vetará toda universalidad,
será el no-todo, en tanto puede elegir estar o no en Φ x.
Tales son las únicas definiciones posibles de la parte
llamada hombre y de la parte llamada mujer, para lo que
se encuentra en la posición de habitar el lenguaje" (Ibídem,
97).
A pesar de lo dicho, y aunque no llame la atención, casi
siempre que Lacan explicita el término locura, suele ligarlo
a las mujeres. Esto nos ha conducido a organizar
las preguntas que guiarán el trabajo de investigación
sobre este eje, en los siguientes problemas:
a. Ubicación de "las mujeres locas" en las fórmulas
de la sexuación
Es importe clínicamente esclarecer cuando liga locura y
mujer, dónde ubicar a estas mujeres, seres hablantes
que no cuentan con el órgano fálico como condensador
de goce. Lacan no emparienta a las mujeres con la histeria,
su originalidad es ubicarlas en las fórmulas en el
lado hombre. Citamos: "Pero sucede que también las
mujeres están enalmoradas, es decir, alman al alma.
Pero esa alma que alman en su pareja, homo hasta la
empuñadura sin embargo, y de la que no se zafarán [...]
eso sólo puede conducirlas a ese término último [...] la
histeria, que es hacer de hombre, y ser por tanto también
ella homosexual o fuerasexo; de allí que les sea
difícil no sentir el impasse que consiste en que se mismen
en el Otro, porque, a la postre, no hay necesidad
de saberse Otro para serlo" (Ibídem, 103). Esto plantea
un serio problema que implica discernir cuándo y bajo
qué condiciones Lacan liga la locura en las mujeres al
lado hombre y por lo tanto a la histeria, y cuándo al lado
propiamente femenino. Citamos: "Así lo universal de lo
que ellas desean es locura: todas las mujeres son locas,
que se dice. Es también por eso que no son todas, es
decir locas-del-todo, sino más bien acomodaticias: hasta
el punto que no hay límites a las concesiones que
cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de su
alma, de sus bienes. No pudiéndolo sino por sus fantasías
de las que es menos fácil responder" (Lacan 1977,
128).
1) La locura planteada acá para todas las mujeres ¿es
intrínseca a la totalización, o a la exigencia de totalización
fálica que implica el lado hombre, esto es, locura
por el todo o locas del todo?
2) Si esto resultara afirmativo aunque en parte, ¿cuáles
son las relaciones entre los lados hombre y mujer al
plantear la locura por el todo? ¿Esto implica un desconocimiento
o rechazo de lo que Lacan llamara "feminidad
corporal" o más adelante "goce femenino"? ¿Cuáles
son las consecuencias del tratamiento de este
desconocimiento o rechazo en cuanto al límite que plantea
Freud de la envidia del pene para las mujeres?
3) Por otra parte, que todas las mujeres sean locas, ¿constituye un fantasma masculino, como en su momento
Lacan lo propone para el masoquismo? Planteamos
este interrogante, puesto que tener un inconsciente
o posicionarse como sujeto deseante implica el lado
hombre, por lo que Lacan afirma: "si la libido sólo es
masculina, nuestra querida mujer, sólo desde donde es
toda, es decir, desde donde la ve el hombre, sólo desde
ahí puede tener un inconsciente". ¿Es también desde
ahí de dónde son todas locas? ¿Esto enloquece o tranquiliza
a los hombres?
4) La locura ¿queda limitada al lado hombre, o se podría
plantear también a la locura del lado femenino de las
fórmulas? Lo propiamente femenino, está definido por
un plus, un goce en más, que llamará "goce envuelto en
su propia contigüidad" o goce suplementario, ilimitado,
infinito, que resiste al saber. Sin embargo, este goce
que caracteriza a lo femenino necesita de la función fálica
para suplementarse. Justamente las flechas que
parten del La/ se dirigen del lado femenino a este goce
S(A/) y por otro al φ del lado masculino. Lo que lo lleva a
Lacan a plantear este goce entre centro (φ) y ausencia
S(A/). ¿Qué pasa si esta suplementación por lo fálico
queda abolida? ¿Habrá que plantearse una locura femenina? ¿Se tratará del no-todo locas? O de ¿locas por
el no-todo?
En el lado femenino Lacan escribe también el objeto a,
al cual le llega una flecha del $, del lado hombre. Es por
esto que llama a las mujeres "acomodaticias" en cuanto
aceptan ir al lugar de semblante del objeto a para el
deseo sostenido en el fantasma de un hombre. Citamos: "Ella se presta más bien a la perversión que tengo
por la de El hombre. Lo que la conduce a la mascarada
que se sabe, y que no es la mentira que los ingratos, por
adherir a El hombre, le imputan. Más bien el por-siacaso
de prepararse para que la fantasía del hombre
encuentre en ella su hora de verdad. Eso no es excesivo
puesto que la verdad es mujer ya por no ser toda, no
toda a decirse en todo caso" (Lacan 1977, 128). ¿Podrá aquí ubicarse la locura propia del desconocimiento de la
mediación de la palabra que implica al semblante, y así quede "locamente" identificada al lugar de objeto del
fantasma del hombre? ¿Necesariamente una identificación
que petrifica al objeto a implica locura?
Y en relación a ambos lados, y entendiendo locura como
desanudamiento, tanto para hombres como para mujeres,
y participando ambos lados de las fórmulas ($ y a), ¿la realización fantasmática (en la neurosis) desanuda
y enloquece, y el terror o angustia y los síntomas neuróticos vienen a hacer algo con esa locura? ¿O los síntomas
que responden a ello implican la locura misma?
¿Locura masculina? Algo que Lacan no menciona explícitamente,
pero que vale la pena investigar. ¿Es posible
cernir qué enloquece a los hombres? Si la mujer es sínthoma
del hombre, ¿se podrá ubicar aquello que hace
explotar alguno de los registros en este anudamiento?
b) Relación entre locura y estrago
Más allá del estrago estructural que implica el deseo de
la madre, cuando Lacan habla de estrago también lo
emparienta a las mujeres: "A ese paso, la elucubración
freudiana del complejo de Edipo, en la que la mujer es
en él pez en el agua, por ser la castración en ella inicial
(Freud dixit), contrasta dolorosamente con el estrago
que en la mujer, en la mayoría, es la relación con la madre,
de la cual parece esperar en tanto mujer más subsistencia
que del padre, lo que no pega con su ser segundo
en este estrago" (Lacan 1972, 35). Y más tarde,
en El Seminario 23: "Me he permitido decir que el sinthoma,
esto es muy precisamente el sexo al cual no
pertenezco, es decir una mujer. Si una mujer es un sinthoma
para todo hombre, es completamente claro que
hay necesidad de encontrar otro nombre para lo que es
del hombre para una mujer, puesto que justamente el
sinthoma se caracteriza por la no-equivalencia. Se puede
decir que el hombre es para una mujer todo lo que
les guste, a saber una aflicción peor que un sinthoma;
pueden ustedes articularlo como les convenga: incluso
un estrago..." (Lacan 1975-76, 99).
El diccionario de la real academia española define "estrago" como: 1. Daño hecho en guerra, como una matanza
de gente, o la destrucción de la campaña, del país
o del ejército. 2. Ruina, daño, asolamiento. Y "causar
estrago": 1. Provocar una fuerte atracción o una gran
admiración entre un grupo de personas.
1) ¿Qué relación hay entre locura y estrago, a partir del
punto en que Lacan los ligua a ambos a las mujeres?
Existe una compilación llamada "El estrago madre-hija" donde más allá de la estructura, en los casos allí presentados
podríamos a grandes rasgos ubicar "hijas locas".
Sugestivamente, no hemos encontrado aún ninguna
compilación al estilo "El estrago madre-hijo"
2) La ruina, el daño, el asolamiento, ¿en qué casos implica
a la locura?
3) ¿Cuándo un hombre implica un estrago para la mujer? ¿Lleva esto necesaria o contingentemente a la locura?
c) Locura y psicosis
En nuestra investigación hemos subrayado la no homologación
entre locura y psicosis en la enseñanza de
Lacan. Siguiendo la lógica de las fórmulas de la sexuación,
Lacan plantea "De ahí que una mujer... no da con
El hombre más que en la psicosis" (Lacan 1977, 128).
Esto no impide que una autora como C. Soler, luego de
citar esta frase, agregue "Es la mujer loca, que puede
encontrar El hombre" (Soler 1995, 185). Esclarecer las
distintas variantes de la locura permitirá ubicarla en las
fórmulas, tanto en la psicosis como en la neurosis.
Para concluir ¿sería pertinente plantear de manera general
dos variantes de la locura en las fórmulas? Una
locura normal, estructural, ya que entre hombre y mujer
no hay relación sexual, y otras locuras en plural, anormales,
cuando algo en el modo de suplir esa relación
que no hay, a partir de esos lugares y funciones asimétricas,
que implican las lógicas del todo y del no-todo,
explota, se desanuda, desencadena.
Notas
1 Redacción: Mgter. Pablo D. Muñoz.
2 Redacción: Lic. Mariano Acciardi. Revisión: Mgter. Pablo D. Muñoz.
3 Redacción: Méd. Leonardo Leibson.
4 Porque siempre lo está en alguna medida: en la medida fálica que es medida de un goce recuperado fragmentariamente en las redes del significante.
5 Que no es lo mismo que la ausencia de reglas.
6 Redacción: Lic. Andrea Berger. Revisión: Mgter. Pablo D. Muñoz
7 En "Locura y Nudos II", trabajo publicado en Memorias de las XIV Jornadas de Investigación y Tercer Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur : La investigación en Psicología, su relación con la práctica profesional y la enseñanza", tomo III, Facultad de Psicología, U.B.A. Cf. También Muñoz, P. (2007), op. cit.
8 "Pero lo que no se debe olvidar es el modo como se hace el loco, este modo que da su discurso ese aspecto cuasi maniaco, este modo de atrapar al vuelo las ideas, las ocasiones de equivoco, las ocasiones de hacer brillar un instante delante de sus adversarios esa suerte de chispa de sentido".
9 Sobre estas referencias cf. Muñoz, P. (2005): "Melancolía... manía... Rudimentos para una lectura a partir de la teoría de nudos". En Anuario de Investigaciones Nº XIII, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología, Secretaría de Investigaciones, Tomo II, pp. 81-92
10 Redacción: Lic. María Celeste Smith. Revisión: Mgter. Pablo D. Muñoz
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17- Muñoz, P. (2007): "El concepto de locura en la obra de Jacques Lacan". En Anuario de Investigaciones, Nº XV, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología, Secretaría de Investigaciones, pp. 87-98. [ Links ]
18- Soler C. (1989): "La manía: pecado mortal", en Estudios sobre las psicosis, Ed. Manantial, Bs. As. [ Links ]
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20- Soria Dafunchio, N. (2008): Confines de las psicosis, Ed. del Bucle. [ Links ]
Fecha de recepción: 20 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 16 de junio de 2009