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Anuario de investigaciones
versão On-line ISSN 1851-1686
Anu. investig. v.16 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./dez. 2009
ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS Y NUEVOS DESARROLLOS
Las revistas infanto-juveniles: sensibilidad y construcción del sí mismo
Magazines for children and youngsters: sensibility and the construction of the self
Vitalich Sallán, Pablo A.1
1 Vitalich Sallán, Pablo A.: Lic. en Psicologia. Becario de Doctorado, CONICET. E-mail: pablovitalich001@yahoo.com
Resumen
El presente trabajo se propone reflexionar en torno a la
cultura infanto-juvenil a partir del caso específico de las
revistas de divulgación masiva dirigidas a dicha población.
En tanto objetos de fruición, dichas revistas presuponen,
reproducen e inventan una escena en la cual la
subjetividad infantil se refleja, se descubre y se constituye
en tanto tal. En primera instancia se identifica y describe
este material en términos de compuesto de enunciados
y visibilidades que operan como un medio, un
suelo y un saber en función de los cuales la subjetividad
encuentra respuestas anticipadas acerca de quién es y
del tipo de prácticas e inquietudes a partir de las cuales
constituirse en tanto sujetos sensibles. Simultáneamente,
se pretende dotar a este análisis de un fundamento
desde el cual efectuar una operación crítica que denuncie
el modo en que gestionan un uso de la imaginación
al servicio de la tristeza.
Palabras clave: Sensibilidad; Subjetividad; Revistas infantiles
Abstract
The purpose of this article is to discuss on the topic of infantile
culture throught the specific case of magazines of
massive spreading directed to the population of youngsters.
As objects of enjoyment, these magazines presuppose,
reproduce and invent a scene in which the infantile
subjectivity reflects, discovers and constitutes itself. In
first instance this material is described in terms of a compound
of statements and visibilities that operate as
means, the soil and knowledge in which subjectivity finds
established answers of what it means to be, and the practices
throughout which it can constitute itself regarding
sensibility. Simultaneously, a ground for a critical operation
that denounces the way in which this material does a
reactive use of imagination will be provided.
Key words: Sensibility; Subjectivity; Children's magazines
1. Introducción
Parafraseando a Bourdieu (2002), se podría decir que la
sensibilidad estética en el hombre no es sino la expresión
o, al menos, una dimensión de su ethos. Lo cual
significa que ésta sensibilidad es una institución antes
que un dato de la naturaleza humana. Sea el goce sensible
y apetitivo o el deleite propiamente estético, las vías
del disfrute son resultado de prácticas de socialización,
que operan como primeros interpretantes del gusto, que
lo modelan y lo forman de acuerdo a principios que operan
con un grado variable de inconsciencia. Por decirlo
rápidamente, dichos códigos se encarnan en el hombre,
e instituyen y proveen en la sensibilidad de un criterio de
selección afectiva. Así entendida, la sensibilidad es simultáneamente
una superficie producida y dinámicamente
una facultad que discrimina, selecciona y dota de
sentido a la experiencia desde el punto de vista intensivo
y afectivo. Siendo la sensibilidad una facultad, es la
condición formal de toda forma del sentir o más precisamente
del modo en que somos afectados. Por lo tanto
se trata de un presupuesto que atraviesa desde una
teoría del arte a una teoría general de la afectividad.
Pero esta tesis podría parecer en sí misma insuficiente.
Desde la perspectiva que aquí sostenemos, la cultura
hace algo mucho más profundo que cualificar y dotar de
un contenido a un conjunto de necesidades preestablecidas.
Crea y extrae afecciones en el seno de prácticas
que se han construido históricamente y al interior de las
cuales se prepara y proyecta a la subjetividad sobre el
andamiaje simbólico que proveerá de sentidos y razones
para la existencia y en el cual ésta se experimentará como tal. En este sentido, no podría sostenerse que
hay una naturaleza afectiva que sea independiente de
los valores culturalmente producidos e instituidos. Sea
la vergüenza o el humor, la afectividad surgirá sobre el
horizonte de un sentido construido históricamente. Estos
códigos sobre los cuales la afectividad se establece
y constituye, alrededor de los cuales se pliega, son la
materia que constituye al hombre moralmente. Por lo
tanto, antes que un universal de la naturaleza humana,
la sensibilidad está sujeta a un proceso en variación. Lo
cual, en definitiva, quiere decir que la sensibilidad humana
es, esencialmente, un artificio. Por este motivo, la
sensibilidad es una condición abstracta escindida de su
cualificación circunstancial.
A diferencia del entendimiento que designa la perspectiva
desde la cual la subjetividad se constituye en tanto
cognoscente, la sensibilidad es aquella superficie a partir
de la cual la subjetividad se experimenta y ordena en
tanto que sujeto del placer y del deseo en sentido amplio.
Designa simultáneamente la realidad y el umbral
dentro del cual la subjetividad se constituye en tanto
sintiente o más precisamente, en tanto afectada. Sin
duda esta distinción es meramente nominal, no designa
ninguna realidad primaria de la constitución subjetiva,
simplemente diferencia entre la luz del entendimiento y
la luz de la sensibilidad como perspectivas posibles
desde las cuales abordar el problema general de la subjetividad1.
Toda una larga tradición de Hume a Deleuze,
pasando por el psicoanálisis, ha destacado el rol ambiguo
de la sensibilidad (o la fantasía): por un lado, como
disposición del sentir, es esencialmente una construcción,
y no cesa de estar en estado de construcción
-placa móvil y cambiante- pero, por el otro, es consustancial
a una tendencia reproductiva que tiende a fijarse
y esquematizarse en función de contenidos localmente
definidos. Como disposición es siempre una promesa
de que es posible sentir de otro modo2, de que es posible
hacer variar las condiciones mismas en las cuales la
subjetividad se constituye como compuesto de placer y
deseo. Más aún, que esa sensibilidad no puede sino
variar. Y, sin embargo, tiende a experimentarse como si
se tratara antes que de una construcción, como de una
naturaleza, realidad primaria y fundamental.
En un trabajo anterior, comenzamos a explorar la sensibilidad
en función de los juicios sobre el gusto en la infancia.
En esta ocasión nos situaremos en otro polo del
problema, no en las figuras subjetivas del gusto, sino en
los objetos de fruición de los niños. En particular en las
revistas destinadas a ellos, y en las cuales se construye
(junto a otras tantas instancias de consumo) una determinada
imagen de la niñez, de sus expectativas, deseos,
intereses, sensibilidad y sentimentalidad y que la
proyecta sobre un mundo que en ese movimiento comienza
a naturalizarse. Es decir que funcionan como
material que cualifica a la sensibilidad y la dota de un
ordenamiento. Esto significa que, no sólo proveen de un
material concreto, la revista y sus contenidos, sino que
existe todo un valor agregado, un valor simbólico, que
no deja de ser, por inmaterial, en sí, objeto también de
un intercambio mercantil. La fantasía como escenario
de la sensibilidad es en sí una instancia susceptible de
circular mercantilmente y, a la vez, configurar en la subjetividad
una disposición mediante la cual este propio
mercantilismo refuerza las condiciones de su propia reproducción.
Así entendidas, estas revistas son un mecanismo
pedagógico por medio del cual se informa una
educación sentimental que persiste y se corrige en función
de los fines a los que sirve.
¿Qué significa que sean productoras de fantasías? Que
proveen de un lenguaje y de objetos, más precisamente
de una gramática para el hombre desde la perspectiva
de su deseo. Marcan una tendencia, modalidades privilegiadas
de asociar elementos en sí heterogéneos: tonalidades,
zonas privilegiadas, valores, representaciones,
escenas, metas, fines. etc. En este sentido, los
grandes tipos, que en este caso las revistas proponen,
no son sino estratificaciones más o menos estables entre estos elementos múltiples y heterogéneos. Siendo el
material formativo de la fantasía, a la vez que estabilizan
el libre juego de la fantasía alrededor de ciertos
contenidos y objetos privilegiados, devienen modalidades
de signar y cualificar la subjetividad y formar en ella
la superficie a partir de la cual se constituye en tanto
que sensible.
Desde este punto de vista son algo más que un mero
pasatiempo, puesto que en ellas los niños encuentran
un saber acerca de quienes son, podrían o debieran ser,
modalidades privilegiadas bajo las cuales constituirse
como sujetos morales, y ordenamientos en los cuales
experimentar su propio deseo y placer. Inventan, suscitan,
y refuerzan núcleos problemáticos alrededor de los
cuales centrar inquietudes, y prácticas y esfuerzos a
partir de las cuales resolver esas problemáticas. Bajo
estas condiciones, es posible pensar que las fantasías,
siendo fabricadas socialmente, tienen una relación paradójica
con la materia humana sobre la cual se asientan:
por un lado constituyen el medio a través del cual la
mismidad del individuo es alcanzada afectivamente,
pero, a su vez, son primariamente, una instancia constituida
y fabricada exteriormente.
En cierto sentido, así como es posible sostener que en
el proceso de constituirnos como seres del lenguaje, los
hombres asumimos un conjunto de presupuestos epistémicos
naturalizados - ; es decir que son los conceptos
y las modalidades establecidas del pensamiento quienes
primariamente nos hacen y constituyen en tanto
que sujetos de conocimiento- es posible sostener que
hay modalidades afectivas que se encuentran preestablecidas,
pre-codificadas, naturalizadas y que nos constituyen
en tanto que sintientes.
Este axioma de nuestro trabajo indica inmediatamente
el sentido de la crítica entendida en términos genealógicos,
que nos proponemos establecer. En palabras de
Miguel Morey: (...) es una operación de desfondamiento
del suelo mismo de nuestra experiencia moral, de lo que
es el sustento primario de nuestras opiniones. Una denuncia,
si se prefiere decir así, del modo como renunciamos
a la construcción de nuestra propia experiencia,
del modo como delegamos esa tarea a favor de un encofrado
previo, a favor de ese molde homologado y
preestablecido que es la opinión. (2001:182).
En el trabajo que aquí se presenta quisiéramos detenernos
a delimitar algunos de los rasgos distintivos de esta
dimensión inmaterial y simbólica de las revistas, puesto
que en ellas se refuerza ese magma más o menos impreciso
que constituye la realidad de una sensibilidad
naturalizada. Decididamente no analizaremos el material
editorial exhaustivamente, sino sólo en cuanto nos
parezca pertinente a este propósito. Aún más, para este
trabajo en particular hemos recortado dos de las múltiples
dimensiones que se han venido trabajando: la diferenciación
por género y el trasfondo espectacular sobre
el que se produce el sentido y el valor de la existencia.
2. Decisiones metodológicas
En este apartado indicaremos cuáles fueron las razones
que nos decidieron a analizar las revistas infanto-juveniles
junto con algunas consideraciones epistemológicas
en torno al horizonte teórico y metodológico que orienta
la investigación.
En la bibliografía especializada y abocada al análisis de
la cuestión de la infancia se ha vuelto un lugar común la
aparición de esa figura que es el niño como sujeto del
mercado y del consumo: A principios del Siglo XXI, en
cambio, los medios de comunicación y el mercado se
consolidan como nuevos agentes de socialización y
aportan una nueva acepción a la definición de infancia:
el "niño como cliente". (V. Minzi, 2006: 212).
Las revistas infantiles son uno de los diversos canales
en los cuales se expresa esta lógica del mercado y los
medios de comunicación, y a través de la cual se informa
y produce esta nueva infancia. Pero sin duda, no
constituyen una instancia aislada, sino que se encuentran
estrecha y explícitamente articuladas al conjunto
del campo del consumo cultural en un proceso inmanente
que explota ciertos íconos que devienen emblemáticos.
La lógica de la sinergia positiva, realizada mercantilmente
bajo la forma de licencias, estipula que el
consumo cultural infantil se ve beneficiado por la utilización
y asociación de personajes o figuras televisivas o
cinematográficas a productos de los más diversos (chicles,
remeras, revistas, espacios, etc.); a su vez, dichos
personajes se benefician y refuerzan su valor en la medida
que su imagen prolifera y diversifica en el la producción
mercantil. Ahora, si bien es cierto que el destinatario,
en términos generales, es un consumidor, un
niño, que adviene a una sociedad de consumo, que se
dispone a tomar decisiones en este sentido, esta característica
global no nos informa nada acerca de qué constituye
el mundo de ese niño en términos estrictamente
afectivos. En esta dirección nos dirigimos a las revistas
con el fin de identificar en ellas cuál es el campo de problematizaciones (Foucault, 2003: 14), las cuestiones
que son fabricadas como definiendo el universo de afectos
y deseos del niño. Problematización define a su vez
el horizonte metodológico de nuestro trabajo, y constituye
la unidad de análisis. Puesto que se trata menos de
la infancia en sentido genérico que de detenerse sobre
la construcción de esferas problemáticas que delimitarán
el ámbito al interior del cual se construirán núcleos
de sentido que producen ámbitos de existencia. Ellas
definen zonas y estructuras de subjetivación, las cuales
sólo pueden ser pensadas, extraídas y producidas fruto
de un trabajo esencialmente interpretativo3.
Para este propósito se han seleccionado un corpus de
25 revistas infantiles4 según el siguiente criterio: aquellas
que aparecían con mayor insistencia en las entrevistas
realizadas a los niños en el transcurso de una
fase anterior de la investigación orientada a conocer la
estructura enunciativa en las que se asientan los juicios
sobre el gusto y la fruición en esta franja de edad. Cabe
diferenciar entre las revistas que los padres compran a
los niños en función de ciertas necesidades escolares,
como ser la revista Genios y Billiken, que siendo material
leído y disfrutado por los niños, tienden a quedar
relegadas a un segundo lugar en materia de gusto,
comparada con otras como TKM, Seventeens, Casi Ángeles, o 100% Lucha. Por otra parte, el conjunto de
estas revistas están dirigidas a un público amplio que se
extiende desde la infancia hacia la primera juventud.
Por lo tanto, acompañan a la infancia y simultáneamente
van construyendo un horizonte que anticipa los tópicos
y núcleos dramáticos que habrán de marcar las inquietudes
futuras. Andamian ese proceso y lo dotan de
direcciones. Esto es lo que Georges Vigarello detecta
claramente cuando afirma: "(...) los preadultos, que hoy
acceden casi al estatus de adultos, comparten maquillaje,
recursos quirúrgicos, artificialización y estetización
de sí mismos, lo que acentúa en la misma medida "el
ingreso más precoz de los teen-agers a la sociedad del
consumo". (Vigarello, 2005: 235)
El análisis es esencialmente cualitativo. Trabajaremos
en el entrecruzamiento entre enunciados y visibilidades.
Es decir, en la efracción, la hendidura entre aquello que
se dice y aquello que se muestra. Puesto que esos mismos
enunciados podrían bien acompañar otras imágenes,
y serían otros los efectos de sentido que de ese
modo emergerían. O bien, esas imágenes habitar un
escenario discursivo distinto, y así, evocar, denotar, solicitar
otro mundo que aquel que reclaman asociados a
estos enunciados. Instalarse desde el punto de vista de
la producción de lo visto y lo enunciado tiene como ventaja,
eludir abordarlos a partir del elemento representacional.
En efecto, este material, todo el mundo que resulta
de esa amalgama entre enunciados y visibilidades,
no puede ser entendido bajo ninguna condición en términos
de representación. Estrictamente hablando, esas
imágenes, esos enunciados, no representan nada,
crean enteramente el mundo que expresan. La expresión
y lo expresado son una y la misma cosa. Puesto
que no designan una realidad que es independiente de
los medios que la muestran. Tal como veremos, aun
cuando muchas veces pretendan hacer uso de un discurso meramente referencial, lo que en ellas nos interesa
es tanto más el universo que crean y construyen y
que sólo existe en las imágenes que lo expresan. La
dimensión existencial - el mundo creado por estas revistas
y en seno del cual ciertas formas de existencia son
privilegiadas- a la que apelan tiene sentido, resultado de
las operaciones que promueven la ilusión de que ese
espacio existe más allá de las imágenes en las que se
muestra. En ese sentido, si hay una estrategia en la cual
estas operaciones pueden sostenerse, es en la ins inuación
de una cierta profundidad, de un espesor, y una
realidad para la imagen. Por eso se trata, en tanto productos
culturales, de evaluar su función estratégica.
En segundo lugar y desde el punto de vista del contenido
sostendremos que este material puede concebirse y
estudiarse en términos de tecnología moral. Es decir,
como todo un saber que jerarquiza y propone ordenamientos
de medios y fines, por medio de los cuales
constituirse y comprenderse en tanto que sujetos morales
y sensibles. Decididamente no se trata de un saber
prescriptivo, un conjunto de órdenes e imperativos que
puedan ser reducidos al modelo del deber y la obligación.
Por el contrario, su posición es la de sugerir, privilegiar,
proponer, legitimar, aceptar, promover, inducir,
rechazar, condenar, seducir. Operaciones que se realizan
tanto explícitamente en la voz de aquellos personajes
que han pasado a ocupar una zona afectiva privilegiada,
como en la imagen del mundo que se provee y en
el seno de la cual estos personajes existen. Se trata, en
este último sentido, de utilizar ciertos rasgos de identificación, para proyectar la subjetividad sobre otra escena.
Y son estas escenas y su racionalidad interna lo que
quisiéramos esbozar y comenzar a estudiar en primera
instancia, puesto que ella brinda un marco en el cual la
subjetividad se construye y refleja y encuentra un sentido
acerca de qué es el mundo y cómo disponerse moralmente
a la realidad de ese horizonte junto a las prácticas
que le son consustanciales.
En la Historia de la Sexualidad, Foucault ya advertía sobre
el destino de aquello que denominó "artes de existencia" o "técnicas de sí": que habían sido un conjunto de
prácticas creadas por sujetos libres con el propósito de
transformarse y de disponerse a ser y sentir de otras
maneras, en función de una serie de inquietudes prácticas;
pero aquel saber práctico que surgía de las experiencias
singulares, tendía a adquirir funciones genéricas
escindidas del movimiento al interior del cual
resultaba su génesis, y de lo más diversas cuando era
incorporado y apropiado en los diagramas cristiano y
estatal. Devenían deberes e imperativos, estrategias de
normalización. Consideramos que lo que quisiéramos
analizar, no dejan de ser técnicas de sí: es decir problematizaciones
sobre el cuerpo, las dietas, los placeres,
pero dispuestas ahora en un diagrama muy distinto. Es
decir, en el marco de un mercado de las técnicas de sí,
que hace del sí mismo un objeto de extracción capital.
Tanto la decisión de situarse metodológicamente en la
relación enunciados-invisibilidades, en su función estratégica,
como la de pensar este material a la luz del
concepto de "tecnología moral", signan el ámbito conceptual
al interior del cual ejercemos nuestra tarea de
interpretación. En ese proyecto genealógico que
Foucault dice retomar del Nietzsche de la Genealogía
de la Moral, según el cual la conciencia deviene producto
y escenario de lucha de fuerzas. Al interior de este
proyecto un estudio sobre la modalidades afectivas privilegiadas
en los discursos hacia la niñez tiene sentido
en la medida que el análisis se efectúa sobre el trasfondo
de la problemática general del nihilismo y la tristeza.
Es decir, como análisis del funcionamiento de aquellas
instancias que condenan, identifican y fabrican la imagen
de un hombre que es esencialmente impotente y
reproductor. La crítica es interior y un momento necesario
de un análisis que se oriente en esa dirección.
3. Géneros y distribución de sensibilidades
Una primera aproximación al tipo de sensibilidad que
delinean estas revistas es a la luz del modo en que se
distribuyen y construyen los rasgos y cualidades de
acuerdo al género. Es decir la invención de una imagen
en la cual se producen los signos que deberán ser extraídos
de los cuerpos femeninos y masculinos, el conjunto
de rasgos de los cuales los niños deberán apropiarse
para advenir hombre o mujer. ¿Cuáles son los
signos en y por medio de los cuales expresarán quiénes
son en tanto varones o mujeres? La cultura provee de
zonas privilegiadas para la construcción de identidades
sexuales, así, la piel, la superficie y la intimidad son el
espacio que las chicas deberán conquistar para acceder
a la feminidad, y la agilidad sensorio-motriz el medio
y fin de la actividad masculina5. En esta primera dirección
se las puede considerar eminentemente conservadoras.
Las niñas deben relacionarse con sus signos de un
modo sentido, deben estar advertidas de una profundidad
en los gestos, y la vestimenta, con la cual el varón
debe relacionarse de un modo meramente práctico y
utilitario. En el varón se enfatiza una y otra vez el vector
que está orientado a la acción práctica. En las niñas los
signos exteriores deben definir algo más, la realidad de
quien ella es en su fuero interno y su valor moral. Las
niñas deben dar cuenta de la seriedad y responsabilidad
con la que habitan su cuerpo, mientras que en los
varones si hay una interioridad es la que resulta de la
ejercitación natural de las competencias y habilidades.
La interioridad en el varón es un producto de la apropiación psicológica de las leyes que regulan la acción práctica,
en ellas es la sede misma de su realidad imaginativa,
idealista y profundamente moral. Esta inscripción de
los cuerpos es tan profunda que es la base del esquema
que hace de lo femenino y lo masculino una disposición
abstracta antes que una realidad material: femenino
llega a quedar identificado a una relación entre el cuerpo
y sus signos exteriores, inquietud por la suavidad de
la piel, el pelo, el brillo, e intereses filantrópicos, y masculino,
al ejercicio, destreza física y pragmatismo.
Así, por ejemplo la revista Genios, en su edición del 27
de septiembre del 2007, para sus 500 semanas en los
kioscos tipifica a sus lectores distinguiendo a la chica
Genios que se caracteriza por ser simpática, divertida,
compañera, popular, sensible a la ecología, sonriente,
interesada por la ropa que usan los ídolos, mientras que
los varones se caracterizan por el manejo de los datos
deportivos, el uso y la destreza con la computadora, y el
desarrollo de la musculatura. La tipificación de los personajes
de High school Musical avanzan en la misma
dirección: las cualidades del Troy, el personaje principal
son un lema: Mantén tu mente en el juego y el resto te
seguirá; unas competencias: ser la estrella de básquet y de los musicales; una ambición: hacer sentir orgulloso a
papá; un futuro: ser estrella de básquet o de música
pop. Para Gabriella, la personaje principal un lema: no
hay ningún cielo que no podamos alcanzar, unas cualidades:
hacer todo lo posible por conquistar el corazón
de su amado, una ambición: escuchar su corazón, un
futuro: cambiar el mundo con una sonrisa.
En las revistas destinadas a las niñas la tematización
explícita, mediante tests y entrevistas, de los estilos morales
es constante. Moralidad que se define por el modo
en que ellas configuran su escenario íntimo, los tests rezan: "¿Sos caprichosa?", "¿Sos una amiga funny?", "Qué cosas compartís sólo con tus amigas", "¿Estás realmente
enamorada de él?", "¿Estas preparada para el amor,
o estas vacaciones son puro amigos?", "Enterate como
sos según el tipo de chico que te gusta". Notas sobre la
importancia del diálogo, las actividades de beneficencia
de las estrellas, "lo que ellos no notan", las escenas más
vergonzosas y cómo hacer para que la amistad sea un
trabajo en equipo. La página de Patito Feo de la revista Genios de noviembre de 2007, por ejemplo, se encabeza
del siguiente modo: cómo comportarte bien con tu
mascota, la intimidad de la amistad y las mejores deportistas.
La intimidad de la amistad, según el artículo puede
consistir en compartir: un secreto, el nombre del chico
que te gusta, el vestido preferido, la compu, la cartuchera,
el chocolate más rico. Al mismo tiempo, es una niña
quien asume las responsabilidad en la sección de cocina: Tu hermanito no quiere saber nada con la verdura? ¡Prepará este budín de zapallitos y vas a ver cómo cambia
de gusto!
La revista Casi Ángeles, noviembre 2008, distingue entre
el estilo de las chicas románticas y soñadoras y las sexy y atrevidas, detrás de una nota sobre Katy Perry
donde se nos cuenta que: A fuerza de talento, pero sobretodo
de controversia, Katy es una modelo a imitar
por muchas chicas, porque su estilo es original y a la
vez súper canchero. No le importa el qué dirán. Disfruta
de generar polémica, sin jamás dar respuesta a los que
la critican. Una chica súper cool. Acompañado de los
accesorios obligatorios para seguir su estilo y los datos
que indican dónde comprar dichos artículos.
En paralelo a esta primera tipificación de los estilos de
personalidad, las imágenes y los artículos construyen y
tematizan compulsivamente lo que es el foco esencial
de la producción, en ellas, de su sí mismo: el cuerpo.
Con una exclusividad dirigida al cuidado de la piel, las
manos, el pelo y la dieta. Al conjunto de cuidados y procedimientos
para configurar sobre la superficie el valor
de quién se es en el mercado de la belleza. En esta insistencia
se produce lentamente un re pliegue de la infancia
femenina sobre esas superficies, haciendo de
ellas el núcleo alrededor del cual gira la problemática de
quiénes son. Cultura del cuerpo que, simultáneamente,
proyecta a las niñas sobre un horizonte esencialmente
adulto, que las prepara para toda una cultura del ocio,
que más allá de ser la compuerta para la lógica que
hace del bienestar un objeto de consumo (contrapartida
natural de un mundo donde la imagen personal es la
compuerta del acceso al mercado laboral), necesita replegar
la subjetividad sobre el ritmo de energía y cansancio
del cuerpo. La misma revista, por ejemplo, propone
entre los regalos navideños: Relajate: otra posibilidad, si
sos de esas que disfruta muuuucho de estar tranquila, es
que vayan con tus amigas a pasar el día en un spa. Van
a empezar el 2009 renovadísimas. O también, con un
matiz ligeramente distinto: Armá la valija: Escapate con
tus amigas -aunque sea sólo un finde- a una quinta en
las afueras de la ciudad. Es una buena manera de despejarte
de la locura del final del año, y te va a brindar
anécdotas divertidísimas para recordar con una sonrisa.
No ha de olvidarse que la lógica del mercado funciona
compensando cada uno de los esfuerzos realizados con
una gratificación pasajera, que justifica el profundo sinsentido
de una vida articulada alrededor de las oscilaciones
de la flexibilidad laboral. En este marco, el consumo
del ocio y de las actividades que prometen una
renovación del cuerpo, no pueden sino proliferar. Haciendo
del eje stress-relax el calendario individual, e inscribiendo
a las niñas en un mundo adulto naturalizado.
En otro eje distinto, y complementario, se trata de inscribir
en el cuerpo una hermenéutica de la juventud. Una
de las grandes innovaciones en los últimos años, en
materia técnica, y que ha marcado con su impronta la
deificación contemporánea de ciertos íconos, es la aparición
de programas informáticos que permiten realizar
una serie de operaciones de postproducción en las imágenes.
Transformando la realidad de la foto para acentuar,
esconder, modificar, agregar o quitar elementos,
etc. Lo que en la práctica concreta de las revistas y en
el caso de las imágenes de los modelos infantiles se
transforma en toda una terapéutica cosmética orientada
a corregir, resaltar, ocultar, borrar, agregar, aspectos del
cuerpo y del modelo según ciertos cánones de belleza.
Entre los procedimientos estandarizados aplicados a
imágenes que aparecen en materiales gráficos para niños6,
se encuentra: el alisamiento de la piel; la borradura
de granos, lunares, manchas, estrías, signos de celulitis,
de cansancio o de adultez (ojeras o vello facial);
estilización de las siluetas, aumento del busto, blanqueo
dental, "optimización" de color, resaltamiento de los brillos
y aplicación de juegos de luces irreales. Unidas a la
parafernalia quirúrgica que se publicita en los medios,
haciendo de las operaciones de las estrellas -aún y sobretodo
de las estrellas adolescentes- un acontecimiento
público, preparan a la subjetividad, desde su infancia
y sus primeras impresiones a medirse con imágenes de
seres, sometidos a un proceso técnico, y, que como tal,
estará siempre a cierta distancia del proceso real de
transformación del cuerpo. Apropiación de la piel que
hace de ella el códice donde debe descifrarse el resto
de juventud, energía y vitalidad que corresponde a cada
cuerpo.
Difícilmente podría uno imaginar un proceso que promueve
tanto la desesperación como aquel en el cual la
realidad de la subjetividad pasa por desafiar los signos
meramente exteriores del paso del tiempo. Inventando y
dotando de realidad a la idea según la cual el cuerpo es
una cosa esencialmente defectuosa. ¿No es este un
medio de poner las imágenes a juzgar lo que se es?¿Un medio de inscribir y naturalizar en la infancia los
mecanismos que aseguran elevar la miseria y la desesperación
por resistir al tiempo al rango de inquietud
máxima? Se hace así de la temporalidad un fenómeno
esencialmente vergonzoso, de la vejez, una muerte en
vida, de la naturaleza un gran error, que debe ser tutelado,
gobernado, corregido. Proponiendo para ello una
cosmética corporal que hace de la eterna juventud un
objeto de consumo. Esta dinámica no es específica del
material infantil, por el contrario, sitúa a este material en
continuidad con el conjunto de los saberes y morales
que tutelan y orientan la experiencia durante la totalidad
de nuestra existencia viviente. Subrepticiamente introducen
e inyectan el veneno de la desesperación y tristeza
en la subjetividad. No es que creamos que hay un
mundo natural, más real, que prescinde de la tecnología.
No es ese el lugar desde donde realizamos la crítica,
por el contrario, lo que quisiéramos poner en cuestión
es la naturalidad con la que se asumen estas
imágenes, como el paisaje cotidiano de la infancia, dilucidando
el tipo de vida que promueven y favorecen, los
fines reactivos a los que sirven.
Por otra parte, en estas mismas revistas, en esa misma efracción entre las imágenes de las modelos infantiles
(posando en bikinis por ejemplo) y los enunciados que
prometen los consejos apropiados para ser sexy -lo cual
es un modo de enunciar la habilidad para atraer sobre sí
la atención apelando al brillo del cuerpo- se produce
una zona ambigua: la chica que deviene sexy en la denegación
psíquica de su propia construcción como objeto
de deseo. Se presenta la imagen de lo sexy como
aquella que es susceptible de suscitar el deseo, pero
manteniendo en la oscuridad, velando en la inocencia la
realidad de lo que en ese movimiento se está constituyendo.
Uno creería que allí se fabrica la imagen de un
deseo vacío de sexualidad, pero que no cesa de colmar
el cuerpo con una carga sexual absolutamente inadvertida
para quien la porta. Así la revista Seventeen en su
edición de septiembre del 2007, que a pesar de su título
es ya material de consumo de las más chicas (en las
entrevistas aparecía como favorita entre chicas de 8
años en ad elante) que buscan en ella una suerte de
promesa de lo que habrán de encontrar en la medida
que se emancipen y conquisten su independencia:
anuncia las prendas más hot, cómo llegar al verano en
forma, anunciando en primera persona: Redoblamos la
apuesta para tener un cuerpo nuevo este verano, los
peinados más top y lo que ellos no notan (para evitar
prestar un cuidado excesivo a detalles, que eventualmente,
a la hora de atraer, no importan).
La última característica que quisiéramos trabajar en
esta ocasión es señalar el modo en que el amor constituye
la escena insistentemente producida como el trasfondo
sobre el cual deviene significativo la experiencia
de las niñas. Como si el amor fuera una disposición
esencialmente femenina. La revista TKM, en su edición
enero-febrero 2009, publica los siguientes artículos: Un
test: ¿Estas realmente enamorada de él? (que refiere
aun estrella de rock adolescente); y en la sección Amigas: Amor de verano, En un parador de la playa, en el
medio de una montaña o en una aerosilla de Carlos
Paz, siempre está la posibilidad de conocer a esa persona
especial que de tus vacaciones un viaje inolvidable.
El test, consiste en un diagrama de flujos que transita
los siguientes tópicos: cuán congestionada está tu
agenda, la disposición a pasar tiempo con su familia, la
tolerancia que se tiene a las cancelaciones de último
momento, el entusiasmo que suscitan los mensajes de
texto, la habilidad para soportar que todas gusten de tu
novio. Como si se tratara del conjunto de requisitos a
partir de los cuales podría asegurarse la consistencia de
la naturaleza verdadera del amor. Ciertos fenómenos,
como High School Musical, que tiene un lugar reservado
en la mayoría de estas publicaciones, y cuyo tema
central es en definitiva la historia de amor entre los personajes
principales, causan vergüenza a muchos varones
que gozan, casi secretamente, de su consumo. Es
visto ya desde muy temprana edad, (chicos de 6 años)
como una cosa de chicas. Cosa curiosa, los chicos tienden
a pensar que los personajes destinados a causar
pasiones entre las chicas, son esencialmente afeminados.
Aún así, son muchas veces, y secretamente admirados.
Ambas tendencias conviven simultáneamente
sosteniéndose sobre una tensión entre considerar que
la necesidad de atraer la atención sobre sí, sobre el
cuerpo, y la interioridad frágil que se despliegan como
signos del amor, y la ternura son una necesidad y tendencia
femenina, y la realidad, de que estos muchachos,
en tanto seres reales, son la expresión viva deléxito social, de la competencia, y la tenacidad.
Pero en todo caso, es claro que los ídolos de los niños,
y tomando como referencia el éxito de 100% Lucha,
distan mucho de aquellos galanes dirigidos principalmente
al público femenino: Viloni y la Masa, personajes
principales, se caracterizan por gustar de muchas mujeres,
de los autos, los deportes. Su escenario y su tono
es muy distinto: si en HSM, por ejemplo, el tono épico y
melodramático está en primer plano, en 100 % Lucha, el
tono es principalmente el humor y la comedia, sobre el
trasfondo de un esquema reiterado incesantemente: el
combate cuerpo a cuerpo, una suerte de ley de la calle
en la que se forma la dureza masculina. Allí una suerte
de trascendencia espiritual de los personajes en la persecución
de sus ideales, aquí se trata de aguantar, es
decir, de un conjunto de códigos y una moral que es la
de la virilidad, que se ha forjado a base de la experiencia
de los golpes de la vida. Una transformación de la
humanidad que se trasciende en el estrellato y el glamour,
se opone a una subjetividad que subsiste y sobrevive
que es la de la experiencia.
Los personajes de 100% Lucha, se caracterizan por
cualidades que definen los poderes particulares de los
personajes. Lo que cada uno de ellos puede hacer, su
poder, y este poder es una habilidad que se expresa en
la destreza física y que queda asociado a un origen, un
estilo de personalidad. El rasgo distintivo en el cual se
desarrolla su poder. Y si bien hay igual distribución entre
buenos y malos, es claro que el elemento moral está menos explotado: de hecho se constata la insistencia
en la utilización de recursos humorísticos que se han
popularizado a partir de la década de los 90s: el absurdo
y lo políticamente incorrecto, que delatan el modo
menos moralizado de definir la sensibilidad masculina.
Sensibilidad masculina abocada a los hechos, la practicidad
y la hazaña, que es la antítesis de un gusto excesivo
por el ornamento, la intimidad, el refinamiento, y la
sensiblería en las mujeres.
Es esta explotación de la hazaña la que se expresa
100% Lucha, cuando propone la anotación compulsiva
de datos y conteos innumerables de ganadores y perdedores.
Análisis estadísticos7, curiosidades (quién tuvo más accidentes), caracterizaciones, etc. Aquí trata una
y otra vez del esquema vencedor-vencido, pero más
allá de la realidad del combate, lo que está en juego es
la teatralización de cada uno de los gestos en los que se
realiza el sometimiento y la dominación de unos sobre
otros. La hazaña debe ser de una claridad y transparencia
absoluta, la superioridad de uno sobre otro, en cada
detalle de su materialización debe suscitar y evidenciar la
habilidad, la fuerza, y el ingenio del triunfador. Esa superioridad
debe ser constatada por cada uno de los espectadores.
En esta dirección las revistas congelan los momentos
álgidos de esa evidencia, y en esa petrificación del gesto,
la toma que inmoviliza, está la base de su éxito. Sucesión
de instantáneas que signan la consagración. Ahora bien,
si el ejercicio de la superioridad adquiere su sentido es
sobre el trasfondo de esa mirada pública que celebra,
deifica y da testimonio del personaje.
La otra realidad es la del escenario, en ellos el ring es la
expresión básica, despoblada y abstracta del encuentro
entre uno y otro, la arena que denuncia la sinceridad de
las intenciones. Arena ideal y esquemática que nada
tiene que ver con el escenario doméstico y cotidiano
donde se desenvuelven las escenas destinadas a las
niñas. Como si la imagen del cotidiano en la fantasía
pesara más para ellas que para ellos, un extraño principio
de realidad que las inscribe antes a la escena de sus
funciones y responsabilidades adultas.
En los varones siendo el asunto la hazaña, la historia se
vuelve posible en el margen, la ineficacia, y los descuidos
de la ley, el árbitro. Donde se daña la justicia, en las
faltas a la lealtad del juego, se edifica la lógica de la
venganza y del ojo por ojo, que sostiene el espectáculo.
Ley de la justicia inmanente, que requiere la acción en
manos propias. En los signos del dolor y la humillación
del traidor reside el momento álgido de la historia o en la
indignación que provoca el triunfo de lo que se sabe es
injusto. Cada uno de los personajes representa un tipo
absolutamente predecible en sus gestos, y en sus cualidades
y debe actuar un papel reiterado, que no suscita
sorpresa alguna, ya que, más que la realidad del personaje,
lo que encarna es la fijeza del valor moral que le
corresponde. Es la manifestación sensible del dolor, la
humillación, el triunfo, esta mímica presta a las emociones
de un soporte material, de una expresión, a la escena
moral que ha de interiorizarse.
Pero esta primera distribución superficial podría ocultar
el conjunto de desplazamientos y zonas imprecisas
donde se produce una redistribución de los códigos en
los que las segmentaciones duras se flexibilizan y se
confunden entre sí. Al mismo tiempo que el ideal de
hombría se establece sobre la base de una suerte de
rusticidad, de aspereza, y de fortaleza, se establece como natural en los hombres una relación con el cuerpo,
que de hecho debe ser conquistada por medio de
técnicas orientadas a la expresión de su virilidad: la dieta,
y el ejercicio para formar una cierta dimensión y
proporción de la musculatura, cuidados del pelo, y cuidados
de la piel, elección apropiada de la vestimenta.
La imagen de la contratapa muestra una publicidad de
calzoncillos donde un niño muestra su físico, mientras
sostiene una toalla por detrás de la nuca; el escenario,
el sauna. Por otra parte, la sensibilidad de la mujer no
está del todo desarrollada si no se expresa y posee
como correlato una disposición a la acción y a la competitividad,
cierta astucia y malicia (siempre y cuando funcionen
como medios para la realización de un bien mayor),
y cierta tenacidad en la formación y ejercitación de
las habilidades y talentos personales. Es curioso como
se produce una radical heterotopía en los espacios del
objeto del deseo. Mientras que el modelo propuesto
para ellas es el chico dulce, el rebelde, el deportista, o el
intelectual, pero sobre la razón de una estabilidad conyugal,
en ellos, se trata siempre de la colección, quedan
simplemente evocadas como las muchas mujeres que
se encuentran a disposición de los ídolos.
4. Proceso de doble ficcionalización
A continuación quisiéramos articular tres rasgos principales,
y mutuamente implicados: la espectacularización
de la vida, la provisión de una grilla de clasificación, y la
pasión por la identidad. Hacia el final nos proponemos
intentar sintetizar el recorrido y establecer algunas conclusiones
provisorias que pueden extraerse del recorrido
del material.
En el seno de la producción y solicitación recíproca entre
personajes y productos, esto es, en el marco de esa
lógica de la sinergia positiva que caracteriza a las estrategias
del marketing infantil, las revistas explotan lo que
en apariencia es una necesidad derivada, secundaria al
consumo de series televisivas y personajes cinematográficos:
la necesidad de conocer y fisgonear, es decir
de acceder a la privacidad e intimidad del actor que da
vida al personaje. Este personaje detrás del personaje,
con todos sus rasgos y experiencias, lo que piensa y lo
que dice, su escena, y sus relaciones, no está menos
guionado, menos codificado, menos proyectado sobre
un teatro que el personaje pretendidamente ficcional.
Aún así, esta dimensión real, este supuesto anclaje en
la vida real pareciera ser una dimensión esencial del
fenómeno del consumo infantil. Puesto que esa vida
real, refuerza la fantasía insistentemente reiterada en el
grueso de esos productos. Como si la idealidad de los
caracteres de ficción, no pudiera ser lo suficientemente
fuerte sin el sostén que recibiera de la realidad de los
actores que son la expresión y la realización acabadas
de ese mundo idealizado. En efecto, los personajes de
ficción suelen enfrentar problemas, dilemas, dificultades
relativos a la realización individual, cuya consumación consagrada es el actor detrás del personaje que ha accedido
a ciertas zonas privilegiadas de la existencia
merced a sus atributos y cualidades personales. Atributos
insistentemente y monótonamente repetidos en los
diversos personajes, puesto que se trata de pobres adjetivaciones
que se distribuyen según la polaridad binaria
de los rasgos valorados y los rasgos condenados.
Son insistentes las entrevistas a los actores cuyo personaje
encarna al malo de la historia, para destacar que si
ellos están ahí es justamente porque no se parecen en
nada a su personaje.
Ahora bien, ¿qué es esa zona privilegiada? No hay en
esto ningún misterio, a pesar de que la presuposición de
un secreto, un no-a-la-vista es, como lo veremos, la lógica
en la cual se sostiene el movimiento. Esa zona de
privilegio, no es sino el acceso a las condiciones reales
que permiten hacer de la vida, de una vida en sí misma
(esta o aquella vida en singular), un espectáculo, un
ejercicio de mostración. La ficción en ese sentido no
pareciera ser una instancia autosuficiente que pudiera
funcionar prescindiendo de la disección y fetichización
de la vida entera del personaje real detrás del personaje.
Ya desde pequeños se va construyendo la necesidad
de imaginar, conocer, hurgar, apasionarse y sentir a
través de estos otros: así simultáneamente se hace de
la vida de esos personajes un espectáculo y a través de
ellos, se vive, de modo esencialmente imaginado, y aislado
de las condiciones reales y singulares, una vida
espectacular. Vivir a lo grande para una mirada eficaz
pero imaginaria.
Pasión que es en sí, infinita. Siempre es posible sacar a
la luz un rasgo más, un signo, un hecho desconocido
que relanza el proceso. Siempre es posible hacer de
este o aquel rasgo un detalle a ser valorizado según una
mercantilización del secreto y de la privacidad. Demanda
de secretos que en sí, difícilmente pueda ser satisfecha,
dado que el proceso se sostiene en esa insatisfacción
ante el detalle revelado, que relanza la fascinación
por un todavía oculto que aguarda. En esta dirección la
lógica de esa pasión por la vida privada, prepara, refuerza
y es signo de una existencia que se consume en el
vacío de su insatisfacción.
Por otra parte, toda la caracterización de las afecciones,
los estilos, los rasgos, las competencias, destrezas, las
cualidades morales y estéticas, de los personajes, y de
los personajes detrás de los personajes, entra en resonancia,
y se reencuentra con la batería de tests de personalidad,
horóscopos8, definiciones de estilos identitatarios,
en los cuales los chicos buscan reconocerse,
saberse, identificarse y hacer el listado de sus propias
competencias y habilidades.
Entonces, por el lado de la idealización de los personajes
del espectáculo, se trata tanto de apasionarse por sus
afecciones, como, y sobretodo, de hacer de esas afecciones
la sensibilidad abstracta y modelo del sentir en general.
Por el otro, de construir y fomentar la pasión de definirse, de reconocerse de imaginarse de acuerdo a una
distribución de atributos y estilos de ser. Como segundo
elemento, este laberinto de espejos, entre las competencias
propias y las ajenas, las idealizadas y las infravaloradas,
se desarrolla sobre el trasfondo de toda una espectacularización
de la personalidad, que se construye
íntegramente en el marco de la mirada pública y de la
esperanza de ser eventualmente descubierto. He ahí
donde reside el poder mágico que se atribuye a esa mirada
pública, la capacidad de seleccionar y salvar de la
miseria, y de la vida común y corriente, hacer de una vida
que no vale la pena ser vivida una vida espectacular.
Rasgo fundamental: la subjetividad se entrega a imaginar
un mundo posible donde conquistaría su felicidad, y del
cual, está por defecto, excluida. "Nunca nos imaginanos
que esto iba a pasar" es el enunciado que insiste en cada
una de las entrevistas a las jóvenes estrellas.
¿No es esto una forma de religión moderna? ¿Un modo
de poner los ideales al servicio de una desvalorización
masiva, y cuyo único logro es promover una vida entristecida?
En todo caso, la lógica sobre la cual se sostiene es
bien simple y conocida: disponer los elementos para hacer
de la capacidad para atraer sob re sí las miradas de
los otros el fin del proceso de constitución subjetiva. Hacer
de la persona, el fin y sentido de toda construcción de
sí. En palabras de Giorgio Colli [Scritti su Nietzsche,
1980], lo que nos muestra allí es el estrecho condicionamiento
de los hombres en la sociedad (un condicionamiento
según el cual el valor de un hombre reside completamente
en la opinión que su prójimo se forma de él),
allí denuncia ese gregarismo fundamental de la opinión;
esa moral que es moral de rebaño. (citado por Morey,
2001: 181).
El auge de los flogs no puede entenderse sino bajo estas
mismas coordenadas: la necesidad de codificar, tematizar,
desplegar y publicitar las afecciones que definirían
la personalidad en vistas de un público abstracto.
Las revistas en este sentido, son uno de los grandes
canales de difusión a través del cual se despliega un
saber acerca de cuáles son esas modalidades de ser,
caracterizando de modo insistente tanto las cualidades
de los personajes ficcionales, como las cualidades de
los personajes detrás de los personajes. Lo que explica,
esa pobreza e incapacidad de definir el sí mismo, puesto
que los instrumentos simbólicos, las codificaciones a
través de las cuales se definen a sí mismos, son aquellas
que se ponen a disposición, y que pretenden fundar
la personalidad en base a una estratificación azarosa,
abstracta y genérica.
Sin embargo lo que construyen en un sentido mucho
más profundo, al margen de todo ese saber por medio del cual decodificar quiénes son, y qué podrían ser, es
la necesidad de estar definiéndose, sabiéndose, encontrándose.
Es decir, funcionan delimitando la imagen de
un mundo interior que tiene la clave de su ser. Pero,
como esa interioridad, ese ser profundo, está siendo
creado por esas mismas clasificaciones que se proponen,
es claro que lo único que la subjetividad puede
encontrar en el movimiento abstracto de buscarse y
definirse, no son sino el propio instrumento de exploración,
las propias tipologías propuestas para tipificar
cómo se es, qué se puede ser, qué cabe esperar. Por
decirlo sencillamente, lo que en todo este ejercicio de
definirse se presupone, es la existencia de una identidad,
de rasgos que definen lo que se es, y lo que efectivamente
se hace, y lo que acorde a ese ser es esperable
que se sea. En todos estos sentidos, el gran capital
simbólico, la gran meta de estos materiales apunta a
definir una zona, relativamente contemporánea (Tatián,
2001: 104) que es la personalidad. La personalidad
como la meta y fin del proceso formativo y condición del
éxito social. Sin embargo esta personalidad, sus cualidades
posibles, sus atributos posibles, aparecen como
siendo una entre las tantas ofertas que los niños pueden
ir construyendo según un confuso índice de identificación y de modelos. La paradoja del sé tú mismo reside
en enunciarla sobre el trasfondo de un horizonte de
deseabilidad que ya se ha instalado. Pero al mismo
tiempo que privilegia espacios corporales, no lo puede
hacer sin dotar a estos espacios de una fantasía que
articula el cuerpo con ideas, el amor, para las chicas, la
destreza para los varones. Mientras que distribuye zonas
y regiones corporales, provee, simultáneamente de
una imagen para esta operación. Es decir, que la cultura
se registra sobre el cuerpo sobre el trasfondo y proyectando
una escena para la imaginación, que dota de un
sentido a esta operación. Y si esta necesidad de identificarse es un ejercicio reiteradamente inducido, es porque
la identidad es en sí, un bien de consumo que se
fabrica poniendo en correlación un conjunto de accesorios
(pulseras, ropas, música, tatuajes), con escenas
determinadas, y con una serie de rasgos personales,
emociones y sentimientos que acompañan y definen a
quienes los usan. Identidades que se multiplican y proliferan
al infinito. En esa proliferación si hay algo que jamás
puede constituirse es, la propia subjetividad, disposición
inconsistente e incapaz de crear y crearse,
buscando definirse en el magma de una cultura de la
identidad que no cesa de diversificarse. Deleuze (2005:
139) decía a propósito de Foucault y su análisis de las
sociedades disciplinarias: (...) la lucha por una subjetividad
moderna pasa por una resistencia a las dos formas
actuales de sujeción, una que consiste en individuarnos
según las exigencias del poder, otra que consiste en
vincular cada individuo a una identidad sabida y conocida,
determinada de una vez por todas. Ahora si el proceso
de fijar identidades es uno de los mecanismos
disciplinarios característicos, la naturalización de la idea
de identidad, de que se es esencialmente una identidad,
es quizá uno de las condiciones sobre las cuales la sociedad
de control, efectúa su ejercicio de elevar el acceso
a las identidades al estatuto de objeto mercantilizable.
Simultáneamente a que prolifera este mercado de
la personalidad, se refuerza una y otra vez, el imperativo
de ser fiel a sí mismo. Lo cual significa, la capacidad
de hacer lo que sea por aquellas cosas en las que uno
cree. Pero lo que precisamente se construye y se crea,
es el universo posible de creencias.
El exquisito análisis que Barthes efectuaba del juguete
en su Mitologías, puede extenderse al caso de la producción
de revistas infantiles. Allí decía: Los juguetes
habituales son esencialmente un microcosmos adulto;
todos constituyen reproducciones reducidas de objetos
humanos, como si el niño, a los ojos del público, sólo
fuese un hombre más pequeño, un homúnculo al que se
debe proveer de objetos de su tamaño. (...) el juguete
francés siempre significa algo y ese algo siempre está totalmente socializado, constituido por los mitos o las
técnicas de la vida moderna adulta: ejército, radio, correo,
medicina, etc. (...) Los juguetes franceses, al prefigurar literalmente el universo de las funciones adultas
prepara al niño para que las acepte, en su totalidad; le
genera, aun antes de que reflexione, la seguridad de
una naturaleza que siempre ha creado soldados, empleados
de correos y motonetas. (...) Sólo que, ante
este unive rso de objetos fieles y complicados, el niño se
constituye, apenas, en propietario, en usuario, jamás en
creador; no inventa el mundo, lo utiliza. Se le prepara
gestos, sin aventura, sin asombro, y sin alegría. (Barthes,
2004: pp. 59-61). Lo cual constituye una exigua síntesis
de lo que aquí venimos sosteniendo. Sean los tips para
veranear y relajarse dedicado a las niñas, sea la lógica
del reconocimiento que instituyen las escenas dedicadas
a varones, de lo que se trata siempre es de proveer
y de naturalizar en todo sentido el mundo adulto.
Por eso mismo habría que atender y detenerse especialmente
sobre estas palabras de Barthes: sin aventura,
sin asombro, sin alegría. Puesto que pone en la pista
de lo que parece estar en juego. Si la niñez es proyectada
sobre un teatro adulto es, sobretodo para conjurar no
tanto la niñez, asociado de modo reactivo a un estado
de reservorio energético, como ese entre paréntesis
que hace de aquello que consideramos la naturaleza de
lo que es, un asunto en sí, asombroso. Estrategia que
desestima anticipadamente y mantiene en la oscuridad
aquel punto de vista desde el cual aquello que es vivido
como la realidad de las cosas, es en sí, un teatro producido.
No ese punto de vista todavía moralista que se
escandaliza por lo visto, como si se tratara de una perversión
de la verdadera naturaleza de las cosas, sino
esa zona que suspende la necesariedad de lo que es,
para producirse en otra dirección. Los elementos que
hemos ido extrayendo son lo que parecen indicar que las afecciones privilegiadas y naturalizadas son aquellas
que instituyen sigilosamente una subjetividad triste
y reactiva. Que el mundo infantil sea apenas una miniaturización
del mundo adulto es más que una metáfora
una constatación empírica cuyo sentido debe ser analizado.
Consciente o no, esa operación sólo puede presentar
un mundo que oculta el campo social en el cual éste es producido.
Por otra parte, siendo cautelosos, no habría que olvidar
que los discursos que rechazan estos mismos materiales,
denunciando su frivolidad, su complicidad, su ideología,
tienden a recurrir a un conjunto de valores trascendentes,
como la solidaridad, la cooperación, el bien
común, que en la medida que permanecen universales
e imperativos abstractos se destinan a la misma banalidad
que aquello que condenan. Creemos que la subjetividad
no se conquista fruto de un rechazo inmediato, de
una posición adoptada de acuerdo a un conjunto de
principios más o menos explícitos en un canon reconocidamente
crítico, ni de una actitud que por romántica
deviene inmediatamente anticuada.
La sensibilidad, desde esta perspectiva, no es un contenido
específico, ni determinación cualificada alguna de
la capacidad del sentir, sino esa disposición susceptible
de producirse, cada vez, en función de circunstancias
singulares.
Notas
1 Lo cual, en definitiva, significa que el entendimiento y la sensibilidad son, en tanto entidades conceptuales, perspectivas.
2 Tal como lo diría el último Foucault, concentrado alrededor de preocupaciones etopoiéticas.
3 Por lo tanto, no se trata de agotar exhaustivamente todas las publicaciones infanto-juveniles y someter las categorías y dimensiones analizadas a un proceso de exploración masiva. En este momento exploratorio de la investigación se trata justamente de identificar e individuar las dimensiones y las estructuras que perpetúen el espíritu del nihilismo en la producción de la subjetividad infanto-juvenil. Esto es lo que creemos que asienta nuestro trabajo en una tradición genealógica que está más preocupada por las problemáticas que atraviesan estratos diversos del campo histórico-social, que por agotar el conjunto de problemas propios de edades en cuestión según un registro descriptivo y estadístico.
4 Cabe aclarar que dichas revistas, si bien son denominadas genéricamente como infantiles se trata de revistas infanto-juveniles, ya que se encuentra destinadas a un público que se extiende entre la segunda infancia y los comienzos de la adolescencia.
5 Se nos podría objetar que los cánones de la sexualidad han ido variando sustantivamente. Esto es cierto y sin duda si hay un interés en las llamadas tribus urbanas, es en la medida que éstas pueden redefinir las distribuciones expresivas de lo femenino y lo masculino. Aún así, el escándalo que suscitan en la opinión pública, delatan la fuerza que mantienen ciertas representaciones comunes acerca de la asignación de roles.
6 Información provista por diseñador gráfico responsable del retoque de fotos destinadas a revistas gráficas para niños.
7 Este asunto del recuento es decididamente un elemento explotado en los productos para varones: sea la figurita difícil, o la proliferación barroca de generaciones y nuevas generaciones de cada una de las sagas con títulos y poderes novedosos gestionan el ejercicio de coleccionar al tiempo que lo vuelven imposible. Se trata siempre de centrar el proceso de seguimiento de los productos enfatizando un elemento a por relevarse que dará sentido al conjunto y que se encuentra faltando.
8 Es claro, que los niños, al igual que los adultos, no creen en los horóscopos, los leen y los siguen por puro entretenimiento. Pero ese entretenimiento, ¿no es en sí síntoma de otra cosa? Es una pasión por saber cómo somos y qué es de esperarse de acuerdo a una tipología preestablecida.
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Fecha de recepción: 13 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 15 de septiembre 2009