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Anclajes

versão On-line ISSN 1851-4669

Anclajes vol.26 no.1 Santa Rosa jun. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-26111 

Reseñas Críticas

Ensayos críticos: violencia y política en la literatura argentina, Fernández, Nancy. Córdoba, Alción editora, 2020, 273 páginas.

1Universidad Nacional de La Plata. Instituto de investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, IdIHCS

Fernández, Nancy. Ensayos críticos: violencia y política en la literatura argentina. 2020. Alción editora, Córdoba: 273p.

Durante los últimos años se han publicado numerosas investigaciones en torno al tema de la violencia y sus diversas formas concomitantes. En este contexto, la literatura es un espacio de refugio que alberga cuantiosas lecturas sobre el pasado reciente o sobre distintos hechos traumáticos particulares. Estos acontecimientos abarcan desde el siglo XIX hasta la actualidad. No obstante, sucede también que se consideran otros aspectos políticos que no se encuentran ceñidos simplemente al pasado en cuestión. En efecto, se analizan diferentes tópicos y motivos en la literatura argentina que dan cuenta de movimientos, desvíos y rupturas respecto de la urgencia de un tema que nos interpela y nos interesa: la tradición. Pero, ¿qué tradición?, ¿cómo volvemos a los textos clásicos del siglo XIX desde esta óptica?, ¿cómo podremos seguir leyéndolos hoy en día?

En el presente escrito me detendré en la nueva propuesta de Nancy Fernández, Ensayos críticos: violencia y política en la literatura argentina. Como su título lo indica, se trata de un interesante volumen compuesto por una breve introducción y once ensayos que detectan una mirada cautelosa y exhaustiva sobre el panorama de la literatura argentina entre los siglos XIX y XXI (tradición, canon, rupturas). En tal sentido, con suma destreza y una gran calidez narrativa Fernández nos sorprende con este libro que ha sido publicado recientemente en 2020 por Alción y que guarda entre sus páginas los mejores secretos que en la literatura se alojan. Me refiero a la capacidad de hilvanar diversos textos, crear puentes, transitar recovecos, horizontes y generar diálogos entre autores que pertenecen a un “canon” determinado. En tal sentido, Fernández logra revisitar y releer a través de divergentes caminos de una tradición en la cultura argentina –huella conceptual de Ricardo Piglia y Jorge Luis Borges que funciona como modulador dinámico en vistas al presente– pero ya sin el peso de la palabra. En efecto, estos ensayos son vasos comunicantes que le dan a lo disperso un sentido de unidad.

Más que un libro teórico, este volumen intenta ser un espacio de dudas, interrogantes, reflexiones y problemáticas sobre la hipótesis principal recogida por la autora: se trata de lineamientos de un modo de leer que postula una cultura y una literatura (la argentina) constituidas a partir de la violencia para luego transitar escenas y repertorios en torno a ficciones de origen, continuaciones, desvíos y rupturas históricas. En tal sentido, se trata de ensayos con cierto carácter de autonomía pero que a su vez tejen redes de conexión entre sí. Es por ello que son varias las puertas de acceso para ingresar en él.

Luego de la lectura de la breve introducción, me interesó acercarme al último ensayo sobre la serie Un gallo para esculapio. La decisión de la autora de abrir el abanico hacia otros campos de la cultura argentina supone un compromiso sobre la acción política de una actualidad violenta: la gauchesca. Si bien esta serie es evocada en el tercer ensayo sobre Hilario Ascasubi y José Hernández, tendrá su propia puerta de acceso en el libro ¿Por qué le interesa a Fernández esta serie? Primero, porque sintoniza problemáticas contemporáneas respecto de los márgenes sociales. Segundo, porque constituye una red literaria que le permite pensar en un tejido social, en la comunidad boliviana de Liniers, en los inmigrantes africanos con el tráfico de drogas y comercio sexual o en las astucias de los sobrevivientes.

El ensayo “Argentina en el siglo XIX: fundar una tradición” se encuentra al inicio en función de otorgarle al lector lineamientos básicos para acceder de una forma más amena y prolija a los ensayos que siguen. A modo de “antecámara” –en términos de Roland Barthes– este escrito es como la parte inferior de un abanico que al tomarlo entre nuestras manos y deslizarlo suavemente permite desplegarnos muchas varas posibles, es decir, lecturas que revisitan textos imprescindibles en la cultura argentina. Aquí, señala que la cuestión política aparece desde los comienzos en Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, pero también se proyectan en otras obras como Amalia de José Mármol, Santos Vega de Ascasubi o el Martin Fierro de Hernández. En estos textos, dice la autora, es la violencia el síntoma que constituye el centro de representaciones culturales argentinas cuya operatividad reside en su carácter de tópico o motivo en tanto que organiza y estructura el imaginario nacional desde sus inicios.

A partir de un trazo impecable, Nancy Fernández retoma su apuesta en la agenda cultural argentina con el ensayo sobre autobiografía e historia en Una excursión a los indios Ranqueles de Lucio V. Mansilla. Por un lado, se problematiza aquí la idea de frontera entendida como un espacio en el cual la subjetividad histórica se ve atravesada por la cultura, un territorio cuyas imágenes en movimientos dotan de sentido los sucesos pero también se piensa como ese camino en el que se entrecruzan distintos géneros: ensayo, diario, epístola, entre tantos. Por otro lado, se presenta –más allá del problema en el surgimiento de una escritura cifrada en la eficacia de lo aleatorio– el dilema de la enunciación del yo. En tal sentido, la primera persona activa una multiplicidad de planos, tanto los propios como aquellas aristas de la objetivación. Asimismo, dichas problemáticas se encuentran atravesadas no solo por la coyuntura política de la época sino también por los secretos políticos de la otredad.

En este libro, señala Fernández, la violencia, articula las relaciones variables, los desplazamientos entre los escritores y el “estado de las cosas”. Luego de pasar por Ascasubi y Hernández su ojo se posa sobre los siglos XX y XXI. Es por ello que en “Usos y relecturas del siglo XX” la autora analiza la escritura y la violencia en las obras de Daniel Guebel, Mauricio Kartún y Osvaldo Lamborghini. Este texto funciona a modo de bisagra. Hablar de tradición y violencia requiere detenerse en ciertos aspectos y motivos cuya potencialidad funciona como síntoma de narraciones fundacionales para las nociones de lengua, patria, cultura y nación. Si tradición y violencia asumen cierta movilidad de lo político, se debe a que “son los emergentes residuales de las instituciones y no los caracteres orgánicos de los regímenes del poder” (129). Desde su perspectiva, en la literatura y cultura argentina cobran gran importancia aquellas claves que inscriben la posibilidad de transformar las conexiones entre autores, poéticas y textos. Se piensa a la tradición no como una noción fija y estática de un canon sino como una operación dinámica que enlaza ciertas problemáticas y movimientos cuidadosos a los que Nancy Fernández intenta resolver sin dificultades. ¿Cómo lo logra? Con trazo fino, la autora cruza textos y piensa en un territorio cuya operatividad reside en la posibilidad de una apertura plural de los sistemas de citas, traza líneas de conflicto en las filiaciones entre lecturas heterogéneas –ya sean acomodadas, perturbadoras o imprevisibles– porque propician la reescritura (entendida como proceso productivo materializado en la semiosis cultural). No obstante, la matriz ideológica de Echeverría y Sarmiento le sirve también para reafirmar y consagrar el tema de la violencia.

De este modo, es posible delinear una cartografía, un mapa pletórico en desvíos, que desarrolla los inicios –y su evolución– en torno al siglo XIX alcanzando su punto mayor hacia el siglo XX al intensificarse en los ’70 con los conflictos que circundan la figura de Perón. En tal sentido, Leónidas Lamborghini (El solicitante descolocado, 1971-1989) prefigura una presentación inaugural en la poesía neovanguardista desde la figuración de trabajador y militante peronista, derrotado y a la espera; pero también Osvaldo Lamborghini, en contexto del grupo Literal, escribe El fiord (1969) al evacuar en la letra el halo vacío de una máscara discursiva de los lugares comunes, ideologías cristalizadas que diseminan una tradición. Asimismo el caso ejemplar de Don Segundo sombra (1926) de Ricardo Güiraldes, señala Fernández, funciona a contrapelo de la barbarie violenta porque es la repercusión de una identidad que refuerza la ley, la propiedad, el nombre propio y el padre ausente.

En la segunda mitad del libro podremos ver notablemente este enlace. Si bien se escribe sobre autores como Copi, Borges o César Aira, el verdadero foco se encuentra en la escritura de los hermanos Lamborghini. La autora va al hueso en cada una de las propuestas. Por un lado, en “Los collares neobarrosos de la Nación” se analizan poemas de Nestor Perlongher y Osvaldo Lamborghini. En lo que refiere a este último, la autora señala que su poética es un espacio en el que la sintaxis toma la delantera para escuchar las figuras devenidas del ritmo en una escena que oscila entre el juego y la forma al ser definida como “sistema de analogías deliberadamente truncas” (162). Son signos inmotivados que no responden a antecedentes gramaticales. Referencias, enumeraciones y copulaciones serán las articulaciones que desvían y desajustan la materia. En efecto, en la poesía de O. Lamborghini, la repetición potencia el inmediato desplazamiento. Hay una búsqueda constante de la forma y del ritmo. Es por ello que sus poemas enuncian, verbalizan, “dicen” lo que son. Por otro lado, en “las formas poéticas de la experiencia” el fragmento de Carroña última forma (2001) de Leónidas Lamborghini le sirve a la autora para ejemplificar el dinamismo y pluralidad de tradiciones que se oponen a la estabilidad y norma que supone el canon. Se busca trazar el mapa de la literatura argentina a partir del armado de una noción de “mosaico móvil” que detecta fugas, desplazamientos o conflictos. En vistas a reconocer eslabones, se garantiza una serie cuyos versos destilan trazos o residuos de una violencia explícita al recuperar lo cotidiano para finalmente convertirlo, fragmentarlo, descomponerlo.

Finalmente, en cuanto al texto “Los hermanos Lamborghini”, Fernández nos advierte que se trata de la reescritura de una serie de trabajos derivados de otras publicaciones. Aquí, se pone foco en los usos de la tradición en obras de Leónidas y Osvaldo. El primero, hace uso del canon (hegemónico) para resituar la tradición europea y nacional con operaciones que trazan líneas con el fin de dinamizar la representación ya sea mediante la reescritura, el homenaje estilizado o la parodia. En Leónidas, en cambio, predomina el hiato, la descomposición, el fragmento. El segundo, Osvaldo, está más cercano y proclive al síntoma cuyas piezas fundamentales provienen de consignas, siglas o cortes discursivos. Su escritura es metonímica. Si para la crítica literaria, por un lado, Leónidas realiza un pacto con la tradición que involucra varios aspectos de ruptura (sintáctica, fonética, discursiva) con el fin de tejer y destejer la estructura sólida del lenguaje cimentada en la idea de lo bello; por otro lado, Osvaldo logra transitar de diverso modo la tradición al llevar aquellos objetos de lectura a un campo que disuelve las cláusulas de propiedad privada y el sistema de representación, sostenido en una referencialidad general y consensuada.

En efecto, Ensayos críticos: violencia y política en la literatura argentina es la muestra cabal de un trabajo riguroso y constante que concentra la mayoría de las preguntas que uno podría formularse sobre la violencia y lo político en la cultura argentina. Y quizás todavía más. En estos once ensayos publicados, investigaciones tan comprometidas –y de ágil lectura– es posible reconocer el trazo íntimo y secreto de una pasión que a lo largo de estas páginas se presenta con perseverancia y obstinación: la pasión por enseñar y transmitir literatura.

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