Dado que muy recientemente se ha publicado un obituario mío que trata de resumir la trayectoria y la relevancia intelectual del tristemente fallecido, poco antes de cumplir los noventa años, Eugenio Bulygin (Moreso, 2021) dedicaré estas líneas al impacto y la influencia de su persona y su obra en España.
Cuando en 1971 se publica el capolavoro de Carlos E. Alchourrón y Eugenio Bulygin Normative Systems, la filosofía del derecho en España solo comenzaba a salir de la larga noche de la dictadura, en la que había estado en manos de un iusnaturalismo tomista de pocos vuelos y, demasiadas veces, legitimador de la dictadura.
La primera recepción en España de la relevancia de esta obra se halla en la tesis doctoral de Manuel Atienza dedicada a la filosofía jurídica argentina, 1 que contiene una adecuada presentación del contenido del libro y una primera evaluación crítica.
A partir de entonces la obra aparece en los jóvenes autores que empiezan a trabajar en el ámbito de la filosofía analítica. Ahora bien, la obra comienza a ser bien conocida y usada a finales de los ochenta y comienzos de los 90 del siglo pasado. Ello ocurre fundamentalmente en tres grupos de filosofía del derecho en España: en la Universidad de Alicante, en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
El grupo de filosofía jurídica de la Universidad de Alicante fue creado por Manuel Atienza precisamente y aquí la presencia de Normative Systems es crucial. Como anécdota personal, puedo decir que conocí por primera vez a Carlos Alchourrón en el Congreso español de filosofía del derecho el año 1988 en Alicante. 2 Carlos y Eugenio visitaron Alicante en múltiples ocasiones y discutieron ampliamente sus ideas allí. Su obra está presente de manera muy especial en la tesis doctoral de Daniel González Lagier dedicada a Georg Henrik von Wright y defendida en 1994 (Gonzáles Lagier, 1995). Se halla también presente, en especial los trabajos sobre dinámica del derecho de Carlos y Eugenio, posteriores a Normative Systems, en la contribución seminal de Josep Aguiló a la derogación (cf. sus trabajos recogidos en Aguiló, 1995). También lo está en uno de los libros cruciales de esos años en la iusfilosofía española: se trata de Jurisdicción y normas de Juan Ruiz Manero (1990), un libro que agradó mucho a Eugenio y que produjo mucho debate en su momento.
En la Universidad Autónoma de Madrid, el grupo de filosofía del derecho se había formado en torno a Elías Díaz, con Francisco Laporta, Liborio Hierro, Virgilio Zapatero, Alfonso Ruiz Miguel y Juan Carlos Bayón. Francisco Laporta, desde la dirección del Centro de Estudios Constitucionales hizo mucho para subrayar su contribución, en especial, propició la publicación de sus trabajos posteriores a Normative Systems en 1991 (Alchourrón y Bulygin, 1991). Ahora bien, el impacto de Carlos y Eugenio, en especial su concepción de la naturaleza de las normas, está muy presente en otro libro crucial de ese período, la tesis doctoral de Juan Carlos Bayón (1991). Bayón ha seguido en diálogo permanente con la obra de los autores argentinos, un diálogo que Eugenio tomaba en serio y le complacía mucho. 3
El grupo de filosofía del derecho de la Universidad Pompeu Fabra se formó en torno de Albert Calsamiglia que invitó a Eugenio Bulygin varias veces. Desde el comienzo estaba Jorge Malem y, también, Ricardo Caracciolo, que en 1988 (invitado por Laporta a Madrid y por Malem a Barcelona) había publicado un libro muy relevante en la estela de Normative Systems (Caracciolo, 1988). En este contexto, se desarrollaron también los trabajos de estos años de Pablo E. Navarro, María Cristina Redondo, Daniel Mendonca, Josep M. Vilajosana, Jordi Ferrer y los míos propios, a menudo en múltiples coautorías. Se analizaron con profundidad y se desarrollaron los aspectos de Carlos y Eugenio más relacionados con la dinámica del derecho. A comienzos de los años 2000, leyó su tesis en la Universidad Pompeu Fabra, un argentino formado en España conmigo, Juan Pablo Alonso, un bulyginiano de pura cepa. 4 Fue, durante los años noventa del siglo pasado, tal vez el grupo más bulyrroniano de todos. 5
Ahora estamos en un estado de orfandad intelectual. Echaremos de menos, en los eventos múltiples en los que coincidíamos con él, su vozarrón típico, su sonrisa franca, sus abrazos sinceros, que a mi me evocan gestos de gigante. Y un gigante fue para nosotros, un gigante gracias al cual, subidos a sus hombros, podemos ver mejor y más lejos. Como decía en la Edad Media Bernardo de Chartres: Non ese quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre.