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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versão On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.28 Córdoba dez. 2012

 

EDITORIAL

La re-estructuracion capitalista y los sentidos de la crisis

César Tcach (Director de Estudios)

En sus estudios sobre la semántica y la pragmática del lenguaje político y social, Reinhart Koselleck, dedicó un capítulo a los diversos sentidos que históricamente adquirió el concepto de crisis.1 En el mundo griego, Tucídides concebía las crisis como momentos en que se dirimen alternativas extremas, por ejemplo la victoria o la derrota en una batalla militar (momentos marcados por juegos de suma cero en términos politológicos); desde la medicina, en la escuela hipocrática era un término empleado para remitirse a la fase crítica de una enfermedad; a partir de la Revolución Francesa la crisis se interpretó como umbral de superación de una época, en tres sentidos imbricados entre sí: en el de la subjetividad es vivido como una experiencia marcada por la inigualable sensación que «la historia ha tocado fondo»; en el hermenéutico como el momento decisivo a partir del cual es posible interpretar el decurso de la historia humana; en el de la filosofía política y la sociología como punto de inflexión de transformaciones socio-políticas irreversibles que tienen un sentido progresivo.

En los siglos XIX y XX, se tendió a pensar las crisis del capitalismo en clave revolucionaria o en clave reformista. En la primera, la noción de crisis se asoció a la de derrumbe, en la segunda a una oportunidad generadora, en definitiva y pese a sus aspectos traumáticos, de nuevos progresos. En la primera clave, se asociaba a la existencia de un sujeto histórico dotado de una potencial capacidad de dirección de los procesos sociales que implicaban un salto cualitativo en la historia humana (el proletariado industrial). Esta mirada de la crisis como derrumbe tuvo a su vez dos versiones, una teleológica (presente en las versiones simplificadas del marxismo y en una amplia gama de movimientos revolucionarios y teologías políticas) y otra posibilista, anclada en la génesis de determinadas correlaciones entre condiciones materiales, actores sociales y conciencia política. Esta última versión hunde sus raíces en las dos célebres proposiciones de Marx en su Prefacio a la Crítica de la Economía Política: a) en el plano de la subjetividad político-social, la humanidad solo convierte los temas en problemas cuando ya existen las condiciones materiales para su solución, o al menos, están en proceso de gestación; b) ningún sistema económico social se derrumba sin que previamente se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas (incluyendo tecnología y capacidad de innovación) que es capaz de generar.

En una segunda clave interpretativa, de tipo reformista, las crisis fueron percibidas como «oportunidad» para el mejoramiento de lo existente. Es decir, para mejorar la calidad del capitalismo, de la democracia, y sus reglas institucionales. De este modo, se vinculaba la noción de crisis a la de progreso. Pero esta mirada positivista tuvo también su escéptico revés. Así, el filósofo cordobés Oscar del Barco interpretó las crisis con los efectos perturbadores de las «reactualizaciones» del sistema. Desde su mirada:

«el sistema en cuanto tal nunca está en crisis. Más aún: el sistema «progresa » mediante una multitud de crisis o de «revoluciones pasivas» (a lo Gramsci) que le permiten variar y reajustar constantemente sus diferentes estructuras y motilidades. Este intrincado proceso de sucesivas síntesis globales es lo que aparece en la superficie como crisis, produciéndose
una suerte de imagen invertida donde su máxima positividad se transmuta en algo negativo, dando la impresión fuerte de que es el Sistema el que se encuentra cuestionado en el preciso momento en que se producen sus mayores transformaciones».2

En las últimas décadas, la multiplicación de las crisis financieras – México (1995), Asia Oriental (1997), Rusia y Brasil (1998), Argentina (2001)- y las más recientes en el corazón del capitalismo avanzado -EE.UU (2008-2009) y actualmente en Europa constituye un formidable desafío a la capacidad hermenéutica de las ciencias sociales. En un contexto de creciente incidencia de los organismos financieros y políticos trasnacionales, el hundimiento de bancos, bolsas y mercados inmobiliarios, y sus impactos sobre las asimetrías sociales, las relaciones entre el capital y el trabajo y la soberanía de los Estados, abre un abanico de interrogantes acerca de sus consecuencias sobre el devenir de las sociedades contemporáneas en el orden económico, político y cultural.

Desde este ángulo de preocupaciones, la revista Estudios presenta en este número, un conjunto de textos elaborados desde distintas claves disciplinarias e interdisciplinarias cuya intención no es ofrecer respuestas cerradas sino abrir preguntas que recorren diversos senderos y geografías. La re-estructuración no concertada del capitalismo y sus consecuencias sobre el mundo del trabajo, es abordada por los investigadores López Gómez y López Lara, de la Universidad de Sevilla (España) y por Carlos La Serna, director del Doctorado en Políticas Públicas del IIFAP de la UNC. En nexo con la crisis argentina del 2001 y el escenario post-neoliberal de los años siguientes, se ubican los trabajos del Dr. Hernán Ramírez (profesor en Brasil de la UFRGS y UNISINOS), y de Alejandro Manzo, becario post-doctoral de la SECyT-UNC. Los dilemas del Estado nacional y la legitimidad de las instituciones estatales en México, es analizado por Juan Russo, Dr. en Ciencia Política por la Universidad de Florencia (Italia), Profesor de la Universidad de Guanajuato (México) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de ese país. Asimismo, la «primavera árabe» en el curso de la crisis financiera internacional es analizada por Noemí Rabbia. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.

La sección Memoria –co-coordinada con la Dra. Natacha Bacolla- cuenta con tres textos, dos de ellos expresan visiones antitéticas de la crisis de 1930: como paréntesis en un orden natural (Alberto Hueyo), o como inicio de un nuevo escenario que refuta ese orden natural (Alejandro Shaw), ambos extraídos de la célebre Revista de Economía Argentina que dirigía Alejandro Bunge. Un tercer documento, pone de manifiesto la posición de un renombrado núcleo de intelectuales europeos ante la crisis actual.

Finalmente, se incluyen tres interesantes comentarios bibliográficos elaborados por la Dra. Pampa Arán, María Clara Iribarne y Sara Cufré.

Notas

1 Reinhart Koselleck, Historia de conceptos, Madrid, Ed. Trotta, 2012. En relación a la historia conceptual, véase las precoces observaciones de Antonio Gramsci en su crítica a Bujarin. A. Gramsci, La política y el Estado moderno, Bs. As. Ed. Sol 90, 2012, p. 74. (traducción de Jordi
Solé Tura).
2 Oscar del Barco, «Observaciones sobre la crisis de la política», en César Tcach (comp.), Crisis y Transiciones, CEA, UNC, 1992, p. 79.


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