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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.7 no.2 Córdoba jan. 2014

 

DOSSIER
Arqueología del Litoral

Artefactos de uso diario representados en la Colección Cerámica del Arroyo Leyes: su empleo en la determinación de cronología

Daily use artifacts represented in the Arroyo de Leyes pottery collection: their use in the determination of chronology

Carlos N. Ceruti*
*CONICET- Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Prof. A. Serrano”, Paraná (Entre Ríos). cceruti93@gmail.com

Recibido 21-12-2013

Recibido con correcciones 04-03-2014

Aceptado 07-06-2014

Resumen
Se analizan artefactos de uso diario (implementos para mate, una alcancía, un vaso de cuerno y una “canasta” para el juego del pato) representados en la colección cerámica del sitio Los Zapallos, sobre el Arroyo Leyes (departamento Garay, provincia de Santa Fe, Argentina). Se describen los elementos, localizados en un contexto considerado prima facie como obra de individuos esclavizados pertenecientes a vecinos de Santa Fe la Vieja (siglo XVII); pero que también puede contener materiales correspondientes a las culturas indígenas contemporáneas o anteriores a la conquista; a los siglos XVIII-XIX, y “falsificaciones” de comienzos del siglo XX. Se intenta ubicar cada uno de ellos en la escala temporal a partir del análisis de pasta y decoración de la pieza, y de la consistencia argumental derivada de la documentación escrita.

Palabras clave: Arroyo Leyes; arqueología de la esclavitud; Santa Fe la Vieja; cronología.

Abstract
The presence of daily-use artifacts (implements for mate infusion, a piggy bank, a horn cup and a “basket” used for the duck game) represented in the ceramic collection of Los Zapallos site, Arroyo Leyes (Garay Department, Santa Fe Province, Argentina) is analyzed. In this paper different elements are described, placed in a context considered in prima facie as resulting from the labor of enslaved individuals belonging to neighbors of Santa Fe la Vieja (XVIIth century), but that also may contain materials corresponding to contemporary or pre-conquest native cultures, to XVIII-XIXth centuries, and to “falsifications” of the early XXth century. On the basis of paste and piece decoration, and of argumental consistency derived from written documents, an attempt to place each element on the time scale is made.

Keywords: Arroyo Leyes; archaeology of slavery; Santa Fe la Vieja; chronology.

Este trabajo se inscribe en la “Arqueología de la Esclavitud”, temática que formó parte de nuestro proyecto como Investigador del CONICET durante más de una década. Iniciada en los EEUU hacia 1960 con la excavación arqueológica de antiguas plantaciones de algodón y tabaco (Ferreira 2009; Schávelzon 2003), la disciplina intenta aportar a la visualización de los miles de personas esclavizadas en los siglos XVI-XIX; dar a conocer las condiciones materiales en que se desarrolló su existencia; y contribuir a reconocer los elementos culturales que pudieron producir y/o utilizar.

La colección de materiales cerámicos del sitio Los Zapallos, ubicado sobre el Arroyo Leyes (originalmente Arroyo de Leyes, en adelante Aº Leyes)1 fue reunida por diversos coleccionistas y dos arqueólogos profesionales (Francisco de Aparicio y Antonio Serrano) entre 1934 y 1938. La integran figuras antropomorfas y zoomorfas en las más variadas actitudes, pipas, recipientes de distinto tipo y reproducciones de elementos de uso común (Aparicio 1937; Bousquet 1937; Ceruti 2009, 2010, 1011, 2012, 2013; Ceruti, Gelfo e Igareta 2013; Outes 1935; Schávelzon 2003; Serrano 1934). Las piezas fueron enterradas enteras y formando conjuntos por debajo de un paleosuelo con materiales de la entidad arqueológica Goya-Malabrigo (fechados, para el área, hacia 1.000 años A.P.)2. Reducida hoy al 25% del volumen original y distribuida en distintos museos, esta colección constituye uno de los problemas más apasionantes de la arqueología argentina, de la que solamente se han estudiado aspectos parciales, como ciertas vinculaciones con el vudú (Ceruti 2009, 2011) y la existencia de representaciones de fauna africana (Ceruti, Gelfo e Igareta 2013).

A partir de una idea original de Alberto R. González (1980) desarrollada por Daniel Schávelzon (2003), consideramos que el material coleccionado y el sitio de procedencia presentan las siguientes características: a) se trata de un conjunto de representaciones obra de africanos o afroamericanos y/o su descendencia criolla con diferentes grados de mestizaje; b) fueron enterradas en un espacio reducido (aproximadamente 30 ha) en que hubo ocupaciones previas Goya-Malabrigo y Tupiguaraní, y c) este espacio pudo funcionar como área ceremonial durante los siglos XVII-XIX, constituyendo el conjunto artefactual un instrumental ligado a cultos africanos o a la magia.

A comienzos del siglo XX, perdida la vinculación con la población africana o afroamericana preexistente, los pescadores criollos o europeos del lugar desenterraron las piezas, las vendieron a coleccionistas de Santa Fe, y en algunos casos pudieron fabricarlas ex profeso con intención dolosa (Carabajal 1938; Ceruti 2012; Frenguelli 1937). En trabajos anteriores comparamos algunos ejemplares del Aº Leyes con análogos de Santa Fe la Vieja y del golfo de Guinea, e intentamos incursionar en la simbología (Ceruti 2010, 2011, 2013). En esta ocasión hicimos centro en la cronología, para lo que seleccionamos un conjunto de piezas que representan elementos de uso corriente, ordenadas a partir de sus características tipológicas y en función de su coherencia con la documentación existente3.

Metodología y Materiales

La mayor parte de los materiales del Aº Leyes fueron fotografiados y analizados macroscópicamente (ejemplares del Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” de Buenos Aires, Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, Museo de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario) y cuando fue posible submacroscópicamente (Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Profesor Antonio Serrano” de Paraná, y Museo Etnográfico “Juan de Garay” de Santa Fe)4. A partir del análisis de pasta pueden agruparse en dos grandes series extremas, A y B, y una serie intermedia, C (Tabla 1):

Las piezas de la Serie A son las que presentan mayor variación temática y calidad plástica, particularmente las figuras. Los contenedores, en cambio, son pesados y de paredes gruesas5. En las representaciones antropomorfas, especialmente, la cabeza suele tener una calidad y el cuerpo otra, indicando, posiblemente, la acción combinada de diversos artesanos.

*El análisis de pasta, a partir de ejemplares del Museo Etnográfico “Juan de Garay” de Santa Fe, se presenta por primera vez en esta publicación.
**Análisis de pasta presentado inicialmente en Ceruti 2009.
Tabla 1. Diferencias de pasta en la cerámica del Aº Leyes.
Table 1. Differences in ceramic paste Aº Leyes.

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La Serie B está integrada por imágenes macizas, manufacturadas por modelado directo y recipientes muy pesados, confeccionados por ahuecado directo de una masa de pasta. Las imágenes no admiten comparación con las del grupo anterior. Se incluyen en este conjunto algunas piezas confeccionadas en el siglo XX por lugareños para estafar a los coleccionistas.

En la Serie C hay ejemplares con características mezcladas (pasta como en la Serie A, pero confección descuidada; pasta similar a la Serie B, pero elaboración más cuidadosa, y otras combinaciones), que pueden indicar la continuidad en la utilización del área durante el siglo XVIII y primeras décadas del XIX.
a) Descripción de los materiales
1) Hucha o alcancía: MESF 11871 (Figura 1a y Tabla 2). Museo Etnográfico “Juan de Garay”, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe (en adelante MESF). Colección propia del Museo. Fragmentada y reconstruida mediante el uso de goma laca.

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Figura 1: a) Alcancía; b) Canasta para juego del pato; c-h) Mates (e y f mates retobados en cuero). a) MESF 11871; b) MEBA 56856; c) MAR 75; d) MAC 45.60; e) MEBA 56991; f) MEBA 56867; g) MEBA 55656; h) MEBA 56868.
Figure 1. a) Piggy Bank; b) basket to play "Pato"; c-h) Gourds (e and f leather covered gourds). a) MESF 11871; b) MEBA 56856; c) MAR 75; d) MAC 45.60; e) MEBA 56991; f) MEBA 56867; g) MEBA 55656; h) MEBA 56868.

* Todas las medidas son aproximadas, tomadas a partir de fotografías con escala.
Tabla 2. Características de la alcancía.
Table 2. Characteristics the piggy bank.

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2) Canasta para el juego del pato: MEBA 56856 (Figura 1b y Tabla 3). Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires (en adelante, MEBA). Perteneció a la Colección Bousquet (adquisición año 1936). Representa una cesta de cuero para el juego del pato, en tamaño reducido, con tres manijas y tres caras separadas por agregados de pasta que representan las costuras.

Tabla 3. Características de la canasta para el juego del pato.
Table 3. Features of the basket for the “Pato” game.

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3) Mates: resulta difícil determinar cuándo un recipiente de cerámica recuperado arqueológicamente es un mate, porque también pudo servir como contenedor de sustancias diversas (especias, medicamentos caseros, etc.). Los diez ejemplares seleccionados son una muestra de posibles mates que se integran en los tres grupos mencionados precedentemente: A, B y C (Tabla 5). Todos son subovoides o piriformes con polo mayor inferior, existiendo en la colección otras piezas de distinta morfología pero con decoración similar, quizás obra de un mismo artesano. Consideramos posible que fueran depositadas juntas y en forma simultánea6. A continuación, se indican los datos de procedencia:
3.1) MAR NEGR 75. Museo de la Escuela de Antropología de Rosario, Colección Negrete, antes Colección Bousquet (en adelante MAR NEGR) (Figura 1c).
3.2) MAC 45.60. Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba (en adelante MAC), antes Colección Bousquet, mal catalogado como “Alto Paraguay” (Figura 1d).
3.3) MEBA 56867 (Figura 1e) y MEBA 56991 (Figura 1f).Representan mates retobados en cuero. El segundo es una pieza muy pesada, de base espesa.
3.4) MEBA 55656, fragmentado por impacto (Figura 1g), y MEBA 56868 (Figura1h). Son piezas pesadas, de paredes espesas. El segundo, fabricado por ahuecamiento.
Los que siguen, son copias en cerámica de mates metálicos con manija o asa (Tabla 6):
3.5) MEBA 56884 (Figura 2a) y MEBA 5560 (Figura 2c). El primero es una pieza muy golpeada, que conserva en el interior y parcialmente en la parte externa el barro original de la matriz de depositación, lo que dificulta distinguir la decoración.
3.6) MESF GB 18 (Figura 2b). Pertenece al Museo Etnográfico “Juan de Garay” de Santa Fe, Colección García Bañón. Reproduce un mate metálico de pie, con salvilla (plato donde se colocaban bizcochitos). La base fue ahuecada para reducir el peso.
3.7) La última pieza, MEBA s.n. (Figura 2d y Tabla 4), es la representación de un vaso de asta de vacuno (guampa), usado frecuentemente como mate.

Tabla 4: Características del vaso de asta.
Table 4: Characteristics of the horn cup.

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Tabla 5. Características de los mates.
Table 5. Characteristics of gourds.

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* Indicamos el uso de un clavo forjado como instrumento para la decoración partiendo de la observación directa y la replicación del motivo con un clavo arqueológico y un clavo de herradura actual.
Tabla 6: Características de los mates que copian piezas metálicas
Table 6: Characteristics of gourds, copying metal parts

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4) Pavas. La pava para tomar mate aparece habitualmente en la bibliografía como un invento inglés del siglo XIX, adaptación de las teteras o cafeteras europeas (Assunçao 1991; Villanueva 1995), pero a tono con las exigencias del gaucho: asa rebatible; base plana de gran diámetro; tapa con botón y ajuste para que no se vuelque; y orificio para que “chifle”. Existen, sin embargo, “pavas” locales de cerámica, prehispánicas, difíciles de encontrar enteras, que nunca se tuvieron en cuenta pero que en Aº Leyes fueron copiadas y posiblemente utilizadas por la población local. La colección Bousquet tiene seis ejemplares enteros, de distinta época y origen, pero realizadas sobre el mismo modelo básico.
4.1.) MEBA 56893 (Figura 2e) y MEBA 56986 (Figura 2f). La primera pieza es un original prehispánico, de la entidad arqueológica Goya-Malabrigo7. Por ser la más antigua, fechable alrededor del 1.000 AP, consideramos que fue la pieza que sirvió de modelo a las restantes. La segunda es una copia de la anterior, de elaboración irregular, con muchas imperfecciones en la terminación de las superficies. El apéndice zoomorfo, que tiene casi la altura del cuerpo de la pieza, ya no es un hurón sino un perro con el lomo atigrado, similar al actual “cimarrón uruguayo”12. La presencia de bases planas, en el Nordeste argentino, suele ser un indicador de contacto con la conquista europea (Ceruti 2009).
4.2) LUJAN 452 (Figura 2g). Colección Bousquet, Complejo Museográfico “Enrique Udaondo” de Luján (en adelante LUJAN); MESF GB 17 (Figura 2h) y MAR NEGR 91 (Figura 2i). Los tres ejemplares son modificaciones locales del modelo Goya-Malabrigo. En general presentan buena confección; se ha conservado la forma general y las proporciones, pero desapareció la figura zoomorfa bajo el asa. MAR NEGR 91 presenta, como novedad tecnológica, la base iniciada mediante un disco de pasta a partir del cual se levantaron las paredes.
4.3) MEBA 56987 (Figura 2j). Es, creemos, el ejemplar más tardío. Le falta el asa.

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Figura 2. a-c) Copia en cerámica de mates metálicos; d) vaso de asta; e y f) "pava" prehispánica (1.000 AP) y su imitación (siglo XVII); g-j) ejemplares de pavas posthispánicas siguiendo el modelo indígena.
a) MEBA 56884; b) MESF G.B. 18; c) MEBA 5560; d) MEBA s.n.; e) MEBA 56893; f) MEBA 56986; g) LUJAN 452; h) MESF G.B. 17; i) MAR NEGR. 91; j) MEBA 56987
Figure 2. a-c) Ceramic copy of metallic gourds; d) horn cup; e and f) prehispanic kettle (1000 BP) and its imitation (century XVII); g-j) posthispanic kettles imitating the indigenous model.
a) MEBA 56884; b) MESF G.B. 18; c) MEBA 5560; d) MEBA s.n.; e) MEBA 56893; f) MEBA 56986; g) LUJAN 452; h) MESF G.B. 17; i) MAR NEGR. 91; j) MEBA 56987

Resultados y discusión

1) Alcancía
Las alcancías de cerámica (del árabe hispánico alkanzyya) o huchas (del francés huge), con forma de urna, existen en Europa desde época medieval (en España desde la llegada de los visigodos)8. Hasta épocas recientes fueron fabricadas en gran número, pero son muy poco frecuentes en colecciones y aún en excavaciones arqueológicas, ya que para extraer las monedas que guardan hay que romperlas. Por ejemplo, en la Villa de Lumbier, un centro alfarero hoy extinguido de la provincia de Navarra, España, en 1955 se hicieron 20.000, pero sobrevivieron solamente dos (Hualde 2012).

La pieza del Arroyo Leyes está decorada con asteriscos, que algunos autores consideran una versión disimulada del “cosmograma bakongo” -extendido desde la cuenca del río Congo a gran parte de Africa- que representa a la vez los cuatro puntos cardinales, el curso del sol y de la vida, y la vinculación existente entre el mundo de los muertos y el de los vivos (ver, entre otros, Orta Nadal 1968). Bajo la ranura, además, hay un diseño formado por triángulos, de difícil interpretación, que podría ser parte de una “estrella de David” mal trazada u oculta (un signo frecuente en gran parte de Africa), o una porción de un “vevè” (dibujos rituales utilizados en el vudú) que no pudimos identificar (Ceruti 2011).

Por su forma, pasta y técnica decorativa (punteado con clavo metálico forjado), puede corresponder al siglo XVII, lo que sería coherente con los motivos de origen africano. No obstante, como la rueda dentada se conocía en España y Africa, pero no se utilizó en Santa Fe la Vieja, postulamos una cronología un poco posterior, tal vez comienzos del siglo XVIII.

El entierro de una alcancía por parte de esclavos es contradictorio (“objeto para guardar dinero/esclavos sin dinero”), pero, a título de hipótesis, se podría pensar en un ritual destinado a pedir riquezas. Como analogía se puede mencionar el caso de la población originaria (kolla) o criolla del noroeste argentino y Bolivia, también pobre, que le reza al ekeko como forma de proporcionarse bienes materiales mediante la intermediación de un genio tutelar.

2) Pelota o “canasta” para el juego del pato

Las “corridas de pato” o “juego del pato” (Terrera s.f.) aparecen documentadas en Buenos Aires en 1610 (Azara, en Oberti 1964 y Terrera op. cit.), en Salta en 1611 (con motivo de un partido entre guachipas y calchaquíes) y en Santa Fe en 1617, consignándose que los chaná se escapaban de su reducción para jugarlo, abandonando en el campo herramientas y bueyes (Zapata Gollán 1955). Durante los siglos XVII y XVIII las referencias son escasas y generalmente se encuentran en documentos oficiales, con motivo de su prohibición o en ocasión de los tumultos que ocasionaban, tanto en Argentina como en Chile. No se conoce su origen ni el punto de entrada a nuestro país; por eso algunos autores lo consideran una práctica netamente pampeana. En su forma primaria requería caballos, jinetes experimentados y grandes extensiones llanas, lo que elimina a España como origen –pese a la opinión de Sarmiento-, a la América prehispánica y al Africa subsahariana, donde el caballo era patrimonio real. Existe un juego parecido en Afganistán –el buz kashi- pero no se encontró hasta ahora puntos de contacto. Es posible que juegos similares se hayan practicado en diferentes épocas y por diversos pueblos ecuestres, sin que tuvieran relación entre sí (Terrera s.f.).

La regla básica del pato era la ausencia de reglas fijas; su esencia era demostrar la pericia del jinete y las bondades del caballo, y salvo algunos elementos comunes: un juez que “daba la largada”; dos, tres o cuatro equipos; una pelota con manijas y una turba de seguidores, lo demás se regía por las costumbres regionales o locales. Al principio, incluso, parece que el pato no era un juego de equipos, sino de “todos contra todos”. El juez podía arrojar la pelota entre los contendientes diciendo “Vuela el pato” o dar una voz para que un jugador por cada equipo, aferrados a las manijas, empezaran a pujar; los equipos podían estar constituidos por pocos o muchos integrantes (se habla de hasta 200); la cancha podía ser amplísima -entre dos o tres estancias-, o incluso entre dos poblaciones, como Buenos Aires y Luján9.

Fue perseguido por las autoridades españolas por los tremendos desórdenes que provocaba -viajeros, tropas de mulas, ranchos y majadas de ovejas llevadas por delante; muertos y heridos por los revolcones; duelos a cuchillo por contingencias del juego, o por las apuestas- y además porque competía con las corridas de toros, impuestas por los peninsulares, y con los “juegos de cañas”, rememoración de las justas medievales. Fue un deporte de gauchos y de indios. Los africanos, por su misma condición social, solían ser malos jinetes10, aunque algunos podían destacarse en el pato, como un mulato mencionado en un relato de Guillermo Enrique Hudson11. Las penas, para las partidas o “corridas” no autorizadas, eran muy fuertes: en Chile los jugadores podían ser deportados por diez años a las islas Juan Fernández y la Iglesia llegó a negar el “cristiano entierro” a los muertos en ocasión del juego, igual que a los suicidas. En el Río de la Plata hubo fuertes multas, prisión y penas de 100 latigazos. Fue prohibido por los Cabildos; por los virreyes Arredondo y Sobremonte; por la Junta Grande (1811); por Martín Rodríguez y su ministro Rivadavia (1822), y finalmente parece que por Juan Manuel de Rosas hacia 1840 (Oberti 1964; Terrera s.f.; Zapata Gollán 1955). Durante 100 años no se jugó (testimonios de Bartolomé Mitre y Guillermo E. Hudson en Grenón 1956), y se reinició como deporte en 1937. Ese año se elaboró el primer reglamento y se diseñaron silla y pelota. En 1941 se creó la Federación Argentina de Pato, y en 1953 el General Juan Domingo Perón lo declaró “Deporte Nacional”.

La pelota era una cesta de cuero dos veces mayor que una pelota de fútbol (testimonio de Hudson) con una boca y dos, tres o cuatro manijas fuertemente cosidas. En su interior se colocaba un pato o una gallina (vivo, según algunos; muerto y cocinado según otros), que era el premio para el ganador. La pieza del Arroyo Leyes tiene tres manijas, y es copia evidente de un original a la vista o muy conocido por el alfarero. Por la calidad de la pasta, diseño y cocción, creemos que fue elaborada entre 1620 y 1840, más cerca de la primera que de la última fecha. Dado que todas las imágenes que conocemos son idealizaciones realizadas a fines del siglo XIX, cuando ya no se practicaban las “corridas”, la pelota del Arroyo Leyes puede ser la única representante del pato “primitivo” existente en el país.

3) El equipo de mate
En la Cuenca del Plata el “equipo de mate” tradicional consta de elementos primarios (mate, bombilla y pava) y secundarios (yerbera y “trebe” –trébede- o trípode)12. Mate y bombilla son prehispánicos, la yerbera es criolla, el trébede europeo y la pava podría ser americana y prehispánica13.

La yerba mate, Ilex paraguariensis, era procesada y utilizada por los guaraníes desde épocas preeuropeas. La llamaban caá y se la masticaba o consumía colocada en agua fría (tereré) o como infusión en agua caliente, forma en que el principio activo (cafeína)14 se incorpora con más eficacia al organismo. El primer español que la conoció y difundió habría sido Domingo Martínez de Irala, en 1554, y desde entonces los españoles del Paraguay se hicieron tremendos consumidores (Assunçao 1991). La Iglesia se opuso al principio, porque advirtió las vinculaciones de la caá con el shamanismo. En 1610 el Padre Diego de Torres denunció al mate ante el Tribunal de Inquisición de Lima, como “…superstición diabólica” producto de un “…pacto con el demonio”. Años más tarde, equiparado Tupá a Dios y avispados los jesuitas del tremendo negocio que era la yerba, pasaron a considerarla “…don divino” difundiendo la leyenda de Paí Zumé, identificado con el Apóstol Santo Tomás (o Tomé) portador y transmisor del don otorgado por Tupá. Otro opositor a su consumo fue Hernandarias de Saavedra (1561-1634), que abominaba del mate pero no tuvo éxito en sus intentos de prohibirlo.

El jugo de Ilex se servía y sirve en la corteza seca de una cucurbitácea, la Lagenaria siceraria= L. vulgaris, de la que se conocen dos subespecies, una africana y otra asiática. La primera fue llevada por los romanos a Europa (lagena, en latín, es botella) y la segunda flotó hasta México, donde ya era conocida hace 10.000 años. Los guaraníes lo llamaron caiguá, es decir “recipiente para agua de la yerba”. Los españoles, mate, del quichua mati (taza o vaso) (Barco Centenera 1602; Inca Garcilazo de la Vega 1609). Quienes acostumbraban tomar tereré o “mate cocido”, llamado también “té de los jesuitas”, cortaron el fruto a lo largo, como una fuentecita, separando la yerba con los labios y dientes; los que tomaban con mate y bombilla, usaron los frutos pequeños en sus dos variantes: “poro” y “galleta”. A fines del siglo XVII, en el Perú, las clases dominantes hicieron del mate un objeto de lujo: le colocaron una virola de plata en la boca, luego le agregaron pie y adornos cada vez más complejos y finalmente reemplazaron la calabacita por una copia en metal.

El primer mate de plata de pie registrado en Santa Fe la Vieja es de 1693 (Zapata Gollán 1990). En 1777 ya se fabricaban en Buenos Aires (Oberti 1964). Coexistiendo con el “mate” se menciona al “bernegal”, utilizado con un “apartador” metálico para tomar mate cocido. El hermoso contenedor cerámico del Museo Etnográfico de Santa Fe, hispano-indígena o tal vez hispano-afro, considerado “bernegal” por Zapata Gollán (op. cit.) solamente lo es a nivel de conjetura. El término bernegal del árabe berniya, vaso de barro o cristal, no es español. Se usó en las Islas Canarias, donde designa a dos artefactos muy diferentes: un recipiente de tamaño mediano o grande con tapa, utilizado para contener agua, y una copa de vidrio o de cristal de roca empleada para beberla, generalmente con pie y borde ondulado, posiblemente el “bernegal” citado en algunas fuentes (Zamora Maldonado y Jiménez Medina 2008)15. En cuanto al “apartador”, según Juan Francisco de Aguirre (1782) era un colador metálico con perforaciones y una palanca para prensar la yerba16. Los pobres, españoles, criollos o indígenas, siguieron tomando tereré o mate amargo y dulce, con o sin bombilla, en los recipientes de calabaza.

Como recipiente para verter el agua (itacuguá, en guaraní) se usaron la pava y la caldera. La caldera es una jarra, originalmente de cobre y elaborada en las forjas catalanas. Fue la preferida de los troperos, junto con el mate o vaso de guampa. La pava, el trebe y la yerbera son más tardíos, quizás del siglo XIX, con residencia en el rancho y las tropas de carretas, aunque la primera, como hemos visto, puede registrar un antecedente prehispánico en el ámbito del nordeste argentino.

Conclusiones

1) La alcancía, pieza única para la región, correspondería en líneas generales al siglo XVII, pero el uso de una rueda dentada como instrumento decorativo indicaría una cronología algo posterior, tal vez principios del siglo XVIII.

2) La pelota o canasta para juego del pato es, hasta donde conocemos, la única representación original de un elemento utilizado en lo que, oficialmente, es el “deporte nacional” argentino. Fue confeccionada entre 1620 y 1840, posiblemente en algún momento del siglo XVIII.

3) Entre los componentes del equipo de mate, el mate propiamente dicho estuvo presente en Santa Fe y el Aº Leyes desde la muerte de Hernandarias, al menos, hasta la actualidad. La única pieza indudablemente falsificada, que el jesuita Carabajal (1938) vio cruda y luego cocida, era, precisamente, un mate. La presencia de copias de ejemplares metálicos, existentes en Santa Fe desde los últimos años del siglo XVII, pero popularizados durante el siglo XVIII, avalan la continuidad de la secuencia. Las pavas indican la presencia de antecedentes prehispánicos en el sitio Los Zapallos, y la persistencia del modelo en el área rural a lo largo de varios siglos, mucho antes que las acerías de Birmingham, Inglaterra (donde se fabricaron los primeros ejemplares metálicos) se acordaran del gaucho, su mate, facón y caballo.

4) A partir de lo expuesto, creemos que el sitio “Los Zapallos” fue utilizado no solamente en el siglo XVII, sino también en el XVIII y XIX. Atenuada la influencia de las religiones africanas, es posible que el lugar mantuviera indemne, sin embargo, su fama de “tierra misteriosa”, apta para prácticas de curanderismo, magia y/o religiones populares de la población criolla, con o sin ascendencia africana (Ceruti 2009, 2011). Probablemente esta condición ya había desaparecido a principios del siglo XX, y los pobladores locales, sin preocupación por su significado ni origen, excavaron y vendieron cientos de piezas a los coleccionistas de Santa Fe.

Notas

1. Departamento Garay, provincia de Santa Fe, República Argentina. Coordenadas geográficas: 31º29’32’’S y 60º26’36’’O.

2. Una relación completa de los procesos de excavación, los conflictos entre coleccionistas y arqueólogos profesionales y las discusiones sobre autenticidad de las representaciones puede verse en Ceruti 2012.

3. El sitio no puede ser reexcavado ni fechado con 14C: fue depredado y luego totalmente erodado por sucesivas inundaciones. Sólo sobrevivieron, como testimonio, las piezas coleccionadas. Consideramos que hacerlas “hablar” es una forma, aunque tardía de pagar algo de nuestra inmensa deuda con sus autores.

4. De los ejemplares del Complejo Museológico “Enrique Udaondo” de Luján, solamente se contó con un CD con 1 o 2 fotografías de cada pieza, proporcionado por el personal del Complejo.

5. No estaban destinados al uso diario, sino a ser enterrados.

6. Al no existir registros de excavación, resulta imposible corroborar la hipótesis.

7. Politis y Bonomo (2012) publicaron otros dos ejemplares procedentes del sitio Los Laureles, del Delta Superior del Paraná.

8. http://www.es.wikipedia.org/wiki/Hucha.

9. Las citas históricas correspondientes se encuentran en la bibliografía o en INTERNET.

10. El mismo Juan Bautista Cabral, antes de San Lorenzo, había pedido su pase a la infantería.

11.http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/miscelaneas/el_juego_del_pato.php.

12. http://www.es.wikipedia.org/wiki/Trebede.

13. Salvo indicación en contrario, nuestra principal fuente de información (y la de todos los que escribieron sobre el tema, citándolo o no) es el entrerriano Amaro Villanueva (1995).

14. El café, té, mate y guaraná tienen el mismo principio activo en diferentes proporciones. Debe descartarse el uso del término mateína, con el que se quiso designar una sustancia peculiar del mate.

15. http://es.wikipedia.org/wiki/Bernegal

16. “Diario” de Juan Francisco de Aguirre, en Villanueva (1995).

Agradecimientos

A la Dirección y personal de los museos Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” (UBA) de Buenos Aires; de Antropología de la UNC, Córdoba; Etnográfico “Juan de Garay” del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, Santa Fe; Arqueológico de la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario y Complejo Museológico “Enrique Udaondo” de Luján, que tuvieron la gentileza de ubicar las piezas en sus colecciones y autorizar su publicación. A los Evaluadores de este trabajo, gracias a los cuales se pudo mejorar el manuscrito original.

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Páginas Web (Consulta 8-12-2013)
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/miscelaneas/el_juego_del_pato.php
http://www.biodiversidad.gob.mx/pais/pdf/
http://www.es.wikipedia.org/wiki/Pato_(deporte); Hucha; Lagenaria; Bernegal; Perro_cimarrón_uruguayo

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