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Revista latinoamericana de filosofía

versão On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.49 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2023

http://dx.doi.org/10.36446/rlf2023386 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

Jean-Paul Margot, Descartes y Spinoza, Cali, Universidad del Valle, 2021, 184 pp.

LEISER MADANES1 

1 CIF

Dos poemas de J. L. Borges reciben al lector en este nuevo libro de Jean-Paul Margot. El segundo, Baruch Spinoza: “Bruma de oro, el occidente alumbra / la ventana…”, quizás resulte más familiar; el primero, Descartes, seguramente lo es menos: “Soy el único hombre en la tierra y acaso no haya tierra ni hombre. Acaso un dios me engaña. Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión” (La cifra, 1981). La elección no fue azarosa. El volumen reúne siete ensayos sobre Descartes y Spinoza, escritos con la fina sensibilidad literaria a la que Margot nos tiene acostumbrados. Este nuevo libro contiene siete ensayos centrados en problemas fundamentales de las filosofías de Descartes y de Spinoza, en diálogo con otros filósofos de la época y antecesores medievales. En todos ellos Margot sabe “poner el dedo en la llaga”, advierte cuál es el problema fundamental que está en discusión, lo presenta con claridad y lo desarrolla con una variada batería de recursos lingüísticos y bibliográficos. Tras la lectura de cada uno de estos ensayos el lector comprenderá “finalmente” (si tal cosa es posible en filosofía) en qué consistía el problema de la omnipotencia divina, de la evidencia, de la racionalidad o de la relación finito-infinito… y podrá abordar una vez más los textos mismos con renovada inteligencia. La edición cuenta con un índice analítico y otro onomástico, útiles al abordar una colección de ensayos que invita a lecturas cruzadas de temas y autores. En la “Presentación” con que se inicia el libro, Margot resume cada uno de los siete ensayos de manera clara y concisa. Me basaré en ella para dar cuenta de los temas principales de los siete trabajos. El primer ensayo se titula “‘[…] hace mucho tiempo que tengo en mi espíritu una cierta opinión […]’. Consideraciones acerca de la Primera meditación, AT IX-1, 16” y, en palabras del propio autor, “muestra que al omitir el adjetivo vetus en la traducción francesa de la primera de las Meditationes de prima philosophia, el lector se ve privado de un epíteto que remite a la idea de omnipotencia divina y a la distinción entre potencia absoluta y potencia ordenada en Ockham y otros posescotistas. Lo que está en juego en el debate acerca de la ‘vieja opinión de que Dios es quien puede todo y por quien he sido creado tal como soy’ afincada en la mente de Descartes es la cuestión de la relación entre el Dios engañador y la doctrina de la creación de las verdades eternas” (p. 11). En la aceptación o en el rechazo de la distinción entre potentia absoluta y potentia ordinata se compromete el estatuto mismo del conocimiento evidente y, por lo tanto, del fundamento epistemológico (criterio de verdad) y ontológico (criterio de veracidad) de todo el sistema cartesiano. Si se admite la tesis de los “doctores modernos”, a saber, que Dios puede de potentia absoluta, pero no de potentia ordinata, engañar y decir lo falso, se niega entonces la naturaleza misma de Dios. Si, por el contrario, de potentia absluta Dios no puede engañarnos, entonces puede haber un conocimiento evidente, plantea con lucidez Margot (pp. 25 y 26). En el segundo ensayo, “Descartes y los límites de la razón”, Margot afirma que “la filosofía accede con Descartes a la disposición explícitamente libertaria de la conciencia filosófica” (p. 11), en la medida en que su saber esencial es precisamente el saber de su propia libertad, y analiza cómo opera esa circunstancia en el orden epistemológico y en el orden especulativo. La lectura comparada de este ensayo con el séptimo (“Libertad y necesidad en Spinoza”) ayuda a aclarar una de las diferencias fundamentales entre ambos autores, al que se suman oportunas referencias a Leibniz. Desde el comienzo de este segundo trabajo Margot deja en claro que el presupuesto del que parte Descartes es que nuestra razón es razonable y razona que ello obedece a que Descartes le teme al desorden y a lo irracional. El ensayo presenta lo que podría considerarse como la tragedia del hombre moderno o de la modernidad en general. La Modernidad no nace de la evidencia, sino de la exigencia, para el sujeto “moderno”, de una afirmación necesaria para la conducta de la vida y la validez del conocimiento, afirmación a la cual su razón no puede resistir pero que la razón humana no puede garantizar. “Platón y la moral de Descartes” es el título del tercer ensayo. Allí, Margot contrasta la concepción tripartita del alma en Platón con la idea de Descartes de que el alma es única en el hombre, en tanto que razonable, ya que la diversidad de los modi cogitandi no implica división alguna del alma misma. A continuación se desarrolla la oposición entre la virtud moral y política (es decir, de la polis) de Platón, fundadas en un absoluto trascendente sobre el que se erige el sistema metafísico del idealismo platónico, y la postura revolucionaria de Descartes, que reforma la noción de alma, alejándose de la filosofía de la escolástica, que seguía al platonismo y al aristotelismo. La conclusión de este tercer ensayo invita a la lectura del siguiente, ya que algunos de los problemas que quedan pendientes en relación con la moral y la relación cuerpo-alma serán desarrollados por el propio Descartes en su tratado sobre Las pasiones del alma. “El yo moral de Descartes: resolución y generosidad” es el título del cuarto ensayo, en el que el lector encontrará referencias a De vita beata de Séneca, a la megalopsiquía en Aristóteles, además de una oportuna cita del artículo “Cartesianismo” que d’Alembert escribió para la Enciclopedia con una aclaración acerca del término “provisión”, que Descartes introduce en sus reglas de moral. “Al llenar sus cartas con consideraciones que saca de la lectura de Séneca, Descartes inicia una correspondencia con la princesa Elisabeth que se centra en la definición de Soberano Bien, tema clásico de la Antigüedad, de los medios para obtenerlo y de su relación con la felicidad. En ella se aprecia el papel determinante de la resolución y de la generosidad en la constitución de la subjetividad moral de Descartes” (p. 12). Contra una moralidad del contenido de inspiración aristotélica, Descartes propone una moral de la intención o, mejor, del estilo del acto, ilustrada en el ejemplo que da Cicerón del arquero que, si bien trata de dar en el blanco, se preocupa sobre todo de apuntar bien (pp. 77-78). Los restantes tres ensayos están dedicados a Spinoza. El primero de ellos -el quinto del volumen- versa sobre“El Proemio del TIE (1-17): itinerario y conversión”. En el epígrafe se advierte que es en estos primeros párrafos del Tratado de la Reforma del Entendimiento (TIE), y sobre todo en las primeras líneas, únicas en toda la obra de Spinoza, donde el filósofo por una vez se da el tiempo de una pregunta. El Proemio “narra el itinerario de quien empieza a orientarse en el pensamiento para escapar a la insatisfacción que le procuran los bienes comúnmente buscados y a la incomodidad de las afecciones que no lo dejan tranquilo. Narra la experiencia de la conversión filosófica de Spinoza y describe los motivos del desasosiego que lo han determinado a tomar la decisión de entregarse a la búsqueda del ‘bien verdadero’, de la felicidad. Para ello es necesario emprender la reforma del entendimiento y establecer, a la vez, una ‘nueva institución de la vida’ y un perfeccionamiento eventual de la naturaleza humana” (p. 12). Estos primeros párrafos -tal como escribe Margot adivinando seguramente el estado existencial de sus lectores- describen una búsqueda acuciosa de la unidad de la vida que se halla acechada por la dispersión. Tan interesante como el texto son las notas eruditas a pie de página, en las que el lector encontrará una puesta al día de la discusión en torno a la fecha de redacción de este Tratado en relación con las restantes obras de Spinoza. El siguiente artículo puede leerse, en cierto sentido, como la continuación de problemas presentados al examinar los primeros párrafos del Tratado de la reforma del entendimiento. “La categoría filosófica de ‘modelo’ en Spinoza”, tal su título, versa sobre un concepto por demás importante en su filosofía ya que articula su teoría del conocimiento, su ética y lo que dice acerca de la religión, razón por la cual se incorpora el examen de párrafos del Tratado teológico-político. La pregunta de partida en este ensayo es ¿por qué construye Spinoza un modelo de naturaleza humana? Comparaciones con Hobbes y con la Lógica de Arnauld y Nicole (libro fundamental en el siglo XVII, poco estudiado hoy en día), ubican el pensamiento de Spinoza en el contexto de su época. En el séptimo y último ensayo, “Libertad y necesidad en Spinoza”, Margot examina la relación entre la homogeneidad de la Naturaleza y la universalidad del método en la obra de Spinoza. Al respecto afirma: “si el carácter indisociable de la filosofía y del mos geometricus es efectivo, se debe a la total inteligibilidad para el hombre de la esencia de Dios y de las cosas, ya que de ella se sigue que el conocimiento verdadero, es decir, adecuado, procede del todo a las partes” (p. 12). En ese sentido, concluye, la filosofía de Spinoza se presenta como un intelectualismo íntegro, pero cabe la pregunta de si no hay allí una contradicción entre necesidad y libertad: ¿es posible, según la filosofía de Spinoza, que el hombre actúe dentro de un determinismo tan estricto? De más está decir que la articulación libertad/necesidad presenta quizás el problema de más difícil resolución en la obra de Spinoza. El lector de este ensayo encontrará un “estado de la cuestión” actualizado, además de un fino análisis conceptual que le permitirá comprender en qué consiste el verdadero problema. Descartes y Spinoza es un libro rico en referencias a la filosofía medieval, a textos poco transitados del XVII, a comentaristas actuales; bien argumentado y finamente escrito, nadie debería privarse del placer de leerlo.

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