INTRODUCCIÓN
Las lesiones vertebrales por proyectil de arma de fuego comprenden un espectro variable de presentación que incluye desde fracturas vertebrales estables y paucisintomáticas hasta lesiones potencialmente devastadoras por compromiso neurológico, vascular o clínico.1,2 Se estima que representan el 13-17% de las lesiones vertebrales traumáticas; no obstante, la incidencia es variable según el país.3
Con frecuencia, ocurren en pacientes adultos jóvenes, por lo cual su morbilidad tiene un gran impacto social y económico, posiblemente relacionado con las potenciales secuelas que incluyen dolor crónico, déficit neurológico, infecciones y fístula de líquido cefalorraquídeo, entre otras.4,5
Existen múltiples aspectos por considerar en la clasificación de este grupo particular de lesiones vertebrales que contemplan la velocidad del proyectil, el compromiso asociado de vísceras abdominales, la estabilidad de la lesión, la incidencia del proyectil y el compromiso del canal vertebral.6,7 En nuestro medio, cabe destacar la clasificación denominada NOPAL, acrónimo que resume los cinco componentes que evalúa dicha clasificación: compromiso neurológico (N), estabilidad ósea (O), incidencia del impacto del proyectil (P), lesiones asociadas (A) y localización de la lesión vertebral (L).7
Asimismo, en la bibliografía, se han distinguido las lesiones que ocurren en la población civil de aquellas en la población militar.4,8 Las heridas en la población militar involucran impactos por armas de alta energía (>2000 pies/ segundo) que provocan lesiones indirectas significativas por efecto de las ondas de choque o cavitación. Por el contrario, en la población civil, suelen ser por armas de fuego de baja energía, y el daño tisular ocurre principalmente como consecuencia del impacto de la masa del proyectil.4,6,8
El objetivo de este estudio fue comparar las características demográficas y clínico-terapéuticas de los pacientes que sufrieron lesiones vertebrales por proyectil de arma de fuego en el contexto de accidentes laborales según la posibilidad de retorno laboral.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio analítico, observacional y retrospectivo de una serie de pacientes con lesión vertebral por herida de arma de fuego en el contexto de un accidente de trabajo, que fueron atendidos en un centro de derivación de enfermedad laboral entre enero de 2012 y marzo de 2022.
Los criterios de inclusión fueron: pacientes de ambos sexos, >18 años con lesión vertebral por herida de arma de fuego y los criterios de exclusión, seguimiento <6 meses y registros de historia clínica e imágenes incompletos.
Se obtuvieron datos de las historias clínicas y el archivo de imágenes de la institución sobre las siguientes variables de estudio: 1) sociodemográficas (edad, sexo, trabajo, tipo de accidente laboral); 2) relacionadas con el siniestro y la atención inicial: lugar de atención inicial, demora desde el trauma hasta la atención inicial en nuestra institución, estado neurológico según el instrumento ASIA Impairment Scale (AIS),9 estado hemodinámico y escala de Glasgow; 3) relacionadas con la lesión vertebral: número de proyectiles, tipo y velocidad del proyectil, orificios de entrada y salida, compromiso de vísceras abdominales, lesiones asociadas, vértebras involucradas, inestabilidad mecánica; incidencia del proyectil según la clasificación NOPAL,7 tratamiento (conservador, quirúrgico); 4) relacionadas con la evolución y el retorno laboral: días de internación, días en la unidad de terapia intensiva, días de ventilación mecánica, estado neurológico en el último control evolutivo según la AIS, recalificación laboral, incapacidad laboral temporaria, complicaciones, necesidad de tratamiento psiquiátrico crónico (contemplando aquellos pacientes con atención periódica por psiquiatría y que recibieron medicación por un cuadro de estrés agudo postraumático).
Con respecto a la inestabilidad mecánica, no existe un consenso en la bibliografía para definir inestabilidad en lesiones vertebrales por proyectil de arma de fuego; asimismo, es controvertido aplicar los mismos criterios que para fracturas por trauma cerrado.10,11 Por tal razón, en el estudio retrospectivo de las imágenes, se consideró como inestables a aquellas fracturas con evidencia de desplazamiento, compromiso ligamentario, compromiso bilateral de pedículos o facetas articulares (Figura 1).11
Análisis estadístico
Las variables categóricas se expresan en número y porcentaje, y se analizaron con la prueba de la ji al cuadrado o la prueba de Fisher. Las variables interválicas se describen con media o mediana, según su distribución y sus medidas de dispersión, desviación estándar (DE) e intervalo mínimo-máximo (mín.-máx.). Para la comparación de variables continuas se utilizó la prueba de la t de Student o la prueba U de Mann-Whitney, de acuerdo con la distribución expresada. Se consideró estadísticamente significativo un valor p <0,05. Para el análisis se utilizó el programa SPSS Statics 25.
RESULTADOS
Se incluyó a 22 pacientes con lesiones vertebrales por proyectil de arma de fuego tratados en nuestro centro, durante el período de estudio. La media de la edad era de 32,5 (DE ± 9), 15 (68,2%) pacientes eran hombres y siete (31,8%), mujeres. En la Figura 2, se muestra la topografía de las heridas vertebrales, en las que predominó la columna torácica (41%). Tres pacientes (13%) tenían una lesión en la columna cervical alta.
Al describir la muestra considerando el trauma como accidente laboral, cabe destacar que todos los pacientes fueron derivados desde otros centros (n = 22) donde recibieron la atención inicial del traumatismo y todos fueron derivados de efectores públicos. La mediana de la demora desde el trauma hasta la atención en nuestra institución fue de 12.5 horas (mín.-máx. 1-198). El 54% (n = 12) eran trabajadores de fuerzas de seguridad (policías); no obstante, el 82% (n = 18) de los casos habían sido accidentes in itinere y 20 pacientes habían sufrido una herida por proyectil de arma de fuego no relacionada con su actividad laboral (asalto, n = 19; autolítico, = 1) (Figura 3).
La morbilidad asociada al trauma de los pacientes de nuestra muestra era elevada: 15 (68%) con lesión neurológica, 20 (90%) con lesiones asociadas, nueve (40%) con escala de Glasgow al ingreso <8, siete (30%) con perforación de vísceras huecas abdominales y cuatro (18%) con inestabilidad hemodinámica. Las lesiones asociadas específicas eran: fracturas (n = 10; 45%), lesión de víscera abdominal única o múltiple (n = 9; 41%), hemotórax (n = 8; 36%), perforación de víscera hueca gastrointestinal (n = 7; 27%), lesión pulmonar (n = 6; 27%), lesión vascular (n = 5; 23%), lesión neurológica periférica (n = 3; 14%), trauma maxilofacial (n = 3; 14%), lesión diafragmática (n = 2; 9%), trauma de cráneo penetrante (n = 1; 5%), lesión de tráquea (n = 1; 5%).
Todos los casos eran consecuencia de agresiones por proyectiles de baja velocidad. El orificio de entrada era torácico en el 45% (n = 10) de los pacientes, seguido de la cabeza y el cuello (n = 7; 32%). En 12 casos (54%), no se registró un orificio de salida del proyectil. La incidencia del proyectil era predominantemente no penetrante (n = 7; 32%) o transfixiante (n = 6; 27%); seguida de tangencial penetrante (n = 5; 23%) y penetrante (n = 4; 18%). En cinco (23%) pacientes, se constató el proyectil (n = 4) o sus fragmentos (n = 1) alojados en el canal vertebral. La lesión vertebral se consideró inestable en seis (27 %) casos. La descripción de la muestra se resume en la Tabla 1.
De acuerdo con el tratamiento de la lesión vertebral, 12 (55 %) pacientes fueron operados y 10 (45 %) recibieron tratamiento conservador. Dos pacientes con lesiones de columna cervical utilizaron un halo chaleco. La mediana de cirugías totales por paciente (incluye aquellas no relacionadas con la lesión vertebral) fue de tres (mín.-máx. 0-8). La estancia hospitalaria se prolongó una mediana 26 días (mín.-máx. 7-123) y la mediana en terapia intensiva fue de 20 días (mín.-máx. 0-63); nueve pacientes recibieron asistencia respiratoria mecánica, la mediana de días de ventilación fue de tres (mín.-máx. 1-48).
El 81% (n = 17) sufrió complicaciones. La mayoría (n = 16; 73%) recibió tratamiento crónico con fármacos y asistencia de psiquiatras en internación y ambulatoria por estrés asociado al traumatismo (reacción vivencial anormal), las otras complicaciones más frecuentes fueron el dolor neuropático (12 pacientes, 54%) y los cuadros infecciosos (9 pacientes, 41%). En tres (13,5%) casos, las infecciones se relacionaron directamente con la lesión por proyectil de arma de fuego: un (4,5%) absceso retroperitoneal secundario a perforación gastrointestinal, un (4,5%) empiema secundario a hemotórax traumático y una (4,5%) mediastinitis por perforación esofágica. El resto se trató de infecciones urinarias (n = 5; 22,7%); neumonía asociada con la asistencia respiratoria mecánica (n = 2; 9%), bacteriemia (n = 1; 4,5%) e infección de partes blandas (n = 1; 4,5%). Casi la mitad de los pacientes (n = 10; 45%) reingresó para el tratamiento de una complicación relacionada con el siniestro.
El 41% (n = 9) requirió la derivación a centros de rehabilitación (tercer nivel). Doce (45%) tuvieron algún grado de secuela neurológica (AIS A n = 6; AIS C n = 3 y AIS D n = 3) y ocho (36%), vejiga neurogénica (Tabla 2).
Con respecto al impacto en la actividad laboral, 12 (54%) pacientes regresaron al trabajo y un tercio de ellos (n = 4) debió se recalificado. La mediana de la incapacidad laboral temporaria fue de 572 días (mín.-máx. 72-3614), con una gran dispersión como consecuencia de que nueve (n = 41) pacientes requirieron la baja laboral con seguimiento ambulatorio permanente por la gravedad de la secuela (Tabla 3).
Se agrupó a los pacientes con el alta definitiva de la lesión vertebral (n = 21; 95%) en función del retorno laboral para su comparación (retorno laboral n = 12; baja laboral permanente n = 9). En nuestra muestra, se halló una asociación estadísticamente significativa entre la topografía torácica (p = 0,005), el daño neurológico severo según la AIS (AIS A, B o C) (p = 0,004), el proyectil transfixiante o penetrante (p = 0,005), el requerimiento de tratamiento psiquiátrico crónico (p = 0,012) y los días de incapacidad laboral temporaria (p = 0,001) con una baja laboral permanente (Tabla 4).
DISCUSIÓN
América Latina es el continente con la tasa más alta de homicidios según los registros internacionales.12 Nuestro país no es ajeno a dicha realidad. En la Argentina, hubo 2416 víctimas fatales de homicidios dolosos en 2020, con una tasa de 5,3 víctimas cada 100.000 habitantes, lo que representa la tercera causa de muerte violenta en nuestro medio después del suicidio y los accidentes viales. El 38,5% de las muertes se concentran en la provincia de Buenos Aires, la más violenta del país. El 50% de los homicidios son por arma de fuego.13
Las fracturas vertebrales por proyectil de arma de fuego representan el 13-17% de las lesiones vertebrales traumáticas y, en el caso de la población civil, se producen, con más frecuencia, en hombres jóvenes en edad laboral con un eventual impacto socioeconómico significativo.6,7,8,10,11 Las características demográficas de nuestra muestra coinciden con las registradas en la bibliografía, con un predominio de víctimas de sexo masculino (68%) y una media de la edad de 32.5 años.
Nuestro estudio evaluó, de manera retrospectiva, a un subgrupo específico de pacientes que habían sufrido lesiones penetrantes por arma de fuego en el contexto de un accidente laboral, y que habían sido tratados bajo la cobertura del sistema de aseguradoras de riesgo de trabajo. Cabe destacar que, si bien el 54% de los lesionados se desempeñaba en trabajos con uso de armas, la mayoría de los siniestros fueron in itinere (82%), es decir, fuera del escenario laboral y como consecuencia de agresiones violentas en el trayecto al desplazarse desde su hogar hasta el trabajo, y viceversa.
Por las características del sistema de salud de nuestro país, la atención primaria del trauma en todos los casos había estado a cargo de efectores del sistema público y los pacientes habían sido derivados a nuestra institución para el tratamiento definitivo con una demora inevitable (mediana 12.5 h). No obstante, se registró una gran dispersión de esta variable que osciló de 1 a 198 horas.
Al igual que lo comunicado en otras publicaciones, las lesiones vertebrales fueron predominantemente torácicas (41%) y el 90% de los pacientes tenía lesiones asociadas con predominio de fracturas en otros huesos, lesiones de vísceras abdominales sólidas y huecas, y hemotórax.6,10 En la bibliografía, hay consenso sobre el inicio precoz del tratamiento antibiótico de amplio espectro en pacientes con fracturas por proyectil de arma de fuego, especialmente en aquellos casos donde se asocia la perforación de vísceras gastrointestinales.6,10 En nuestra serie, dos pacientes sufrieron complicaciones infecciosas asociadas a la perforación del colon y el esófago, independientemente de la profilaxis antibiótica inicial. El 27% tuvo perforación de vísceras huecas abdominales, una tasa similar a la publicada (23,7%)..
El tratamiento quirúrgico es aun controvertido; en la mayoría de los estudios, se sugieren como indicaciones la descompresión de pacientes con déficit neurológico incompleto o progresivo, el retiro del proyectil o las esquirlas óseas a nivel de la cauda equina, la estabilización de las lesiones inestables y el abordaje de fístulas durales.6,7,8,10,11 En nuestra serie, el 54% tenía una lesión neurológica, con predominio de las lesiones medulares (45%) y las fracturas estables (73%). En cinco pacientes, el proyectil o sus fragmentos estaban alojados en el canal vertebral.
La magnitud de la morbilidad de los pacientes incluidos en nuestro estudio se ve reflejada en la distribución de casos con baja laboral permanente (41%; n = 9). La comparación entre grupos según el retorno laboral nos permitió llegar a un nivel más elevado de la descripción de este subgrupo, estimando una asociación significativa con las lesiones transfixiantes o penetrantes de la columna torácica, con lesión neurológica severa (AIS A, B o C). Asimismo, cabe destacar la mayor magnitud de solicitud de tratamiento psiquiátrico clínico-farmacológico de estos pacientes. Todos requirieron internación en centros de rehabilitación o de tercer nivel y con diferencia estadísticamente significativa en los días de incapacidad laboral temporaria. Esto configuró un subgrupo de pacientes, bajo el sistema de aseguradoras de riesgo de trabajo, que requirió un alto consumo de recursos de salud.
La debilidad de nuestro estudio es su carácter retrospectivo con una muestra pequeña de casos tratados en un solo centro, lo cual impide extraer conclusiones generalizables. No obstante, representa la descripción de un subgrupo específico de pacientes con heridas por proyectil de arma de fuego en el contexto de siniestros laborales, una población muy poco desarrollada en la bibliografía, lo cual le otorga jerarquía e interés a la investigación.
CONCLUSIONES
En nuestra serie, los pacientes con lesiones vertebrales por proyectil de arma de fuego en el contexto de siniestros laborales representaron casos de gran morbilidad asociada al trauma inicial, con lesiones asociadas y complicaciones frecuentes. Predominaron las fracturas torácicas y las lesiones mecánicamente estables. La baja laboral permanente se asoció con las lesiones torácicas, transfixiantes o penetrantes, con compromiso severo neurológico y requerimiento de tratamiento psiquiátrico clínico-farmacológico crónicos.