SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 número1Camilo, V. (2020). A Modernidade Entre Tapumes. Da Poesia Social A Inflexão Neoclássica Na Lírica Brasileira Moderna. Ateliê Editorial / FAPESP.Vanegas Vásquez, O. K. (2020). Imaginarios políticos del miedo en la narrativa colombiana reciente. Editorial Universidad del Tolima. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Cuadernos del CILHA

versão On-line ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.22 no.1 Mendoza jun. 2021

 

Reseñas

Castiglioni, P. (2020). Pistoleros. Universidad Autónoma del Estado de México.

Raúl Felipe Serrato Naranjo1 

1Universidad del Tolima. Colombia. rfserraton@ut.edu.co

Castiglioni, P.. 2020. Pistoleros. Universidad Autónoma del Estado de México,

En Pistoleros, la primera novela de la periodista y escritora argentina Paula Castiglioni, el narcotráfico esparce las líneas por las que transcurrirá el entramado narrativo. En efecto, “la merca no es sólo (sic) merca, está relacionada con lo más bajo de la sociedad” (p. 168). De ahí que en Pistoleros se aborden temas conexos al traqueteo. Entre ellos sobresalen: la esclavitud sexual, la pedofilia, el sicariato, la prostitución, el amarillismo periodístico, la desaparición forzada, la infiltración policial, el narcomenudeo y la corrupción estatal. Ningún detalle se escapa del revólver de Castiglioni y cuando aprieta el gatillo da en el blanco. El lector cae rendido ante una escritura sucinta de la que no podrá escapar. La novela lo atrapa desde el comienzo al informarle que: “Anita dijo que no y la molieron a palos” (p. 17). Así, la protagonista, es presentada al lector como una “mujer indefensa”. Durante su interrumpida niñez es convertida en una esclava sexual (desde los 10 a los 15 años) en un prostíbulo donde la mercancía son niñas. Allí son obligadas a satisfacer los vejámenes más inenarrables y, ante la negativa, son torturadas a petición de los insatisfechos clientes. Afortunadamente, el prostíbulo es allanado y Anita es rescatada del infierno sexual en el que se encontraba.

Cinco años después del rescate Anita conoce al que sería su pareja y verdugo: Jano Leder. Él es un demoniaco querubín conocido en el mundo lumpen como La Barbie, por ser un hombre de rasgos femeninos. Oficia como un prestigioso abogado; pero en realidad es el capo de una organización transnacional que le heredó a su padre (El Búho Leder). En complicidad con su madre (Erina Niesse) trafica camuflando la droga en el calzado que ella diseña en su propia empresa. Se desenmascara acá una íntima relación entre el narcotráfico y el empresariado: la profesión de Jano y la empresa de Erina sirven como fachadas para cometer delitos. Demostrando que algunos peces gordos solo nadan en aguas turbias, el lector hace girar en el aire la brillante moneda que es Jano y al caer parada sobre su mano nota sus dos perfiles. Por un lado, la cara del carismático abogado; por el otro, el rostro del psicópata narco. Ambos son el mismo delincuente perfumado e instruido en los gajes del narcotráfico por Hector Costello (El Bambi). Sin embargo, la Barbie prefiere no ensangrentar sus trajes y ser un “simple” espectador de las ejecuciones que ordena.

La Barbie es solo uno de los alias (numerosos y creativos) con los que están bautizados los personajes de la novela. En esta “los apodos dicen más que un simple nombre” (p. 45); recuerdan que, “cuando te ponen un apodo, te recibís de hampón” (p. 45). Así entonces, la mayoría de los personajes de Pistoleros los caracteriza un alias. El Bambi (Hector Costello), Manotas, Bebu, el Búho, Tumberito, son algunas de las chapas que tienen los malandros de la novela. No obstante, algunos personajes no son apodados y se les menciona, de principio a fin, por sus nombres. Tal es el caso de Anita, Samanta, Erina y Dante.

Dante -el incorruptible policía infiltrado que custodia a Anita en la vigilada mansión, que termina convirtiéndose en una lujosa prisión- ejecuta un traidor a petición de Jano para ganarse su confianza. Aun así, la Barbie lo envidia porque es un hombre de cuerpo atlético; motivo por el cual Anita lo desea ardientemente debido a que “es una pendeja caliente” (p. 106). Entre los tres crece la atracción, aunque Dante no desee a la Barbie. Atracción que se convierte en un incontenible amor. Pistoleros, por cierto, no es únicamente una novela que narra el accionar de una mafia conformada por sujetos de clase alta, también es una historia de lujuria y amor. Incluso en el cierre de la novela se promete la consumación del amor entre Dante y Anita, para la posteridad. En el presente ficcional es perceptible un constante coqueteo entre estos personajes, mientras seguimos los pasos de Dante en la interrupción de la tranquilidad de su jefe hasta que, finalmente, logra que su imperio criminal se desplome como una torre de cartas.

El custodio -Dante- se convierte en el chofer de Anita. Tiene la misión de cuidarla del bando enemigo cuando quiere ir de shopping. Pero ella solo compra para matar el tiempo porque pintar es la única distracción que tiene en la mansión del condominio en el que está enjaulada. Allí sueña con ser una diva como las niñas sueñan con ser una princesa. Por ende, la protagonista de Pistoleros es una mujer-niña que la novela nos presenta alternando los acontecimientos del mundo criminal con algunas alusiones de libros clásicos de la literatura infantil. Anita sueña con ser una diva porque en su interrumpida niñez no pudo fantasear con ser una princesa. De lo contrario, no viviría obsesionada con parecerse a las divas que tanto admira. Castiglioni retrata de este modo un prototipo de mujer fashionista con la intención de enlazar los nexos que algunas féminas del mundo de la moda han tenido con el narcotráfico.

En Pistoleros las mujeres se caracterizan por ser fuertes a pesar de las adversidades por las que pasan. Erina Niesse -la madre de Jano- soportó el maltrato intrafamiliar y, al enviudar, se convirtió en una exitosa empresaria. Anita fue una esclava sexual y el “saco de boxeo” de un distinguido abogado narco; sin embargo, la vida le da una segunda oportunidad. Samanta -la amante del Bambi- conquistó con su exquisita y apetecible juventud al veterano hombre que se deleitaría con su hermano. Ambas (Samanta y Anita) son el retrato de las jóvenes que aspiran a escalar socialmente por medio de la explotación sexual de su belleza, terminando en un paradero desconocido y un futuro incierto. Sus deseos las hunden en la tragedia de ser mujeres, en un mundo diseñado por hombres machos.

Todo lo anterior transcurre en Buenos Aires, Argentina, pero podría ocurrir en cualquier ciudad o país de América Latina, ya que la novela presenta la decadencia en la que está sumida la sociedad latinoamericana por el fenómeno del narcotráfico. En este marco, se puede ver cómo desde la corrupta clase alta se mueven los hilos para manipular las instituciones del Estado a favor de los delincuentes de guante blanco, los mismos que dejan caer gramos de coca en los barrios marginales, conocidos en Argentina como Villas, para producir dealers, sicarios y drogadictos. Las Villas son semejantes a las favelas en Brasil y a las comunas o invasiones en Colombia. En éstas se reclutan jóvenes para usarlos como sicarios, enviciarlos y ponerlos a cocinar coca; o, según el gusto del consumidor, devorarlo sexualmente. Por esto, en Pistoleros se contrasta y revela la codependencia de las villas y los condominios, evidenciando así la desigualdad económica y la injusticia social de la sociedad latinoamericana.

Castiglioni escribe una obra que en ocasiones tiene un mordaz humor negro. En ella logra desenmascarar a quienes detentan el poder desde las sombras. Además, muestra la fragilidad humana ante la crueldad que padecen algunos personajes. Es por esto que Pistoleros ha sido galardonada con el premio internacional de narrativa “Ignacio Manuel Altamarino”, otorgado por la Universidad Autónoma del Estado de México en el año 2020. Un merecido premio para una pluma sutil y precisa en el uso del lenguaje porteño. Una pluma inolvidable para cualquier lector que se adentre en Pistoleros. Una pluma que es un revólver dando su primer disparo al corazón y que, a sus primeros lectores, nos dejó con ganas de que vuelva a accionar el gatillo.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons