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Cuyo

versão On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.35 no.1 Mendoza jun. 2018  Epub 06-Jun-2021

 

Dossier

Investigar fuera de la universidad: el Centro de Investigaciones Latinoamericanas y el apoyo de Mauricio López a profesores mendocinos cesanteados durante los gobiernos peronistas de los setenta

Researching outside the university: the Latin American Research Center and the support of Mauricio López to professors from Mendoza laid-off during the Peronist governments of the 70s

Alejandro Paredes1 

1Doctor en Historia (2007, UNLP); Licenciado en Sociología (2000, UNCuyo) y actualmente está por defender su tesis doctoral en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Cuyo. Es investigador Adjunto de CONICET. Su línea de investigación aborda las redes político-religiosas latinoamericanas durante la segunda mitad del siglo XX.

Resumen

El Centro de Investigaciones Latinoamericanas tuvo como temática principal la constitución epistemológica de una filosofía de la liberación. El Centro nació, en parte, gracias al financiamiento ante el Consejo Mundial de Iglesias en formas de becas de investigación para ayudar a profesores expulsados de la Universidad Nacional de Cuyo entre 1974 y 1976. Mauricio López gestionó estos recursos. Se ha consultado material del archivo del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra, Suiza, para describir su breve funcionamiento.

Palabras claves: Centro de Investigaciones Latinoamericanas; Mauricio López; Represión en la universidad, 1973-1976; Filosofía de la Liberación

Abstract

The Latin American Research Center’s main subject was the epistemological constitution of a liberation philosophy. The Center owes its creation partly to the funding of the World Council of Churches by means of research fellowships to help professors laid-off from the National University of Cuyo between 1974 and 1976. Mauricio López managed those funds. We consulted documents from the archive of the World Council of Churches in Geneva, Switzerland, in order to describe its operation.

Keywords: Latin American Research Center; Mauricio López; Repression in the university, 1973-1976; Philosophy of Liberation

La política hacia los profesores universitarios durante el tercer y cuarto peronismo

Durante el período que Alejandro Horowicz (1986) denomina el tercer y cuarto peronismo1, se sucedieron las presidencias de Héctor Cámpora (1973), Raúl Alberto Lastiri (1973), Juan Domingo Perón (1973-1974) e Isabel Martínez de Perón (1974-1976). En esta etapa, tres ministros de educación abordaron la problemática universitaria: Jorge Taiana (1973-1974) ; Oscar Ivanissevich (1974-1975) y, finalmente, Pedro J. Arrighi (1975-1976). La perspectiva del primero se encontró enfrentada a la de los otros dos siguientes que potenciaron el desplazamiento hacia la derecha política que experimentaron los gobiernos peronistas de los setenta. Por esta razón es un período de gran inestabilidad en las universidades nacionales. Laura Rodríguez (2015) analiza cómo entre 1973 y hasta antes del golpe cívico-militar de 1976 se propuso cambiar los rectores en cinco oportunidades: cuando asumió Taiana, después de la sanción de la Ley Taiana, cuando asumió Ivanissevich, con la asunción de la presidenta Estela Martínez de Perón y con la Asunción de Arrighi. Durante la gestión de Taiana se intervinieron las universidades (decreto N° 35/1973), debido a la renuncia de casi todos los rectores y a la toma de las mismas por parte de los estudiantes, docentes y en algunos casos, civiles. “La Universidad no es una isla en el proceso nacional y es parte dinámica del cambio, herramienta de la reconstrucción y de la Liberación Nacional”, dijo Taiana en un discurso a los interventores de las universidades nacionales el 25 de junio de 1973. Bajo este precepto, se reincorporaron a los docentes que habían sido cesanteados entre 1955 y 1973, se permitió el ingreso irrestricto que aumentó la matrícula universitaria notablemente y se firmaron convenios con otras instituciones para vincular a la universidad con la comunidad (Rodríguez, L. 2015).

Paralelamente continuó el proceso de fuerte movilización estudiantil y docente que ocasionó la toma de casi todas las universidades argentinas, en muchas ocasiones como forma de acompañamiento a la gestión de Taiana. En Mendoza se tomó la Universidad Nacional de Cuyo, pero también se tomaron la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza y la Facultad de Psicología de la Universidad del Aconcagua, que en ambos casos eran casas de altos estudios privadas cuyos estudiantes demandaban su estatización (Algañaraz Soria, V. 2016). La activa militancia estudiantil logró que en la Universidad Nacional de San Luis fuera nombrado Mauricio López como rector normalizador, en tanto que en la Universidad Nacional de Cuyo fuera designado Roberto Carretero quien, a su vez, eligió como secretario académico a Arturo Roig (Bravo, N. et al., 2014; Aveiro, M. 2014; Rodríguez, L. 2015). Carretero y Roig impulsaron una reforma que nació del trabajo en comisiones conformadas por estudiantes y docentes.

Pero el logro más importante de Taiana fue cuando en marzo de 1974 se sancionó la aprobación de la Ley universitaria 20.654, que manifestó el espíritu de su gestión, ratificando la gratuidad universitaria y aumentando las posibilidades de estudiar a partir de becas universitarias y el derecho al ingreso a aspirantes que no habían finalizado la escuela media (Recalde, A. 2014).

Durante la gestión de los otros dos ministros, Ivanissevich y Arrighi, sus decisiones desanduvieron las reformas implementadas por Taiana. Se volvió al ingreso restricto y se aplicaron cupos por carrera, se intentó reformar la ley universitaria para limitar la autonomía de las casas de altos estudios y se multiplicaron casos de arbitrariedad de las autoridades que dejaron cesantes a cientos de profesores, en un contexto de aumento de la violencia y miembros de fuerza de seguridad infiltrados. A mediados de 1975 la CTERA calculaba unas 15.000 cesantías de docentes universitarios y profesores de enseñanza media de los colegios de las universidades (Rodríguez, L. 2015). En la Universidad Nacional de Cuyo, la reforma del plan de estudios fue derogada en 1975 y sus promotores fueron expulsados e incluso perseguidos (Aveiro, M. 2014).

En este contexto, López que aún era rector de la Universidad Nacional de San Luis y miembro de Comisión para los Derechos Humanos en Argentina en el Consejo Mundial de Iglesias comenzó a gestionar fondos para ayudar a los profesores que no tenían trabajo.

Las estrategias de mantener la investigación sin la universidad

La primera muestra de solidaridad hacia los profesores que se habían quedado sin trabajo provino del Instituto para la Liberación y Promoción Humana (ILPH) y del propio Mauricio López. El grupo ecuménico ligado al ILPH, junto a algunos profesores cesanteados, buscaron alternativas para ayudarlos a seguir investigando, mantener a sus familias y evitar que estos académicos emigraran. En el ILPH confluían pastores protestantes, miembros del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y militantes cercanos al peronismo de base (Baraldo, N. 2004). Estaba coordinado por Alieda Verhoeven y algunos de sus miembros eran Federico Pagura, Ezequiel Ander-Egg, Norma Zamboni, Oscar Bracelis, M. Pérez, Jorge Contreras, Mauricio López y Enrique Dussel (Ciriza, A. y Rodriguez Agüero, L. 2015). Alieda Verhoeven y Federico Pagura eran pastores metodistas de la Iglesia que se encuentra frente a la Plaza Independencia de la ciudad de Mendoza y donde, a partir de 1974, comenzó a funcionar el Comité Ecuménico de Acción Social: CEAS, que asistía a cientos de chilenos exiliados (Paredes, A. 2008; 2012). Ezequiel Ander Egg y Norma Zamboni, a su vez, dirigían el Instituto de Acción Social y Familiar: IASYF donde había comenzado a funcionar el ILPH (Baraldo, N. 2004). Oscar Bracelis, M. Pérez y Jorge Contreras, eran miembros del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Mauricio López, como ya mencionamos, en ese momento era el rector de la Universidad Nacional de San Luis y había tenido cargos importantes en el Consejo Mundial de Iglesias, en su sede central en Ginebra, Suiza. Finalmente, Enrique Dussel era uno de los docentes cesantes de la Universidad Nacional de Cuyo, que dictaba cursos en el ILPH.

Es así que Alieda Verhoeven, Mauricio López, Oscar Bracelis y Ezequiel Ander-Egg conversaron con los profesores cesanteados Arturo Roig, Enrique Dussel y Bernardo Bazán pensando en distintas posibilidades. La primera de ellas, fue que Mauricio López, acogiera a algunos profesores en la Universidad Nacional de San Luis, pero el grupo sabía que el cargo de López también se encontraba en peligro, por lo que estos profesores deberían ir pensando en otras estrategias, al igual que el mismo Mauricio. La segunda posibilidad era conseguir dinero del Consejo Mundial de Iglesias para financiar tareas de investigación de estos profesores. El 28 de mayo de 1975, Alieda Verhoeven, como coordinadora del ILPH, le escribió una carta a Julio de Santa Ana miembro del Unit Service and Justice, del Consejo Mundial de Iglesias contándole la idea de financiar proyectos de investigación, con un estilo campechano que permite entrever la cercanía entre ambos. Esto se debe a que, Santa Ana, un uruguayo radicado en Ginebra, era, al igual de Alieda, un gran amigo de Mauricio López. En la carta comenta:

Desde hace algunos meses en nuestro país, y esto lo sabrás con más detalle por medio de nuestro común amigo López, en las universidades del país se están realizando verdaderas barridas de personas muy capaces tanto metodológicamente como por el contenido de sus cátedras. Esta gente ha quedado en la vía, se están postulando para becas en el exterior, […] o donde sea, para seguir trabajando en sus disciplinas. No obstante hay de entre los más valiosos un buen grupo que quisiera quedarse, hasta que venga mejor viento […] habría posibilidad de encargar a estas personas un trabajo serio de investigación o de producción de ensayos en sus propias disciplinas para ir produciendo material que puede ser adaptado a nivel de base y para incrementar el encuentro interdisciplinario que tanto hace falta en las ciencias sociales, filosóficas, humanísticas, etc. […] El objetivo principal es por supuesto, evitar la huida de materia gris a otros centros educativos, y evitar un vacío irreparable (Verhoeven, A. 1975).

Dado el aumento de hechos de violencia que se repetían, Alieda agrega:

Por razones obvias es imposible hacer de esto un asunto muy grande -instituto- o algo así, puesto que sería quemado en sus primeros días. […] No queremos bajo ningún punto de vista darle mucha propaganda, sino averiguar por medio de Mauricio mismo y otros muy conocedores de las situaciones de estos muchachos y chicas, cuáles deben ser apoyados concretamente y buscar la manera de evitar la publicidad de nuestro esfuerzo (Verhoeven, A. 1975).

Las cartas podían ser interceptadas, por esta razón no hay un listado de los profesores que recibirían ayuda, pero aclara que serían unos quince que recibirían una paga de mil dólares por el trabajo de investigación, es decir, quince mil dólares en total. Alieda culmina implorando: “esperamos una pronta reacción, si fuera posible favorable. La cosa arde…” (Verhoeven, A. 1975).

Preocupados por no recibir una pronta respuesta, el 9 de julio de 1975, Federico J. Pagura y Mauricio A. López enviaron una carta al reverendo Charles Harper del director de la Oficina de Derechos Humanos para América Latina del Consejo Mundial de Iglesias2. La misiva, que enviaron en calidad de integrantes de la Comisión para los Derechos Humanos en Argentina del Consejo Mundial de Iglesias, reafirma:

Nosotros avalamos el pedido formulado […] y debido a las crecientes dificultades en el proceso que se viene viviendo, y en las situaciones personales de los profesores afectados por estas medidas, damos a esta solicitud carácter de URGENTE (Pagura, F. y López, M. 1975).

La carta fue enviada con copia a Julio de Santa Ana y a Oscar Bolioli ya que, en una segunda carta, Charles Harper, esta vez en inglés, enviada por López junto al reverendo Oscar L. Bolioli, quien era el director de la Oficina de Asesoramiento y Administración de Proyectos Ecuménicos Latinoamericanos, le proponían adelantar ayuda a los profesores mendocinos con los fondos de esa oficina que luego repondrían con el dinero que Harper les enviaría (López, M. y Bolioli, O. 1975).

Cuatro días después López entregó en mano, a una persona de confianza, José Miguez Bonino, quien viajaría a Ginebra, una serie de papeles. José Miguez Bonino, era un pastor metodista santafecino que había vivido en Mendoza por sus actividades pastorales. Una persona con una sólida carrera académica que incluía un doctorado realizado en el Union Theological Seminary de Nueva York. También era el director de la Facultad Evangélica de Teología (que luego se llamará ISEDET), en el periodo en que había estudiado Alieda Verhoeven y, a partir de 1975, se desempeñaba como uno de los integrantes de la Presidencia del Consejo Mundial de Iglesias. Por este medio seguro López envió a Harper una descripción del proyecto del Centro de Investigaciones Latinoamericanas que había sido realizado por Arturo Roig, especialmente para López. Adjuntó, además, una rápida nota aclaratoria en manuscrita; una síntesis en francés de los currículum vitae de Roig, Dussel y Bazán, quienes eran los principales profesores de ese Centro; y los siguientes libros de estos profesores:

Bernardo Bazán, Siger de Brabant: Ecrits de logique, de morale et de physique. Louvain: Publications universitaires, 1974.

Enrique Dussel, Caminos de liberación latinoamericana. Buenos Aires: Ed. Latinoamericana, 1973.

Enrique Dussel, El dualismo en la Antropología de Cristiandad. Mendoza: Instituto de Filosofía, 1974.

Arturo Roig, Platón o la filosofía como libertad y expectativa. Mendoza: Instituto de Filosofía, 1972.

Arturo Roig, El Espiritualismo argentino entre 1850 y 1900. México: Cajica, 1972.

También un ejemplar de la Revista de Filosofía Latinoamericana, N° 1, cuyo consejo editorial estaba constituido por Enrique Dussel, Arturo Andrés Roig y Juan Carlos Scannone3.

José Miguez Bonino entregó todo esto a Charles Harper, le contó sobre la situación de Argentina y del proyecto mendocino y a su regreso trajo en mano la respuesta para López y Pagura. Charles se apresuró en gestionar la entrega de tres mil dólares y no los quince mil que necesitaban. Una nota explicaba la razón:

El grupo expresó reservas sobre la prioridad relativa de este proyecto, en términos de peligro y deterioro de los derechos humanos básicos, y en vista de las enormes necesidades en todo el país expresadas expresamente en la solicitud de las Comisiones que trabajan en estos problemas en Argentina. Desde luego, reconocemos que existe una gran necesidad de evitar que los elementos clave abandonen el país donde ya no pueden participar directamente en la vida cultural y económica de la nación en un proceso de libertad cristiana. Sin embargo, estamos de acuerdo en que este proyecto no tiene una alta prioridad en el mandato de esta oficina en particular, al menos no en la medida en que debemos atribuir activamente la cantidad total solicitada, de los fondos disponibles aquí para necesidades de carácter más urgente (Harper, C. 1975a )4.

Harper explicaba también que la ayuda provenía de un fondo para estudiantes latinoamericanos cuyas carreras habían sido interrumpidas por razones especiales. Si les diéramos más dinero, lo haríamos a expensas de otros latinoamericanos, concluía. Esto significaba que los tres mil dólares era lo máximo que le podían entregar, pero prometían que, en caso de no poder conseguir otro financiamiento en seis meses, el Consejo Mundial de Iglesias reconsideraría esta decisión.

El 28 de agosto de 1975, Harper informó a López que había enviado un cheque por tres mil dólares para el CIL, con la siguiente aclaración:

Esta suma se atribuye de un pequeño fondo administrado por esta oficina para ayuda de emergencia a estudiantes. Desafortunadamente, no podemos proporcionar más fondos para este proyecto y confiamos en que los montos restantes se pueden obtener de otras fuentes (Harper, C. 1975b )5.

De todos modos, a pesar de la escasez de recursos, el Centro de Investigaciones Latinoamericanas había comenzado a dar sus frutos, gracias a los aportes personales de sus miembros.

El Centro de Investigaciones Latinoamericanas (CIL)

A mediados de 1975, el Centro de Investigaciones Latinoamericanas ya estaba constituido por alrededor de veinte investigadores universitarios (Roig, A. 1975). Casi todos con una importante trayectoria académica pero que habían sido expulsados de sus universidades por el gobierno de María Estela Martínez de Perón. Por esta razón ellos y sus familias se encontraban en problemas económicos.

“Te decimos que hay algunos profesores que andan ahora como vendedores ambulantes de detergentes, libros y otras h…, para ganarse unos mangos. Es tristísima la situación” (Verhoeven, A. 1975). Explicaba Alieda Verhoeven a Julio de Santa Ana del Consejo Mundial de Iglesias. También Mario Franco, quien con el retorno de la democracia se convertirá en director de la carrera de Sociología en la Universidad Nacional de Cuyo, recordará cómo en ese período era vendedor ambulante de perfumes.

Por esta razón el CIL nació como una estrategia para no interrumpir las tareas de investigación que venían realizando, aunque esto era muy difícil por la situación económica de sus miembros y porque el CIL casi no recibía subsidios. Su objetivo era “realizar un conjunto de tareas de tipo interdisciplinario, en el terreno de las humanidades, con el objeto de promover y estatuir el saber de liberación, en su relación con la problemática latinoamericana actual” (Roig, A. 1975).

El Centro era un organismo interdisciplinario dentro de las ciencias humanas. Sus integrantes tenían una variada formación académica y especificidad en sus campos de investigación que incluía a la filosofía; historia de la filosofía; filosofía política; filosofía del trabajo; filosofía de la cultura; semiología; teoría crítica de las ideologías; teoría de la comunicación social; ética; sociología; pedagogía universitaria y la historia de los movimientos sociales. Su temática principal era las formas del saber de liberación, con especial atención a la constitución epistemológica de una filosofía la liberación.

El CIL organizó sus tareas a partir de un seminario permanente de problemas latinoamericanos contemporáneos, que tenía reuniones semanales. El Dr. Bernardo Carlos Bazán, el Dr. Enrique Domingo Dussel y el Profesor Arturo Andrés Roig eran los principales responsables del seminario permanente. El Dr. Bazán tenía 36 años. Había realizado sus doctorados en Filosofía y en Estudios Medievales en la Universidad Católica de Lovaina. Trabajaba en el campo de la filosofía medieval y era miembro de la Comisión Leonina (sección Grottaferrata-Roma). Entre sus investigaciones sobre filosofía latinoamericana se ocupaba de la filosofía escolástica (siglos XVI-XVIII) y las corrientes de la pedagogía universitaria en América Latina (Ottawa Citizzen, 2018). Enrique Dussel tenía 41 años, dos títulos de licenciado y también dos de doctor. Luego de egresar como Licenciado en Filosofía de la Universidad Nacional de Cuyo, había obtenido su doctorado en Filosofía en la Complutense de Madrid, en 1959, una licenciatura en Ciencias de la Religión en el Instituto Católico de París en 1965 y un doctorado en Historia en la Sorbonne, en 1967. Además, había producido una extensa bibliografía. Los más importantes hasta ese momento eran sus estudios antropológicos sobre el humanismo semítico (1969), sobre el humanismo helénico (1974) y sobre el dualismo en la antropología del cristianismo (1974). En línea con la filosofía de la liberación, también había hecho importantes contribuciones, como Caminos de liberación latinoamericana (1973); Para una Ética de la liberación latinoamericana (1973) y Método para una filosofía de la liberación (1974). Arturo Roig, tenía 53 años. Había obtenido una beca para estudiar en la Sorbona y desde su regreso trabajaba en dos áreas principales: la historia de la filosofía antigua y la historia de las ideas en Argentina y América Latina. Sus libros más importantes hasta ese momento eran: Los krausistas argentinos (1969); Platón o la filosofía como libertad y expectativa (1972) y El Espiritualismo argentino entre 1850 y 1900 (1972).

Hacia 1975 las investigaciones del CIL se articularon en un conjunto de doce proyectos de investigación organizados sobre la base de dos programas principales:

Programa Pensamiento latinoamericano-filosofía de la liberación: centrado en los aportes para un conocimiento crítico e histórico del pensamiento latinoamericano, en vistas de la constitución de una filosofía de la liberación. Estaba integrado por ocho proyectos de investigación.

  1. La filosofía de la liberación. Análisis de su estructura epistemológica y de sus fundamentos ontológicos.

  2. Bases metodológicas para la constitución de una historia de las ideas latinoamericanas. El discurso liberador y el discurso opresor.

  3. Investigaciones sobre filosofía colonial argentina y latinoamericana.

  4. La ideología “americanista” en pensadores argentinos contemporáneos.

  5. La novela latinoamericana actual en cuanto "pensamiento”.

  6. Utopía y milenarismo. Sus desarrollos dentro del pensamiento político latinoamericano.

  7. El tema de las clases sociales en Darcy Ribeiro.

  8. La comprensión de la realidad latinoamericana en Mariátegui y Ugarte.

Programa Praxis social- praxis liberadora: indagaba en los aportes para un conocimiento de los modos concretos de desarrollo de la praxis social latinoamericana contemporánea y para la constitución epistemológica de una praxis liberadora. Estaba conformado por cuatro proyectos de investigación:

  1. 1. Eticidad propuesta por el ethos vigente y su posible impedimento para acceder a una verdadera moralidad. Su presencia en los medios de comunicación.

  2. 2. La filosofía del trabajo.

  3. 3. La inserción y sentido del anarquismo dentro de la política argentina. Sus alcances como movimientos de liberación.

  4. 4. La pedagogía universitaria en la universidad argentina contemporánea.

Los criterios para el desarrollo de los diversos programas y proyectos se determinaban en las reuniones del seminario permanente. Otras actividades que realizó el Centro fueron:

  • El 18 de octubre de 1975, el Centro de Investigaciones Latinoamericanas (CIL) de Mendoza realizó jornadas en las que expusieron Horacio Cerutti Guldberg y Osvaldo Ardiles, entre otros (Berisso, D. 2011, 58 ; Cerutti Guldberg, H. 2006, 79).

  • También organizaron la edición del segundo número de la Revista de Filosofía Latinoamericana, publicada por la editorial Castañeda de Buenos Aires, cuyo editor era Juan Alberto Cortés y en el Consejo de redacción se encontraban: Osvaldo Ardiles, Mario Casalla, Enrique Dussel, Aníbal Fornari y Juan Carlos Scannone.

El cambio del CIL ante el aumento de la represión

A medida que avanzaba el año 1975, se profundizaron los actos de violencia contra aquellos que se oponían a las medidas del gobierno de Isabel Martínez de Perón, en primer lugar, y luego del golpe de 1976, al régimen militar.

Entre 1973 y marzo de 1976 diecinueve mendocinos fueron secuestrados y desaparecidos, pero además se multiplicaron los casos de amenazas y colocación de explosivos6. Enrique Dussel, luego de que una bomba estallara en su casa, se exilió en México7. También tuvieron que exiliarse Arturo Roig, Bernardo Carlos Bazán y Ezequiel Ander Egg; este último había sobrevivido a su fusilamiento. Los pastores F. Pagura y A. Verhoeven, que habían prestado casi la totalidad del templo de la iglesia metodista al CEAS para asistir a refugiados políticos chilenos, comenzaron a recibir amenazas. Más de la mitad de los feligreses dejaron de asistir y se le pidió a la pastora que no predicara más, argumentando que utilizaba el púlpito para hacer política (Van Leeuwen, A. 2006). El 6 de septiembre de 1975, una bomba destruyó la fachada de la iglesia metodista donde funcionaba el CEAS; luego otra bomba de la Triple A demolió la totalidad del edificio que el ILPH ocupaba, ubicado en calle San Juan y Vicente Zapata de la ciudad de Mendoza; y una tercera estalló en una oficina alquilada por este grupo ecuménico en calle Colón casi 9 de julio de la ciudad de Mendoza (Vivante, M. 2005). Ese día habían traído una imprenta nueva para iniciar un osado plan de publicaciones (de Santa Ana, J. 1974).

Luego del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, Mauricio López fue dejado cesante de su cargo y puesto en prisión domiciliaria por un mes. Pasado ese tiempo, M. López pudo regresar a su casa en Mendoza, pero la Universidad Nacional de San Luis ya no podía ayudar, en un contexto en que se multiplicaron las cesantías y persecuciones en todas las universidades del país.

El 29 de Julio de 1976, la revista New Scientist, señalaba que entre marzo y mayo de 1976 más de 2.000 profesores universitarios habían sido expulsados como así también unos 700 investigadores pertenecientes a otros institutos nacionales, como el CONICET, la Comisión Nacional de Estudios Geo-Heliofísicos (CNEGH) de San Miguel, la Comisión de Energía Atómica, el INTI y el INTA. El mismo artículo afirmaba también que la Sociedad Argentina de Físicos estimaba que un cuarto de ellos había perdido su trabajo, denunciaba la intervención militar en los cargos de mayor jerarquía de los centros de investigación y las universidades, la censura de libros, la quema pública de libros en la Universidad Nacional de Córdoba, las denuncias de desapariciones, asesinatos, torturas, encarcelamientos y los saqueos de casas de académicos (New Scientist, 1976, 213)8.

En este contexto, la solidaridad del movimiento ecuménico argentino se articuló en dos ejes: por una parte, la ayuda a presos políticos como asistencia legal, ayuda a sus familiares y en algunos casos, gestiones y gastos de pasajes para su salida al exterior y por la otra, la defensa de la vida intelectual y del patrimonio cultural del país. El régimen había acabado con experiencias pedagógicas creativas y disuelto a equipos de investigación que habían tardado años en construirse. Por esta razón, afirmaban:

La acción ecuménica quiere, así sea en una proporción muy modesta, contribuir a proporcionar un espacio de vida, de estudio y de investigación para aquellos que por el sólo delito de pensar de manera distinta y concebir una sociedad más justa y fraternal, han sido duramente golpeados por el poder militar. Entendemos que esta tarea evita el trágico éxodo de intelectuales, en alguna medida (Verhoeven, A. y López, M. 1976, 1 ).

Hacia octubre de 1976, el proyecto había tomado otra forma. El CIL como tal, se había achicado luego de que sus principales investigadores se exiliaran. Sin Dussel, ni Bazán, ni Roig, el CIL ahora se llamaba “Filosofía y Realidad en Argentina”, y sus líneas de trabajo eran:

  1. La Iglesia y su influencia en la sociedad argentina desde 1966 hasta 1976;

  2. La Cultura Popular Argentina: Evolución y Contenido. El análisis aquí se realiza en tres niveles: las fábulas populares en torno al zorro; la creación folklórica atípica: el Martin Fierro y un producto complejo de la creación popular urbana: el Tango;

  3. Búsqueda de un método para la lectura filosófica de textos no-filosóficos. La Novela Latino-americana.

Claramente, ya no era un grupo de filosofía de la liberación. También la Revista de Filosofía Latinoamericana, en la que inicialmente trabajaban varios miembros del CIL, había cambiado su espíritu luego de sus primeras entregas (Arpini, A. 2007).

Pero, por otra parte, la gran cantidad de docentes y estudiantes desocupados, hizo que nacieran otros centros similares financiados por el Consejo Mundial de Iglesias: dos en Mendoza y dos en Córdoba. Hacia octubre de 1976, los grupos nuevos eran:

El Centro Regional de Estudios Sociales (CRESO): sobre diversos problemas sociales organizados en las siguientes líneas temáticas:

  1. 1. Problemas políticos y sociales a nivel regional.

  2. 2. Diagnósticos y elementos para la formulación de políticas sociales a nivel nacional.

  3. 3. Desarrollo y estudios teórico-metodológicos, prácticos en ciencias sociales.

CRESO también desarrollaba una investigación sobre flujos migratorios chilenos y bolivianos hacia la región cuyana entre 1965 y 1975, que más tarde culminaría en un libro (Heras et al. 1978) y estudios de sociología religiosa.

Educación Popular: basado en la pedagogía freiriana el proyecto comenzó a aplicarse en El Carrizal, en la formación de una cooperativa agrícola y una experiencia docente a nivel popular.

El Instituto de Investigaciones Sociales (INCISO): era un grupo de trabajo interdisciplinario que funcionaba en la ciudad de Córdoba con algunos fondos de emergencia canalizados por la Acción Ecuménica Cristiana. Trabajaba el problema de la Vivienda social en la provincia de Córdoba.

Salud y Participación Social (SAPASO): recientemente formado, este grupo cordobés, investigaba las barreras culturales y la delegación de funciones en un programa integral de salud. Entre ellos se centró en el alcoholismo; la enfermedad de Chagas y la diarrea infantil.

Eran agrupaciones que trabajaban de una manera flexible, de acuerdo con las condiciones de tremenda represión en las que se vivía, que a veces ni permitía las reuniones en común o se sufría la inesperada partida de alguno de sus integrantes (Verhoeven, A. y López, M. 1976).

Las últimas gestiones de Mauricio López por los profesores cesantes, antes de su desaparición

A principios de octubre de 1976 Alieda estuvo con exiliados en España; allí recibió la noticia que el Pastor Federico Pagura había sido secuestrado y que Mauricio López estaba preso. Ambas noticias eran falsas. Luego del susto, a todos los conocidos en Madrid les preocupó “el origen y el propósito de tales rumores. El primero vía Nueva York y el segundo vía París” (Verhoeven, A. 1976).

Pero a pesar de los numerosos sobresaltos, siguieron trabajando. A fines de 1976, M. López y A. Verhoeven, comenzaron a planificar el dinero necesario para el funcionamiento de estos cinco centros durante el año 1977. Calcularon un presupuesto global de cincuenta mil dólares, con el que trabajarían entre 40 y 50 personas gracias a becas que iban desde los 120 a 150 dólares mensuales (Verhoeven, A. y López, M. 1976). Eran becas mucho menores a las pensadas un año antes y, aunque López estaba en la misma situación que los profesores cesanteados, no solicitó una beca para él mismo. López consiguió trabajo como profesor en el ISEDET, en Buenos Aires para el ciclo lectivo de 1977, pero la desgracia que le ocurrió no le permitirá asumir el cargo.

El artículo de New Scientist, citado en el apartado anterior para contextualizar la situación que vivía la comunidad intelectual argentina, tiene una razón particular. Ese artículo, publicado en la sección de noticias, era un extracto de una carta enviada a dicha revista firmada por Feliciano Sánchez Sinencio, Edgardo Calva-Téllez y Carlos Fernández Tomás del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México. La misma, carta meses más tarde fue publicada completa con el título “Repression in Argentina” en la revista Physics Today (Sánchez Sinencio et al. 1976). López y Verhoeven leyeron el artículo de New Scientist y lo utilizaron para seguir pidiendo dinero a otras instituciones internacionales. Entre ellos a William L. Wipfler, de la división de ministerios de ultramar del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos, quien había presentado un escrito al senado de su país sobre el atropello a los derechos humanos en América Latina. López y Verhoeven conocían la acción de denuncia de Wipfler, de hecho, habían dialogado con él sobre este tema en Lima, en 1974. En noviembre de 1976, en una carta que ambos le escribieron a Wipfler, luego de contarle la triste situación, le pidieron ayuda financiera a su institución o el contacto con otra organización que pudiera socorrerlos (López, M. y Verhoeven, A. 1976). Le enviaron también un informe en el que aludían al artículo de New Scientist, pero en el que agregaban que, para octubre de 1976, los despidos de académicos ya debían haber ascendido a 4.500 (Verhoeven, A y López, M. 1976)

Con estas acciones querían:

[…] la creación de algunos centros de investigación, flexibles en su estructura y en su dinámica y nucleados en torno a diversas problemáticas de Argentina y de América Latina […] Asimismo, y a partir de esa encarnación Intelectual y cultural esos centros se van constituyendo en un aporte que estimamos significativo, para un proyecto social, político y cultural que sea, eventualmente, una alternativa al proyecto militar que hasta aquí no hace más que consagrar la dependencia económica del país y la división interna entre una minoría privilegiada y las masas populares cada vez más empobrecidas. En otras palabras, queremos colaborar, en tanto que cristianos comprometidos, en un proyecto para una sociedad argentina más equitativa y más liberada. (Verhoeven, A. y López, M. 1976, 1 ).

A fines de diciembre de 1976, este grupo ecuménico se reunió para festejar el fin de año y hacer una evaluación sobre la escalada de violencia y amenazas que sufrían. Habían acordado permanecer cercanos a Mauricio para protegerse, ya que por su trayectoria todos sostuvieron que conservaba cierta inmunidad. Una semana después, en la madrugada del primero de enero de 1977, un grupo armado irrumpió en la casa de Mauricio López y lo secuestró (Tribunal Federal, 2004). El grupo ecuménico pensó que su secuestro pudo haber sido ideado por militares de San Luis (Concatti, R. 2005).

Posteriormente recibieron una amenaza que decía que los próximos en la lista eran la Pastora Alieda Verhoeven y el Pastor Federico Pagura (Van Leeuwen, A. 2006). A fines de enero de 1977, un grupo de hombres intentó detener a Alieda Verhoeven. Ella escapó en un taxi que por casualidad se detuvo detrás del auto sin identificación que había andado media cuadra en contramano para acercarse a ella (Verhoeven, A. 1977). Luego del intento de secuestro, el grupo decidió que Alieda marchase a Europa por un tiempo. En tanto que el Pastor Pagura optó por el exilio interno en un pueblito de la provincia de San Luis, al que sólo se accedía por caminos de tierra (Van Leeuwen, A. 2006)

Conclusiones

Las acciones descritas en este artículo se han detenido en lo que fue un intento de resistir a la persecución y achicamiento que sufrió la universidad a partir de la presidencia de Estela Martínez de Perón, y que se exacerbaron a partir del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976. El CIL como centro especializado en la filosofía de la liberación sufrió el embate del exilio de sus principales referentes y de la desaparición del principal contacto para conseguir financiamiento. Luego de esto, el financiamiento de académicos siguió, pero como algo más pequeño y no ligado a esta corriente filosófica.

El compromiso de Mauricio López con este proyecto se articula con su visión global de la tarea que debían abordar las iglesias cristianas para defensa de los derechos humanos de los latinoamericanos y la preservación de su patrimonio cultural, que se encontraba amenazado con las constantes purgas universitarias y académicas en general.

Sin embargo, sus acciones, si bien contribuyeron a mejorar la calidad de vida de profesores universitarios, no pudieron detener el desafortunado desenlace fruto de una represión estructural en la que habría que sumar otros aspectos simultáneos que no fueron tomados en este artículo porque no era el objeto de estudio, como fueron la Operación Cóndor y la Operación Claridad.

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1 Según este autor, el primer peronismo es el periodo comprendido entre el 17 de octubre de 1945 y el golpe de setiembre de 1955; el segundo peronismo (el de la resistencia) se extiende desde setiembre de 1955 hasta 1973; el tercero hace referencia a la juventud peronista y el regreso de Perón y finalmente el cuarto es el proceso de disolución del peronismo que comenzó durante la presidencia de Estela Martínez de Perón.

2La valiente intervención de Charles Harper en numerosas ocasiones, contribuyó a resguardar la vida de muchos religiosos en toda América Latina. Por esta razón, en 2010, fue galardonado en Chile con la orden Bernardo O’Higgins y en 2014 el gobierno argentino le otorgó la Orden Comendador de Mayo. Algunas de sus acciones como director de la Oficina de Derechos Humanos del Consejo Mundial de Iglesias están registrada en su libro: Harper, Charles. 2007. El acompañamiento: acción ecuménica por los derechos humanos en América Latina 1970-1990. Montevideo: Ediciones Trilce.

3El jesuita Juan Carlos Scannone, fue profesor de Bergoglio, el actual Summo Pontífice católico, causando una fuerte impresión en él. Abrió una línea de la teología de la liberación llamada “Teología del pueblo”, que criticaba la visión paternalista de la “opción por lo pobres”.

4Texto traducido del inglés por el autor de este artículo.

5Texto traducido del inglés por el autor de este artículo.

6Ellos fueron: Roberto Guillén; Amado Zenón Sánchez; Víctor Hugo Vera; Luis Rodolfo Moriña; Héctor Pringles; Pedro Jesús Nieto; Federico Gustavo Suárez; José Salvador Vila; Napoleón Argentino Araneda; Néstor López; Carlos Alfredo; Daniel Francisco Mémoli; Miguel Ángel Gil; Irma Ester Berterre; José Luis Herrero; Héctor Aldo Fagetti; Susana Bermejillo; Mario Susso y Francisco Tripiana (Los Andes 2006).

7En 1973 sufrió un atentado con bomba en su casa. En 1975 fue expulsado de la Universidad Nacional de Cuyo (en la ciudad de Mendoza) y amenazado de muerte por escuadrones paramilitares. Sus libros fueron prohibidos y las publicaciones que dirigía fueron clausuradas. Ese mismo año se exilió en México, país que se convirtió en su nueva patria al adquirir la ciudadanía.

8El artículo, publicado en la sección de noticias, es un extracto de una carta enviada a la revista firmada por Feliciano Sánchez Sinencio, Edgardo Calva-Tellez y Carlos Fernández Tomas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México. La misma carta posteriormente fue publicada completa con el título “Repression in Argentina”, en noviembre, en la revista Physics Today (Sánchez Sinencio et al. 1976)

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