I. Preámbulo
A los efectos de postular ciertos elementos que hacen al pensamiento de una época, como deberá observarse a partir de distintos estudios sobre la Filosofía en el Uruguay en los años cincuenta -en el marco de un proyecto de investigación más extenso-, algunos aspectos que hicieron de Mario Silva García un profesor y un pensador clave para la formación filosófica de distintas generaciones.
A continuación presentaremos algunas referencias que tendrán por propósito contextualizar lo que se decía del profesor de Filosofía Teórica en la mitad del siglo XX. La primera referencia surge como presentación de Silva García, previo a la conclusión que él mismo realizará en su artículo “Pensamiento y proceso”, publicado en la Revista Asir1. La firma de la presentación es de L.S.2, la cual nos coloca en un plano de antecedentes en la formación y contribución intelectual del filósofo en la década de 1940:
En el año 1944, el joven profesor Mario A. Silva García, al publicar “Plenitud y degradación”, daba la primera prueba de un vigor que no ha hecho sino corroborar la opinión de los lectores competentes y atentos, que advierten su segundo desenvolvimiento. Más tarde, algunos trabajos, muy dignos, que oscilan entre la alta exposición docente y el hallazgo de los veneros de originalidad propia, definen ya su vocación de ensayista. Destacamos, entre ellos, sus lecciones de “Metafísica”, “El realismo de Meyerson”, “El problema religioso” (1946), y su importante escrito “La idea de experiencia en la filosofía de William James” (Rev. de la Fac. de Hum. y Ciencias, 1948). El más reciente “Pensamiento y proceso”, publicado en “ASIR”, refleja la atención que presta también a las manifestaciones más características del pensamiento actual, al advertir y cobrar conciencia de los cambios que se están operando acaso, en el ámbito de la razón, así como en los cuadernos de labor sobre lógica, en la larga y valiosa exposición que realizara, (aula de Filosofía del Prof. Gil Salguero3) de las ideas de Husserl en el tránsito de su pensamiento desde “Investigaciones lógicas” hasta las “Ideas para una fenomenología pura” y las “Meditaciones cartesianas”, revelando igualmente capacidades y profundizaciones de las que cabe esperar los mejores frutos. Aunque, pensamos, en el centro de su labor, una y otra vez, se halla el propósito de realizar un estudio entrañado de la IDEA DE EXPERIENCIA (AAVV, 1949, p. 18).
La referencia viene a destacar una serie de elementos que deben ser estudiados con la profundidad debida. En todo caso, conviene señalar que el profesor de Filosofía Teórica, compartía con el profesor Luis Gil Salguero un horizonte de preocupaciones metafísicas como las que se advierten en las publicaciones a las que se hacen referencia. En segundo lugar, Silva García coincidiría con su amigo en la Revista Hiperión4, además del poeta Carlos Sabat Ercasty5, por quien tenía mucha admiración, y el profesor Carlos Benvenuto6, a quien le dedica el artículo “La revolución espiritual” publicado en la revista mencionada7. Estos elementos pueden ser parte de un insumo para futuras investigaciones sobre el pensamiento de Silva García, en los años cuarenta.
Hacia mediados de los años cincuenta, Arturo Ardao publicaba su trabajo La Filosofía en el Uruguay en el siglo XX, el cual servía para acercar a otras partes de nuestro continente8, distintas referencias a nuestros filósofos y sus obras, al mismo tiempo, que se los ubicaba dentro de cierto plano de reflexión filosófica y, por tanto, fundaba una manera de pensarnos a nosotros mismos a partir del acceso previo. En efecto, el último punto que presenta en dicha obra corresponde a la nueva generación de filósofos, entre los cuales destaca a Mario A. Silva García, poniendo como referencia algunos de sus trabajos publicados hasta 1951 (Ardao, 1956, p. 189). Debemos agregar, la referencia realizada por Helena Costábile medio siglo después a la muestra de Ardao. La profesora por la Universidad de Montevideo, ubicaba el trabajo de Silva García en las distintas publicaciones de la Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias, y también su tarea como docente. La profesora de la Universidad de Montevideo, recuerda el artículo “Los principios lógicos”, resaltando el domino de “Bachelard, Husserl, Whitehead (…) y sobre todo Heidegger” (Costábile, 2007, p. 86). Por último, sobre la labor docente plantea:
Silva García siguió produciendo y publicando, al tiempo que formaba muchísimas promociones de alumnos, tanto en la Facultad de Humanidades, como en el Instituto de Profesores, en el que atendía además de su cátedra de Psicología, los tres años de formación en didáctica de la Filosofía. No hemos conocido mentor más erudito, más claro, más sensible y más generoso con sus estudiantes (Costábile, 2007, p. 87).
Tanto la referencia de Ardao como la de Costábile -separadas por cincuenta años de estudios-, se incorporan en el marco de una suerte de Historia de la Filosofía en el Uruguay. Para el primero, como parte de la nueva generación junto a Mario Sambarino9; para la segunda, en el marco de un mapeo sobre lo que busca ser una continuidad del trabajo de Ardao. Sin embargo, no conocemos abordajes importantes a la obra de Silva García10, uno puede ser la publicación de Raúl Ruibal Gutiérrez (2002), la cual rinde homenaje al profesor universitario, compartiendo la memoria de los cursos de los años sesenta, así como la amistad y admiración hacia el profesor. O la suerte de homenaje realizado por María Noel Lapoujade11 y Ricardo Viscardi12, los cuales fueron ayudantes de Silva García, en distintos momentos del pensador uruguayo.
La ausencia de publicaciones sobre el pensamiento del autor nos impulsa a colocar ciertos elementos que girarán en torno a la fenomenología de la época, presente en la reflexión filosófica uruguaya. Por ello, a continuación, pondremos de relieve un trabajo realizado por Silva García el cual apareció publicado en 1951 en el número 6 de la Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias. Dicho trabajo, titulado: “Sobre la noción de fundamento y de principio”, correspondió al curso de Lógica que impartió en 1949. Como elemento preliminar para comprender el contexto de dicha publicación, haremos referencia a distintos documentos que dan cuenta de los cursos de 1950 y 1951. En efecto, la problemática que se abordaba en sus cursos de Filosofía Teórica: la presentación del pensamiento de Heidegger, así como traducciones de pasajes, a partir de lo cual los estudiantes que integraban dichos cursos prepararon los cuales en varios casos trabajos finales que aparecieron publicados en la Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias, es un claro ejemplo de la preparación que ofrecía Silva García en sus cursos. Asimismo, nos interesa observar de qué manera el profesor de Filosofía Teórica, realiza la recepción de Heidegger a finales de los años cuarenta y comienzos de los años cincuenta, ya que dicha recepción que se alimentará de discusiones durante la década del cincuenta, catapultará hacia los años sesenta toda la fortaleza fenomenológica de nuestra filosofía. Podemos señalar en tal sentido, que las reflexiones filosóficas que se subrayarán a lo largo del trabajo, se cotejan con un marco filosófico puesto de relieve en el segundo lustro de los años cuarenta, en los que Silva ya contaba con algunas producciones filosóficas, por un lado, y con la coincidencia de la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias, en la cual concursó para impartir cursos. Hay que señalar el matiz fenomenológico que encontramos en los planteos filosóficos13 de fines de los años cuarenta y los años cincuenta, en el Uruguay. De esta manera, el alumbrado epocal colocará en el pensamiento de Silva García a filósofos como Emmanuel Levinas -fundamental para la recepción de Husserl14 y Heidegger en Francia-, de Jean Wahl y de Vladimir Jankélévitch los cuales habían sido incorporados en su trabajo sobre el bergsonismo15.
II. Los archivos de los cursos de 1950 y 1951
a) Las actividades de 1950
Existe un registro en el que Silva García explicita cómo se dieron sus primeros contactos con el pensamiento de Heidegger. Dicho registro es bastante posterior a los cursos de comienzos de los años cincuenta, pero parece conveniente que lo tengamos en cuenta. A mediados de los años setenta en su publicación “Martin Heidegger diálogo entre el pensador y el poeta”, señala de qué manera comenzó a acercarse a la obra del pensador alemán:
Mi primer contacto con la filosofía de Heidegger se produjo merced a algunos textos que habían sido traducidos al español y al francés, especialmente su famosa conferencia ¿Qué es Metafísica? A ella ulteriormente Heidegger le agregó una Introducción y un Post-Facio (Silva García, 1976, p. 4).
Los cursos que Silva García impartió en los años cincuenta en la Facultad de Humanidades y Ciencias contaban con un respaldo documental y en muchas ocasiones mecanografiados, lo cual enriquecía distintos problemas y autores que manejaba en el proceso de investigación que buscaba desarrollar en el trabajo de sus estudiantes. Tal manejo era propio de una actualización bibliográfica16 que le permitía ahondar en elementos característicos de una época.
Tal como sugiere en el registro de actividades, a partir de 1950 pasó a desempeñarse en la asignatura Filosofía Teórica, para abordar el problema del conocimiento. Quizás ello haya implicado la modificación del curso como se deja entrever en las comunicaciones del 22 y 24 de mayo de ese año. La presentación de dicho curso, puede encontrarse en un documento elevado al Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias el 21 de diciembre. En dicha nota Silva García destaca, en primer lugar, respecto a la metodología de trabajo, que no hay distinción entre la clase y el seminario -debemos entender que en el seminario a diferencia de la clase o aula intervienen los estudiantes con exposiciones-, dado que en ambos se procuró la participación de los asistentes, algo que destacó por ejemplo en la dedicatoria del artículo “Sobre la noción de fundamento y de principio”17. En efecto, sobre el abordaje desarrollado en dichas clases sostiene como elemento clave a la “biblioteca universal de la cultura europea” (Viscardi, 2022, p. 110), que podemos vincular en la actualización bibliográfica que realizó el profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias:
Facilité además su labor, suministrándoles el material en muchos casos inhallable, de libros, revistas y además trabajos míos, que utilicé, síntesis de obras, ordenación de temas, esbozos de lecciones, etc. Además el Sr. Decano ya conoce los Cuadernos de Trabajo que publiqué. Al volumen que tuve el gusto de entregarle, cabe agregar dos traducciones que el Sr. Mario Otero realizó, sobre Heidegger y Wahl (Silva García, 1950).
En segundo lugar, era una característica de Silva García brindarles a sus estudiantes las traducciones de parte de obras de los autores que trabajaba. De hecho, en la traducción realizada por Otero de Vers le concret de Wahl, el profesor de Filosofía Teórica es quien realiza las correcciones. Como puede observarse, tenía un buen manejo de distintas lenguas: alemán, inglés, francés. Para colocar los elementos vinculados a la metafísica, destacó la relación de Jaspers con Heidegger, teniendo en cuenta la noción de Trascendencia en Jaspers y la noción de ser-en-el-mundo heideggeriana:
(…) expliqué extensamente la concepción de K. Jaspers acerca de la idea de trascendencia e inmanencia; lo que podríamos llamar el sentido activo de dicha palabra, mejor dicho el acto de trascender, que es propio de la existencia humana, lo cual tiene muchos puntos de común con Heidegger, que puse de relieve, así como sus diferencias. Todas estas actitudes se caracterizan por considerar el sujeto y el mundo no como constituyendo dos cosas diferenciadas, sino una sola lo que Heidegger llama el-ser-en-el-mundo, que no tiene el sentido de una trivialidad, sino que indica que esos términos (que en el fondo no son dos) están implicados recíprocamente (Silva García, 1950).
Los filósofos que aparecen destacados por el profesor de Filosofía Teórica, son Merleau Ponty, Hartmann, Bachelard, entre otros. Tales autores abordados se enmarcan en el contexto filosófico asociado a la Fenomenología. En ese contexto, se destacarán el conjunto trabajos que elaboraron los estudiantes, se puede destacar el realizado por Mario Otero -quien años más tarde sería Decano de la Facultad- se tituló “La teoría de la verdad en Heidegger”.
b) Heidegger en el curso de Filosofía Teórica de 1951
Hacia el mes de febrero de 1951 Silva García ya tenía planificado el curso de Filosofía Teórica que desarrollaría durante el año lectivo. En él se ponía de relieve el problema de la existencia: en primer lugar, realizaría una Introducción y, posteriormente, destacaría a dos autores: Kierkegaard18 y Sartre. Asimismo, del primero se realizaría un cotejo con la cristiandad y con Nietzsche; luego, se mostraría la influencia de Kierkegaard en Jaspers, Heidegger, Jankélévitch, Levinas. En Sartre se observarían las influencias de Hegel, Husserl y Heidegger, y finalmente se estudiaría la ontología en la obra El ser y la nada (Silva García, 1951b). Por ello, el curso llevaría por título: “La idea de existencia (Kierkegaard y Sartre)”. Sin embargo, en dicho curso se dieron algunas contingencias que impidieron que se desarrollara de la forma planificada. El 7 de enero de 1952 Silva García eleva a Emilio Oribe (Decano interino de la Facultad) el informe sobre las actividades realizadas en el curso de Filosofía Teórica del año 1951. En primer lugar, Silva García expone el motivo de su planificación inicial:
Mi intención era consagrar la primera parte del Curso al estudio de un pensador, difícil de catalogar como es S. Kierkegaard, representante de la filosofía de la existencia, tal vez el precursor, y tal vez uno de los filósofos que han vivido más hondamente este problema. Y la segunda parte a J. P. Sartre, filósofo contemporáneo, cuya influencia es muy grande (…). Además pensaba estudiar, sino directamente y en profundidad, algunos autores, que me parece podrían considerarse como tránsito entre uno y otro; me refiero a Levinas, a Jankélévitch, a Jaspers y a Heidegger (Silva García, 1952).
En segundo lugar, establece algunas de las condiciones que lo llevaron a tomar la decisión de que el curso sea finalmente sobre Kierkegaard y Heidegger:
Este propósito inicial se alteró por diversas razones. Una de ellas, la fundamental, fue la suspensión de las clases por inasistencia de los estudiantes. Esa situación me impidió, como he hecho otros años, dar cumplimiento total al programa, y aunque dicté algunas clases al levantarse la huelga, demás está decir, que no fueron suficientes para recuperar el tiempo perdido. Además la aparición de una obra largo tiempo esperada en castellano Ser y tiempo de M. Heidegger, me impulsó a realizar conjuntamente con los estudiantes una exégesis de la misma, por su propio interés y por la influencia innegable que este autor ha tenido sobre Sartre (Silva García, 1952).
La modificación en la planificación del curso que, entre otras cosas, trajo consigo la aparición en español de Ser y tiempo, es un hecho notable, en el sentido que el propio Silva García establece. El trabajo conjunto con los estudiantes sobre Heidegger, como filósofo que influyó en toda una generación de pensadores, debemos recordar a la fenomenología francesa -Sartre como uno de los más destacados para la época, lo mismo que Levinas-, permitía la profundización del filósofo alemán, a partir de una obra clave para el siglo como lo es Ser y tiempo. Luego de la huelga, Silva García comenta su trabajo sobre Heidegger: “Paralelamente a esta parte del curso, expliqué el pensamiento de Heidegger, en lo cual tuvieron amplia intervención los alumnos” (Silva García, 1952). Y finalmente, dentro de la gamas de trabajos para aprobar el curso, “El Sr. Y. Canosa19 leyó un esbozo de su trabajo sobre La ontología de Sartre comparada con la de Heidegger y la concepción del mundo de ambos” (Silva García, 1952). Además, entre los asistentes, se pueden destacar reconocidos nombres de nuestra filosofía en los años sesenta: entre los que se encontraban: J. J. Fló, S. Vaz Ferreira, H. Massa, la Srta. Schröeder. El juicio de Silva García sobre sus alumnos es planteado en dicha comunicación de manera explícita: “La actuación general de los alumnos fue excelente” (Silva García, 1952).
El panorama presentado acerca de los cursos dictados por Silva García -basado en los documentos elevados a Decanato-, nos dan elementos que permiten reflexionar acerca del panorama filosófico en el Uruguay de comienzos de los años cincuenta. Efectivamente, la recepción de Heidegger realizada por Silva García se ubica en el cruce de dos vertientes de lecturas: por un lado, la correspondiente a la fenomenología alemana y a la lectura directa del alemán de los textos heideggerianos. En segundo lugar, los distintos comentarios que se pueden encontrar a partir de la fenomenología francesa y el existencialismo de Sartre. Sabido es, que el profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias, tiene en sus lecturas más tempranas a Vladimir Jankélévitch, las lecturas de Jean Wahl y la traducción de una Introducción a Vers le concret20. En dicha introducción, se encuentran numerosos pasajes dedicados al Ser y tiempo de Heidegger. Para fortalecer tal perspectiva de archivo, corresponderá a continuación observar la publicación realizada por Silva García de 1951, a partir de las notas del curso de Lógica suministrado en 1949.
III. El lugar de Heidegger en las reflexiones filosóficas de Silva García a comienzos de los años cincuenta21
El lugar que adquiere Heidegger en el curso de Lógica, siguiendo su publicación dos años más tarde22, debe procurarse en los siguientes aspectos: a) en la problematización realizada por Silva García a la Lógica a partir de Heidegger y a la esencia del fundamento; b) en los textos heideggerianos puestos de relieve por Silva García que correspondían a recientes publicaciones del pensador alemán -fundamentalmente de los años cuarenta-, como por ejemplo Carta sobre el humanismo de 1947; c) en la mediación por la cual se incorpora al segundo Heidegger, en virtud de la fenomenología francesa (Levinas, Wahl). De hecho, el profesor uruguayo sostiene de Levinas que es “el gran conocedor de la corriente fenomenológica” y aborda los planteos de este último a partir de su último libro de 1949: Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger. Entendemos que esos tres elementos son claves para comprender en términos generales de qué manera se dio la recepción de Heidegger en los años cuarenta y cincuenta en el Uruguay. Por ello, este curso/publicación de Silva García, servirá para mostrar algunos lineamientos que impulsen un posterior análisis.
En primer lugar, Silva García procura definir el carácter de la Lógica el cual marcará la fundamentación de su curso, para ello deberá distinguir las nociones de fundamento y principio. Por ello, en segundo lugar, tiene por propósito realizar dicha distinción, de la cual entiende que de la primera noción dependerá el perfil epistemológico, y de la segunda noción guarda su perfil el aspecto gnoseológico vinculado a la Teoría del conocimiento.
Resulta pues, que el término principio debe ser usado como punto de partida lógico, en tanto que fundamento, como punto de apoyo para el asentimiento, para la creencia, lo cual nos vincula con el problema del conocimiento. Por lo tanto para saber hasta qué grado el principio es racional debemos averiguar antes que hasta qué grado el fundamento es tal. No hay que olvidar que las más grandes investigaciones en torno a la doctrina han sido inseparables del problema gnoseológico y cuando no aluden de una manera expresa, se vinculan a él de una manera implícita. El término logos del cual deriva Lógica, tenía también ante sus múltiples sentidos el de realidad (Silva García, 1951a, p. 150).
Silva García va a proponer la lectura de la noción de Logos de la cual se deriva la Lógica, siguiendo la lectura heideggeriana presente en Carta sobre el humanismo (Heidegger, 2006, p. 66). De esta manera, el profesor uruguayo abordará una investigación acerca de la esencia de la Lógica. Un segundo texto como referencia dada será “La doctrina de Platón acerca de la verdad”, y finalmente, “Hölderlin y la esencia de la poesía”. Por tanto, tenemos toda una revisión de la Lógica, a partir de una suerte de esencia del lenguaje, presente en el segundo Heidegger. “Pensar contra la lógica, implica repensar la esencia del Logos”, dirá Heidegger en Carta sobre el humanismo, tal como lo referencia Silva García.
La explicación que da Heidegger y que podemos utilizar aquí es la siguiente: el ser humano es aquel que debe atestiguar lo que es. El hombre debe atestiguar su pertenencia a la tierra. Debe atestiguar su intimidad (innigkeit) lo que une todas las cosas. La prueba de esta pertenencia a esta esencial intimidad se produce por la creación de un mundo y por su aurora, como por su destrucción y su crepúsculo. La prueba del ser del hombre y su realización auténtica nacen de la libertad de la decisión. Esto implica una historia y ésta un lenguaje por el cual se traduce, para no permanecer ignota. Por eso el lenguaje es un bien (Silva García, 1951a, pp. 152-153).
El pasaje de Silva citado, corresponde a la relación que es posible establecer entre el lenguaje y la historia, que el segundo Heidegger sostendrá en distintos lugares23. Por lo tanto, la manera de destacar la línea fenomenológica: Husserl, Heidegger y Hartmann, que encuentra en la recepción realizada por Levinas, y al mismo tiempo, discutir la cuestión del fundamento en Heidegger a partir de lo presente en el primer Heidegger.
Es la tendencia que ha sostenido reiteradamente Hartmann, pero en realidad se traduce un estado de pensamiento más amplio, ya que se pude advertir una tendencia a mostrar la prevalencia de la metafísica con respecto a la gnoseología. El punto de vista opuesto nos parece representado por Husserl, pero sin embargo hay quienes sostienen que en la fenomenología, desde su comienzo, hay un elemento de irracionalidad, que las direcciones que surgieron incluso dentro de ella, pusieron de relieve. La acentuación de esta actitud nos parece ser el resultado de la acentuación del realismo. Al respecto el último trabajo de Levinas, que es un gran conocedor de la corriente fenomenológica, nos informa (…) (Silva García, 1951a, p. 155).
La referencia directa realizada por Silva García a Levinas como “gran conocedor de la fenomenología”, nos ubica en el nivel de recepción que el pensador uruguayo realizó desde los años treinta acerca de la corriente alemana. Ese elemento es clave ya que corresponde a uno de los primeros registros en Francia de dicha recepción. Por ello, en el prólogo de 1949 de su libro Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger, además de establecer la procedencia de los textos que componen su libro -uno data de 1940, y el otro de 1932-, da cuenta de la situación del existencialismo en Francia. En efecto, establecerá una advertencia muy fuerte hacia los lectores de la filosofía de la existencia al decir que a dichos lectores “muy a menudo se le escapan sus orígenes fenomenológicos” (Levinas, 2009, p. 26). El planteo de Levinas corresponde a la necesidad de comprender la recepción de la fenomenología en Francia a los efectos de comprender enteramente a los filósofos existencialistas tan en boga en los años cuarenta. Dicho planteo, puede incorporarse para comprender en qué consiste la recepción de Heidegger en el pensamiento filosófico del Uruguay de finales de los años cuarenta y comienzos de los años cincuenta.
El primero de los textos heideggerianos reunidos en el trabajo de Levinas citado, corresponde a la puesta en relieve de distintas nociones presentes en Ser y tiempo. Se aborda la diferencia24 entre el planteo de Husserl y de Heidegger ubicando al primero en el plano de lo trascendental, y al segundo en el plano de la “hermenéutica de la efectividad” (Levinas, 2009, p. 113) -facticidad-. La analítica existenciaria del Dasein, el ser-en-el-mundo, el cuidado, la angustia, serán algunas de las nociones que desarrolle en su primer trabajo sobre Heidegger en el cual buscó mostrar la originalidad del pensador alemán en la articulación y resumen de su obra:
Heidegger ha intentado hacer hablar a esta comprensión de la existencia. Nosotros hemos intentado resumir sus primeras articulaciones. Ya el hecho de que las estudiadas sean “modos de existir” y no propiedades nos hace suponer su parentesco con el tiempo, con no es un ente sino el ser. Y también las expresiones como “siempre”, “más allá de” y “cabe” -cargadas con el sentido fuerte que extraen del cuidado- nos dejan atisbar la raíz ontológica de lo que en la vida cotidiana, sumergida en un tiempo banalizado e “inofensivo”, se llama pasado, futuro, presente (Levinas, 2009, p. 121).
Conviene tener en cuenta que, más allá del valor que pueda tener desde el punto de vista filosófico, enuncia un claro registro de época por el cual se dio la recepción de Heidegger en Francia a partir de Ser y tiempo, previo al nazismo (dado que el artículo fue publicado en 1932), posicionando a Levinas como uno de los referentes en la recepción de la fenomenología en Francia25. El uso de Heidegger por parte de Silva García, viene siendo importante en clave de fundamentación de su curso sobre las nociones de principio y fundamento, que tiene por objetivo, delimitar a la Lógica, tal como la desarrolló Heidegger en Carta sobre el humanismo.
Tampoco para Heidegger la esencia del fundamento puede llegar a ser penetrada por la inteligencia. Heidegger ha consagrado a la esencia del fundamento un trabajo notable, muy relacionado con sus otras obras especialmente con su obra capital Ser y tiempo y con otros trabajos como Kant y el problema de la metafísica y La esencia de la Verdad (Silva García, 1951a, p. 156).
Para el profesor de Filosofía Teórica,
Heidegger prosigue, de algún modo la obra de Platón, buscando el fundamento ontológico de la verdad y de la subjetividad, pero teniendo presente lo que en la filosofía después de Descartes, se nos ha enseñado sobre el lugar excepcional de la subjetividad en la economía del ser (Silva García, 1951a, p. 157).
Y más adelante, agrega que “(…) por eso el problema del fundamento, es para Heidegger, un problema ontológico. Por lo mismo la filosofía de Heidegger no es una filosofía de la existencia, sino que el problema capital sigue siendo el viejo problema de la ontología (…)” (Silva García, 1951a, p. 157). A continuación establecerá la distinción entre Jaspers y Heidegger a partir de la noción de trascendencia que, como vimos, el profesor de filosofía teórica lo entendía como un asunto clave en el desarrollo de su curso, tal como apreciamos en las comunicaciones con Decanato. En el artículo publicado en la Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias plantea lo siguiente:
La noción de trascendencia como la entiende Heidegger vimos que es diferente. Trascender en el sentido que él lo entiende, no significa separarse del mundo sino lo contrario hundirse en él; eso está implicado en el acto de fundar, de dar fundamento. Desde luego que la expresión “mundo” está tomada en un sentido especial. No implica colocarse más allá del Dasein sino buscar en él; por un ahondamiento de lo subjetivo llegamos al reconocimiento de la situación original del ser que constituye el fundamento originario. La idea de trascendencia, como ya vimos pierde, su carácter estático y se transforma en uno dinámico. Es el Dasein quien trasciende, proyectándose sobre el mundo, pero este no es ajeno a él, sino que ambos constituyen una comunidad, un existencial que Heidegger llama ser-en-el-mundo. Filosofar implica retrotraer a esa situación originaria (Silva García, 1951a, p. 172).
Según este pasaje, Silva García se apoya en las lecturas incorporadas del primer Heidegger, de Ser y tiempo y de Kant y el problema de la metafísica. Habría que ver la razón de colocarlo en este lugar, y qué vínculo puede presentarse desde el punto de vista de la hermenéutica. Finalmente sobre la esencia del fundamento se produce la inversión del planteo leibniziano (Silva García, 1951a, p. 177). Todo el análisis del profesor de Filosofía Teórica se apoya en la trascendencia del Dasein como ser-en-el-mundo, por ello afirmará al final:
¿Qué significa trascendencia?
Trascendencia significa en primer término traspaso. Es decir, indica una actividad, un ir de, hacia. Si elegimos para el Dasein el título de sujeto vemos que la trascendencia designa la constitución fundamental del Dasein, no algo accidental. El primer término trata de traspasar el ente que es él mismo. La trascendencia constituye la ipseidad, el ser él mismo.
Aquello hacia lo cual el Dasein trasciende le llamamos mundo; la trascendencia constituye ser-en-el-mundo. Heidegger le llama también trascendental, pero no en el sentido que le asigna Kant, de posible, de posibilidad, sino de experiencia misma. De modo que la esencia del fundamento debe ser elucidada a partir de la trascendencia del Dasein (Silva García, 1951a, p. 178).
En el texto observado de Levinas sobre Heidegger aparece una referencia importante a la noción de trascendencia abordada por el filósofo alemán. En el contexto de desarrollo de la recepción heideggeriana realizado por el fenomenólogo, se pone de relieve la noción de trascendencia en el pensador alemán:
Heidegger reserva la palabra trascendencia para ese salto más allá del ente hacia el ser que es la ontología misma, la comprensión del ser. Esta trascendencia condiciona la trascendencia del sujeto respecto al objeto. Para Heidegger la ontología es trascendental en este nuevo sentido (Levinas, 2009, p. 109)26.
La recepción de Heidegger que puede leerse de los textos y cursos de Silva García, asume una impronta que proviene del auge del pensamiento fenomenológico francés con la Segunda Guerra. El registro que otorga de Levinas es fundamental para la comprensión de dicha recepción. Podemos observar a comienzos de los años cincuenta, un manejo por parte del profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias, de los aspectos ontológicos presentes en el primer Heidegger de Ser y Tiempo y de Kant y el problema de la metafísica; así como de las últimas publicaciones de los años cuarenta: Carta sobre el humanismo, Hölderlin y la esencia de la poesía, la Introducción y el Epílogo a ¿Qué es metafísica?, La esencia de la verdad, que evidenciarán a la cuestión del lenguaje y el ser como elementos claves para lo que serán los registros del segundo Heidegger. Las consecuencias de la recepción del pensamiento de Heidegger coincidirá con el intentar comprender hacia dónde va el giro hacia el lenguaje que se produce en el segundo Heidegger, como destaca Silva García y también Llambías de Azevedo; pero al mismo tiempo, observar distintas interpretaciones de la obra del pensador alemán como sucederá con la traducción al francés de un trabajo de psicología existencial desarrollado por Ludwig Binswanger, en el cual hace uso de la ontología fundamental heideggeriana. La incorporación del psicoanálisis existencial y de la ontología fundamental permitió a Silva García destacar por primera vez en el Uruguay al joven Michel Foucault, como reseñara de manera marginal en la versión de “El misterio del cuerpo” publicada en (1963)27.
IV. Consideraciones finales
Los cursos de Silva García que destacamos a partir de la publicación de notas en la Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias, y de las comunicaciones a Decanato, que se encuentran en su legajo personal en el Archivo Central de dicha Facultad, nos posiciona en la comprensión de cómo ingreso Heidegger en el pensamiento filosófico a partir de la institucionalidad de la filosofía hacia finales de los años cuarenta y los primeros años de la década del cincuenta. El camino recorrido por Silva García, consistía en mostrar el problema de lenguaje, en el que quedaba atrapado el conocimiento. El Dasein como ser-en-el-mundo, y el giro hacia la cuestión del lenguaje; quedaban patentes en los usos que se le otorgaban al filósofo alemán en los cursos, a partir de selecciones y traducciones realizadas por el profesor de Filosofía Teórica. En ese contexto, surgían como resultado de las clases, estudios como el de Yamandú Canosa que sería publicado en la revista de la Facultad mencionada anteriormente. Lo mismo sucedía con el trabajo que realizó el futuro Decano de la Facultad, Mario Otero sobre el pensamiento de Heidegger -de acuerdo a lo que dejó registrado Silva García-.
Entendemos que la recepción de Heidegger, mediada por la filosofía francesa, se desarrollaba al mismo tiempo en que realizaba sus traducciones del alemán, a partir de distintos trabajos que evidenciaban la llegada del filósofo alemán a Francia y del desarrollo de la fenomenología hegemónica. Dicha recepción, en parte tenía correspondencia con la iniciada en los años treinta gracias a la participación de Levinas en los cursos de Husserl con la traducción de las Meditaciones cartesianas en 1931. Además, el fenomenólogo naturalizado francés, publicaría a comienzos de los años cuarenta en la Revista de Metafísica sobre Heidegger. Algo similar ocurría con los trabajos publicados por el profesor de la Sorbonne Jean Wahl quien había abordado cursos sobre Heidegger y Hölderlin, y que Silva García había utilizado en sus análisis sobre el bergsonismo publicado en 1944, y que, finalmente, hacia finales de la década del cuarenta, corregiría la traducción de Mario Otero de la Introducción a Vers le concret, en el que se ponen de relieve distintas citas y referencias a Heidegger. Estos autores franceses, realizarán junto a otros la recepción de Heidegger, Husserl, Jaspers. Si bien el profesor de Filosofía Teórica, leía a Husserl y Heidegger en su lengua, hay una clara influencia de recepción francesa en las lecturas del autor de Ser y tiempo. El acceso a publicaciones como la Revue de Metaphysique et morale, iba construyendo las bibliotecas de nuestros pensadores. Los trabajos de Sartre y Merleau Ponty, pueden completar esta lista de autores que realizaron una recepción del pensamiento europeo contemporáneo. En efecto, hay que colocar las inquietudes de Silva García en un plano universal de pensamiento filosófico de posguerra, en el que se daba de distintas maneras una embestida fenomenológica que nutrió las bibliotecas filosóficas en los años cuarenta y cincuenta -no solo- en nuestro país. Se deberá profundizar en las diferencias que se plantean en dicha corriente, como las que pueden presentarse en la fenomenología trascendental de Husserl con la fenomenología hermenéutica de Heidegger (cf. Stein, 2011).
En el marco de dicha universalidad en la recepción de destacados pensadores europeos en el Uruguay de los años cuarenta y cincuenta -en el contexto de una institucionalización de la filosofía- Silva García establecería correspondencia con filósofos franceses como es el caso de Gaston Bachelard como pudimos saber28, o bien, el acercamiento con la obra de Ludwig Binswanger. Estos antecedentes llevaron a que el profesor de Filosofía Teórica mostrara un nivel ejemplar de actualización, como puede verse en el ejemplo haber realizado la primera referencia filosófica a Michel Foucault a partir del extenso estudio preliminar que realiza en 1954 a Le Réve et L’existence. Quizás ello pueda pensarse al día de hoy como un acontecimiento, dado las crecientes publicaciones de los manuscritos del filósofo francés en la década del 1950, contribuyendo a repensar la recepción filosófica de Michel Foucault en la actualidad, y menguar -nunca saldar- la deuda que mantenemos aún con Mario Silva García.