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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

versão On-line ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.100 Ciudad Autónoma de Buenos Aires  2021  Epub 05-Jan-2021

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi100.3982 

Artículo

Masculinidad y Moda: el Dandismo en Argentina

María Belén Lopez Rizzo* 

* Profesora de Historia, Universidad Nacional de la Plata. Periodista de Moda, EBA y Tea & Deportea. Diploma Superior en Educación, Imágenes y Medios (FLACSO). Profesora Universidad de Palermo, Área Moda y Tendencias de la Facultad de Diseño y Comunicación.

Resumen

El siguiente trabajo retoma la historia del dandismo argentino para comprender la relación entre mundo de la moda y la construcción de la identidad de la clase dirigente. Percibiendo la construcción de la masculinidad antes de la sociedad de masas. Este espacio de estudio se construye desde una mirada interdisciplinaria en la que la antropología, la historia, la geografía y la sociología se unen para comprender la complejidad del vestir como “práctica social y corporal contextuada” (Entwistle, 2002).

Palabras claves: masculinidad; dandismo; identidad; espacios de sociabilidad.

Abstract

The following work takes up the history of Argentine dandism to understand the relationship between the world of fashion and the construction of the identity of the ruling class. Perceiving the construction of masculinity before mass society. This study space is built from an interdisciplinary perspective in which anthropology, history, geography and sociology come together to understand the complexity of dress as “contextual and social body practice” (Entwistle: 2002).

Keywords: masculinity; dandism; identity; sociability spaces.

Resumo

O trabalho a seguir retoma a história do dandismo argentino para entender a relação entre o mundo da moda e a construção da identidade da classe dominante. Percebendo a construção da masculinidade diante da sociedade de massa. Esse espaço de estudo é construído a partir de uma perspectiva interdisciplinar na qual antropologia, história, geografia e sociologia se reúnem para entender a complexidade do vestuário como “prática corporal contextual e social” (Entwistle, 2002).

Palavras chave: masculinidade; dandismo; identidade; espaços de sociabilidade.

Introducción

La moda masculina ha sido un campo poco estudiado en nuestro país, en tanto práctica de sociabilidad y constructor de masculinidades en los espacios centrales de poder. Tal como lo expresa Robert Morrison MacIver (1931), la moda es un vehículo, una expresión de las identidades de grupos concretos o aspiraciones de pertenecía a una clase social. Es decir, la moda es un hecho social que se configura colectivamente a través de normas que regulan el comportamiento en el espacio público en un determinado contexto.

El dandismo es el perfecto ejemplo de este proceso. Expresión de clase, de cambio de mentalidades, de espacios de sociabilidad y de identidad moderna, el estilo Dandi, buscaba ante todo la distinción respecto de la clase aristocrática (nobleza de corte). El dandi presentaba una apariencia de extrema sencillez y pulcritud en sus vestimentas. Aunque no sólo su indumentaria era diferente, sino también su conducta corpórea; una manera propia de andar, de hablar, de actuar y de gesticular. Esta expresión resume el cambio en el cuerpo, la vestimenta y la posición social en un determinado contexto histórico.

El dandismo en Argentina y Latinoamérica aparece en los iniciados de los respectivos procesos de consolidación de estados nacionales. La importancia de los viajes internacionales y la referencialidad de las grandes capitales europeas (Londres, Paris), ponen al dandismo como un claro ejemplo del mencionado proceso internacional y continental.

Hacia el final de largo siglo XIX, el Estado Argentino se encuentra en la fase de consolidación y su inserción en el capitalismo, por lo tanto, la dirigencia política y los intelectuales imitaron el lenguaje de la moda de la burguesía. Así, las clases sociales altas y protagonistas de este proceso reprodujeron el dandi inglés y francés como modelos de estilo.

En Argentina el dandismo fue apropiado por los conservadores terratenientes y autonomistas, para reforzar su lugar dentro del gobierno que buscaba imitar a Inglaterra en todas sus formas, incluso la de sus caballeros. Es decir, el hombre es liberal y conservador, tal como lo define Alberdi, es un auténtico gentleman. Una clase social que se hace fuerte luego de la derrota de Juan Manuel Rosas en Caseros. Expresan valores opuestos a los del caudillismo y los líderes populares, son los civilizados, intelectuales, cultos, masónicos y así, sus prácticas sociales se inspiran en las vidas de personajes como George Brummell, el conde D´Orsay y conde Montesquiou.

El XIX en un siglo de transformaciones en donde, la urbanización y el capitalismo no sólo cambió la geografía, sino que también trasformaron las relaciones sociales. La ciudad se convierte en una amenaza para el burgués, es por ello que se generan espacios propios y restrictivos como epicentro de sus acciones. Por consiguiente, el artificio de la moda juega un papel fundamental dentro de los espacios urbanos adecuados para la sociabilidad en la construcción de la diferenciación de clases.

En ese sentido, el dandismo en tanto problema u objeto de estudio, se lo explora, como un punto de tensión cuyo análisis puede contribuir a visibilizar dimensiones de la problemática de género y construcción de espacios de sociabilidad. Por lo tanto, el dandismo es una expresión histórica de una modalidad de masculinidad que surgió a mediados del siglo XIX en Europa y en el contexto de la consolidación internacional de un sistema de producción y un sistema geopolítico de organización internacional del trabajo. Gracias a este contexto, pudo expandirse rápidamente como una modalidad de visibilización de nuevos tipos sociales surgidos en ese proceso histórico.

Tomando todas estas cuestiones enunciadas en el siguiente artículo aborda al dandismo argentino de fines del siglo XIX (1880-1916), como eje articulador para comprender la construcción de la masculinidad y su rol dentro de la moda, así como las relaciones de poder subyacentes en los espacios de sociabilidad propios del hombre intelectuales y dirigentes decimonónicos. Este trabajo se piensa y desarrolla como punto de partida para promover y fomentar futuros campos de investigación en donde se articulen alguna de estas cuestiones.

Masculinidad y el mundo de la moda

La moda se inscribe entre las normas sociales involucra parámetros de clase, de convivencia, de sociabilidad. Por ello hay una relación simbiótica entre indumentaria, cuerpo y sociedad que generan modos de aparentar según los vínculos sociales y el contexto en el que se desarrolla (López Rizzo y Miguez, 2015). Así mismo las reglas del vestir regulan y configuran los géneros, entendiéndolos como una construcción social determinada por el espacio tiempo. Por lo tanto, el género también determina las formas del vestir, reforzando los roles que cada uno tenga en los espacios de sociabilidad (Faccia, 2019). Teniendo en cuenta estos argumentos, se piensa que el dandismo es un ingeniero de la masculinidad en la Argentina decimonónica.

Tomando como referencia la propuesta de Kimmel (1997), la masculinidad es un significado dinámico, que se construye a través de las relaciones sociales y culturales, que además se contrapone a las minorías. A través de esa reflexión se podría afirmar que la masculinidad es una marca de dominación y poder. Entre 1880 y 1914 los autodefinidos como dandis en Argentina pertenecen a los sectores dominantes que conforman la llamada Generación del ´80. Es así como masculinidad, dandismo y sectores gobernantes dialogan en conjunto durante el conservadurismo nacional.

El siglo XIX, es protagonista del proceso de consolidación de lo que llama Bauman (2000), como Modernidad Sólida. El ascenso de la burguesía implicó un cambio de paradigma social, económico y cultural que marcó a occidente para siempre. En este proceso la burguesía fue definiendo sus parámetros y reglas de clase, que tuvieron herramientas como la indumentaria. La imposición del uso del traje es el reflejo de esta cuestión. Para Analía Faccia (2019), esta prenda marca la frontera entre los géneros. Concibe una masculinidad que se caracteriza por “lo universal, público y productivo”, opuesto a la femineidad. Las mujeres quedaron circunscriptas a la esfera doméstica y su espacio fue menospreciado por la sociedad liberal. Por consiguiente, los espacios ocupados por los hombres fueron valorados social y culturalmente. Asimismo, contaron con la posibilidad de participar en la política, excluyendo a las mujeres de ese espacio vital de la ciudadanía (Faur, 2014; Faccia, 2019).

El vestuario masculino se simplifica y el de la mujer se ornamenta (Zambrini, 2010). El dandi es una transición entre esta separación tajante, tal como lo afirma Baudelaire “el dandismo aparece sobre todo en épocas transitorias…” (2013, p. 239). El pintor de la vida moderna refleja el espíritu de la época dandi y sus implicancias sociales. Explica que sus modos, sus prácticas y su indumentaria imprimen una nueva aristocracia en ese proceso de transición a la democracia que no se hace efectiva. La expansión del dandismo al mundo y los cambios en el contexto histórico hicieron de este algo más que una forma de vestir. Reflejo de ello es su auge en Argentina durante el fraude electoral y la participación política limitada entre unos pocos.

Argentina comienza la segunda mitad del siglo XIX con una dirigencia política conservadora, que representa los ideales del modelo agroexportador y que por lo tanto personifica los ideales positivistas y liberales, principalmente ingleses. La coyuntura que va desde 1880 a 1916, marca vastas transformaciones que establecen la Argentina Moderna (Lobato, 2000). La construcción de la aristocracia terrateniente estuvo signada por la imitación-distinción que lo llevaron a ser la clase dirigente durante el periodo (López Rizzo y Miguez, 2015). Muchos de ellos corresponderán al dandismo. Será el frac y el sombrero los elementos distintivos de masculinidad que muestran la elegancia y galantería necesaria para los espectadores críticos que juzgan a estos hombres públicos, refiere Pilar de Lusarreta (1999) en su análisis sobre el Doctor Quintana. Para la autora el frac es la prenda esencial del guardarropa del presidente, tal es así que ante las miradas críticas y caricaturescas él nunca perdió su estilo refinado y elegante.

El estudio del vestir como “práctica social y corporal contextuada” (Entwistle, 2002, p. 9), demanda comprender los aspectos discursivos y representativos del vestir y el modo en el que el cuerpo-vestir está atrapado en las relaciones de poder y de género orientado al mundo social a través del uso de determinada indumentaria.

Por consiguiente, se piensa el dandismo como un punto nodal donde se entrecruzan estudios sociales de género, sociabilidad e identidad. Justamente, la moda está compuesta por la relación intrínseca entre el cuerpo-vestimenta-posición social, demostrando ser una perspectiva para el análisis del entramado social y político en un contexto histórico determinado (López Rizzo y Miguez, 2015). Entendiendo por lo tanto el dandismo como esta expresión de la moda en tanto manifestación social de clase y masculinidad en el contexto de construcción de la élite gobernante de nuestro país.

En síntesis, la masculinidad tuvo como herramienta fundamental a la moda. Tal es así que dividió a los géneros y los espacios de sociabilidad para cada uno de ellos. Los valores de la nueva clase en el poder se significarán en el atuendo masculino que buscará hacer visible el dispositivo de masculinización, aquel que representará la propiedad y lo apropiado. Así el frac y la levita, como los bigotes y la galera serán parte elemental de la distinción de clase, pero también los modales, el comportamiento en el espacio público serán vitales para que los hombres construyan su reputación de machos de la generación del ´80.

El dandi y la generación del ´80

El dandismo europeo

En el siglo XVI y XVII, la indumentaria masculina replica el estilo de corte, en donde los colores y la ornamenta son esenciales para la identidad estamental. La Doble Revolución, implicó, “un combate entre la seda y el paño” afirma Balzac (2013, p. 53). Así la simplificación en el vestir de los hombres marca el ascenso de la burguesía inglesa y francesa respectivamente. La filosofía dandi, toma los estandartes revolucionarios de, simplificación, naturalidad, libertad, fraternidad, en tanto relacionados con la razón para construir su estilo de vida. El dandi no solamente implica el vestir, sino también involucra un estilo de vida propio de la creciente burguesía decimonónica. Relacionado con esta cuestión, se desarrollan los roles de género determinados por los espacios que se ocuparan en la sociedad y en el consumo.

Hablar de dandi o dandismo siempre remite a los escritos de un referente en el tema: Charles Baudelaire. Sus obras son crónicas que retratan su época y, por lo tanto, son fuente necesaria para hablar del prototipo del dandi tal como lo enuncia Valerie Steele (2018). Así este actor social, es “rico y ocioso” y “su profesión es la elegancia”. Para Baudelaire (2013), el dandi es un artificio en sí mismo que se apartaba de sus ideales. Por lo tanto, puede afirmarse que el vestir es una práctica constante, que requiere conocimiento, técnicas y habilidades.

“No hay práctica dandi que no tome el propio cuerpo por objeto” (Pauls, 2013, p. 10), los dandis son hombre de praxis. Sólo le interesa causar efecto en el espacio público, pero con naturalidad y armonía (Barbey d´Aurevilly, 2013). Por lo tanto, el dandi hace de su vida, rebelde y pasiva a la vez. El dandi persigue su identidad desde lo personal, es trasgresor y se burla permanentemente de quienes lo rodean. Es el individuo, es centro de todo, pero no puede ser quien es, sino tiene la aprobación del público. La apariencia era la esencia del dandi. Estos hombres llevan horas delante de un espejo vistiéndose, pero ese hedonismo toma sentido cuando se socializa.

Por lo tanto, el dandi, asociado al ocio y la vida elegante, se encuentra en medio de los cambios de la Modernidad, tanto en la estructura como en la superestructura. Si bien los contemporáneos consideran a esta comunidad, como frívola y sin talento alguno, demuestran en sus propios relatos la importancia que se le otorgó para el desarrollo de la burguesía en crecimiento.

El creador del dandi es Breau Brummell, también llamado “El Bello”. Decidió que su estilismo se convirtiera en un símbolo de resistencia ante la corte y a su vez su estilo de vida es una “ética en el sentido foucaultiano” (Retana, 2013, p. 197). Es decir, el dandi tiene absoluto autocontrol de su indumentaria, de su cuerpo, de sus modos, de su expresión.

Además del estilo dandi, Brummell crea el traje masculino. El Bello Brummell llevaba corbata, o un pañuelo blanco anudado en el cuello, guantes que se amoldaban a su mano, pantalones ajustados y la famosa levita oscura, generalmente en color azul, prendas y complementos, que hacen de este personaje un hombre cautivador en la corte del Príncipe de Gales.

El dandismo francés le dio una nueva impronta al estilo, desarrollado durante el romanticismo. El referente en este contexto fue el conde D´Orsay. Esta celebridad introduce algunos cambios en la formalidad del vestir para que el hombre se sienta más cómodo y confortable. El conde cambia las reglas del vestir al seguir simplificando las prendas. Así para fines del siglo XIX, el dandismo se dedicó a la belleza intelectual, a seguir las expresiones artísticas, escuchar música clásica, es decir, se dedicó a participar en actividades de ocio.

El dandismo desembarca en América

En esta última etapa el dandismo “desembarco en América Latina” (Sutherland, 2011, p. 20). Así como afirma Juan Pablo Sutherland, el dandismo excede el espacio europeo para desarrollarse en nuestro continente. Para este autor, los dandis latinoamericanos tendrán un sello personal asociado a las letras y los medios masivos de comunicación en donde critican los patrones socialmente establecidos.

En el caso de América Latina el dandismo es un tipo ideal nuevo. En él circulan signos de Europa y de aquí, es cosmopolita, es una metamorfosis criolla en París. Los dandis latinoamericanos entre los que se encuentran dirigentes, intelectuales, escritores, artistas, entre otros, es una zona de contacto o espacio dicotómico, en donde circulan destrucciones y contratiempos de género, clase y habitus. Estos opuestos también fluctúan como péndulo entre la productividad y el ocio o entre la ostentación y el desprecio por la riqueza. Estos puntos serán profundizados en futuros trabajos de investigación.

Del gentleman y de la generación del ´80

Teniendo presente estas particularidades continentales en Argentina se construye un dandismo en esta sintonía. Los dandis en nuestro país se configuran a partir de la caída de Juan Manuel de Rosas. El dandismo argentino capitaliza la herencia europea y supera el choque entre la época criolla, rosistamitrista y la modernidad positivista (Jitrik, 1968). En concordancia con Susan Hallstead (2016) es pertinente denominar a los hombres del periodo 1880-1914 como gentelman, ya que estos dandis imitan el dandismo inglés.

“El ideal de caballero era elitista” (Steele, 2018, p. 124). El dandi inglés, pertenece a la clase dirigente, él es una amalgama de elementos aristócrata latifundista y liberales e individualistas (Steele, 2018). Así las clases dirigentes ya no provienen de cuna, sino que se hacen en el vestir, para convertirse en los caballeros que caminan en el espacio público y causan efecto. “Es una revolución individual contra el orden establecido”, afirma D´Aurevilly en Del dandismo y de George Brummell (2013, [1861] p. 277).

Escritores dandis como Lucio V. Mansilla, intentan trazar una identidad propia del dandismo en nuestro país, expresaba así en uno de sus escritos, “el quid de la elegancia no es imitar un modelo” (Lusarreta, 1999, p139). Mansilla, no es un dandi más, es el creador del dandismo nacional. Recorre la calle Florida y luego habla entre los indios ranqueles. Fue él quien tuvo contactos con los dandis europeos y que intenta que el estilo cruzara el océano. Este personaje, en su vida política e intelectual, fue un romántico y positivista con un ferviente convencido en el progreso.

Podría reivindicarse otro dandi que también se relaciona con los tópicos teóricos aquí desarrollado es Manuel Quintana. Él es el arquetipo de dandi porteño, liberal conservador de la generación del ´80. Pilar de Lusarreta (1999), lo describe como un hombre puntilloso, que demostraba elegancia no sólo en lo que vestía sino también en su andar. Su figura es cautivadora, impoluta, realza sus trajes con un andar sin igual. Para la autora el dandismo fue para Quintana un medio para reafirmar su personalidad política.

Escritores de la talla de Eduardo Wilde, Mansilla o Miguel Cané, son referentes de la Generación del ´80 y representantes del estilismo gentleman. Estos portadores de una buena posición económica y social escriben al igual que Baudelaire sobre los cambios repentinos que traía aparejada la Modernidad. Así con un tono de añoranza permanente por un pasado mejor muestran una contradicción ya que al mismo tiempo su posición social impulsa la modernización (Terán, 2012). Característica propia del dandismo en América Latina.

La generación del ´80, son “hombre de distinción” afirma Noé Jitrik. Una distinción que se manifiesta por dentro y por fuera. El vestir, es de vital importancia para ellos. Un buen sastre, un sombrero a la moda, acompañado de un refinado gusto por las artes, el buen comer son quienes frecuentan las galas del Colón o asiste a recepciones diplomáticas, son las características del apropiado gentleman argentino (Jitrik, 1968). Caracterizados también por la distinción en los sentimientos:

se venera a ´tatita´, se es generoso con las amantes y correctísimo con las esposas, se es protector y distante con los hijos, los sentimientos corresponden a personalidades viriles, es decir nada de estridencias ni de gestos demasiado expresivos. Todo este ceremonial es evidentemente aprendido y contrasta con la sencillez preliminar, sustentada por los viejos porteños […]” Jitrik, (1968, p. 81-82)

La idea y práctica de la distinción en estos hombres se representa en una real y marcada masculinidad que percibe los valores culturales tradiciones en donde los sentimientos son ocultos, las amantes son necesarias y las esposas sumisas y respetadas por los caballeros.

Así mismo la distinción dandi característico de los ´80, tiene su espacio de sociabilidad: el club. Este espacio es el epicentro del culto masculino, allí se exhiben los dotes actorales de los dandis, el señorío y la distinción. Además, los clubes reflejan el espacio de ocio, que hacen a la esencia de estos hombres. El club sintetiza lo interior y lo exterior de la Argentina decimonónica, no es un espacio enteramente privado, pero sí exclusivo. Por eso es imposible ingresar al Jockey, al Círculo de Armas, al Club del Orden o al Club del Progreso. Cada uno de ellos representan los espacios en donde los gentleman reciben esa ansiada mirada del otro, que los juzga y lo completa en su ser individual y hedonista.

Es a fines del siglo XIX cuando la sociedad argentina experimenta de modo vertiginoso las transformaciones sociales, culturales y urbanísticas que rompen la vieja “gran aldea” que era Buenos Aires. Con la mutación de la ciudad capital y la consolidación de nuevos núcleos urbanos producto de estas transformaciones generales del país (La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata, Rosario). El dandismo surge en esas coordenadas como expresión de una tendencia a la diferenciación social y la consagración de sentidos que generen una identidad en medio de la vorágine. En ese sentido, la ciudad aparece como el escenario clave para el surgimiento de pautas de sociabilidad nueva. Las nuevas planificaciones urbanas imprimen al hábitat cotidiano de la sociedad una nueva concepción del espacio cotidiano, el desenvolvimiento de los cuerpos y la etiqueta en ellos practicada.

Sumando a estas transformaciones espaciales la oleada migratoria expulsó de los bares y cafés a la exclusiva élite, que ahora horrorizada tenía que compartir espacios con la “turba”. Todos los gentleman comienzan a expresar la imposibilidad de convivir con los extranjeros y el temor de un ascenso social de estos. La sociedad de masas atenta contra la cultura de la élite. El miedo era generalizado, sobre todo esto último, para intelectuales como Cané “la invasión amenazaba con penetrar en su clase social” (Terán, 2012).

Ante el hecho de argumentar sus ideas xenófobas, Cane en 1884, visibiliza un reforzamiento de la masculinidad del gentleman intelectual:

No tienen idea de la irritación sorda que me invade cuando veo a una criatura delicada, fina, de casta, cuya madre fue amiga de la mías, atacada por un grosero ingénito, cepillado por un sastre, cuando observo sus ojos clavarse bestialmente en el cuerpo virginal que se entrega en su inocencia […]Mira, nuestro deber sagrado, primero, arriba de todos, es defender nuestras mujeres contra la invasión tosca del mundo heterogéneo, cosmopolita, hibrido, que es hoy la base de nuestro país […] Salvemos nuestro predominio legítimo, no sólo desenvolviendo y nutriendo nuestro espíritu cuando es posible, sino colocando a nuestras mujeres, por la veneración, a una altura a que no llegan las bajas aspiraciones de la turba (p. 120).

Las mujeres son frágiles, se encuentran sin poder actuar ante el extranjero que las miras. La otredad amenazadora es descrita a través de la indumentaria. Aquí el gentleman, expresa los ideales de masculinidad heroica, fuerte, patriarcal y nacional. Por consiguiente, la masculinidad de la generación del ´80 se construye a través de dos cuestiones centrales, de los cánones del vestir y el comportamiento (el pasado añorado) y el desprecio por las minorías (el extranjero). En ese sentido, el dandismo permite observar no solo las derivas de una sociabilidad organizada por el género sino también por la territorialidad.

En síntesis, el dandismo aparece como un hilo conductor de pautas de organización de una masculinidad, caracteres de clase dominante y control de espacios de sociabilidad, que se reflejan en la indumentaria y el estilo de vida.

Conclusión

El dandismo, aparece como un claro articulador de variables que consolidan un tipo de sociabilidad nuevo, dado que para su despliegue requiere de una serie de insumos y trayectorias sociales nuevas, a saber: una construcción de masculinidad configurada en la exclusividad de atuendos y comportamientos; nueva etiqueta social regida por la aparición de los clubes; una élite intelectual que se ocupa de su imagen, de su comportamiento y que construye su accionar nacional a través de la exclusión y marginación de los nuevos actores sociales: los inmigrantes.

A lo largo de este trabajo a través de las premisas de masculinidad, moda y espacios de sociabilidad que encuentran en el estilo dandi tiene un principio vinculador. El dandi argentino, pone en juego dialéctico, las relaciones de género y de posicionamiento social dominante, excediendo lo tradicionalmente relacionado con una práctica del vestir.

Resulta que la construcción de la aristocracia o elite decimonónica se vincula con la imitación-distinción a través de la vestimenta y el comportamiento en los espacios de sociabilidad. Hablar de dandi en nuestro país es hablar de gentleman ya que la Generación del ´80 imita al estilismo inglés. La exclusividad y la distinción no sólo se refleja en el ser individual sino también en el colectivo a través del desarrollo de clubes o espacios de ocio. Este trabajo propone seguir pensando la complejidad del dandismo argentino, así como en el resto de América Latina para continuar reafirmando que el vestirse no es una necesidad, sino es una herramienta, un lenguaje propio que permite socializar en el espacio público.

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Recibido: 01 de Octubre de 2019; Aprobado: 01 de Diciembre de 2019; : 01 de Noviembre de 2021

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