Introducción
La arquitectura es una disciplina anticipatoria, donde intervienen la razón y la intuición. El desarrollo del proceso proyectual en la arquitectura, implica una actividad de síntesis a partir de datos provenientes de vertientes múltiples que se articulan entre sí, a través de una trama compleja de relaciones. Aspectos vivenciales, simbólicos, espaciales, técnicos, conformativos y funcionales se combinan en una nueva identidad, que tiene una magnitud distinta a la de simple adición.
La teoría y el hacer
El pensamiento proyectual se define, se construye y desarrolla a través de la acción, en un hecho de complejidad indeterminada, propia de los sistemas abiertos; que acepta la incertidumbre y cierto grado de imprecisión, al incluir la presencia de lo aleatorio pero sin excluir la capacidad de organización. Se entiende así, como un proceso de definición sucesiva: interactivo, abierto, recursivo (Morín, 2001) y superpuesto, donde cada fase requiere de conceptos, procedimientos y representaciones particulares. Quizás una de las mayores dificultades del pensamiento en general y del pensamiento proyectual en particular es enfrentar la complejidad. Esta dificultad es particularmente relevante en el aprendizaje de los procesos proyectuales, en momentos en que se forma un pensamiento disciplinar. El sujeto, inmerso en el contexto de indeterminación propio de la naturaleza del proceso proyectual, debe confrontar sucesivas incertidumbres para incorporar de manera simultánea una gran cantidad de variables: organizarlas, categorizarlas y comprenderlas en unidad, realizando un proceso de síntesis.
Algunos esquemas de pensamiento filosóficos basados en la interpretación en primera persona, proponen la participación directa del hombre en el mundo variable e impredecible a través de su experiencia y percepción personal. Para Merleau Ponty (1973), quien entiende a este esquema como el estudio de las esencias de la conciencia y la percepción, el mundo solo se entiende desde la existencia del sujeto, desde su facticidad, desde sus actos, desde el hacer.
El sujeto que rompe con el modo acostumbrado de vincularse con el mundo, necesita profundizar su relación con el espacio. Su nuevo modo de ver le exige despojarse de antiguas maneras de vincularse con el mismo a fin de imaginar inéditas correlaciones entre la conciencia del sujeto (accesibilidad, darse cuenta) y las vivencias en el espacio (lo que aparece en él y cómo se percibe). La fenomenología como modo de ver es además un método propuesto por E. Husserl (1959), el cual implica tres momentos: 1) suspender las actitudes naturales, cuyo resultado obtenido son las vivencias de la conciencia en total pureza; 2) conducir direcciones hacia las esencias, a fin de revelar constantes e invariables; 3) conocer, acceder a la conciencia. Transitar estas fases permite acercar al sujeto a todo lo que ocurra en el espacio donde actúa, concebirlo e interpretarlo.
La proposición de ida hacia las esencias (del objeto), y casi en simultáneo de vuelta hacia las proyecciones (a cargo del sujeto), hace pertinente el hacer consciente lo que sucede en este proceso de transferencia entre sujeto y objeto, es decir evidenciar toda manifestación generativa y/o cambiante del espacio, presentes entre objeto y sujeto. Aquí, cabe la pregunta por: ¿cómo hacer consciente los procesos en general y las manifestaciones generativas del espacio, en particular?
La generación del espacio adquiere una relevancia decisiva dentro del proceso proyectual de la arquitectura, refiere a aquellos momentos de toma de conciencia, que son determinantes para el desarrollo posterior que conduce a la concreción de un proyecto. Proyecto, entonces, como dispositivo que reúne y condensa las transferencias que se suceden entre sujeto y objeto. Tales instancias generativas abarcan dos aspectos simultáneos y complementarios; por una parte el trabajo de ejecución, procedimientos y prácticas para la concreción del espacio; y por otra el trabajo de concepción, pensamiento y reflexión para inducir manifestaciones del espacio.
Por su parte, los procedimientos se identifican fundamentalmente con acciones, son los modos de hacer que movilizan el proceso proyectual, son operativos y responden a una actitud exploratoria, ya sea de manera consciente o no. Los procedimientos son los encargados de la transformación, característica de todo proceso; habilitan la apertura del proyecto hacia la modificación, la participación o la adaptación a nuevas condiciones. Son heterogéneos, abiertos, momentáneos, no-lineales. Son metodologías de negociación (Soriano, 2001), que no deben prefijarse sino inventarse. Por otra parte, el trabajo de concepción dentro del proceso proyectual supone un acto intelectual, reflexivo, que es clave para la construcción de la dimensión teórica y procedimental de la disciplina. Precisar la operatoria de dicha concepción resulta desbordante, ya que responde a operaciones mentales sumamente personales; pero existe una certeza en reconocer la necesidad intrínseca de una práctica, un hacer previo y simultáneo que provoca la reflexión y genera el pensamiento. Bajo esta mirada, y considerando a la toma de conciencia, a la concientización como lo aprehendido, lo reflexionado, lo pensado, devenido de las vivencias, de lo experimentado, lo explorado, lo hecho; se supone a este mecanismo cognitivo como la instancia del pensar, la cual deviene de una instancia previa de hacer/pensando, la que implica que en el preciso instante que se hace, también se piensa, aunque sea de manera inconsciente.
De aquí la relevancia de la concientización frente a aquello realizado a partir del hacer/pensando como construcción posterior a ésta: instancia de pensamiento. Desde esta perspectiva, puede decirse que una de las relaciones entre la teoría y el hacer, consiste en entregar al sujeto a la experiencia y realizar lecturas posteriores a fin de descifrar lo actuado, lo cual, como proceso de concientización, apunta a sacar a la luz aquello no evidente materializado como construcciones teóricas en primera persona, devenidas de la actuación del sujeto en relación al objeto de estudio.
La investigación y la práctica
La primera intención del sujeto -en tanto investigador- es adoptar una actitud experimental, como se mencionó anteriormente, de hacer/pensando; y la segunda, relativa al objeto explorado -ensayos experimentales- es la de abordarlo desde una actitud reflexiva, teórico-crítica, de concientización. Detenidos en esta deducción, recurrimos a ideas de Cesar Naselli en relación a la investigación en el ámbito de la arquitectura.
La concepción de ir desde la práctica hacia la teoría, invirtiendo el orden académico tradicional, se resume en la frase que siempre repetía en sus clases - pensar haciendo-; y que proviene de los teóricos de la Bauhaus. La interrelación entre pensamiento y acción es una de las constantes de su propuesta e implica una invitación a investigar en nuestra disciplina (Moisset, 2013).
Retomando la pregunta por el cómo hacer consciente tanto los procesos como las manifestaciones generativas del espacio, expresa concretamente Naselli:
Un proceso es el desarrollo de las fases de un fenómeno dinámico, natural o artificial que recorre un camino para llegar a un arribo. Esta concepción de proceso, lo vincula con método (camino). Por lo tanto todo hacer tiene subyacente un proceso y un método construido sobre él, después de una elaboración crítica más o menos consciente del primero por parte del diseñador (Naselli, 2007).
De estas citas se desprende que la evolución de una manifestación del espacio que atraviesa un proceso en un tiempo real, puede ser abarcado a posteriori mediante la construcción de un método edificado sobre aquel. ¿Podría decirse en consecuencia, que el contacto entre sujeto (investigador) con el objeto (manifestaciones espaciales), sus vínculos y evoluciones (proceso), es pasible de ser reconstruido (método)? Desde esta perspectiva: ¿está el proceso teñido de una actitud de hacer/pensando y el método de toma de conciencia? Aventurando una respuesta, podría decirse que es el método el instrumento capaz de hacer consciente tanto el proceso como la evolución de las manifestaciones cambiantes y generativas del espacio.
Naselli plantea entonces que el método no solo es un instrumento de reconstrucción teórica sobre lo hecho, sino que es además, un instrumento para el hacer. De aquí pueden desprenderse dos dimensiones del método. La primera, de mirada retrospectiva, claramente expuesta en lo anteriormente descripto. Y la segunda, de mirada prospectiva, ya que aporta un instrumento para el hacer aplicable o transferible al ámbito de la proyectualidad. Desde esta visión, se podría afirmar que una investigación de tipo proyectual propone la construcción de un método (construcción de argumentaciones teóricas), que a través de herramientas prácticas (procedimientos, experimentaciones), puede abordar comportamientos generativos o cambiantes relativos al espacio.
Ahora bien, dentro de esta línea de investigación relativa al proyecto, emerge una posibilidad muy específica que refiere a indagar en el hacer, procedimientos y experimentaciones dentro del ámbito académico, en instancias formativas del proceso proyectual. El sujeto investigador se enfrenta así a un objeto de estudio que es múltiple, diverso; signado por la intersubjetividad, por las relaciones que se plantean entre las instrumentaciones propuestas por el docente y las producciones académicas que realizan los estudiantes. La investigación se presenta entonces como oportunidad de profundizar en los procesos de enseñanza-aprendizaje y permite a la vez consolidar una base conceptual y procedimental referente al espacio y sus instancias generativas. Nuevamente, el método en sus dos dimensiones -retrospectiva y prospectiva- cobra valor y sustento a través de indagar en el material generado, tanto por docentes como por estudiantes, y de la posibilidad de incidir en producciones futuras.
Las relaciones entre el sujeto investigador y el objeto de investigación están mediadas por tareas de sistematización. Dicho trabajo habilita la revisión, organización y reorganización de pautas y consignas; ofrece la posibilidad de nombrar, designar y valorar producciones académicas, tanto a nivel de acciones como de resultados concretos; y se orienta a la detección de claves que permitan reelaborar y profundizar en las instrumentaciones que les dieron origen. Esto es, la definición de métodos de registro, lectura y análisis, junto a la posibilidad de establecer clasificaciones, categorías, indicadores y variables, referidos a los conceptos espacio y procedimientos generativos. Podría constituirse en método que recoge, por un lado, el planteo de Naselli, en tanto reconstrucción teórica sobre lo hecho, y se apoya, por otro lado de manera inevitable, en la fenomenología en tanto método propuesto por Husserl.
Metodología como mediadora
La metodología propuesta para una investigación de tipo proyectual supone, en primer lugar, un planteo inédito, diferente a las metodologías de investigación consagradas. Requiere de un conocimiento básico acerca de tipos de estudio y técnicas que se integran, se aplican y se entrecruzan con tareas experimentales relacionadas al proyecto y con fenómenos relativos al espacio y sus instancias generativas. Por lo tanto es una metodología que surge de los modos de hacer propios del proyecto, de su modo intrínseco de producir conocimiento.
A fin de comprender la aproximación a manifestaciones del espacio explorado, evidentemente subjetivo, es necesario tener en cuenta herramientas, técnicas y materiales a implementar en la investigación. Las herramientas se presentan como medios o instrumentos operativos, analíticos, a través de los cuales es posible acercar a un objeto de estudio. Los materiales y técnicas son recursos para investigar. Los materiales, por un lado, se refieren a la materia con la que se ejecutan las experimentaciones, y por otro lado, a posteriori, se refieren a aquellos resultados que surgen de la aplicación de las herramientas, el producto de las experimentaciones. Las técnicas son las habilidades con las que cuenta el investigador; también a posteriori, se constituyen en los criterios de orden para la valoración del producto extraído.
Se trata entonces, en nuestra experiencia, de investigaciones directas que suponen acciones de observación, análisis, inducción y síntesis, a través de una serie de actividades relacionadas. Aquellos tipos de estudio mencionados requieren de una producción previa, la existencia de objetos experimentales concretos sobre los que realizar la observación y el análisis. Las actividades se suceden así en una secuencia no siempre ordenada. Un estudio exploratorio, que permite identificar el fenómeno de la investigación, la manifestación del espacio y sus procedimientos generativos, para establecer categorías conceptuales. Un estudio descriptivo, que permite identificar características y variables de los productos y resultados experimentales, para extraer datos cuantitativos y cualitativos. Un estudio correlacional, que habilita comparaciones a partir de categorías, indicadores y variables, y establece relaciones en la implementación de un sistema. Un estudio explicativo, que permite consolidar dichas relaciones sobre las manifestaciones estudiadas, relaciones entre las producciones y las acciones que le dieron origen, para conducir a la generación de conclusiones, argumentaciones teóricas desde el hacer y para el hacer.
Las estructuras de investigación de este tipo pueden percibirse como inversas a las acostumbradas, incluso, el investigador puede sentirse momento tras momento desorientado, desprotegido. Esto podría deberse a que el marco teórico no se construye hasta tanto comienzan las etapas finales, de conclusiones que aproximan argumentaciones teóricas. No obstante, al inicio de la investigación es necesaria la definición de un esbozo de teoría, que propone motivaciones personales, categorías conceptuales, estrategias experimentales, antecedentes y referentes al tema. Pero no es hasta avanzada la investigación que el mismo se profundiza y cobra real sentido, se evidencian los fundamentos a partir de lo hecho y lo pensado, se identifica y se nomina absolutamente todo detalle que haya inferido en el proceso. Así, en cada una de las etapas (fases o momentos), las herramientas (medios o mecanismos), las técnicas (actitudes o habilidades) y los materiales (producciones u objetos concretos), encuentran su propio ámbito en este modo de investigar. Esto no podría ser de otra manera, si el marco teórico se cerrase al principio, limitaría en demasía los pre-supuestos y en consecuencia los resultados que pudieran sucederse desde lo intuitivo-experimental. La investigación propone desde el inicio sugerencias desnudas, sin pre-supuestos, lo cual podría aparentar ausencia de límites, pero no por eso, ausencia de estructuras.
La fundamentación general, en relación al planteo conceptual y al trabajo de interrelaciones que surgen del mismo, es abordada en un marco de referencia conceptual, que se construye de manera secuencial durante las diferentes etapas de la investigación. Cada una de las etapas desarrolladas en la investigación se organizan en tres instancias: un marco de referencia conceptual, que a su vez sustenta la tarea específica referida a la construcción de un sistema de relaciones y el análisis de prácticas de la disciplina contemporánea, como instancia de verificación en la realidad de las relaciones propuestas. Las relaciones que se establecen entre las tres instancias, que avanzan secuencialmente en durante las etapas de la investigación, se concretan en la última etapa habilitando la producción de argumentaciones.
Argumentaciones teóricas desde el hacer para el hacer
Este último apartado del artículo, que revisó relaciones entre teoría y hacer / investigación y práctica, proponiendo a la metodología como mediadora, tiene la intención de reflexionar sobre los tramos finales de diferentes investigaciones, en términos genéricos, enfocando aspectos metodológicos y profundizando en las motivaciones que les dieron origen. El propósito, en definitiva, es ofrecer estas reflexiones como impulsores y puntos de partida de futuras y nuevas indagaciones acerca del espacio.
En términos generales, el trabajo de investigación se aborda con la objetivo de generar conocimiento específico de la disciplina en su hacer proyectual, tanto a nivel de pensamiento y modos de proceder, como a nivel de representaciones y concreciones. De manera específica, la investigación proyectual en docencia, se orienta a generar recursos didácticos, en esos mismos niveles, tendientes a la innovación de la práctica docente. Es así, que a través de las experiencias en investigación, se asumen determinadas certezas que orientan el proceso, colaboran en la definición del método y propician argumentaciones teóricas que retornan a la práctica docente.
Una de estas certezas es que la enseñanza implica descubrir y potenciar capacidades propias de los estudiantes. Acciones se dan de manera secuencial en un proceso que depende en primera instancia de una exploración práctica, amplia e intensa; pero que necesariamente se consolida en un abordaje conceptual integral y riguroso. Entendemos, por lo tanto, que el conocimiento se construye en la relación que se establece entre los conceptos y entre conceptos y prácticas. Otra certeza que acompaña el trabajo de investigación refiere a la generación de conocimiento en nuestra disciplina. El conocimiento se construye a partir del intercambio, en un proceso conjunto, donde diferentes sujetos participan activamente. Cada uno, desde su rol, construye y aporta sus propios saberes. Así, podríamos caracterizar al proceso de enseñanza-aprendizaje como interactivo, no lineal y de continua reciprocidad.
El concepto de interrelación se evidencia de manera determinante en la investigación, especialmente en una investigación de tipo proyectual enfocada en docencia. La interrelación se evidencia en los conceptos y procedimientos abordados, en los modos de construir el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la metodología de investigación propuesta. Las concepciones interactivas de los modos cognitivos contemporáneos (Najmanovich, 2001) fundamentan y colaboran en el desarrollo de la investigación, aportando claves y acciones específicas que movilizan el proceso. Dichas concepciones se caracterizan por ser dinámicas, multidimensionales y complejas, con nociones clave que las atraviesan como las de vínculos, sistemas abiertos y organizaciones complejas. La característica de complejidad a nivel de pensamiento (Morin, 2001), que integra o sintetiza aquellas condiciones de los conceptos relacionados, es donde radica la posibilidad de ampliar y consolidar una base conceptual y procedimental respecto a la generación del espacio como enfoque específico de la investigación.
La investigación enfocada en producciones académicas trata entonces de establecer relaciones y profundizar en la dinámica que se genera a partir del material estudiado. Dicho material se constituye en experimentación referida a modos de abordar conceptos y procedimientos en el proceso formativo de la arquitectura, como objeto de estudio. La tarea relacional y de profundización conduce a la revisión de instrumentaciones y producciones académicas, orienta la detección de claves y la definición de métodos de registro, lectura y análisis. Como supuestos teóricos iniciales, se proponen categorías conceptuales, que establecen una base para la generación de un sistema, habilitan relaciones como posibilidad de construcción de conocimiento. El planteo de conceptos, por un lado, supone características de amplitud y flexibilidad, para poder abarcar la multiplicidad y variabilidad de relaciones que puedan surgir. Y por otro lado, los conceptos requieren de una definición precisa como fundamento que aporta criterio a los procedimientos (modos de hacer) y a las producciones (manifestación concreta).
La implementación de un sistema de relaciones reafirma la validez del método propuesto en la investigación para el estudio de las producciones académicas. Esto refiere a la posibilidad organizar y categorizar el material estudiado, designar características comunes y precisar indicadores y variables, establecer comparaciones entre dichas características, para entender así, hacer consciente, las acciones que le dan origen, su condición y carácter. A su vez, el planteo metodológico ha mostrado un potencial que radica en su flexibilidad, a partir de la posibilidad de incorporar nuevas producciones, de ampliar el campo de experimentación, de profundizar en categorías conceptuales, de modificar variables y actualizar el sistema de relaciones, hechos que confirma el carácter interactivo de los modos cognitivos contemporáneos.
Finalmente, una consecuencia inherente a los trabajos de investigación es la que se verifica en la transferencia directa del conocimiento a la tarea docente. El ejercicio de revisión, clasificación y caracterización del material de estudio conduce al cuestionamiento continuo y permanente sobre las instrumentaciones propuestas, orienta la revisión y replanteo de prácticas en el taller y habilita certezas, tanto a nivel conceptual como procedimental que fundamentan y enriquecen el proceso de enseñanza aprendizaje en arquitectura.
Por otra parte se advierten particularidades en el proceso de investigación proyectual, cuando el diseñador/arquitecto se constituye en sujeto investigador, habilitando transferencias al ámbito de la proyectualidad. En los intersticios existentes entre las relaciones del objeto y del sujeto, se abre una distancia, el campo de la experimentación, sobre la cual se sucede un proceso de transferencia de cualidades recíproco. Tales procesos no se dan espontáneamente, sino que ocurren en torno a la aparición de manifestaciones (aquello que aparece) que son propios del objeto (se suceden en él: variables y/o generativas) y del sujeto (que las detecta bajo ciertas condiciones).
Estas manifestaciones del espacio no evidente, necesitan ser develadas, transitando un proceso de concientización que requiere del contacto directo entre el sujeto y el objeto durante tres fases/instancias: hacer, ser intervenido por un hacer pensando, para finalmente desde el pensar, aprehenderlo. Estas tres fases que transita el sujeto tienen tanto que ver con el modo de operar del investigador, como con el recorrido de investigación que se ha experimentado. De esta manera, las tres fases terminan por constituirse como estructura metodológica de una investigación proyectual.
Transitar las distancias entre sujeto y objeto, implica un camino -no necesariamente directo, ya que depende del modo de operar del sujeto en la investigación- del cual se desprenden mecanismos que hacen las veces de herramientas experimentales: de exploración, análisis y conclusión. Vistos como medios para alcanzar objetivos específicos, los mecanismos apuntan a la concreción de los resultados relativos al objeto. Los procesos de concientización de un hecho experimental implican tres fases que requieren la conducción de acciones a cargo del sujeto a fin de probar en consecuencia, la validación de la estructura metodológica abordando al objeto desde los mecanismos planteados.
Ahora bien, los vínculos entre las fases y los mecanismos, dan cuenta del modo en que el investigador se posiciona. Los vínculos ponen en evidencia la actitud que se toma para operar sobre ellos: exploratorio, analítico, conclusivo. Tales actitudes que se definen en dos términos: capacidad del sujeto y el modo de aproximación a los diferentes objetos de estudio. Así, el hacer mediante herramientas experimentales se aborda con una actitud exploratoria; el hacer/pensando en busca de manifestaciones relativas al espacio se aborda con actitud analítica; y finalmente, el pensar a través de la elaboración de un sistema de argumentaciones teóricas se aborda con una actitud conclusiva. De esta manera la estructura metodológica, camino de investigación, termina por componerse claramente a través de fases/instancias, mecanismos y actitudes que lo constituyen como método.
Las actitudes del sujeto (posturas) en el campo de la investigación proyectual, es validada procedimentalmente, al proponer y transitar las fases bajo los esquemas de pensamiento filosófico de interpretación en primera persona, consolidando así un método devenido del hacer y para el hacer, a través de argumentaciones teóricas y procedimentales como un aporte al conocimiento de la disciplina.