Introducción
El trabajo de Animaná y HechoxNosotros para revalorizar la cultura andina, promover el desarrollo local y evitar la desintegración identitaria a causa de la migración
La empresa social Animaná y su hermana Hecho x Nosotros, una marca y ONG nacidas en Argentina en 2008, trabaja para lograr un cambio sistémico medular en la industria textil. En colaboración con voluntarios de diferentes áreas, filántropos y mediante alianzas con otras organizaciones se promueve el desarrollo de las comunidades indígenas de la Patagonia y los Andes, uniendo valorativamente a la industria, el sector público y algunas instituciones internacionales fundamentales como ONU, para generar el fortalecimiento de la cadena de valor de la fibra de camélidos. Hecho x Nosotros, en conjunto con su Animaná -organización sustentable con certificación B- toma como eje de trabajo los esfuerzos en erradicar la pobreza, incorporando en la matriz productiva a las comunidades originarias, cargando de valor su producción artesanal y poniendo en la escena de producción las técnicas ancestrales que dichos grupos manejan con el compromiso de quien practica un credo. Este trabajo se desarrolla con particular énfasis en la puesta en valor de un modo no sólo productivo sino simbólico, tratando el diálogo entre las técnicas, los recursos naturales y el ambiente como patrimonio cultural intangible.
Para dar escala al trabajo de la organización, el desarrollo de una plataforma que utilice tecnología blockchain podría cambiar el paradigma actual de la industria en Latinoamérica. Principalmente enfocada en el control de las cadenas de valor, provee a los involucrados y los consumidores una forma de verificación del origen de los productos y los materiales que lo componen (Benton y Radziwill, 2017). Difundir y revalorizar el trabajo de los artesanos locales es apostar por la capacidad creativa de un presente que no se reduce a las ciudades y que puede ser inagotable en un pasado tan rico e inexplorado. En Animaná y Hecho x Nosotros creemos profundamente que este tipo de desarrollo que promovemos como una respuesta sustentable alternativa a otros métodos establecidos, es posible y escalable conjugando el uso de fibras naturales de camélidos provenientes de la Patagonia y los Andes que se presentan como una oportunidad para la generación de producción con valor agregado, siendo un potencial motor del crecimiento económico mediante la generación de empleo de calidad. Como mencionamos con anterioridad, los textiles de los Andes están presentes en el desarrollo de las culturas originarias desde su concepción hasta su traspaso entre generaciones, resignificándose a través de los nuevos recursos con los que pueden trabajar sus tierras, su fauna y sus fibras, pero nunca perdiendo la esencia ancestral considerada divina.
La plataforma digital blockchain es una base de datos que se halla distribuida entre diferentes participantes, protegida criptográficamente y organizada en bloques de transacciones relacionados entre sí matemáticamente. Expresado de forma más breve, es una base de datos que no puede ser alterada (Preukschat, 2017). La tecnología blockchain es un modo de recolección de datos que se caracteriza por ser abierta, descentralizada y pública. La información no es manipulada por un sistema centralizado, lo que hace a la transparencia de las transacciones. La producción textil andina tiene un gran potencial en el mundo por la característica sustentable de las fibras naturales autóctonas, para lo que se debe crear capacidad sin abandonar los procesos manuales y respetar los tiempos de la naturaleza. Las cadenas globales de la industria de la moda son una gran incógnita. Como consumidores aceptamos pagar niveles muy bajos de dinero por un prenda sin siquiera preguntarnos cómo es posible que la misma llegue a tener un coste tan bajo. La realidad es que la industria de la moda ha crecido enormemente en los últimos años sobre bases cuestionables, incluyendo numerosos casos de trabajo infantil y el abuso de los recursos naturales tales como el agua y las fibras naturales.
Con el avance de la tecnología en el mundo, el impacto que tiene la industria textil y de la moda en la sociedad y el ambiente comienza a ser de público conocimiento. Conforme a esto, vemos que con el tiempo aumenta la valoración por productos cuyo origen se conoce o al menos podemos llegar a conocerlo. Es en este contexto en el que blockchain surge como solución trazable, abriendo las cadenas de valor y producción. Este sistema es el que podría llevar las cadenas de valor sustentables a un diálogo abierto con el consumidor, generando confianza y transparencia sobre el ciclo productivo de un producto mediante un registro de información no adulterado. Una red de blockchain puede tener cualquier tamaño y uno de los pilares de esta tecnología es la seguridad puesto que hackear o manipular el sistema es prácticamente imposible porque la información no puede ser modificada sino por su creador.
Blockchain no solo permite una mejora en términos de registro y documentación de datos, sino que su mayor fortaleza es la capacidad de eliminar una vulnerabilidad característica de los sistemas actuales: la función de gestión de datos y generación de confianza de la red. La lógica de la tecnología blockchain desde su concepción busca instalar un sistema que evite el problema de la falta de transparencia mediante la apertura de datos a través de su aparición en una plataforma abierta.
En Hecho x Nosotros y para Animaná, estamos haciendo uso de esta herramienta tecnológica que permitirá que las comunidades aborígenes fortalezcan su presencia en los mercados internacionales sin necesidad de abandonar sus espacios. Con su creciente implementación y uso estimamos podrán sufrir mejoras sociales mediante un impacto positivo en el desarrollo de sus comunidades, conservando sus saberes y habilidades.
La identidad en el trabajo artesanal de las comunidades de los Andes
Los movimientos migratorios no se limitan a un fenómeno posmoderno, pero las características que presentan en dicho contexto ponen de manifiesto particularidades que nos permiten hablar del proceso de hibridación que se generan en el intercambio étnico, cultural, en los nuevos escenarios geográficos y en las condiciones socioeconómicas que presentan los nuevos horizontes.
Las comunidades originarias de los Andes han sido analizadas, como la mayoría de las sociedades indígenas, bajo puntos de vista antropológicos. Esto significa que, en parte, siempre se ha puesto en valor la riqueza de su cultura ancestral, pero al mismo tiempo se ha visto con ojos foráneos, no lo sentimos parte de la conformación inmediata de nuestra identidad argentina. Mediante la incorporación de nuevas tecnologías como blockchain, Hecho x Nosotros pretende romper la cápsula abriendo la visibilización de estas comunidades al mundo, poniéndolas en diálogo directo con otras realidades globales.
La colonización europea hacia el S. XV y las posteriores penetraciones de inmigrantes mayoritariamente italianos y españoles hacia principios del S.XX, tiñó de blanco una tierra que hasta entonces pertenecía a sociedades silenciosas, las comunidades aborígenes. No hay dos grupos que presenten las mismas características sino que de acuerdo a su situación geográfica, sus particularidades culturales pueden variar enormemente. Por este motivo consideramos de importancia que cada comunidad se desarrolle en su espacio geográfico sin necesidad de migrar, para que no pierdan identidad ni se desarticulen o descompongan sus factores identitarios.
Mediante la información recabada a lo largo de los diálogos establecidos con personas pertenecientes a comunidades aborígenes de la región de los Andes, con las cuales Animaná y Hecho x Nosotros trabajan en el desarrollo de las habilidades textiles, encontramos que estos individuos se sienten altamente identificados con las prácticas que provienen de sus ancestros y su cotidianeidad se encuentra empapada de memorias que se remontan a tiempos milenarios. Sostienen que mantienen su cultura porque en ella encuentran un lenguaje que se articula orgánicamente con el ambiente que habitan así como también con sus prácticas vestimentarias, las divisiones del trabajo por género e incluso la organización familiar.
El desarrollo del trabajo artesanal que materializa el patrimonio de los pueblos indígenas les ha servido históricamente como forma de expresión y comunicación, que en su permanencia y traslado de generación en generación dentro de sus comunidades, ha operado como factor de identidad cultural. La artesanía en este contexto es considerada un tipo de lenguaje no verbal y su desarrollo es la práctica significante de su cultura. Desde el punto de vista visual de la antropología de estos pueblos, hallamos en cada forma, color y materialidad que componen una obra artesanal, un significante que descansa en el paisaje natural que abraza a los pueblos. La Madre Tierra, los colores de los cerros, la amplitud en las sensaciones térmicas que varían según la altitud y la fauna que recorre el terreno andino, son los componentes fundamentales con los cuales estos grupos se identifican, y es gran parte de lo que encontramos en el arte textil del lugar así como también en sus prácticas vestimentarias.
Identidad vestimentaria y las artesanías de los Andes en los nuevos escenarios geográficos
La globalización es un fenómeno complejo que en su provisoria objetivación conserva la característica de interrelacionar diferentes factores como los sociales, económicos, tecnológicos, políticos y culturales entre otros. Sin intención de ahondar en las particularidades de su desarrollo, nos limitaremos a analizar la mutación identitaria que impacta en la cultura andina.
Como mencionamos anteriormente, para los individuos provenientes de grupos originarios de los Andes, la artesanía es fundamental en el desarrollo de su cultura cuando comprendemos a la misma en el contexto geográfico en el que se desenvuelve. Pero para comenzar a introducir el próximo concepto sobre el cual queremos reflexionar, vamos a sumar el de desarrollo.
Qué entendemos por desarrollo, es un cuestionamiento susceptible a ser respondido de múltiples formas, pero lo que puede provisoriamente afirmarse en un contexto globalizado es que para que prospere económicamente un grupo social, debe estar inmerso dentro de un mercado. Lo que intentamos decir con esto es que los productores de artesanías, aunque siempre fieles a su cultura, no pueden valerse sino de actividades también consideradas económicas para subsistir, y dicha subsistencia no puede ser individual sino acompañar el desarrollo sociocultural del grupo.
La gran problemática que hallamos desde Hecho x Nosotros en las comunidades observadas, es la dificultad que encuentran al momento de insertarse en el mercado preservando sus costumbres. Ante este infortunio, las generaciones más jóvenes migran hacia las grandes urbes en la búsqueda de nuevos horizontes que introduzcan la posibilidad de recibir una paga por su trabajo. Cuando se genera este tipo de movimiento suceden diversos fenómenos susceptibles de ser analizados desde diferentes puntos de vista.
Por un lado observamos que el migrante trae consigo un habitus (Bourdieu, 1991) que lo estructura y que, al conformarlo como ser social, configura toda la información que absorbió a lo largo de su vida hasta entonces. Por otro lado, reubicado en una gran urbe, este ser se inserta en un grupo complejo que presenta una multiplicidad de características socioculturales.
En nuestro enfocar hacia arriba, hacia abajo o hacia los lados siempre hay una parte del mirar que queda, aunque fuera de foco, comprendida dentro del espectro visual. Eso que descansa hacia los lados y se sabe borroso, son los márgenes de nuestro enfoque ideológico. En las grandes ciudades, coincidiendo la investigadora Maristella Svampa (2013), observamos que la configuración social estructura la cartográfica, que a su vez está delimitada por el habitus de clase. En este proceso clasificatorio excluyente es donde empiezan a aparecer grupos sociales acomodados y otros que se van asentando hacia los márgenes de esa cartografía de sectores privilegiados.
Esas orillas, esos espacios en los que no enfocamos, operan como limitantes de nuestro alcance de habitus, mientras que donde ponemos el foco (haciéndolo operar como centro) es el universo que nos es posible abordar a partir de la encarnación de nuestra existencia social, temporal y cultural.
En las grandes ciudades el centro suele ser el espacio determinado históricamente por excelencia para el desarrollo de actividades económicas, culturales y sociales. Aunque no quede exactamente en el centro, así se lo llama. Bajo este criterio, en los alrededores se construyen las periferias y en las orillas, los márgenes. Conceptualmente lo marginal es lo que está al costado, que no es central y que por ende carece de importancia. Este tipo de conceptualización da cuenta de la construcción socio-cultural que carga de significado a un signo contextuado. No es entonces casualidad sino construcción simbólica que en la jerga coloquial se hable de “marginales” refiriéndose a aquellos que forman parte de los grupos sociales populares cuyos usos y costumbres se diferencian de “la media”, o sea lo central, siendo cuestionados por éstas en dimensiones morales.
Mediante la inserción de la artesanía textil como práctica, técnica y vestimenta, en las grandes urbes, se mercantiliza lo que no corresponde al mercado, devorando las cualidades estructurantes de la conformación social de un individuo como son su cultura y la construcción de su identidad. Al intentar identificarse con los códigos predispuestos en el lenguaje de la urbe, se produce el fenómeno de hibridación que mezcla lo que un individuo ya trae consigo con lo que está dado en el escenario y que a través del paso del tiempo genera un nuevo lenguaje.
En la coexistencia nómade se desarrolla el fenómeno de hibridación por acercamiento e interrelación de las partes, y en la homogeneización, la pérdida de identidad. Sobre este punto, el autor argentino Néstor García Canclini (1996, p. 3) afirma que: “el reto mayor en este momento sea restablecer los diferentes campos de lo social con sus especificidades, y, simultáneamente, repensar sus interconexiones, las implicaciones entre lo económico, lo político, lo cultural y lo social”.
Antes de esta interrelación entre las partes, nos dirigimos hacia la amenaza de una homogeneización que no lo es de facto pero que en su vibración social genera rupturas inconciliables. La amenaza ejerce una fuerza constante a través de la centralización de los poderes, y este proceso conlleva una desalmada fluctuación de la identidad cultural a través de los procesos migratorios.
La identidad como mercancía
En la persecución de un crecimiento que no sabemos cómo medir, pero nos sentimos presionados a alcanzar en términos de supervivencia artificial cometemos, entre otros errores, el de reducir las prácticas sociales a mercantiles. De este modo empobrecemos simbólicamente el valor cultural de cualquier objeto artesanal que es mercantilizado por diversos motivos complejos.
Una pieza artesanal textil en su contexto de creación, es una obra única hecha por las manos de un individuo que supo aprender una técnica ancestral, poniendo en diálogo no verbal, el pasado con el presente a través de la manipulación de fibras naturales. Esta autoridad moral es respetada en su medio por todos los habitantes de la comunidad.
Ahora bien, ¿qué pasa con este mismo individuo cuando, por motivos determinados, tiene que someterse a un cambio de contexto, migrando hacia una gran ciudad? Toda la información identitaria que posea y se pueda leer en signos va a ser tomada por otro habitante de la gran urbe y digerida a través de su habitus. De este modo se categorizará al artesano identificándolo como productor de la obra que produce lo cual es reducirlo simbólicamente. Ante la necesidad de supervivencia, el artesano probablemente tenga que producir más piezas para vender (pues las grandes ciudades abrazan múltiples posibilidades, pero también son más caras para vivir) y en ese proceso va mercantilizando lo que partió de ser una manifestación de su cultura. La seriación y experiencia no ceremonial en la producción de estas nuevas piezas las introduce en el universo de la industria cultural. Las artesanías son materia táctil, el lenguaje no verbal (pero visual) del desarrollo de una cultura, que sufren una transformación conceptual hacia la “industria cultural”. Cuando este tipo de producto, más accesible temporal y espacialmente para un público más diverso, sea absorbido por el mercado es cuando se hibridará en su carácter identitario: a través de él ya no veremos al artesano, sino que veremos las formas, colores y materiales que el mercado “identificó” como perteneciente a la cultura andina.
De este modo nos encontramos viviendo una vida económica empobrecida por actividades que desde lo cuantitativo resultan poco redituables, minimizamos el impacto y el poder que tiene cada una de las acciones que tomamos como consumidores, para sobrevivir. La pregunta que dejamos abierta ante estos fenómenos de hibridación por movimientos migratorios dentro de un sistema globalizado y complejo de responsabilidades es ¿qué buscamos preservar cuando queremos preservar algo? ¿ La cultura, el trabajo, el desarrollo social? Las respuestas son abiertas, pero entendemos que el modo de responder a los cuestionamientos son en sí mismos parte de nuestra cultura, entendiéndola como el modo a través del cual los ojos ven el mundo y cómo somos vistos. Es la cultura como habitus a través del cual metabolizamos la información de un modo que podamos digerir.
Los datos muestran una creciente presencia de productores latinoamericanos en los mercados internacionales de la industria textil. Los esfuerzos deben concentrarse en evitar que esta situación termine con la cultura ancestral originaria de estas tierras. Generar herramientas que permitan a aquellos artesanos que trabajan con materiales naturales y sustentables que no pierdan su lugar y se vean forzados a abandonar tradiciones milenarias. Herramientas que permitan preservar su arte, y den lugar o produzcan un valor diferencial por sobre otros productos que son realizados para el simple consumo.
Siguiendo el análisis, creemos que existe una oportunidad para preservar la cultura, el trabajo artesano y promover el desarrollo social de las comunidades aborígenes mediante la vinculación de las mismas al sistema globalizado; respetando fundamentalmente los valores culturales de dichas comunidades. En particular, el avance de la tecnología ha permitido el desarrollo de espacios de vinculación e intercambio inmediato que han conseguido superar la barrera geográfica. Hay una oportunidad de generar valor agregado en la producción artesanal, puesto que los productores cargan con emociones y procesos únicos que se conectan con valores ancestrales y una indiscutible conexión con el medioambiente y la vida. Para poder transmitir todas estas verdades a los consumidores, desde Hecho x Nosotros estamos trabajando en la recolección de información fidedigna sobre las cadenas productivas de las fibras naturales. El uso de la tecnología blockchain que permite la recolección de datos no manipulados, y por ende, confiables, presenta oportunidades en materia de mejora de trazabilidad cuyo mayor beneficio es la promoción de modelos sustentables y la transparencia de las cadenas de producción. Mediante el uso de esta tecnología que nos permitirá conectar a los consumidores con la parte emocional que cargan los productos provenientes de estas comunidades, buscamos crear un valor adicional sobre los mismos. Un valor que considere la filosofía de vida de aquellos que han trabajado los productos, que han considerado el impacto social de la producción y que han optado por los procesos más responsables y sustentables. Un valor que finalmente pueda ser retenido y utilizado por los productores.
Hoy existen sistemas que permiten el desarrollo de estas comunidades sin que estas deban abandonar sus espacios y su cultura. Afirmando sus conocimientos y técnicas pueden ofrecer productos exclusivos, conectados con sus orígenes desde la creación de las fibras, que cargan en su ADN las formas de vida en los diferentes espacios que habitan, transmiten tiempos desacelerados más humanos y solidarios.
Revalorización del diseño como disciplina en un contexto híbrido
En su desarrollo teórico sobre las culturas híbridas en tiempos globalizados, el autor argentino Néstor García Canclini (2001) profundiza sobre cómo el proceso de hibridación cultural ha modificado el abordaje sobre la identidad, la cultura, la diferencia, la multiplicidad, entre otros conceptos complejos y señala que hacia fines del siglo XX es cuando más se extiende el análisis sobre este fenómeno en los procesos culturales enfatizados por los procesos de globalización.
En su significación etimológica, la hibridación según la Real Academia Española (2018) es “la fusión de dos células de distinta estirpe para dar lugar a otra de características mixtas”. Este proceso de generación de nuevas especies que podría llegar a ser hasta confuso, y sin dudas es heterogéneo, está cargado en la disciplina textil de valor simbólico. Con esto referimos a la carga de significado que hay en la posmodernidad sobre todo el proceso de diseño y el contexto en que se realiza y ya no sobre el producto como objeto silencioso o inerte. Esta mutación de concepción del campo semántico de diseño, vuelve necesario al menos contemplarlo como una transdisciplina, concepto que se introduce en el campo heurístico como revalorización simbólica de los nuevos fenómenos que surgen en sociedades complejas, traduciéndose en el abordaje de las nuevas disciplinas de estudio.
Si bien la cultura de masas para ese momento ya estaba totalmente establecida como sistema, es con el proceso de globalización y una nueva vida en red en donde se comienza a vislumbrar con mayor claridad el surgimiento de las nuevas “especies híbridas”. Desde el punto de vista geográfico y sociológico, este fenómeno se produce por la migración de personas hacia otros lugares y contextos, y su coexistencia con las especies del nuevo lugar que habitan. La interacción entre los nuevos signos que forman el sistema da lugar a este “mestizaje” simbólico, a la hibridez de la coexistencia de signos en movimiento, signos migratorios.
El diseño no se ha quedado fuera de este proceso y de hecho es funcional a este nuevo sistema, como en su momento lo ha sido a otros. El objeto diseñado no es en sí solo una materialidad o mercancía que se desarrolla en uno u otro contexto, sino que en el mismo proceso de diseño hay una carga simbólica empapada de hibridez, y es allí donde está la carga valorativa actual, en ese proceso y ya no en el producto.
Pero, como mencionamos anteriormente en el contexto del valor no mercantil de las artesanías, al hablar de la hibridez o mestizaje simbólico en los procesos de diseño también estamos contemplando cómo afecta este fenómeno directamente al concepto de identidad, resignificándola y relativizándola, volviéndola un concepto dinámico susceptible de ser intervenido e hibridado.
Va desapareciendo la antigua concepción “sólida” de cómo una comunidad relata su origen y fundamento, relacionada a lo artesanal y constitutivo originado en un tiempo conjugado en pasado, y comienza a ser central la individualidad del diseñador tan emancipado como el consumidor, con su subjetividad y experiencia.
En el contexto de la era industrial del S.XX, un objeto de diseño sacado totalmente de contexto y producido en masa pierde su identidad, en tanto en la copia seriada de ese objeto se vacía de significado y así es como queda invisibilizado su referente aunque no sea necesariamente invisible a los ojos del consumidor. La valoración estética y esta nueva investidura significante del objeto será totalmente diferente a la inicial, pero no por eso debería carecer de un carácter identitario.
El S.XIX, el diseñador, el artesano o mismo el consumidor maneja un nuevo lenguaje mestizo, cuyos signos serán sistematizados en un nuevo sistema articulado que de por si proviene de una naturaleza híbrida e integradora, algo así como lo que Pierre Bourdieu (1990) llamó los mercados lingüísticos. Es algo como el tener la autoridad de hablar/diseñar, sin importar lo que se diga/produzca. La autoridad moral que posee el artesano, sin embargo, va a seguir radicando en todo el desarrollo ancestral de su cultura, pero la legitimación de su arte textil va a ser comprendida bajo un nuevo sistema simbólico haciendo hincapié ya no en el objeto, sino en la relación que tenemos con él.
En este proceso se entrecruzan -sino fusionan-, hábitos, creencias y formas de pensamiento, generando nuevas formas e identidades mestizas que carecen de un sólido nombre propio convencionalizado. Así es como el pensamiento binario cartesiano pierde peso, coincidiendo con el postulado de García Canclini (2001), en tanto van desapareciendo las identidades puras y las oposiciones simples.
Si bien consideramos como fenómenos de valor a los cruces interculturales e interdisciplinarios y la heterogeneidad posible de la globalización, también entendemos que las organizaciones y estructuras (como un sistema o un habitus) reducen al intento de homogeneizar la multiplicidad para hacerla susceptible de ser organizada.
Conclusiones
Lo que se genera a través de una fibra textil, posee este nombre como referencia alegórica del alma, que en este caso no es intangible pero recorre como una médula todo el largo de la existencia. Sin mayores figuraciones pero con una gran literalidad, es como se desarrolla el valor simbólico de la artesanía textil dentro de la cultura de los Andes, convirtiéndolo en una tradición viva que no queremos perezca. En los movimientos migratorios puede generarse un intercambio cultural de gran riqueza entre las partes, pero es fundamental la valorización que tengamos de cada cultura para poder abrirnos a dicho intercambio. La incorporación de tecnología blockchain para abrir las cadenas de valor en la industria textil, generará un diálogo abierto y transparente entre las partes. Incorporará como actores principales y emancipados a los artesanos de las comunidades originarias de los Andes, permitiendo así que puedan ser visibilizados.
A su vez se valorará su trabajo como proveedores, revalorizando sus técnicas sin someterlas a la inminente desaparición y ellos podrán poner un precio justo a su trabajo, que mayoritariamente se hace completamente a mano.
Con esta incorporación se pretende también, conducir a los consumidores a que exijan conocer las cadenas de valor y que puedan comprender la importancia cultural del trabajo artesanal. De este modo, y mediante el acceso abierto a la información, podrán elegir sin intermediarios.
La intervención de los consumidores en esta red de información transparente será fundamental para que las marcas del rubro comprendan la importancia de la responsabilidad social y conozcan las exigencias de quienes consumen. Con el crecimiento de estas nuevas configuraciones de datos, progresivamente se conducirá a una conciencia de la compra que pretende no acumular mercancías, sino valorar la que se posee o bien elegir aquellos productos que aporten riqueza a nuestra historia cultural y respeten el medio ambiente.