SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número19¿Ciudad sin jovenes o jovenes sin ciudad: reflexiones sobre el derecho a la ciudad en jovenes que habitan en ciudades intermediasImpactos de las políticas públicas de hábitat en la configuración del espacio urbano entre 2003 y 2013.: El caso del área metropolitana de Tucumán, Argentina índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Cuaderno urbano

versão On-line ISSN 1853-3655

Cuad. urbano vol.19 no.19 Resistencia dez. 2015

 

ARTÍCULOS ARBITRADOS

Reflexiones sobre el proceso de mudanza en las políticas de vivienda

 

Romina Olejarczyk

Licenciada en Trabajo Social por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y docente en la misma carrera universitaria. Magister en Diseño y Gestión de Programas Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Becaria Doctoral Tipo II del CONICET, con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. Integra el proyecto de investigación UBACYT "Naturaleza, cultura y segregación: una lectura antropológica sobre políticas socio-urbanas hacia sectores populares en el Área Metropolitana de Buenos Aires", dirigido por la Dra. Maria Carman. romi_olejar@yahoo. com.ar.


Resumen

El presente artículo analiza la experiencia de mudanza de un grupo de familias en el municipio de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, Argentina. La propuesta para este análisis es la de reconstruir y poner en relación las distintas versiones que producen y reproducen los sujetos implicados en la implementación de una política pública, en este caso los Programas Federales de Construcción de Viviendas. Este enfoque relacional nos permitirá indagar en la producción de sentidos en relación con el proceso de mudanza, en tanto un espacio y momento claves en la implementación de las políticas de construcción de viviendas.

Palabras clave Programas Federales; construcción de barrios; vecinos; versiones.

REFLECTIONS ON THE PROCESS OF CHANGE IN HOUSING POLICIES

Abstract

This article attempts to analyze the experience of moving of a group of families from Avellaneda, Buenos Aires Province, Argentina to another settlement. This analysis is focused on the reconstruction, and comparison of different versions that the subjects, who are part of this public policy, produce and reproduce during the implementation of the Housing Building Federal Programs. This kind of analysis, will help us understand that the social production of interpretations of the moving process, is an important juncture in the implementation of housing building policies.

Keywords Federals programs - construction of neighbourhoods - neighbours - versions.


 

INTRODUCCIÓN

En este artículo me propongo analizar el proceso de mudanza recogiendo la experiencia de construcción de un pequeño barrio, realizado en el marco de los denominados Programas Federales de Construcción de Viviendas, que se implementan en la Argentina desde el año 2003.1

Los supuestos que guiarán mi análisis son los siguientes: por un lado, que en la implemen-tación cotidiana de las políticas públicas interactúan sujetos posicionados desigualmente y, al hacerlo, construyen y reproducen versiones de esta política pública, más o menos alejadas de su versión oficial; por otro lado, que la mudanza no es la mera relocalización de familias de un sitio a otro, sino que implica un proceso que comienza con la promesa de la entrega de una vivienda y continúa mucho más allá de la concreción del traslado físico.

El análisis de este proceso, para un caso en particular, nos permitirá identificar los distintos posicionamientos, con sus consecuentes versiones, respecto de este momento clave en la implementación de una política pública como la mencionada. Con este fin, analizaré distintos relatos que los habitantes del barrio expresaron respecto del proceso de mudanza, así como aquellos que manifestaron los profesionales y que dan cuenta del particular modo de comprender este proceso para cada uno de los sujetos implicados.

Los datos que aquí mencionaré surgen de un trabajo de campo de corte etnográfico, que he llevado a cabo durante los años 2008 a 2012 y que implicó, además de la observación participante, la realización de entrevistas a habitantes de un barrio construido, profesionales del municipio y funcionarios de las distintas jurisdicciones implicadas.

Breve reseña de los programas federales y del caso de estudio

Los programas federales forman parte de la política habitacional que el gobierno argentino lleva a cabo desde el año 2003. La experiencia que relataré en este artículo radica en uno de los municipios de la zona sur del Área Metropolitana2 denominado Avellaneda. Dentro de este municipio, distintos proyectos de construcción de viviendas se desarrollan en diversas localidades y adquieren características propias según el territorio donde se despliegan. Allí, los programas federales se ejecutan desde sus comienzos siguiendo la lógica de implementación a nivel nacional a través de la Secretaría de Obras Públicas municipal. Dentro de ella, la Dirección de Hábitat Social nuclea al equipo social de la secretaría y posee, como función principal, acompañar todo el proceso de selección de los adjudicatarios, el acompañamiento en el proceso de mudanza, la organización de los espacios de interlocución pre y posmudanza.3

El barrio al cual me referiré se ubica en la localidad de villa Corina.4 Presenta un historial de variadas intervenciones estatales referidas a la producción de viviendas5, durante los últimos cincuenta años, y a pesar de haber sido censado en reiteradas ocasiones, no forma parte de los barrios contemplados dentro de la urbanización de villas y asentamientos planificada para el territorio del municipio. En su interior, un grupo de alrededor de treinta familias fueron relocalizadas hacia un nuevo conjunto de viviendas. Estas familias disputaron, a través de distintas estrategias, su incorporación a la lista de adjudicatarios.6

Este pequeño proyecto de viviendas del interior de villa Corina si bien se inscribe en este marco de producción de viviendas para todo el municipio, se constituye en un caso que se diferencia claramente del resto por dos motivos: porque se conforma con un número de viviendas que se vuelve irrisorio en relación con la precariedad habitacional del territorio (31 viviendas en el marco de un barrio censado con más de 2000 familias que presentan diferentes grados de precariedad) y porque a pesar de presentar estas magras condiciones habitacionales no ha sido contemplado dentro de los planes de urbanización de todo el sector.7 Ambas características acentúan los modos que asume la disputa por la adjudicación de una vivienda entre los distintos actores implicados.

Claves para pensar las versiones de una política de construcción de viviendas

En primer lugar, partiré de considerar a la política pública como parte de procesos de luchas y disputas en el marco de las cuales surgen, se priorizan y resuelven determinados problemas (Oszlak y O' Donell, 1981). En estos procesos, es imprescindible analizar las acciones -y omisiones- del Estado. Estas políticas públicas no son el resultado de una decisión unánime -ni mucho menos arbitraria- por parte de quienes tienen a cargo su diseño y ejecución, dado que las disputas que se suscitan en un territorio poseen la potencialidad de lograr que el Estado incorpore en su "agenda pública" (Aguilar Villanüeva, 1993) -aunque sea parcialmente- los temas de interés para los habitantes de la ciudad.

En segundo lugar, una política pública siempre conlleva la interacción de diversos sujetos que se agrupan de acuerdo con sus responsabilidades y roles. En el caso de estudio, nos encontramos ante el siguiente grupo de actores: los funcionarios públicos, los profesionales -o trabajadores de base (Lipsky, 1996)8- y, finalmente, el grupo de sujetos a quienes se destinan estas políticas, que, para el caso de aquella que aquí analizo, se denominan adjudicatarios.9

En tercer lugar, partiré del supuesto de que, en las diversas interacciones entre este grupo de actores, circulan versiones de la política (Heler, 2011) en las que pueden rastrearse diferentes visiones y divisiones del mundo (Bourdieu, 1993). Entre aquellas que circulan en la implementación de los Programas Federales, puede identificarse una versión "oficial", que cristaliza la posición dominante en ese campo de relaciones. Esta versión oficial es la referencia de todas las versiones que los sujetos construyen en sus prácticas cotidianas -a partir de su conocimiento práctico- situados en una particular coyuntura y en disputa por ciertos intereses (Candil; Moran; Negri; Olejarczyk, 2011).10

En cuarto lugar, los procesos de mudanza pueden ser comprendidos como procesos de relocalización, los cuales han sido profundamente estudiados por la Antropología desde hace algunas décadas. Un trabajo destacado en nuestro país es el de Leopoldo Bartolomé (1985). El autor se centra en analizar aquellos procesos de relocalización vinculados con proyectos de desarrollo, como lo es la construcción de represas. Gran parte del aporte de Bartolomé (1985) se debe a que este autor se refiere a la relocalización como un proceso que conlleva la interacción de diversos actores, posicionados en desiguales condiciones de poder, que se despliega en una temporalidad que excede al proyecto de construcción de la represa en sí y que implica, para la población relocalizada, atravesar una crisis vital asimilable a una pérdida, vinculada principalmente con la compulsividad del proceso, es decir, con la obligatoriedad de afrontar una relocalización no deseada ni impulsada por estas poblaciones y en la cual no tienen ningún poder de decisión o participación. Esta situación, que es violenta e implica una agresión a la población afectada, conlleva para el autor altísimos niveles de estrés11 y somete a estos grupos a una dura prueba de sus capacidades adaptativas. Para Bartolomé (1985), los efectos más relevantes de estos proyectos de desarrollo tienen que ver con el modo en que afectan las estrategias adaptativas de estas familias con el ambiente que habitan y del cual están siendo expulsadas, y que implican simultáneamente su mapa cognitivo de recursos, su sistema de reciprocidades y la organización del grupo doméstico (Bartolomé, 1985: 110).12 Es decir que toda relocalización afecta lo que Lomnitz (2003) define como "redes de intercambio", las cuales son claves en la subsistencia de los marginados. Estas redes de intercambio permiten a los actores sostener su subsistencia, a pesar de su precaria base económica, para lo cual son sumamente importantes la confianza y la cercanía física con aquellos otros (actores o instituciones) que configuran dichas redes.

Por su parte, para Miguel Bartolomé (1992), las relocalizaciones también pueden ser voluntarias; tal sería el caso de las "colonias dirigidas" que presuponen cierto grado de aceptación por parte de la población a ser desplazada. Es decir que frente a las relocalizaciones compulsivas, que no incluyen de ningún modo a la población afectada, existirían algunos casos en los cuales sí se abriría la participación a los grupos afectados.13

El caso al cual me referiré en este artículo se asimila más conceptualmente a la relocalización voluntaria, dado que, a excepción de una familia, el resto aceptó su trasladado. Si bien no podrían aplicarse a este análisis las características conceptuales del estrés ligado a la relocalización compulsiva de poblaciones, cabe destacar que el proceso de mudanza es, como veremos a continuación, un momento fuerte, un volver a empezar que se vincula -ni más ni menos- con un cambio de hábitat y, por lo tanto, con ciertos cambios en el hábitus (Bourdieu, 2010).14

Es que el proceso de mudanza, si bien implica una relocalización de una vivienda hacia otra, excede el mero traslado de un sitio a otro: tanto la vivienda como el barrio aledaño son, para los actores que los habitan, mucho más que el espacio físico que los contiene. Habitar una casa15 y un barrio conlleva la producción y reproducción de toda una trama de significados que los construyen como lugares16 (Segura, 2013; Garriga, 2009; Giróla, 2007). Habitar implica, para autores como Giglia (2012), todo un modo de relacionarse con el mundo. Es por ello que al habitar un espacio logramos comprender de qué modo se ordena espacio-temporalmente, para así poder transitarlo cotidianamente. Y en este recorrido, toda vez que lo transitamos, utilizando las reglas incorporadas -un hábitus socioespacial-, lo modificamos.

Habitar un lugar es, además, la experiencia de estar pero también de ser en un espacio que se construye como morada (Heidegger, 1994; Mujica, 2008). El espacio de morada, la vivienda, es "nuestro rincón en el mundo" (Bachelard, 1965); para Cortés Alcalá (1995), un nexo que articula un interior (que sería la vivienda misma) con un exterior (la calle, el barrio, la ciudad), cuyas divisiones se vuelven difusas y cuyos significados -in-terrelacionados- pueden asumir variados matices (Carman, 2006).

En resumen, la mudanza es, al igual que las relocalizaciones estudiadas por Bartolomé (1985), un proceso complejo, dado que, aun cuando se lleva a cabo con el acuerdo de las poblaciones que serán relocalizadas, implica -como veremos a continuación- todo un trabajo de interacción entre los diversos actores involucrados con intereses y motivaciones diversas, que se traduce en un singular "encuentro entre versiones".

RELATOS ACERCA DEL PROCESO DE MUDANZA

Un día de mayo de 2010, un equipo de profesionales de la Dirección de Hábitat Social se acercó a villa Corina a informarles a los vecinos que se mudarían al día siguiente y a entregarles cajas para que pudieran empacar sus pertenencias. Un mes antes, una de las casillas se había quemado, producto de un cortocircuito y las dos casillas situadas a su derecha e izquierda también. El clima previo a la mudanza era de mucha tensión, porque situaciones como la mencionada ponían en primer plano la necesidad de dejar las casillas, principalmente para las familias damnificadas.

Todos los entrevistados señalaron que la transición de una vivienda a la otra no fue un paso simple. Para algunos, porque el día de la mudanza se concretó la entrega de la prometida vivienda estatal y en simultáneo dejaron aquella que -aunque precaria desde los indicadores estatales- los había cobijado en el último tiempo y que habían levantado con el esfuerzo de muchos años.17 Como señaló uno de los habitantes entrevistados, esa casilla era su imperio: "Me tomó tres años levantar la casa, 'mi pequeño imperio', como yo le decía. Para mí era mi castillo, por eso yo te puedo decir que levanté con mis manos toda mi casa, todo lo que es mío. Era mi casa, me rompí las manos para levantarla... todo lo que había ahí lo había hecho yo solo" (entrevista a un habitante del barrio. Noviembre de 2011).

Este imperio, que bien podría ser el "primer universo" en términos de Bachelard (1965), remite a la casa valorada por los actores en tanto espacio habitado, donde las condiciones materiales no son las únicas que la definen para aquellos que la habitan, sino que lo hacen también las experiencias del habitar que atravesaron allí con el correr de los años. Cada rincón los remite al esfuerzo que les implicó levantarla con las propias manos. Y este esfuerzo había implicado una decisión que a veces se postergaba, dado que tenían conocimiento de que habitaban en un espacio considerado público y que esto los ponía en una situación de vulnerabilidad ante el Estado. Los recurrentes censos de este último, junto con los rumores de que algún día tendrían una vivienda estatal, les generaban la duda acerca de si mejorar o no su casilla, como relataba uno de los habitantes entrevistados: "Lo que pasa es que mi casa me costó; tardé mucho en hacerla de material porque siempre venía que 'te van a sacar', 'el año que viene te sacan', entonces vos nunca levantabas" (entrevista a un habitante del barrio. Noviembre de 2011).

La casa es para Bachelard el primer mundo del ser humano, antes de ser lanzado al mundo (Bachelard, 1965: 37). Como señala una de las habitantes del barrio, la casa que dejaron era como un nido para sus hijos: "Les costaba a ellos [se refiere a sus hijos más pequeños], no se expresaban capaz, pero el nene mío, hasta el año pasado, lloraba que se quería ir [del nuevo barrio], no quería saber nada. Porque yo tengo mi hijo el más grande, de veinte, que experimentó dos mudanzas nada más, y la primer mudanza que ellos tuvieron [se refiere nuevamente a sus hijos más pequeños] fue de allá en Sarandí. Era 'un nido' eso, y era como que... les iba a costar horrores a todos; y les costó, les costó bastante" (entrevista a una habitante del barrio. Noviembre de 2012).

Dejar la vivienda no fue fácil para gran parte de los entrevistados, ya sea porque era la primera casa de sus hijos o bien porque la habían levantado con el esfuerzo de muchos años de trabajo. Para todos ellos, dejar la vivienda fue un momento fuerte, y la demolición un momento mucho más duro, una imagen difícil de transitar. Es que, si bien algunas familias liberaban espacios en terrenos compartidos o habitaciones en casas compartidas, la gran mayoría accedía a la nueva vivienda a partir del compromiso de entregar la anterior para que fuera demolida en el mismo instante en que era liberada por ellos. Respecto del momento de la demolición, un habitante señaló: "Yo me puse a llorar. Yo estaba en el almacén. Es muy fuerte. yo estaba en el almacén y yo lloraba. porque yo vi caer mi casa, la vi levantarse... vi crecer mis hijos ahí" (entrevista a un habitante del barrio. Noviembre de 2011).

Es que la vinculación con un lugar es para Giglia "un proceso continuo de interpretación, modificación, simbolización del entorno que nos rodea, con lo cual lo humanizamos, transformándolo en un lugar moldeado por la intervención de la cultura" (Giglia, 2012: 9). Nuevamente, los relatos refieren a la vivienda que dejaban estas familias como su refugio, un nido para sus hijos, un espacio denso en significados, vinculados con sus experiencias de haberlo habitado año tras año.

Asimismo, para algunas de las familias el día de la mudanza implicó no solo tomar posesión de la vivienda, sino conocerla en ese mismo momento. Aun para aquellos que habían podido participar en la visita de obra, la vivienda era un espacio físico nuevo. Este cambio se tradujo, por ejemplo, en el entusiasmo por instalarse y acomodarse en la nueva distribución de habitaciones: "Y cuando llegó el camión acá ya era... yo no lo podía creer. Cada uno de mis hermanos, cada uno estaba haciendo cosas: llevando cajas arriba, acomodando cajas acá, llevando las sillas allá, ¡todo el mundo estaba trabajando! ¡Estábamos ansiosos! Y los más chiquitos entraron y agarraron 'esta es mi pieza'... Fue lindo. Al mediodía, al no tener nada armado, estaba la mesa nomás, comimos todos parados." (entrevista a una habitante del barrio. Noviembre de 2011).

"Ese día de la mudanza vino un amigo de él, vinieron dos amigos de él [se refiere a sus hermanos], compramos facturas... era algo ansioso, o sea, porque era ansiedad y tristeza en un momento porque estábamos. llorando, llorando y sacamos fotos. Sacábamos fotos porque yo quería ver lo que era nuestra casa, cómo era, estuvimos guardando cosas y... nos matamos de la risa, justo sacamos una foto cuando están sacando las chapas [de la casilla] y justo salía el sol, hermosa está esa foto. y los vecinos nos decían 'vengan seguido'... todo el tiempo así" (entrevista a un habitante del barrio. Noviembre de 2011).

La vivienda era, no bien mudados, un espacio más cercano a un "no lugar" en los términos de Augé (1998)18 que, a partir de la experiencia prolongada de habitar, los habitantes pudieron ir llenando de nuevos contenidos a partir de sus prácticas cotidianas y representaciones ligadas a la presencia en este nuevo lugar (Giglia, 2012). La experiencia de habitar un lugar sitúa a los actores en un orden espacio-temporal que deviene hábitus. Como bien señala Giglia (2012), parafraseando a Signorelli, si no reconocemos un orden espacio-temporal, nos sentimos fuera de lugar, se produce una situación de estar en un lugar pero no de habitarlo.

Ahora bien, el trabajo de campo me ha permitido identificar que el proceso de mudanza y el singular modo de significarlo ha variado entre las familias en función de diferentes aspectos. En primer lugar, en relación con la antigüedad de residencia, existió una gran diferencia de tiempo en cuanto a los años que llevaban habitando allí. Esta diferencia era muy notoria, dado que algunos habitaban desde hacía más de veinte años y otros desde hacía apenas cuatro o cinco; por lo tanto, el arraigo al lugar era muy diferente. Lo que uno de los habitantes entrevistados denominaba como su imperio para otros era una simple casilla en la que habitaban hasta tanto surgiera alguna opción mejor. Y esta opción resultó ser una vivienda estatal. La angustia por la casilla que debían entregar para ser demolida el día de la mudanza no apareció en el relato de estos últimos.

En segundo lugar, considerando el motivo de la adjudicación, para la familia que procedía de otro barrio, a diferencia del resto de las familias, la mudanza no era el resultado de un proceso de reclamo por una vivienda nueva. No lo habían disputado ni deseado, dado que habitaban un espacio físico que cubría las necesidades de la familia. Este lugar era inmenso en comparación con el espacio físico que ocupaban otros habitantes, dado que era un club barrial. Pero su mudanza fue planteada como un tema de bien público: el Municipio debía mudarlos para concretar una obra y asumió el compromiso de ubicarlos en algunos de sus proyectos de vivienda en marcha. Claramente en este caso no era decisión de la familia mudarse, sino que más bien, como expresaban en la entrevista, no les quedaba otra, y es así que, en sus relatos, se encuentran las mayores tensiones en cuanto a sus estrategias de adaptación. Muy diferente fue la experiencia del resto de las familias que, a través de diferentes estrategias, disputaron por tener un lugar en este proyecto de viviendas en particular, que resultó ser el más cercano al barrio en el cual ya vivían. En estos casos sí medió una decisión de las familias por mudarse y, por lo tanto, este proceso lo atravesaron con gran alegría.

Por último, en cuanto a las condiciones materiales del lugar que habitaban, quienes se veían más urgidos por mudarse eran aquellos que habitaban en las peores condiciones materiales; claramente no era lo mismo dejar el predio de un club barrial que pronto iba a ser demolido por el avance de una obra pública que desocupar una de las habitaciones compartidas en la casa de un familiar o que abandonar una casilla que, apenas un mes atrás, se había quemado. Es decir que la mudanza pudo haber sido o no deseada, pudo haber sido o no el producto de un proceso de lucha y pudo haber implicado o no un cambio hacia un hábitat mejor. Todos estos aspectos varían en el análisis de cada familia. Lo cierto es que, al igual que concluyen algunos estudios académicos, la mayoría de los habitantes entrevistados manifestó que la mudanza implicó una mejora en sus condiciones de vida, al menos en cuanto a las condiciones materiales de la vivienda (Cravino, Del Rio, Graham, & Várela, 2012)19 "A veces estábamos acá sentados a la noche y nos mirábamos porque era algo que no lo podíamos creer. No lo podíamos creer porque si tuviéramos que trabajar para hacernos una casa así, como trabaja mi marido de changarín y trabajaba yo, olvidate, no" (entrevista a una habitante del barrio. Diciembre de 2012).

La mudanza como un momento fuerte en el proceso de intervención social20

La mudanza es un punto de encuentro entre profesionales y habitantes que conmueve a ambos grupos. Los profesionales que participaron en este proceso expresaron que este es uno de los momentos más fuertes de su trabajo cotidiano: "Estuve en muchas mudanzas, muy linda la experiencia. Pero no deja de ser súper fuerte. Sobre todo, el hecho de que tiren las casas abajo, ¿no?, como todo eso... el impacto y la felicidad de la gente de entrar a su casa" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Mayo de 2012). Son múltiples los relatos de los profesionales en este sentido: "Y los vecinos que hemos mudado después por ahí se da esta cosa de... implica como mucho el momento de la mudanza y el momento que le tiran la casa al vecino. Esto de estar, de escuchar [se refiere a las tareas del equipo social en ese momento]. A mí me pasó de una mujer que no se podía... hay gente que no se mueve cuando está haciendo la mudanza de su casa, no sé cómo explicarte. Tienen que mover una bolsa y no lo hacen, ¿entendés?" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Febrero de 2012).

El día de la mudanza implicaba para estos nuevos habitantes culminar con la desconfianza y el temor, dado que -como señalaba una de las profesionales entrevistadas- en el fondo no pensaban que esto fuera a pasar: "Esa situación. La felicidad y, sobre todo, que no pensaban que iba a pasar; o sea, entendían que eso iba a suceder, pero en un punto siempre desconfiás; 'No, hasta que no lo vea, no lo creo'; realmente..." (entrevista a profesional de la dirección de hábitat social. mayo de 2012).

Para los profesionales de la dirección, el proceso de mudanza implicaba un trabajo intenso, dado que su tarea se centraba en acompañar y contener. Esto lo hacía un proceso agotador:

"Organizar una mudanza es re heavy, siempre te pasa algo, siempre hay un quilombo21, siempre alguien se te retoba. Los tiempos que vos programás no son los mismos entonces. yo he mudado bajo condiciones infrahumanas, no sé. con cero grados bajo cero. en junio... ¡tenés que estar en la calle! ¡Es muy estresante!" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Febrero de 2012).

Pero además mudar conllevaba la articulación con otras áreas de la secretaría, como los arquitectos a cargo de la obra o la cuadrilla municipal que realizaba la mudanza: "Las mudanzas fueron también como un momento de mucha articulación con los arquitectos, con el resto del municipio. Todo bastante razonable con los arquitectos básicamente, con los que tendrías que laburar a la par, ¿entendés? Era un momento donde sí se generaba; para mí era más fácil relacionarme con el resto del municipio" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Mayo de 2012).

Entonces, para los profesionales, la mudanza era todo un momento de síntesis en su trabajo cotidiano, en tanto el Municipio entregaba la vivienda culminada y esto convocaba a distintos actores municipales en simultáneo: desde aquellos que habían supervisado el avance de obra hasta quienes debían acompañar a las familias, quienes cargaban sus pertenencias y demolían las casillas. Este proceso requería una necesaria articulación que, en la cotidianidad de las tareas de toda la secretaría, no era tan frecuente.22

La demolición contra entrega de la vivienda nueva es parte del esquema de trabajo que los funcionarios han instalado y los profesionales ejecutan.23 Para uno de los profesionales entrevistados, este procedimiento es un modo de actuar un poco violento: "Lo que era violento era ver que demolían las casas [hablando del proceso de mudanza]. Se iban y demolían estando todavía el proceso de mudanza. Y yo creo que esa etapa era muy mo-vilizadora para las familias, era de chapa pero era la casa de su vida. Algunos lo vivían como con alegría, pero otros más bien con dolor, claro y '¿por qué no me dejan desarmar la casa? Yo la quiero desarmar, quiero ver, sacar chapas'. En ese sentido era un proceso un poquito violento y movilizador" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Septiembre de 2012).

La violencia que los profesionales identifican como algo propio de la demolición puede vincularse, por un lado, con que la mudanza y la consecuente demolición se suceden en un lapso muy breve comparado a los tiempos que implicó la organización de los vecinos para presentar el reclamo, la realización del censo por parte del Municipio y el tiempo de espera hasta que se finalizaran las viviendas. Los actores que reclamaron por ser incorporados al proyecto de viviendas debieron transitar distintos momentos con tiempos muy diferentes que el día de la mudanza se materializaron en una urgencia por mudarse que puede ser leída como violenta. Por otro lado, esta violencia también se vincula con un registro, por parte de los profesionales, de que esa vivienda que es demolida en pocos minutos era para las familias la casa de su vida, un espacio habitado por ellas y, por lo tanto, dotado de diversos valores referidos a su experiencia de habitar allí.

CONCLUSIONES

A modo de cierre, me interesa destacar en primer lugar que para todos los sujetos mudados -independientemente de la cercanía o lejanía de la localización de origen con respecto al barrio actual- mudarse implicó un volver a empezar, en el sentido de lograr nuevamente, a partir de la experiencia cotidiana de habitar, sentirse formando parte de un lugar. Conocer la nueva vivienda, distribuirse en su espacio, transitar un nuevo -o no tan nuevo- barrio y volver a construir, de ser necesarias, nuevas estrategias adaptativas o redes de intercambio.

Por otra parte, y como señalaron gran parte de los profesionales entrevistados, mudarse era una apuesta fuerte y en el proceso de implementación de esta política pública, un punto de inflexión en el trabajo que venía realizando la Dirección de Hábitat Social. Lo que hasta entonces operaba como una promesa, al entregarse la vivienda se transformó en una situación real, que disipó las desconfianzas de los vecinos acerca de la concreción de la mudanza y los hizo atravesar también momentos de intensidad y urgencia, que se diferencian claramente de los otros momentos que hacen a la implementación de esta política pública.

Asimismo, existe en relación con el proceso de mudanza cierto consenso entre los actores en cuanto a las implicancias de este momento en la vida de las familias: "Es muy fuerte la casa nueva, ¿entendés? Es realmente muy fuerte. Es como también una posibilidad de volver a empezar, de comenzar. Es como una apuesta nueva" (entrevista a profesional de la Dirección de Hábitat Social. Mayo de 2012).

Quizás este artículo nos permita pensar que las versiones acerca de la mudanza como proceso están teñidas para unos y otros -profesionales y vecinos- de una cierta satisfacción producto de un ciclo de trabajo concluido. Para los profesionales estará más teñido de una evaluación en términos de proceso de implementación; para los vecinos, impregnado casi como de una revisión de sus propias vidas-al menos en cuanto a sus espacios cotidianos de vida- y de los resultados de sus procesos de luchas. Lo que sin dudas aflora es la experiencia del habitar vinculada con la vivienda que se deja ese día y cierta incerti-dumbre respecto de lo que vendrá en la nueva vivienda, de la cual no se registra ninguna apropiación hasta entonces. La proyección de las experiencias que vendrán condensa en estos actores una mezcla de alegría, ansiedad y tristeza por el lugar que dejaron, que puede leerse en todos los relatos citados.

Queda pendiente, para futuros escritos, indagar en los procesos de interrelación entre los sujetos implicados y de producción-reproducción de versiones referidas a las experiencias de habitar que transcurren tiempo después de ser mudados.

 

1. Una primera versión de las reflexiones que forman parte de este artículo surge de mi tesis de maestría: Tensiones en las versiones de una política pública: los Programas Federales de Construcción de Viviendas en Avellaneda. Asimismo, ha sido producido en el marco de mi beca doctoral tipo II financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones científicas y Técnicas (CONICET) y de mi inserción en el proyecto de investigación "Naturaleza, cultura y segregación: una lectura antropológica sobre políticas socio-urbanas hacia sectores populares en el Area Metropolitana de Buenos Aires" (UBACYT 2012-2014. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires), dirigido por la Dra. María Carman, y queformaparte de la red de equipos de investigación CONTESTED_CITIES, que recibe financiamiento de la línea PEOPLE-IRSES del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea (Contrato PIRSES-GA-2012-318944).

2. El AMBA "es la continuidad urbana de la CABA (de aproximadamente 200 km2 y 3.000.000 de habitantes)y los Partidos de la Provincia de Buenos Aires que lo rodean (de aproximadamente 3.600Km2 y una población cercana a los 9.000.000 de habitantes)". En www. atlasbuenosaires.gov. ar. Junio de 2014.

3. Por las características de estas tareas, la Dirección de Hábitat Social se conforma principalmente con trabajadores sociales, algunos de ellos estudiantes, aunque también han pasado por la dirección profesionales provenientes de otras disciplinas, como la Sociología y las Ciencias de la Comunicación.

4. Villa Corina es una de las villas más antiguas de Avellaneda y del AMBA. Se encuentra a aproximadamente siete kilómetros de la CABA, ubicada dentro de los límites de villa Domínico y muy cerca del límite con Sarandí. Villa Corina habría comenzado a conformarse a comienzos de 1950, cuando llegaron los primeros pobladores como parte de los procesos migratorios que se produjeron a mediados de siglo en todo el AMBA. Hoy en día, se estima que villa Corina se compone de sesenta manzanas y 15.000 habitantes aproximadamente. Un interesante trabajo que aporta más información acerca del barrio de villa Corina es el elaborado por Crovara (2004) en el artículo "Pobreza y Estigma en una villa miseria argentina".

5. La más paradigmática de ellas ha sido la construcción del complejo de viviendas villa Corina, en el interior de la trama del barrio. Este conjunto de torres fue construido como parte del Plan Alborada, que constituyó uno de los tres programas pilares en política habitacional durante la tercera presidencia de Perón. Este plan estaba destinado a la erradicación de la población en villas e implicó la continuidad del Programa de Erradicación de Villas de Emergencia (PEVE). El conjunto se encuentra conformado con 1690 departamentos distribuidos en 88 edificios, algunos de ellos de diez pisos y otros de tres pisos, conocidos como las tiras. Dentro de él se encuentran actualmente una escuela primaria, una escuela secundaria, dos jardines de infantes, un centro social y deportivo, un centro comercial y un centro de salud.

6. Excede las posibilidades de este artículo analizar el marco de disputa que llevó a la conformación del listado de adjudicatarios. Se aconseja leer: Jaüri y Olejarczyk (2013) "La jerarquización de la demanda. Un análisis comparativo de procesos de adjudicación de vivienda". A los fines de este artículo resulta relevante señalar que, del total de familias relocalizadas (31) gran parte (25) habitaba en un sector del barrio conocido como "la tira del cementerio", un grupo menor (5) lo hacía en distintas habitaciones distribuidas en algunos de los numerosos pasillos del barrio y una familia procedía de la localidad de Sarandí, dado que habitaban como caseros en un club que debía ser demolido para la realización de una obra de viaducto. Su relocalización fue el único caso de traslado forzoso.

7. El último censo que se realizó a villa Corina data del año 2005 y fue hecho para el municipio a través de una consultora privada. A su vez, cabe señalar que existe para villa Corina un plan de obras, pero que no trata de su urbanización. Consiste en la puesta en valor del mencionado conjunto urbano (a partir de obras de rehabilitación y regularización dominial y consorcial) y la apertura de calles, para lo cual se requeriría relocalizar parte de la población, aunque no se ha determinado dónde.

8. Los trabajadores de base o burocracia de base son para Lipsky un grupo de actores claves en el análisis de las políticas públicas, dado que de ellos dependen -en gran parte- los resultados de su implementación cotidiana. Dos características definen su rol en las políticas públicas según el autor: niveles relativamente altos de discrecionalidad y autonomía relativa respecto de la autoridad organizativa.

9. En el municipio el acto de entrega de una vivienda se denomina adjudicación y, por lo tanto, los sujetos a quienes se les adjudica pasan a enunciarse como "adjudicatarías". Esta denominación se comparte en todos los municipios del AMBA, dado que proviene del proceso administrativo que lleva a la escrituración y que es responsabilidad del Instituto Provincial de la Vivienda.

10. Excede la extensión de este artículo la posibilidad de adentrarme en los relatos acerca de la versión oficial. De ser un tema de interés, se aconseja consultar: olejarczyk (2014) Tensiones en las versiones de una política pública: los Programas Federales de Construcción de Viviendas en Avellaneda.

11. Esta categoría del estrés que implican las relocalizaciones ha sido abordada por scüdder y Colson (1982), citados en el trabajo de Bartolomé (1985). Estos autores se refieren al "stress multidimensional de relocalización" como un concepto que permite dar cuenta de los efectos psicológicos, fisiológicos y socio-culturales del proceso de relocalización en las poblaciones desplazadas.

12. Existe una variada literatura acerca de procesos de relocalización vinculada con proyectos de desarrollo. Entre ella cabe destacar el trabajo de Lins Rjbeiro y William partridge que forma parte del clásico libro Relocalizados: Antropología Social de las poblaciones desplazadas, compilado por Leopoldo Bartolomé (1985).

Un trabajo más reciente que cabe destacar es el de María Rosa Catüllo (2006) en su libro: Ciudades Reloca-lizadas. Una mirada desde la Antropología Social, en el cual analiza el caso de la ciudad de Federación (Entre Ríos) a partir de la construcción de la represa de Salto Grande.

13. El autor cita como ejemplos el caso de colonización dirigida del trópico húmedo mexicano y el traslado de población del altiplano andino hacia las regiones selváticas de Boliviay Perú (Bartolomé, 1992: 5).

14. Para Boürdieü, la experiencia prolongada de habitar en cierto punto del espacio físico y las estructuras sociales vinculadas con él devienen en estructuras mentales y sistemas de preferencias en los agentes sociales. De este modo, hábitat y hábitus se construyen mutuamente en estas experiencias prolongadas de habitar un singular espacio físico y social.

15. En este artículo haré referencia a "casa" y "vivienda" como sinónimos.

16. Utilizaré la noción de lugar para referirme al espacio "intensamente apropiado" (Segura, 2013: 60) y que da cuenta de una localización que materializa procesos de distinta índole (económicos,

políticos, sociales, etc.); un escenario local en el cual se producen interacciones entre diversos actores y un sentimiento de lugar que construyen en su proceso de apropiación afectiva.

17. Esta definición de la vivienda precaria refiere a la creación de indicadores oficiales para todo el país a cargo del INDEC. Cabe señalar que esta definición oficial de indicadores establece qué características debe reunir una vivienda en nuestro país para considerarse precaria, y puede ser comprendida desde lo que Bourdieu (1993) considera como nominación oficial, en tanto posee todo el peso de la imposición de sentidos por parte del Estado.

18. Al respecto, este autor señala que "Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico definirá un no lugar" (Augé, 1998: 83).

19. Estos autores arriban a una conclusión similar: al encuestar a habitantes de barrios construidos por los programas federales, obtienen como resultado que los adjudicatarios se expresaron más satisfechos con la vivienda entregada, pero que esta satisfacción se va reduciendo a medida que se les consulta por el barrio construido y más aún en cuanto a su localización.

20. La intervención social es un término sumamente utilizado en el campo del Trabajo Social (una de las profesiones destacadas dentro de los profesionales que componían la Dirección de Hábitat Social). Para Carballeda este concepto remite a "conjuntos de dispositivos de asistencia y de seguros en función de mantener el orden o la cohesión de lo que denominamos sociedad" (Carballeda, 2005: 91). Por lo tanto, la intervención social se vincula con la problemática de la integración social. Ahora bien, Carballeda también señala que el término intervención proviene del latín intervenio, que significa "venir entre" o "interponerse", a partir de lo cual destaca "la artificialidad" de la intervención social. Esta se introduce en un campo de problemáticas sociales vinculadas con la cuestión social y se despliega en un marco de relación entre sujetos que interactúan sobre la base de cierto contrato y que transcurre en un determinado territorio. Por último, este autor señala que toda intervención social articula "lo real" con lo subjetivo, lo imaginario y lo simbólico.

21. La palabra "quilombo" es una expresión utilizada en Argentina para hacer alusión a una situación que deviene en desorden o descontrol, es decir, en algo inmanejable.

22. Un aspecto que no será problematizado en este artículo, pero que vale la pena mencionar, es que en el relato de funcionarios y profesionales la división de tarea al interior de la secretaría se divide entre lo técnico y lo social, como si la implementación de una política de construcción de viviendas reprodujera, en su modo de intervenir, la división entre la vivienda desde sus aspectos materiales y desde sus aspectos relacionales. Por supuesto que en los relatos de los profesionales esta división de tareas se caracteriza como jerarquizada y asimétrica y en ella las tareas vinculadas con la obra de construcción poseen más prestigio.

23. Este acuerdo se plasma en las mencionadas actas de beneficiario. En ellas se establece lo siguiente: "Es condición de la presente que la ocupación de la nueva vivienda se realice en forma simultánea con la desocupación y demolición de la vivienda y/o mejoras que actualmente ocupa el titular y su grupo familiar" (modelo de acta de beneficiario con demolición, 2010).

 

BIBLIOGRAFÍA

AGUILAR VILLANUEVA, L. (Estudio introductorio y edición). (1993). Problemas Públicos y Agenda de Gobierno, México: Colección Antología de Política Pública. Tercera Antología. Miguel Ángel Portada Grupo Editorial.         [ Links ]

AUGÉ, M. (1998). "De los lugares a los no lugares". En: Augé, M. Los "no lugares". Espacios del anonimato. Editorial Gedisa, Barcelona.         [ Links ]

BARTOLOMÉ, L. (1985). Relocalizados: Antropología Social de las poblaciones desplazadas.. Ediciones del IDES, Buenos Aires.         [ Links ]

BARTOLOMÉ, L. (2008). "GPDs y desplazamientos poblacionales: algunas claves para su comprensión como procesos sociales complejos". En: Revista Antropología ILHA, 1 (10). Universidad Federal de Santa Catarina. Florianópolis, Brasil.         [ Links ]

BARTOLOMÉ, M. A. (1992). "Presas y relocalizaciones de indígenas en América Latina". En: RevistaAlteridades, 2 (4). Departamento de Antropología. Universidad Autónoma Metropolitana, México.         [ Links ]

BOURDIEU, P. (1993). "Espacio social y poder simbólico". En: Bourdieu, P. (Coord.). Cosas Dichas. Gedisa Editorial, Buenos Aires.         [ Links ]

CANDIL, A. & OLEJARCZYK, R. (2010). "Inter-versiones de las políticas sociales. Relatos sobre drogas y viviendas". En: Revista Trabajo Social, 12. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.         [ Links ]

CANDIL, A.; MORÁN, N.; NEGRI, P.; OLEJARCZYK, R. (2011). "Las intervenciones sociales en clave de inter-versiones". En: Diglio, P. (Comp.) Filosofía Social. Libro digital del Coloquio Filosofía Social. Carrera de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales, UBA.         [ Links ]

CARBALLEDA, A. (2005) Capítulo 4: La intervención. En: Carballeda, A. La intervención en lo social. Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales. Paidós. Colección Tramas Sociales, Buenos Aires.         [ Links ]

CARMAN, M. (2009) Las trampas de la cultura. Los "intrusos"y los nuevos usos del barrio de Gardel. Espacios del Saber 59. Editorial Paidós, Buenos Aires.         [ Links ]

CATULLO, M.R. (2006) Ciudades relocalizadas. Una mirada desde la antropología social. Editorial Biblos. Sociedad, Buenos Aires.         [ Links ]

CORTÉS ALCALÁ, L. (1995) La cuestión residencial. Bases para una sociología del habitar.. Editorial Fundamentos. Colección Ciencia, España.         [ Links ]

CRAVINO, C.; DEL RÍO, J. P.; GRAHAM, M. Y VARELA, O. M. (2012). Casas nuevas, barrios en construcción. Percepciones de los habitantes y vida cotidiana. En: Cravino, C. Construyendo barrios. Transformaciones socioterritoriales a partir de los Programas Federales de Vivienda en el Area Metropolitana de Buenos Aires (2004-2009). Ediciones Ciccus, Buenos Aires.

CROVARA, M. E. (2004). "Pobreza y Estigma en una villa miseria argentina". En: Revista Política y Cultura, 22, México.

GARRIGA, J. (2009). "La Quema". En: Grimson, A; Ferraudi Curto, M. C. y Segura, R. La vida política en los barrios populares de Buenos Aires. Prometeo Libros, Buenos Aires.

GIGLIA, A. (2012) El habitar y la cultura. Perspectivas teóricas y de investigación. Universidad Autónoma Metropolitana. Anthropos, México.

GIROLA, M. F. (2007, Diciembre). "Procesos de apropiación del espacio y sociabilidad vecinal en un gran conjunto situado en la Ciudad de Buenos Aires". En: Revista Anthro-pologica, 25. Año XXV. Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Católica del Perú, Perú.

HEIDEGGER, M. (1994). "Construir, habitar, pensar". En: Conferencias y artículos. Serbal, Barcelona.

HELER, M. (2011). "Intervenciones sociales como inter-versiones en el Trabajo Social". En: Revista Katalysis (1). Universidade Federal de Santa Catarina, Florianópolis-Santa Catarina, Brasil.

JAURI, N. y OLEJARCZYK, R. (2013, mayo). "La jerarquización de la demanda. Un análisis comparativo de procesos de adjudicación de vivienda". En: Revista INVI. 77 (28). Instituto de la Vivienda. Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.

LIPSKY, M. (1996). "Los empleados de base en la elaboración de políticas públicas". En: Joan Subirats i Humet (coord.), Quim Brugué (coord.). Lecturas de gestión pública. Editores: Ministerio de Administraciones Públicas, Instituto Nacional de Administración Pública: Boletín Oficial del Estado, BOE. España.

LOMNITZ, L. A. (2003). "Capítulo 1: La marginalidad". En: Lomnitz, L. A. Cómo viven los marginados. Editorial Siglo XXI, México.

MUJICA, H. (2008). "Ser donde se está, Estar donde se es: el habitar". Mujica, H. La casa y otros ensayos. Vaso roto Ediciones, Madrid.

OLEJARCZYK, R. (2014). Tensiones en las versiones de una política pública: los Programas Federales de Construcción de Viviendas en Avellaneda. Tesis inédita para optar por el título de Magíster en Diseño y Gestión de Programas Sociales. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires.

OSZLAK, O. y O' DONELL, G. (1981). "Estado y políticas estatales en América Latina. Hacia una estrategia de investigación". En: Documento G. E. CLACSO, 4. Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES).

SEGURA, R. (2013, junio). "Los sentidos del lugar. Temporalidades, relaciones sociales y memorias en un barrio segregado de La Plata". En: Revista Sociedade e cultura, 1 (16), Brasil.

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons