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Relaciones internacionales

versão On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.28 no.56 La Plata jun. 2019

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/23142766e065 

REFLEXIONES

Elecciones europeas 2019 – Diario Mínimo

Lorenza Sebesta O’Connell1

DOI: https://doi.org/10.24215/23142766e065

profesora Jean Monnet ad personam, J.M. fellow Centro de Excelencia Jean Monnet de la Universidad de Trento, Italia

1. EPISODIO (después del cierre de la campaña electoral europea), domingo 19 de mayo 2019

La campaña electoral europea y el deterioro de la política

Las próximas elecciones para el Parlamento Europeo (PE) no serán un evento trascendente ni fatal. Pero la campaña electoral está sacando a la luz un costado oscuro de la presente evolución de los partidos.
No serán trascendentes en la historia de la integración ya que las políticas más controvertidas de la Unión de hoy, tal como aquellas para gobernar el euro o para encarar la crisis económica, desde los “presupuestos equilibrados” hasta las “reformas estructurales”, no prevén la participación de la cámara.
No será fatal para la capacidad del PE de actuar ya que, aunque los dos grupos políticos más fuertes (el Grupo del Partido Popular Europeo, PPE, de centro derecha, y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, S&D, de centro izquierda) no alcancen, juntos, la mayoría de votos, tal como lo hicieron a lo largo de toda la vida del PE, es poco probable que las fuerzas nacionalistas consigan este resultado. Es más verosímil que PPE y S&D fortalezcan su alianza con el grupo de los liberales (Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, ALDE), que perdió su histórica tercera posición en la presente cámara saliente (2014-1019) a favor de la agrupación Europa de los Conservadores y Reformistas, ECR, donde participan el partido polaco Orden y Justicia y los conservadores británicos -que, supuestamente, tendrán que irse una vez concretado el Brexit.
Y acá llegamos al tercer punto, o sea el deterioro de la política europea, que vive en estos días una fase de intensa rearticulación. Tratar de crear un grupo paneuropeo con el auxilio de eslóganes nacionalistas tal como “Prima l’Italia” (Italia primero) -en un patético guiño a “America first”- parece exótico. Sin embargo….Matteo Salvini, Ministro del Interior italiano, famoso por su política de “puertos cerrados” y por sus polémicas propuestas de sanciones a las ONGs comprometidas en tareas de rescate de migrantes, lo hizo.
Después de lanzar, en abril, la nueva coalición Alianza Europea de Pueblos y Naciones, su mayor iniciativa en este terreno ha sido la manifestación de Milán del sábado pasado (18 de mayo), en la que ha compartido el palco con Marine Le Pen y Geert Wilders, entre otros. En su discurso, Salvini ha hecho mención a personajes tan distintos como el inventor de padre Brown, Gilbert Keith Chesterton, Leonardo da Vinci, Galileo Galilei, el fundador de la Democracia Cristiana italiana Alcide De Gasperi, Charles De Gaulle, Margareth Thatcher, Winston Churchill y el magistrado Giovanni Falcone, asesinado brutalmente en 1992 por la mafia (que Salvini prometió a sus nuevos votantes del sur de Italia “cancelar de la faz de la tierra”). El ministro ha declarado también, con involuntaria ironía, su apego a la icónica declaración de independencia de los Estados Unidos (un país de inmigrantes si es que hay uno), allá donde proclama los derechos a la vida, libertad y felicidad de cada uno. Pero el listado más exótico ha sido, quizás, aquello de los “seis santos patrones de Europa: San Benito de Nurcia, Santa Brigida de Suecia, Santa Catelina de Siena, los santos Cirilo y Metodio y, finalmente, Santa Teresa Benedicta de la Cruz” -alias Edith Stein, víctima de la shoah, nacida en Wroclaw, hoy en día en Polonia. A ellos Salvini ha encomendado “el destino, el futuro, la paz y la prosperidad de nuestros pueblos”. Si eso fuera poco, terminó el encuentro con un rosario en la mano, confiando “Italia, mi vida y la de Ustedes al corazón inmaculado de María, que, estoy seguro, nos llevará a la victoria […].” Consternado por esta osada visión de una Virgen casi cheguevarista, el director de Civiltà Cattolica, desde su Facebook, al recordar el "No dirás el nombre de Dios en vano”, fue el primero de muchos mordaces críticos católicos.
En vano, pero, no tanto, ya que aquella de Salvini es una táctica que se está expandiendo cada vez más en un espacio político donde las ideologías son vistas como “prejuicios” y lo que se trata es, más bien, captar el mayor número de potenciales votantes juntando referencias y propuestas “a la carta”. El marco cristiano puede servir a Salvini para lograr la adhesión de los electores no solo en Italia y en los territorios tradicionalmente papistas, sino en las periferias de Europa, un caudal muy rico en votantes: son búlgaros, rumanos, eslovenos, croatas, eslovacos, húngaros, checos, polacos y bálticos, cuya socialización con Europa se hizo en época neo-liberal, cuando el clivaje izquierda/derecha ya había caído en desgracia y la religión podía volverse un elemento privilegiado de identidad y reagrupamiento social. Ojo los argentinos, sin embargo… cuando habla del papa, Salvini no se refiere a Francisco (una corta cita protocolar en Milán suscitó silbados de la platea…), al cual se la tiene jurada por su defensa de la vida humana, y, por ende, de aquella de los migrantes también; Salvini se refiere a Juan Pablo II, el papa polaco que contribuyó a desmantelar el Imperio Soviético, y Benedicto XVI, defensor de las raíces cristianas de Europa.

2. II EPISODIO (después de conocer los primeros resultados), martes 28 de mayo de 2019

Una arena política fragmentada y volátil que el Parlamento refleja, pero no tanto….
Para los que somos europeístas, la primera reacción ante las elecciones europeas es dar un suspiro de alivio por la buena participación electoral (que franjó el 50% y logró parar el desgaste sufrido desde aquel famoso 62% de la primera elección con sufragio universal de 1979). Más allá de esto, hay un sinnúmero de interesantes consideraciones, facilitadas, en esta tornada electoral, por el despliegue de aplicaciones y sitios especializados desarrollados por el propio Parlamento Europeo (véase, por ejemplo https://www.election-results.eu/tools/comparative-tool/). Hay algunas que tienen que ver más que todo con el contexto europeo; otras, sin embargo, tienen un alcance más general.
Una primera observación se refiere a la fragmentación de las arenas políticas nacionales. Esta dinámica es, quizás, la más generalizada, ya que ha afectado a todos los países, excepto el caso de Hungría, el único en el cual un grupo, la coalición dominada por el partido FIDESZ del primer ministro Orbán, logró alcanzar la mayoría absoluta de votos. La fragmentación ha alcanzado su cúspide en Bélgica, donde ningún partido obtuvo más de 13% del total y sus 21 escaños en el PE se dispersaron entre siete grupos parlamentarios (por ahora), tanto que ninguno contará más que cuatro representantes de este país. Cierto, no es secundario subrayar que en Bélgica, donde se realizaban también elecciones nacionales y regionales, hemos asistido a un conspicuo aumento de la derecha, en particular del partido Vlaams Belangs (Interes flamenco), los populistas nacionalistas flamencos de ultra derecha. Pero todos sabemos que Bélgica es un caso a parte, con sus dos comunidades, la flamenca de habla holandés en el norte y la valona francófona en el sur; la primera, hace tiempo campesina y ahora comercial y próspera y la segunda empobrecida por el cierre de la minería y de su industria pesada, con una tasa de desempleo doble que en el norte. Y todos sabemos que la desigualdad es una de las vías maestras hacia el auge de la derecha, que se instala, en este caso, entre los que no quieren perder sus privilegios. De otro lado, Bélgica es un país con una capital extraordinariamente pujante y cosmopolita: Bruselas, donde la mayoría de personas habla francés y el segundo grupo lingüístico, antes que el holandés, es el árabe –sin olvidar, por cierto, la importancia del inglés. A pesar de haberse quedado, en el pasado, sin gobierno por muchos meses y de estar experimentando coaliciones de gobierno de lo más exóticas, el país no parece estar al borde de una guerra civil.
La segunda observación tiene que ver con la volatilidad del electorado. Aunque, por ejemplo, el partido de Marine Le Pen le ganara (aun por muy pocos votos) a la coalición de la cual forma parte La Republique en marche del presidente Macron, este último ha estado muy aliviado por los resultados. ¿Por qué? Porque los partidos de izquierda y de derecha que llevaron la batuta a lo largo de la V República se desplomaron: han alcanzado alrededor del 10% de los votos cada uno. Así las cosas, Macron, aunque débil, puede alardear el título de defensor de aquel valor tan abstracto en otros países como concreto en Francia, que es la République.
En Italia, el Partido Democrático (o sea, la vieja izquierda), que había sacado el 40% en las últimas elecciones europeas de 2014, no ganó más que el 22 % esta vez; por otro lado, el partido del Ministro del Interior Salvini, con el 6% de votos en las elecciones de 2014 (en aquel tiempo, Lega Nord per l’Indipendenza della Padania), trepó hasta el 34% -por supuesto que el nombre, ya abreviado hace tiempo en Lega Nord, se ha transformado en Lega Salvini.
Esto apunta a otro nuevo componente de la política actual: la personalización. El partido de Salvini no presentó un manifiesto electoral formal y su lema preferido, a la hora de resumirlo, fue siempre “el sentido común” (una divisa de muchos otros grupos populistas de derecha). Sin embargo: Salvini, que tiene olfato político, se impuso como una estrella de las redes sociales, donde actúa en una suerte de Gran Hermano unipersonal.
Así mismo en Flandes, la región al norte de Belgica, Vlaams Belangs ha triplicado sus votos en cinco años, de 3,7% al 11,9%, sobre la base del suceso personal de su cabeza de lista, el joven “ultra” Van Langenhoven, que ha manejado una campaña electoral sectaria, principalmente por el medio de las redes sociales. En el caso italiano y mucho más en aquello de Flandes (por poderse permitir el joven Van Langenhoven un lenguaje muchos más extremista-racista respecto a aquel adoptado por Salvini, quien es Ministro del Interior), asistimos a un preocupante descuido por los contenidos de índole anti-constitucional del discurso político de estos personajes. Se ha bautizado el fenómeno como la “normalización” de la ultra derecha: las difamaciones y expresiones groseras que caracterizan a los twitters de algunos prominentes exponentes políticos han sin lugar a duda concurrido en esta degradación del mensaje político. Es preciso recordar que Vlaams Belangs surgió de las cenizas de otro, ilegalizado en 2004 por incitar al racismo y a la xenofobia –acusaciones en las que ahora no ha incurrido su cabeza de lista.
Frente a esta descomposición política y social imperante, a este vórtice de cambios a los cuales nos han acostumbrado las elecciones nacionales, el estado de salud del PE no parecer ser tan grave. Hay que recordar, ante todo, que su método de trabajo fue siempre “consociativo”, en el sentido que el Grupo del Partido Popular Europeo, PPE, de centro derecha, y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, S&D, de centro izquierda, han persistentemente tratado de consensuar su posición con respecto a las propuestas legislativas de la Comisión Europea. Tanto es así que, en 2017, PPE et S&D expresaron posiciones uniformes en 90% de las votaciones finales y en el 62% de las votaciones no finales (enmiendas a los actos legislativos etc); estas cifras reflejan la tradición de cooperación y flexibilidad que hace que los dos grupos logren componer sus diferencias para llegar a la mayoría necesaria para aprobar los actos parlamentarios. 2

Esto es lo que seguirán haciendo, ya que, juntos, alcanzan una mayoría que, si bien no absoluta (332 sobre 751 diputados), les brinda una amplia ventaja sobre toda coalición que podrían conformar los partidos nacionalistas de derecha (la mayoría de los cuales conforman tres grupos políticos que cuentan, por ahora, con 176 integrantes).3

A su vez, el grupo liberal, con sus actuales 106 diputados y su gran tradición de trabajo legislativo en el PE, jugará un importante papel mediador en la futura Cámara, tal como lo hizo a lo largo de su vida. Por su parte, el grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea, que ha aumentado sus sufragios y ha alcanzado el cuarto lugar, podrá desarrollar también un papel de contención de los grupos anti-europeos y, al mismo tiempo, responder concretamente a las actuales preocupaciones ambientales de los europeos.

3. III EPISODIO (después de la cumbre extraordinaria del Consejo europeo del 28 de mayo), 2 de junio de 2019

Las consecuencias institucionales del voto: política, geografía y…. minucias legales
El voto europeo va a repercutir principalmente en dos niveles: en la renovación de los responsables de instituciones cruciales de la arquitectura europea (presidente de Comisión Europea, Consejo Europeo, Banco Central Europeo y Alto Representante por la Política Externa y de Seguridad, PESC) y en la conformación del Parlamento Europeo mismo (a nivel de su presidente y de los cargos formalmente inferiores, pero no menos decisivos al momento de influir en los trabajos de la camera).
La presidencia de la Comisión Europea es, sin duda, la más importante del punto de vista del avance de la integración, ya que la Comisión tiene por misión cuidar el interés general de la Unión. El Consejo Europeo, que ha tomado protagonismo en estos últimos años, es el lugar donde se componen los intereses de los estados partes al momento de marcar el programa estratégico del desarrollo de la UE. El Banco Central Europeo domina la política monetaria, cuyo objetivo, conforme al artículo 127, apartado 1 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) TFUE, es “mantener la estabilidad de los precios” - diversamente del Federal Reserve norteamericano, por ejemplo, que tiene por objetivos “maximum employment, stable prices, and moderate long-term interest rates” (sec. 2.A. Federal Reserve Act). El Alto Representante por la Política Externa y de Seguridad (PESC) de la UE (y vicepresidente de la Comisión) tiene, al revés, un papel más bien protocolar, ya que los poderes de la UE en estos asuntos son muy reducidos.
En la reunión informal del Consejo Europeo convocada por su presidente Donald Tusk el 28 de mayo ya se encarriló la discusión para llegar a los nombramientos. Se trata de un asunto decisivo, ya que los tratados son sibilinos a la hora de establecer criterios generales; todo lo que se lee sobre el tema (en una de las “declaraciones relativas a las disposiciones de los tratados”, la número 6) es lo siguiente: “En la elección de las personas que habrán de desempeñar los cargos de Presidente del Consejo Europeo, Presidente de la Comisión y Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad deberá tenerse debidamente en cuenta la necesidad de respetar la diversidad geográfica y demográfica de la Unión y de sus Estados miembros.” Para seguir acotando el campo de elección de los futuros responsables, se acordó informalmente que, en lo que refiere al presidente de la Comisión: 1. Tendrá que ser una persona con experiencia en cargos gubernamentales y en organizaciones internacionales; 2. Ser cabeza de lista será importante, pero no necesario.
El primer criterio lleva a excluir Manfred Weber, que el grupo del Partido Popular Europeo nombró desde final 2018 para ser su cabeza de lista y presidente de la Comisión si el grupo sacara la mayoría de los votos (o sea su Spitzencandidat): de hecho, se trata de un joven que, si bien tiene experiencia parlamentaria a nivel de su Land, Baviera, y a nivel de PE, proviene del mundo empresarial.
De otro lado, el procedimiento del Spitzencandidat, que se utilizó por primera vez en las elecciones de 2014 para remarcar la importancia del vínculo entre PE y Comisión, no se pondría en marcha esta vez. De hecho, el procedimiento ni está previsto en la versión consolidada del Tratado sobre la Unión Europea (TUE), cuyo artículo 17.7. estipula lo siguiente: “Teniendo en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y tras mantener las consultas apropiadas, el Consejo Europeo propondrá al Parlamento Europeo, por mayoría cualificada, un candidato al cargo de Presidente de la Comisión. El Parlamento Europeo elegirá al candidato por mayoría de los miembros que lo componen. Si el candidato no obtiene la mayoría necesaria, el Consejo Europeo propondrá en el plazo de un mes, por mayoría cualificada, un nuevo candidato, que será elegido por el Parlamento Europeo por el mismo procedimiento”.
La candidatura de Weber hubiera sido débil de todas maneras, por ser su partido, aunque mayoritario, aquel que más diputados perdió en términos absolutos. La renuncia a la dirección de la Comisión, podría, de otro lado, verse compensada por el puesto de presidente del Banco Central Europeo (BCE), que tiene ya un aspirante alemán, Jens Weidmann, el actual presidente del Bundesbank y jefe del Banco de Pagos Internacionales. Su postura ortodoxa, sin embargo, no parece estar en sintonía con aquella de un grupo bastante fuerte, aun fragmentado, de estados partes –algunos con tendencias políticas de derecha, léase Italia, otros de izquierda, léase España, pero todos favorables a aflojar un poco los “parámetros fiscales” y adelantar una mayor intervención pública, nacional y europea. Hay que recordar que la figura del presidente del BCE no es protocolar y aún menos lo será en los próximos años, cuando se tendrán que realizar adelantos institucionales importantes como la Unión Bancaria y, tal vez, un Fondo Monetario Europeo. Francia, a su vez, tendría un candidato interesante, François Villeroy de Galhau, seguidor de la postura de Draghi y miembro destacado del Network for Greening the Financial System -creada después de la cumbre de París de 2017 sobre cambio climático para compatibilizar el sistema financiero con sus objetivos. No es secundario recordar que Villeroy es uno de los tantos franceses de habla alemana, ya que nació en Alsacia, la región fronteriza que los dos países se disputaron entre siglo XIX y XX; sin embargo, el hecho de que un compatriota suyo, Jean-Claude Trichet, haya tenido ya el puesto al cual aspira, constituye un hándicap importante.
Problemas muy similares tendrán que dirimirse al asignar los puestos claves en el PE: en una cámara tan multitudinaria y compleja, una babel lingüística conformada por 24 idiomas oficiales, mucho se juega en los órganos de la cual se compone. No me refiero solo al presidente de la cámara, un cargo que, tradicionalmente, se reparten por dos períodos de dos años y medio lo representantes de los grupos más numerosos; sino además a los órganos que desempeñan un papel crucial en el funcionamiento de un parlamento cuyas sesiones plenarias, generalmente una por mes, desarrollan, más que nada, un papel simbólico.
Me limito a mencionar acá las comisiones temáticas (Parliamentary Committees), a las cuales compete discutir las propuestas legislativas de la Comisión Europea, proponer y aprobar enmiendas ante de los votos en el Pleno (en primera y segunda lectura).4

Entre sus cargos más importantes se encuentran aquellos de sus presidentes, vice presidentes, así como sus coordinadores (que coordinan el trabajo de los grupos políticos representados en cada una de las por ahora 22 comisiones). En la distribución de estos cargos salen a relucir no solo y no tanto las cuestiones de afiliación política, sino de equilibrios geográficos y demográficos. Tanto es así que, en la cámara saliente, hubo una prevalencia de coordinadores alemanes (33), seguidos por franceses (21), italianos (18), ingleses (16), españoles (13) y polacos (9) y los demás países, con excepción de Eslovenia que no obtuvo ningún coordinador; en general, de los 440 cargos más importantes a disposición, los alemanes se quedaron con 74, Francia con 44, Italia con 42, Polonia con 34, Gran Bretaña con 31, España con 26, Romania con 25 y así siguiendo. 5

Al contrario de las otras instituciones, en el PE hay poco lugar para el protagonismo individual y mucho espacio, en cambio, para los reglamentos. Será tal vez aburrido, pero más seguro y, por cierto, lo mejor que nos puede ofrecer una democracia representativa a nivel continental.

 

Notas

2. Salvo disposición en contrario de los tratados, el Parlamento decide por mayoría de los votos emitidos (artículo 231 del TFUE).

3. El FIDESZ de Orbán es todavía parte del PPE, si bien se encuentre “suspendido” desde marzo de este año.

4. La mejor guía para entender las sutilezas del procedimiento legislativo ordinario es: Secretaría General del Consejo Europeo, Guía del procedimiento legislativo ordinario, Luxemburgo, Oficina de Publicaciones de la Unión Europea, 2016.

5. Éric Maurice, Chloé Hellot, Delphine Bougassas-Gaullier, Magali Menneteau, “Bilan de la 8ème législature du Parlement européen”, Policy Paper de la Fondation Robert Schuman, Question d’Europe, n.512, 23 de avril de 2019, p.8.

 

 

 

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