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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

versão On-line ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.50 no.2 Buenos Aires dez. 2020

 

ARTICULO

Segre, el Che y el “Hombre Nuevo” del siglo XXI

Segre, Che and the “New Man” of the XXIst Century

Fernando Delgado Páez *

* Arquitecto por la Universidad de Málaga con maestría en Teoría, Historia y Crítica de Arquitectura y doctorando por la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (FAU-UFRJ). Investigador del Acervo Roberto Segre. Profesor del Departamento de Teoría e Historia.

Faculdade de Arquitetura e Urbanismo. Universidade Federal do Rio de Janeiro. Prédio da FAU/Reitoria. Cidade Universitária. Av. Reitor Pedro Calmon, 550, 21941-901 - Rio de Janeiro, Brasil. Email: fernandodelgadopaez@gmail.com

Este artículo se inscribe dentro del proyecto de investigación Acervo Professor Roberto Segre: Um Olhar Caleidoscópico para a Arquitetura da América Latina, que pertenece al Laboratório de Análise Urbana e Representação Digital (LAURD), del Programa de Pós-Graduação em Urbanismo (PROURB) de la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo de la Universidade Federal do Rio de Janeiro (FAU-UFRJ). La labor del autor en este proyecto de investigación estuvo financiada por la Fundación Carlos Chagas Filho de Amparo à Pesquisa do Estado do Rio de Janeiro (FAPERJ).

RECIBIDO: 26 de octubre de 2019.
ACEPTADO: 24 de febrero de 2020.


RESUMEN

En 2007, el crítico de arquitectura Roberto Segre (1934-2013) y los arquitectos José Antonio Choy y Claudio Vekstein fueron invitados por la Municipalidad de Rosario para elaborar el proyecto de una plaza memorial dedicada a Ernesto “Che” Guevara. En los documentos del proceso de diseño del archivo de Segre, que actualmente está siendo estudiado y organizado, se observa una enfática oposición de los arquitectos a una escultura del Che (según ellos una “imagen verídica” y “realista socialista”) que la Municipalidad con amplio apoyo popular exigía colocar en la plaza. Para defender esta oposición, Segre recurrió a los escritos de mediados del siglo XX del propio Che en los que se esboza la idea del “hombre nuevo”. Además de mostrar la brecha no superada entre vanguardia y masa, el episodio analizado permite realizar una aproximación al pensamiento de los últimos años de carrera de Roberto Segre frente a temas recurrentes de su obra.

Palabras clave: Roberto Segre; Hombre Nuevo; Ernesto Guevara; arquitectura latinoamericana; crítica de arquitectura.
Referencias espaciales y temporales: Rosario (Argentina); 2007.

ABSTRACT

In 2007, the architecture critic Roberto Segre (1934-2013) and the architects José Antonio Choy and Claudio Vekstein were invited by the Municipality of Rosario to elaborate the project for a memorial plaza dedicated to Ernesto "Che" Guevara. In the documents of the desinging process, belonging to the Segre archive, which is currently being studied and organized, there is an emphatic opposition from the architects to a sculpture of Che (a "true image" and "socialist realism", according to them) that the Municipality with wide popular support demanded to place in the square. To defend their opposition, Segre resorted to Che's own mid-20th century writings outlining the idea of the "new man". In addition, it shows the gap between avant-garde and mass, the analyzed episode allows an approach to the thought of the last years of Roberto Segre’s carrer, with recurring themes in his work.

Key words: Roberto Segre; New Man; Ernesto Guevara, Latin American Architecture, Architecture Criticism.
Space and time references: Rosario (Argentina), 2007.


Resulta poco probable que en 1963 el joven Roberto Segre (1934-2013), reunido con el Che Guevara y recién llegado a Cuba para impartir clases en la Facultad de Arquitectura de La Habana,1 imaginara la escena que iba a presenciar cuarenta y cinco años después (Figura 1). En 2008, la figura de el Che, ejecutado hacía años, quedaba inmortalizada en forma de estatua de bronce y era reverenciada por una multitud. A pocos metros de ella se encontraba Roberto Segre, ahora reconocido y consolidado como historiador y crítico de arquitectura. Este reencuentro, no fue llamativo porque ambos alcanzaron su reconocimiento en el contexto de la Revolución Cubana –uno como líder político y otro como importante intelectual de amplia producción en el campo arquitectónico–, ni porque ambos pasaron su infancia en Argentina, donde ahora, en la ciudad de Rosario, se cruzaban nuevamente; sino sobre todo porque fue el propio Segre el arquitecto responsable del proyecto de este memorial, junto con el cubano José Antonio Choy y el argentino Claudio Vekstein. El encuentro de 2008 fue también llamativo dentro de la trayectoria de Segre porque, hasta donde se conoce, fue la primera y única obra que realizó como proyecto de arquitectura.2 Esto quiere decir que el autor, reconocido por sus escritos, no ejerció aquí la función de crear una historia a posteriori sobre una obra ya construida o proyectada, sino que tuvo la oportunidad de crear una historia como proyectista de la obra misma.


Figura 1: Acto de inauguración de la Plaza Ernesto “Che” Guevara, Rosario, Argentina. En la esquina inferior izquierda, de frente a la cámara, Roberto Segre al lado de José Antonio Choy, arquitectos autores del proyecto junto con Claudio Vekstein. Fuente: Archivo Claudio Vekstein.

De acuerdo con los archivos encontrados en el Acervo Roberto Segre –archivo de documentos del autor– el episodio comenzó el día 30 de noviembre de 2007, cuando recibe un email de Mirta Levin, la Secretaria de Planeamiento de la Municipalidad de Rosario, con la invitación a participar en el equipo de "un proyecto muy ambicioso” (Levin, 2007): la "Plaza del Che", que celebraría los 80 años de su nacimiento en esa ciudad, en la inminente fecha del 14 del junio del año próximo. Segre se sumaría, junto con Choy, al equipo que ya había desarrollado los primeros esbozos del proyecto, encabezado por Vekstein, y su ya habitual colaboradora paisajista, Lucía Schiappapetra.
La formación del equipo propuesto por Vekstein para el grupo de la Municipalidad3 no fue fortuita. Además de la buena relación que Segre siempre mantuvo con estos dos colegas, manifiesta en la correspondencia personal y profesional encontrada en su archivo, ya mostraba anteriormente interés por la obra de ambos. Por ejemplo, en 2004, se verifica en la correspondencia entre Segre y Vekstein una admiración mutua por el trabajo de cada uno.4 Prueba de ello es que Vekstein lo invitaba a la universidad donde era docente, la Arizona State University, para impartir el curso New trends and historical background of Latin American Architecture; y que Segre publicó en 2005, en la revista brasileña Projeto Design, el artículo O resgate estético dos excluídos (Segre, 2005), sobre el Instituto Municipal de Rehabilitación de Vicente López, que Vekstein acababa de construir en Buenos Aires. Por su parte, la obra de Choy fue destacada por Segre en el panorama latinoamericano, como en el artículo América Latina 2000 (Segre, 2001), en que fue señalado como joven vanguardia, o en el libro Arquitectura Antillana del siglo XX (Segre, 2003) cuya portada muestra su Terminal de Vuelos Ejecutivos de Santiago de Cuba.
Sin embargo, si la producción proyectual, crítica, histórica y docente del grupo de arquitectos llamados por la Municipalidad poseía una afinidad que podría suponer un trabajo exento de conflictos –y así parece haber ocurrido en el proceso de proyecto de acuerdo con los documentos encontrados–, no es posible afirmar lo mismo sobre la relación de este grupo externo con el equipo interno de la Municipalidad. En el correo que Choy envía a Vekstein y Segre, datado el 14 de diciembre de 2007, la primera frase de uno de los miembros del grupo que hace referencia al proyecto que deben desarrollar refiere: “la escultura es intolerable” (Choy, 2007). Choy debiera haber sido informado sobre la pretensión de la Municipalidad de  usar una estatua del porteño Andrés Zerneri, quien “tuvo la iniciativa de crear una escultura de cuatro metros de altura del Guerrillero Heroico, fundida con el aporte internacional de catorce mil llaves de bronce, enviadas desde los cuatro puntos cardinales del planeta” (Segre, s. f.). Cuatro días después, Vekstein apoyó la crítica de Choy (Vekstein, 2007), no sin alertar que deshacerse de ella sería difícil, de acuerdo con lo que observó durante los primeros pasos del proyecto, sobre todo por haber sido donada formalmente por el escultor y aceptada por la Municipalidad.
Segre, que en comparación con sus dos colegas tenía una trayectoria fuertemente vinculada a la reflexión teórica, crítica e histórica, no podía evadirse del asunto, y rápidamente se sumó a la crítica férrea en torno a la escultura. Justamente debido a su trayectoria, en el primer correo del 14 de diciembre, Choy lo instó, como “el más competente de los tres”, a elaborar un informe “profundo, contundente y sobre todo persuasivo” (Choy, 2007). A juzgar por los documentos encontrados, parece que Segre desempeñó el papel de líder de las orientaciones en diseño y reflexiones teórico-históricas del grupo, mientras que Vekstein y Choy se habrían dedicado más a la elaboración del diseño propiamente.5 Segre no tardó en elaborar el borrador del informe esperado por Choy, que ya en la primera versión conservada (Segre y Vekstein, 2007) –sin fecha precisa pero seguramente anterior al día 22 de diciembre de 2007-6 sentó la base de los argumentos definitivos que servirán para que el equipo defienda su postura contra la escultura. En este primer borrador ya se menciona el ensayo del Che Guevara El socialismo y el hombre en Cuba,7 del cual Segre extrae las cuestiones fundamentales que resumían la postura del Che y que serían claramente contrarias a la escultura propuesta por Zerneri. La inteligente táctica de los arquitectos consistía entonces en que la crítica a la escultura no era de ellos, sino del propio Che, y suponía un argumento indiscutible. Pero conseguir eliminar la estatua del proyecto sería una tarea ardua. Quizás el grupo de arquitectos no sabía todavía que, de acuerdo con manuscritos posteriores de Segre correspondientes a una reunión con el equipo de Mirta Levin y la Municipalidad, el embajador de Cuba estaba a favor de la creación de Zerneri. Más aún, contaría con un considerable apoyo popular: 25.000 personas aprobaban el gesto de las llaves, además de las 12.575 que las habían donado como símbolo del desprendimiento material promulgado por el Che (Segre, 2008).
El mencionado ensayo del Che (Figura 2) contiene efectivamente numerosas declaraciones que apoyan el discurso de los arquitectos, entre las que, según Segre, destacaba la defensa del concepto del “hombre nuevo”. El ensayo, de 1965, consiste en fuertes postulados que el Che entendía como fundamentales para la construcción de una nueva sociedad, la del hombre comunista, la del “hombre nuevo”, fruto de la Revolución, y que coloca en el horizonte del siglo XXI. “El hombre del siglo XXI es el que debemos crear […] Haremos al hombre del siglo XXI: nosotros mismos” (Guevara, 1965, p. 20). Un “hombre nuevo” del futuro, que supone una ruptura radical y de máximo distanciamiento con el pasado, “que no sea el que represente las ideas del siglo XIX, pero tampoco las de nuestro [siglo XX] decadente y morboso” (Guevara, 1965, p. 20). De acuerdo con esta postura surgieron conclusiones que los arquitectos adoptaron como argumento: la crítica al realismo socialista, que nace sobre “las bases del arte del siglo pasado [XIX]” (Guevara, 1965, p. 20) –y que se identificaría con la estatua de Zerneri–, la defensa de las vanguardias y del desarrollo tecnológico y científico, etc. El tema del hombre caracterizado en el ensayo no es una novedad en los escritos del Che. En un discurso de 19608 ya se refería prácticamente con las mismas palabras –incluso en términos arquitectónicos, que denotan la idea de construir la nueva sociedad– a un “nuevo tipo humano”:

Hay que hacer, nuevamente, un recuento de la vida de cada uno de nosotros, de lo que se hizo y se pensó como médico o en cualquier otra función de la salud pública, antes de la Revolución. Y hacerlo con profundo afán crítico, para llegar entonces a la conclusión de que casi todo lo que pensábamos y sentíamos en aquella época ya pasada, debe archivarse y debe crearse un nuevo tipo humano. Y si cada uno es el arquitecto propio de ese nuevo tipo humano, mucho más fácil será para todos el crearlo y el que sea el exponente de la nueva Cuba (Guevara, 1998, p. 36).

Figura 2: Portada y artículo El Socialismo y el hombre en Cuba de la revista Marcha del 12 de marzo de 1965. Fuente: Portal Anáforas (FIC-UDELAR). Recuperado de: http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/2147

Por otra parte, no se sabe hasta qué punto la idea del “hombre nuevo” era novedad para Vekstein o para Choy, quien en 2004 proyectó el Centro de Estudios Che Guevara en La Habana y que ya se había enfrentado al proyecto del monumento de Antonio Maceo, con una estatua clasificada por Segre como “realista socialista” (Segre, 2010). Tampoco la idea del “hombre nuevo” era novedad para Segre, quien ya conocía el ensayo del Che y cuyo rescate con motivo del proyecto de Rosario no fue casualidad. Quien tenga familiaridad con los textos de Segre, en tanto historiador comprometido con estas cuestiones, no se sorprenderá al encontrar numerosas referencias ideológicas y políticas, y especialmente a una idea como ésta, ampliamente difundida en el contexto de la Revolución Cubana y defendida por uno de los líderes más importantes.
Uno de ellos, que tal vez sea el más representativo del periodo inicial de su carrera, fue el libro Cuba: Arquitectura de la Revolución (Segre, 1970), que contiene numerosas referencias del autor en defensa del “hombre nuevo” (Segre, 1970, p. 58) y sus variaciones: el “nuevo hombre socialista” (Segre, 1970, p. 14), el “nuevo hombre comunista” (Segre, 1970, p. 18), el llamado a una “nueva sociedad” (Segre, 1970, p. 56), una “nueva arquitectura” (Segre, 1970, p. 11) y unas “nuevas formas arquitectónicas” (Segre, 1970, p. 45). Estos postulados dialogaban con los propuestos por Guevara en el ensayo mencionado. También se sabe por la bibliografía del libro que Segre escribió un texto previo en 1967 titulado La casa del hombre nuevo (Segre, 1970, p. 128), no muy conocido pero que probablemente incluiría referencias al hombre nuevo que el Che esbozaba dos años antes. Por otra parte, la apropiación del texto del Che por los arquitectos cubanos en esa temprana fecha no era novedosa. Tanto la idea del hombre nuevo como las consecuencias estéticas que el Che promulgó en ese ensayo fueron absorbidas y divulgadas en 1965, mismo año de su publicación, por Amneris Vergani, quien fundamentó de ese modo los proyectos para el concurso de, precisamente, un parque-monumento, dedicado a los “Mártires Universitarios” en La Habana, en un artículo de la revista Arquitectura Cuba (Vergani, 1965), mismo número en que Segre participó como colaborador. Estas formulaciones también encontraron eco con posterioridad, en otro libro central en la trayectoria de Segre, Arquitectura y urbanismo de la Revolución Cubana, donde reitera las referencias a la nueva arquitectura y sociedad y explícitamente al hombre nuevo (Segre, 1987, p. 54).
Al examinar los textos de Segre y Guevara en las publicaciones originales, se advierte que ni uno ni otro colocaron entre comillas el término “hombre nuevo”, lo que parece indicar que no se refieren a un concepto o utopía, ni a una abstracción de la realidad. Si ese hombre no existía es porque todavía no había sido construido completamente, o no se había logrado alcanzar aún. Por otra parte, lejos de parecer algo impreciso, el término se ve reforzado por la diversidad expresiva que Segre utiliza para referirse al mismo en sus libros sobre la Revolución de 1967 y 1989, así como lo hace Guevara en El Socialismo y el hombre en Cuba.
Sin embargo, en la década siguiente, la referencia al hombre nuevo de Segre ya no parece poseer estas connotaciones y, de hecho, la expresión pasa a estar encomillada. ¿Se trata ahora de un concepto abstracto? O, si se admite que el concepto es ajeno al autor, ¿se trata de una cita? En esta década, en efecto, ni siquiera Cuba era la misma que antes y probablemente Segre tampoco lo fuese, ya que abandonó la isla, que sufría una grave crisis, en 1994.9 En una conferencia en Madrid en 1998 el autor parecía abatido al hablar sobre la crisis cubana, cuya consecuencia era la impracticabilidad del hombre nuevo profetizada por el poeta José Agustín Goytisolo.
Hoy en día se recuerdan con dolor las palabras de Goytisolo en el IX Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) celebrado en Buenos Aires (1969), que tanta indignación generaron: "el hombre nuevo es como el abominable hombre de las nieves: todos hablan de él pero nunca nadie lo ha visto" (Goytisolo, 1969). Aquellos indiscutibles avances materiales y espirituales, que progresaron en forma ascendente hasta la década del ochenta, se derrumbaban en los años noventa (Segre, 1998).
En esa misma conferencia Segre había comentado con preocupación la inminente llegada del siglo XXI, que parecía avecinarse con nuevos aires:

Vertiginosos acontecimientos históricos modificaron nuestro mundo en tan breve tiempo, al punto que ya entramos prematuramente en el siglo XXI […] La demolición del muro de Berlín (1989), la reunificación de Alemania (1990), el desmembramiento de la URSS (1991) y el fin del sistema socialista en los países de Europa del Este (Segre, 1998).

Esta prematura entrada en el siglo XXI no parecía esperada con la euforia revolucionaria inicial. Como Segre comentó, “el optimismo del [año] sesenta y ocho contrasta con el pesimismo del noventa y ocho” (Segre, 1998).
Si en estos fragmentos que pertenecen a la conferencia de Madrid de 1998 Segre mencionó al “hombre nuevo” ya entre comillas, en el texto Medio siglo de arquitectura cubana (1953-2003): Variaciones sobre el tema del comunismo (Segre, 2004) la expresión ya no apareció solamente encomillada, sino enunciada explícitamente como una utopía.
Por lo tanto, el rescate del hombre nuevo para el proyecto de Rosario resulta natural y también llamativo. Natural por la familiaridad que Segre tenía con el concepto a lo largo de su trayectoria y por tratarse de un monumento al Che, ya que los arquitectos entendían que debía hacerse una representación de su pensamiento. Sin embargo, que hayan utilizado ese concepto resulta también llamativo justamente por el paulatino abandono que parecía evidenciarse en sus escritos. Tal vez nunca se sepa si la defensa del hombre nuevo del siglo XXI era para Segre una convicción o apenas una mera argumentación para eliminar la escultura. Tampoco se sabe si la defensa de esta idea en los escritos, desde la más elocuente de los primeros textos o la más tímida de los últimos, respondía a una postura que debía adoptar por pertenecer al establishment cubano10 en tanto profesor universitario, cargo que -oficialmente- no había abandonado incluso cuando residió en Brasil.
En cualquier caso, a la luz de los registros documentados sobre la disputa entre los defensores de la colocación de la estatua, que contaban con amplio apoyo popular, y los arquitectos que se oponían, el episodio pone en evidencia que el hombre nuevo propuesto por el Che Guevara -y retomado por Segre- no se concretó. El propio Che afirmaba en su ensayo de 1965 que “el grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa” (Guevara, 1965, p. 15), y declaraba: “el Partido es una organización de vanguardia […] Nuestra aspiración es que el Partido sea de masas, pero cuando las masas hayan alcanzado el nivel de desarrollo de la vanguardia” (Guevara, 1965, p. 15). En el episodio de Rosario, las “masas” -la población y la Municipalidad- continuaban tan distantes de la “vanguardia” -los arquitectos- como en el contexto que el Che esbozaba. Mientras unos apoyaron a Zerneri y su escultura –manifestación de la devoción popular por las imágenes realistas que subsisten desde hace miles de años en la cultura occidental, según Segre–, los otros hicieron lo posible por deshacerse de ella –al argumentar que era posible hacer un parque monumento de primera línea, con conceptos muy actualizados, sin la necesidad de utilizar esculturas ni bajorrelieves (Choy, Segre y Vekstein, 2007). Y como esto no fue posible, a pesar de la preocupación de los arquitectos –evidentes en las anotaciones que Segre presentó en la reunión con Mirta Levin y el equipo de la Municipalidad, donde doce de los dieciséis puntos eran relativos a la escultura (Segre, 2008)–, los esfuerzos se concentraron en minimizar al máximo su presencia. Se pensaron distintas soluciones para tal fin. Choy, por ejemplo, propuso reducirla solo a la cabeza, más representativa que el cuerpo, en alusión a la icónica imagen de Korda y para evitar la asociación con el héroe de cuerpo tradicional, tan alejado de las personas comunes con las que el Che se debió identificar (Choy, Segre y Vekstein, 2007, p. 4). La solución, finalmente, (Figura 3) consistió en alejarla del espacio de reunión de los usuarios, y colocarla en un lugar más retirado y simbólico, y que coincide con la localización de la isla de Cuba en el mapa de América Latina representado en la planta del parque. Como Vekstein había propuesto, se procedió a “minimizarla con elementos envolventes” (Choy, Segre y Vekstein, 2007, p. 3) como las cañas, usadas en referencia a una fotografía del homenajeado en la que pasa casi desapercibido entre ellas y en concordancia con su vida de trabajo campesino y de hombre común.
Paradójicamente, en una imagen del proyecto finalizado capturada por Vekstein el día de la inauguración, Segre y Choy aparecen junto a la estatua, absorbidos por una multitud eufórica -las masas- alrededor de su “Guerrillero Heroico”. El proyecto de vanguardia que elaboraron no se aprecia en absoluto, está tapado por la multitud. Solo aparecen la estatua y las masas, a las que ellos, con una sonrisa titubeante, pertenecen.

Figura 3: Planos del proyecto de la plaza-memorial dedicada a Ernesto “Che” Guevara. Fuente: Archivo de Claudio Vekstein.

NOTAS

1. Acontecimientos descritos por Segre en un correo electrónico a Mirta Levin (Segre, 2007).

2. De acuerdo con los archivos encontrados en el Acervo Roberto Segre (LAURD/PROURB/FAU-UFRJ), aún no explorado en su totalidad, este sería el único proyecto de arquitectura en el que el historiador y crítico participó como proyectista.

3. De acuerdo con observaciones de Claudio Vekstein (Segre y Vekstein, 2007, p. 3), fue idea suya la de sumar al equipo de proyecto a Segre y Choy, para consolidar el apoyo político que el municipio necesitaba al no haber podido avanzar con su propio proyecto anteriormente.

4. Se trata de la correspondencia electrónica (Segre y Vekstein, 2004), posible primer contacto entre los arquitectos.

5. Ejemplo de este -hipotético- modus operandi del grupo fue el comentario que Segre escribió sobre el proyecto realizado hasta el momento por Vekstein:
La idea de asociar al Che con la caña de azúcar, que es una metáfora de Cuba, me parece interesante. Pero creo que la imagen todavía no está lograda. Me parece que el elemento está muy pegado a la escultura, y el paso del metal a la caña está un poco confuso. No creo que tenga que aparecer ‘la caña’ en su forma real, sino crear una imagen que sea comprensible, pero que mantenga un mayor nivel de abstracción. Sugerencia: rediseñar el elemento que identifica la caña, estudiar su escala y su posición en relación al monumento (Segre, 2007, p. 3).

6. El documento está fechado en 2007, pero hay una versión con texto incorporado (llamado por los autores “segunda vuelta”) del 22 de diciembre de ese mismo año (Choy, Segre, y Vekstein, 2007, 22 de diciembre).

7. El texto es una carta (Guevara, 1965, 12 de marzo) escrita por el Che Guevara en Argel a Carlos Quijano, editor de la revista uruguaya Marcha, donde fue publicada.

8. Realizado en el acto de inauguración al curso de adoctrinamiento organizado por el Ministerio de Salud Pública de Cuba (Guevara, 1998).

9. De acuerdo con el testimonio de Concepción Pedrosa publicado en el periódico O Fluminense (Niterói, Brasil). Recuperado de: http://www.ofluminense.com.br/pt-br/revista/de-bra%C3%A7os-abertos

10. Puede verse ejemplificado en el correo que Segre envía a Michael Lang, con motivo de la organización de los temas para una mesa redonda en el 11th International Planning History Conference 2004 en Barcelona, donde argumenta:
It is not easy to have a discussion about Havana, with the participation of ‘official’ members of the cuban ‘establishment’, as Coyula, Patricia, and myself (I am still professor at Havana). Because the degree of acceptance of criticism or demonstrations of mistakes or errors is very little, in general” [“No es fácil tener un debate sobre La Habana, con la participación de miembros ‘oficiales’ del ‘establishment’ cubano, como Coyula, Patricia y yo (soy todavía profesor en La Habana). Debido a que el grado de aceptación de críticas o demostraciones de equivocaciones o errores es muy pequeño, en general (07 de enero de 2004, correo de Roberto Segre a Michael Lang. Acervo Roberto Segre).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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2. Choy, J. A., Segre, R. y Vekstein, C. (2007, 22 de diciembre). Comentarios críticos sobre el monumento al Che. Segunda Vuelta. Acervo Roberto Segre (LAURD/PROURB/FAU-UFRJ).         [ Links ]

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