Introducción
La producción caprina ofrece un gran potencial de desarrollo en el Noroeste Argentino (Paz, 2006). Las estadísticas disponibles muestran que el stock caprino en esta región alcanza las 300.000 cabezas y que un alto porcentaje se encuentra en la provincia de Salta. En los Valles intermontanos, con clima templado y árido, la producción de queso de cabra a escala familiar tiene un fuerte arraigo cultural y recientemente han surgido algunos establecimientos de escala empresarial (Suarez et al., 2016). En este contexto, los problemas sanitarios son una seria limitante productiva y se requieren medidas de control adaptadas a la región y a la escala productiva (Suarez et al., 2016). Los desórdenes nutricionales, incluidos deficiencias y desbalances minerales, ocasionan severas pérdidas en el ganado a nivel mundial (Suttle, 2010). En contraste, está información es limitada en cabras lecheras, aunque se asume que estos desbalances pueden tener gran impacto productivo (Haenlein, 1980). Los perfiles minerales han sido ampliamente usados para monitorear las variaciones que ocurren según las distintas etapas productivas en bovinos (Hadzimusic y Krnic, 2012) y ovinos (Gürdoúan et al., 2006). Sin embargo, en cabras, la información a nivel nacional es restringida. Por este motivo, el objeto de este trabajo fue el de evaluar las variaciones de Ca, P, Mg, Cu y Zn en cabras lecheras a lo largo de las distintas etapas productivas en un tambo del Valle de Lerma, valle intermontano de la Provincia de Salta.
Materiales y Métodos
En el tambo caprino de la Estación Experimental Agropecuaria Salta de INTA, Cerrillos (Salta), se seleccionaron 20 cabras de raza Saanen. Las mismas fueron mantenidas dentro de la majada general y alimentadas a base de alfalfa (ad-libitum), con suplementación estratégica a base de grano [600 g/día de maíz partido y 20 g/día de sal mineral durante el ordeñe (®Nutrefeed Lactancia). En la etapa de seca los animales accedieron a 200 g/día de maíz partido y al pastoreo de sorgo forrajero ad libitum mediante esquema de pastoreo rotativo.
Las cabras fueron muestreadas en 4 momentos según la fecha probable de parto: preparto (1 a 2 semanas previas al parto), posparto (1 a 2 semanas de lactancia), pico de lactancia (6-8 semanas de lactancia) y periodo de seca (15 a 30 días de finalizada la lactancia). Estos periodos fueron seleccionados en función de la curva de lactancia teórica de la majada bajo estudio (Martínez et al., 2018).
Las muestras de sangre se obtuvieron por punción de la vena yugular, y se extrajo suero libre de hemólisis por centrifugación. Las determinaciones séricas de Ca, Mg, Cu y Zn se realizaron por espectrofotometría de absorción atómica de llama (AAnalyst 200, Perkin Elmer, Argentina), según indicaciones del fabricante. La determinación sérica de P se realizó mediante espectro-fotometría UV-visible (Lambda 25, Perkin Elmer, Argentina) por el método del Fosfomolibdato, utilizando el kit Fosfatemia UV (Wiener Lab.).
Los resultados de las mediciones séricas de los macro y micro minerales fueron analizados obteniendo valores medios, mientras que las diferencias fueron determinadas mediante ANOVA y test de comparación múltiple DGC. Las variaciones fueron consideradas significativas con un nivel de confianza de 0,05. Todos los datos fueron analizados con el software INFO STAT (Di Rienzo et al., 2008).
Resultados
Los valores medios de cada mineral se muestran discriminados por periodo productivo en la Tabla 1. En todas las etapas los niveles medios de Ca, P y Zn fueron inferiores a los valores de referencia. Los niveles de todos estos minerales, incluyendo el Cu, no evidencian diferencias significativas entre periodos a excepción del estadio de seca donde las cabras muestran niveles de P levemente superiores al observado en los restantes períodos (p= 0,0042). En ese mismo periodo los niveles de Zn son significativamente más bajos que en el resto de los periodos (p= 0,0164).
Al evaluar la proporción de cabras hipocalcémicas, se identificó que un gran porcentaje de los animales (60-80%) presentaron esta condición en las distintas etapas productivas bajo estudio. Del mismo modo, al clasificar los animales por sus niveles de Zn sérico se observó que entre el 55 y 85% de los individuos presentaban niveles inferiores a los mencionados como normales en la bibliografía (58-174 µg/dL) (Haenlein y Anke, 2011). Todos estos resultados se muestran en la Figura 1.
Discusión
Los resultados muestran que los niveles medios de calcemia se mantuvieron por debajo de los valores de referencia durante todos los periodos muestreados, lo que sugiere un bajo aporte o excesiva demanda del mineral. En cabras Baladi se registró una marcada hipocalcemia asociada al parto, con valores mínimos entre las dos últimas semanas preparto y una primera semana posparto (Azab y Abdel-Maksoud, 1999). Estos autores atribuyen esta disminución de la calcemia durante la gestación a una mayor demanda de Ca para la mineralización ósea fetal. Krajnicakova et al., (2003) observaron hipocalcemia en cabras White short-tailed durante el puerperio y sugirieron que estaba relacionada con la producción de leche y el número de crías nacidas. Esto coincide con Brzeiñska y Krawcyk (2010), quienes identificaron valores de calcemia más bajos durante la lactancia inicial y avanzada en cabras Saanen en Polonia. En contraste, en Paraguay, un trabajo llevado a cabo con esta misma raza, identificó un incremento en las concentraciones de Ca en la última etapa de gestación y en la lactancia (Román et al., 2017). En cabras lecheras sobre sistemas extensivos, con poca presión de producción, pero con partos melliceros, la hipocalcemia preparto puede ser más frecuente que la presentación posparto (Oetzel, 1988). La hipocalcemia preparto predispone a partos distócicos en cabras. Cabras Baladi con partos anómalos presentaban calcemias preparto menores (6,21±0,40 mg/dL) que aquellas con partos normales (8,46±0,79 mg/dL) (El-Raey y El-Khaiat, 2017). Si bien en algunos casos la hipocalcemia al parto resulta asintomática (Azab et al., 1999), resta aún evaluar si la hipocalcemia subclínica no se asocia a consecuencias productivas y reproductivas como ocurre en bovinos (Rodríguez et al., 2017).
En el presente trabajo, los valores de P sérico resultaron más bajos durante las etapas de mayor requerimiento, como preparto, posparto y el pico de lactancia. Resultados similares fueron registrados por Brzezinska y Krawcyk, (2009), quienes informaron concentraciones más bajas al final de la gestación y al inicio de la lactancia. Durante esta etapa, los animales son más vulnerables ya que el organismo debe proporcionar en un corto intervalo de tiempo grandes cantidades de Ca y P para la producción de leche (Hadzimusic y Krnic, 2012). Las fosfatemias podrían también descender al parto producto del bajo consumo de alimento, por lo cual se asocian a cetosis clínicas (Akkaya et al., 2020), y también por la pérdida de P hacia leche, con una concentración promedio mayor que en bovinos y que supera al g/L (Parka et al., 2007). La hipofosfatemia al parto se asocia a edemas mamarios en cabras productoras de leche (Sulieman et al., 2018). Incluso, aún dentro del rango normal, cabras con partos distócicos presentaron menores valores de P sérico (4,21±0,51) que aquellas con partos normales (6,98±0,96) (El-Raey y El-Khaiat, 2017). Cuando el origen de las hipofosfatemias es el bajo aporte dietario de P las cabras presentan menor digestibilidad ruminal y menor producción lechera (Müschen et al., 1988). Sin embargo, aunque todos estos signos pueden haber ocurrido en la majada; no es posible atribuirlos exclusivamente a la hiposfosfatemia debido a la inespecificidad de los mismos.
Con respecto al Mg, no se observaron cambios significativos en los periodos evaluados y los niveles séricos de este mineral se mantuvieron dentro del rango de referencia para la especie. Resultados similares fueron obtenidos en cabras Saanen en Paraguay por Román y col (2017) y por Brzeziñska y Krawczyk (2010) en Polonia. Dichos autores señalan que el estado fisiológico de las cabras tiene poca influencia en las magnesemias.
En concordancia, estudios realizados por Samardzija (2011) en Croacia, y por Krajnicakova (2003) en Eslovaquia, también reportaron que los valores de Mg se encontraban dentro de los valores de referencia durante el puerperio y no mostraban diferencias significativas entre etapas. La menor susceptibilidad del caprino a la hipomagnesemia podría deberse a que su leche posee menor concentración de Mg que el ovino (Khan et al, 2006) y que el bovino (Merkel et al., 1992). Sin embargo, Azab et al., (1999) evaluaron las magnesemias entre las 4 semanas previas y posteriores al parto y las compararon con los niveles previos a la gestación, y observaron el valor más bajo al momento del parto. Por otro lado, cabras con partos distócicos presentaron menor magnesemia (2,33±0,24 mg/dL) que aquellas con partos normales (3,28±1,40 mag/dL) (El-Raey y El-Khaiat, 2017). Como ocurre en bovinos, la tetania hipomagnesémica es una presentación frecuente y mortal en sistemas extensivos y sin suplementación mineral (Simões y Gutiérrez, 2017).
Las concentraciones de Cu se encontraron dentro de los valores normales durante todas las etapas productivas evaluadas. Contrariamente, estudios previos llevados a cabo en la misma región en sistemas de producción semi-intensiva de leche caprina se señalaron niveles bajos de Cu (0,54±0,06 ppm) (Suárez et al., 2017). Vazquez-Armijo et al., (2011) estudiaron en cabras mestizas del sur de México, observaron valores más elevados de Cu durante la lactancia, pero sugieren que estas variaciones pueden estar sujetas al área geográfica, dieta, época del año y cambios bioquímicos y/o enzimáticos de la sangre. Otro factor importante es que la leche posee valores mínimos de Cu, por lo cual el requerimiento en lactancia es bajo (Suttle, 2010). En sistemas extensivos se debe tener precaución con los cabritos en crecimiento, que poseen mayores requerimientos de Cu y su carencia genera menores ganancias de peso (Haenlein y Anke, 2011).
Nuestros resultados indican que los niveles medios de Zn son marginales, especialmente en período de seca. En coincidencia, Vázquez-Armijo et al. (2001) observaron que las zincemias varían significativamente con el estado reproductivo y la época del año. Ahmed et al. (2001), en un estudio realizado en cabras Nubian, informaron menores zincemias en gestación y las asociaron al elevado requerimiento del feto o la baja absorción de Zn por los animales preñados. Posiblemente muchas diferencias entre autores se deban a la existencia de múltiples interferencias que condicionan la disponibilidad del Zn dietario (Haenlein y Anke, 2011). La deficiencia clínica de Zn en cabras se manifiesta especialmente con lesiones dermatológicas, que ya han sido informadas en “pygmy goats” (Nelson et al., 1984) y Angoras (Reuter et al., 1987).
Al igual que ocurre con otras especies, durante la gestación avanzada y comienzos de lactancia, tiene lugar un gran intercambio de nutrientes; produciéndose variaciones bruscas en su excreción y secreción mineral que pueden ocasionar severos desequilibrios metabólicos de los minerales (Martens y Schweigel, 2000). Antes del parto, los rumiantes se ven exigidos metabólicamente debido a un profundo balance energético negativo resultado de una reducción en la capacidad de ingesta y el incremento de los requerimientos por una mayor la demanda fetal y de una lactancia inminente (Seifi y Kia, 2018).
Las concentraciones medias de Ca, P y Zn en suero fueron inferiores al valor de referencia, mientras que los niveles medios de Mg y Cu fueron adecuados en todos los períodos productivos evaluados. La gestación y lactancia afectaron algunos minerales, de modo que durante el período seco fueron menores los niveles de Zn y más altos los de P.
Estos resultados sugieren riesgos sanitarios y productivos asociados a desbalances en carencias de Ca, Zn, y P en cabras lecheras en el Valle de Lerma. Considerando los riesgos potenciales de las carencias minerales en estas categorías de cabras lecheras y la limitada información sobre el tema, surge la necesidad de ampliar los estudios que colaboren con un sistema productivo en crecimiento.