SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número57“Con llave cambiante” de Paul Celan. Un esbozo de comprensión.Jean Grondin. Paul Ricœur, trad. de Antoni Martínez Riu, Barcelona: Herder, 2019, 176 páginas. índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Boletín de Estética

versão On-line ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.57 Buenos Aires dez. 2021

 

Comentarios bibliograficos

Miguel Marinas. El ajá del traductor. Madrid: Libros de la resistencia, 2021, 237 páginas.

José M García López1 

1 Madrid, España

Quo me cumque rapit deferor hospes

“Adonde la vida me lleve soy su huésped”

M. de Montaigne y M. Marinas

Poco antes de la desgracia de su muerte repentina en Madrid el 7 de enero del presente 2022, y aparte otros escritos inéditos de su trabajo incesante, Miguel Marinas había publicado el libro que aquí se reseña (y a continuación la novela Mano de santo, un viejo proyecto varias veces pospuesto). El ajá del traductor, Experiencias y versiones con un comentario y versiones de Pablo Marinas, se emplea en dar una visión nueva y más relevante del oficio de traductor, una tarea creativa como cualquier otra que lo sea y una forma de escritura tan digna y reveladora, tan inventiva, como la que más.

Marinas recurre a los fundamentos teóricos en que, como lector, traductor y analista filosófico, psicoanalítico y semiológico, se ha basado en otras ocasiones para trabajos de índole distinta, y así la nómina de sus autores, sintetizados, matizados o ampliados, incluye a Don Sem Tob de Carrión, Fray Luis de León, Montaigne, Freud, Ortega, Levy Strauss, Borges, Barthes, Lacan, Deleuze, Derrida o Julia Kristeva, entre algunos más. De todos ellos toma el autor lo necesario para consolidar una idea acerca de la traducción moderna, que supera los límites ortodoxos del calco fiel y por otro lado los escepticismos frecuentes acerca de la versión válida de un texto de una lengua a otra. Podría haberse atenido a su intuición y a su probada solvencia observadora y crítica, pero, quizá por el hábito universitario del acopio sistemático de referencias autorizadas, Marinas ha preferido discurrir por esos territorios a veces ya familiares por muy transitados y otras próximos, con el rodaje propio de sus ideas, dudas y resoluciones, suscitadas en gran medida a lo largo de muchos años de traducciones formativas, lúdicas o profesionales.

Empieza refiriéndose a la obra de Freud El chiste y su relación con lo inconsciente para ponernos sobre la pista de los mecanismos psicológicos de extrañeza y goce, no sólo intelectual, comparables en algún sentido con la actitud del traductor comprometido con el texto original y la significación alcanzada en la lengua de destino. La primera lengua es un punto de partida, evidentemente, pero debe generar algo más que una constatación refleja, realizar una escritura respetuosa con el sentido y la forma dados, pero a la vez irradiadora de un fulgor nuevo, de una descarga distinta y sorprendente, a la vez indicativa de otras posibles variantes, de una recepción más contrastada y mejor informada que acaso resultara en su momento la misma fuente.

El autor hace un recorrido por las glosas medievales, las adivinanzas, las jarchas y otras manifestaciones lingüísticas evolucionantes desde el latín, tratándolas también como traducciones de un corpus preciso, complejo y plenamente funcional, a un reclamo popular, innovador de unos instrumentos de información y comunicación aún creándose o todavía inexistentes. El poeta de clerecía o el juglar provenzal, el filólogo inaugural en la corte de Alfonso X el Sabio o el corista románico de Al Andalus, dentro de un marco acogedor en lengua árabe, operan de ese modo irregular y vivo, ávido de expresiones inéditas para realidades dinámicas que Marinas señala. Van dando pie a que más tarde, ya en tiempos de Juan de Valdés o Fray Luis de León, se vayan fijando maneras de traslación y transparencia, estilos más o menos respetuosos o libres, más o menos abiertos a la corteza de las palabras, a su medida y ritmo, a su belleza posible o a su vulgarización. Esa fue la lucha prodigiosa, ética y política de autores cultos, como el traductor-creador de El Cantar de los cantares y De los nombres de Cristo, o como el genio de la lengua y el conocimiento humano Miguel de Cervantes, que el escritor de El ajá invoca en su lúcido y sugestivo trabajo. En él prolonga luego su camino personal por los pensadores modernos de las ideas y las palabras, los analistas tan atentos a los signos discretos como a sus bordes, tan pendientes de lo denotativo como de las oscuras resonancias y las pérdidas y ganancias de sentido en los trasvases del lenguaje.

En tal vía, Ortega es citado para asegurar que “la traducción no es un doble del texto original”. E incluso que “la traducción no pertenece al mismo género literario que lo traducido”. Aquí, con su habitual estilo preciso e inspirado, Marinas añade: “Por tanto traducir supone reconstruir el hueco sobre el que se teje la tela de araña de las palabras. Supone detectar qué generación de silencio o de vacío engendra lo que se quiere decir y lo que se está diciendo. Es no quedarse con el puro mensaje dicho -por más que es en él donde se practica la escucha de la corteza de la letra- sino con las dimensiones del decir”. Parece matizar el juicio de Lacan, una vez más, ahora en L’Etourdit, su última obra, cuando afirma: “Que se diga queda olvidado tras lo dicho en lo que se oye”, porque eso es generalmente cierto, pero también reverbera el hecho del decir en torno al constructo de lo expresado, también cuentan los accidentes del sujeto y el receptor, los mecanismos conscientes e inconscientes de oralidad y escritura, el cuerpo que conduce y absorbe, merma o elimina significado y significación. Lo que al respecto trae a colación Marinas, haciéndose eco del Roland Barthes de Leçon, acerca de la genuina escritura, es lo siguiente: “ésta es mímesis (imitación creativa de la realidad, reproducción aquí del canon exegético), pero también es mathesis (es decir, cúmulo de enseñanzas sobre los sujetos, los objetos y el mundo que un texto transmite) y sobre todo es semiosis (construcción de sentidos nuevos que hacen que el texto no sea sólo clasificable o enseñable, sino también objeto de gozo)”. Toma asimismo El Quijote y el Diario del viaje a Italia de Montaigne para ilustrar la idea del texto recibido por lectores necesariamente transeúntes, no encaminados a un lugar premeditado, sino persuadidos, y ahora es el gran autor de los Ensayos el “traducido”, de que “todo rumbo conviene, porque no lo hay definitivo ni acotado, no hay lugar estable del nombrar moderno”. Y si eso es así, cómo lo va a haber en el desafiante proceso de la traducción.

Marinas desarrolla en el capítulo 4 del libro, “América hablada, América hablante”, cómo influyen las variantes castellanas de sus diferentes países, con los substratos que se han llamado precolombinos, en una reconsideración del habla, la escritura y la traducción españolas. Cómo esa especie de espejo inmediato y lejano conforma nuevos modos expresivos, en la línea lacaniana de que no hay identidad propia sin el cotejo con la ajena, sin lo que incorporamos y a la vez nos mantiene distantes, es casi decir, sin el “éxtimo” en que consiste nuestra intimidad inconsciente. El autor concluye el capítulo, a partir de algunas perspectivas y observaciones de otro libro orteguiano suyo, Los nombres del Quijote, con un esquema entre lo que llama nombrar románico (“aunque quizá cumpliera llamarlo neoplatónico o escolástico”) y nombrar moderno. Al primero corresponderían la primacía del símbolo, la hermenéutica del código, el mundo armonioso, el nombrar vertical y el nomen est numen. Al segundo la primacía del icono, la hermenéutica del mensaje, el mundo desajustado, el nombrar horizontal y el nomen es omen.

El ajá del traductor, título que opta con humildad por el tono coloquial de quien exclama el hallazgo de su versión más exacta e iluminadora, termina con los capítulos “Barthes, gran reserva”, “Traducir la vida” y “Huellas y cicatrices”, donde completa la consideración contemporánea más pertinente de la traducción. Lo hace a partir del estructuralismo inicial y superado, El grado cero de la escritura, de Umberto Ecco, las agudezas semiológico-literarias de El placer del texto y Lección, de Roland Barthes, la dimensión ética y la déconstruction de la escritura, según Derrida, las precisiones en torno a otro de los términos afortunados y endiablados de Lacan, semblant (¿semblanza, pareciente?, verdad y síntoma), con su correlato en la transferencia psicoanalítica, y la recomendación de Gilles Deleuze de “excavar en la lengua una lengua extranjera y llevar a todo el lenguaje a una especie de límite… musical. Eso es tener un estilo”.

Esta suerte de manual para traductores posee desde luego el suyo. Lo demuestra no sólo en sus teorizaciones, sino en la práctica de rematarlo con una serie de ejemplos, a veces con extensiones y libres sugerencias o con toques de interpretaciones humorísticas. El primero es la propuesta quíntuple de traducciones del poema de Celan, Tenebrae, del que, además del original alemán, aparecen versiones de José L. Reina Palazón, José G. Vázquez, José Ángel Valente, Adrián Herrera y Pablo Marinas. Éste último, buen continuador de su padre en el oficio políglota o en la lengua de Europa, la traducción, y concretamente alternando con él en varios poemas de Georges Brassens, hace decir al gran autor de Sète (lo que se trae aquí como ejemplo, ya sin comentarios): “Jesusito, por la madre que/ te parió, diles por fin/ a todos que es un desmadre/ sin el latín”, donde el cantante había escrito: “O très Sainte Marie mèr’de/ Dieu, dites à ces putains/ de moines qu’ils nous enmmerdent/ sans le latin”

Ref

Miguel Marinas. El ajá del traductor. Madrid: Libros de la resistencia, 2021, 237 páginas. [ Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons