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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versão On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.49 Córdoba jan. 2023

 

ARTICULOS ORIGINALES

Recordar los 90 Conmemoración y promoción del olvido del menemismo en el discurso entimemático reciente1
Remember the 90s Commemoration and promotion of oblivion of menemism in the recent enthymematic speech

Pablo Sánchez2

Resumen
A partir de una perspectiva socio-semiótica se propone en este trabajo el análisis de un corpus de discursos mediáticos y políticos en torno a la figura de Carlos Menem y la Argentina de la década del noventa. Siguiendo la premisa angenotiana de buscar en la producción social de sentido aquello que atraviesa a todos los discursos de un estado de sociedad particular, comparamos textos de carácter entimemático de una revista cultural de circulación digital y algunas declaraciones de líderes de agrupaciones partidarias de derecha para proponer que en la doxa sobre el pasado reciente argentino está configurada por una hegemonía discursiva donde se tematiza al menemismo como un proyecto de reconciliación de la sociedad de su momento. Por otro lado, argumentamos que sería factible vincular la emergencia de figuras de la nueva derecha argentina a un lento, parcial pero patente proceso de rehabilitación social del menemismo en el debate público contemporáneo. Este desplazamiento de las fronteras de lo decible y lo aceptable, sostendremos, permite postular componentes programáticos inspirados en el neoliberalismo de los años noventa como deseables para la situación del presente.

Palabras clave: Discurso social, Memoria, Olvido, Neoliberalismo

Abstract
From a socio-semiotic perspective, the analysis of a corpus of media and political discourses around the figure of Carlos Menem and Argentina in the 1990s is proposed in this paper. Following the angenotian premise of seeking in the social production of meaning that which runs through all the discourses of a particular state of society, we compare texts of an enthymematic nature from a cultural magazine with digital circulation and some statements by leaders of right-wing party groups to propose that in the doxa on the recent argentine past it is configured by a discursive hegemony where menemism is thematized as a project of reconciliation of the society of its time. On the other hand, we argue that it would be feasible to link the emergence of figures from the new argentine right to a slow, partial but clear process of social rehabilitation of menemism in contemporary public debate. This displacement of the frontiers of what can be said and what is acceptable, we will maintain, allows to postulate programmatic components inspired by the neoliberalism of the 1990s as desirable for the present situation.

Key words: Social discourse, Memory, Oblivion, Neoliberalism

Introducción

El objetivo de este trabajo es presentar un análisis semiótico inicial de una serie de artículos publicados originalmente en Revista Panamá, que posteriormente fueron publicados en un libro en la editorial Siglo XXI. La hipótesis interpretativa que trataremos de argumentar sostiene que el conjunto de textos analizados al llevar en sí «las huellas de las condiciones de producción de sentido» (Verón, 1993) de un estado del discurso -que remite al tenso equilibrio de la «hegemonía discursiva» (Angenot, 2010) que establece el conjunto de reglas que rigen lo decible en este fragmento particular de la red de semiosis infinita (Verón, 1993)- , dan cuenta de una narración que elabora el pasado de la argentina menemista de manera que sea inteligible y aceptable para la sensibilidad del presente. Si bien esta hipótesis inicial es poco arriesgada, nuestro interés es problematizar la relación entre discurso y memoria en la pragmática socio-histórica angenotiana a los fines de indagar en las reglas que estructuran algunos artículos de Panamá. Por otro lado, nos preguntamos si la edición de este libro y su forma previa de dossier, ¿no son parte de un síntoma de rehabilitación social del pasado menemista?, ¿estamos ante un estado del discurso social en el que es posible y legítimo que desde la discursividad política se proponga una apología de los noventa y una programática que la reivindique como horizonte de lo deseable?, ¿qué arsenales argumentativos y qué identidades políticas operaron como narradores de una memoria reconciliada de esa década?, ¿fue el macris- mo una condición de posibilidad para ese regreso?, ¿son las «nuevas de rechas», específicamente aquellas autodenominadas libertarias, aquellas que pueden transformar el tabú del menemismo, en un fetiche?. Si bien no aspiramos a responder de manera definitiva estas preguntas, nos con- tentamos con demostrar la pertinencia de plantear estas cuestiones para la semiótica de la comunicación política contemporánea en devenir y los usos del pasado reciente por esta discursividad doxológica. También pro- ponemos leer en esta serie de construcciones narrativas sobre la década del noventa la formación de agrupaciones partidarias de derecha que presentan algún tipo de filiación reivindicativa del menemismo.

A comienzos de julio de 2020, la revista Panamá publicó un dossier de artículos en torno a la figura del expresidente Carlos Menem y la década de los noventa. Autores de diversa trayectoria y experiencia escribieron sobre historia argentina, política, agrupaciones y alianzas políticas perimidas y actuales, economía, cultura, vida cotidiana, medios de comunicación y narrativas del espectáculo; en suma las cronotopías del menemismo. El resultado es una miniaturización del discurso social reunido con sus distintas doxas regionales de los años 90, pero es también un ejercicio de memoria y olvido sobre un proceso político particularmente reciente en la historia nacional que tuvo efectos profundos en la reconfiguración del tejido social de Argentina. No sería del todo descabellado pensar la década de los noventa como un trauma en tanto acontecimiento que desbordó la capacidad de organización psíquica del inconsciente de la cultura y la política argentina. El menemismo es una experiencia traumática en tanto persiste sin elaborarse y afecta la constitución de la subjetivación política de alcance nacional. Interpretar esta herida, darle sentido al desgarramiento social de ese instante en que el neoliberalismo hegemonizó la Argentina, es parte del trabajo discursivo que construye visiones de mundos y narrativas coherentes sobre el sentido de una experiencia traumática como el menemismo.

Si como escribió Sarlo ante las imágenes que cristalizaron la crisis en la que desembocó el proceso político que inició el menemismo «ya nada será igual» (2001), es porque estamos ante una amenaza radical a la integridad misma del sujeto, del ser nacional. Para esta autora, hasta el siglo XX la argentinidad designaba tres cualidades «ser alfabetizado, ser ciudadano y tener trabajo asegurado» que constituía un triángulo de la identidad que fue resquebrajando lentamente hasta el sismo finisecular a partir del cual parece que ningún discurso público cuenta con un vocabulario capaz de re-subjetivizar una comunidad nacional. El tono crepuscular y dramático de la forma en que la directora de Punto de vista decidió editorializar su número 70 de agosto de 2001, puede servir de testimonio en primer lugar de lo profundo que fue -por lo menos para el campo intelectual la dimensión traumática del menemismo y la continuación de su política económica por medio de otras identidades políticas y en segundo lugar que la elaboración de una memoria crítica de los noventa empezó con el inmediato final de esa década.

Un año posterior a la publicación del dossier de revista Panamá, se realizaron las elecciones legislativas de medio término, que además de significar una consistente derrota para el oficialismo peronista, se pudo leer como la manifestación de la emergencia de una formación discursiva aparentemente novedosa en la elección de Javier Milei como diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Si bien, el economista llevaba bastante tiempo anunciando en medios su desembarco a la política y su intención de competir electoralmente, hasta este momento no había accedido a una posición de responsabilidad institucional. Una hipótesis sobre un fenómeno reciente y todavía en desarrollo podría ser que la elección de Milei corrió el campo de lo decible considerablemente a la derecha, permitiendo que figuras como Macri pudieran presentarse de manera más radical y moderada a la vez. En este contexto, ambos representantes de la derecha neoliberal en el país, aparecieron públicamente en diferentes instancias reivindicando a Menem. Algo quizás impensable hasta el momento por el antiperonismo de ambos.

Estrategia teórico-metodológica: Discurso y memoria

La perspectiva teórico-metodológica acuñada por Marc Angenot, como una «pragmática socio-histórica», consiste en una propuesta de análisis socio-semiótica que articula elementos de la retórica, el estructuralismo saussureano -y su positivismo durkheimiano-, el materialismo del círculo de Bajtín orientada a la construcción de hipótesis culturales de largo alcance que se proponen como lecturas de grandes corpus, quizás a la manera en que Foucault analiza las epistemes.

El discurso social incluye la totalidad de la producción social de sentido y la representación del mundo; es decir todo lo que se narra y argumenta en una sociedad, todo lo que escribe y dice. Analizado como una totalidad, en el discurso social se pueden percibir las apuestas, contradicciones, intercambios, conectando campos literarios, políticos, científicos, para no hacer un análisis sectorial, sino para ver la sinergia interdiscursiva. La actividad del discurso social se puede comparar con un mercado o una economía de las ideas donde la configuración histórica del valor otorga de manera contingente y diferencial encanto y eficacia dóxica, estética, persuasiva y ética; es el sistema a partir del cual se producen los sujetos sociales, sus identidades y sus visiones de mundo; es un para legitimar y para producir consenso, pero también para determinar aquellas zonas oscuras, silenciosas y marginales del discurso público, produce el centro y la periferia (Angenot, 2010).

Siguiendo -creativamentelos pasos de Durkheim, el discurso social como un hecho social e histórico, opera independientemente de individuos autónomos con sus voliciones autorales y se identifica por la aparición de regularidades. También como otros hechos sociales, este tiene funciones que Angenot diferencia en una serie de tipos3 del cual para este escrito nos interesa particularmente una: «memorial y conjuración del olvido». A este punto nadie ignora que los estudios sobre memorias -posmemorias, colectivas, históricas, artísticas, sociales, políticas- no solo han tenido un gran desarrollo en la región latinoamericana y particularmente en Argentina, sino que es justamente desde disciplinas que problematizan el lenguaje y la producción del sentido, como la semiótica, las que se han encargado de producir conocimiento sobre las formas que una cultura tiene de relacionarse con el pasado. En este sentido, si bien la perspectiva angenotiana rechaza el término «memoria» por los posibles reproches que recibiría un historiador/semiótico por usar una palabra cargada de sentidos neurológicos, si prevé la centralidad del discurso social como un dispositivo productor de «conmemoraciones», «conservatorios conmemorativos» o «memoriales» como una conjura ficcional ante el inevitable olvido (2010, pp. 64-65). Fue el aspecto explícitamente apologético de discursos recientes como los de Macri y Milei, los que nos llevaron a preguntarnos sobre cuál es el estado y la forma de cierto conversatorio conmemorativo sobre el menemismo que se expresa en una serie de síntomas editoriales (la producción de libros y artículos sobre la década del noventa, la figura de Carlos Menem y las conmemoraciones que propició su muerte) como también partidarios (la reciente emergencia del líder de Avanza Libertad y el abandono del «gradualismo» por parte de Macri y parte de la alianza Cambiemos).

Otras perspectivas semióticas a fines a la teoría de la enunciación; al abordar específicamente la producción discursiva de tipo político resaltan la importancia de la representación de la memoria y el pasado reciente como trama de luchas por la interpretación de lo ocurrido configurando posiciones de enunciación e identificación colectivas que hegemonizan ciertas lecturas por desmedro de otras (Montero, 2012, p. 78) y de la reconstrucción histórica (Sigal y Verón 2014). El discurso político, además de su característica triple destinación, contiene una dimensión histórica fundamental que le permite legitimar a su enunciador al inscribirlo como heredero de una tradición y a la vez como un emergente superador o una forma nueva del devenir del tiempo al usar la histórica como metáfora del presente (2014, p. 196).

El dispositivo teórico propuesto por Angenot, tiene sus diferencias y similitudes, con la semiótica de base ternaria desarrollada por Eliseo Verón. En primer lugar, podríamos decir que no son pocos los intentos que se han propuesto conjugar los aportes de ambos autores (Dalmasso, Fatala, Vaggione, Gómez, Gastaldi, 2013), por otro lado, el mismo Angenot reconoce los efectos de lectura de Verón en su propia obra (2010, p. 59). Sin embargo, mientras la teoría de los discursos sociales está atravesada por la pregunta que rastrea aquello que particulariza y diferencia tipos particulares de configuraciones de sentidos; la propuesta de indagar el discurso social como una problemática de conjunto significa para Angenot buscar aquello que atraviesa a todos los discursos, eso que tienen en común y los vuelve aceptable para una época. Esta sería la principal diferencia entre ambos autores, mientras que para Angenot la totalidad del discurso social da cuenta de una interacción simbólica global cercana al dialogismo bajtiniano, Verón por su parte negaría una instancia reguladora integral como la que expresa el concepto de «hegemonía discursiva».

Lo que permite enlazar de manera coherente ambos metalenguajes semióticos se expresa en una transdisciplinariedad latente que la aleja de un análisis inmanentista o exclusivamente lingüístico; a su vez comparten una ontología materialista de los fenómenos de producción de sentido. A nivel analítico, ambas perspectivas trabajan sobre relaciones interdiscursivas o intertextuales, es decir que estas teorías funcionan como un modo de lectura no de discurso puro en sí mismo, sino en un campo de distancias y diálogos, de disputas y encadenamientos semióticos de enunciados que se responden, de condiciones de producción/reconocimiento que dejan huellas en discursos que se forman como efectos de sentidos de otros discursos en una red de semiosis infinita. Cabría en otro lugar llevar detalladamente un inventario de las traducciones y articulaciones posibles en cada término de estas teorías para no caer en vínculos demasiados forzados que puedan producir contradicciones en el análisis.

Desde la mirada sistémica de Angenot tomamos la posibilidad de seleccionar un corpus discursivo formado por textos de géneros heterogéneos entre sí, el discurso mediático -de una revista digital político cultural- y el discurso político de representantes de los partidos de derecha. Tomando la «operación radical de desclausuramiento que sumerja los campos discursivos tradicionalmente investigados como si existieran aislados y fueran autónomos» (Angenot, 2010, p. 22), nos proponemos analizar fragmentos discursivos de doxas diversas, la política y la mediática, en función de describir el estado general del discurso social del presente a partir de los procedimientos hegemónicos que establecen las reglas de lo aceptable y decible en un momento dado. Por otro lado, desde la sociosemiótica veroniana tomamos esta preocupación por los usos del pasado en el discurso político como estrategia de legitimación de una posición de enunciación particular en un campo de disputas.

Otra categoría que tomamos de Angenot es la que se refiere a los tipos de discursos argumentativos que produce una sociedad. El discurso entimemático, a diferencia del discurso narrativo, «además de revestir un carácter ineludiblemente doxológico, aparecen fuertemente marcados por la dimensión pasional» (Dalmasso y Fatala, 2013). Este es el caso de los discursos persuasivos (ensayo, editorial, entre otros) orientados a reforzar un efecto de creencia, que a diferencia de los discursos del saber (con su característica retórica de la objetividad o cientificidad epistémica), no necesariamente presentan pruebas ni tematizan los presupuestos en los que basan su argumentación. Es en este tipo de género discursivo en el que se encuadran los artículos que conforman el dossier de Revista Panamá. Y es por este sentido que los consideramos interesantes para observar los lugares comunes y automatismos ideológicos que funcionan como lo presupuesto o lo no dicho.

En otro orden de cosas, corresponde hacer una apreciación sobre el corpus compuesto tanto por artículos periodísticos como discursos de políticos. Desde la mirada de Angenot no se caracterizan acciones o discursos particulares de sujetos históricos concretos, no hay una mirada sobre personalista o que se preocupe por la agencia de los actores que observa. Más bien «se trata de extrapolar de esas `manifestaciones individuales` aquello que puede ser funcional en las `relaciones sociales`, en lo que se pone en juego en la sociedad y es vector de `fuerzas sociales`, y que, en el plano de la observación, se identifica por la aparición de regularidades, de previsibilidades» (2010, p. 23).

Recuerdos de los noventas en el campo cultural reciente

Si bien este trabajo tiene como objeto los discursos sociales contemporáneos que de alguna manera elaboran un relato o una argumentación sobre los años noventa en Argentina, dejamos de lado un gran archivo de producciones sumamente interesantes. Por ejemplo, hace poco Canal Encuentro produjo recientemente una serie documental llamada «Los 90. La década que amamos odiar», también la publicación durante el 2021 de «Los noventa: La Argentina de Menem» un libro de ensayos compilado por Carlos Corach y Eduardo Menem en el que una serie de autores, todos protagonistas del peronismo y ex funcionarios políticos de aquella época elaboran una suerte de testimonio en primera persona de sus perspectiva de los dos mandatos consecutivos del ex presidente riojano. Otro ejemplo, desde una posición más marginal con respecto a enunciadores vinculados a la política y el estado como la serie de Encuentro y el libro de Corach y Menem, se puede encontrar en una serie de revistas digitales como Urbe o Panamá, que forman parte de la conversación conmemorativa del menemismo. Mencionamos esto para argumentar que la temática de «Los noventa» o «el menemismo», son dos zonas de excitación del discurso social argentino contemporáneo.

El «Dossier Menem», que Revista Panamá publicó en julio de 2020, está compuesto de 12 notas de autores de distinta trayectoria político- intelectual. No es nuestra intención decir que estos artículos convergen en una línea argumental coherente y mucho menos que defienden una tesis elogiosa del menemismo. Pero sí, nos interesa afirmar que forman parte de un movimiento del discurso social en el cual se empiezan a hacer presente una serie de intervenciones públicas de relatos sobre los noventa, una suerte de fiebre de la memoria menemista. Nuestra hipótesis de que la hegemonía discursiva reciente se manifiesta como rehabilitación a las discusiones sobre la década del noventa como una conjuración ficcional del olvido, se expresa en la tematización de ciertos topos, objetos, relatos, personajes, tabúes, fetiches.

En el artículo titulado «La joda sana4» -quizás el único escrito explícitamente apologético del menemismo- Lisandro Varela5 argumenta:

«Por lo menos el choreo era con glamour en los años de Menem… En este tiempo difícil, aprender la manera de Menem te vuelve mejor. Menem un señor sin odio quieto como miel zen esperando a la abejita para llevarla hacia el lado del crecimiento del Gdp, de la inversión en infraestructura, del Estado Pancho Lamolina, de la joda sana» (Varela en Revista Panamá, 2020).

En el artículo, «Transgresores Modicos6» Lorena Álvarez también escribe sobre el mismo topos que Varela, la relación del menemismo con la sociedad del espectáculo o la estética de la farándula aplicada al contenido político. Probablemente desde veredas políticas opuestas en torno al menemismo, Alvarez y Varela coinciden en tratar este tema ya clásico del discurso público sobre los noventas, iconizado en la unión de la pizza con el champagne.

Otra cosa en la que pueden coincidir ambos autores es en la necesidad del presente de algo del tono bonachón del menemismo, escribe Álvarez: «Pispeado con los ojos de la actualidad, a muchos que nos divertía eso, hoy no lo soportaríamos ni un minuto. Ese estilo nos hallaría odiando otra vez lo que amamos» (Revista Panamá, 2020).

Hay una visión de mundo trágica en estos escritos, hoy la corrupción no tiene ni el «glamour» de esos años, pero a la vez «no soportarías ni un minuto» de estar sumergidos en la dinámica de escándalos y espectáculos del menemismo. Parecerían suponer estos textos, que ya no vivimos en una sociedad mediatizada y espectacularizada. O que por lo menos, Menem tenía la gracia que los políticos contemporáneos no tienen.

Desde las perspectivas del 2020 los distintos autores y autoras interpretan los dramas y temas de discusión del presente a partir de los personajes y escenas del pasado. Así por ejemplo, Florencia Angilletta (en el artículo titulado «Andá a lavar los platos») escribe sobre el rol de las mujeres en el dispositivo de poder del peronismo de los noventa y Pablo Touzon (en «Menem, Macri y la década olvidada») compara la experiencia fallida del macrismo ante el espejo exitoso del menemismo filiados por un objetivo económico similar. Las temáticas del presente - el feminismo, el macrismo- son experiencias que cobran sentido a la luz del relato sobre el pasado reciente. Quizás, el anacronismo sea la retórica inevitable para todos los discursos de la memoria, pero por lo menos están presentes en estas producciones que mencionamos aquí. El movimiento inverso, pensar no el menemismo comparado con el futuro sino con el pasado, lo realiza Camila Perochena, al comparar a Menem con Urquiza. La idea es que ambos mandatarios fueron precedidos por regímenes de terror y violencia política con la que tuvieran que pactar una amnistía y promover un olvido de cara al futuro. Touzon hace un argumento similar al argumentar que la apuesta de Menem consistió en «cerrar la grieta por vía del perdón, el olvido, la estabilidad cambiaria y el consumo masivo y democratizado».

La idea de que el menemismo forma parte de una década olvidada, negada o repudiada por varios integrantes del peronismo y otras fuerzas políticas, a la vez de la hipótesis de que ronda un tabú o una satanización en torno a ese proceso político, figura en varios de los artículos de Panamá. Parte de la propuesta del dossier parecería ser conjurar ese olvido a través de proponer un relato sobre esos años que se caracterizan entre otras cosas por una presencia de temas o motivos una espectacularización de la política y la reconciliación y amnistía de la sociedad ejecutada por un proyecto económico-cultural que cambió la historia para siempre, revistiendo de excepcionalidad a ese periodo. Cabe pensar que pasa en otras doxas regionales del discurso social, ajenas a la dinámica de la argumentación ensayística de Revista Panamá.

¿Discursividad política neomenemista?

Si bien la doxa política argentina posterior al 2001 se caracteriza por una relación polémica con el menemismo, el cual empieza a encarnar el neoliberalismo y todos sus males, desde la reconfiguración partidaria de las derechas que inicia el Pro conducido por Macri, podría decirse que empieza un tímido proceso de rehabilitación de la figura de Menem o por lo menos de la política económica y cultural que caracterizó al peronismo de los noventa.

Cuando Nestor Kirchner llegó a la presidencia parte de su estrategia discursiva consistió en legitimar su liderazgo a partir de diferenciarse de sus antiguos aliados y referentes del menemismo. Sobre este proceso escriben Montero y Vincent (2013), Kirchner «estableció una clara filiación con cierto sector, el ´peronismo setentista´, definiéndose él mismo como un ´peronista impuro´ y oponiéndose al peronismo «tradicional», asociado con el duhaldismo, el menemismo, el neoliberalismo y las ´viejas formas de hacer política´» (p. 153). Esta suerte de disociación nocional de las identidades peronistas que permitió al kirchnerismo trazar una frontera simbólica a partir de la cual construir una posición de enunciación legítima para la conducción de una política pretendidamente anti-neoliberal funciona de alguna manera como un discurso que produce un tipo particular de relato sobre los noventa a la vez que promueve cierto olvido sobre la hegemonización del campo político que lideró Menem y de la cual Kirchner formó parte de alguna manera.

Por otro lado, en el repertorio de las discursividades anti-populistas, no-peronistas o de derecha, la relación con el menemismo no consiste en una refutación polémica, más bien en una (no tan) velada adscripción y continuación. En el comienzo de la década del ochenta, con el retorno de la democracia en Argentina comenzó a estabilizarse la formación de una identidad política que abrazó el imaginario económico, social y cultural del neoliberalismo a la vez que se distanciaba de las tradiciones nacionalistas y conservadoras de la vieja derecha. Lo que Morresi (2008) llamó la nueva derecha Argentina, es un fenómeno histórico con una densidad que no empieza ni en la emergencia de figuras como Milei que crecieron en la atmósfera ideológica del trumpismo, ni en el neoliberalismo de la alianza Cambiemos que interrumpió la hegemonía populista del kirchnerismo. A pesar de la tentación de anunciar emergencias de fenómenos inéditos de fuerzas extremistas o giros a la derecha o la izquierda en un país o en toda la región latinoamericana, parece que la historia reciente exige interpretaciones que preserven la complejidad de trayectorias y lenguajes políticos que se sumergen o ascienden reorganizando sistemas de ideas, personas, narrativas.

Desde una perspectiva que articula elementos de la socio-semiótica de Verón y la pragmática sociohistórica de Angenot, se han realizado análisis del discurso macrista como una doxa que presenta ciertas continuidades con algunas características de la retórica menemista. En este sentido, Martínez (2016) interpreta un documento del partido PRO del año 2014 donde «retorna la metáfora menemista del ‘Estado elefantiásico’, huella de sus afinidades con las gramáticas neoliberales que anuncian las reformas del futuro» (p. 10). Se podría argumentar que dada su primera retórica pospolítica y antipopulista en el discurso de Cambiemos, no hubo durante los cuatro años de gobierno de Macri una mención de adhesión directa y acrítica del menemismo, a pesar de la conocida historia de simpatía con el peronismo del expresidente cambiemita durante los noventa. Esta suerte de memoria suspendida del primer macrismo fue coherente con un «modelo de llegada» (Sigal y Verón, 2014) que presentaba al líder de cambiemos como una figura que emergió del exterior de la política con una misión esperanzadora de transformación demandada por una sociedad abrumada por la política misma entendida como corrupta. Sin embargo, en marzo de 2022, durante una entrevista Macri declaró:

«Quien había resuelto los problemas de la grieta en la Argentina sabe quién era, el presidente Menem, que cada vez va ser más reivindicado con el tiempo. Él vino con un peronismo moderno, intentando realmente unir a los argentinos detrás de la producción, el empleo, el progreso, pacificó la Argentina» (Clarín, 2022).

La pandemia de Covid-19 y las medidas de distanciamiento social produjeron un desplazamiento sobre los rituales y vocabularios de la movilización política de la militancia que todavía falta auscultar. Sin embargo, por el momento -y con el cuidado de estar observando un fenómeno en pleno desarrollo- pareciera que las marchas anticuarentena fueron parte de las condiciones de posibilidad de que el discurso libertario tuviera una agenda política dispuesta a interpelar al conjunto del electorado que permitió un relativo éxito en las elecciones legislativas del 2021. En este sentido, las recientes apelaciones de Milei a la política económica del peronismo de los años noventa («El primer gobierno de Menem fue el mejor de la historia», Milei en La Nación, 2021) como un punto a partir del cual proyectar una nueva liberalización de la economía («La convertibilidad fue el programa más exitoso de la economía argentina», Milei en La Nación, 2021), o el discurso apologético de la última dictadura militar, las estrategias que buscan rehabilitar el mito de los dos demonios, son algunos de los lugares de la enunciación de la derecha libertaria en la cual el pasado se presenta como futuro, lo programático en función de un ideal melancólico es parte de la configuración afectiva que caracteriza esta formación discursiva. Particularmente en el discurso de Milei, la memorialización del menemismo se hace presente en el topos de la «convertibilidad» la cual es presentada de manera fetichizada como una experiencia deseable a repetir en función de una dolarización que elimine la inflación del presente («¿Cuándo no hubo inflación en Argentina? Durante la convertibilidad… Yo soy mucho más radicalizado, la solución es más que la dolarización. El ejercicio se llama dolarización, pero es una cuestión mucho más compleja sobre cómo se hace para eliminar el Banco Central… los argentinos ya elegimos la moneda que queremos: el dólar», Milei en Infobae, 2022).

Reflexiones parciales

Las construcciones narrativas de la memoria sobre el menemismo que mencionamos en este trabajo podrían encontrar una regularidad en un motivo que menciona explícitamente Macri y algunos artículos de Panamá, el relato de reconciliación y unión de la sociedad durante el menemismo. Al margen de que podría argumentarse que ni el agonismo democratico, ni la lucha de clases, ni la desigualdad, ni «las grietas» culturales, económicas y políticas fueron cubiertas por el menemismo, de hecho baste ver el resultado de la convertibilidad o las causas de corrupción donde el peronismo de los noventa se lo liga al contrabando de armas (nada más alejado de la paz que la contribución material de una guerra) entre otras escenas de violencia que son parte de ese periodo histórico. Con esto no queramos decir que la visión dominante actual sobre el menemismo sea del tipo celebratorio, pero a los fines de este artículo no nos interesa trabajar las argumentaciones que refutan y polemizan con esta visión de mundo reconciliado, más bien mencionar que es parte del sistema topológico discursivo del presente.

A partir de la rápida revisión de un corpus de producciones simbólicas, entimemáticas y doxologías con circulación de tipo mediática y política nos interesa proponer la hipótesis de que el discurso social argentino reciente se caracteriza por una hegemonía reguladora discursiva cuyas fuerzas centrífugas y centrípetas permiten que se vuelva legítimo proponer un regreso a políticas neoliberales como la convertibilidad por parte de agrupaciones partidarias que reivindican a la vez que estamos ante una cultura que siente ansiedad por volver a hablar de los años noventa.

¿Qué hacemos con Menem? se pregunta el dossier de la revista Panamá, pero también ¿Qué hizo con nosotros el menemismo?, en primer lugar hemos tratado de indagar de manera general los efectos sobre la temporalidad de la producción discursiva, esa manera de experimentar la diferencia y la repetición, el pasado y el futuro, la sincronía y la diacronía, la memoria y el olvido, la tragedia y la farsa. El menemismo es la temporalidad que promovió el olvido y la amnistía, pero es también un fantasma que sigue acosando los lenguajes de la política argentina contemporánea. ¿Tendrá su redención y posterior rehabilitación?, algo del fenómeno reciente de la emergencia de las nuevas derechas libertarias de figuras como Milei que se referencian en la tradición menemista de manera reivindicativa y que incluso propone de manera retro-utópica restablecer la convertibilidad como un componente programático de su eventual gobierno, darían cuenta de un síntoma o proceso de des-escotomización del menemismo como un proyecto político posible para la argentina del futuro. Nuevamente, quizás, las huellas del futuro están ya impresas en el pasado satanizado, el dominante de pathos de esta zona del discurso social melancólico del menemismo es una simpatía por el diablo.

Quizás valga la pena volver a un diagnóstico sobre la década del noventa de Schwarzböck: «el menemismo, con su apelación al fin de la historia, muestra lo no político de la política» (2016, p. 94), hoy vuelto historia al fin, el menemismo se vuelve carne de discurso social y configuración de relatos sobre la memoria, pero también sedimentan un lenguaje político disponible para aquellas fuerzas sociales que permanecían hasta hace poco fuera del escenario político partidario. Si como dice Angenot: «con la distancia de una o dos generaciones, el discurso social tomado en su conjunto ya no funciona, su eficacia dogmática, estética, ética, parece ampliamente viciada» (2016), quizás las dos décadas que nos distancian del fin del menemismo -y el comienzo de sus objetores como Sarlo y su tono crepuscular ante el 2001- ya sea una distancia de tiempo considerable para que se puede explicar la presencia de un nuevo canto de sirena que encanta al discurso social, en otras palabras y para invertir un dicho popular, muerto el perro la rabia sigue. Si hasta hace un tiempo era imposible reivindicar legítimamente el proyecto neoliberal del menemismo como una manera de pacificar lo social -a costo de lo social mismo- hoy son cada vez más notorias las grietas de una nostalgia o simpatía por Carlos.

Notas

1 Trabajo recibido: 6-9-2022. Aceptado: 5-11-2022.
2 Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba. Doctorando en semiótica por el Centro de Estudios Avanzados. Facultad de Ciencias Sociales, UNC. Contacto: sanchezcecipablodaniel@gmail.com
3 «Representar el mundo, memorial y conjuración del olvido, legitimar y controlar, sugerir y hacer hacer, producir la sociedad y sus identidades, bloquear lo indecible» (Angenot, 2010, pp. 64-73)
4 https://panamarevista.com/la-joda-sana/
5 Lisandro Varela es un comunicador especializado en análisis político que fue jefe de prensa de Cavallo, trabajó en la Secretaría de Industria en el gobierno de Menem, en el Ministerio de Economía en el gobierno de la Alianza y en el Ministerio de Producción en el gobierno de Macri. También tiene un trayecto profesional en consultoras de comunicación para empresas multinacionales, Pymes y profesionales independientes.
6 https://panamarevista.com/transgresores-modicos/

Bibliografí         [ Links ]a

1. Angenot, M. (2010). El discurso social. Los límites de lo pensable y lo decible. Buenos Aires: Siglo XXI editores.         [ Links ]
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