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Cuyo

versão On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.33 no.1 Mendoza jun. 2016

 

RESEÑAS

Santos Herceg, José. Cartografía crítica. El quehacer profesional de la filosofía en Chile.
Santiago de Chile, La Cañada, 2015, 299 p.

 

Andrés C. G. Pérez Javaloyes

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo

 

En este texto, José Santos Herceg nos presenta una ardua investigación -tanto en lo cuantitativo-descriptivo como en lo categórico-hermenéutico- del alcance de las actividades de los filósofos profesionales en la actualidad chilena. A lo primero que el autor sugiere que debemos atender es que no podemos hablar sobre el presente de la filosofía en Chile sin historiar episódicamente el surgimiento de la filosofía en su modo profesional. Para ello, en el apartado “antecedentes”, se muestra genealógicamente el fenómeno de la profesionalización de la filosofía. De este modo se caracterizan cinco principales “episodios” que marcaron el quehacer filosófico chileno contemporáneo.

En primer término, es considerada la “normalización” que llega a su auge en la década del ‘40 del siglo XX. Son varios los sucesos que llevan a un proceso de institucionalización de la filosofía en Chile, a saber: se instala el curso Superior de Filosofía (1922), se funda la Academia de Filosofía (1923) y la Facultad de Filosofía (1924), se introduce el Curso especial para la formación de Profesores de Filosofía (1935), se crea la Escuela de Pedagogía (1943), se constituye el Departamento de Filosofía en dicha escuela (1949), se funda la Sociedad Chilena de Filosofía y aparece el primer número de la Revista de Filosofía (1951). En esta etapa de fundación se impone una labor rigurosa, con seriedad y disciplina; se adopta una metodología propia pero adhiriendo a un modelo europeo y europeizante.

En segundo lugar, fundamentalmente durante los años ‘50, se “profesionaliza” la actividad académica. En esta etapa, los filósofos empiezan a tener recursos económicos que hacen posible vivir de la filosofía. Esto trae aparejado la especialización en la filosofía, la pertenencia de los filósofos a una élite y el enclaustramiento de la actividad reflexiva de la filosofía.

El tercer momento, denominado como “la escisión”, tiene que ver con la Reforma Universitaria realizada hacia finales de los años ’60, la cual se interrumpe bruscamente con el Golpe de Estado de 1973. Entre los temas que impulsan la reforma se reconocen a la cuestión del estatuto político del saber y la necesidad de abrir la filosofía a las múltiples provocaciones de las ciencias sociales. Estas necesidades ponían en tensión a aquellos filósofos que concebían a la filosofía como una disciplina académica que depende de su propia evolución histórica para nutrirse y desarrollarse.

Lo que Santos Herceg llama la “mutilación” se despliega a partir del golpe de Estado del ’73. El gobierno militar borra todo lo que había ocurrido con la actividad filosófica durante los años ’60, y en algún sentido, vuelve al estado en que se encontraba un decenio antes. Esta refundación se lleva a cabo a través una serie de mecanismos represivos y destructivos. Esto es, una tarea de “depuración de las universidades”, que significa, entre otras cuestiones que se señalan: la eliminación de unidades académicas, la cancelación inmediata del contrato de profesores que apoyaron directa o indirectamente el gobierno de la Unidad Popular y su reemplazo por sujetos más afines al régimen militar y una campaña de despolitización de la universidad con una serie de estrategias que se basaban en un régimen de premios y castigos, junto con la instauración de un sistema de informaciones y controles.

Finalmente, se menciona la “mercantilización”, que se produce a partir de los años ’80 del siglo pasado, cuando se instalan en Chile reformas económico-culturales radicales que cambiarán definitivamente el modo de ejercer profesionalmente la filosofía. En lo que al trabajo filosófico profesional se refiere, para José Santos Herceg son significativos dos acontecimientos: la promulgación de la Nueva Ley de Universidades y la creación tanto de “Fondecyt” (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) como del programa de Formación de capital humano avanzado, ambos al interior de “Conicyt” (Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica). Con ello se determina la aparición de un nuevo tipo de académico, un nuevo perfil del filósofo profesional, uno que sabe gestionar eficientemente su carrera en tanto que “productiviza” rápidamente los resultados de su investigación, uno que vende bien su perfil docente.

Desde otra perspectiva de interpretación que es planteada en este estudio, Santos Herceg propone un “mapa cartográfico” o topológico con cuatro accidentes destacados que conforman la representación del ejercicio profesional de la filosofía: la enseñanza, la investigación, la publicación y la gestión. Entre la diversidad de los modos de ejercicio de estas actividades se resaltan los tonos, los matices y los dejos que demarcan la singularidad de la experiencia chilena.

De acuerdo al análisis desarrollado por el autor, se pueden reconocer tres “rasgos críticos” en la enseñanza filosófica ofrecida en las universidades de Chile. En primer lugar, se trata de una formación “uniforme”; en segundo lugar, es una formación de “raigambre europea y tendencia europeizante”, en tercer lugar, es una formación filosófica eminentemente “conservadora”.

La “malla básica”, tiene como “asunto” los cursos históricos de Filosofía Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea en los cuales se enseñan el pensamiento de los autores canónicos: Aristóteles, Platón, Santo Tomás, Descartes, Kant, Hegel y Heidegger. El modo de enseñanza utilizado se organiza en materias y los cursos se destinan a enseñar Ética, Lógica, Filosofía Política, Metafísica, Filosofía del Lenguaje y Epistemología. En todos los casos se observa claramente que la tradición filosófica europea tiene un lugar preponderante, “central” y de “superioridad”.

Toda otra “tradición filosófica alternativa”, incluso la propia, es menospreciada y negada. La filosofía europeo-occidental ejerce un dominio y un “control” sobre el mundo reflexivo, imponiendo sus contenidos, temas, modos de enseñanza, aproximaciones e incluso sus instituciones. Claramente los tipos de profesores que observa José Santos en la enseñanza filosófica de las universidades chilenas obedecen a paradigmas europeos y han sido, de hecho, instaurados “por europeos” en nuestra tierra.

Además, señala que en el ámbito de la enseñanza universitaria de la filosofía en Chile se puede advertir un modo de trabajo docente que se ha “naturalizado” al punto de que la posibilidad de “crítica” está “controlada”, y, por lo mismo, es negada y “marginada” toda propuesta alternativa de carácter radical.

En el mismo sentido, el autor da cuenta de que existen claros “mecanismos de control”, es decir, “agentes policíacos” que velan porque las cosas permanezcan tal cual están. En este sentido, sostiene que la enseñanza universitaria de la filosofía en Chile tiene un carácter “conservador”.

En cuanto a la investigación filosófica Santos Herceg afirma que el Fondecyt, no solo financia proyectos, sino que dicta las pautas de la investigación en Chile determinando su “geografía” por medio de la instalación de un claro patrón investigativo que se caracteriza por ser “mercantilizado”, “elitista” y “centrista”, sostenido por más de 30 años a partir de la “escisión”.

El Fondecyt gestiona los “fondos concursables” que giran sobre tres ideas fundamentales. La primera es que el investigador deber ser un “emprendedor”, un individuo creativo e “innovador”, “autónomo”, “proactivo” y “responsable”. En segundo lugar, las decisiones acerca del financiamiento se basan en el principio de la “competencia”, instalándose de este modo una suerte de “evolucionismo investigativo” que se rige por el principio de la “selección natural”. Solo sobreviven los que están mejor adaptados, los que han aprendido a lidiar con las reglas del sistema y forman así una nueva generación aún más adaptada. Tercero, en la misma línea, es fundamental para la operación del sistema de “fondos concursables” instalado por Fondecyt, la “productividad” como criterio absoluto y definitivo de evaluación.

La investigación Fondecyt en filosofía, según afirma el autor, es claramente de “élite”. Primero porque ha sido liderada por un pequeñísimo grupo de investigadores. Segundo, porque se ha podido constatar que esos investigadores conforman un contingente que, luego de un período de constitución, ha mostrado una “limitada permeabilidad o circulación”, esto es, pocos ingresan al exclusivo grupo de los investigadores Fondecyt, y pocos son los investigadores que lo abandonan. Tercero, la “homogeneidad” que tiene la élite de investigadores pertenecientes a Fondecyt se ve claramente en el hecho de que los miembros de este grupo comparten características de diferentes tipos: geográficas, de género, de formación y laboral. La gran mayoría de ellos son hombres, se radican en Santiago, estudiaron el pregrado y trabajan en alguna de las universidades tradicionales más antiguas de Chile e hicieron el postgrado en Europa.

José Santos Herceg destaca el carácter “centrista” de “la filosofía Fondecyt” en tres sentidos: “de género”, primero, en tanto que “lo masculino” tiene un lugar completamente central en desmedro de “lo femenino”; segundo, se muestra en la priorización de “lo europeo” en la investigación Fondecyt; tercero, “lo católico”, que se releva como un ámbito absolutamente central puesto que no solo un gran porcentaje de sus investigadores adhieren a esta fe, sino también porque una parte significativa de ellos estudió en universidades confesionales, trabajan en instituciones o universidades que se adjudican la gran mayoría de los proyectos.

La tercera rama de trabajo de los profesionales de la filosofía en Chile tiene que ver con la publicación, considerando en especial el caso de los papers. En ellos se muestra el resultado de la investigación, en un escrito que será publicado a corto plazo. Estos tienen como pretensión la “humildad” y “la modestia”, así como también la “claridad” al exponer, dejando de lado toda digresión innecesaria. Se va imponiendo, así, “una forma de escritura normalizada”, controlada que toma la forma de “paper” y que tiene como uno de sus primeros y evidentes efectos el “fijar límites” y “prohibiciones claras” respecto del autor, “la formalidad”, el estilo e incluso el uso del lenguaje.

Estos textos deben ser publicados, además, en “ciertas revistas”: en aquellas que están incorporadas en determinadas bases de datos, especialmente “ISI” o “Scopus” o en bibliotecas virtuales, en particular en “SciELO”.

Las bibliotecas virtuales pretenden asegurar que lo que se publica en sus revistas es de la más “alta calidad” y que van a alcanzar un “alto impacto” en el desarrollo del saber. Las instituciones ligadas a la investigación confían en estas “empresas”, creen en ellas y “tercerizan” la tarea de evaluación, entregándoles la decisión acerca de la calidad de un escrito, sobre “la competencia de un investigador”. A su vez, determinan a “quién becar”, a quién dar financiamiento para investigar, a quién contratar o despedir. Todo ello se basa sobre el supuesto de que aquello que ISI y SciELO dan el “status” a los “papers”. Este contexto determina que el trabajo de escritura adquiera la forma de una “empresa de producción industrializada de escritos” que se transan como un “negocio” en el “mercado de textualidades”.

José Santos Herceg propone la gestión de la propia carrera como cuarto accidente geográfico. Ve que en su país los chilenos se han visto empujados a administrarse como si fueran una “empresa”. Esto es, se parte de una inversión inicial, que se traduce en el caso de la filosofía en una “inversión en capital humano”: estudios. Lo que implica un “alto riesgo”, pues el retorno, la recuperación es, en este caso, sumamente difícil de lograr. Además, se debe invertir, por otro lado, en un postgrado, de preferencia un doctorado fuera de Chile, idealmente en Europa. Terminado el largo “proceso de formación”, habrá que ingresar al mercado laboral en busca de “los rendimientos”. La inserción laboral en Chile para un filósofo es en extremo difícil: la oferta es muy poca y la demanda va en aumento. A tientas cada filósofo empieza a construir un currículum que le permita postular con relativo nivel de posibilidad de éxito a los concursos que se presentan. Las universidades que “mejores condiciones laborales” exhiben son la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica. Ambas parecen ser las más aptas para obtener rápida y “eficientemente una rentabilidad”. Las condiciones laborales en Chile para los que se dedican profesionalmente a la filosofía se han “precarizado”, de lo cual es síntoma la aparición de tres instituciones que hoy tienen un lugar central en la “academia chilena”: el “profe-taxi”, el “alumno-cliente”, y una “evaluación controladora”. Esas instituciones hablan de precarización del trabajo, “trivialización de papel del estudiante” y “enajenación del carácter de académico”.

Este diagnóstico actual del quehacer profesional de la filosofía en Chile es una proyección negativa, desagradable e incluso vergonzosa, pero que viene con la intención conjunta de que las cosas se muevan, transiten, cambien para mejor. Para contrarrestar esta mirada negativista José Santos Herceg incluye un “epílogo” con los aspectos positivos, los resquebrajamientos de esta máquina de mercado y los caminos que un filósofo puede tomar para sortear estas trampas. En esta parte del escrito anota algunos recorridos de la resistencia, rinde homenaje a algunos de los que intentan darle otro perfil a la filosofía y muestra un posible rostro diferente a la filosofía académica en Chile.

Cuatro desplazamientos observa el autor: primero, el que va del “enseñar normalizado y momificado” al “suscitar” de la creatividad; segundo, el que se desliza desde “el investigar mercantilizado y formalizado” al “reflexionar improductivo”; tercero, el que se mueve desde un “publicar productivo y controlado “hacia el hecho de “crear una obra”; por último, el cuarto, implica el movimiento que media entre la “gestión autoempresarial” y la construcción de una vida dedicada al pensamiento. Estos desplazamientos surgen del ejercicio cartográfico, esto es, descripción de lo que hay, de lo que existe y de lo que podría extenderse, profundizarse, radicalizarse.

Si para comentar este libro abusamos del entrecomillado es porque enfatizamos que cada concepto es desagregado ampliamente por el autor con argumentos tanto cuantitativos como cualitativos. La lectura de Cartografía crítica. El quehacer profesional de la filosofía en Chile, con sus particularidades y generalidades, es una lectura imprescindible para todos aquellos filósofos y filósofas nuestroamericanos que quieran comprenderse en el contexto actual de la mundialización.

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