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Medicina (Buenos Aires)

versión impresa ISSN 0025-7680versión On-line ISSN 1669-9106

Medicina (B. Aires) vol.76 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2016

 

CARTAS AL COMITÉ DE REDACCIÓN

Sobre ateneos y síndromes

 

He leído con asombro y tristeza la Carta al Comité de Redacción titulada Síndrome del ateneo, publicada en esta revista¹. La misma me ha parecido injusta para con los participantes de dichos ateneos, por lo que sentí la necesidad de dar a conocer otro punto de vista acerca del tema.
En Atenas se construyó un templo llamado Ateneo para rendirle tributo a Atenea, la diosa griega del saber y el arte². Es a partir de este origen que comenzó a utilizarse la palabra ateneo para designar no solo a las reuniones dedicadas a la investigación y a la divulgación científica, sino también a los encuentros que con esos mismos objetivos congregan a los profesionales a fin de compartir sus trabajos, discutir sus puntos de vista, en fin, aportar lo que cada uno de ellos ha estado estudiando, experimentando o incluso comprobando a través de sus investigaciones científicas.
Obviamente, el discurso de cada expositor presenta muchos términos técnicos y explicaciones complejas que pueden ser, en muchos casos, difíciles de seguir si este expositor no tiene la suerte de tener una forma ágil, concisa, incluso amena y hasta simpática de presentar su tema.
Pero resulta que no todo el mundo tiene esa habilidad comunicacional. Hay personas muy tímidas, otras muy nerviosas, los hay muy ordenados pero otros muy dispersos. Algunos saben integrar ironías, breves anécdotas, incluso chistes, pero otros, más inseguros, se apegan al tema, su voz no es muy clara, se reiteran, vuelven una y otra vez al mismo concepto, etc. Sus dificultades les impiden controlar el tiempo a gusto de un público ansioso. En todo caso, merecen que se les indique con respeto que se deben atener a un tiempo específico, tratar de limitarse al tiempo dado, pero jamás con comentarios que puedan considerarse denigrantes.
¿Qué se hace entonces con los expositores que resultan aburridos, difíciles de seguir? ¿Se les impide exponer? ¿Se los ridiculiza con gestos o con comentarios agresivos? ¿O no se los escucha aunque lo que digan pudiera ser profundamente interesante o novedoso?
Me parece que no sería ésta una actitud productiva. Ofendería al colega que no tiene por qué ser un eximio orador y además no le serviría para modificar su exposición, ser más breve, más ordenado, menos confuso, etc.
Siempre hay en los ateneos un profesor que dirige estas reuniones, que por lo general es el director de la institución, y es justamente él quien puede acercarse al médico (en este caso) a fin de ayudarlo a presentar mejor su tema. Pero de ninguna manera utilizando la ironía, la agresión, el comentario peyorativo o desdeñoso. Nadie tiene derecho a colocarse por encima de los demás por más laureles y reconocimientos que tenga.
Por todo ello, considero que la carta a la que hago referencia, habría resultado más positiva si su autor, cuya larga experiencia es por todos reconocida, hubiera empleado en ella una actitud didáctica y respetuosa hacia sus colegas y a las generaciones que lo han sucedido.

Alejandro R. Grinberg

Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari
e-mail: alejandro.r.grinberg@gmail.com

Bibliografía

1. Barcat, JA. Síndrome del ateneo. Medicina (B Aires) 2015; 75: 351.         [ Links ]

2. Real Academia Española. Del latín Athenaeum, y este del gr. Aθηναιον Athēnaion ‘templo de Atenea', situado en Atenas. Asociación cultural, generalmente de tipo científico o literario. En: http://www.rae.es/; consultado 9/3/2016.

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