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Salud(i)Ciencia

versión impresa ISSN 1667-8682versión On-line ISSN 1667-8990

Salud(i)ciencia vol.22 no.8 Ciudad autonoma de Buenos Aires mar. 2018

 

CRÒNICAS DE AUTORES

Utilidad del seguimiento tomográfico de linfoma no Hodgkin en estadio temprano

 

Eloisa Riva 1

1 Hospital De Clínicas, Montevideo, Uruguay

Riva describe para SIIC su artículo editado en Leukemia & Lymphoma 57(6):1363-1366, junio 2016

 

 

Montevideo, Uruguay (especial para SIIC)
Los linfomas son la neoplasia hematológica más frecuente. Las guías internacionales recomiendan seguimiento por tomografía computarizada (TC) cada seis meses durante los primeros dos años, pero no realizan recomendaciones diferenciales según el estadio de la enfermedad al inicio. Habitualmente se realiza TC de cuerpo entero en este seguimiento imagenológico. Existe evidencia creciente de que este esquema no permite la detección temprana de recaídas, que generalmente se diagnostican clínicamente. Además, no se han encontrado diferencias en la supervivencia en los pacientes en quienes la recaída se detectó clínicamente, en comparación con aquellos en quienes se detectó por seguimiento imagenológico pautado. Por otra parte, el poder cancerígeno de la radiación derivada de la tomografía suele subestimarse, aun cuando el 1.5% al 2% de los cánceres se atribuyen a la radiación. Se ha demostrado que realizarse ocho o más TC duplica el riesgo de cáncer, y que éste es dependiente de la dosis.

En nuestro trabajo analizamos la utilidad del seguimiento tomográfico en la detección temprana de recaídas de linfomas no Hodgkin (LNH) en estadios I-II y calculamos la dosis de radiación recibida por paciente. Se revisaron los LNH I-II confirmados histológicamente en el período 2001-2014, registrados en la Unidad de Linfomas del Hospital de Clínicas, Montevideo, Uruguay. Se excluyeron los pacientes menores de 18 años, los que presentaban linfoma cutáneo primario y aquellos que no tenían TC o tomografia por emisión de positrones (PET) inicial. La evaluación diagnóstica y el tratamiento fueron realizados según las guías internacionales. Se incluyeron 70 pacientes: ocho fallecieron tempranamente o tuvieron un seguimiento menor de tres meses y fueron excluidos del análisis. A la mayoría (n = 48) se le diagnosticó linfoma difuso de células grandes B. La mediana de edad al diagnóstico fue de 60 años (16 a 85) y el 53% eran mujeres; el 43% se hallaba en estadio I, y el 57%, en estadio II; un 35% tuvo síntomas constitucionales y el 23% enfermedad bulky. La mediana de seguimiento fue de 20 meses (1 a 167). Al inicio, al 100% se le había realizado la TC, en el 93.5% de los casos abarcaba dos o más regiones, y en el 87%, tres o más. Al 61%, se le realizó TC interim (durante el tratamiento) todas excepto cuatro fueron de cuerpo entero. La TC interim no detectó sitios nuevos de compromiso pero confirmó enfermedad progresiva en cinco casos, todos los cuales tenían elementos clínicos de enfermedad progresiva. Al finalizar el tratamiento, la TC se realizó en 40 pacientes (39 de cuerpo entero), sin que se detectara ningún sitio nuevo comprometido, lo que confirma la remisión completa en el 80% de los casos; parcial en el 12.5%, y enfermedad estable en el 2.5%. Dos enfermos mostraron progresión tomográfica; ambos tenían elementos clínicos de progresión. La mediana de TC al primer año desde el diagnóstico fue 3 (1 a 7). Veinticinco pacientes se realizaron la TC un año después de de finalizado el tratamiento; uno recayó en un nuevo sitio, siendo clínicamente evidente. A dieciséis pacientes se les realizó TC a dos años, en un caso se confirmó recaída, que fue clínicamente evidente antes de la TC. A los tres años, 12 pacientes se realizaron TC, en dos casos se confirmó recaída en el sitio inicial y ambos tenían síntomas clínicos evidentes. Durante los primeros cinco años de seguimiento, dos enfermos presentaron recaídas en el sitio inicial y dos en un nuevo sitio; todos tenían evidencia clínica de recaída (síntomas B, adenomegalias o ambos). La TC regular no detectó ninguna recaída asintomática.

La mediana de radiación recibida para la estadificación inicial fue de 20 mSv (3 a 26), 20 mSv ad interim (3 a 26) y 20 mSv al finalizar el tratamiento. Considerando los 62 casos inicialmente incluidos en el trabajo, cada uno recibió en promedio 4 TC (1 a 11) y 60 mSv (3 a 175).

Durante el primer año de seguimiento la mediana de TC fue 3 (1 a 7) con una mediana de 46 mSv (3 a 96). Los que completaron cinco años de seguimiento (n = 21) recibieron una mediana de 6 TC (2 a 11) y 103 mSv (30 a 175) por paciente.

La mayoría de los linfomas sobrevive más de cinco años, en particular si el estadio al inicio era temprano. En nuestro trabajo confirmamos que el seguimiento seriado sobre la base de TC expuso a los pacientes a un riesgo elevado de radiación, sin contribuir a la detección temprana de recaídas. Evitar la realización de TC excesivas es razonable, en particular en aquellos casos con elevadas probabilidades de curación, dado que generan exposición a la radiación, mayores costos y gran ansiedad.

 

 

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