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Comechingonia

versión On-line ISSN 1851-0027

Comechingonia vol.20 no.2 Córdoba dic. 2016

 

NOTA

ARQUITECTURA AGUADA. REPRESENTACIÓN DIGITAL DEL RECINTO XVIII DE PUEBLO PERDIDO DE LA QUEBRADA. CATAMARCA, ARGENTINA. 

AGUADA ARCHITECTURE. DIGITAL REPRESENTATION OF THE XVIII RECINT OF PUEBLO PERDIDO DE LA QUEBRADA. CATAMARCA, ARGENTINA.

 

Javier Curros1

1 Maestría de Historia y Crítica de la Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires. Albariño 849, (1440) Buenos Aires, Argentina, j.curros.camara@gmail.com

Presentado: 03/10/2016 - Aceptado: 24/11/2016

 

 

Introducción

 

El universo Aguada está ampliamente estudiado. Lo que hoy llamamos "fenómeno Aguada" (Callegari et al. 2015) ya había sido interpretado antes como cultura (González 1961-64), como entidad socio-cultural (González 1982-1983; Núñez Regueiro y Tartusi 1990, 2000) y como manifestación de un fenómeno de integración regional (Núñez Regueiro y Tartusi 2000). Si bien el Período de Integración Regional da cuenta de un entramado de relaciones simbólicas compartidas por las diferentes comunidades de la región valliserrana, se corresponde a su vez con un incremento en la complejización social que se manifestó con características específicas en cada zona, lo que favoreció la proliferación de identidades locales (Callegari et al. 2015). La región valliserrana del NOA fue el terreno donde se han desarrollado estas comunidades agro-pastoriles, estableciendo núcleos poblados de diferentes magnitudes, alternados con población campesina dispersa. Si bien existe heterogeneidad en las estructuras e instalaciones halladas en los diferentes valles de la región, e incluso aunque dentro de cada valle se han registrado sitios de distinta magnitud y arquitectura, con unidades simples y complejas a la vez, para algunos autores hay evidencia suficiente para hablar de un patrimonio arquitectónico común, fundamentándose en las similares técnicas y estilos constructivos observados (Gordillo 2012; Núñez Regueiro y Tartusi 1990). Actualmente el interés sobre el fenómeno Aguada se ha ampliado, y si bien los trabajos realizados sobre Pueblo Perdido de la Quebrada son variados y multidisciplinarios,  no  hay  antecedentes de trabajos que aborden centralmente el tema de la representación arquitectónica. En este sentido se ha elaborado un modelo tridimensional digital (MTD) de un recinto completo con el objetivo de ensayar diferentes interpretaciones arquitectónicas, tanto constructivas como espaciales, sobre las imágenes obtenidas a partir del modelo digital.

 

Pueblo Perdido de la Quebrada

 

Pueblo Perdido de la Quebrada del Tala se encuentra en una meseta elevada unos 40 metros sobre el nivel del río homónimo, y está constituido por recintos dispuestos longitudinalmente en dirección Oeste-Este, con cierta inclinación Noroeste-Sudeste. Tales recintos presentan aberturas hacia un espacio común (lado sur), apoyados sobre una pared o muralla continua (lado norte), sobre la ladera empinada que baja hacia el río (López et al. 2006). La preferencia de una localización elevada podría deberse a la protección que ésta representa en épocas de lluvias, en relación a la cañada, aunque Quesada plantea una mirada alternativa: "...la ubicación sobre las explanadas elevadas, además de evitar el ingreso de agua, motiva que los conjuntos habitacionales resulten perfectamente visibles desde varios otros" (Quesada et al. 2012: 449). Si bien el estudio de Quesada y colaboradores corresponde a la Sierra de Ancasti, tiene particular relevancia dada la similitud de las estructuras cuadrangulares encontradas en ambos sitios, así como la importancia de los patios en sus conformaciones. Pueblo Perdido de la Quebrada tiene una forma predominantemente longitudinal, donde el espacio de uso común (Kriscautzky 1996-1997) se desarrolla flanqueado sobre los lados largos por los recintos de habitación hacia el norte y por la pendiente de la ladera hacia el sur. Hacia el oeste, en cambio, se delimita el espacio con una estructura orientada perpendicularmente (norte-sur), de las cuales forma parte una estructura del tipo monticular, mientras hacia el este es la pendiente de la ladera la que delimita el espacio. Los recintos de todo el conjunto se han agrupado, con fines analíticos, en tres sectores y las estructuras que los componen, a su vez, presentan diferencias en relación las posibles prácticas domésticas: almacenamiento, consumo, producción y descarte. Estas diferencias están materializadas por la distribución y tamaño de las aberturas, la presencia de estructuras internas asociadas (fogones), el anexo de estructuras externas (canchones, galerías) y la contiguidad con espacios comunes (patios) (Fonseca et al. 2014).

 

El recinto XVIII

 

A los fines prácticos del presente trabajo se eligió uno de los recintos que cuenta con mayor información disponible para realizar el modelo tridimensional digital (MTD). Se utilizó el software SketchUp Pro 2014, usando como punto de partida los registros de campo publicados por otros autores (Figura 1).

 


Figura 1. Plano del RXVIII (Fonseca et al. 2014) superpuesto con la grilla del MTD.

 

El recinto XVIII, junto con el XIX y XX forman parte de una misma unidad habitacional (Fonseca et al. 2014). Tiene una superficie de 42m2, aproximadamente 6 m (lado N-S) y 7 m (lado E-O). Dentro se ubica un fogón o espacio de cocina, caracterizado por cuatro manos de mortero y material de combustión, ubicadas en proximidad a la abertura del lado sur del recinto (Fonseca et al. 2014). El arranque del muro es del tipo tres cuerpos, o muro doble con relleno (Nastri 2001), compuesto por piedras lajas verticales enterradas unos 10 cm de profundidad, dispuestas en hileras paralelas a una distancia de entre 1 m y 60 cm, cuyo espacio generado entre ambas hileras es rellenado posteriormente con piedras menores, restos de basura y tierra (Figura 2). En las esquinas estas lajas son de mayor tamaño y a veces se entierran hasta 1,50 m para rigidizar el conjunto. Sobre estos cimientos de muro doble con relleno se continúa el muro de tipo simple, con piedras lajas dispuestas en forma horizontal y entrecruzada, con sus caras planas hacia el interior de los recintos (Kriscautzky 1996-1997). Este tipo de muro, también denominado de pirca seca, sin la utilización de mortero, mantiene en la base los mismos espesores que el muro doble para lograr mayor estabilidad, aunque a medida que se eleva puede disminuir su espesor. Los paramentos interiores se levantan lo más a plomo posible, incluso con piedras canteadas (Fonseca et al. 2014) para lograr una mayor uniformidad. Las piedras grandes siempre se apoyan sobre otras dos piedras, y los intersticios son rellenados con piedras de menor tamaño. Más allá de las herramientas para el canteado y para la manipulación y ubicación de las piedras en la  elevación  del  muro,  debieron además  haberse  utilizado elementos de referencia para realizar el muro en línea recta: posiblemente estacas e hilos como herramientas de replanteo. Las aberturas, en la parte inferior del muro, presentan piedras verticales dispuestas en forma perpendicular al muro, materializando un vano de entre 40 cm y 1 m de luz. No se ha encontrado en PPQ ninguna laja de gran tamaño que pueda suponer un dintel de piedra.

 


Figura 2. Cimiento con dos hileras de piedras verticales (a) rellenadas luego con piedras menores, tierra y desechos (b).

 

Para definir el muro de piedra del modelo, se consideró una altura promedio de 1,50 m, en relación a otros estudios realizados en la Quebrada del Tala (Puentes 2000) que describen estructuras con muros desde los 0,50 m a los 2 m de altura. Luego, las paredes se continúan con adobe hasta alcanzar la altura de la cubierta (Fonseca et al. 2014). A diferencia de sitios como La Rinconada, aquí no se han observado paramentos de tapia con columnas de piedra intermedias (Calomino y Eguia 2012). En este recinto la presencia de adobes se evidenció en el registro de las excavaciones realizadas (Fonseca et al. 2014), aunque como no puede ser mensurada su cantidad, la altura final de la construcción se plantea como una incógnita. A los fines prácticos, el MTD se resolvió estableciendo una altura máxima de los muros de 2.20 m en la parte más baja, y 2.80 m en la parte más alta, para sostener una cubierta hipotética a un agua, con una pendiente aproximada de 10 %, variables que deberán reconsiderarse una vez analizada la representación gráfica resultante del MTD (Figura 3).


Figura 3. Paredes simples de piedra hasta una altura aproximada de 1,50m (a) y luego con adobes hasta una altura de 2,20 a 2,80 m aproximadamente (b).

Si bien la forma de la techumbre pudo haber sido de varias formas (Figura 4), no debiera ser solo considerada desde el punto de vista constructivo, dado que en su construcción también se involucra un universo de significados sociales, en relación a los materiales utilizados, los espacios, la finalidad y los actores involucrados (Marconetto y Gordillo 2008). Para  sostener esta cubierta de 42 m2 se debió haber necesitado como mínimo reducir la luz de apoyo en mitades; es decir, los cabios (en este caso troncos finos y largos) se debieron haber apoyado sobre una viga transversal, que a su vez, para soportar el peso de todo el techo y cubrir una luz de 7 m de ancho, debió indefectiblemente estar apuntalada en su parte central con una columna (poste), demostrado empíricamente por la presencia de las estructuras de piedra encontradas casi en el baricentro del recinto. Pero lo que en principio no podría explicarse tan fácilmente es una segunda estructura para poste que figura en el relevamiento arqueológico cerca de la pared sur del recinto. Continuando con lo anterior, sobre los cabios (dispuestos en dirección norte-sur, acompañando la pendiente), se apoyaban troncos mucho más pequeños o ramas fuertes, formando así el entramado de sostén, para luego apoyar sobre estos un colchón de paja y barro (Gordillo 2013). El entramado de la cubierta debió soportar por lo menos, el peso de una persona para poder colocar el torteado superior, que no pudo haber sido hecho de otra forma que desde arriba.


Figura 4. Estructura del techo formada por un entramado de troncos y ramas (a), luego con el torteado de barro y paja (b).

 

Consideraciones finales

 

Hasta aquí, la información volcada en el presente trabajo no alcanza para dar cuenta de una técnica constructiva específica del fenómeno Aguada, ni tampoco puede leerse como la representación cabal de la arquitectura de un recinto en particular, puesto que la información con la que se cuenta es incompleta. No obstante, el sistema constructivo puede sintetizarse en tres partes bien definidas: el cimiento de piedra, los paramentos de piedra y adobe y la cubierta de entramado de madera y barro, y a partir de las imágenes resultantes del  MTD  puede  plantearse  una  discusión.  Por  ejemplo, respecto  de las cubiertas puede pensarse que, de haber sido a un agua, debieron haberse dispuesto en dirección norte-sur, ya que, si por el contrario, si se hubiesen dispuesto en sentido este-oeste, el agua desaguada por los techos de dos unidades contiguas se hubiese acumulado sobre los muros medianeros, causando el deterioro de los mismos. O plantearse que, al tener las estructuras en su conjunto un lado ciego hacia el norte y todas las aberturas hacia el sur, sea probable que los aleros formados por la proyección de la cubierta hayan estado sobre las aberturas, para proteger las entradas de los recintos. De esta manera, las cumbreras de las cubiertas corresponderían al muro norte como se dispusieron en el modelo digital (Figura 5). Además, como aún no se encontraron evidencias de estructuras para postes fuera de los recintos, sobre el lado sur, se podría descartar la existencia de galerías entre la plaza y los recintos. En otros sitios como La Rinconada sí se hallaron restos de las galerías entre los recintos y los patios, en varios perímetros (Calomino y Eguia 2012; Gordillo 2013). Si bien en PPQ no quedan registros de los materiales de las cubiertas, en La Rinconada, debido al derrumbe de los techos incendiados, hoy pueden verse los restos leñosos (troncos, ramas y paja), e incluso el torteado superior y las piedras planas que lo afirmaban (Gordillo 2013).

 

Por otro lado, una vez confeccionado el MTD es posible visualizarlo también desde el interior (Figura 6), abriendo así un abanico de posibilidades para nuevas consideraciones en relación a la espacialidad de este tipo de arquitectura, hasta ahora poco explorada. Y en la medida que estos modelos tridimensionales sean elaborados con la mayor cantidad de datos comprobados y rigurosidad posible, las imágenes resultantes serán tanto más irrefutables.

 


Figura 5. Vista exterior del recinto XVIII de PPQ.

 


Figura 6. Vista interior del recinto XVIII de PPQ.

 

 

Bibliografía citada

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