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Avá

versión On-line ISSN 1851-1694

Avá  no.16 Posadas ene./jul. 2010

 

ARTÍCULOS

Relaciones de parentesco en la producción familiar capitalizada del sur de Santa Fe

 

Graciela Preda*

*Docente e Investigadora, Universidad Nacional de Villa María. Investigadora, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. E-mail: gpreda@coyspu.com.ar

Fecha de Recepción: Noviembre 2008
Fecha de Aprobación: Febrero 2009

 


Resumen

La región sur de la provincia de Santa Fe responde a los requerimientos de especialización productiva agrícola a través del cual el país se integra a los mercados internacionales. Dicha especialización, centrada mayormente en el cultivo de soja, está asociada a la profundización del capital en las relaciones de producción pero mantiene la condición de espacio productivo familiar. La presencia de trabajo familiar en la agricultura de esta región es una variable relevante que define a estas explotaciones. En este artículo se relatan las  relaciones de parentesco en las diferentes estrategias de reproducción. El trabajo conjunto y la asociación entre parientes son prácticas comunes en el proceso de continuidad sobre la tierra heredada.

Palabras clave: Relaciones de parentesco; Agricultura; Producción familiar capitalizada.

Abstract

The South Region of Santa Fe responds to the requests of agricultural productive specialization through which, the country is integrated to the international markets. That specialization, centred mostly in the soybean farming, is associated to the deepening of the capital in the relations of production but maintains the condition of "family productive space". The presence of family work in the agriculture of this region is a prominent variable that defines these exploitations. In this article the relations of family relationship in the different strategies of reproduction are explained. The joint work and the association among relatives are common practices in the process of continuity on the land inherited.

Keywords: Relations of family relationship; Agriculture; Capitalized production of the family.


 

Introducción

Pensar la agricultura del sur santafecino en el actual contexto de capitalismo avanzado involucra necesariamente el análisis de las explotaciones familiares y sus transformaciones en la organización socioproductiva.
La historia de la región y la ordenación de su espacio agrario están muy ligadas a la historia de las familias rurales, a su arribo con el propósito de acceder a una parcela de tierra y a la organización del trabajo de la familia en pos de alcanzar ese objetivo. Una familia extendida, jerárquicamente organizada bajo la figura masculina realizando las actividades propias de la producción agrícola, la comercialización del producto y el manejo de los ingresos, donde las mujeres tenían además del dominio exclusivo de las tareas domésticas, la participación en tareas propias de la producción agrícola (Preda, G. 2006).
En esa organización familiar se basó el crecimiento de gran parte de las unidades productivas hoy existentes en esta región. Es que la familia, como núcleo integrador de la  unidad de producción y de consumo, posibilita la no división del producto obtenido, destinando el mismo a la reproducción de su sistema de producción Como dice Friedman, H. (1981), la familia tiene la posibilidad de flexibilizar su consumo, ya que como propietaria de la empresa puede ajustar el mismo a las relaciones de valor externas.
Es por ello que en este trabajo me propongo indagar las formas en que las relaciones de parentesco están presentes en las estrategias de reproducción de estos sistemas productivos, y cómo los mismos se van modificando de acuerdo a las condiciones del contexto y las aspiraciones y posibilidades de los distintos actores.
La información aquí utilizada fue obtenida en el marco de una investigación realizada por el Grupo de Estudios Agropecuarios (UNR) al que pertenezco como investigadora. La misma se llevó a cabo en los departamentos de Belgrano, Caseros, Constitución, General López y San Jerónimo. Los datos etnográficos provienen de un trabajo de campo realizado en la misma región durante los años 2003 y 2004.

La conformación del espacio agrario

En el siglo XIX, período de consolidación interna del Estado, se debatió la inserción de Argentina en el mundo desde un modelo de desarrollo capitalista. Ese modelo se pensó desde una economía agroexportadora en el mercado internacional y básicamente con pobladores extranjeros.
Santa Fe adhiere a dicho modelo y la convicción de la radicación de trabajadores extranjeros fue un proceso compartido por el gobierno nacional, el gobierno provincial y los grandes propietarios.
Para los gobernantes la llegada del inmigrante solucionaba los problemas de ocupación de los terrenos ganados al indio, garantizaba la producción necesaria para abastecer el mercado interno y colocar el excedente en el exterior y optimizaba el sistema de trabajo, por considerar al extranjero más capacitado y laborioso.  
Mientras que los propietarios acompañaron este proceso porque las políticas de subdivisión de la tierra y de colonización les otorgarían ganancias, a la vez que se valorizaba la tierra con la posibilidad de aumentar las rentas. Según Bejarano (1969) Entre Ríos y Santa Fe tenían, aparte del interés nacional, fundadas razones de orden local para estimular la radicación de inmigrantes y proceder al cultivo y fraccionamiento de sus campos, porque los ganados eran de inferior calidad y las estancias no poseían el valor comercial de las de Buenos Aires.
Los productores entrevistados dan cuenta en sus relatos de este proceso de ocupación. Las historias son similares, padres o abuelos inmigrantes -principalmente italianos y en menor medida españoles-, tradición agrícola y sociedades familiares. Proceden de dos o tres generaciones de familias agricultoras y en muchos de los casos conservan los campos donde se iniciaron sus antecesores.

"... nuestra familia va a cumplir 110 años que está aquí. La generación mía es la cuarta... Nosotros seguimos manteniendo los campos paternos, mis abuelos, mi papá  y ahora soy yo el que sigue. Mis padres eran 8 hermanos, nosotros somos 3... más o menos siempre compramos los campos de los que se iban  yendo y fue quedando el mismo campo de mis abuelos que logró comprar en su época, lo seguimos manteniendo nosotros" (Productor)

"Mi padre era un inmigrante que vino a los 15 años sin un centavo...y 120 ha en aquellos tiempos nos dejó. Se vino con un primo, pero tenía 15 años. No tenían ni dinero para llegar a Armstrong. Y empezó de mensual y se fue haciendo.
P: ¿Y a los padres no los vio nunca más?
R: No, no. El nunca pudo ir, cuando en el año '60 estaba dispuesto a ir porque iba ahorrando algo, perdió la vista  y no pudo ir más" (Productor)

En la primera mitad del siglo XIX la provincia de Santa Fe presentaba un panorama de desolación, aislamiento, estancamiento económico, despoblación y lucha por el territorio indígena (Cloquell, et al, 2007).
Mientras que en la segunda mitad de ese siglo, la inmigración europea tuvo una alta participación en el poblamiento de esta región. A lo largo de casi cuarenta años, los inmigrantes pasaron de un 10% en 1.858 al 42% en 1.895 respecto de la población total (Bonaudo y Sonzogni, 2000).
Llegaban atraídos por la información que familiares o conocidos les enviaban, con los cuales una vez que arribaban al nuevo territorio compartían el mismo espacio regional. 

"Como todos saben son inmigrantes italianos que llegaron a esta región... de Las Parejas para aquel lado, bueno no sé cuántas hectáreas, eran todos parientes, más cercanos o más lejanos eran todos parientes. Mi bisabuelo nació acá en el año 1890, o sea que el papá vino alrededor de 1860..." (Hijo de un productor que trabaja junto al padre)

"Cuando llegaron al país ya había un tío de ellos, un hermano de  mi abuelo sería, que había venido un tiempo antes. Entonces en un principio le permitió estar ahí donde ellos trabajaban, y trabajaban por la comida. Al principio eran peones, ya después alquilaban" (Productor)

La meta de acceder a la tierra no fue fácil de lograr. El sistema de producción a través del arrendamiento fue el que posibilitó el primer acercamiento a la tierra, adquiriendo gran importancia en muchos departamentos de la provincia. El arrendamiento se caracterizaba por el control del proceso productivo a cargo del propietario de la tierra, que era quien imponía la duración de los contratos, determinaba el tipo de cultivo, las maquinarias a utilizar y las formas de comercialización del producto.
Posteriormente, y en diferentes períodos, los pequeños productores alcanzaron el sueño de la tierra propia a través de la implementación de políticas oficiales y también por medio de empresas de colonización. Fue así que en base al esquema de propiedad de la tierra-trabajo familiar-producción agrícola, organizado bajo el modelo de la chacra como unidad productiva, la provincia de Santa Fe se convirtió en una de las principales productoras de cereal del país.
Fue así que los cereales cumplieron en esta región el rol de "cultivo poblador" (Bartolomé, 1975:11).

"... mi abuelo vino de Italia en 1904. Estuvo como colono, Ud. sabe como era ese tiempo, estaba en Irigoyen y después vino para acá, la adjudicación del campo por el banco que se vendía a 30 años, estoy hablando de 1930"  (Productor)

"El abuelo vino de Italia  en 1914, primero viene solo, con 14 años... los primeros años como ayudante de un bar. Porque primero va a San José de la Esquina, después va a Casilda donde en un campo le dieron para que trabaje, porque no se trabajaba el campo, no había gente que lo trabaje. A los 16, 17 se radica en Chabás y está siempre en el mismo campo. El campo era arrendado antes. Después vienen los padres y la hermana. Se inicia como arrendatario hasta la época de Perón que fue cuando salieron los créditos y se vendieron los campos, que no se bien cuando fue eso, por el 45"  (Productor)

"Queda mi papá y otro hermano como arrendatarios hasta el 70 que viene la época del desalojo. Entonces con los dueños del campo combinan y se lo vendieron en un precio y un plazo que lo podía pagar y ahí pasa a ser titular del campo en sociedad con su hermano, que después falleció. Mi tío era soltero. Arrancan con 60 ha o algo así y terminan en el 73/74 con 250 ha" (Productor)

"...otro productor me dijo lo mismo, que en 1920 compró una estancia acá en Centeno, se ve que en esta zona hubo créditos. Este se llama Campo el Banco, toda esta zona se llama Campo el Banco todavía, porque el campo lo tenía el banco y lo daba a 30 años de plazo. Mi abuelo fue uno de los compradores, compró 100 ha" (Productor)

Bonaudo y Sonzogoni (1990) en su trabajo historiográfico sobre las primeras colonias en la provincia de Santa Fe concluyen que la conformación de esta área implicó procesos de diferenciación social al interior de las comunidades. El escenario de la ocupación de este espacio territorial alojó al pequeño productor que, descansando sobre el esfuerzo familiar, accedió a la propiedad de la tierra y garantizó su supervivencia, alcanzando a veces ciertos márgenes de acumulación. Junto a él una capa de colonos enriquecidos que reinvertían su capital en adelantos tecnológicos o ganado, mientras que en el camino fueron quedando aquellos que no podían cumplir con los compromisos asumidos. Algunos desaparecieron, otros iniciaron una larga búsqueda de la tan ansiada propiedad en otras regiones.
Este es el espacio agrario donde se gestaron las unidades productivas que hoy analizamos en este trabajo. Si bien "las familias a cargo de esas unidades desarrollan su actividad en condiciones diferentes a aquellas en las que lo hicieron sus padres, condiciones que imponen la construcción de estrategias sociales adaptadas a la tendencia de la época" (Cloquell, et al, 2007:15).

El actual contexto de la producción familiar capitalizada

La región agrícola del sur de la provincia de Santa Fe responde en la actualidad a los requerimientos de especialización productiva a través del cual el país se integra a los mercados internacionales, adecuando para ello la organización de su espacio rural. Especialización centrada especialmente en el cultivo de soja y en la profundización del capital en las relaciones de producción, proceso que genera transformaciones en la organización familiar y en la estructura productiva de las explotaciones.
Los cambios registrados en el modelo tecnológico desde el inicio del proceso de modernización hasta la actualidad, han producido una reducción importante en la mano de obra empleada en las actividades propiamente agrícolas. El reemplazo de tareas manuales por tecnología mecánica o química, derivó en una disminución de los requerimientos de empleo, mayor especialización de las tareas demandadas y disminución del tiempo de trabajo de las mismas (Cloquell, S. et al, 2002).
Esta reestructuración de las actividades agrícolas no solo generó reducción en el trabajo sino que además contribuyó a la modificación del lugar de trabajo y de los trabajadores en la organización y gestión de los establecimientos rurales. Cada vez más las tareas vinculadas a las actividades productivas tienen mayor vinculación con los centros urbanos. Fue así que a partir de la década del ´70 las familias rurales comenzaron a mudarse a los centros poblados más cercanos a su explotación. Este proceso migratorio, comúnmente denominado desruralización, modificó la relación de la familia con la actividad productiva, profundizando la división entre unidad doméstica y unidad de producción. 
Pero la condición de trabajo familiar se sostiene. Los productores se van adecuando a las circunstancias del nuevo contexto donde se desenvuelven a la vez que mantienen una red familiar de trabajo.
Esta organización laboral familiar que caracteriza a la agricultura regional se sustenta no solamente en el trabajo del productor, sino en el aporte de los demás miembros de la familia vinculados a las explotaciones. El 59 % de los hombres -sin límite de edad- que componen las familias que están a cargo de las explotaciones agropecuarias relevadas, trabajan en las mismas. De igual forma lo hace el 15 % de las mujeres (Cloquell, et al, 2007: 87).
Los productores a cargo de las explotaciones, a la vez que invierten en capital pueden explotar su propia fuerza de trabajo o la de algún miembro de su familia. Son formas sociales de producción que se presentan bajo distintas modalidades en un contexto capitalista, y que a la vez se diferencian de las de subsistencia.
Siguiendo la tipología de actores sociales que establece Bartolomé, podríamos decir que estos productores comparten características tanto del rational farmer, en el uso del cálculo racional entre costo de factores y precios y la maximización de los rendimientos, como de los chacareros, cuando utilizan mano de obra familiar sin considerarla dentro de los costos de producción (Bartolomé, L. 1975:7).

"Trabajo físico hacemos los dos, mi papá y yo. Entre los dos nos repartimos, todo lo que fue antes de la siembra, la cosecha, las pulverizaciones las hacemos entre los dos; y después las reparaciones y eso generalmente lo hace más él que yo" (Productor)

"Los hijos vienen a trabajar cuando se necesitan o en forma permanente, Fabián vive en el pueblo pero viene todos los días, hoy no está porque hoy han salido a trillar el grano húmedo, porque tiene la máquina de trillar. Son cuatro hombres de la familia, los mensuales y dos mujeres... Las mujeres ayudamos, antes que no había empleados y ellos hacían el tambo, yo la ayudaba a mi cuñada, yo no se cuando la vaca se termina de ordeñar, ella sabía entonces yo la ayudaba, le daba de comer, si había que ayudarles a sembrar, a mezclar la semilla, íbamos nosotras... cuando  los muchachos iban a fumigar, nosotras íbamos a hacer bandera, ellos manejaban el tractor, y así como eso muchas cosas..." (Esposa de un productor)

Son situaciones complejas de caracterizar, porque la acumulación se expresa fundamentalmente a través de un proceso de control de los medios de producción, pero operados a través de mano de obra familiar (Murmis, M. 1991).
La familia se comporta como una red social primaria que ofrece una organización laboral en determinados momentos. Si bien no está presente en la explotación en forma permanente, está preparada para actuar ante la demanda (Cloquell, et al, 2007).

El devenir de las familias rurales

Es interesante la percepción que los mismos productores tienen sobre la significación de la familia rural. Algunos, a pesar que el hábitat de la familia es el urbano, continúan definiéndose como una familia rural. Esta convicción se liga a los lazos de afecto que mantienen no solo con la familia nuclear, sino con los demás integrantes que componen la familia ampliada, primos, tíos y sobrinos. Es la tierra quien actúa como factor unificador y en menor medida la vivienda rural, que se va sucediendo en la medida de las necesidades de las nuevas generaciones que se vinculan a la explotación. Cuando alguno de los miembros de la familia muda su residencia al pueblo o ciudad más cercana, la casa es ocupada por alguno de sus hijos cuando se casan o de los sobrinos cuando el campo es parte de una sociedad entre hermanos.

"En el caso nuestro, mi hermano con el que tengo la sociedad, tanto él  como el hijo viven en el campo. Y es más una de sus hijas se casó y vive dónde vivía yo. En un mismo patio viven tres familias..." (Productor)

En cambio otros, consideran como familia rural a la de su origen, cuando todo giraba en torno a la vida en el campo, la unidad doméstica en estrecha vinculación con la productiva. No así la que conforman ahora, con residencia en el pueblo y hábitos de vida diferentes. Si bien mantienen ciertos vínculos con la producción agropecuaria, las relaciones sociales pertenecen a un estilo de vida urbano y el concepto de familia rural se va desdibujando.

"Mi papá, mi mamá y yo sí somos una familia rural, en cuanto a mi señora y mis hijos, que se yo. Fijate, Cristian a los 11 años se fue a la secundaria en Gálvez, así que ya se independizó de nosotros de lunes a viernes, siempre estuvo el 95% de su tiempo en la ciudad, si vos lo agarras y lo entras a sondear de la actividad no se cuantas respuestas concretas te puede dar, cómo es la hacienda, cómo es una recolección... ya no es un gringo a la par de nosotros" (Productor)

En el discurso colectivo hay una valorización del conocimiento del trabajo de campo que detentan los mayores, aquellos que desde niños tenían un seguimiento de las tareas junto al padre. Mientras que las nuevas generaciones, cada vez más alejadas de los espacios de trabajo, pierden paulatinamente los saberes adquiridos naturalmente. En relación a esto Bartolomé rescata de Edmundo Flores que "pocas actividades se hallan tan profundamente arraigadas en la tradición, en los conocimientos empíricos y en las orientaciones de valor de quienes la practican como la agricultura" (Bartolomé, 1975:15).

"La generación que hoy conduce, entre 40 y 50 años, se ensució las manos con grasa para ayudar a engrasar un arado desde los 10 años. En cambio al que se incorpora hoy con 18 o 19 años y tuvo toda su adolescencia viviendo en la ciudad no tiene ese conocimiento... que en algunas cosas sigue siendo todavía útil; el mantenimiento de una herramienta sigue siendo muy útil, cuándo poner un cereal en un silo sigue siendo útil, cómo interpretar los cambios del tiempo para decidir realizar o no una tarea sigue siendo muy útil, y bueno hay muchachos que no lo tienen" (Asesor agropecuario)

"Una vez que conoce la ciudad es difícil que vuelva...porque en el campo ya medio que el tipo tiene que nacer, porque cuando llega la noche a veces no saben ni caminar en la oscuridad... Hay tipos que si no tienen la luz no ven, andan con la linterna toda la noche, nosotros salimos afuera y salimos como si fuera de día, está orientado, pero esa es la costumbre" (Productor)

Era cuando la familia en pleno estaba organizada en torno a un modo de vida rural y donde las mujeres tenían una participación activa en esa organización. Es que cuando la mujer nace y se cría en el ámbito rural es más propensa a aceptar ese tipo de vida y a conformarse con ella.
En la franja de productores de la región que oscilan entre los 50 y 60 años de edad es frecuente encontrar un vínculo de proximidad en sus matrimonios, donde ambos cónyuges provienen de familias rurales. De allí el gusto compartido por la vida en el campo y la disposición a realizar actividades propias de él.
Es que los circuitos de los intercambios matrimoniales se organizan en torno a determinados espacios sociales que se definen por el hecho de compartir algunas condiciones de existencia y un estilo de vida determinado (Bourdieu, 2004).

"Ella siempre vivió en el campo hasta los 18 años, después estuvo en Peyrano cuidando la abuela que estaba enferma" (Productor, en referencia a su esposa)

"Yo nací en el campo, se desde cuidar cerdos hasta ordeñar vacas. Mi papá tenía tambo y grande. El tambo se hacía a pulmón, a mano y toda su vida hizo tambo, 50 años... Y después que me casé, a los tres años, él también puso tambo durante 7 años..." (Esposa de un productor)

"Lo que pasa que mi mamá y mi papá siempre estuvieron en el campo. Eran de una familia... mi mamá 9 hermanos y mi papá 7 hermanos. Y todos tenían su campito" (Hijo de un productor)

Si tenemos en cuenta que los individuos se adaptan a las nuevas situaciones que se generan en el ámbito donde eligen vivir y relacionarse con otros, los productores y sus familias, inmersos cada vez más en prácticas de tipo urbana, van modificando su relación con el campo, no solo con las tareas de producción sino también con aquellas vinculadas a la unidad doméstica, como la cría de animales de granja o la realización de huertas para el consumo propio.
Y son las mujeres quienes, en la lógica misma de la organización familiar, tienen a su cargo la realización de tareas más vinculadas con los centros urbanos. Desde el acompañamiento de los hijos en el proceso de socialización, hasta los trámites bancarios y demás actividades de apoyo a las cuestiones administrativas de la explotación. Esa movilidad espacial y social de las mujeres las dispone a adoptar más rápidamente que los hombres los modelos e ideales urbanos que han invadido el ámbito rural (Bourdieu, 2004).

La tierra: patrimonio y herencia

La tierra tiene un papel destacado en la posición que los agentes detentan en la estructura social. Su valoración como patrimonio se va transmitiendo a medida que se suceden las distintas generaciones, portadoras ellas de la herencia cultural que se plasma en los mandatos de persistencia para mantener, y en lo posible acrecentar, la tierra recibida en herencia.

"Nosotros venimos de una historia de trabajo juntos: mi papá y mi tío, después yo y mi hermano y ahora mi hijo y mi sobrino... Claro, porque resulta que si uno agarra y separa, 1000 ha son 1000 ha... ¿Porque no miran la hormiga que todas juntas hacen de todo?" (Productor)

"Espero que los hijos puedan ir conservando. Yo siempre les digo el campo no lo vendan, hagan cualquier cosa, pero el campo no lo vendan porque eso siempre está, lo demás es muy volátil, además estamos en un país que para ir para arriba da mucho trabajo, pero para ir para abajo se cae de la noche a la mañana" (Productor)

La valoración de la tierra heredada se vincula al reconocimiento por el trabajo de los antecesores, generalmente para aquellos que crecieron en base al esfuerzo conjunto. Las familias cuentan su historia vinculada a la tierra como parte de su identidad, sus representaciones sociales no hablan de rupturas, sino de continuidades.

"...la gente de antes sin nada compró campo ¿cierto? Porque mi padre vino sin nada y llegó a tener campo y como él un montón de gente que vino de inmigrante, que no tenía más que la valija y la ropa. Y quién más, quién menos, no todos, pero un gran porcentaje han tenido su propiedad, pero el nivel de vida no era lo que es ahora. Antes la heladera no se conocía, el pan se hacía, la verdura se cultivaba, estaba el pollo, la gallina, estaban los chanchitos..." (Productor)

"Fuimos siempre una familia unida y mi papá supo conducir, porque la verdad hay que reconocerle eso, ahora ya está grande, pero grande y todo, lo consultamos siempre, porque siempre tres es mejor que dos" (Productor)

Este productor cuenta que su padre compró las primeras 28 ha en el año 1975, cuando él y su hermano que hoy están a cargo de la explotación, ya estaban casados; y en la actualidad, trabajando todos juntos, son propietarios de 910 ha. Ellos sostienen que la base del éxito es la unidad familiar.

"...es una empresa familiar, está el hijo de él (en referencia a su hermano), está una hija mía que ayuda también con los papeles, está estudiando contadora... son cinco los descendientes" (Productor)  

Si bien agrega al concepto de familia el de empresa, en el relato incluye a sus hijos y los de su hermano, en una perspectiva de familia ampliada. Esto da cuenta de la complejidad que caracteriza a este tipo de unidades productivas.
El trabajo conjunto y la asociación entre parientes, son prácticas comunes en el proceso de continuidad sobre la tierra heredada. La forma de organización más frecuente en la región son las sociedades de hecho entre hermanos u otros miembros de la familia. Dichos acuerdos se van modificando en la medida que se incorporan los hijos a la explotación.

 "Mi abuelo se lo dejó a mi papá y a mi tío... Y ahora lo seguimos trabajando nosotros, con mi primo, somos socios. Trabajamos las 100 ha" (Productor)

"El campo original lo trabajaban tres hermanos, mi papá con dos hermanos, eran casi 200 ha. Después mi viejo falleció, uno de mis tíos falleció y el otro se hizo grande. Ahora trabajo con mi hermano y los empleados. No tenemos primos porque mis tíos eran solteros..." (Productor)

Surge de los testimonios realizados la importancia de conservar la tierra dentro del ámbito de la propia familia. Por ello es una práctica generalizada la venta de la tierra que heredan las mujeres a sus hermanos varones que están a cargo de la explotación. 
Aquí aparecen nuevamente rasgos más bien vinculados a los modos de producción campesinos. La venta de la tierra debe ser necesariamente entre parientes, venderla a extraños "es un crimen" y "una traición" a las tradiciones (Woortmann, 1995:198).

"Se iba subdividiendo a media que iban cambiando las generaciones. Como eran tantos hermanos siempre se iba repartiendo. Después mi abuelo le compró al resto de la  familia, mis viejos hicieron lo mismo  compraron a las hermanas...y siempre se fueron comprando los mismos campos y se fueron dividiendo. Yo había tenido los mismos campos que tenía mi abuelo hace 110 años" (Productor)

Si bien en toda organización social la herencia está enmarcada dentro de un régimen legal, la misma práctica de los actores en un espacio determinado le imprime características propias. "Ni el patrimonio ni la herencia son el producto de la obediencia a cierta regla sino el resultado de una estrategia elaborada por el actor a partir de la cantidad de recursos que controla" (Archetti y Stölen, 1977:172).
 Las palabras de Archetti y Stölen describen claramente la situación que encontramos en la región estudiada. No podemos hablar de comportamientos análogos, sino de maneras de actuar, de acuerdos establecidos al interior de cada familia en base a sus propias condiciones estructurales y a los deseos de los individuos.
En palabras de los productores persiste el convencimiento que el usufructo de la tierra es para aquellos que la trabajan. De allí que las hijas no participan en la producción, solo heredan la tierra cuando fallece el titular. Ante una pregunta específica acerca de la participación de las hijas en las ganancias de la explotación, el padre responde "No, ellas van por su lado. Una de mis hijas tiene un negocio, la otra es profesora, por lo tanto ellas están en las suyas, yo cada tanto le doy algo...".
En los momentos de acumulación de excedentes les regala dinero o les brinda algún tipo de ayuda en la medida de las necesidades individuales, ya sea para la compra de una casa, de un auto o de otro bien.
Es una estrategia que se repite en muchos de los relatos, como una práctica que se transmite de generación en generación y que parece no generar demasiados conflictos al interior de las familias. Está acordado entre las partes. Y son los mismos padres quienes lo expresan:

 "Dicen que no es lo correcto pero yo creo que es lo razonable. Porque yo sé que ha habido sociedades que hanseguido juntos por un decir el varón queda en el campo y las mujeres se fueron. Porque yo entiendo que si la mujer se va, lo que gana deben volcarlo al montón ¿no es cierto? y después dividimos. Si no, si yo cargo por mi lado y después todos sacan, no es así..."  (Productor)

"Mi tío tiene un varón y yo tengo dos hermanas y él tres hermanas (en referencia al primo presente). Somos una sociedad de 4 porque son ellos dos (se refiere a su papá y al tío)  y yo y mi primo.
P: ¿y las mujeres?
R: no las dejamos hablar
P: ¿y si hablaran? ¿Qué reclaman las mujeres si hablaran?
R: No, no reclaman
P: ¿La parte de la producción tampoco?
R: No, no. Porque nosotros a las mujeres les damos cierto dinero" (Hijo de un productor)

Aunque los individuos están insertos en un contexto de regulaciones jurídicas, pueden elaborar estrategias compensatorias cuando las decisiones se enmarcan dentro de su grupo familiar (Archetti y Stölen, 1977). Para beneficiar a los hijos varones que participan de la explotación junto al padre, es usual la compra de tierra con la generación de excedentes obtenidos como usufructo de la propiedad familiar, o sea la adquirida o heredada por el padre. La nueva tierra que se anexa a la unidad productiva no forma parte de la herencia que recibirán las hijas mujeres, porque quedan bajo la titularidad de los hijos varones exclusivamente.

 "Bueno después nos fue más o menos bien, seguimos comprando campo ya a nombre de los hijos, compramos 70 ha. por acá, están los lotes separados pero están todos por acá..."  (Productor que trabaja con sus dos hijos varones)

"Cuando se vendió el campo, mi abuelo no compró el campo, no lo quiso él. Quiso que lo compren los hijos varones, compraron los varones.
P: ¿Y las hijas mujeres?
R: Se dedicaron a otra cosa" (Productor)

Este sistema está instalado en la trayectoria familiar, de allí el consenso entre los miembros. Cuando la mujer además está vinculada a la explotación y específicamente al trabajo rural, su mirada es similar a la del hombre.
Las relaciones de parentesco se privilegian también en el momento de la cesión de tierra en alquiler. Las hermanas una vez que heredan su parcela de tierra se la alquilan a los hermanos varones que están a cargo de la explotación y con cánones de arrendamiento inferiores a los que determina el mercado, situación que favorece ampliamente a los varones de la familia (Paulino, 2001).

"Cuando fallecieron mis padres había casi 80 ha de campo y somos 10 hermanos. Así que imagínese la repartija ..., algunos vendieron y quedamos dos sin vender, pero cuando arreglamos todos querían una parte fija y mis hermanos, los que quedaron en el campo, no estaban en condición como para pagar ... siendo mi hermano y en las condiciones que quedaban ir a pedirle fijo (se refiere a quintal fijo)...él dijo yo les doy un porcentaje, si viene, viene para todos...yo lo acepté" (Esposa de un productor)

"Dejé los campos que alquilaba a 14 qq, me quedé solamente con un pedazo de mis hermanas donde pago 12 qq. A ellas les tocó la herencia de un pedazo de campo en aquellos años cuando faltó papá y mamá, entonces se los trabajo yo.
P: ¿Es lo mismo alquilar a familiares que a no familiares?
R: Con los familiares arreglo de palabra y con uno de afuera te hacen hacer un contrato. Esa es la diferencia que tenemos ¿vio?, y los familiares no desconfían de uno, bah, no sé... Y nos dan la prioridad para alquilarlo" (Productor)

"Le alquilamos a un tío... porque sus hijos no se dedican a la actividad. Así que nosotros seguimos, yo  y mi hermano prácticamente en los mismos lotes que compró mi abuelo, mi abuelo con los hermanos. El campo que trabajamos es de toda la familia" (Productor)

Como dice Bourdieu (2004:72), "...por mucho que la igualdad sea absoluta entre los hombres y las mujeres en lo referente a la herencia, todo el sistema cultural sigue dominado por la primacía conferida a los hombres y a los valores masculinos".

Conclusión

La región sur de la provincia de Santa Fe es un espacio productivo agrícola donde las unidades de producción existentes invierten en capital a la vez que explotan su propia fuerza de trabajo o la de algún miembro de su familia.
Son explotaciones que están insertas en un contexto de especialización productiva que se centra especialmente en el cultivo de soja y en la profundización del capital en sus relaciones de producción, pero manteniendo una red familiar de trabajo.  
Asimismo, sostienen relaciones de parentesco en sus diferentes estrategias de reproducción. El trabajo conjunto y la asociación entre parientes, son prácticas comunes en el proceso de continuidad sobre la tierra heredada.
Hay una especial valoración de la tierra como patrimonio, que se debe conservar y en lo posible acrecentar dentro del ámbito de la familia. Valoración que se transforma en un mandato entre las distintas generaciones.

Bibliografía

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