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Prismas

versión On-line ISSN 1852-0499

Prismas vol.10 no.1 Bernal jun. 2006

 

RESEÑAS

Sylvia Saítta (estudio preliminar)
Contra. La revista de los franco-tiradores, Buenos Aires, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2005, 486 páginas

 

La Universidad Nacional de Quilmes vuelve a poner a disposición de los investigadores de la cultura y de la política en la Argentina del siglo XX una obra de gran valor: la edición completa de la revista Contra. Se trata de un nuevo logro de la colección "La Ideología Argentina", dirigida por Oscar Terán. La primera reflexión que la publicación motiva es la evidencia del cuidado técnico con que se ha encarado la realización del volumen, donde se reproducen con precisión los textos y las imágenes de la revista. En este mismo orden, debemos recibir con júbilo este libro por su condición de pieza material desde ahora insustituible en las bibliotecas de las universidades y en los anaqueles de los estudiosos. Esto debe ser puesto de relieve ya que hasta ahora los esfuerzos por editar en forma completa y/o facsimilar estos documentos de nuestro pasado que constituyen las llamadas revistas de "pequeño formato" han sido escasos y dispersos. Contra ejemplifica el caso de muchas revistas que como ella se encuentran disponibles en pocos repositorios, esperando el momento de renacer al debate de los investigadores y del público en general, liberándose de un olvido injusto o, lo que es peor, de un uso restringido al pequeño círculo de sus atesoradores.
Si la edición cuida hasta en sus mínimos detalles la reproducción del original, la elección de quien ha tenido a su cargo la presentación no pudo haber sido más acertada: Sylvia Saítta. Esta investigadora ha frecuentado los textos y los documentos sobre este momento particular de la cultura argentina en otros trabajos y presumimos que el abordaje que ha hecho de la revista Contra constituye una estación intermedia entre sus conocidas investigaciones sobre Roberto Arlt y sobre el diario Crítica y futuros trabajos donde la izquierda intelectual argentina será protagonista central.
Saítta recorre con sugerentes preguntas esta original empresa concebida y dirigida por Raúl González Tuñón, cuyos cinco números se publicaron en Buenos Aires entre los meses de abril y septiembre de 1933 y en la cual colaboraron una serie de intelectuales vinculados con el director desde los tiempos de la revista Martín Fierro: Nicolás Olivari, Córdova Iturburu, Ulises Petit de Murat, Pablo Rojas Paz, su hermano Enrique. A ellos se suman una gran cantidad de colaboradores, entre los que destacan aquéllos provenientes de un amplio arco de la izquierda intelectual, convocados, como bien señala la autora, sin ánimo sectario: Leonardo Estarico, Nydia Lamarque, José Gabriel, Amparo Mom, Bernardo Graiver y Julio Payró. Trayectos y estilos diferentes que imprimieron a la revista un especial dinamismo y una riqueza estética que superó encorsetamientos ideológicos o formales.
En el breve tiempo de su publicación, Contra buscó constituirse en un espacio de reagrupamiento de muchos de los jóvenes intelectuales que animaron el campo cultural porteño en la época "clásica" de nuestra modernidad literaria, los años que van de 1922 a 1928. Fue entonces cuando florecieron las publicaciones más características de este movimiento: Prisma, los dos momentos de la revista Proa, Martín Fierro, Inicial, Valoraciones, Sagitario; y en el costado de la literatura social, identificado con el llamado grupo de Boedo: Los Pensadores, Claridad, Extrema Izquierda, La Campana de Palo y otras. Estas revistas, por sus afinidades, por sus enfrentamientos y muchas veces por variables combinatorias de ambas situaciones, configuraron durante aquellos años un sistema o constelación estético signado por la ávida búsqueda de lo nuevo y por la polémica.
Hacia 1928 casi todas ellas habían desaparecido, y hasta comienzos de la década siguiente parece establecerse un hiato, un momento de recomposición de situaciones personales y de grupos intelectuales, espacio cubierto apenas por discontinuos
intentos, como el de Alberto Hidalgo y su efímera pero densa revista Pulso, que publica 6 números durante 1928, o el del incansable Samuel Glusberg, quien entre 1928 y 1932 publica cuarenta y tres números de La Vida Literaria, revista de singular valor que reúne de forma un tanto ecléctica un arco de intelectuales que van desde Lugones hasta Mariátegui, pasando por Borges y Enrique Banchs.
En efecto, hacia fines de 1928, casi todas aquellas revistas de nuestra primera modernidad literaria han dejado de circular. No fueron sólo las dificultades económicas ni el destino fatal al que parece condenado este tipo de publicaciones las causas que determinan su cierre. Una forma de intervención político-cultural propia de los jóvenes intelectuales de la década de 1920 está tocando a su fin. Por delante queda para ellos o bien el camino de la profesionalización en el campo estético o académico o, en ciertos casos, la incorporación a la política -que nunca ha dejado de estar presente en forma evidente o sugerida- dentro de las estructuras partidarias. Aquellos laboratorios de ideas que constituyeron las revistas de los años 1920 dejarán paso a otros agrupamientos intelectuales, a otras experiencias, más pautadas por las elecciones políticas o por el designio de lo que se daba en llamar el "arte por el arte".
Contra aparece entonces en un campo intelectual y político severamente modificado, tanto en lo nacional, donde ya no fulge la "primavera alvearista" que vio nacer a nuestras vanguardias, como en lo internacional, donde la política de Frente Único -político pero también cultural- había quedado sepultada precisamente en aquel año de 1928 en términos que muy bien describe los primeros versos de aquel poema de Maiakovski que trae el último número de Amauta, aparecido luego de la muerte de su creador, José Carlos Mariátegui:

¡Adelante! ¡Marchemos!
¡Marchemos!
¡Basta ya de frases y de
parches!
¡Hay que poner fin a la
cháchara frívola!
¡Tiene la palabra el Camarada
Máuser! [.].1

Entonces, si como bien nos dice Saítta la revista de González Tuñón "fue el primer programa estético-político colectivo que vinculó vanguardia estética con vanguardia política en la Argentina", esta vinculación no podía sino ser problemática desde la misma definición de sus términos. Problemática porque el escenario de las vanguardias estéticas ya no era aquel espacio entre burlón y festivo de los años 1920 y sus actores iniciales ensayaban caminos diversos y hasta divergentes, y problemática porque en el aspecto político otros eran y quizás más graves los temas sobre los que se solicitaba el alineamiento de los intelectuales. Ya no bastaba pronunciarse contra la Gran Guerra o alienarse con los postulados de la Reforma Universitaria y sus proclamas pacifistas y americanistas, donde campeaba un anhelo un tanto vago de redención social; la crisis económica mundial, el ascenso del fascismo y el desarrollo de su faz guerrera, la crisis política argentina abierta por el golpe de 1930 y la defensa sin fisuras de la Unión Soviética conducida por Stalin frente a las amenazas de una guerra imperialista en su contra, eran algunos de los tópicos sobre los que la dirigencia del comunismo argentino e internacional solicitaba un alineamiento inequívoco. El arte como arte de propaganda era la forma en que se pensaba a los intelectuales formando parte de esta revolución mundial.
Si las discusiones en los años 1920 entre publicaciones o "sistemas" de ellas eran parte sustancial del funcionamiento del campo cultural, en este arranque de la década de 1930, y dentro del espacio de la izquierda, Contra aparece como un boxeador en el centro del ring, peleando contra su propia sombra. No porque le faltaran contrincantes: Sur, Criterio, Bandera Argentina y hasta Claridad pudieron serlo, y de hecho lo fueron, pero su principal problema, el que cruza toda la publicación, es el de conciliar su genuina vocación vanguardista con la pertenencia al espacio de la revolución comunista mundial -entonces ineluctable-, un espacio donde la sospecha antiintelectualista ganaba cada vez más y más presencia. La primera parte del ensayo introductorio de Saítta da cuenta de las dificultades que Tuñón tendrá para llevar
adelante su proyecto, encuadrando las mismas en los debates internacionales sobre la relación entre arte y revolución social. En el caso de Contra, esa tensión se dio entre un grupo de intelectuales provenientes de las experiencias de vanguardia de la década anterior y la ortodoxia del Partido Comunista local, cuya voz en la revista se reitera como un poderoso superyó ideológico, papel que asume Carlos Moog, referente cultural oficial del PC Argentino.
Toda la revista se convierte entonces en un centro de reflexión continua sobre la conflictiva relación entre el arte y la política, lo que sin embargo no priva a Tuñón de conseguir que por momentos parezca revivir en sus páginas aquel espíritu lúdico del martinfierrismo, especialmente en su sección "Recontra".
En este sentido, la introducción de Saítta es de gran utilidad para el investigador, ya que la autora analiza con rigor el pasaje de los modelos periodísticos desde el martinfierrismo hasta Contra, con la estación intermedia de la profesionalización que significó para muchos de estos escritores el diario Crítica. Aun más allá de estos aspectos en principio sólo formales, para Saítta

Es en Crítica, entonces, donde González Tuñón y Córdova Iturburu inician el debate sobre el rol del escritor revolucionario; es en Crítica donde se diseña el "nosotros" político y literario que identificará a Contra; y es en Crítica donde González Tuñón se apropia de la tradición de la revista Martín Fierro al disputarle (y negarle) a Sur esa herencia.2

De todas formas, aun cuando esta apreciación es justa, los resultados obtenidos por esta nueva formación de intelectuales encabezada por Tuñón son inestables. Acaso esa inestabilidad estaba ya inscrita en la bajada del nombre, Contra era una revista de franco-tiradores, sus autores no se pensaban desfilando en las ordenadas filas del ejército comunista internacional, sino que se veían a sí mismos como la vanguardia independiente del mismo.
Bajo el lema "Todas las escuelas. Todas las tendencias. Todas las opiniones" el proyecto de Tuñón dio cabida a voces disonantes con la postura oficial del Partido Comunista, que sostenía que sólo podía darse un arte puro en una futura sociedad comunista y que a la dictadura del proletariado como necesaria etapa previa al comunismo le correspondía un arte proletario que, por ejemplo, tuviese la contundencia y la sonoridad que Nydia Lamarque encuentra en "Los cantos de la URSS victoriosa".3
Encontramos la postura disonante en intervenciones tales como las de Julio Payró y Oliverio Girando, que postulan, en los terrenos de la plástica y la lírica, la independencia del artista con respecto a cualquier ideología que pueda solicitar su disciplinamiento estético.
El estudio preliminar nos guía entonces por diferentes etapas de esta polémica entre arte puro y arte revolucionario. Especialmente el debate que abre la presencia de Siqueiros en Buenos Aires, a la que Contra le dedica su tercer número. A partir de allí se abren en la revista diversas intervenciones donde se destacan la propia de Tuñón y la de Julio Payró, quien, convocado a opinar, sostiene que Siqueiros es valioso porque es un gran artista, más allá de su ideología. El caso Siqueiros deviene en una encuesta titulada: "¿El arte debe estar al servicio del problema social?", a la que responden Nydia Lamarque, Luis Waissmann, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Tuñón y Córdova Iturburu. La intervención irónica y hasta burlona de Borges y la dura réplica de Córdova Iturburu hacen que la encuesta acabe abruptamente. Como señala Saítta, aquí quedan marcados los límites del modelo de intervención elegido: la parodia y la picardía martinfierrista debían circunscribirse a la contratapa y no desplazarse hacia el corazón del problema que los acuciaba: el arte y su relación con la revolución social.
Pero además de este núcleo problemático, la revista ofrece otras entradas posibles, como siempre ocurre en las publicaciones de pequeño formato cuando éstas representan a una formación determinada de intelectuales. Sus páginas albergan un microcosmos de los temas que se encuentran en el aire de la
época. Los artículos sobre Vlamink de Julio Payró y el de Leonardo Estarico sobre la perspectiva en las artes visuales iluminan sobre temas y problemas por entonces de actualidad para los artistas plásticos. A su vez, las colaboraciones de Amparo Mom sobre moda y feminismo podrían constituir por sí solas una pequeña antología. Las colaboraciones de esta intelectual, junto a los poemas de la entonces compañera de Siqueiros, la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, le dan una voz a la mujer dentro del proyecto de Tuñón.
Por último, las intervenciones del poeta y dramaturgo Bernardo Graiver -administrador de la revista- sobre el teatro de vanguardia y el teatro proletario nos acercan a las ideas de un animador cultural de extraño perfil y larga permanencia en la cultura argentina, al que todavía se le debe una biografía intelectual en regla.
El investigador y aun el curioso que quiera abordar el estudio de la cultura argentina en la década de 1930 reconocerá que esta edición de Contra se hacía indispensable y, al recorrerla, agradecerá la guía que el erudito estudio preliminar de Sylvia Saítta le ha proporcionado. La investigación que queda plasmada en la introducción viene asimismo a sumarse a los aportes que desde hace un tiempo han replanteado las miradas sobre lo que se consideraba el desierto de la "década infame" y donde los estudios sobre la izquierda permitieron abrir un mundo de debates y enfrentamientos internos antes opacados, iluminando riquezas y matices que la historiografía no nos reveló en el pasado, poniendo en escena a actores de la cultura y de la política hasta ahora poco conocidos o sumariamente encasillados.

Fernando Diego Rodríguez
UBA

Notas

1 Amauta, Nº 32, agosto-septiembre de 1930, p. 52.         [ Links ]

2 Sylvia Saítta, presentación a Contra. La revista de los franco-tiradores, Buenos Aires, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2005, p. 21.         [ Links ]

3 Nydia Lamarque, en Contra, op.cit., pp. 182-191.

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