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Estudios - Centro de Estudios Avanzados. Universidad Nacional de Córdoba

versión On-line ISSN 1852-1568

Estud. - Cent. Estud. Av., Univ. Nac. Córdoba  no.28 Córdoba dic. 2012

 

BIBLIOGRAFICAS

BECK, Ulrich, Una Europa alemana (2012) Buenos Aires: Paidós, Estado y Sociedad; Trad. Alicia Valero Martín, 114 paginas.
María Clara Iribarne1

El nuevo ensayo de Ulrich Beck, sociólogo alemán, retoma una reflexión sobre los interrogantes abiertos por la crisis capitalista de los últimos cuarenta años, trabajados en sus obras anteriores, principalmente en La Sociedad del Riesgo. En esta ocasión la mira está puesta, más que en la economía, en la desestabilización que estas formas de autonomización del capitalismo financiero impactan sobre sociedades –más precisamente la europea – que hicieron del contrato social bienestarista la amalgama del vivir juntos, conjurando en un mismo entramado su asado bélico y la amenaza del socialismo real.

Una Europa Alemana, es la reflexión sobre una Europa, que edificada a partir del intercambio económico entre vecinos e intentando el desafío de una especie de federación de Estados-nacionales asociados, dotado de sus propias instituciones, y más recientemente de una moneda común, el Euro, parece haber entrado irremediablemente en crisis.

El endeudamiento económico de los países del mediterráneo, ha descubierto que el sueño de desarrollo y prosperidad –la utopía bienestarista de domesticación del capital- se ha desmoronado, dejando como secuelas empobrecimiento, desocupación y un debilitamiento por parte de las instituciones de sus estados-nación para hacer frente a la situación, con la consecuente sensación de pérdida de soberanía. El desencantamiento de esa utopía –crecimiento y bienestar- por parte de las sociedades que la integran y la desorientación política de sus élites, parecería opacar el rol jugado por el pensamiento económico neoliberal que ha hegemonizado las instituciones que albergan Europa. Lejos de desconocer los problemas por los que atraviesa la zona Euro, desmenuza las fracturas producidas por la estructura vigente, los límites y desafíos con los que confronta el proyecto Europa.

En esta dirección distingue tres dimensiones con las que analizar las actuales desigualdades existentes; a) la fractura entre los países del Euro y aquellos que perteneciendo a la Unión, no han adoptado su moneda; b) la fractura interna, entre los países deudores y los acreedores, y c) la fractura que entraña la Europa de dos velocidades. Lo que expresan estas escisiones es la dificultad de sus países miembros de superar la pretensión del Estado-Nación. Europa, esa construcción que tiende a ser más una confederación de países con instituciones supranacionales, ha quedado a medio camino, entrampada en las vicisitudes de la política nacional y sin atreverse a dar pasos decisivos en la superación de esa instancia. La complejidad política del entramado Europa, parece no estar pudiendo dar respuesta a la desestabilización financiera que se desencadenó en el 2008. A partir de allí, también han emergido distintos conflictos internos.
El que separa el Norte del Sur, la de los países que deben actuar para «salvar » de la quiebra a aquellos endeudados en contra de su opinión pública que se opone a contribuir en el rescate de la «mala administración» de esos gobiernos; el grupo de países y ciudadanos que, sin compartir la moneda común, sin embargo, se verán arrastrados económicamente en una posible situación de default de alguno de los países deudores y finalmente, la de los propios gobiernos de los países en serios problemas, que apoyan las «medidas de salvataje» en contra de la opinión de sus propios ciudadanos, quienes no entienden por qué sus gobiernos ofrecen multimillonarias sumas a los bancos, mientras las reducciones en educación, salud y empleo se vuelven draconianas. En palabras de Beck, el gran problema europeo reside en «...la tensión estructural entre un proyecto europeo trazado y administrado por las élites político-económicas «desde arriba» y la resistencia que contra él se ejerce «desde abajo».

El diseño neo-liberal de las políticas de ajuste fiscal aplicadas a toda la zona Euro por parte de las autoridades europeas han profundizado los problemas sociales de una parte muy importante de las diversas economías. Alemania, se ha erigido en muy pocos años en el país que hegemoniza y disciplina a los demás con un discurso de austeridad. Su fuerza coercitiva ya no pasa, como en el pasado por su complejo militar-industrial, sino por su rol preponderante de los recursos financieros.

La dinámica especulativa del capitalismo financiero ha desequilibrado la construcción europea a favor de una preponderancia alemana. La Canciller Angela Merkel ha logrado consolidar su poder e influencia tanto al interior de su pais como en la esfera Europea, aplicando según Beck, a Maquiavello. (De allí el juego de palabras que utiliza para referirse a este juego de vacilación/resolución y la implementación neoliberal «puertas afuera » y medidas «socialdemócratas» en Alemania). Su acción política puede resumirse en «compatibilizar competitividad electoral nacional con el papel de arquitecto europeo ». Su discurso del ahorro neo-liberal, refrendado en el Pacto fiscal, ha terminado por generar más problemas que soluciones.

La reflexión sobre el liderazgo alemán –que expresa y vulnera un delicado tabú- puede generar dos escenarios distintos. El primero es la elección de una forma de participación igualitaria, por parte de los países miembros, de las decisiones, reforzando la idea de reciprocidad y cooperación. La segunda posibilidad, es el diseño de una lógica jerárquica, donde se sostenga el principio de hegemonía.

Los «arquitectos» europeos, en abierta disputa con los ortodoxos del estado nación, apelan a cuatro principios que podrían regular y apuntalar la construcción de Europa; el principio de juego limpio; de equilibrio, de reconciliación y de impedir la explotación. El actual liderazgo alemán viola las cuatro condiciones. Frente a este panorama desalentador, Beck un defensor de la estrategia de una Europa unificada, retoma la noción de riesgo para abogar por la cooperación. En sociedades globalizadas como las contemporáneas, los riesgos nos incluyen a todos. La concepción del estado-nación aislado de lo demás es anacrónica. De lo que se trata, para afrontar la crisis política y económica de Europa es de establecer un nuevo contrato social, que no tiene otra posibilidad que la de anunciar «el comienzo de una época socialdemócrata a escala transnacional»; apuntando a la construcción de una ciudadanía post-nacional, en la que prime no un pueblo europeo, sino una Europa de individuos, con una óptica cosmopolita, en la que el involucramiento sea de todos y no de las élites.

La Europa Alemana, pone de relieve el dilema en que se encuentra el proyecto Europa, que, por un lado implica la imposibilidad de volver atrás sin un quiebre catastrófico de los procesos de integración regional y, al mismo tiempo, la inviabilidad de seguir en un camino que obtura, a través de las políticas existentes, la libertad y la democracia.

Notas

1 Doctoranda en Ciencia Política, CEA-UNC

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