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Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.52 La Plata  2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18521606e215 

Reseñas

Una geografía histórica de la política popular para un lugar llamado Zona Sur. Reseña de Pinedo, J. (2022). Zona sur: urdimbres de la acción colectiva popular en el Gran Buenos Aires (1974-1989). Los Polvorines; Posadas; La Plata : Universidad Nacional de General Sarmiento; Universidad Nacional de Misiones; Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. (Entre los libros de la buena memoria; 29)

María Victoria D’Amico1 

1Instituto deInvestigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP - CONICET), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Pinedo, J. Zona sur: urdimbres de la acción colectiva popular en el Gran Buenos Aires (1974-1989). 2022. Universidad Nacional de General Sarmiento; Universidad Nacional de Misiones; Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. (Entre los libros de la buena memoria; 29), Los Polvorines; Posadas; La Plata :

Zona sur tiene como origen una tesis doctoral en ciencias sociales. No obstante, esas huellas de origen fueron difumadas con maestría mediante un enorme trabajo de edición para transformarse en libro. Así, el texto es una narrativa que genera empatía con un tipo de lector más amplio que el propiamente académico y produce un efecto atrapante que nos lleva a leerlo de un tirón. Conjuga para ello la belleza en la forma de narrar con la paciencia de un argumento que Pinedo nos convida de manera artesanal, atendiendo especialmente a los detalles.

Siguiendo a Charles Tilly, el trabajo aborda el cómo de la acción colectiva popular en la zona Sur del GBA entre 1974-1989. Parte de una primera delimitación geográfica de lo que recortará como zona sur, referida jurisdiccionalmente a los municipios de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela, para estallarla y transformarla, con el correr de la investigación, en lugar. Ese desplazamiento es producto del diálogo con sus fuentes, a partir de las cuales el autor construye dos premisas analítico-metodológicas: que el lugar importa y que el lugar se entiende por el sentido que los actores ponen en él.

Dicho desplazamiento provoca que ese mismo objeto que podría haber tenido múltiples ‒y más clásicas y seguramente menos productivas‒ vías de entrada, sea abordado con una lente novedosa: Pinedo indaga en la geografía histórica de las luchas populares impulsado por una búsqueda que transforma en indicios los relatos que encuentra en sus fuentes. El libro cumple con el objetivo que se propone, siguiendo la definición de De Certeau: “la escritura de la historia implica una operación práctica del que escribe: tomar y apartar del flujo continuo del tiempo un trozo de documento o testimonio e interrogarlo para contar una historia, transformar una huella en un indicio y una serie de indicios en soporte del relato (De Certeau 1999 en Pinedo, 2022 pp. 40-41). Para ello, se apoya en fuentes documentales de archivo a la vez que transforma en fuentes primarias la bibliografía ya existente sobre los acontecimientos que analiza, y recupera de allí las voces de sus protagonistas. Es decir, decide tomar también la bibliografía como archivo en una estrategia que resulta innovadora para imaginar otras posibles futuras investigaciones.

Pinedo apoya su investigación en el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) que se encuentra en la Comisión Provincial por la Memoria, el del Arzobispado de Quilmes y el archivo personal de la madre de Plaza de Mayo Adelina Dematti de Alaye, junto a la revisión bibliográfica acerca de experiencias y actores ya conocidos de manera fragmentaria (la resistencia obrera a la dictadura, la conformación de Madres de Plaza de Mayo, la multiplicación de las comunidades eclesiales de base, los curas obreros, las tomas de tierras de principios y fines de la década del ochenta), textos que son recuperados para producir nuevos sentidos sobre aquéllos. La lectura a contrapelo que realiza de estos materiales está organizada en primer lugar, por la decisión de detenerse en una serie de acontecimientos que, a la vez que siguen una secuencia cronológica que recorre el periodo 1974-1989, permite desplegar los procesos que van teniendo lugar allí. Entonces avanza en una temporalidad que dialoga hacia adelante y hacia atrás, porque teje los acontecimientos desde su historicidad a la vez que los enhebra en una trama que gana amplitud, expandiendo vínculos en eliempo y elespacio. Su decisión metodológica tiene un doble efecto: multiplica voces de actores diversos y las enlaza, haciendo emerger ante nuestros ojos una trama relacional identificada como “zona sur”. Esa trama se reconstruye a la luz de una pregunta que evoca simultáneamente la relación entre lugar, territorio y los sentidos del lugar de los actores a quienes Pinedo sigue en coyunturas conflictivas.

En segundo lugar, está organizada por la preocupación por reconstruir la modulación de la acción colectiva popular articulada con las intervenciones represivas de la policía bonaerense, como actor encargado de anticipar la conflictividad e intervenir en ella, para prevenirla o para sofocarla. Así, Pinedo plantea que a la vez que hay territorialidades de la acción colectiva popular, hay territorialidades represivas, ya que el territorio emerge como espacio objeto de control y gestión, con actores que buscan dominar el espacio, en un contexto en que dicho control adopta la forma de estrategias altamente represivas. Como bien define Pinedo, la Policía también es un actor que produce territorio detrás de la preocupación por anticipar “cuándo lo bueno dejará de serlo” y atendiendo a la cualidad de reunirse como una variable a la cual estar atenta por sus potenciales efectos negativos para el orden social.

Desde allí, cada capítulo narra un episodio de movilización popular que es puesto en una serie como apuesta analítica e interpretativa del libro, lo que constituye el aporte central del texto. Los acontecimientos enumerados que arman la urdimbre no son presentados de manera discreta sino que la clave de análisis visibiliza las redes de activismo que se producen entre aquellos acontecimientos como tramas. De esa manera, Pinedo repone eslabones que enlazan el activismo fabril de base previo a la dictadura y las tomas de tierras de fines de la década del ochenta, por mencionar los acontecimientos arbitrarios con los que el libro comienza y termina.

El cómo se extiende a lo largo de los 6 capítulos y ninguna conclusión puede sacarse parcialmente sino hasta ver el conjunto, hasta comprender qué lugar ocupa cada pieza en este mapa, este mapa de la zona sur que no está allí, dado, sino que es un resultado al que se llega si estamos dispuestxs a seguir al autor en un despliegue meticuloso de argumentos y fuentes (y de fuentes como argumentos). Los capítulos 1 y 2 miran de manera articulada la acción sindical obrera y las intervenciones que, sobre aquella, fue inscribiendo la policía. Reconstruye las huelgas, ocupaciones de fábricas, desapariciones de obreros, sabotajes y el rol de las organizaciones fabriles de base como acontecimientos que conforman la resistencia obrera a la dictadura minuciosamente documentada dentro de la fábrica Rigolleau. Recala en las formas de solidaridad que entablan los obreros de fábricas de cercanía como Peugeot y Saiar, los puentes que trazan con la comunidad donde las fábricas se insertan. Los capítulos 3 y 4 muestran cómo se entreteje la acción religiosa y sus repertorios (el ayuno, la misa, las peregrinaciones, pero también, la renovación institucional de la Iglesia católica que venía sucediéndose desde las décadas del sesenta y setenta con la multiplicación de diócesis y sus redes parroquiales, y la conformación de comunidades eclesiales de base), de un modo que, tal como plantea el autor, conformaron espacios de interacción que resultarán reenergizantes para las redes de activismo, en tanto crearon lugares para la acción colectiva. Así, lejos de asimilarla a un actor monolítico en las cúpulas de poder, Pinedo revela cómo la iglesia católica y sus redes operaron también subrepticiamente y colaboraron en la formulación de tácticas que, molecularmente, habilitaron la reformulación de la participación política en el espacio público ‒las calles, la plaza‒ en un contexto en que las redes de control sofocaban la acción colectiva y obligaban a los actores a refugiarse en la clandestinidad.

En el capítulo 5 el autor se mete de lleno en el vínculo que las Madres de Plaza de Mayo tejieron desde 1977 con la acción religiosa y logra reponer las condiciones de emergencia del movimiento de derechos humanos en relación a su inscripción situada en la Diócesis de Quilmes en pleno proceso dictatorial, al mostrar cómo entre 1977 y 1981 fue posible la “formación de un repertorio de prácticas y símbolos vinculados a la causa humanitaria con una impronta religiosa” (Pinedo, p. 207) en el encuentro entre la actividad pastoral de Monseñor Novak y las Madres de Plaza de Mayo. La convergencia de figuras vinculadas a las diócesis, parroquias y/u obispados locales en las prácticas de movilización de las Madres, se volverá una estructura de oportunidad política para la conformación del movimiento de derechos humanos, movimiento que tomará un protagonismo ineludible para la participación en los complejos tiempos de la recuperación democrática.

Finalmente, en el capítulo 6 Pinedo aborda la génesis de la dicotomía vecinos/villeros como expresión y resultado de una forma que alcanza la puja política en las acciones de tomas de terrenos baldíos y que organiza una jerarquía moral para interpretar la acción política hasta nuestros días. Además, muestra el rol central que tuvieron las comunidades eclesiales de base organizadas a partir del papel que adopta la parroquia Nuestra Señora de Itatí en Quilmes, con la llegada de Raúl Berardo en 1979, en la conformación de nodos de socialización en los que se tramaron vínculos entre nuevos y viejos habitantes que se actualizarán en las tomas de tierras. Si en 1979 las Madres recuperaban oraciones religiosas como el Padre Nuestro transformando sus contenidos para elevar una oración por sus hijxs desaparecidos, hacia fines de la década del ochenta la toma de tierras que había dado origen al asentamiento El Triángulo, es bautizada como Barrio San Ignacio con la participación de la diócesis local, dos escenas, entre otras, que muestran el efecto de activación que tiene el encuentro entre redes laicas y religiosas.

Es difícil en una apretada reseña hacer justicia a la precisión que tienen las palabras con que Pinedo elige narrar estos procesos. Si cabe la metáfora, nos muestra el contexto de surgimiento de una forma de articularse la acción colectiva popular que impregnará ‒en tanto irradia, da forma e influye profundamente‒, en las sucesivas décadas, la forma de movilización, repertorios, actores y demandas que protagonizarán y darán vida a lo que hoy identificamos como zona sur del Gran Buenos Aires. Como consecuencia, es en los lazos que encuentra entre esos acontecimientos donde Pinedo hace emerger a los ojos de lxs lectores la zona sur como lugar de la acción colectiva popular, revela cómo hay coyunturas para su activación y desactivación y reconstruye cómo 1981 opera como punto clave de inflexión. Dentro de ese marco temporal, la dinámica de las redes de activismo le permite fortalecer la interpretación del quiebre definitivo que 1981 significa para la historia argentina, en tanto coyuntura “en la que se sintetizaron todas las consecuencias económicas y sociales de la dictadura en un marco de fragilidad del régimen; (…) y se anticiparon algunos fenómenos que se volverían evidentes en las coyunturas críticas posteriores” (Pinedo, p. 283).

En ese despliegue, Zona Sur nos permite re-encontrarnos con y re-conocer actores y coyunturas de conflictividad ya sumamente trabajados previamente. Su decisión de seguir a los actores ‒y no a un actor‒ le permite abrir una multiplicidad de hilos que reentrama en una experiencia histórico-social común a la vez que polifónica. Como resultado, el texto da claves para comprender cómo fue posible la emergencia de nuevas formas de activismos en un contexto altamente represivo, articuladas por demandas que, como resultado directo de la política dictatorial, implicaron un punto de inflexión en el lenguaje de la contienda y con él, en los repertorios de acción de los sectores populares, que a partir de entonces se caracterizan por lo que el autor denomina como el desplazamiento de una territorialidad industrial a una territorialidad de la pobreza. En este punto, el libro permite volver a tomar dimensión del parteaguas que significó la dictadura de 1976 para reorganizar el escenario de acción y los horizontes posibles a partir de los cuales van a participar sus actores, como una experiencia extrema e irreversible sobre las clases populares y sus estrategias de lucha como así también para la cristalización de prácticas represivas estatales en tanto forma de producción del espacio.

A estos valiosos aportes de perspectivas y contenidos, se suma otro aspecto a destacar: el autor nos vuelve parte de los procesos que investiga en tanto instala preguntas que nos obligan a repreguntarnos sobre afirmaciones ya canonizadas en las ciencias sociales respecto a actores y procesos del pasado reciente que, a partir del libro, podemos afirmar que creíamos conocer. Al sumergirnos en un mundo conocido pero proveyéndonos de otras preguntas, el libro nos disloca. Construye un lugar ‒la zona sur‒ que nos desplaza de nuestra posición de cómodxs lectores para atravesarnos con interrogantes nuevos. A caballo de un enorme esfuerzo interpretativo, el autor opera sociológicamente desnaturalizando nuestros supuestos sobre la acción colectiva popular en el pasado reciente.

En síntesis, leer Zona sur implica adentrarse en una experiencia intelectual y emotiva transformadora. Pinedo urde en el telar de la historia su objeto de investigación y nos invita a comprender los hilos que entrama. Seguir la maravillosa narración de Pinedo es un despertar a reencontrarnos con nuestra historia y los saberes que teníamos sobre aquélla desde una mirada que reivindica la perspectiva sociohistórica; por su sensibilidad a los pliegues que adopta la historia, por la búsqueda de recuperar los procesos en contexto, por su firme de decisión de seguir a los actores y desbordar las periodicidades canonizadas, por su capacidad de reponer los modos en que se asociaron, reunieron y juntaron “actores sociales de devenir heterogéneo” (Pinedo, p.319). De esa manera logra romper con interpretaciones hegemónicas con que desde las ciencias sociales se explicaron las formas de la política emergentes con la recuperación democrática que, bajo la conceptualización de territorialización de la política, por momentos acotaron linealmente territorio a política barrial.

Puesta a jugar, la perspectiva sociohistórica que abraza este libro tiene a su vez por efecto la revalorización de la participación política en sentidos amplios, al mostrar cómo se va forjando la recuperación democrática desde abajo, desde territorios ‒en plural‒ que configuran prácticas políticas que logran sortear creativamente los límites puestos por la dictadura y que llevan a reinventar nuevas maneras de movilización. Aun ante la violencia del Estado terrorista y su repertorio represivo, la acción colectiva popular no solo ocurre en la clandestinidad, como tampoco se reactiva recién a partir de 1983, sino que ya durante la dictadura forja formas de solidaridad que hacen lugar ‒en el doble sentido de permitir y de construir la trama relacional significada como tal‒ a una novedosa cartografía de la disputa.

Recibido: 05 de Mayo de 2023; Aprobado: 22 de Mayo de 2023; : 01 de Septiembre de 2023