SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número52Una geografía histórica de la política popular para un lugar llamado Zona Sur. Reseña de Pinedo, J. (2022). Zona sur: urdimbres de la acción colectiva popular en el Gran Buenos Aires (1974-1989). Los Polvorines; Posadas; La Plata : Universidad Nacional de General Sarmiento; Universidad Nacional de Misiones; Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. (Entre los libros de la buena memoria; 29) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Sociohistórica

versión On-line ISSN 1852-1606

Sociohistórica  no.52 La Plata  2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18521606e216 

Reseñas

El enigma totalitario. Reseña de López Cantera, M. y Vicente, M. (Compiladores) (2022), La Argentina y el siglo del totalitarismo. Usos locales de un debate internacional. Buenos Aires, Prometeo, 376 páginas

Fabricio Ezequiel Castro1 

1Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires / CONICET, Argentina

López Cantera, M.; Vicente, M.. La Argentina y el siglo del totalitarismo. Usos locales de un debate internacional. 2022. Prometeo, Buenos Aires: 376p.

Los conceptos políticos no son sólo construcciones intelectuales al servicio de la comprensión académica. Por el contrario, se hallan fuertemente imbricados con procesos históricos y disputas de poder que ayudan a dar su forma final y a determinar sobre qué grupos o acontecimientos se aplicarán. Precisamente, este enfoque acerca del carácter político e histórico de la formación y del uso de los conceptos orienta el trabajo que reseñamos aquí. La compilación de trece artículos de Mercedes López Cantera y Martín Vicente elige una de las nociones más importantes del siglo XX, el totalitarismo, y rastrea su utilización en las expresiones políticas de la derecha argentina. Haciendo así, muestran las controversias políticas e intelectuales que dieron lugar a los múltiples usos de la idea de lo totalitario.

López Cantera y Vicente introducen el tema mediante un breve resumen del uso de la noción de totalitarismo. Señalan que Giovanni Améndola fue el primero en hacer referencia a este concepto en 1920 con el propósito de describir el movimiento fascista. Posteriormente, otros autores como George Sabine, extendiendo el significado inicial, lo aplicaron al comunismo, lo que significa que ya en sus inicios lo totalitario abarcó a todo el espectro político al ser utilizado igualmente por grupos antifascistas y anticomunistas.

En la Argentina, la idea de totalitarismo se importa tempranamente para relatar acontecimientos europeos tales como el ascenso del fascismo en Italia, la guerra civil española, el avance del comunismo y la guerra fría. Con el tiempo, va incorporándose al léxico común de la política nacional, en especial, para denunciar al peronismo por izquierda y por derecha.

Durante los años setenta, explican los compiladores, el totalitarismo aparece con mayor frecuencia entre los intelectuales de derecha para nombrar al comunismo local e internacional. Así, un concepto que había nacido del antifascismo para apuntar contra la derecha europea sirve, algunos años después, para atacar a gobiernos de izquierda. Comienza a notarse, en lo nacional y en lo internacional, la plasticidad y la tirantez del término.

En la década de los ochenta, el uso del vocablo “totalitario” desaparece lentamente del discurso público. Emerge con timidez en el nuevo milenio, pero sin la fuerza ni la convocatoria de otrora. Pareciera, interpretamos a partir del texto, que la álgida polemicidad del totalitarismo nace y muere junto con el siglo que lo ve aparecer.

Con este pequeño itinerario en mente, los autores y las autoras de este libro despliegan la historia intelectual de la derecha argentina teniendo como eje las apropiaciones de la idea de lo totalitario. A grandes rasgos, a lo largo de los artículos se buscará indagar en las transformaciones históricas sufridas por el concepto, así como identificar a los sectores contra los que fue aplicado. Como se verá, la cantidad y variedad de artículos iluminará estos y otros aspectos desde muy variadas escalas y puntos de vista.

El totalitarismo, del concepto a la arena pública

La Argentina y el siglo del totalitarismo. Usos locales de un debate internacional, contiene cuatro secciones y un total de trece intervenciones. La organización del libro es cronológica, con alguna excepción temática cuando el criterio de agrupación de los artículos así lo exija.

La primera parte se reparte entre cuatro artículos. Se ocupa del período 1920-1950 en Argentina y analiza la circulación y transformación del concepto de totalitarismo en el antifascismo, el socialismo y el liberalismo conservador. La impresión general es la de una inversión de sentido, dado que, en general, puede decirse que al inicio del periodo la idea de lo totalitario apunta a la derecha (fascista) desde la izquierda y luego, trocando posición, apunta a la izquierda (comunista) desde la derecha. En medio de esta dicotomía, el peronismo será considerado totalitario por ambas miradas, lo que resulta muy revelador para comprender lo ecléctico de las alianzas antiperonistas.

Varias de estas consideraciones surgen de la lectura de los artículos que integran la sección. Por ejemplo, el trabajo de Ricardo Pasolini indaga en la identificación entre totalitarismo y fascismo realizada por el grupo transnacional de emigrados italianos Giustizia y Libertá, algunos de los cuales recalaron en la Argentina luego de ser expulsados por el régimen fascista. La lectura de las editoriales de los miembros destacados de la agrupación, como Carlo Rosselli (asesinado por el fascismo en 1937), Ángelo Tasca y Nicola Chiaromonte evidencia la preocupación por los nuevos fenómenos autoritarios europeos. El autor describe, además, la controversia acerca de la inclusión del estalinismo dentro de los totalitarismos existentes.

Por su parte, Jorge Nallim, describe los vínculos internacionales de los intelectuales antiperonistas (por ejemplo, de los integrantes de la revista sur) y afirma que dichas relaciones contribuyeron a la asociación conceptual entre peronismo y totalitarismo. El autor se refiere a una especie de “internacional” contraria a Perón y lo ejemplifica con las editoriales de las revistas mexicanas América . Cuadernos Americanos, así como con las redes construidas por el “Congreso por la Libertad de la Cultura” entre 1950 y 1955 en Chile. Concluye que durante los años treinta hubo una lectura más antifascista del peronismo, mientras que durante los cincuenta hubo otra más anticomunista, propulsada justamente por estas redes regionales.

En la misma línea de la vinculación peronismo/totalitarismo se desarrolla el artículo de Ricardo Martínez Mazzola. Allí, se analiza el discurso del partido socialista argentino entre el final del segundo gobierno de Perón y el inicio de la Revolución Libertadora (1953-1956). Identifica que el partido fue radicalizando su discurso contra el peronismo al insistir en su carácter totalitario. Hubo hechos puntuales que incentivaron esa descripción, como el incendio de la Casa del Pueblo en 1953, la detención de opositores, el conflicto con la Iglesia, etc. El escrito de Mazzola es representativo de la relación entre el significado de los conceptos y las luchas políticas, ya que parte de la calificación de totalitario aplicada al peronismo fue creciendo a medida que se recrudecía la represión política.

Finalmente, Martín Vicente cierra la primera sección. Presenta un trabajo dedicado a los liberales conservadores y a su matriz binaria de pensamiento, mediante la cual colocaron de un lado a los peronistas y totalitarios y del otro lado a los demócratas liberales. Esta matriz les sirvió para leer la política nacional. Un aporte adicional del texto es la referencia a las lecturas que circulaban en este espacio intelectual. Contra lo que pudiera pensarse, informa Vicente, no fueron autoras como Arendt las predominantes en los años cincuenta sobre lo totalitario. En realidad, la referencia fue la escuela austríaca de Friedrich Hayek, Ludwig Mises y otros autores liberales como Karl Popper, Isaiah Berlin y Jacob Talmon. Los austríacos insistían en la relación entre planificación económica y totalitarismo, ya que consideraban que la intervención estatal sobre la distribución de los recursos con vistas a algún objetivo general (el bien común, la justicia social, la sociedad sin clases) desataba una imparable tendencia hacia el control social total. En cambio, Berlin y Talmon ponían el acento en que la democracia también podía ser totalitaria, sobre todo en la versión rousseauniana que inspiró la Revolución francesa. El artículo demuestra que atender a la circulación de libros de la época es un recurso efectivo para delinear el modo de pensar de estas derechas.

La segunda sección prolonga la cronología inaugurada por su precedente. Consta de tres artículos ubicados en las décadas de los cincuenta y de los sesenta. La continuidad con los artículos anteriores es parcial. La novedad aquí es un notable cambio de eje que propone trabajos de investigación a una escala menor, lo que facilita ver rasgos especiales que se pierden si se adopta una visión demasiado general.

Prueba de este cambio de perspectiva es el capítulo dedicado a la inmigración eslovaca y a su impacto en las relaciones entre Argentina y Checoslovaquia durante los años que van de 1945 a 1961. María Valeria Galván nos relata cómo la llegada al país de eslovacos de origen anticomunista dio lugar a una explosiva propaganda contra el gobierno soviético, a tal grado que ocasionó una protesta formal de la cancillería checoslovaca. Al anticomunismo se sumó la reivindicación separatista y el origen fascista y colaboracionista de muchos de los arribados. Finalmente, concluye Galván, la intensidad de la propaganda fue disminuyendo debido a las políticas de repatriación y a los reclamos contra el régimen argentino. El caso demuestra el impacto de conflictos en apariencia de baja escala en las relaciones diplomáticas y da cuenta, además, de la repercusión y centralidad de lo ideológico durante la guerra fría.

A diferencia del artículo anterior, Adriana Petra se concentra no en un único grupo, sino en un único evento: la invasión soviética a Hungría en 1956, un episodio clave de la historia de la izquierda política. Lo hace a través del análisis del discurso liberal-conservador representado por los diarios La Nación y La Prensa. Observa que la mayoría del periodismo de la época, de la opinión pública e incluso del gobierno se mostraron favorables a la causa húngara. Pero lo más interesante es reparar en cómo la noticia de la invasión creó toda una serie de analogías con la situación nacional, haciendo circular un discurso que contrasta al peronismo/URSS, símbolo de la tiranía y la opresión, con la Revolución Libertadora/Hungría, símbolo de la emancipación y la libertad.

El trabajo de María Cecilia Fares reduce la escala geográfica para centrarse en dos conflictos sociales ocurridos en la provincia de Mendoza en 1956 y en 1959 contra la Revolución Libertadora y por parte de sectores que inicialmente la habían apoyado. El conflicto de 1956 se relaciona con una histórica huelga en la universidad de Cuyo. Sucede que luego del golpe de Estado contra el peronismo, la universidad fue intervenida y todos los cargos fueron renovados. La reacción fue inmediata: hubo amplias movilizaciones y la opinión pública apoyó la causa. La represión generó una fractura entre quienes consideraban la situación como un atropello totalitario y quienes, utilizando el mismo vocablo, la señalaban como una merecida consecuencia de la subversión. En cambio, el conflicto de 1959 refiere a la denuncia del diario de Cuyo sobre la existencia de un plan antinacional, patente en la represión a la huelga en el frigorífico De la Torre. Poco después, el matutino celebró la Revolución cubana. Ambos sucesos los ponderó desde una óptica antiimperialista, la misma con la que comenzaba a cuestionar al gobierno militar.

Los tres artículos completan la segunda sección. La tercera retoma la perspectiva extensa, pero recomienza la cronología en los años veinte. Esto es así porque la sección agrupa textos relacionados al catolicismo argentino hasta bien entrados los sesenta y los setenta. Es el único momento en que se trata a un sector específico de las derechas.

Quien inicia es Miranda Lida y su ensayo estudia al pensador Gustavo Franceschi, el más importante del catolicismo político argentino de la primera mitad del siglo XX. La autora reconstruye las reflexiones de este intelectual sobre el totalitarismo. Para él, el peligro totalitario se explica por su “estadolatría” o, con otras palabras, por su endiosamiento del Estado, la raza o la clase, según sea el caso. Al colocar a una de estas opciones al mismo nivel que Dios, otorga al poder político una fuente absoluta de legitimación y lo vuelve incompatible con la concepción católica del mundo, según la cual Dios y no el ser humano es el origen de todo poder. Además, Lida explica la evolución de la opinión de Franceschi sobre la cuestión judía. En los inicios de su obra, su integrismo y su corporativismo lo llevaron a polemizar contra el judaísmo. Esto cambia en la posguerra, época en la que Franceschi adoptó posiciones más tolerantes, democráticas, reformistas e incluso favorables al Estado de Israel. El caso relevado aquí ilustra la adaptación de parte del catolicismo argentino a los nuevos tiempos.

Mercedes López Cantera estudia las controversias suscitadas en el bando católico con motivo de la incorporación de la URSS a los aliados durante la segunda guerra mundial. En ese entonces, buena parte de las revistas católicas (Pueblo, Criterio, Sol) y de sus principales intelectuales (Gustavo Franceschi, Miguel de Andrea, Dionisio Napal) veían al régimen comunista como totalitario y contrario a la Iglesia. En las páginas católicas se leían términos contra el marxismo tales como el de absolutismo, estadolatría y totalitarismo. La guerra civil española recrudeció esta caracterización al punto de significar una verdadera cruzada anticomunista. De ahí que la incorporación soviética al bando aliado generara discusiones. Surge entonces una línea católica más antifascista y contraria al eje, seguidora de Jacques Maritain, en el seno de un catolicismo cada vez más heterogéneo.

El último trabajo de la sección dedicada al catolicismo político es el de José Zanca y Diego Mauro, quienes estudian a los intelectuales Augusto Durelli y Carlos Coll Benegas, dos integrantes de la democracia cristiana argentina. Eligen a estas figuras porque representan posturas divergentes en lo relativo a las causas del totalitarismo. Para Durelli, el totalitarismo es misticismo, reemplazo de Dios por la clase o la raza. Nótese que este argumento se encuentra a tono con la posición ya mencionada por Franceschi. En cambio, Coll Benegas incorpora la explicación austríaca al catolicismo, puesto que remite a Hayek y a Mises al considerar que lo totalitario es fruto de la planificación económica. Si bien ni estas posiciones ni los autores estudiados prosperaron entre los demócratas cristianos, su ejemplo muestra las luchas internas por imponer posturas oficiales en dicha agrupación.

La cuarta y última parte del libro retoma la cronología interrumpida por la sección anterior. Ahora, los tres artículos siguientes analizan el uso del totalitarismo en las derechas de 1980 hasta el siglo XXI. El tratamiento está ligeramente volcado hacia las extremas derechas, al mismo tiempo que se actualizan los tópicos del liberalismo conservador o neoliberal.

El primer artículo hace un repaso exhaustivo por las extremas derechas argentinas. Fue escrito por Olga Echeverría, referente ineludible del estudio de las derechas en la Argentina y a cuya memoria está dedicado el libro. En su texto, identifica los rasgos comunes de las derechas nacionalistas, integristas, liberal-conservadoras y militaristas. Todas ellas comparten la afirmación de la desigualdad, el temor a la democracia mayoritaria, la importancia de la propiedad privada y la defensa de las tradiciones occidentales. No obstante, esto no debe hacer suponer que hablamos de un frente político común. Cada una difiere de las demás e incluso dentro de cada grupo existen tendencias divergentes. En cuanto al uso del concepto de totalitarismo por parte de las extremas derechas, lo cierto es que lo utilizaron para nombrar más al caso soviético que a los fascismos. Según concluye la autora, fue un término que permitió disimular la verdadera cara clasista, antiobrera y antifeminista de su ideario.

Boris Matías Grinchpun continúa el tópico anterior para el periodo 1980-1999. Afirma que el término totalitario fue resignificado por la extrema derecha para señalar el carácter total de la democracia occidental y de la globalización, en tanto fenómenos que impiden formas alternativas de vida y de organización política diferentes a las establecidas por el poder occidental. El autor llega a esta conclusión analizando las publicaciones y las editoriales de intelectuales como Alberto Caturelli, Alberto Buela y Alejandro Biondini, entre otros. El hallazgo representa toda una novedad por el estiramiento conceptual que supone aplicar la idea de lo totalitario a un orden impersonal como el global.

El libro finaliza con el artículo de Sergio Morresi. El autor reconstruye cómo las derechas neoliberales contemporáneas aplicaron la idea de totalitarismo. El objetivo es de interés si se tiene en cuenta que nos encontramos en el momento de la decadencia del concepto. Durante los ochenta, la UCEDE de Alsogaray celebró la derrota peronista, pero no dejó de advertir acerca de los peligros de la socialdemocracia alfonsinista que, a fin de cuentas, y muy a tono con el marco conceptual austríaco, era un tipo de socialismo. En los años noventa, la victoria menemista y la participación en el gobierno de los cuadros de la UCEDE no frenó la continua advertencia acerca del peligro socialista. La reelección de Menem vuelve irrelevante el papel de este partido, sostiene Morresi, a la vez que la noción de lo totalitario es dejada de lado en el discurso público. Sin embargo, con el comienzo del siglo y de las experiencias kirchnerista y chavista, las referencias al peligro totalitario reaparecen. El regreso descripto por Morresi hace pensar en una leve supervivencia del término totalitarismo en el vocabulario de las derechas.

Observaciones finales

Las cuatro secciones de este libro de trece artículos repasan la cronología de las derechas políticas del siglo XX a partir del estudio del uso político de la noción de totalitarismo. Pudo comprobarse, en efecto, la dependencia de los conceptos políticos de su uso intelectual. No obstante, las conclusiones de un trabajo de esta naturaleza, tan erudito y vasto, dependen del lector. Por eso, una vez resumido el contenido es posible extraer algunas ideas finales desde la óptica exclusiva de quien escribe.

La primera observación refiere a cómo lo totalitario es usado para señalar al otro político. Es notable que ninguna de las derechas analizadas, incluso las más corporativas o integristas, reivindique el término para sí misma. En la lógica binaria de lo político, totalitarismo es el nombre del enemigo. De ahí que homologar lo totalitario al grupo político adversario signifique una enorme victoria político-intelectual.

Por otro lado, además de señalar lo otro negativo, el concepto aparece bajo la forma de una amenaza. El totalitarismo es la figura utilizada para describir un futuro distópico, pero factible, de persistir en el poder los socialistas o los peronistas. Es probable que el argumento derive de textos como Camino de servidumbre, dónde se afirma que la planificación económica conduce al control social y político. La planificación de hoy, por mínima que sea, es el anticipo del gobierno totalitario de mañana.

Otra conclusión surgida de la lectura del libro es la equiparación entre totalitarismo y democracia, que gana peso con el transcurrir del siglo XX. Varios de los artículos analizados mostraron a la democracia mayoritaria como otro posible origen de lo totalitario. Este punto, en realidad, no es nuevo. Las advertencias que hoy llamaríamos totalitarias comienzan con las críticas conservadoras al voluntarismo de la Revolución francesa. La crítica a la democracia entendida como soberanía popular absoluta (que muchos, como Talmon y Berlin, remiten a Rousseau) atraviesa a toda la contrarrevolución. Quizás sea posible decir que lo totalitario existe con anterioridad al totalitarismo.

Por último, es destacable que el concepto de totalitarismo sea capaz de englobar a la izquierda y a la derecha por igual, aunque los capítulos relevados mostraron que en el proceso de disputa por el concepto la derecha parece sentirse más autorizada a usarlo.

Seguramente, los resultados estimulantes de este trabajo repercutirán en otras investigaciones sobre la relación entre los conceptos políticos y las luchas históricas. Al respecto, no hay duda de que el presente libro contribuye a la comprensión de las derechas políticas en general y de la derecha argentina en particular, un tópico que, en la actualidad, se necesita más que nunca.

Recibido: 28 de Mayo de 2023; Aprobado: 26 de Junio de 2023; : 01 de Septiembre de 2023