1. Introducción
El Libro de Alexandre se nos presenta como una síntesis peninsular de ese fenómeno que, desde el célebre estudio de Haskins (1927), se denominó “Renacimiento del siglo XII”. Como bien señala De Libera (2000), es preferible hablar más bien de dos renacimientos: uno, autóctono, “que consiste en el desarrollo y la profundización de lo que los latinófonos tenían de propio, ha estado marcado por el extraordinario desarrollo de las artes del lenguaje [...] y por el reencuentro progresivo del pensamiento lógico-lingüístico con el mundo de la ciencia sagrada”; mientras que el segundo renacimiento “se despliega en un gigantesco trabajo de traducción, políticamente infundida por el obispo de Toledo” (De Libera, 2000: 313).
Uno de los aportes más significativos de esta renovación cultural tiene que ver con la reflexión en torno al concepto de “naturaleza”. Las observaciones de los autores de este período tendrán hondas repercusiones en el saber teológico, filosófico y científico, y se proyectarán en las artes, de modo particular, en la poesía latina. Sobre este último aspecto afirma Gregory:
no estamos frente a una mera creación poética ligada a modelos clásicos, sino a la transcripción de un concepto de naturaleza que se ha afirmado en la cultura del siglo XII: el mundo físico deja de ser, o mejor, deja de ser sólo un tenue y transparente tejido de símbolos que de disipan en la primera interpretación alegórica; es un complejo de fuerzas, un vigor que organiza y conserva el cosmos, objeto de sensible delectatio cantada por los poetas en su más sutiles seducciones, pero, sobre todo, objeto de una investigación física, fecundo campo en el cual encuentra plena explicación una ratio antes desconocida. (Gregory, 1964: 23)
Como bien señalaron Deyermond (1973, 1989) y López García (2000), entre otros, los aportes del “primer” Renacimiento del siglo XII se perciben en la literatura castellana de la primera mitad del siglo XIII a través de la obra que sirvió de principal fuente para el Libro de Alexandre: el poema Alexandreis de Gautier de Châtillon (ca. 1135 – post 1179) [i] , épica en hexámetros latinos que exalta la figura y las hazañas de Alejandro Magno siguiendo principalmente la Historia Alexandri Magni de Quinto Curcio Rufo y tomando como modelo poético la Farsalia de Lucano (Lafferty 2011: 185-6) [ii] . El número de manuscritos que conservan el poema da cuenta de su notable difusión a través de Europa durante la Edad Media [iii] .
En el presente trabajo nos proponemos estudiar la reelaboración del personaje de Natura que presentan las estrofas 2324-2333 del Libro de Alexandre en relación con su fuente. En primer lugar, nos detendremos en el tratamiento del personaje en la Alexandreis y su afinidad con otros autores del siglo XII, en particular, Bernardo Silvestre y Alano de Lille, para luego, mediante un análisis contrastivo, estudiar las operaciones de adaptación y apropiación del modelo latino en el texto castellano.
2. Natura en la Alexandreis
En los últimos versos del libro 9 de la Alexandreis, vencidos el rey Poro y los demás reyes orientales, Alejandro manifiesta a los suyos su voluntad de proseguir con sus conquistas más allá de los límites de lo conocido:
... Antipodum penetrare sinus aliamque uidere
Naturam accelero. michi si tamen arma negatis,
Non possum michi deesse. manus ubicumque mouebo,
In theatro mundi totius me rear esse,
Ignotosque locos uulgusque ignobile bellis
Nobilitabo meis, et quas Natura remouit
Gentibus occultas calcabitis hoc duce terras.
Hiis operam dare proposui nec rennuo claram
Si Fortuna ferat uel in hiis extinguere uitam.[iv]
(Alexandreis 9. 569-577)
Los primeros versos del libro 10 nos presentan a la escuadra de Alejandro en el mar, empujada por el Céfiro y sin saber cuál será su destino:
Sidereos fluctus et amicum nauibus amnem
Praebuerat Zephyrus, et iam statione soluta
Longius impulerat acclinis nauita classem,
Ignarus quo tendat iter uel quam procul absit
Hactenus Oceani populis incognitus amnis [v].
(Alexandreis 10. 1-5)
Es entonces cuando interviene Natura, llena de dolor por las palabras del jefe macedonio:
Interea memori recolens Natura dolore
Principis obprobrium mundo commune sibique,
Qui nimis angustum terrarum dixerat orbem
Arcanasque sui partes aperire parabat
Gentibus armatis, subito turbata uerendos
Canitie uultus, ylen irata nouumque
Intermittit opus et quas formare figuras
Ceperat, et uariis animas infundere membris
Turbida deseruit, uelataque nubis amictu
Ad Styga tendit iter mundique archana secundi.
Quo se cumque rapit, cedunt elementa sueque
Artifici assurgunt. ueneratur pendulus aer
Numinis ingressum. terrae lasciuia uernis
Floribus occurrit. solito mare blandius undis
Imperat, et tumidi tenuere silentia fluctus.
Omnia naturam digne uenerantur et orant
Vt sata multiplicet fetusque et semina rerum
Augeat infuso mixtoque humore calori.
Illa suis grates referens seruare statutas
Iussit et in nullo naturae excedere metas.
“Ad Stiga discedo, michi prouisura meisque,”
Inquit “Alexandri, quem terra, fretumque perhorrent,
Euersura caput, nobis commune flagellum.”
Dixit et obscuros aperit telluris hyatus
Tartareumque subit decliui tramite limen.[vi]
(Alexandreis 10. 6-30)
Este pasaje de la Alexandreis es por demás revelador, ya que junto con el concepto de “naturaleza”, el otro gran hallazgo del Renacimiento del siglo XII es su representación literaria. Natura se presenta como una divinidad cuya principal ocupación es “formare figuras... et uariis animas infundere membris”, es decir, “informar la materia informe e infundir el alma en los miembros”.
A su paso, el aire, la tierra y el mar se le someten y le rinden veneración:
Quo se cumque rapit, cedunt elementa sueque
Artifici assurgunt. ueneratur pendulus aer
Numinis ingressum. terrae lasciuia uernis
Floribus occurrit. solito mare blandius undis
Imperat, et tumidi tenuere silentia fluctus.
Omnia naturam digne uenerantur…
(Alexandreis 10, 16-21)
Asimismo, le ruegan que, combinando los elementos, garantice la fecundidad de la creación. Ella les agradece y les asigna sus límites:
Omnia [...] orant
ut sata multiplicet fetusque et semina rerum
augeat, infuso mixtoque humore calori.
Illa suis grates referens seruare statutas
iussit et in nullo naturae excedere metas.
(Alexandreis 10, 21-25]
3. La personificación de la Natura en Bernardo Silvestre y Alano de Lille.
Sería un error pensar que para los autores del siglo XII la naturaleza no es otra cosa que una personificación puramente retórica a la manera de los vicios y virtudes de la Psychomachia de Prudencio. Como bien han reconocido Curtius (1955), Lewis (1964) y Dronke (1980), entre otros, Natura es un poder cósmico. Es una de las últimas experiencias religiosas del mundo pagano tardío de vitalidad inextinguible.
A pesar de coincidir en la valoración de Natura como fuerza vital, Dronke se aparta de Curtius en cuanto a sus orígenes. Mientras que el filólogo alemán refiere a una tradición de la “diosa Natura” que se remonta a Ovidio, cobra forma con Claudiano (s. IV) y se proyecta hasta Chaucer y más allá[vii], Dronke (1980) mitiga el influjo clásico y la idea de continuidad en la conformación del concepto y busca sus fuentes en tradiciones que remiten al culto de la tierra (Gea, Tellus, Terra), encontrando su primera elaboración intelectual medieval en las causas primordiales del Periphyseon de Escoto Eriúgena (ca. 810- ca. 877), que servirán de germen, aunque quizá de manera indirecta[viii], para la idea de naturaleza presente en la neoplatónica Cosmografía de Bernardo Silvestre (ca. 1100 – ca. 1160). Según Dronke,
es Bernardo quien introduce en la literatura medieval a Natura como un a divinidad, incluso podemos decir que la ha inventado, puesto que la naturaleza, personificada retóricamente por los autores de la Antigüedad Tardía, no tenía nada de la vivacidad o de la específica función creadora de la heroína de Bernardo. (Dronke 2003: 271)
El autor la representa subordinada a una divinidad superior, Noys (la divina Providencia), quien la llama “uteri mei beata fecunditas”[ix] (“de mi vientre feliz fecundidad”). Junto con Urania y Physis forma una tríada que interviene en la creación del universo en la primera parte de la obra (Megacosmos) y en la creación del hombre en la segunda (Microcosmos).
Sin embargo, será en la obra de Alano de Lille (ca. 1120-1203), Doctor Universalis, en la que el personaje de Natura alcance su mayor vitalidad poética[x]. En su prosimetrum De planctu Naturae (ca. 1160- 1170) Alano se muestra deudor de Bernardo ya por el lenguaje ya por su concepción,[xi] aunque la imagen de Natura adquiere una dimensión cósmica mucho más elevada, ya que ha asimilado las funciones de Urania, Physis y Endelechia. A su vez, la femenina Noys cede a la figura del Creator. Como bien afirma Newman (2013: 66), “the goddess thus enjoys even greater prominence than in Cosmographia, though Alan has replaced Bernard’s female pantheon with a more predictably male-dominated one”.
Si compartamos las descripciones de Naturaleza que ofrecen tanto Bernardo Silvestre como Alano de Lille, podremos advertir importantes coincidencias, sobre todo con el segundo, en la personificación de Gautier: el amanecer mitológico[xii] del libro 10, 1-2 (“Sidereos vultus, et amicum navibus amnem / praebuerat Zephyrus…”) se corresponde con De planctu Naturae 5, 1-2 (“Floriger horrentem Zephyrus laxaverat annum, / exstinguens Boreae proelia pace sui”[xiii]); la tristeza embarga tanto a Natura en Alexandreis 10, 6 (“Interea memori reconlens natura dolore…”) y en la obra de Alano (De planctu Naturae 6: “Hac igitur amoenante temporis iuventute, nullis rerum exhilarata favoribus priorem virgo potuit temperare tristiem”[xiv] y más adelante 7, 45-8: “Ora cur fletus pluvia rigantur? / Quid tui vultus lacrimae prophetant? / Fletus interni satis est doloris / lingua fidelis”[xv]); así como la actividad de Natura en Gautier es “formare figuras /… et uariis animas infundere membris” (10, 12-13), el himno en estrofas sáficas de Alano (De planctu Naturae 7, 13-16) afirma que Natura es “quae, Noys puras recolens ideas,/ singulas rerum species monetas, / rem togans forma, clamidemque formae / pollice formans”[xvi]; como ya hemos mencionado, todos los elementos rinden pleitesía a Natura en Alexandreis 10, 16-21 ( “Quo se cunque rapit, cedunt elementa [...] omnia naturam digne venerantur...”), homenaje que ocupa prácticamente toda la prosa 4 del De planctu Naturae (Wetherbee 2013: 56-62) y resume Alano en 7, 17-20: “Cui favet caelum, famulatur aer / quam colit tellus, veneratur unda, / cui, velut mundi dominae, tributum / singula solvunt”[xvii]. Asimismo los elementos la reconocen como “sua artifex”, “su artífice”, como también en la obra de Bernardo Silvestre: “habitaculum anime, corpus, artifex Natura de initiorum materiis et qualitate conponit” (Meg. 4, 14)[xviii].
A partir de la comparación resulta evidente el influjo del De planctu Naturae de Alano de Lille en la construcción de personaje de Naturaleza en Alexandreis.[xix]
4. Natura en el Libro de Alexandre y su relación con Alexandreis.
La presentación de Natura que ofrece la primera sección del libro 10 de Alexandreis ocupa las estrofas 2324-2333 del Libro de Alexandre[xx]
Quiero dexar el rëy en las naves folgar:
Quiero de su sobervia un poquiello fablar;
Quiérovos la materia un poquiello dexar,
Pero será en cabo todo a un lugar.
La Natura que cría todas las crïaturas,
las que son paladinas e las que son escuras,
tovo que Alexandre dixo palabras duras,
que querié conquerir las secretas naturas.
Tovo la rica dueña que era sobjudgada,
Qu e’le querié él toller la lëy condonada;
¡de su poder non fuera nunca desheredada,
sinon que Alexandre la avié aontada!
En la cosas secretas quiso él entender,
que nunca omne vivo la pudo saber.-
Quísolas Alexandre por fuera coñoçer:
¡nunca mayor sobervia comidió Luçifer!
Aviéle Dïos dado los regnos en so poder:
non se le podié fuerça ninguna defender,
Querié saber los mares, los Infiernos veer,
lo que non podié omne nunca acabeçer.
Pesó al Crïador que crïó la Natura:
ovo de Alexandre saña e grant rencura.
Dixo: “¡Este lunático que non cata mesura
Yo’l tornaré el gozo todo en amargura!
Él sopo la sobervia de los peçes judgar:
la que en sí tenié non la sopo asmar.
¡Omne que tantos sabe judizios delivrar,
por qual juïcio dio, por tal deve pasar!”
Quando vio la Natura que al Señor pesava,
ovo grant alegría, maguer triste andava.
Movióse de las nuves, de do siempre morava,
por mostrar su rencura, quál quebranto tomava.
Bien veyé que por omne nunca serié vengada,
ca moros e judíos temíen la su espada.
Asmó que’l echasen- una mala çelada,
buscar cómo le diessen colaçión enconada.
Pospuso sus lavores, las que solién usar;
†por nuevas crïaturas las almas guerrear,†
desçendió al Infierno su pleito recabdar,
pora‘l rey Alexandre mala carrera dar.
En la versión romance, el traductor, o mejor, adaptador omite los primeros cinco versos del libro 10 de Alexandreis que contienen referencia al Céfiro y a la armada griega. En su lugar incorpora una copla que sirve de introducción para el tema de la soberbia de Alejandro y su castigo divino: “Quiero dexar el rëy / en las naves folgar: / quiero de su soberbia / un poquiello fablar…” (2324 a-b).
En líneas generales, las coplas 2325 a 2331b (“La Natura, que cría todas las crïaturas… ovo grant alegría, maguer triste andava”) sugieren una amplificatio de Alexandreis 10, 6-10 (Interea memori recolens Natura dolore / Principis obprobrium mundo commune sibique, / Qui nimis angustum terrarum dixerat orbem / Archanasque sui partes aperire parabat gentibus armatis…).
La primera copla de la sección (2325) nos presenta a Natura. La proposición adjetitva que acompaña (“que cría todas las crïaturas, / las que son paladinas e las que son escuras”) son un agregado a la manera de epíteto épico con el que el anónimo castellano destaca el poder creador de la Naturaleza[xxi] y, asimismo, la referencia a las criaturas “escuras” le permite articular los dos primeros versos de la estrofa con los dos siguientes, en los que se hace referencia a la intención de Alejandro de “conquerir las secretas naturas” (2315d), verso que se corresponde con Alexandreis 10, 10 (arcanasque sui partes aperire parabat). La estrofa 2326 se relaciona mediante un comienzo anafórico con 2325c-d y desarrolla el sentimiento de afrenta de Natura[xxii]:
tovo que Alexandre dixo palabras duras,
que querié conquerir las secretas naturas. (2325 c-d)
Tovo la rica dueña que era sobjudgada,
Qu e’le querié él toller la lëy condonada;
¡de su poder non fuera nunca desheredada,
sinon que Alexandre la avié aontada!
(2326)
Las estrofas 2327-2328, a su vez, retoman y amplifican el deseo de conocer las “secretas naturas” de 2325d y especifica en qué consiste la soberbia de Alejandro:
En la cosas secretas quiso él entender,
que nunca omne vivo la pudo saber.-
Quísolas Alexandre por fuera coñoçer:
¡nunca mayor sobervia comidió Luçifer!
Aviéle Dïos dado los regnos en so poder:
non se le podié fuerça ninguna defender,
Querié saber los mares, los Infiernos veer,
lo que non podié omne nunca acabeçer.
(2327-2328)
La referencia a Dios del verso 2328a sirve de nexo con las dos estrofas siguientes (2329-2330), en las que el autor castellano realiza una de las amplificaciones más innovadoras del pasaje: la intervención de Dios como Creador, a quien está subordinada Naturaleza, que mediante un discurso directo censura y condena la soberbia de Alejandro:
Pesó al Crïador que crïó la Natura:
ovo de Alexandre saña e grant rencura.
Dixo: “¡Este lunático que non cata mesura
Yo’l tornaré el gozo todo en amargura!
Él sopo la sobervia de los peçes judgar:
la que en sí tenié non la sopo asmar.
¡Omne que tantos sabe judizios delivrar,
por qual juïcio dio, por tal deve pasar!” (2329-2330)
Como bien afirma Pejenaute Rubio (1995: 455) “esta primera parte del libro 10, que se cuenta la bajada de Naturaleza a los Infiernos […] ha sido sometida por el autor del Libro a un profundo proceso de cristianización, comenzando por el hecho – importantísimo – de que la decisión de eliminar a Alejandro parte en el poema español no de la Naturaleza sino del propio Dios: “Pesó al Crïador que crió la Natura, / ovo de Alexandre saña e grant rencura, / dixo: ‘este lunático que no cata mesura, / yol tornaré el gozo todo en amargura’”. La estrofa 2330 explaya el motivo de la cólera divina: la soberbia del rey puesta de manifiesto en el juicio con el que cierra la expedición submarina (c. 2327-2320).
García López (2000: 800) observa que “si enfrentamos los versos 2325a (“La natura que cría todas la creaturas”) y 2329a (“Peso al Criador que crió la Natura”) parece que se nos revela la estructura intelectual que soporta la biografía alejandrina en cuartetas monorrimas. Nuestro autor tiene una visión del mundo donde el Criador, desde el vértice de la pirámide ontológica, delega en la Natura la obra d ela Creación”. Como señala el mismo autor más adelante, dicha estructura ontológica no es ajena a la concepción de Natura subyacente en Gautier de Châtillon, ya que para los autores del siglo XII y, de modo particular, para Alano de Lille, es “Dei auctoris vicaria”( “vicaria del Dios creador”). Con esta amplificación, el autor del Alexandre hace explícita la relación de Naturaleza con Dios y mediante dicha operación supedita la intervención de la misma a los planes divinos.
La subordinación de Naturaleza a la voluntad de Dios queda de manifiesto en 2331a-b: “Quando vio la Natura que al Señor pesava, / ovo grant alegría, maguer triste andava”. En la segunda parte de la estrofa retoma la fuente latina (10, 14: “turbida... uelataque nubis amictu”): “Movióse de las nuves, de do siempre morava, / por mostrar su rencura, quál quebranto tomava” (2331c-d). Sigue una amplificación en la que el autor nos presenta a Naturaleza reflexionando sobre el castigo que infligiría a Alejandro:
Bien veyé que por omne nunca serié vengada,
ca moros e judíos temíen la su espada.
Asmó que’l echasen- una mala çelada,
buscar cómo le diessen colaçión enconada.
(2332)
A continuación, vuelve al modelo latino aunque reordenando el material: la primera parte de la estrofa, en la que hace uso de la abbreviatio, (Pospuso sus lavores, las que solién usar; / †por nuevas crïaturas las almas guerrear,† vv. 2333a-b)[xxiii] está inspirada en Alexandreis 10, 12-14: “intermittit opus et quas formare figuras / ceperat, et uariis animas infundere membris / Turbida deseruit...”[xxiv] La segunda parte de la estrofa (desçendió al Infierno su pleito recabdar, / pora‘l rey Alexandre mala carrera dar 2333c-d) traduce, con amplificación, 10, 15: “Ad Stigia tendit iter...” Sigue a continuación la descripción del infierno, en la que la fuente principal es Alexandreis (10, 31-74 y 109-120), aunque adaptando y amplificando de manera notable[xxv]. La referencia a la visita de Natura al Infierno es retomada en la estrofa 2424:
Tant’ avemos, señores, la razón alongada,
dexamos la Natura sola, desamparada;
mas tornemos en ella, fagámosla pagada,
contendamos con ella fasta ont sea tornada.
Volviendo a la estrofa 2333a-b es de notar que el autor del Libro en su simplificación (“Pospuso sus lavores, las que solién usar”) suprime la referencia a la labor cosmogónica de Natura (“et quas formare figuras / ceperat, et uariis animas infundere membris / Turbida deseruit...”) y omite por entero la extensa secuencia en la que se describe su descenso y el homenaje de la creación (Alexandreis 10, 16-30).
Volviendo a la estrofa 2333a-b es de notar que el autor del Libro en su simplificación (“Pospuso sus lavores, las que solién usar”) suprime la referencia a la labor cosmogónica de Natura (“et quas formare figuras / ceperat, et uariis animas infundere membris / Turbida deseruit...”) y omite por entero la extensa secuencia en la que se describe su descenso y el homenaje de la creación (Alexandreis 10, 16-30).
Junto con la incorporación de Dios en las estrofas 2329-2330, esta es la segunda innovación más importante en el Libro de Alexandre en lo que respecta a la reelaboración de la imagen de Natura, ya que los vv. 16 a 30 de la Alexandreis transmiten un auténtica “teofanía” de Natura, en la que, en su descenso hacia los Infiernos, los elementos y las criaturas le rinden homenaje, la veneran y le ruegan “ut sata multiplicet, fetusque, et semina rerum / augeat, infuso, mistoque humore calori”. Natura no sólo agradece sino que les ordena “servare statutas... / et in nullo naturae excedere metas” y les confiesa su intención de “hechar por tierra la cabeza de Alejandro”, “nobis commune flagellum”. La omisión de estos versos en romanceamiento reducen en gran medida la grandeza cósmica de Natura.
En opinión de García López, la diferencia entre los dos episodios, que comparten una misma raíz, se basa en la voluntad, por parte de autor del Alexandre, de obviar “los asomos de emanacionismo neoplatónico, y aun podríamos decir de panteísmo, del texto de Gautier, para introducir al Dios cristiano cuyo juicio expresado en términos inequívocos pone en marcha la alianza universal contra el monarca macedonio” (García López 2000: 804-805). Sin embargo, según el mismo autor, “el que Natura conserve un espacio en el poema romance nos asegura de la filiación intelectual propuesta por nuestro anónimo: de no ser así, hubiera prescindido de tan problemático personaje” (García López 2000: 805). Este hecho sumado al manejo solvente de “categorías primordiales” de la Escuela de Chartres, conducen al crítico a inscribir al autor del Alexandre en la tradición de dicha escuela. Por el contrario, Materni (2012: 227-118), si bien reconoce en el texto castellano “rintracciabili formule e immagini di ascendenza chartrense”, no las atribuye a un influjo directo de una escuela en particular[xxvi], antes bien, las considera expresiones comunes el ambiente escolástico-literario.
5. Conclusión
El tratamiento del personaje de Natura que nos ofrece el Libro de Alexandre en relación con su modelo latino sugiere varias explicaciones. En primer lugar, nos parecen oportunas las observaciones de García López en cuanto al manejo y la precisión de los conceptos y categorías procedentes de la escuela de Chartres, atendiendo a la salvedad de Materni de que dichas categorías serían comunes en el entorno escolástico. Refuerza esta idea el hecho de que la obra Alano de Lille era conocida ya en el siglo XIII como lo demuestran las referencias de autores como Diego García de Campos (Alonso 1943; Hernando Pérez 1992: 230-249), los manuscritos conservados en la Catedral de Toledo y los registros de las bibliotecas episcopales[xxvii].
Asimismo la opacada presentación de Natura en el Libro de Alexandre respecto de su modelo latino podría obedecer también a un cambio en la concepción de la naturaleza procedente de las nuevas corrientes filosóficas que irrumpen desde el siglo XII como consecuencia de la intensa actividad traductora que tuvo su foco de producción en la Península Ibérica y que permitió la ampliación del horizonte cultural con el ingreso de la filosofía árabo-musulmana en Europa y la conformación del corpus del Aristoteles latinus. El ingreso del aristotelismo implicó una importante renovación de la Filosofía Natural con el renacimiento de una noción teleológica de naturaleza, frente a las concepciones de raíz neoplatónica sostenidas por la Escuela de Chartres[xxviii].
Con todo, sin negar la pluralidad de lecturas que posibilita el Libro de Alexandre[xxix], el carácter eminentemente didáctico-moralizante de la obra es a nuestro parecer la principal causa del “recorte” y reelaboración de la imagen de Natura. Atendiendo tanto a los lectores letrados como a un público conformado por cortesanos y clérigos de escasa formación, el autor del Libro prefirió eliminar los elementos que pudieran suponer confusiones o entraran en conflicto con la ortodoxia religiosa, para lo cual incorporó o, mejor, hizo explicito el sustrato cristiano del poema[xxx]. De esta manera, reemplazó una figura de Natura muy elaborada poéticamente por Gautier, pero que en su autonomía podía prestarse a confusión, por una Natura subordinada a Dios, despojada de los atributos cosmológicos del modelo latino, pero atenta a aplicar el castigo divino a la soberbia de Alejandro.
La adaptación del personaje de Natura pone de manifiesto la extraordinaria originalidad del Libro de Alexandre, originalidad capaz de lograr una admirable síntesis de los dos “Renacimientos” del siglo XII: el autor anónimo, movido por un afán didáctico-moralizador, conjuga el concepto de Naturaleza, la poesía y el amor por el mundo antiguo del primer renacimiento, latino, con las innovaciones filosóficas y, sobre todo, la práctica de traducción y apropiación cultural que caracterizaron al segundo renacimiento.