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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.49 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2023

http://dx.doi.org/10.36446/rlf2023385 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

María Luis Femenías, Simone de Beauvoir ¿Madre del feminismo?, Buenos Aires, Lea, 2021, 283 pp.

MARIANA FERNÁNDEZ TALAVERA1 

1 UBA

El libro Simone de Beauvoir ¿Madre del feminismo? es un estudio del trabajo de Beauvoir y la constitución de su genealogía y de sus herederas.

María Luisa Femenías se propone pensar cuál es la actualidad de los aportes beauvorianos a los feminismos de los siglos XX y XXI centrándose especialmente en El segundo sexo (1949). Femenías se pregunta si asistimos al regreso funerario de Beauvoir y responde que no. Entonces ¿cuál es la actualidad de leerla? Eso es lo que este libro explora a través de diez capítulos, en los cuales se especifican cuestiones conceptuales que son relevantes para la comprensión de la filosofía beauvoriana en sí misma.

En el primer capítulo del libro Femenías se pregunta por la posibilidad de Beauvoir de dar lugar a una genealogía feminista y para ello toma la noción de “ceremonia de adopción” de Celia Amorós. Esta idea hace referencia al modo en el cual un filósofo o filósofa se ubica genealógicamente respecto de la tradición y en este gesto legitima su propio trabajo. Para la autora, Beauvoir se inserta en la tradición ilustrada y rescata de este pensamiento la cuestión de la igualdad. No obstante, critica el carácter abstracto del ser humano e incorpora en su análisis las dimensiones sexuadas y situadas del mismo. En el segundo capítulo Femenías analiza las particularidades del ensayo como género literario-filosófico y la elección del mismo por parte de Beauvoir.

Señala que en esta elección hay un deseo de ubicarse en la línea de la Ilustración. Femenías recupera el problema de cómo la mujer fue eliminada de la narrativa de la Revolución Francesa, lo que forma parte de la situación de la mujer que la propia Beauvoir analiza en su libro. Luego de explorar las características del ensayo como género, Femenías señala que el trabajo de El segundo sexo no cumple con muchas de ellas. Así aparece la dimensión de ambigüedad que será también relevante a lo largo del libro para abordar la filosofía beauvoriana.

En el tercer capítulo la autora analiza los problemas de la traducción de la obra de Beauvoir en la Argentina y a la vez la importancia de estas traducciones para la circulación de la obra en el mundo de habla hispana. Pone el foco en el rol que tuvo Victoria Ocampo para la traducción de muchos de sus escritos, ya que en Argentina para fines de 1940 se habían comenzado a traducir y publicar textos de Beauvoir en Sur y la primera traducción de El segundo sexo salió en 1954. Estas lecturas no solo influyeron en la interpretación de la obra beauvoriana del momento sino también en las que han hecho en la actualidad los estudios LGTTBIQ+ y queer.

En el cuarto capítulo Femenías revisa algunos conceptos de la filosofía existencialista, el método beauvoriano y los aportes de la filosofía hegeliana para describir la situación de las mujeres: una situación de opresión. Beauvoir se sirve del método progresivo-regresivo que le permite remitirse al pasado para pensar la situación de las mujeres como algo construido en determinado momento y no como parte de un hecho natural, lo que abre la posibilidad de revertirlo. Se sirve asimismo de la dialéctica del amo y el esclavo hegeliana para pensar la construcción del hombre como sujeto y la heterodesignación de la mujer como “la Otra”. Así la mujer queda cosificada y ubicada en el plano de la inmanencia mientras que el hombre queda en el de la trascendencia. La noción de cosificación y de inmanencia que corresponden a las mujeres en la obra beauvoriana tienen también mucho que ver con el modo en el cual se construyen los cuerpos y esto es lo que Femenías analiza en el capítulo cinco. Para Beauvoir el cuerpo es nuestro instrumento de captación del mundo. Rescata la dimensión sexuada de los cuerpos tal como lo hace Merleau-Ponty así como la importancia de la dimensión histórica del ser. En línea con el trabajo del capítulo cuatro, vemos que para Beauvoir la jerarquización de lo masculino por sobre lo femenino no tiene que ver con lo natural sino con lo social. Es importante destacar los aportes de Beauvoir para pensar el cuerpo femenino como un cuerpo sexuado y en situación. Esto también está en diálogo con lo que se expone en el capítulo seis en que el Femenías aborda los textos éticos de Beauvoir que son previos a El segundo sexo . Aquí se detiene en la noción de ambigüedad que permite pensar en aquello que no tiene un sentido único y que Beauvoir pone de manifiesto principalmente en sus obras literarias. Femenías se refiere aquí a la teoría moral beauvoriana que trabaja en los libros ¿Para qué la acción? y Para una moral de la ambigüedad que presentan temas en común: el sentido y los fines de la existencia humana y la relación con los otros. Para Femenías es importante referirse aquí a la libertad como fundamento y fin último de la acción.

Una libertad que es concreta y en la que se contempla al otro. Por ello es clave pensar la teoría moral beauvoriana en términos de responsabilidad. En el capítulo siete Femenías se pregunta por muchas contemporáneas a las que Beauvoir no cita pero que también se encuentran investigando la situación de las mujeres. Puntualmente se detiene en el trabajo de Simone Weil y analiza las nociones de “trabajo” en ambas autoras. Femenías plantea diferencias y similitudes entre ambas autoras.

Por un lado, señala que Weil en su análisis habla de la opresión que sufren y no hace una distinción en la situación particular de la mujer. En cambio, en Beauvoir, sí hay una puntualización en la situación femenina, sus limitaciones y exclusiones que no son las mismas que las de los hombres. Esto le permite a Beauvoir realizar una crítica a ciertos presupuestos marxistas y señalar el hecho de que la liberación de los trabajadores no implica la liberación de las mujeres. Aunque sí señala como continuidad entre ambas la idea de que el ser humano se realiza en el trabajo.

En el capítulo ocho Femenías también se dedica a profundizar en las diferencias conceptuales entre Sartre y Beauvoir rescatando la originalidad de la propia Beauvoir. Encontramos en Sartre un existencialismo con una línea más gnoseológica y ontológica mientras que el de Beauvoir es un existencialismo moral cuya idea central es la libertad en situación. Beauvoir también planeta una noción de sujeto diferente a la sartreana que tiene que ver con un sujeto que se plantea como proyecto de sí. Esta característica no solamente le permite construirse lanzándose al futuro sino también modificar el mundo, abrir lo posible. En los últimos capítulos, el nueve y el diez, ya nos encontramos con una lectura que se dedica a pensar puntualmente la pregunta que da título al libro. En el capítulo nueve Femenías trabaja sobre la noción de parricidio y en la idea de que esta noción lo que hace es fundar un orden en la sociedad. Sin embargo, no sucede lo mismo con la noción de matricidio: las mujeres al morir no dejamos “genealogía”. Pero este no es el caso de Beauvoir quien sí ha dejado una genealogía al morir y Femenías se dispone a analizar tanto a las hijas legítimas como a las hijas rebeldes. Dentro del primer grupo están las feministas que surgen en 1970 como Kate Millet y Shulamit Firestone y en la década de 1980 Adrianne Rich. También encontramos mencionada la línea de “hijas” francesas y en este grupo a la línea de las feministas materialistas dentro de la cual Femenías encuentra tres líneas: la representada por Chistine Delphy que analiza el modo de producción doméstico, la segunda representada por Colette Guillaumin que hace referencia al “sexaje” y por último la representada por Monique Wittig vinculada al giro lingüístico. Las hijas rebeldes se encuentran agrupadas en esta línea, que Femenías trabaja en el capítulo diez. La autora menciona a Luce Irigaray, a la propia Wittig y se detiene especialmente en las críticas que le hace Judith Butler a Beauvoir. Butler señala que en Beauvoir no hay un reconocimiento del carácter performativo del género, de modo tal que el proceso de “llegar a ser” el género es un proceso de adaptación.

El libro propone un camino conceptual que permite en los últimos capítulos retomar la pregunta del título y evaluar qué aspectos del trabajo beauvoriano son actualizables. A la pregunta por si Simone de Beauvoir es la madre del feminismo, Femenías responde que sí, al proponer como cierre del libro una cita de Ana de Miguel en la que afirma que Beauvoir es “la madre intelectual del feminismo”. Lo interesante más allá del término es pensar en el legado beauvoriano hacia el feminismo que es lo que Femenías explora en su libro y que tiene que ver con la posibilidad de abrir más espacios de autoconciencia y libertad.

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