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Cuadernos del CILHA

versión On-line ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.23 no.1 Mendoza jun. 2022  Epub 23-Ago-2022

 

Ficciones

Fiesta palabrista

Word party

Dina Grijalva1 

1Universidad Autónoma de Sinaloa. México. dina_grijalva@hotmail.com

“Una lengua está viva si río en ella”. Carmen Jodra Davó.

I.

En los textos breves que son nombrados con múltiples palabras: minificción, microrrelato, minicuento, microcuento, semicuento, minitexto, microficción, brevicuento, cuento breve, cuento brevísimo, cuento corto, cuento cortísimo, cuento escuálido, cuento diminuto, cuento en miniatura, cuento instantáneo, cuento más corto, cuentines, cuentemas, relato corto, varia invención, cuento rápido, ficción rápida, ficción súbita, relato microscópico, rompenormas, texto ultrabrevísimo, ultracorto, ultracuento, cuentos pigmeos, liliputienses, arte conciso, cuentículos, textículos, entre otros muchos nombres , encontramos la más extensa diversidad de temas y de tonos. Dolores Koch, una de las pioneras en el estudio de la minificción, señaló la importancia del juego en los textos breves y cómo en ellos: “su autor se vale de variados recursos narrativos, y sorprende al lector con un despliegue de ideas, de palabras o un punto de vista insospechado” (2000). En esta misma línea de estudio, Francisca Noguerol Jiménez señala con lucidez: “las mejores prosas breves han sido escritas sub specie ludi y se muestran interesadas por explorar las múltiples posibilidades del lenguaje” (2009, p. 13).

La minificción tiene hoy un auge insólito expresado en el surgimiento de revistas exclusivas y de colecciones de libros a ella dedicadas. Constituye una escritura donde la concisión y el cuidado extremo del lenguaje crean y proyectan una eclosión de resonancias que se expanden en el proceso de lectura; por ello, los teóricos señalan entre sus características su gran capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Hace gala de diversos recursos literarios -como la connotación, la ambigüedad y la ironía- que apuntan a que lo que parece ser no sea, el lector no puede precisar muchas veces con seguridad si es o no es. Sandra Bianchi señala en “Poéticas del resplandor”, prólogo a Cielo de relámpagos. Antología de microficciones y otras instantáneas literarias de autores latinoamericanos: “leer microficción es inaugurar un evento comunicativo complejo. Si toda literatura celebra la tensión entre lo dicho y lo omitido, puede decirse que las producciones breves construyen sus blancos de significado y sostienen al lector en un estado de alerta y vacilación que no siempre se clausura en la última línea del texto” (2008, p. 12).

Lauro Zavala -uno de los más destacados estudiosos de la minificción en México- afirma que estos textos breves representan una nueva forma de aproximarse a la literatura. Dice también que este género conciso, antisolemne, irónico y lúdico vive su hora de esplendor en nuestra literatura y ha expresado también que este género de lo breve ha provocado la primera teoría literaria surgida en español: Es una maquinaria que produce un universo de enorme tensión textual, siempre a punto de estallar en imágenes, ideas y resonancias […] Y lo que puede ser aún más interesante es que la reflexión que se deriva de esta escritura está generando la primera teoría literaria producida en lengua española (2011, p. 10).

El también estudioso, creador y editor de minificción, el argentino Raúl Brasca, ha escrito que este género “se caracteriza por tener un silencio ocluido que no es ausencia, es un silencio que significa, las palabras escritas, lo explícito está dicho y calculado para cargar de significado el silencio” (Sandoval, 2016). Por ello, si toda obra literaria requiere de la participación activa del lector, en el caso de la minificción esta participación deviene esencial y representa siempre una ocasión para poner en juego su cultura e imaginación.

En esta forma escritural, como en otros géneros literarios, la variedad de temas y registros lingüísticos es tan diversa como diversos son los sentimientos, emociones y vivencias humanas. Podríamos parafrasear la célebre frase de Terencio y decir que a la minificción nada de lo humano le es ajeno. Hay minicuentos en los que leemos historias de la cotidianidad, o de terror, en algunas leemos la recreación de sucesos históricos, o versiones de personajes emblemáticos y de héroes mitológicos. Asistimos también al resurgimiento y transformación de la fábula y el bestiario; lo fantástico está presente en otro buen número de estos textos breves. Lo mismo podríamos decir de la ficción científica. El amor, el desencuentro amoroso, la infidelidad, los viajes, la muerte, los recuerdos de infancia, los oficios, son temas centrales en algunos minicuentos.

La minificción puede escribirse en toda la variedad de registros que pueden ser creados en español: desde un tono semejante al de la ciencia, al del ensayo, al del tratado, al del diccionario hasta utilizando un lenguaje poético, las modalidades de la lengua son tan diversas como los temas mismos de las minificciones. Y, las brevedades textuales son también, en múltiples ocasiones, el escenario ideal para los juegos de palabras.

II.

Aquí leeremos un conjunto de minificciones en donde las autoras y autores realizan diversos juegos de palabras, poniendo en la escena de la página la enorme riqueza que puede ser extraída del español.

Recordemos que en nuestra lengua, la de Sor Juana, la creación de artificios lingüísticos tuvo una época de esplendor durante el siglo de oro de nuestra literatura. Como señala con acierto la investigadora Blanca Estela Ruiz: “Aunque los juegos verbales han estado presentes en la literatura universal de todos los tiempos fue durante el periodo barroco que estos juegos lingüísticos tuvieron una gran acogida. La tendencia artística se dirigía entonces hacia los artificios, la exuberancia y la complejidad de las formas en donde el ingenio y la agudeza reclamaban sus derechos” (2007).

Y transcurrieron después dos centurias durante las cuales este gusto por la escritura de textos en donde las palabras crean figuras divertidas pareció extinguirse. Es en los últimos años del siglo XIX cuando reaparece con chispeante alegría esta práctica jugueteril. Y durante todo el siglo XX y hasta nuestros días, algunas escritoras y algunos escritores -y también anónimos jugadores que practican con pasión, en ocasiones con centelleantes frases, malabares lingüísticos- han actualizado y recreado con ingenio algunos de los recursos retóricos más divertidos y han creado nuevos. Los juegos de palabras están presentes en todos los géneros literarios: en la poesía, en la minificción, en el cuento, en la novela. Las minificciones, por la presencia de lo lúdico y lo antisolemne en muchas de ellas, son un género literario particularmente propicio para quienes lo cultivan. Y, por su característica intrínseca de brevedad, es un género con el que el divertimento puede ser todo el texto, a diferencia de la novela.

Algunas minificciones llevan al límite las posibilidades lúdicas de nuestra lengua, reinventándola a partir de la recombinación de palabras, de la mezcla, del choque, de la condensación y del encuentro sorpresivo de dos signos que nunca se habían encontrado. También nos sorprenden palabras nuevas, recién nacidas, surgidas del ingenio de quien al jugar siente el impulso de crearlas y que al leerlas nos envuelven en un hechizo, en la alegría que despierta lo recién descubierto, tal es el caso de “Luz de teatro”, del connotado escritor mexicano Agustín Monsreal, minificción incluida en la selección que comparto aquí.

Algunas veces estas creaciones y recreaciones lingüísticas son el feliz fruto de una propuesta estética que responde a una búsqueda por desentrañar sentidos ocultos en la lengua y otras son el alegre fruto del mero placer del juego. En cualquier caso, son resplandecientes muestras de ingenio y de la capacidad de juguetizar las estructuras lógicas de la lengua, liberando a las palabras de su mera función utilitaria y permitiéndoles danzar y crear en su danzar nuevas figuras que sorprenden y nos invitan a jugar y crear nuevas frases lúdicas. Tal es el caso de “Secreto”, de Sandra Bianchi.

Así, los juegos de palabras se mueven en dos vertientes: en algunas ocasiones las frases que juegan con las palabras incluyen un sentido profundo, como sucede en “Secretos”, de Azucena Franco, en “Corruptos”, de Beatriz Aldaco, ambas minificcionistas mexicanas y en “Juegos venezolanos del siglo XXI”, de Violeta Rojo, brillante teórica de la minificción y también autora de brevedades textuales. Las tres minificciones de Franco, Aldaco y Rojo nos develan, con ingeniosos juegos de palabras, la corrupción y otros flagelos que se sufren en Latinoamérica.

Hay también minificciones en las que es el mero placer del juego el que nos seduce y maravilla; en los dos casos siempre apasiona ver cómo el lenguaje puede referirse a sí mismo. Lo que nos dice Jezreel Salazar sobre ese deslumbrante juego que es el palíndromo, lo podemos ver también en otros juegos: “El palíndromo nos seduce porque de algún modo nos saca del tiempo real y del mundo cotidiano, tal es la virtud del juego: cambia, al menos por un instante, las reglas del mundo. Y en ese sentido, la actividad lúdica tiene una función restauradora; nos transfigura. Octavio Paz, al hablar de los métodos para llegar al éxtasis, es decir, para salir de uno mismo, se refería al amor, a la fiesta, al sexo, a las drogas, al sueño y a la poesía. En todos ellos el juego aparece” (2010, p. 9).

Hay minificciones en donde la figura del palíndromo es parte del juego verbal de su estructura, tal es el caso de “Perico”, del mexicano Enrique Paredes Chi y de la minificción de la joven escritora mexicana Karla Barajas: “La sal”, que forman parte de nuestra selección.

Junto con los diversos juegos de palabras que leeremos aquí, encontraremos también, como parte de las estrategias discursivas presentes en las brevedades textuales, la importancia que tiene en estas minificciones lo omitido. Aquí lo elusivo se engarza con lo alusivo, que es tan propio de la escritura de microficción. En muchas minificciones lo silenciado es tan (o más) relevante como lo dicho, los silencios cobran enorme importancia; es decir, el lector dota a esos silencios de una intensidad que tal vez no se hubiera logrado de otra manera. Así, lo elidido será lo que permita el efecto buscado por el autor. Encontraremos entonces la figura retórica de la elipsis en diversas manifestaciones.

Como sabemos, otra característica esencial de la minifición es la necesidad de contar con un lector activo, en las minificciones seleccionadas este será un rasgo primordial: el lector deberá llenar los silencios, desarrollar las sugerencias e imaginar lo aludido o esbozado.

Algunas de las minificciones de esta selección son versiones o continuaciones de textos literarios célebres, tal es el caso de “La sal”, de Barajas, quien recreó el texto lúdico de uno de los autores que más supo jugar al escribir: me refiero al “Discurso del oso”, que Julio Cortázar incluyó en Historias de Cronopios y de famas. En el mismo texto de Barajas, leemos otra manera de homenajear al autor de Rayuela: si el oso del discurso del texto de Cortázar era uno solo, Karla Barajas le ha dado otro oso como compañero, y ambos personajes dialogan en palíndromos, que es una de las figuras retóricas y lúdicas favoritas de Cortázar.

El diálogo transtextual en todas sus modalidades está también presente en otras de las minificciones seleccionadas, como la microficción de Gloria Ramírez, que nos remite a una canción muy popular en México: “La chilanga banda”, de Jaime López y popularizada por el grupo musical Café Tacuba. Tanto en el texto de la canción como en la minificción de Gloria Ramírez, encontramos un juego que emplea un registro lingüístico coloquial con una proliferación del sonido de la “ch”. También observamos un diálogo intertextual, en este caso con un popular trabalenguas, y en donde también se crea un juego con palabras que incluyen el dígrafo “ch”, en “No crean todo lo que oyen”, de la autora argentina Caro Fernández.

Otros recursos que encontraremos serán la paradoja, el humor, la ironía, los finales ingeniosos y sorpresivos. La recurrencia de imágenes sensoriales está presente también en varios de los textos seleccionados. Leeremos, asimismo, los más diversos juegos de palabras: las minificciones “Abecedario versión Beta 0.0”, de Héctor Ugalde Corral y “Divorcio”, de Patricia Nasello, juegan a empezar abecegramas; “Convocatoria con C”, del escritor argentino Ricardo Bugarín y de “Secretos”, de Azucena Franco son tautogramas perfectos; “Vecinos insoportables”, de Victoria García Jolly incluye también un divertido tautograma, aunque en su caso, no toda la minificción está en esa clave. Encontramos también otras repeticiones lingüísticas lúdicas que propician una textualidad altamente connotativa, como en “Ceguera degenerativa”, de la escritora y académica Laura Elisa Vizcaíno, en donde el divertimento es creado a partir de juegos con palabras parónimas.

He incluido también, en esta selección, minificciones en donde se recurre a la repetición de sonidos, que crean una aliteración lúdica, tal es el caso del hiperbreve “Vampírica”, de Adriana Azucena Rodríguez, minificcionista mexicana que juega con palabras que incluyen la sílaba “gra”: granada, granate, desgrana, desangra y filigrana, el efecto de aliteración lo consigue gracias a la inclusión de esas cinco palabras, en un mini texto de tan solo 18 palabras, 12, si no contamos las palabras monosílabas.

Leeremos a minificcionistas que recurren a un registro de lenguaje coloquial: “Edicto”, de Amelie Olaiz; un tono coloquial, esta vez en clave de parodia de un refrán popular, que es también el título de una canción mexicana, encontramos la minificción que, bajo el título de “Sentencia”, escribió Armando Alanís; por su parte, Homero Carvalho Oliva nos regala una brevedad en donde el juego se crea a partir de palabras que empiezan con cada una de las vocales, el título es precisamente “Las Vocales”; Juan Manuel Montes crea una serie de textos con 14 sílabas, bajo el título de “Microrrelatos alejandrinos”; Laura Nicastro nos presenta un texto en donde juega imaginando una relación entre el ejercicio de caminar de un atleta y la rotación de nuestro planeta, titula su texto “Rotación”; Leonardo Dolengewich, joven autor argentino, recurre a un ingenioso juego entre la tal vez más popular bebida argentina y el ajedrez, en una magistral minificción titulada “Jaque mate”; Maritza Iriarte crea un divertimento lingüístico con el nombre propio Débora y el verbo en tercera persona del pasado de indicativo: devoró.

En esta misma línea de juegos de palabras diversos, leeremos en esta selección una minificción de Martín Gardella, en donde parte del juego está entre el título: “La historia de amor más corta y triste del mundo” y el texto de tan sólo 3 palabras, dos de ellas monosílabas; por su parte, el texto de Mónica Cazón, “Diversidades exquisitas”, es un divertimento creado a partir de definiciones del diccionario, que evoca los “juegos en el cementerio”, de Rayuela.

Hay autoras y autores que crean minificciones en donde los juegos de palabras no forzosamente entran en las figuras retóricas o juegos de palabras que ya forman parte del canon literario; ellas y ellos despliegan su capacidad con juegos inclasificables; pero no menos brillantes, tal es el caso de las minificciones de la magistral autora argentina Luisa Valenzuela incluidas en la selección, reunidas en “Juegan las palabras”, o de la minificción del escritor cubano Saturnino Rodríguez quien, en “Música denegada”, crea un ingenioso juego de palabras a partir de las notas musicales. La autora chilena Pía Barros, en “Derechos de autor”, plantea un juego metatextual en clave de literatura negra. Por su parte, el argentino Piero de Vicari, en “La lectura como trampa” nos presenta una minificción en donde quien lee se siente perturbadoramente interpelado.

Creo que ha llegado el momento de asomarnos al mundo lúdico donde las palabras juegan y nos invitan a jugar con ellas.

Comparto con alegría estas brevedades textuales que ponen la palabra en juego, que hacen de las palabras el corazón lúdico de la minificción. Leeremos aquí minificciones escritas por autoras y autores del mundo hispanoparlante que apuestan por el juego palabrero, por ganar con la felicidad palabrera, creando vocablos nuevos, haciendo malabares con las palabras, poniéndolas a jugar, a correr, a brincar, danzar, botar, rebotar, reír.

En la selección de minificciones lúdicas que realicé, me propuse integrar, en la medida de lo posible, la mayor diversidad de temas, de recursos retóricos lúdicos y de países representados. Leeremos autoras y autores de Argentina, de Bolivia, de Cuba, de Chile, de México, de Perú y de Venezuela. Aquí vemos el humor y el juego como una poética en la minificción lúdica. Esta selección es una celebración. En las brevedades textuales que la forman, las palabras refulgen como fuegos de artificio. Te doy la bienvenida a esta fiesta de palabras.

Minificciones

Vampírica

Cuello de granada. Luna de granate. Él desgrana sus días. Y, entre sábanas, ella se desangra: púrpura filigrana.

Adriana Azucena Rodríguez (México).

Luz de teatro

El mago, muy magamente, con inteligencia, inspiración y madura perspicacia, como si ejerciera fenomenal ilusionismo, portentosa prestidigitación, fue desnudando a la muchacha, hermosísima de pe a pa, y pum, la poseyó con indudable talento erótico y escénico. Despuesitamente, aprisitamente, arregañadientesmente, asupesarmente, la tuvo que desposeer pues clap clap clap clap el tiempito de su acto había concluido y el público apreciaba su prolijo y exhaustivo mérito pero ya, quería otra cosa mariposa, lo que sigue, como siempremente pasa.

Agustín Monsreal (México).

No crean todo lo que oyen

El Consejo Nacional de Educación se preocupa por analizar detenidamente los contenidos que serán transmitidos a los niños en edad escolar. En muchas oportunidades debe manipular la realidad con el objetivo de asegurar la formación de individuos íntegros y de claros principios. Así, por ejemplo, la verdad de la historia cuenta que ocho chanchos cachondos comían choripanes enchilados y tomaban chicha en el quincho de la chinchilla. Aunque a nuestros oídos llegó la versión de que tres tristes tigres comían trigo en un trigal en tres trastos. Todo sea por resguardar la decencia ciudadana.

Caro Fernández (Argentina).

Derechos de autor

A Lorena Díaz-Meza

Las letras se despegan del cuaderno donde el autor, con rigurosidad, ha descrito al asesino. Duerme mientras las letras suben la escalera dibujando precisas al hombre robusto con el puñal en la mano y la mirada decidida en busca de la garganta que cercena de un tajo limpio aunque para nada discreto. El personaje limpia el cuchillo y lo guarda en su chaqueta. Después, el malagradecido se marcha a habitar en otra novela.

Pía Barros (Chile).

El edicto

Nunca se supo si fue por Angas o Mangas, aun así el rumor corrió entre Pitos y Flautas hasta que la multitud, convencida, sentenció: Si no es Fulana es Mengana quienes en una muestra de solidaridad abandonaron juntas el pueblo para siempre.

Amelie Olaiz (México).

Convocatoria con C

Como culta comunidad, comemos comida cocida. Como costumbre, cada cual condimenta, controla, cuece con calidad culinaria.

Como corolario, consiguientemente, con cariño, convocamos: ¡Comer codornices!

Ricardo Bugarín (Argentina).

Secreto

(Digan lo que digan, a la sonrisa vertical le atrae la horizontal).

Sandra Bianchi (Argentina).

Música denegada

Do, Re, Mí, Fa, Sol, La, ¡No!

Saturnino Rodríguez (Cuba).

Divorcio

Ella dice de él: Arrogante. Bruto. Carcamán. Chismoso. Delincuente. Escurridizo. Falso. Genuflexo. Hediondo. Impostor. Jactancioso miembro del alicaído Ku Klux Klan. Lunático.

Él es escueto: Mitómana.

Patricia Nasello (Argentina).

La lectura como trampa

Embalsamo cualquier tipo de cosas. Animales y personas, peluches y muñecas inflables, árboles y lombrices, almohadones y sueños, libros y pensamientos, teléfonos inalámbricos y colchones sin cotín. Embalsamo todo: insectos terrestres y estuches de terciopelo, cajas de cartón y paredes inflamables, pelotas de goma y armas de fuego, relojes pulseras y dientes olvidados. Nadie se resiste al encanto de mi oficio. De excelencia es mi trabajo y por la calidad me conocen. Soy el embalsamador más prestigioso del mundo y hoy traspasaré los límites de lo inefable: embalsamaré tus ojos, apenas dejes de leer este texto.

Piero De Vicari (Argentina).

Vecinos insoportables

Con la irritante imprudencia de los gritos que llegaban desde el piso de arriba, no pude dormir: Amanda, mi vecina, descargó toda su ira contra el insensato, indigno, innoble e infeliz de Ignacio, su marido, que le fue infiel y a quien sorprendió in fraganti en su propia cama. De un jalón y en in crecendo no le quedó más que insultarlo con inquina diciéndole ipso facto: ideático, ido, ignaro, ilegal, imberbe, imperito, implume, impostor, imprudente, impúdico, inadaptado, inameno, incasto, incoherente, inconsciente, incordio, incróspido, indeseable, indino, infame, infractor, ingrato, inmoral, inmundo, impostor, insensible, insípido, insignificante, insolente, inútil, idiota, imbécil, menos inocente. Él, impávido, gritó a Amanda: adiós, ¡amargada!

Victoria García Jolly (México).

Rotación

Hoy el atleta que entrena todos los días no asistió a su rutina.

¿Y si con su trote regular diera cuerda a la rotación de la Tierra?

¿Y si se hubiera ido de vacaciones?

¿Y si por su causa el Sol no se pusiera durante una quincena?

La posibilidad de tanta luz genera pánico.

Laura Nicastro (Argentina).

Sentencia

Todo por beber se acaba.

Armando Alanís (México).

Juegos venezolanos del siglo XXI

Un, dos, tres, pollito inglés

Un, cable para aplicar electricidad

Dos, toallas mojadas para dar golpes

Tres, baldes de excrementos para meterles la cabeza

Un, dos, tres, a jugar

Un, tubo de agua para hacer submarino

Dos, cuerdas para colgar por las muñecas

Tres, bolsas con insecticida para asfixiarlos

Un, dos, tres, cigarillo 46

Un, encendedor

Dos, cajas de cigarrillos para apagarlos en la piel

Tres, paquetes de sal para echar en las heridas.

Un, dos, tres, calavín, calavera

Un, bate para golpear

Dos, armas de fuego para empalar y disparar

Tres, violar, desfigurar, matar.

Un, dos, tres, al escondite inglés, sin mover las manos ni los pies

Violeta Rojo (Venezuela).

Corruptos

Son una

Especie

En

Peligro

De

Extensión.

Beatriz Aldaco (México).

Jaque mate

Para preparar esta variante de la infusión típica rioplatense, debemos hacerlo con los ingredientes y las proporciones que detallamos a continuación: por cada quince cucharaditas de yerba mate, una de azúcar para cortar el amargor y media de cianuro para darle el toque final. La temperatura del agua, a gusto del cebador.

Leonardo Dolengiewich (Argentina).

Juegan las palabras

Vení, te invito a jugar.

Estás loca, Lúdica. Yo no me dedico a esas pavadas infantiles, soy una palabra seria, solemne.

¿Por qué? ¿Quién sos?

Duelo

Rimás con Vuelo, con Consuelo, podés juntarte con ellas.

Nada de eso, yo duelo.

¿Y a quién le dolés?

A cualquiera que toco.

Ah, bueno, si es así juguemos a la mancha venenosa.

Vengan, chicas, juguemos a las escondidas. Vamos Verdad, Justicia, Paz, juguemos.

Ok. Somos buenas para escondernos. Pero a esa no la invités.

¿A quién?

A esa.

¿Cuál esa?, no veo a nadie

A ella, a Invisible. ¡Siempre gana!

A mi juego me llamaron. Vení, unite a nosotras

¿Quién te convocó, Epifanía?

Lúdica, nos está invitando a todas las palabras sueltas.

Ni la escuches a Lúdica, se cuela en todas partes. No me deja ser yo.

No digas sonseras, Lúgubre. Ustedes dos son retoños de una misma raíz. Cada cual con su estilo, naturalmente.

Luisa Valenzuela (Argentina).

Las vocales

La A dio la alarma, la E enclenque se levantó de cama y buscó a la I, quien tuvo que infligir una derrota en el juego contra las consonantes para que la sigan y las tres vocales juntas fueron tras la O, que estaba con los ojos puestos en un octógono y, le explicaron el crimen de la U, quien había abusado del hechizo del urucú para convertirse en un urubú y, volando, escapó del abecedario, culpable de haber embrujado a sus hermanas dejándolas con pocas palabras.

Homero Carvalho Oliva (Bolivia).

Perico

La maestra Perico no deja de repetir: "Sinodal Adonis, evaluar a Raúl Ave; evaluar a Raúl ave, sinodal Adonis."

Javier Enrique Paredes Chi (México).

Secretos

Secreta secretaria de Secretaría, secrea secretos en el secreter, terribles secretos: lista secreta, de niñas secretas sodomizadas secretamente, bajo la secreta anuencia del secretario de Estado y su secretaria.

Azucena Franco (México).

Microrrelatos alejandrinos

I. Cuento fantástico

El dictador sufrió un atisbo de conciencia.

II. Desprevenido

Asesino al acecho. El lector no lo sabe…

III. El fantasma

-El insomnio aún sigue -dijo y atravesó la pared.

IV. Pirro

Sus tropas vencen. Esa noche pocos celebran.

Juan Manuel Montes (Argentina).

Érase una noche en Mexicachilanguia

“Pachuco, cholos y chundos

chichinflas y mala fachas

acá los chompiras rifan

y bailan tibiri tabara”

Café Tacuba, La chilanga banda.

V.O. Jaime López

¡Pinche chango! ¡No manches ponte trucha! ¡Ves que viene la chota y sigues chemeándote! ¡Deja de jugarme chueco! Chale, ya ni la chingas. No me avientes tus choros. Mira chavo, al chile, deja el chupe, los chochos y el churro, y no te hagas concha. Aquí mis chicharrones truenan. ¡No soy tu achichincle chamaco chiqueado! Te la vives chido en la chela y en la pachanga, y no chambeas. ¡Ya chole, no te sientas tan chipocludo! ¡Acá eres la chacha! Te voy a dar un chipote en la choya para que se te haga champurrado. No te me pases de chistoso teporocho. Me debes hasta los chones. Tú nomás eres un chaca todo chamagoso. Párale de andar de chillón chato. Te voy a dar chance chaparro: arma la coperacha y recupera lo que te chingaron. Pero no te pongas locochón, porque ahora sí le digo al “Chicano” que te chute un chicotazo.

Gloria Ramírez Fermín (México).

La historia de amor más corta y triste del mundo

-¿Me querés?

-No.

Martín Gardella (Argentina).

Abecedario versión Beta 0.0

-Adán, Burro, Cerdo, Desvergonzado…

-¡Oye! ¡No me ofendas!

-No Adán. Lo que hago es inventar algo llamado abecedario y que es muy útil para organizar las nuevas palabras.

Mira, sigue así:

Eva, Fascinante, Genial, Hermosa, Inteligente…

Héctor Ugalde Corral (México).

Al pie de la letra

Debora, Debora, gritó el hombre. Su mujer no lo escuchó pero la bestia sí y lo devoró.

Maritza Iriarte (Perú).

Ceguera degenerativa

Muy cerca del ocaso -sin bendecir su vida-, el abuelo atrapó una nube pequeña y se la guardó en los ojos para no perderla de vista. Así fue como empezó a confundir palabras, primero al leerlas y después, como todo buen lector, en la práctica: de la siesta hizo una fiesta, del dolor un color y de la muerte su suerte.

Laura Elisa Vizcaíno (México).

La sal

En su camino por las cañerías, algunas veces se encuentran dos osos, se observan, suben a ver a la luna bailar, se lamen las narices y dialogan en palíndromos (no siempre logrados pues para eso son torpes), hasta que uno de los dos se apresura a preguntar:

-¡Oso!, ¿somos o no somos? ¡Oso!- gruñe la Osa y al final dice algo como payaso.

-Osa ya… ¿payaso?

-…

-Ooooh, noooo.

-Navío es solo, sé oh Iván- dice la Osa con voz quebrada.

Preguntar a un oso de los caños si limpiarán juntos por las noches las tuberías es de mala suerte, como tirar la sal. El oso se va, vagamente seguro de haber hecho bien.

Karla Barajas (México).

Diversidades exquisitas

Saltáis archostemata con tu exoesqueleto quitinoso. Saltáis impávida, metamorfoseando tu epidermis. Entre lantánidos y larvas que se fagocitan las miserias, saltáis ligera y grácil hacia el empíreo cielo.

Y el escarabajo sonreía sorprendido, tanta palabrería inútil para decir que salí de paseo.

Mónica Cazón (Argentina).

Agrandalipsis

Mosquitos como caballos, moscas como murciélagos y ratas como hormigas.

Algo anda mal en Animalandia.

Nanim Rekacz (Argentina).

Referencias

Bianchi, S. (2008). Poéticas del resplandor, prólogo a Cielo de relámpagos. Antología de microficciones y otras instantáneas literarias de autores latinoamericanos. Ruedamares. [ Links ]

Sandoval Zúñiga, N. (2016). Raúl Brasca: Escribir sin leer, conduce más al balbuceo que a la pretendida originalidad. Palabralab. [ Links ]

Koch, D. (2000). Retorno al micro-relato: algunas consideraciones. El Cuento en Red, 1, 29-31. https://publicaciones.xoc.uam.mx/MuestraPDF.phpLinks ]

Noguerol Jiménez, F. (2009). Palabras prójimas: minificción y juegos con el lenguaje. En O. Rodríguez Pérez (Ed.) Los mundos de la minificción (págs. 11-34) Aduana Vieja. [ Links ]

Rojo, V. (2009). Breve manual (ampliado) para reconocer minicuentos. Equinoccio/Universidad Simón Bolívar. [ Links ]

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Zavala, L. (2011). Hacia una estética de la ficción más breve. En El libro de Oro del TCQ. La máquina de pensar. [ Links ]

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