Sobre el autor
Manuel Gonzalo Casas (1911-1981) fue oriundo de la provincia de Córdoba y transitó por diversas universidades argentinas y extranjeras. En 1943 toma su primer cargo como profesor de Historia Antigua en el Colegio San Martín de San Francisco de Córdoba, ciudad en la cual dio también cursillos de Introducción a la Filosofía, principalmente en articulación con la Biblioteca Ministro Dr. Jorge A. Coll del Jockey Club.
Durante la década de los ‘40, fue primero hacia el este, pronunciando una conferencia sobre Los temas de la filosofía en la Biblioteca Popular de Paraná y luego hacia el noroeste, llegando hasta Bolivia. Allí disertó sobre Schopenhauer en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Andrés y ejerció un cargo como profesor extraordinario de Metafísica, Axiología y Filosofía Contemporánea, además de publicar algunos artículos en La Razón, diario de La Paz.
De vuelta en el país, ofreció un curso sobre Historia de la filosofía en la Biblioteca Sarmiento de Tucumán y también un curso sobre Filosofía existencial en el marco de los Cursos de filosofía tomista. En esta misma ciudad, participó del Gymnasium universitario y posteriormente se incorporó a la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento, dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, de la que fue su director hasta 1952.
En 1948 publicó su primer libro: Santo Tomás y la filosofía existencial con otros ensayos. El mismo, además de trabajar al autor mencionado en su título, incorpora escritos sobre los temas de la filosofía, el pensamiento de Ángel Vassallo, la voluntad de verdad y el sistema de Francisco Romero, Husserl y Descartes, el problema de la persona, la idea del tiempo en Heidegger, la experiencia de Aristóteles y algunos problemas de la filosofía argentina. Al año siguiente, en esta misma línea de estudios, llegó al Primer Congreso Nacional de Filosofía para disertar sobre “Problemas y precisiones en el pensar teológico”. Cabe reparar particularmente en este Congreso, ya que es un hito a la hora de reconstruir las ideas sobre filosofía y educación en Mendoza. Como menciona Arturo Roig, en su artículo sobre “La filosofía en Mendoza” (Roig, A. 2004) , fue una instancia de notoriedad filosófica internacional, además de generar una intensa polémica entre los filósofos, debido a las disputas políticas del momento.
Para 1950 Manuel Gonzalo Casas se presentó en el Congreso de Planificación del Noroeste Argentino, realizado en la provincia de Salta, donde expone acerca de “Prácticas en la enseñanza de las escuelas normales”. Este mismo año, se encontraba dando las cátedras de Filosofía e Historia de la Filosofía en el Magisterio de Tucumán, y también en la escuela de Peritos Mercantiles, sin recibir ninguna remuneración, lo cual lleva a pensar que su compromiso con la docencia pasó por una vocación genuina incluso a pesar de situaciones de precarización laboral. A su vez, ofreció en esa misma ciudad un curso sobre Historia de la Filosofía Medieval.
Un año después, la Universidad Nacional de Tucumán edita sus apuntes de clase en formato de libro, con el título Introducción a la Filosofía, cátedra de la que él era profesor. Y, ejerciendo este cargo, dio una serie de cursos: La idea del hombre integral en Santo Tomás de Aquino en la Biblioteca Sarmiento de Santiago del Estero, Problemas vocacionales universitarios: la Facultad de Filosofía y Letras en el Colegio Nacional de Tafí Viejo, Tucumán. También dictó conferencias: Lo natural y lo sobrenatural en Graham Greene en su provincia natal, Educación Integral en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de San Luis.
Durante el siguiente año acude a varios congresos, en Sâo Paulo, Lovaina y Bruselas, mientras toma un cargo como suplente en Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Tucumán, dentro del cual fue designado jefe de la sección: Disciplinas del orden práctico.
En 1954 el bosquejo de su Introducción a la Filosofía fue fortalecido y publicado por la editorial Gredos. Y en los años posteriores, su escritura se propaga: El quehacer de la filosofía y Filosofía y concepto de la filosofía en editorial Troquel, La existencia de Dios por Michele Federico Sciacca en editorial Richardet y el ‘Prólogo’ a Qué es un tomista, de Santiago Ramírez. Posteriormente, también prologó Cristocentrismo de Alberto Caturelli.
En 1956 se incorporó al cuerpo de docentes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Impartió varios cursos, entre ellos el de Historia de la Filosofía Medieval, repartiendo su tiempo entre Mendoza y Córdoba, donde había ganado un concurso. Su actividad como docente de la Universidad Nacional de Cuyo se prolongó hasta que Carlos Bernardo Bazán obtuvo por concurso la cátedra de Filosofía Medieval en 1969.
Cerca de cerrar la década, en 1958, dictó un curso de lo más llamativo para la formación académica de la época, dado que no eran muchos los profesores que abordaban el tema: El marxismo como concepto del mundo, para la Sociedad de Alumnos del Departamento de Humanidades de Salta. También en esta ciudad, para la comisión de cultura, disertó sobre El sentido de la formación humanística, para luego hacer pie en la Pontifica Universidad Católica de Chile donde ofreció una serie de conferencias. Con temas allí desarrollados, volvió al norte para dar un par de conferencias en Jujuy: Sentido del diálogo socrático y El problema de las humanidades.
Hacia 1962 se publicó su libro Sciacca, el mismo año en que viaja a Europa. Este viaje es relatado a través de crónicas publicadas como “Notas desde Europa” en el diario Noticias de Tucumán, con el cual tenía asidua vinculación. A su vez, ofreció un curso en la Universidad Nacional de Cuyo acerca de Martin Buber.
Antes de iniciar su viaje como profesor visitante de Fullbright, que comenzó en 1964 y culminó en 1965, del cual también deja un rastro en el diario tucumano, participó del XIII Congreso Internacional de Filosofía en México con un trabajo acerca de “El ser de América”, temática que retomó luego y publicó en formato de libro. Después de su estancia en Estados Unidos, volvió a Mendoza y en 1971 viajó a la Universidad Simón Bolívar de Caracas, Venezuela. Puede apreciarse que manifestaba cierta inquietud, cierta movilización, cierto recorrido hecho por Casas a lo largo de su trayectoria académica.
Unos años después se dispone a dar una conferencia acerca de La filosofía en el proceso nacional, latinoamericano y planetario en Córdoba y un curso sobre la Problemática del hombre contemporáneo en la Universidad Nacional de Catamarca. Y ya para 1981, la última publicación de la que tenemos registro es América: el hombre y su libertad, en Cultural, Mendoza.
Si se tiene en cuenta el camino trazado a lo largo de su vida, puede advertirse que hay un vuelco en el último tiempo hacia problemáticas de índole más situada. Si bien nunca abandonó su formación tomista, incluye y explora seriamente el locus desde el cual se hace filosofía. Se interesa por aunar conocimientos canónicos con nuevas reflexiones que estaban emergiendo y que él supo tomar para sí. Como proyecto, es interesante pensar la trama que se entreteje entre sus viajes, sus temarios y su constante preocupación por quienes fueron sus estudiantes, en tanto el ejercicio de historiar las ideas se construye al tener en cuenta estas distintas aristas.
Sobre el texto
Si se examina el texto sobre “Aproximaciones al desarrollo de la filosofía en el ámbito universitario de Mendoza”, de 1962, puede apreciarse cómo desde el comienzo anticipa el lente con el cual va a analizar la situación descripta en el título, pero también cómo brinda información a lo largo del escrito que permitiría una reconstrucción diferente.
En el inicio del texto retoma a Henri Bergson (1859-1941), en su distinción entre conocimiento exterior o interior a la cosa. Esta primera forma de conocimiento tiende a lo útil: la descripción, el análisis, la enumeración expresan una voluntad de fidelidad que pretende aproximarse a la cosa. La segunda, vendría a suponer un conocer verdadero que participa en el ser de aquello que conoce, lo habita, constituye el testimonio de su dinamismo. En este sentido, Casas distingue particularmente en la Facultad de Filosofía y Letras que hay una voz de autoridad -que conoce en este primer sentido- diferenciada del “encuentro” más allá de la objetividad institucional, posibilitado por el diálogo y la convivencia. A su vez, él se pone a sí mismo como alguien que viene de afuera, que no tiene la misma experiencia que podrían tener Arturo Roig o Diego Pró, quienes eran profesores en Mendoza.
Dada esta introducción, nos acerca su visión del panorama de la filosofía argentina entre las décadas de 1930-40 en referencia a la ‘normalidad institucional’. Este estatuto filosófico, inaugurado por Francisco Romero, es interpretado aquí como el momento de la “insurrección antipositivista” en la cual Alejandro Korn y Coriolano Alberini juegan un papel fundamental. Además, incorpora la figura de Alberto Rougès y rescata el tomismo de Garrigou-Lagrange, Sertillanges y Maritain como influencias en el “pensamiento actual”.
Se presenta una “nacionalización” de las humanidades, una conclusión de la batalla antipositivista que se abre a nuevas corrientes como la fenomenología, el espiritualismo, la filosofía de la existencia, la historia de la filosofía. Bergson, Kant, Scheler, Alberini -en sus cursos sobre la idea de progreso en la evolución de las ideas argentinas- son los exponentes más destacados por Casas.
Especialmente en Mendoza, hay una influencia general a la vez de una evolución global de las ideas argentinas que se entrecruza con la posición concreta de sus profesores y profesoras, de los cuales brinda un listado que advierte no llegar a hacer exhaustivo: H. Catalano, L. F. García de Onrubia, H. Schindler, H. Rimoldi, D. F. Pró, J. R. Sepich, G. Soaje Ramos, J. Soler Miralles, J. J. Arévalo, H. Rodríguez Sanz, A. Ruíz Díaz, A. Mendoza, L. Boda, C. Piccione, A. Roig, L. Noussan-Lettry, C. Ceriotto, R. Agoglia, L. Campoy, E. Ander Egg, J. A. Vázquez, M. A. Virasoro, M. López, R. Calderón Bouchet, A. Bassi, H. Calderón de Baldrich, M. Salcedo, M. Aranda, C. Vera Arena, U. Mazzalomo, O. Ferrari, H. Crimi, M. Fleury de Satlari, A. Testasecca, N. Cortada, D. Olguín, R. Marder, B. Quiroga, A. Guevara, Y. Basquez, J. Carlos Silva.
A su vez, realiza un recorrido por las instituciones que constituyen la época: la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo (1939), la fundación del Instituto de Filosofía y Disciplinas Auxiliares (1943), la creación de la Revista Philosophia (1944), el I Congreso Nacional de Filosofía con sede en esta casa (1949), que consiguió la incorporación extranjera de L. Pareyson, A. González Álvarez y A. Millán Puelles, la constitución de la Sociedad Cuyana de Filosofía (1950), la compra de la biblioteca de Alberini (1953), el I Congreso Argentino de Sociología (1961), cuyo primer instituto fue fundado por iniciativa de Angélica Mendoza. Además, mientras sucedían estos acontecimientos, también se publicaban: Estudios de filosofía de Pró; Estudios de metafísica de Silva junto con Piccione, Olguin y Fleury; De la analogía de los términos de Cayetano; Introducción a la Metafísica y Filosofía de la Educación de González Álvarez. También se editaban las Actas del I Congreso Nacional de Filosofía y circulaba la revista estudiantil Spiritus, coordinada por Luis Cabut.
Los aspectos considerados por Manuel Gonzalo Casas acerca de la filosofía en Mendoza, ponen de manifiesto que se trata de un pensar vigoroso, capaz de extenderse y fructificar en el tiempo.