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Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.35 no.2 Mendoza dic. 2018  Epub 07-Jun-2021

 

Textos

Aproximaciones al desarrollo de la filosofía en el ámbito universitario de Mendoza1

An approach to the development of philosophy in Mendoza’s University

Manuel Gonzalo Casas

Bergson sostenía que hay dos tipos fundamentales de conocimiento: uno, el conocimiento que bien podríamos llamar exterior a la cosa conocida; otro, el conocimiento interior, por participación en el ser de aquello que se conoce. A nivel metafísico; es decir, a la hora de una verdad definitiva es cierto que para Bergson -y quizá en absoluto- el verdadero conocimiento es el segundo. Allí decimos la palabra del ser porque hemos conseguido habitar en él y nos constituimos, por eso, en un testimonio vivo y realísimo del dinamismo que lo construye y sostiene; somos parte en su propio e intransferible proceso de creación. Pero sin desconocer la tesis del pensador francés, nadie negara que el primer conocimiento también es válido, por lo menos útil en sentido bergsoniano. Así la descripción, el análisis, la enumeración que realizamos desde afuera, pero con una fuerte voluntad de fidelidad, señala caracteres y aspectos de lo real que inclusive nos permite acceder siquiera sea por aproximación a la cosa conocida.

Recuerdo estas distinciones al pretender hablar de la filosofía en Mendoza, sobre todo de su cultivo, su desarrollo y sus logros a favor del tratamiento sistemático que ha venido recibiendo en y por el influjo de la Facultad de Filosofía y Letras.

Otros, con toda autoridad, pueden hablar de ella en el primer modo del conocimiento a que Bergson se refiere, porque la han vivido, han crecido con ella, en ella realizaron su propia vocación desde estudiantes o participaron en el entero proceso de su destino como docentes. Y al decir otros pienso en todos los que asistieron a su desarrollo en forma más o menos completa, pero especialmente en dos nombres que, por su interés central en la historia del pensamiento argentino y por haber participado en la vida de la Facultad desde sus comienzos, podrán ofrecernos algún día una historia completa, en la que no sólo aparecería el perfil de la objetividad institucional, sino también en el ámbito de diálogo y convivencia, el auténtico clima del “encuentro” que da su más propio sentido a todos los hechos de la vida humana. Me refiero al Prof. Diego F. Pró, que casi ab initio participó en su docencia e investigación y al Prof. Arturo Roig que luego de formarse en ella es uno de sus profesores.

Por mi parte, en cambio, sólo puedo dar un testimonio en cierta medida extrapolado, sino fuera que, argentino en el arraigamiento biográfico y más argentino aún en la pasión creciente del espíritu, no intento sino expresar desde una perspectiva nacional, en un panorama más o menos de conjunto de la filosofía argentina, qué significación ha tenido y tiene en el país, el proceso de conservación, trasmisión a investigación sistemática realizado en Mendoza por virtud del ámbito propicio que creara su Facultad de Filosofía y Letras.

Para ello son necesarias algunas precisiones:

I) Si analizamos el desarrollo de la filosofía argentina veremos que en la década del 30 al 40, toma cuerpo definitivo la normalidad institucional de la vida filosófica. Los hombres rectores son, en primer lugar, Alejandro Korn y Coriolano Alberini y las ideas vigentes responden a tres fuentes inspiradoras: el pensamiento de Kant y el kantismo de Cohen; la importantísima influencia de Bergson, que da lugar a lo que bien puede llamarse una generación bergsoniana en toda Latinoamérica; y por último, las matizadas presencias de Gentile, de Croce y de Scheler. Por aquí se organiza y alcanza estructura doctrinal la insurrección antipositivista que traía ya varios años en las espaldas. Además hay en el renacimiento del tomismo que se introduce en Buenos Aires por la vía de Garrigou, Sertillanges, Maritain. Ambos movimientos, el segundo un poco posterior, se expresan en dos creaciones de carácter privado: la Sociedad Kantiana de Buenos Aires y los Cursos de Cultura Católica. Otra institución que tuvo significación fue el Colegio Novecentista.

No entramos, por razones de brevedad y porque no viene mucho al caso sino de modo indirecto en una cuestión bastante importante: averiguar si con anterioridad a la de Buenos Aires puede hablarse de una superación del positivismo también en el interior, por lo menos con relación a ciertas figuras claves: la de Rougés en Tucumán, la de Martínez Villada y Saúl Taborda en Córdoba.

II) Desde el punto de vista de las instituciones universitarias, los datos son coincidentes: teníamos una Facultad de Filosofía en Buenos Aires2 y en 1928 aparece como Facultad de Humanidades la de La Plata. (Antes había sido departamento de Ciencias)3. Luego viene la “nacionalización” de las humanidades, en la que entra la fundación de Mendoza. Brevemente dicho: por 1928 se funda la de Paraná4, que lamentablemente desaparece en 1931. En 1938 viene la Facultad de Filosofía y Letras de Tucumán5, con la contratación de Don Manuel García Morente; un año después, junto con la Universidad Nacional de Cuyo, creada por iniciativa de Don Edmundo Correas, inicia su vida nuestra Facultad, la de Mendoza. Y alrededor de 1940/41 se funda el Instituto de Filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba6, que más tarde se transforma en Facultad.

La batalla antipositivista ha concluido y, para la filosofía, se abre el país a todas las corrientes de la época: fenomenología, espiritualismo, filosofía de la existencia, historia de la filosofía. (Aquí es decisiva la influencia de Mondolfo en relación con la filosofía griega).

La filosofía en Mendoza

Dentro de esa ambientación general inicia sus actividades la Facultad de Filosofía de Mendoza y desde 1939 podrían hacerse varios cortes con respecto a su desenvolvimiento que es siempre responde a situaciones más o menos globales en la evolución de las ideas argentinas -ahora dentro del recinto universitario- y que se determinan tanto por las influencias de índole general como por la posición concreta de sus profesores e investigadores. Sin entrar en semejantes precisiones puede fijarse un período que abarcaría de 1939 a 1948, con profesores como Héctor Catalano, Luis F, García de Onrrubia, Horacio Schindler, H. Rimoldi, Diego F. Pró, Juan R. Sepich, Guido Soaje Ramos, Julio Soler Miralles, Juan José Arévalo e Hilario Rodríguez Sanz. Las líneas de sentido van desde un comienzo con la máxima influencia de Bergson, la fenomenología, Kant, Scheler y vínculos permanentes con Coriolano Alberini, quien dicta aquí uno de sus mejores cursos sobre la idea de progreso en la evolución de las ideas argentinas (1943, hasta el estudio sistematizado de los clásicos tradicionales: Aristóteles, Santo Tomás, Hegel, primero con Diego F. Pró, luego con Sepich y otros).

En cuanto a los hechos significativos, de carácter institucionales, en el arraigo y crecimiento de la preocupación filosófica, creo que se podrían señalar seis puntos clave: 1°) Fundación de la Facultad en 1939; fundación de su Instituto de Filosofía y Disciplinas Auxiliares en 1943; aparición de la Revista Philosophia en 1944; Primer Congreso Nacional De Filosofía en 1949; constitución de la Sociedad Cuyana de Filosofía en 1950 y compra de la Biblioteca de Alberini en 1953.

Pero es con el Congreso de 1949 -verdadero acontecimiento internacional y cuyas Actas son una autentica mise au point de la filosofía contemporánea- que acontece lo que bien puede llamarse un hecho nuevo: la incorporación a la Facultad de varios profesores extranjeros, Luigi Pareyson y Ángel González Álvarez a los que sigue más tarde A. Millán Puelles. Como sabemos, Luigi Pareyson es quizá el discípulo más brillante de Augusto Guzzo, con Armando Carlini y Michelle Federico Sciacca fundadores del espiritualismo cristiano en Italia, y actualmente explica en la Universidad de Torino junto a su maestro; Ángel González Álvarez y A. Millán Puelles cuentan entre las figuras más significativas del renacimiento tomista español, que tuvo por orientador a Santiago Ramírez O. P., y ejercen la titularidad en cátedras de la Universidad Central de Madrid. Los tres trabajaron aquí con muchos de los ya citados anteriormente y además con otros que se fueron incorporando a la docencia de Mendoza: Francisco Maffei, Manuel Trías, Ricardo Pantano, Humberto Lucero, R. Atencio, Julio Soler Miralles. Por lo que se refiere a los primeros, es decir, a los extranjeros, es de singular importancia la presencia de Ángel González Álvarez, por cuya iniciativa nace la Sociedad Cuyana de Filosofía y de quien aparecen en Mendoza dos obras fundamentales: Introducción a la metafísica y Filosofía de la Educación. Como también, según lo señalara con acierto el Prof. Roig, el hecho de que Luigi Pareyson desarrollara en Mendoza su curso sobre Fichte, aparecido más tarde en Italia y que constituye un aporte a la bibliografía fichteana.

Aunque no es nuestro propósito una enumeración exhaustiva, todavía podría señalarse un nuevo equipamiento de la Facultad en el que se incluirían los nombres de Adolfo Ruiz Díaz, Angélica Mendoza, Ladislao Boda, Cayetano Piccione, Arturo A. Roig, Luis Noussan Lettry, Carlos Ceriotto, Rodolfo M. Agoglia, Luis Campoy, E. Ander Egg, Juan Adolfo Vazquez, Diego F. Pró (que vuelve a Mendoza después de varios años), Miguel Ángel Virasoro y el autor de esta breve reseña. Entre otras cosas se hace presente la influencia de Ortega, la preocupación por la historia de las religiones y por las ideas argentinas, a cuyo propósito se fundan dos secciones en el Instituto, una dirigida por el Prof. Vazquez y a la que se encuentra muy vinculado el Prof. Vicente Ciccitti, y otra a cargo del Prof. Pró. Se estudia mucho y con seriedad a Kant, hay influencias hegelianas, se trabaja con la filosofía existencial de modo acentuado y se incorporan temas del espiritualismo cristiano y de las filosofías del Yo y el Tú. Además, es característico el interés por la Sociología, cuyo primer instituto universitario fue fundado a iniciativa de Angélica Mendoza, y aquí en Mendoza se realiza, en 1961, el Primer Congreso argentino de la disciplina.

[falta texto en el original] por lo menos de aquellos que han continuado la actividad universitaria en distintos aspectos de su docencia e investigación, y aunque muchos ya hayan sido citados. Son, con las inevitables fallas de todo intento enumerativo: Mauricio López, Arturo Roig, Carlos Ceriotto, R. Calderón Bouchet, Azucena Bassi, Hilda Calderón de Baldrich, Matilde Salcedo, Miguel Aranda, Carmen Vera Arenas, Ubaldo Mazzalomo, Oward Ferrari, Humberto Crimi, Cayetano Piccione, Marta Fleury de Satlari, Aldo Testasecca, Nuria Cortada, Dardo Olguín, René Marder, Blanca Quiroga, Armando Guevara, Yolanda Borquez, Luis Campoy, sin contar los correspondientes a las últimas promociones. También, entre los hombres vinculados a la filosofía y a la Facultad, aunque no haya sido egresado ni docente en ella, debe recordarse a Juan Carlos Silva.

Publicaciones

Otra referencia que parecería indispensable es la relacionada con las publicaciones. Ya dijimos que en 1944 se funda Philosophia, bajo la dirección de Diego F. Pró y a cuyo frente estuvieron en distinguidos momentos Juan R. Sepich, Ángel González Álvarez, Mauricio López, con quien se llega a la última entrega del n° 25 del año actual. Además, las siguientes obras: Estudios de filosofía, de Diego F. Pró; Estudios de metafísica, de J. C. Silva, C. Piccione, D. Olguín y M. Fleury; De la analogía de los términos, de Cayetano; Introducción a la metafísica y Filosofía de la educación, de Ángel González Álvarez y las Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía. Y tampoco puede olvidarse la publicación de la revista estudiantil Spiritus, dirigida en su momento por Luis Cabut, aunque no haya tenido carácter oficial.

Conclusión

Fuera de estos datos, cuyo carácter es simplemente enumerativo, quedan otros, quizá incontrolables, pero de importancia fundamental para valorar la obra de la Facultad en el campo de la filosofía y sin detenernos, tampoco en la contribución permanente de su labor al ascenso de los niveles educativos en la enseñanza media: nos referimos principalmente al prestigio que, desde sus comienzos y a niveles nacionales, rodeó las tareas filosóficas que en ella se cumplían. Visto el proceso desde distintos ámbitos, ese prestigio es una constante que dura y que se manifiesta en todos los centros universitarios y culturales de Buenos Aires, La Plata, Córdoba, el Litoral. En todas partes se conoce, se valora, se respeta, la creciente tarea filosófica de la Universidad de Cuyo que, desde su iniciación ocupa un lugar destacado en [el] horizonte de la filosofía y de la cultural nacional. Y ese prestigio no es sino una respuesta equitativa a la jerarquía y el clima universitario, a veces excepcional, en que se mueve la filosofía de Mendoza. En verdad, aquí en Mendoza, la filosofía encontró un recinto vivo para el pensar fundamental que fue salvando todas las contingencias del tiempo y que puede considerarse una de las conquistas más logradas de nuestra cultura. De una cultura que seguirá adelante, con esperanzas y sin reposo, llamando al corazón de los argentinos movidos por el servicio y el amor no sólo de las ideas, también de la Patria.

Mendoza, 1962

1 Documento recuperado por Carla Prado y transcripto por Zahira Betina Vazquez, quien además se encargó de introducir las notas aclaratorias incorporadas en el texto.

2La Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires fue fundada el 13 de febrero de 1896.

3La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) comienza a gestarse en 1906 como parte integrante de la Universidad Nacional de La Plata, en 1914 se crea la Facultad de Ciencias de la Educación y en 1920 cambia definitivamente su denominación a Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

4El autor parece referirse a la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales, que incorporaría en su estructura a la célebre Escuela Normal de Paraná.

5En 1936 fue creado el Departamento de Filosofía y Letras, convertido luego en 1939 en Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

6El Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba fue creado el 13 de junio de 1934.

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