SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.35 número2Aproximaciones al desarrollo de la filosofía en el ámbito universitario de Mendoza índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.35 no.2 Mendoza dic. 2018  Epub 07-Jun-2021

 

Reseñas

Utopía editorial y la página como utopía. Cinco impresos que conforman el proyecto editorial de Sociedades americanas en 1828 de Simón Rodríguez

María del Rayo Ramírez Fierro1 

1Universidad Autónoma de la Ciudad de México. delrayofierro@gmail.com

Las obras filosóficas de gran aliento, como lo fue Sociedades americanas en 1828, implican un pensamiento tozudo, casi testarudo en las circunstancias vitales e históricas de Simón Rodríguez (1769-1854). Un pensamiento gestado por casi tres décadas, no encontró la forma de desplegarse como se lo imaginó desde su primera publicación en Arequipa, en 1828, y del cual esta edición sería apenas su pródromo, especie de exposición general de las ideas que, como síntoma de una enfermedad, la anticipaba. Es a partir del prospecto de esta obra en 1831, de cuya existencia sabemos por el propio autor, que Rafael Mondragón formuló la hipótesis de que Sociedades americanas fue un proyecto editorial1.

Esta hipótesis nos ha permitido como grupo de investigación no solo comprender a la obra filosófica más importante del filósofo americano en el sentido comunicativo de sus ideas (las sucesivas publicaciones que logró realizar) sino también en su sentido material en circunstancias técnicas y políticas específicas. Esto nos llevó como grupo de investigación a la necesidad de reunir las obras príncipes en distintos acervos documentales, a vincularnos con ellas desde la materialidad de su expresión y a entenderla desde sus aspectos formales y de contenido2. El resultado del trabajo realizado por cinco años consecutivos nos permitió la edición facsimilar documentada y anotada de Sociedades americanas en 1828 que ahora presentamos3.

Esta obra filosófica es una utopía editorial porque la tenacidad de Rodríguez insistió en su objetivo de publicar el plan de la obra, sin haberlo logrado del todo. Pero esta insistencia lo llevó a intentarlo una y otra vez en lo que constituye el corpus de su “obra clásica”. Pero también llamamos utopía editorial al ejercicio experimental de comunicación horizontal que el autor dejó impreso en cada una de las páginas de su obra. Ejercicio que no es experimentalismo de la pura forma sino del deseo de integración de diversos órdenes: forma/contenido, discurso hablado/discurso escrito y sentir/pensar.

Regresar a las ediciones príncipes de la obra Sociedades americanas en 1828 para editarlas nos permitió advertir y superar algunas decisiones editoriales equivocadas y acumuladas en el siglo XX que se tomaron con el fin de acercarla al público. En varias ediciones de su obra se modernizó la ortografía, se rediagramaron sus páginas, se confundieron las obras, las extrajeron de sus plataformas de circulación, etc.4. Retornar a las ediciones del siglo XIX ha representado la posibilidad de leerlas desde su materialidad y descubrir en ella sus propios códigos, a partir de los cuales el acto de lectura se acerca mucho a lo que el mismo autor sostenía de ella, en diversos lugares: leer es resucitar ideas.

Para poder comprender el cuerpo de las ideas enterradas en el papel, necesitamos de su cuerpo textual porque, carecer de él nos llevaría a quedarnos con puros espíritus, sin materialidad, sin cuerpo, a partir de lo cual podamos llamarlas a la vida. Esta dificultad, somos conscientes, opera en las obras de nuestro filósofo porque fue un filósofo-tipógrafo para el cual la “Forma es una manera de existir”5.

Sociedades americanas en 1828 es una obra infinita -como le gusta llamarla a Rafael Mondragón-, caleidoscópica -como me gusta llamarla a mí-, que se pensó de un modo y pudo alcanzar la honra de la imprenta en difíciles circunstancias en las que todo se importaba: el papel, la tinta, las máquinas, las familias de los tipos de letras. La escritura de esta obra, es producto del cuidadoso trabajo de artesano-filósofo en tanto componedor de sus ideas y de sus páginas. Pero, esta obra es, al decir del autor,

[…] fruto de muchas observaciones en presencia de los objetos durante 44 años de viaje, 26 en Europa y 18 en América (dos de estos en los Estados Unidos). ¡Cuánto no he meditado sobre el estado de la Sociedad en nuestro suelo! [y agrega] He hecho cuántas tentativas me han permitido las circunstancias y apenas he podido publicar lo que Uds. han leído. Ando paseando mis manuscritos como los Italianos pasean sus titilimundi -soy viejo y aunque robusto, temo dejar de un día para otro, un baúl lleno de ideas, para pasto de algún Gacetero6.

En su tercera publicación, es decir, en Luces y virtudes sociales de 1840, nuestro autor desarrollará su teoría sobre la escritura escenificada en las páginas; es decir de una pintura en movimiento, particularmente en el apartado de la “FORMA que se le da al DISCURSO”. Entre las tesis más importantes que ahí desarrolla están que la forma que se da al discurso, y que supone un acto dirigido a voluntad, puesto que se le da, se logra pintando las ideas, los pensamientos y sus conexiones. Lo más importante en estos lienzos es comparar las ideas y los pensamientos haciéndolos sentir mediante paradigmas y sinopsis.

El estilo de Rodríguez fue muy pronto catalogado de oscuro. Más tarde el psiquiatra chileno Augusto Orrego Luco incluye la personalidad de Rodríguez dentro del “tipo mixto”, esto es, como una especie del loco-genio y su estilo de presentar las cuestiones se disoció entre su manera “enferma” de escribir y pensar y su contenido o ideas “sanas”7.

Es claro que el arte de escribir de Simón Rodríguez no ha pasado desapercibido para ninguno o ninguna que se haya tomado el tiempo de leer su obra filosófica más importante. La recepción que tuvo su obra durante su vida fue recogida por el mismo autor, tal como lo anunció en el Galeato de la edición de Concepción en 1834. Ser calificada de oscura y fragmentada desde 1828, tal vez lo llevó a insertar en la edición de Valparaíso en 1840 las páginas dedicadas a la “FORMA que se da al DISCURSO” en las que expone su teoría de la pintura de los pensamientos bajo la forma en la que se conciben, al mismo tiempo que la ejecuta con celo de filósofo-tipógrafo. Este gesto de ampliar lo ya dicho en el Pródromo y lo reiterado en el Galeato revela la manera en la que Rodríguez, moldea su propio plan de la obra a la luz de la recepción temprana de su obra, manteniéndola siempre como horizonte por alcanzar. En este sentido la utopía editorial se realiza justo en la tensión entre el horizonte del plan completo de la obra y lo que sí pudo publicar de ella recuperando las ideas, ofreciendo otros cuadros, avanzando a otros temas. Sostenemos que con la edición facsimilar de las publicaciones de los cinco impresos que conforman Sociedades americanas en 1828 y recurriendo a los recursos electrónicos actuales se podrán hacer investigaciones mucho más serias al respecto.

En la tradición crítica acumulada por casi siglo y medio, tampoco las páginas de Rodríguez han pasado inadvertidas. Muchas de las páginas rodriguistas también son un espacio utópico y este ha sido comprendido a partir de un conjunto de metáforas que pueden agruparse, tentativamente, en tres grupos: espaciales, musicales e icónicas.

Las metáforas espaciales son las más abundantes. Entre ellas aparecen las de constelaciones de pensamiento (Amunátegui) o constelaciones astronómicas (García Bacca); de esqueletos (Amunátegui), grafías óseas (Cúneo), radiografías y estructuras dinámicas del pensamiento (Rama); sitio de guerra, plan de asalto, tácticas de guerra y barricadas tipográficas (Cúneo); lugar utópico de integración y comunicación (Roig y Prieto Castillo); espacio dinámico visual y mapa virtual (Prieto Castillo); plaza festiva del lenguaje (Prieto Castillo), espacio común de la solidaridad y espacio de representación irreverente (Rotker); no lugar -u-topos-, de des-montaje, de-construcción y de deseo (Castillo Zapata); lugar de ensamblaje (Schwartz).

Las metáforas tonales o musicales han visto las páginas como partituras (García Bacca y Milliani), musicalidad poética de la expresión y orquestación de la frase (Milliani), y hasta como himno o marcha de guerra (Cúneo).

Y otros, finalmente, las han expresado con metáforas icónicas: lienzos de pensamiento, lenguaje algebraico y de cálculo (Amunátegui), escenario (García Bacca), escena geométrica (Castillo Zapata), proyectos icónicos (Schwartz), aparador del razonamiento lógico y mostrador de equivalencias (Rama), pinturas conceptuales (Camnitzer), imágenes, lienzos de los pensamientos.

La comprensión de las pinturas de los pensamientos o las páginas rodriguistas ha cambiado con el paso del tiempo. A ciento noventa años de la publicación de la primera entrega de Sociedades americanas en 1828 constatamos una primera etapa en la que el estilo de exposición de Rodríguez fue juzgado como oscuro e incomprensible y una posterior que separó la forma y su contenido de ideas entre una expresión enferma e ideas sanas. A mediados del siglo XX hay un cambio fundamental en la interpretación gracias a la reunión de los textos vinculados editorialmente con Sociedades americanas. Sin duda a Pedro Grases y a la red de eruditos y libreros con la que se vinculó les debemos, gracias a un enorme esfuerzo de búsqueda iniciado en la década de los años cuarenta del siglo XX, la primera reunión de los escritos de Rodríguez; y también su primera organización filológica de la cual se deriva la noción de “proyecto editorial”. Lamentablemente las sucesivas ediciones de la obra perdieron de vista este aporte de Grases y la obra clásica fue desdibujándose al perderse la materialidad de su expresión. Paralelamente los lectores de Rodríguez, después de 1975, se acrecientan y la forma de escribir no pasa inadvertida para ellos. Dardo Cúneo, por ejemplo, interpretó la obra y las páginas del filósofo como expresión de una razón utópica que posteriormente irá ganando terreno en el análisis de la obra desde la historia de las ideas, la filosofía latinoamericana, la comunicación social, la crítica literaria y la crítica de arte.

Obra infinita, fantástica, fractálica, caleidoscópica, frente a la comprensión de la obra como inacabada y fragmentada. Obra que corporaliza, siguiendo a Arturo Andrés Roig, más un espíritu sistemático que una lógica trabazón de sistema. Obra que, en una imagen dejada por el propio Rodríguez -“ando paseando mis manuscritos como los italianos sus titilimundi”-, se acerca a ese teatro popular que mostraba a la vista imágenes en movimiento como un espectáculo callejero cuyas escenas nos dejó Francisco de Goya en algunos de sus grabados. No obstante, al parecer la expresión “tutilimundi” es una expresión perdida que se asocia a la de “tiririmundi”; palabra que, como nos lo explica la feminista e historiadora de las ideas de origen siciliano Francesca Gargallo, se trata de un cajón de marionetas que efectivamente usaban los italianos -ella dice que los sicilianos…-, y que andaban de feria en feria con sus cajones en los que transportaban a las apreciadas marionetas y, al mismo tiempo, les servían de escenario.

Así, Sociedades americanas en 1828 resulta una obra espectáculo del mundo en el sentido que lo entendía nuestro filósofo: “El mundo compuesto de cosas en continuo movimiento, es, para el observador un Espectáculo, i para el que no lo es un Enigma”8.

La utopía editorial de Sociedades americanas en 1828 resulta ser, entonces, ese espectáculo de la realidad política, social y económica americana para ser mirado por todos sus habitantes con atención y perspicacia; espectáculo en el cual podían reconocer a otros actores y reconocerse como tales y, al mismo tiempo, espacio especular donde se podían ver, anticipadamente, los nuevos mundos por venir. Las páginas de esta obra inacabada y dinámica son el escenario de las cavilaciones del viejo filósofo que quiso hacer de nuestra América ese lugar para la utopía; espacio fantástico en el que es posible la expresión material de forma/contenido, discurso hablado/discurso escrito y sentir/pensar.

Esta edición facsimilar de los cinco impresos que conforman el proyecto editorial de Sociedades americanas sale a la luz bajo el auspicio de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, y es el resultado de un trabajo de otras universidades públicas de México, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México -sede del grupo de investigación “O inventamos o erramos”- y la Universidad Nacional Autónoma de México. Los cinco impresos están acompañados de un estudio preliminar que sitúa el texto en la vida del filósofo y da noticia de las circunstancias de su producción. Acompaña a los cinco facsimilares un volumen introductorio escrito por los editores en el que se presenta a Simón Rodríguez y a su obra filosófica clásica y, además, explica el sentido y alcance de esta edición maravillosa.

1 Como bien lo señalan Grecia Monroy y Rafael Mondragón, Pedro Grases esbozó esta idea en Los escritos de Simón Rodríguez, Caracas, Imprenta Nacional, 1953. Simón Rodríguez: Escritos, Caracas, Sociedad Bolivariana de Venezuela-Imprenta Nacional, Tomos I y II, 1954; tomo III, 1958. Escritos es el primer compendio de todas las publicaciones de las que se tenían noticia de manera dispersa y que Grases pudo localizar en diferentes acervos. Los dos primeros tomos conservan una organización genética de los textos; organización que se perdió desde las Obras completas de Simón Rodríguez (Caracas, Universidad Experimental Simón Rodríguez, 1975) editadas por Alfonso Rumazo González. Mondragón propuso esta hipótesis desde 2012 en el primer Seminario sobre Simón Rodríguez en la FFyL de la UNAM. Desde 2014 circuló entre nosotros un ensayo inédito de Mondragón titulado “Cómo editar Sociedades americanas”. Posteriormente Grecia Monroy demostró ampliamente esta hipótesis en su tesis de licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, El fracaso como promesa en el proyecto editorial de Sociedades americanas de Simón Rodríguez, México, UNAM, 2015. Rafael Mondragón publicó el artículo “Hacia una edición crítica de Sociedades americanas en 1828: claves para la reconstrucción de un proyecto editorial”, Utopía y Praxis Latinoamericana, año 21, núm. 75, 2016, 113-137.

2El grupo de investigación en Filosofía e Historia de las Ideas: “O inventamos o erramos” se formó en el año 2013. A finales de 2015 se registró formalmente en el Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la UACM. Actualmente está conformado por María del Rayo Ramírez (responsable, UACM), Daniela Rawicz (co-responsable, UACM), Rafael Mondragón (IIFil-UNAM), Freja Cervantes (UAM-I), Guadalupe Correa (UAM-I), Ana María Hernández (UACM), Grecia Monroy (Colegio de San Luis), Edgar Gabriel García (UACM-UNAM), Aarón Preciado (UNAM), Omar Velasco (UNAM), Gloria Campos (UACM), Luis Cabañas (UACM), Itzel García (UNAM) y Jorge Ramírez (UNAM).

3Simón Rodríguez: Sociedades americanas en 1828. Edición facsimilar documentada y anotada de los cinco impresos que conforman el proyecto editorial [María del Rayo Ramírez Fierro, Rafael Mondragón Velázquez y Freja Ininna Cervantes Becerril, editores], México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2018.

4En Simón Rodríguez: Sociedades americanas en 1828. Edición facsimilar documentada y anotada de los cinco impresos que conforman el proyecto editorial. México, UAM-I, 2018, aparece una breve exposición de la historia de las ediciones y re-ediciones de Sociedades americanas. Una versión más amplia de esta historia se encuentra en el volumen Estudios críticos de Sociedades americanas en 1828 del grupo de investigación “O inventamos o erramos”, en preparación.

5Simón Rodríguez: Sociedades americanas en 1828. Cómo serán y cómo podrían ser en los siglos venideros [Primera parte. Luces y virtudes sociales], Valparaíso, Imprenta Del Mercurio, 1840, 36.

6Simón Rodríguez, “Carta de Simón Rodríguez a cinco bolivianos a la caída de la Confederación Perú-Boliviana”, escrita el 8 de junio de 1839 y publicada entre septiembre y octubre de 1844 por Francisco Bilbao, entonces editor de la Gaceta del Comercio en Presentación del libro de Vasco Castillo y Camilo Fernández, Republicanismo popular. Escritos de Santiago Ramos, “El Quebradino”, Santiago de Chile, Octubre de 2017, 100.

7Augusto Orrego Luco: “Don Simón Rodríguez”, Retratos, Santiago, Imprenta Universitaria, 1917, 251-252. Jesús Antonio Cova recupera la psicología del tipo mixto preconizada por Orrego Luco. Ver J. A. Cova: “Simón Rodríguez y Sociedades americanas” [prólogo a la edición facsimilar de Simón Rodríguez: Sociedades americanas], Tipografía Vargas, Caracas, 1950, VII-XLIII. Grases incluye este texto en su antología Simón Rodríguez: escritos sobre su vida y obra, Caracas, Comisión de Cultura Popular, 1953, 73-100.

8Simón Rodríguez, Crítica de las providencias del gobierno, Lima, Imprenta del Comercio por J. M. Monterola, 1843, Primera entrega, 17 de mayo.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons