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CELEHIS (Mar del Plata)

versión On-line ISSN 2313-9463

CELEHIS  no.44 Mar del Plata dic. 2022

 

DOSSIER "ESTUDIOS ANDINOS II"

Estrategias de autolegitimación e intervención del Boletín Titikaka (Puno, Perú, 1926-1930) en el campo revisteril de su tiempo

Strategies of self-legitimation and intervention of BoletínTitikaka (Puno, Peru, 1926-1930) in the magazine field of its time

María Lucila Fleming1 

1 Universidad Nacional de Salta - CONICET

RESUMEN

Entre 1926 y 1930, se publicó en Puno (Perú), bajo la dirección de Gamaliel Churata (Arturo Peralta), el Boletín Titikaka, órgano de difusión del Grupo Orkopata y su naciente Editorial Titikaka. Dicha producción se despegó rápidamente del propósito inicial de promocionar los libros de la editorial, para pasar a constituirse en una revista político cultural de corte andino vanguardista que pugnaba por posicionar su propuesta estética e ideológica a nivel transnacional. Teniendo en cuenta el marco contextual esbozado, en el presente trabajo analizaremos las estrategias de autolegitimación que desplegaron los redactores del Boletín para intervenir en el campo revisteril (Tarcus, 2020) de su tiempo, tanto nacional como internacional, tales como el establecimiento de redes de religación (Zanetti, 2000) con otras publicaciones periódicas de América Latina y Europa, la enunciación de una estética novedosa caracterizada por las interrelaciones entre vanguardia y andinismo, y una fuerte apuesta continental indoamericanista. Todo lo anterior favoreció la emergencia en Puno y en las restantes provincias del país, de un nuevo tipo de intelectual de clase media que encontró en las revistas culturales de izquierda el medio privilegiado para combatir la hegemonía discursiva limeña.

PALABRAS CLAVE: Boletín Titikaka;estrategias de legitimación; campo revisteril

ABSTRACT

Between 1926 and 1930, the Titikaka Bulletin was published in Puno (Peru) under the direction of Gamaliel Churata (Arturo Peralta), an organism of dissemination for the Orkopata Group and its nascent Editorial Titikaka. This bulletin quickly detached itself from the initial purpose of promoting the publisher's books to become an avant-garde Andean political-cultural magazine that struggled to position its aesthetic and ideological proposal at a transnational level. Taking into account the outlined contextual framework, in this paper we will analyze the self-legitimation strategies deployed by the editors of the Bulletin to intervene in the national and international left-wing magazine field (Tarcus, 2020), such as the establishment of religation networks ( Zanetti, 2000) with other periodicals from Latin America and Europe, the enunciation of a new aesthetic characterized by the interrelationships between avant-garde and Andeanism, and a solid Indo-American continental commitment. All of the above favored the emergence in Puno and the other provinces of the country of a new type of middle-class intellectual who found the privileged means to combat Lima's discursive hegemony in the left-wing cultural magazines.

KEYWORDS: BoletínTitikaka;legitimation strategies; magazine field

Presentación

Durante las primeras décadas del siglo XX se dio en Perú un auge de publicaciones de revistas vanguardistas que llegaron para disputar un lugar dentro del espacio discursivo centralizado por la tradición hegemónica limeña. Fue significativo el surgimiento de publicaciones desde las provincias, hecho que se acompañó con la consolidación de la figura de intelectuales provincianos de clase media, los cuales pudieron encontrar en los nuevos formatos de comunicación una vía poderosa de expresión y pugna. Así, desde las sierras sur peruanas, diferentes revistas buscaron intervenir en el campointelectual (Bourdieu 2002) a partir de una propuesta que, en términos generales, podría definirse desde las coordenadas del andinismo, indigenismo o indoamericanismo. Pongamos por caso a las revistas Chirapu (1928), La Aldea (1927) y Waraka (1928) de Arequipa; Kosko (1924-1925, 1932), Kuntur (1927-1928) y Vikuña (1929-1928) de Cusco y Tempestad (1930), Pukara (1932) y el propio Boletín Titikaka(1926-1930) en Puno.1

Los nuevos sujetos productores de bienes culturales a cargo de las revistas, siguiendo a Yazmín López Lenci (1999), desplazaron el debate cultural centralizado en el espacio tradicional de la capital hacia la región andina. Conjuntamente, desplegaron una serie de estrategias para “validar e imponer un nuevo patrón estético, ideológico y vital” (28). En la misma línea, Mauro Mamani (2016 b), tomando como referencia al Boletín Titikaka, manifiesta que se produjo un fenómeno no sólo de descentramiento, sino de “autocentramiento”, lo que lleva a que se problematicen las lecturas que acostumbran a caracterizar a las prácticas culturales de provincias como réplicas de lo que sucede en los centros. Sin embargo, como veremos más adelante, la relación de estas nuevas revistas de provincia con Lima es compleja y necesaria, a la vez.

El Boletín Titikaka, entonces, fue el medio de comunicación que diseñaron los jóvenes puneños miembros del grupo Orkopata, con Arturo Peralta (alias Gamaliel Churata) como director, para dar a conocer los libros de su reciente Editorial Titikaka, pero que luego, con el correr de los números, pasaría a ser una propuesta comunicacional autónoma. Fue así que el Boletín, si bien vio la luz en 1926 como una hoja de publicidad editorial, continuó publicándose hasta 1930. Durante ese periodo mutó tanto de objetivos, como de nombre y formato. Inició como Editorial Titikaka. Boletín, pero resulta interesante observar cómo, en este proceso, tempranamente, a partir del tercer número, una nota editorial rezaba: “Nos complace anunciar que, desde este número, “editorial titikaka”, además de sus propagandas editoriales, insertará selecta colaboración del continente” (Mamani, 2016 a: 92). De manera tal, gradualmente, el Boletín, se va despegando de la función editorial/publicitaria. Ello se hace patente en hitos como la finalización en julio de 1927 de los comentarios sobre el primer libro lanzado por la editorial, Ande; el leve cambio de nombre a partir de agosto de 1927 hacia Boletín. Editorial Titikaka; para finalizar en su nomenclatura definitiva, Boletín Titikaka, aparejado de un formato renovado en el segundo tramo, entre 1928 y 1930.

Ahora bien, analizar al Boletín Titikaka en su dimensión gráfico-textual, en cuanto producto sujeto a los avatares propios del género “revista”, el cual está signado por el movimiento y la constante transacción con su presente (Vich 2000); más los flujos de su historia como publicación, tal como reseñamos brevemente, permite dar cuenta de los modos en que interaccionó en lo que Horacio Tarcus denomina como campo revisteril (2020). A saber, un campo revisteril se define como un subcampo al interior del campo intelectual, pues cuenta con su lógica y lenguaje propios. Estas referencias y la aproximación realizada, nos habilita a pensar, también, en otras revistas contemporáneas con las cuales el Boletín se relacionó. En palabras del historiador argentino:

Los intelectuales acumulan capital cultural y defienden posiciones de prestigio y poder dentro de su campo no solo con la producción de obras individuales, sino también y sobre todo a través de alianzas, agrupamientos y redes, estableciendo delimitaciones, confrontaciones e impugnaciones. Y son las revistas, antes que los diarios o los libros, los vehículos privilegiados de los colectivos intelectuales para llevar a cabo sus estrategias de disputa hegemónica (21).

Resulta necesario explicitar que las estrategias de disputa hegemónica son múltiples y dependen de variados factores, desde económicos, relacionales, geográficos, hasta estéticos y creativos. Si en esta lectura ubicamos a una empresa editorial, como lo fue Editorial Titikaka, el panorama se complejiza, pues entran en juego estrategias publicitarias tendientes a intervenir en un mercado doble: el del libro y el de la revista, el de la literatura y el del periodismo.

En suma, en este trabajo daremos cuenta de las estrategias de intervención en el campo revisteril de principios de siglo XX que desplegaron los miembros del grupo Orkopata a través del Boletín como medio de difusión.3 Tal como adelantamos, éste constituirá una propuesta (auto)identitaria y (auto)publicitaria del medio.

Ande y la opinión de América

“Ande y la opinión de América” (1) es la frase inaugural del primer número de agosto de 1926 del Boletín. Dicha expresión funciona como encabezado de una serie de comentarios -más o menos breves- sobre el libro de Alejandro Peralta editado por él medio mes antes en la ciudad de Puno. El título resulta programático en múltiples sentidos que intentaremos desglosar a continuación. En primer lugar, vemos que se nombra al libro que dio razón de ser a la fundación del Boletín y, como mencionamos, todo el primer año de edición de la revista estuvo repleto de propagandas en pos de la venta del novedoso material del escritor puneño. Dato no menor, es que Alejandro Peralta es el hermano de Arturo Peralta (Gamaliel Churata), líder indiscutido de la editorial, del grupo Orkopata y del Boletín Titikaka. A este dúo debemos sumarle la presencia de Demetrio Peralta (Diego Kunurana), hermano menor y encargado de la mayoría de los grabados de la revista. En segundo lugar, el sintagma resulta programático porque continúa con “y la opinión de América”, lo cual implica, de buenas a primeras, que el libro ya había circulado por América y fue meritorio de opiniones que, posteriormente, se reproducirán en el boletín publicitario de la editorial.

En un artículo publicado recientemente, César Coca Vargas (2020), refiriéndose a la estrecha relación del Boletín con Ande, utiliza la metáfora de la erisipela para dar cuenta del funcionamiento que tuvo el dispositivo de propaganda del libro de Peralta:

De aquí, pues, que su primer año se haya visto impregnado por la “infección” de la propaganda y la búsqueda de la legitimación del capital simbólico de varios promotores culturales. En esta explícita relación de subordinación, Churata y los suyos tuvieron poco impacto en las revistas hegemónicas. Buscaron, en cambio, hacer participar a otros en su ETB4, con la pretensión de construir un espacio de respetable colaboración. De esta manera debe entenderse las decenas de nombres que se dieron a conocer a partir de la excusa de Ande (64).

Coincidimos con Coca Vargas en que los dispositivos de propaganda, como él los define, tenían como fin último la búsqueda de engrosar un capital simbólico cultural. De allí que las “citas de autoridad” desplegadas a lo largo de todos los números del boletín hayan sido tomadas como una estrategia indispensable. Sin embargo, no coincidimos con la valoración que supone la metáfora elegida por Coca Vargas. Desde nuestro punto de vista, el boletín promocionaba el libro por medio de modalidades publicitarias bastante aficionadas e inaugurales y, a la vez, corrientes en las revistas de la época. Veamos algunos ejemplos:

Le hemos comunicado los varios juicios pronunciados en américa i europa sobre ande nuestro poemario puneño ¿lo ha leído usted? COMPRELO (15)

La gran circulación de este boletín nos permite asegurar a todo anunciador completo éxito si, persuadido de esta ventaja, nos envía sus órdenes (32)

La ardua labor que se ha impuesto la “Editorial Titikaka” acaso quedaría incompleta sino difundiera el éxito de sus publicaciones y no anunciara las que va a iniciar de inmediato. Tal el objetivo de este boletín. En el presente número ofrecemos un ramillete de valiosas opiniones suscritas por escritores eminentes de Indoamérica, desde el gran poeta Enrique González Martínez, hasta Oliverio Girondo (...) Y así iremos ofreciendo en sucesivos números las opiniones producidas con motivo de “ANDE”, opiniones periodísticas de gran valor y que evidencian nuestro triunfo editorial y cimientan el prestigio del poeta Alejandro Peralta (1).5

Las “opiniones periodísticas de gran valor”, emitidas por “escritores eminentes de indoamérica” funcionan, entonces, como una de las estrategias de búsqueda de legitimidad preferidas por los orkopatas. A ellas dedican la mayor extensión en el pliego del papel durante el primer año de la revista. Dicha estrategia adquiere mayor sentido si tenemos en cuenta que nos encontramos en el momento de surgimiento de la voz alternativa de los jóvenes puneños, los cuales, a la vez que repelen al discurso hegemónico capitalino, necesitan palabras de validación de escritores consagrados. De allí que entablen una relación dual con Lima: la rechazan en pos de gestionar un discurso andino propio, a la vez que se sirven de escritores centrales (peruanos o extranjeros) para catapultar esos mismos discursos emergentes. Así, por ejemplo, en el número de septiembre de 1926, aparece un comentario titulado “La palabra de Chocano”. En él, el escritor afirma que “un poeta ha surgido del Gran Lago de que surgiera el Inca” y continúa: “es un gran poeta incaico” (6), también hay fragmentos con títulos como “Opinión de un maestro”, referido a Ramón Gómez de la Serna (6), “Opinión de un catedrático” (48) por Alberto Ureta, entre otros.

Si bien no nos detendremos en cada comentario sobre Ande, sí resulta significativo mencionar que muchos de ellos posicionan a Alejandro Peralta como el representante de un arte “auténtico”, “verdadero”, “original”. En otras palabras, Peralta es el portavoz de la novedad estética de los jóvenes serranos, apegados a la tierra, al indio, pero con proyecciones vanguardistas y, por lo tanto, modernas. De esta manera, se reivindica la descentralización y alejamiento del arte limeño, oligárquico y vencido, en pos del traslado hacia un nuevo foco referencial y enunciativo radicado en la sierra. Apuntamos dos cuestiones más al respecto: primero, el hecho de que la supuesta colección que inauguraría Ande se adjetivó como “plebeya” y, por lo tanto, al decir de Coca Vargas, con este gesto ubicaron su lugar de enunciación como élite intelectual regional (56) de un discurso social emergente (Mamani 2016 b: 8). En segunda instancia, es posible identificar una constante alusión al posicionamiento geográfico. En ella, Puno aparece desde una doble representación: como lugar cargado de misticismo originario por el Titicaca y su entorno cultural y simbólico, y como urbe en proceso de modernización y efervescente de renovación.

Si su arte en sí y como valor genérico merece elogios y cariño, en relación a nuestro pueblo, más amado por más pequeño, ese arte es digno de cualquier admiración. Hay que aplaudir hasta el esfuerzo tipográfico. La edición es digna de una gran ciudad y a través de ella nuestro Puno aparece magnificado y embellecido. Diríase que es una vasta urbe fecunda en artistas y múltiple en personas florecidas de sensibilidad y de imaginación (1).6

Alejandro Peralta es oriundo de Puno y claro está, en su juventud, que es un estandarte en sus manos, hay la fortaleza de las montañas y el aliento sutil de las brisas que limpian y aclaran la pupila verde del Titicaca (…) En el círculo de su alma yo veo como rayas de sangre, todas las diagonales de la vida moderna de nuestra época destripadora feroz de la vieja retórica y de todos los sentidos caducados de la lógica y el pensamiento tradicionales (5).7

Ahora bien, siguiendo a Coca Vargas, el autor caracteriza como un dispositivo de propaganda al hecho de que la Editorial Titikaka se valga del elemento geográfico de publicar desde los cuatro mil metros sobre el nivel del mar-y nada menos que desde la ciudad del Titicaca- para impactar en su público a través de la exotización. A partir de esto, podemos suponer que el Boletín no parece estar buscando destinatarios en sus coterráneos; sin embargo, al mismo tiempo, se propone desde sus páginas una “alianza” entre las provincias serranas, hermanadas en su intento de pugnar un lugar enunciativo de alcance nacional y continental.

La comunidad serrana y la circulación continental

En este apartado presentaremos de manera sucinta dos estrategias más de autolegitimación muy utilizadas en el Boletín. La primera de ellas tiene que ver con el hecho de promover una supuesta integración regional serrana, lo que, intuimos, buscaba dotar de mayor fuerza la propuesta estético-ideológica del andinismo. Podemos caracterizar a éste como una especie de credo en la supremacía de la región andina, enarbolado en discursos como los de Federico More, reproducidos en las páginas de ésta y otras revistas amigas; así como también en muchas otras contribuciones que pusieron el foco en la potencialidad creativa del entorno serrano. Aparejada de una pugna por la nacionalidad, en el sentido de integración de los espacios altos en la idea de nación, basada, a su vez, en un sustento de “autenticidad” de los habitantes andinos. Por lo tanto, el andinismo se proclama como una irrupción anticentralista que nuclea a diferentes grupos juveniles serranos. A manera de ejemplo, citamos un artículo que envía Emilio Romero desde Lima, al que titula “La sierra y un gran poeta”. “Ha nacido en “ANDE” el más grande cantor de nuestras sierras”, manifiesta el escritor. Y continúa, utilizando la primera persona del plural: “Para nosotros, los que hemos nacido y hemos formado nuestro espíritu en las cordilleras, sólo una opinión: la que nos formamos nosotros mismos!” (46). En la afirmación realizada la legitimidad de la palabra está dada por el hecho de haber nacido y vivido en el territorio cantado por Peralta. Dicha condición de existencia lo habilita “para gozar de esta delectación íntima, es preciso conocer y haber vivido el paisaje de la sierra (…) Precisa conocer la sierra, haber vivido cerca del indio, en su propio paisaje grandioso para comprender la belleza de estos versos” (47). Concluye Romero:

Nosotros, antiguos enamorados de la sierra por su naturaleza inmensa, bella y sugeridora de pensamientos nobles, no hemos oído otra voz más grande que la de “Ande”… Es extraño. Inmenso. Es la sierra misma. Es el Ande. Es único. Sugiere un estudio profundo (47).

El “afán integracionista de los intelectuales serranos” (López Lenci: 40) se traduce en el Boletín en los comentarios sobre otras revistas cercanas (geográfica o ideológicamente), como La Sierra o Kúntur, a las cuales Churata dedica palabras celebratorias:

En el Perú, y con valor perfectamente histórico, hay una tendencia a suprimir la acción absorbente del centralismo para repartir en el resto del país el beneficio del presupuesto (…) Y esta revista de Guevara tiene parecida finalidad, aunque ya no en el terreno político, sino solamente ideológico y artístico; por eso al dar volumen a su voz, busca el asiento del centralismo y pretende reflejar la modalidad andina. Su esfuerzo es laudable y su cosecha parece nutrida. Tiene cordialidad y don persuasivo. El aprecio de que goza en la sierra es casi general (102).

Esta revista cusqueña es el expositor más valiente de un momento peruano. Lo que digimos sobre la “Sierra” hay que aplicarlo a “Kuntur”. En el Perú existe conciencia anticentralista que se define por el panfleto, como en “Kuntur” o por la incursión estética, como en el caso de este boletín y de su obra. Pero existe El Libro de More, “Deberes, etc.” más otros francamente anticentralistas, indican la supervida de electrones regionalistas en el Perú, en número y vitalidad, suficientes para transtornar la incómoda demarcación política de hoy (103).

Las revistas amigas se nuclean en el campo revisteril a través de alianzas. De este modo, pasan a funcionar como bloques propulsores de legitimidad (salvando las diferencias que cada una imprime a su personalidad). A través de las menciones cruzadas, las reseñas o los colaboradores que migran de revista en revista, se termina generando una autorrepresentación asociada a una juventud beligerante, novedosa, amplia y anticentralista.

La segunda y última estrategia de legitimidad que relevamos consiste en instalar una idea de continentalismo y apertura, aunque esto no se puede constatar fehacientemente que haya sido correspondido con los hechos fácticos. Al leer el Boletín, notamos un intento constante de demostrar la amplia circulación del volante, las alianzas con los más diversos destinos, los flujos de escritos y escritores, entre otros elementos, que generan la autorrepresentación continental mencionada. Ahora bien, estas formas de materializar vínculos, circulaciones, articulaciones con intelectuales, entre otras, constituyen, desde nuestra lectura, estrategias discursivas de autorrepresentación ligadas a la construcción de la legitimidad del Boletín.

Ahora bien, a partir de una serie de investigaciones que venimos desarrollando desde la perspectiva de las redes de religación (Zanetti 1994), es dable recalcar aquí que la construcción de esta autorrepresentación está asentada sobre lazos efectivos entre Puno y diferentes espacios en el caso argentino (Fleming 2020; Fleming & López 2020). Sin embargo, más allá del estudio de redes con Argentina, no contamos con aportes críticos suficientes que nos permitan ratificar que la circulación continental fue más que simbólica o pretendida.8

Si nos remitimos al análisis discursivo, hay, desde el inicio, un gesto significativo: mencionar el país desde donde fueron enviadas las colaboraciones y no el país de nacionalidad de sus productores. Por lo tanto, muchos textos de escritores peruanos aparecen suscritos desde diversos destinos, lo que genera una imagen de internacionalización de la revista. La justificación del Boletín para dicha elección tan particular se hizo esperar hasta el número de abril de 1928:

Algunos nos piden cortésmente que expliquemos las razones por qué al publicar sus escritos consignamos el país de su residencia y no el de su nacionalidad, siendo así que BOLETÍN TITIKAKA pretende juntar en haz las nuevas fuerzas ideológicas que cada uno de nuestros países atesora. Aunque satisfacerlos exigiría mayor discurso, en pocas líneas ensayaremos obedecer. Creemos-y este ha sido nuestro criterio inicial-que los escritores indoamericanos por lo menos, ya que sería espasmódico esperarlo por ahora de los gobiernos, debieran realizar el continentalismo dando al país en donde se encuentran la misma importancia sentimental que al de su nacimiento (81).

El continentalismo, entonces, amparado bajo las coordenadas del indoamericanismo, sería el fundamento de hermandad entre las naciones americanas, y de dicha hermandad el grupo Orkopata se manifiesta como un activo participante. Por su parte, la idea de circulación, además, se refuerza por medio de algunas secciones específicas del Boletín, como ser “Nuestros canjes”. Allí se reseñan revistas de variada índole o “Periódicos libros revistas comentarios”, con similar finalidad.9 Lo que advertimos en estas acciones es la voracidad lectora del comité de la revista, que está por lo general representado en la figura de Gamaliel Churata. Como es sabido, él ejerció de encargado en la Biblioteca Municipal de Puno y fue corresponsal de Amauta en la misma ciudad. Por lo tanto, muchos testimonios lo registran como un habilitador de lecturas, como un puente de comunicación a partir de los espacios mencionados (Ayala 2017). De la misma manera, José Tamayo Herrera (1982) sostiene que el propio formato ágil del Boletín, constituido por dos hojas que forman cuatro páginas plegadas, fue diseñado para ser enviado fácilmente por correo. En otras palabras, todo el universo discursivo del Boletín, desde su constitución material, su contenido y colaboradores, hasta aquellas leyendas de “Circulación continental” impresas en sus números, demuestra un afán de exportación, de “irradiación cultural” (Mamani 2016 b) e interpelación en un contexto no local. Por lo tanto, pocos rastros quedan de las limitaciones geográficas de un lugar como Puno, que no tuvo los mismos medios de acceso y circulación que otras ciudades centrales.

Conclusión

Los jóvenes intelectuales puneños nucleados en el grupo Orkopata ensayaron una serie de estrategias de legitimación en el vehículo de trasmisión de ideas que fue el Boletín Titikaka. A lo largo de sus cuatro años de vida, este volante editorial devenido en revista político cultural impulsó una propuesta (auto)identitaria y (auto)publicitaria que pugnaba por encontrar su sitio discursivo en el campo revisteril de principios del siglo pasado. Algunas de las estrategias privilegiadas por este grupo fueron la publicidad del libro Ande de Alejandro Peralta, a través de citas de autoridad de escritores destacados del ámbito cultural local e internacional, para validar su calidad como material novedoso, auténticamente andino, baluarte de las juventudes puneñas. Esto implicó un gesto de descentralización de las estéticas limeñas entendidas como vencidas, aunque se valieron en muchas ocasiones del respaldo de la capital para aumentar el prestigio del grupo. Los dispositivos de propaganda relacionados al libro inicial de Peralta, a su vez, instalaron la idea de una circulación continental previa, lo que se tradujo en una batería de respuestas de escritores de diferentes puntos cardinales.

Otro de los dispositivos de propaganda fue la construcción de una representación ambivalente de Puno, en tanto sitio simbólico asiento de una cultura ancestral y, a la vez, irradiador de manifestaciones culturales vanguardistas. Ello implicó, por un lado, la exotización del territorio para apelar a lectores de contextos geográficos diversos; mientras, por otro lado, se generó la idea de una conexión internacional mediante canjes, reseñas, colaboradores cruzados, y demás elementos que supondrían una gran apertura internacional, más asociada a ciudades cosmopolitas.

Por último, los promotores del Boletín buscaron generar alianzas entre revistas serranas “amigas” dentro del campo revisteril de izquierda, lo cual manifiesta un movimiento provincial importante de autolegitimación en pos de posicionar un discurso anticentralista, andinista, vanguardista y juvenil, con el consiguiente impacto en los relatos sobre la identidad y la nación peruanas.

* María Lucila FlemingesProfesora en Letras por la Universidad Nacional de Salta (Argentina); Magíster en Literaturas de América Latina por la Universidad Nacional de San Martín (Argentina); Doctorando en Letras en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina) y becaria doctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina).

Referencias bibliográficas

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Tamayo Herrera, José (1982). Historia social e indigenismo en el Altiplano. Lima: Ediciones Treintaitrés. [ Links ]

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1 Para más detalles sobre estas revistas revisar el libro de López Lenci citado en bibliografía.

2A partir de ahora, todas las citas del Boletín Titikakaserán tomadas de la edición facsimilar del año 2016, consignada en bibliografía.

3A partir de ahora nos referiremos a la revista como Boletín para cualquiera de sus etapas, aunque también utilizaremos la nomenclatura “boletín” para referirnos al tipo particular de subgénero revisteril.

4El crítico peruano realiza una diferenciación al momento de citar la revista puneña, a la cual llama “boletín orkopata” de manera general, y luego ETB, es decir, Editorial Titikaka Boletín, para referirse a la primera trayectoria del medio.

5El resaltado es propio.

6Federico More desde Buenos Aires.

7Federico Bolaños desde Lima.

8Para las redes entre el Boletín y México ver Vilchis Cedillo, A. (2010). “Boletín Titikaka (1926-1930): literatura y política en el corazón de los Andes”. En R. Crespo, Revistas Literarias en América Latina: proyectos literarios, políticos y culturales, 149-175. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Ediciones Eón. Para las conexiones con Brasil ver Mamani, M. (2011) "Mário de Andrade visto por Gamaliel Churata". En Cuadernos literarios, año VI, número 9. Lima: Universidad Católica Sedes Sapientiae, 37-55.

9Cynthia Vich, en su estudio ineludible consignado en bibliografía, realiza un inventario de las revistas con las que el Boletín Titikaka manifestó sostener canjes.

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