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Relaciones internacionales

versión On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.30 no.60 La Plata ene. 2021

 

Lecturas

La Disputa por el poder global. China contra Estados Unidos en la crisis de la pandemia

Leandro Dario1  2  3  4 

1UDESA

2Universidad de Barcelona

3 FLACSO

4Diario Perfil

Actis, Esteban; Creus, Nicolás. La Disputa por el poder global. China contra Estados Unidos en la crisis de la pandemia. 2020. Capital Intelectual, Buenos Aires: 288 p. ISBN: ISBN: 978-987-614-616-6.

La competencia estratégica entre Estados Unidos y China está destinada a convertirse en el tema más influyente, decisivo y ordenador de las Relaciones Internacionales durante el siglo XXI. La superpotencia establecida observa con preocupación cómo la superpotencia en ascenso converge velozmente económica, militar y tecnológicamente, convirtiéndose en un retador geopolítico y geoeconómico con capacidades para competir por el liderazgo global, con las implicancias que eso tiene para el resto de los actores del sistema internacional.

La pandemia, en tanto, fue el evento disruptivo y sistémico que conmovió nuestras vidas en el corto plazo, al matar a millones de personas y provocar el colapso de los sistemas de salud, confinar a cientos de millones en sus hogares, sumir al mundo en una recesión económica pronunciada, y generar disrupciones en las cadenas globales de valor y contracciones en el comercio internacional.

Esos acontecimientos generaron múltiples interrogantes. ¿Por qué la pandemia fue tan mal gestionada a nivel global, con prácticamente nula cooperación entre las grandes potencias? ¿Cómo la crisis de liderazgo mundial ahondó la crisis sanitaria? ¿Por qué Estados Unidos culpó a China por la aparición del Covid-19 y cómo esa acusación influyó en la disputa por el poder global? ¿Hay una transición hegemónica indefectible o se trata de una disputa cuyo resultado es incierto y está lejos de saldarse? ¿Cuáles son las intenciones de China: construir un nuevo orden internacional a su imagen y semejanza o mantener el actual, al que supo insertarse y convertirse en uno de sus principales accionistas? ¿La competencia entre Washington y Beijing culminará en una guerra? ¿Estamos frente a un siglo americano o uno chino?

Esos interrogantes son abordados en La disputa por el poder global, de Esteban Actis y Nicolás Creus, internacionalistas egresados de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y profesores de esa casa de estudios. El ensayo, editado por Capital Intelectual, aborda fenómenos complejos de una manera didáctica y pedagógica, volviéndolo interesante no sólo para los especialistas sino también para un universo de lectores más amplio, diverso y ecléctico.

El libro consta de cuatro capítulos. El primero define la pandemia como el tercer acontecimiento de impacto sistémico en lo que va del siglo XXI, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera de 2008. La irrupción del Covid-19 fue un gran evento disruptivo en el sistema internacional, que condicionó el comportamiento de todas sus unidades e impactó en todas sus dimensiones. Los autores de la obra concluyen que no se trató de un cisne negro, sino de un “cisne verde”, es decir, un acontecimiento de alto impacto derivado de desequilibrios medioambientales, sociodemográficos y sanitarios. Sabíamos que podía suceder algo así, pero no sabíamos cuándo ni dónde sucedería, subrayan Actis y Creus.

El segundo capítulo aborda los desequilibrios que arrastraba el mundo antes del Covid, acelerados y acentuados por la pandemia. Titulado “Las fuerzas profundas”, en un guiño retórico al concepto acuñado por Pierre Renouvin y Jean Baptiste Duroselle e indaga sobre las tendencias que ejercen presión sobre el orden internacional actual. El recorrido es exhaustivo y riguroso: abarca desde un crecimiento económico anémico (la japonización) y una productividad estancada, destaca el agotamiento de las políticas monetarias y fiscales, alerta sobre el peligro de una crisis de deuda global pública y privada, remarca el impacto del proteccionismo en la contracción del comercio internacional, adelanta la relocalización de las cadenas globales de valor y la robotización del trabajo, se explaya sobre el impacto de la Cuarta Revolución Industrial en las Relaciones Internacionales y la economía, aborda la desigualdad y el malestar con la globalización, y analiza la consecuente emergencia de nuevos liderazgos, entre ellos, el conservadurismo popular.

El tercer capítulo trata sobre la crisis del liderazgo global, que se da en un contexto de “difusión” y “transición” del poder. El primero de ellos está vinculado con la complejidad de las agendas transnacionales, que, según Randall Schweller, profesor de la Universidad de Ohio, determina la configuración de un mundo “entrópico”. La transición apunta a una disputa de poder entre Estados Unidos y China. Como explicó el internacionalista Joseph Nye, hay un movimiento del poder en sentido horizontal (de un Estado hacia otro y de Occidente a Oriente) y otro en sentido vertical (de actores estatales a no estatales). La crisis de liderazgo quedó más en evidencia ante la emergencia de la pandemia. Sin la cooperación de las dos superpotencias, no hay posibilidad de proveer bienes públicos globales, sostienen Actis y Creus. El G0 tiene lugar en un mundo desordenado, caótico e incierto. Según los autores, sólo en un G2, donde las superpotencias cooperen en áreas de interés mutuo, habrá estabilidad financiera, políticas eficaces contra el cambio climático y respuestas ante eventuales nuevas pandemias. Mientras el concurso de las superpotencias es indispensable para enfrentar esos desafíos, otros actores, como los laboratorios que fabrican vacunas contra el Covid, tienen una silla asegurada en la mesa donde se discute el abordaje de esas agendas. La presencia del CEO de Pfizer, Albert Bourla, en la última cumbre del G7 en Carbis Bay fue una muestra de ello.

El último capítulo le da un sentido acabado al ensayo. Allí, los autores descartan la idea de una nueva Guerra Fría entre China y Estados Unidos y proponen una categoría conceptual para definir el orden internacional: el bipolarismo entrópico. Identifican dos polos de poder estatales preponderantes, de cuya dinámica de cooperación o conflicto dependerá la gestión de las tendencias globales disruptivas en un mundo donde reina la incertidumbre. Si la moneda internacional de reserva, unidad de cambio y medida de valor es el dólar, la falta de certezas, la complejidad de las agendas y las amenazas transnacionales son los pagarés que los actores del sistema internacional tienen que levantar.

El aporte novedoso de La disputa por el poder global está en el énfasis que los autores ponen en los peligros que enfrenta el mundo por la competencia hegemónica. Según ellos, el riesgo inminente no es caer en la Trampa de Tucídides, es decir, en una guerra provocada por el temor que genere en Estados Unidos el ascenso de China, sino en la Trampa de Kindleberger. Ahí, lo acuciante es el vacío de poder provocado por la crisis de liderazgo, en un contexto donde la potencia establecida no quiere y su retador no puede liderar. Para esquivar ese escenario, Actis y Creus consideran imperiosa una distensión en la relación bilateral que posibilite una sociedad de rivales o, parafraseando a Nye, una rivalidad cooperativa.

Los autores también analizan las debilidades estructurales que arrastraban a América Latina al irrumpir la pandemia y al tornarse más rígida la competencia estratégica entre las superpotencias. Según ellos, la región se encamina a una mayor “irrelevancia sistémica” en un contexto de mayor “relevancia estratégica”. ¿Seguirá Beijing ocupando espacios vacíos dejados por Washington o empezará a pisar callos? De cualquier manera, la región está desnuda y vulnerable para resistir amenazas, así como mal preparada para aprovechar oportunidades derivadas de la disputa por el poder entre los dos gigantes.

Tal vez lo que faltó fue un capítulo que abordase el impacto de la geopolítica de las vacunas. ¿Fue para Rusia, China y Estados Unidos un recurso para proyectar poder, o se trató de una estrategia diplomática para paliar parcialmente la ausencia de un bien público global? Cuando la escritura del libro concluyó, en agosto de 2020, la campaña global de vacunación aún no había comenzado, por lo que seguramente los autores tendrán mucho que escribir sobre ese tema en el futuro.

Algún lector podrá decir que el libro es sólido teóricamente y que aporta categorías analíticas que ayudan a pensar y entender la disputa hegemónica antes y durante la pandemia. Tampoco se equivocará al argumentar que cuenta con un prólogo, escrito por Andrés Malamud, que invita a la lectura de las páginas siguientes, abriendo de par en par un mundo que intuye interesante. Allí, se advierte que los autores son plurales teóricamente y eclécticos metodológicamente, y que gambetean la hiperespecialización abrazados a una mirada interdisciplinaria. Seguramente ese lector estará en lo cierto; no es mi intención contradecirlo. Pero creo que el aporte fundamental de La disputa por el poder global está en el camino que abre para la divulgación de las Relaciones Internacionales. Con una segunda edición ya en las librerías, le torció la mano a algunos prejuicios de la industria editorial, la academia y, también, los medios de comunicación. ¿Puede un libro sobre política internacional tener éxito editorial, entendido éste como la reimpresión ante la demanda de sus lectores? La respuesta es un sí rotundo.

¿Por qué le abre las puertas a la divulgación? En primer lugar, aporta contenido al debate público, en un país donde se entablan pocos debates profundos, estratégicos y constructivos. En segunda instancia, saca el conocimiento de las aulas y lo lleva a las calles. Ya no sólo los investigadores, docentes y alumnos discutirán qué amenazas y oportunidades enfrenta Argentina en la disputa entre China y Estados Unidos, sino ahora también lo harán los trabajadores, diplomáticos, empresarios y, por qué no, los decisores políticos. Esa apertura de la disciplina no tiene que generar temor. Al contrario, es un motivo para celebrar y expandir el horizonte de las Relaciones Internacionales.

Acceder a una educación universitaria en un país donde seis de cada diez niños son pobres es, sin dudas, un privilegio. Que esa educación sea en una universidad pública –como fuer el caso de Esteban Actis y Nicolás Creus– más que un privilegio es una responsabilidad enorme con la sociedad que contribuyó a que esa instancia existiese. Escribir un libro, al igual que hacer docencia, implica devolverle a la comunidad un poco de lo que aprendieron en su formación. Y hacerlo de una forma didáctica, pedagógica y accesible para aquellos que no pudieron, no quisieron o no supieron hacer ese recorrido académico tiene un mérito adicional. Explicar con claridad procesos políticos, económicos y sociales complejos es un arte extremadamente difícil de ejecutar y muchas veces menospreciado por aquellos académicos que se encierran en su torre de marfil. Versionando el refrán popular: “lo bueno si es simple es dos veces bueno”.

El libro abre las puertas para que más investigadores escriban obras de divulgación y artículos en medios de comunicación, participen en coloquios del sector privado y asesoren al sector público. Ser riguroso en la investigación no significa ser rígido en el pensamiento. La academia no debiera rehuir debates fuera de los claustros; por el contrario, sería saludable que participara más de ellos.

Los autores dicen que, con su obra, no pretenden transformar la realidad, sino sólo surfearla. Buscar nuevos formatos para hacer inteligible fenómenos complejos (o surfearlos) es una tarea indispensable en el mundo que enfrentamos. Lo que pasa en la escena internacional afecta tanto a un empresario que busca internacionalizar su pyme como a un dirigente político que negocia la compra de vacunas para su distrito. Pero, además, impacta en la vida cotidiana del ciudadano de a pie. Por eso, es imprescindible que ensayos como La disputa por el poder global se multipliquen, que con rigor se aborden fenómenos complejos con un lenguaje accesible y que esa rigurosidad no aplaste el asombro del lector que se asoma por primera vez a las Relaciones Internacionales.

No sé si los autores lograron surfear el mundo, como sostienen en el prefacio. Pero, sin duda, aportan elementos para que otros se animen a subirse a la tabla y navegar por las peligrosas, inciertas y turbulentas aguas de la política internacional.

Los que estén en ese camino… ¡Bienvenidos al surf!

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