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Relaciones internacionales

versión On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.30 no.60 La Plata ene. 2021

 

Lecturas

Sensible Politics: Visualizing International Relations

Magdalena Ponce1 

Ignacio Rivas Plutman2 

Gustavo Alfonso Morales Sánchez3 

1IRI - UNLP/USAL

2IRI – UNLP / UNVM

3IRI – UNLP / UNAM, México

Callahan, William A.. Sensible Politics: Visualizing International Relations. 2020. Oxford University Press, Nueva York: 364p. ISBN: ISBN: 9780190071738.

La influencia y el impacto de lo visual en la política internacional ha ido en aumento en las últimas décadas, no sólo en la configuración de los acontecimientos políticos, sino primordialmente en nuestra comprensión de ellos. En su obra “Sensible Politics: Visualizing Internacional Relations” (2020), William Callahan busca reflejar, desde un lente poco convencional, los aspectos multisensoriales que provocan las Relaciones Internacionales, convirtiéndose así en uno de los primeros libros que tratan el análisis de la visualidad, la política multisensorial y las relaciones internacionales.

Callahan es politólogo y doctor en Ciencias Políticas, profesor de Relaciones Internacionales en la London School of Economics especializado en estudios asiáticos y chinos, y ha trabajado durante su carrera con temas relacionados al aspecto visual y sensorial de la política internacional. Ejemplo de esto son los cortos documentales “China Dreams: The Debate” (2015) y “Toilet Adventures” (2015).

Tanto las imágenes como los textos son representaciones de un discurso y provocan emociones en quienes los ven o leen. Callahan va más allá y habla sobre el poder de las imágenes para construir realidades sociales, las herramientas del framing y los usos para explotar esos recursos. Plantea que, como las imágenes pueden conmovernos de maneras inesperadas, estas deben ser apreciadas no sólo en términos de su valor ideológico, sino también en términos de su valor afectivo; es decir, no sólo por lo que significan, sino también por los sentimientos que nos provocan, tanto individual como colectivamente.

El autor comienza su obra desarrollando la díada “visibilidad / visualidad” con el fin de construir un nuevo marco de análisis por el cual podrían conceptualizarse nuevas formas de hacer Relaciones Internacionales. Su tesis inicial se centra en que las características visuales de las Relaciones Internacionales suman mucho más que ilustraciones representativas de un hecho particular, además de tratar de provocarla de manera creativa (p. 24). Los artefactos, las imágenes o los videos conforman una poderosa herramienta sobre la cual puede pensarse y construirse la política internacional, pero ¿de qué manera?

El autor apunta a notar que a partir de los hechos se puede observar la existencia de un plano estructural que enfoca y restringe el objeto de atención hacia particularidades intencionadas. Haciendo un uso crítico de la hermenéutica, Callahan busca revelar lo oculto, la existencia de un fetiche en la forma en que pensamos las Relaciones Internacionales, y propone que es posible desarticular la posición hegemónica, enfrentar la ideología subyacente y abrirse camino para pensar visualmente. La estrategia de visibilidad tiene como objetivo desviar la mirada crítica del contenido al contexto, para considerar el quién, cuándo, dónde y cómo de la construcción social de lo visual. La noción cambia según el encuadre y la lente con la que nos acerquemos. El objetivo de la visibilidad es justamente descubrir lo que a simple vista no es posible de dar cuenta.

Sin embargo, Callahan argumenta que la estrategia de visibilidad no es suficiente. Si bien “pensar visualmente” (thinking visually) es importante, también debemos considerar el “sentir visualmente” (feeling visually) en la política internacional. Así, pues, aborda la estrategia de visualidad, planteando que existe un sentido intencional entre cómo está construida la imagen y cómo nos hace sentir: “Feeling visually, and how the image is constructed and how it makes you feel” (p. 32).

Pero, ¿cómo hacer política a través de los sentidos? El autor lo plantea a manera de un equilibrio entre teoría y praxis, en donde el pensamiento subjetivo, más precisamente el inconsciente, se ve gravemente influenciado por el sentido de las imágenes: “Visual artifacts can mobilize people in ways that differ from State policy decisions that are the result of rational policy analysis” (p. 35). De esta manera, la reacción de las personas revela que el plano emocional tiene sólidas implicancias en la manera en que se movilizan. Por ende, lo provocativo puede pensarse como una herramienta que posibilite también una respuesta o una interpretación política desde lo emocional.

Entonces, mientras que la estrategia de visibilidad trabaja para revelar la construcción social de lo visible, la estrategia de la visualidad revela la construcción visual de lo social y el desempeño multisensorial de lo internacional, es decir, analiza cómo las imágenes adquieren significado y valor, y cómo pueden generar entre las personas "comunidades afectivas de sentido" (affective communities of sense) guiadas por ideas políticas, morales y éticas. Las personas visualizan el mundo en el que quieren vivir.

El autor aborda en profundidad las tendencias, en el campo de las relaciones internacionales, sobre lo visual para examinar cómo se ha utilizado la estrategia de visibilidad para deconstruir las imágenes con el fin de develar la ideología oculta que traen aparejadas. Uno de los principales enfoques analíticos de la política visual internacional es el “giro estético” (aesthetic turn) en las Relaciones Internacionales, según el cual debemos abordar los aspectos interpretativos de la política internacional y tomar como fuentes a la poesía, el arte y el cine. Sin embargo, considera que el giro visual en las Relaciones Internacionales va más allá del “giro estético” que analiza la "construcción social de lo visual" y el poder de las imágenes. También explora la "construcción visual de lo internacional" en términos de sentido corporal, emocional y de experiencia.

Para ejemplificar esto, el autor toma el cine y la acción propia de hacer películas como una actividad creadora de nuevas sensibilidades en la política internacional y como un método innovador para producir conocimiento, que debe apreciarse tanto por su valor ideológico como su valor afectivo como por cómo conecta a las personas. El cine ilustra la combinación de la estrategia de visibilidad, lo que un evento puede “significar” como construcción social de lo visible y la estrategia de visualidad, lo que puede “hacer” como provocación visual de lo social. Asimismo, el cine incorpora nuevos sentidos de la política internacional, al relatar hechos cotidianos y relaciones personales y considerar las emociones de los personajes.

Por otro lado, Callahan analiza la construcción de díadas o binomios con el fin de superar la contraposición entre los distintos conceptos y lograr yuxtaponerlos para enriquecer su análisis. Hace una revisión de las duplas que han caracterizado al estudio de las Ciencias Políticas desde mediados del siglo XX y principios del XXI, para compararlas con una dimensión radicalmente opuesta, como lo son las díadas chinas wen / hu. El resultado es un imperativo para deconstruir la identificación de Occidente con la civilización, que reproduce la relación civilización / barbarie constantemente. Callahan plantea que el eurocentrismo es una dimensión ideológica que articula con éxito el campo discursivo, estableciendo formas binomiales de excluir al otro. Entonces, busca evitar las distinciones entre pares antagónicos, romper con las ideas hegemónicas y demostrar que son conceptos entrelazados, objetivo de la “política razonable” (sensible politics).

De este modo, el autor remarca los límites de la disciplina de las Relaciones Internacionales. Muestra con ejemplos cómo la agenda de investigación en el campo visual dentro de la disciplina está limitada por su modo hermenéutico de análisis y por su enfoque estrecho sobre las imágenes occidentales (europeas y estadounidenses) en relación con la seguridad y guerra. Para superar esos límites, utiliza el análisis comparativo y la estética crítica, combinando prácticas y experiencias de diferentes tiempos y lugares, y distintas díadas, como las de visibilidad / visualidad, ideología / afecto, este / oeste y gobernanza / resistencia cultural. Sostiene, así, que “[s]ensible politics aims to avoid such East / West and Self / Other reversals (…) seeks to learn from Middle Eastern, Chinese, and Asian concept, practices, and experiences of visual international politics as a way to resist the hegemonic Eurocentric framing of analysis” (p.54).

Para cuestionar el enfoque hermenéutico que se utiliza para aplicar la teoría de la securitización dentro de la política visual internacional, toma el conflicto que surgió entre Corea del Norte y Estados Unidos por la película “The Interview”. Este enfoque sostiene que las imágenes visuales pueden moldear los acontecimientos de la política exterior a través de su inmediatez, circulación y ambigüedad. Desde siempre la visualidad ha sido clave para hacer la guerra. Sin embargo, el autor plantea que debemos examinar cómo las imágenes pueden modificar afectivamente el orden social y mundial, no sólo evaluarlas según su grado de violencia. Aquí muestra cómo la estrategia de la visualidad ha generado nuevas “comunidades afectivas” al analizar los efectos que tuvieron los videos promocionales realizados por el Estado Islámico.

Retomando la dinámica entre gobernanza cultural y resistencia cultural, analiza lo visual como un lugar de resistencia al poder a través de la producción de obras críticas y desde lo ético en la política internacional. Ilustra este punto con el trabajo de Ai Weiwei, un artista y activista contra la opresión estatal china, como un testimonio de resistencia en el sentido tradicional de la palabra, así como una fuente de creación de “comunidades afectivas” que resisten creativamente a la estética política reinante.

Otro punto que Callahan esboza en su libro es que debemos ir más allá del análisis basado en fotografías y videos: no analizar sólo lo que significan las imágenes, sino cómo, junto con otros elementos, como las instalaciones artísticas, artefactos y materiales, pueden crear “comunidades afectivas”, demostrando de esta manera que la política internacional visual es una experiencia multisensorial.

En el último apartado del libro, el autor expone los ejemplos más visibles –nunca mejor dicho– de su pensamiento. La realidad no solo es una serie de elementos palpables, sino un conjunto de significados políticos construidos para un propósito específico. Para alcanzar su objetivo, propone la identificación de “artefactos visuales”, un concepto sutil que permite identificar cómo ciertos grupos políticos diseñaron con destreza ciertos dispositivos que visibilizan, o enmascaran, aspectos de la realidad y, en consecuencia, moldean la percepción de quien los lee u observa. Utilizando la diada visibilidad-visualidad, plantea que los mapas, la ropa, los jardines, los muros e incluso el Internet constituyen artefactos visuales para interpretar la realidad. Para Callahan, los artefactos visuales no son únicamente objetos, sino que constan de agencia.

El autor describe cómo los mapas no solo se leen, sino también se perciben. Se trata de construcciones políticas, representaciones de poder y entendimiento, con la capacidad de visualizar un orden social y mundial determinado. Esta virtud de los mapas forma parte de las narrativas tanto de los grupos dominantes como de los grupos subversivos. El Estado Islámico, por ejemplo, define el nuevo Califato a través de mapas que rechazan la existencia de los Acuerdos de Sykes-Picot. Para los miembros del Estado Islámico, el mapa del Califato no está conquistando nada: está reconquistando los territorios perdidos. Como señala Callahan citando a Mignolo, los mapas están hechos para conquistar la imaginación tanto de los conquistados como de los conquistadores.

La ropa también es considerada como un artefacto visual. El autor describe el uso del velo como un acto performativo entre las mujeres musulmanas en Francia. Al usar el niqab, las mujeres se abstraen del espacio público y, al mismo tiempo, se convierten en el centro de atención. La reacción, la visibilidad del acto, convierte el espacio personal en territorio de la religión, la nación y lo global. Incluso los concursos de belleza definen ideas dominantes –los cánones de belleza–, aunque también pueden ser espacios para reinterpretar la identidad de una sociedad. En Jamaica, por ejemplo, durante la década de los años 50 coronaron a más de una mujer con la intención de celebrar la diversidad étnica de la isla. Estas manifestaciones –lo que vestimos, dónde lo hacemos y quiénes lo hacen– constatan la importancia de lo visual en la política, ya que en ocasiones cuestionan el significado de lo convencional y, otras veces, exaltan la diferencia para contestar la norma.

El autor también explora la importancia de los muros y su significado. Si bien es cierto que su emplazamiento requiere de todo un aparato discursivo –como es el caso de Donald Trump y el muro entre México y Estados Unidos, o el Muro de Berlín–, la realidad es que los muros, como artefactos visuales, hablan más de sus autores que de los peligros o amenazas que pretenden contener o repeler.

En muchos casos, los muros son más un símbolo ideológico que una expresión de soberanía. China, por ejemplo, utiliza la Gran Muralla para dar cuenta de su posición de política exterior: adentro está la civilización y afuera la barbarie. Más aún, dan cuenta de su actitud defensiva en la política internacional: China no se expande, sino que se defiende de la llegada de los extraños.

Por último, Callahan advierte la importancia de traducir a los jardines como heterotopías: espacios polisémicos cuyo uso político transmite redención, memoria o entendimiento. Desde el caso del Templo Yasukuni –un espacio religioso dedicado a la hegemonía japonesa en el Pacífico– hasta los jardines chinos emplazados en más de 14 países como símbolo de buena fe durante la época de Deng Xiaoping, el autor insiste en mirar y percibir estos espacios como un mensaje político.

Por esa misma razón, decide pasar de la heterotopía de los jardines a la irregularidad del espacio cibernético. Si bien Internet está lejos de ser una imagen, es un artefacto visual en tanto le asignamos valores políticos convencionales, como libertad e independencia, al mismo tiempo que convive con contradicciones, como la persecución sobre Edward Snowden o el control cibernético de China sobre sus ciudadanos. El Internet, concluye Callahan, es la representación más gráfica de un mundo que cree lo que percibe, aún si sus sentidos le advierten de una interpretación mucho más profunda.

Para concluir, de lo general a lo individual y viceversa, en Sensible Politics, Callahan examina los complejos entramados que suponen establecer teóricamente la idea de una política pensada desde la sensibilidad. En la disciplina de Relaciones Internacionales, propone un balance entre teoría y praxis, y encuentra tanto ejemplos como experiencias empíricas que dan cuenta de la posibilidad de explorar lo sensible en términos de experiencias no verbales, no narrativas y no lineales. De esta manera, nos hallamos frente a una nueva concepción de la política internacional, conceptualizada como “visual politics”.

Desde la academia y los gobiernos han entendido y proyectado su concepción de la política internacional, imponiendo culturalmente categorías lingüísticas para enmarcar al sujeto internacional y así darle una entidad para poder dominarlo. Esta obra busca que el lector pueda repensar ese hecho, tratando de empujar el marco teórico más allá de los límites comúnmente aceptados, con el fin de explorar un recorrido sensitivo, donde –en la experiencia de lo sublime– encontremos los espacios multisensoriales que provocan de manera creativa a las Relaciones Internacionales.

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