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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

versión On-line ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.44 no.2 Buenos Aires dic. 2014

 

ARTICULO

El pensamiento Ilustrado y la arquitectura del hospital en Cuba durante el siglo XIX: utop­as y realidades

The Enlightenment thought and the hospital architecture in Cuba during the XIX century: utopias and realities

Henry Mazorra Acosta*

* Arquitecto. Facultad de Construcciones de la Universidad de Camag¼ey (1998). Especialista del Departamento de Arquitectura de la Oficina del Historiador de Camag¼ey. M¡ster en Conservaci³n de Centros Hist³ricos y Rehabilitaci³n del Patrimonio Edificado, Universidad de Camag¼ey (2004). Doctor en Ciencias sobre Arte por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla (2008). Es profesor titular de la Facultad de Construcciones de la Universidad de Camag¼ey y de la Filial del Instituto Superior de Arte de Camag¼ey. Ha obtenido el Primer Premio en los Salones Nacionales de Arquitectura (Cienfuegos 2009 y Guant¡namo 2011) dentro de la categor­a de "Teor­a Y Cr­tica". Ha impartido conferencias en Universidades de Iberoam©rica como la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, la Universidad Ricardo Palma en Lima y la Universidad de Buenos Aires.

Departamento de Arquitectura. Facultad de Construcciones. Universidad de Camag¼ey. Carretera Circunvalaci³n Norte Km 5 ½. CP 74650. Camag¼ey. Cuba. Email: henry.mazorra@reduc.edu.cu

RECIBIDO: 16 de octubre de 2014
ACEPTADO: 2 de febrero de 2015


RESUMEN

El hospital, como tipolog­a arquitect³nica, sufri³ una importante metamorfosis en la etapa de la Ilustraci³n. La marcada y creciente atenci³n de las administraciones pºblicas a este tipo de edificios, junto a las campa±as del pensamiento higienista de la ©poca, coadyuvaron a la creaci³n de modelos in©ditos, dentro de los cuales la ordenaci³n en pabellones fue la m¡s aceptada. Estos novedosos criterios sobre la arquitectura hospitalaria se manifestaron plenamente en Cuba durante el siglo XIX, donde se constatan diversas experiencias a lo largo de la isla. La contribuci³n de los ingenieros militares del ej©rcito espa±ol fue esencial para el desarrollo de estos conocimientos en territorios de ultramar, pues resultaron los principales proyectistas de dichos empe±os constructivos. El presente trabajo analiza los eventos relacionados con el edificio-hospital en las principales ciudades cubanas del per­odo decimon³nico y evalºa la importancia de estos hechos para la historia de la arquitectura cubana.

Palabras clave: Arquitectura cubana; Ingenieros militares; Arquitectura hospitalaria; Ilustraci³n.

ABSTRACT

The hospital, as architectural typology, suffered an important metamorphosis in the stage of the Enlightenment. The marked and growing attention of the public administrations to this type of buildings, besides the campaigns of the hygienists, they cooperated to the creation of unpublished models; in which the pavilion structure was the most accepted one. These novel approaches on the hospital architecture will show fully in Cuba during the XIX century, where diverse experiences are verified throughout the island. The contribution of the military engineers of the Spanish army was essential for the development of these knowledge in overseas territories, because they were the main planners of these constructive efforts. The present work analyzes the events related with the building-hospital in the Cuban main cities of the nineteenth period and it evaluates the importance of these facts for the history of the cuban architecture.

Keywords: Cuban architecture; Military engineers; Hospital architecture; Enlightenment.


INTRODUCCI“N

Lograr una atenci³n hospitalaria atemperada a las necesidades del pa­s y en conformidad con las exigencias modernas de las pr¡cticas m©dicas fue uno de los problemas que preocup³ constantemente a la sociedad cubana durante todo el siglo XIX. A la isla lleg³ paulatinamente la influencia del pensamiento ilustrado, el cual revolucion³ los temas de la arquitectura civil en dos sentidos fundamentales. En primer lugar propugn³ un mayor protagonismo y responsabilidad del Estado en cuanto a contenidos edilicios de repercusi³n claramente social como son el cementerio, el mercado, la c¡rcel y el hospital. En segundo t©rmino profundiz³ de forma radical en la concepci³n arquitect³nica de estas entidades c­vicas en funci³n de humanizarlas y perfeccionarlas segºn los nuevos preceptos de la modernidad. El hospital, como noci³n arquitect³nica, es sin dudas uno de los t³picos m¡s debatidos y substancialmente evolucionado durante este per­odo. Las trascendencias de estos sucesos se verifican en Cuba con particularidades propias.
Es preciso se±alar que hasta inicios del siglo XIX el grueso de las atenciones m©dicas las dispensaban las ³rdenes religiosas, ya fuera en los propios conventos o en inmuebles destinados a estos efectos. El cuidado de los enfermos y desvalidos se hac­a de forma caritativa por las congregaciones de esta vocaci³n, al mismo tiempo que las familias adineradas recib­an los servicios de salud a domicilio. La aparici³n de hospitales de nueva planta y administraci³n civil no implic³ la supresi³n de este comportamiento debido a causas evidentes. Nunca se erigieron la cantidad de hospitales requeridos para tales fines y por otra parte; las municipalidades, siempre empobrecidas econ³micamente, jam¡s lograron cubrir las necesidades de prestaciones m©dicas con la calidad y dotaci³n demandada. Aºn despu©s de las leyes desamortizadoras establecidas por la metr³poli para las propiedades eclesi¡sticas, las ³rdenes religiosas continuaron ocupando y desarrollando sus actividades hospitalarias en los monasterios. A partir del reconocimiento de estas circunstancias el presente trabajo se concentra en los acontecimientos arquitect³nicos de novedad relativos a las tipolog­as hospitalarias que tuvieron lugar en el contexto cubano. La selecci³n de las obras analizadas corresponde precisamente a un criterio de propuestas in©ditas para su ©poca y lugar, quedando fuera la gran cantidad de hospicios, meras barracas y edificios adaptados que se emplearon para usos hospitalarios.

LA ILUSTRACI“N Y EL DESARROLLO DEL EDIFICIO-HOSPITAL

En relaci³n con el tema que abordamos, resulta imprescindible una revisi³n conceptual de los contenidos en el ¡mbito europeo, ya que es all­ donde radican las fuentes de los paradigmas que posteriormente se verificar¡n en ultramar durante el siglo XIX. En la segunda mitad del siglo XVIII, Francia e Inglaterra dieron los pasos cardinales para la reforma de tipolog­as arquitect³nicas como la c¡rcel y el hospital. En territorio brit¡nico ocurrieron los primeros gestos de ruptura con la tradicional conformaci³n claustral, los ejemplos del hospital San Bartolom© en 1730 y el hospital naval cerca de la ciudad de Plymouth en 1756, significan los albores de la concepci³n pabellonaria. El v­nculo entre actividad militar y arquitectura hospitalaria es fundamental para comprender la evoluci³n de esta tem¡tica, "la ordenaci³n de los hospitales mar­timos y militares sirve de esquema a toda la reorganizaci³n hospitalaria del siglo XVIII" (Foucault, 1975, p.213). El nuevo edificio para la atenci³n m©dica necesita de mecanismos eficientes, disciplinados, ordenados, coordinados, inspeccionados, aspectos todos practicados y perfeccionados en los ambientes castrenses.
Fue en las instalaciones militares donde Florence Nightingale desarroll³ sus trascendentales conceptos sobre la figura del enfermero que tan notables avances trajo para la transformaci³n del hospital en terreno anglosaj³n. A trav©s del siglo XIX los ingleses continuaron perfeccionado los sistemas de salud pºblica y experimentaron con los esquemas de pabellones en las nuevas construcciones hospitalarias. En 1857 el arquitecto James Turnbull gan³ el concurso para la enfermer­a de Blackburn (Taylor, 1997, pp. 73-111) con un dise±o que se convertir­a en otro de los modelos m¡s utilizados en la centuria decimon³nica. Dicha soluci³n propon­a una sola galer­a longitudinal a la cual se conectaban a ambos lados, de forma perpendicular y alternada, los pabellones para los enfermos. Este concepto de ºnica galer­a como eje vertebral se repiti³ con variaciones en el hospital Herbert en Woolwich de 1864 (Fig. 1) y en el Hospital Santo Tom¡s de Londres terminado en 1871. Con estas obras Inglaterra estuvo a la vanguardia de las creaciones arquitect³nicas en asuntos de asistencia m©dica.


Figura 1:
Hospital Militar Herbert. Woolwich. Inglaterra. Planta general. Fuente: Labaig, E. (1883). Hospitales civiles y militares.

De igual importancia resulta el debate franc©s entre 1770 y 1789 en cuanto a la bºsqueda de un dise±o arquitect³nico ideal que solucionara los graves problemas existentes en los hospitales, pol©mica que fue dirigida y registrada en documentos oficiales por la Academia de Ciencias de Par­s (Vidler, 1986). Constituye un aspecto interesante c³mo los especialistas en medicina juegan un papel protag³nico en las propuestas vanguardistas para la concepci³n de hospitales. Los m©dicos constituyeron los principales promotores de ideas para transformar las instituciones de salud y sus cuestionamientos se refer­an esencialmente a la incompatibilidad entre soluci³n arquitect³nica, fundamentos de curaci³n y necesidades cl­nicas.
Por una parte los hospitales estaban abarrotados y en ellos se mezclaban todo tipo de enfermos, esta situaci³n termin³ propiciando la decisi³n de construir diversas instalaciones de mediano porte con funciones m¡s especializadas y mejores mecanismos administrativos, en detrimento del gran hospital aglutinador. La otra cuesti³n primordial para los higienistas fue la obsesi³n por la pureza y movimiento del aire en los recintos asistenciales, aspecto relacionado directamente con las decisiones arquitect³nicas. Lo inapropiado de la organizaci³n en claustros, predominante hasta ese momento, para lograr espacios con ³ptima ventilaci³n, determin³ la disposici³n en pabellones como el esquema a seguir. Los modelos expuestos terminaron siendo la obra conjunta de m©dicos y dise±adores, entre los presentados sobresalen el sistema radial de salas que convergen en un nºcleo central, y su contraparte la de pabellones dispuestos de forma uniforme, equidistantes y conectados a una galer­a de comunicaci³n. Esta ºltima fue la de mejor consenso y la finalmente trazada por el cirujano Tenon1 y el arquitecto Poyet en un proyecto con planta sim©trica de estirpe Beaux Arts donde en los lados largos de un vasto patio rectangular se ubicaban los pabellones como brazos paralelos, separados por espacios ajardinados y acoplados perpendicularmente a la galer­a de comunicaci³n que rodeaba dicho patio. En los lados cortos se encontraban de una parte el acceso principal con estancias administrativas y del otro la capilla (Fig. 2).


Figura 2:
Proyecto de Poyet para la Roquette. Par­s. Fuente: Durand, J. N. L. (1799). Recueil et parall¨le des ©difices en tout genre, anciens et modernes.

Este dise±o manifestado para los hospitales responde mayormente a razones pragm¡ticas. El anhelo ilustrado de garantizar instalaciones ³ptimas, racionales y dignas, se alcanza en dichos proyectos. La arquitectura se somete plenamente a la funci³n del tratamiento hospitalario.

El viejo esquema simple del encierro y de la clausura â€"del muro grueso, de la puerta s³lida que impiden entrar o salirâ€", comienza a ser sustituido por el c¡lculo de las aberturas, de los plenos y de los vac­os, de los pasos y de las trasparencias. As­ es como se organiza poco a poco el hospital-edificio como instrumento de acci³n m©dica: debe permitir observar bien a los enfermos, y as­ ajustar mejor los cuidados; la forma de las construcciones debe impedir los contagios, por la cuidadosa separaci³n de los enfermos: la ventilaci³n y el aire que se hacen circular en torno de cada lecho deben en fin evitar que los vapores delet©reos se estanquen en torno del paciente, descomponiendo sus humores y multiplicando la enfermedad por sus efectos inmediatos. El hospital â€"el que se quiere disponer en la segunda mitad del siglo, y para el cual se han hecho tantos proyectos despu©s del segundo incendio del H´tel-Dieuâ€" no es ya simplemente el techo bajo el que se cobijaban la miseria y la muerte cercana; es, en su materialidad misma, un operador terap©utico (Foucault, 1975, p.177).

Debido a las posturas funcionalistas en el nuevo concepto edilicio del hospital los aspectos formales quedan relegados a un segundo plano porque nada debe desvirtuar el objetivo principal del dise±o: conseguir espacios subordinados a los intereses de la medicina. El lenguaje neocl¡sico en boga, con sus banderas de austeridad y sobriedad, se aviene como la soluci³n perfecta y de este modo los escuetos detalles expresivos que presentan los planos provienen justamente del repertorio greco-romano. Aunque los eventos de la revoluci³n francesa retardaron la materializaci³n de estas ideas hasta bien entrado el siglo XIX con la conclusi³n del hospital Lariboissi¨re en 1854, el proyecto formulado por Tenon y Poyet tendr¡ una transcendencia importante. Su implantaci³n desde el ambiente acad©mico le otorg³ sello de autoridad, adem¡s de incorporarse en los planes de estudio. Asimismo fue difundido en las bibliograf­as m¡s reconocidas de la ©poca, por ejemplo Jean Nicol¡s Louis Durand lo elogia y plasma en sus dos importantes realizaciones te³ricas.
De manera sintetizada estas son las consecuencias del pensamiento ilustrado en cuanto al hospital como entidad arquitect³nica. Desde el punto de vista de la organizaci³n planim©trica existieron otras variaciones basadas en el concepto de pabellones aislados,2 pero siempre inspiradas en los modelos originados en Inglaterra y Francia, que sin dudas fueron los m¡s revolucionarios y reproducidos durante el siglo XIX.
En el entorno hisp¡nico se sentir¡n los ecos de los eventos en materia de higiene y asistencia hospitalaria que ya comentamos anteriormente. Los ide³logos de la administraci³n estatal reprodujeron los sistemas de pensamiento de los pa­ses vecinos m¡s avanzados en la tem¡tica (Jori, 2012) y se sucedieron sobre todo traducciones de las obras francesas con aportaciones genuinas en algunos casos. En lo tocante al desarrollo de los conocimientos sobre arquitectura de hospitales dentro de las academias espa±olas, igualmente se asiste a la reproducci³n y recopilaci³n de experiencias extranjeras, donde los m©dicos tambi©n acometieron una labor relevante (Arrechea, 1989). La situaci³n de la salud pºblica y la infraestructura hospitalaria en Espa±a fue siempre acuciante. En ocasiones por los eventos b©licos y otras veces por la deficiente gesti³n de las administraciones pºblicas, la creaci³n de nuevas instalaciones para el cuidado de la salud fue un fen³meno concerniente a las ºltimas d©cadas del siglo XIX y los ejemplos que pueden corroborarse son escasos. Cuba, bajo dominio colonial espa±ol, presenta una situaci³n cultural y socio-econ³mica muy semejante; sin embargo se desarrollan producciones arquitect³nicas hospitalarias que, tanto en nºmero como en rigor proyectual, contrastan con las que llegaron a levantarse en la metr³polis. La revisi³n de los casos cubanos nos permitir¡ un an¡lisis pormenorizado del hospital y su arquitectura. 

LA ARQUITECTURA HOSPITALARIA Y LOS INGENIEROS MILITARES

Ya hemos advertido sobre la relaci³n entre arquitectura hospitalaria y los ¡mbitos militares. Es significativo que el m¡s importante compendio decimon³nico sobre el dise±o del edificio-hospital lo haya elaborado un profesional vinculado profundamente al ej©rcito. Los hospitales modernos del siglo XIX, obra del ingeniero franc©s Casimir Tollet publicada en 1894, fue realizada con una ambici³n enciclop©dica.3 El aporte de este especialista, con todo un sistema de reglas para la ubicaci³n del inmueble, distribuci³n de espacios, ordenamiento de las funciones, hasta el esquema de las b³vedas para el movimiento natural del aire en los pabellones, solo tuvo primicia en inmuebles militares. En el mencionado texto se se±ala que las malas experiencias de mortandad que ha sufrido el ej©rcito en sus "alojamientos colectivos (cuarteles y hospitales)" (Tollet, 1894, p.159), ha sido raz³n de peso para emprender la reforma en estas construcciones. El mismo autor hab­a dictado veinte a±os antes una conferencia publicada por la Sociedad Francesa de Higiene con el nombre La reforma de los acuartelamientos, reducci³n de la mortalidad en el ej©rcito franc©s (Tollet, 1877). Las problem¡ticas del ej©rcito terminan siendo comunes a la sociedad, y representan una base pr¡ctica de argumentos constatados para el mejoramiento del hospital como arquitectura responsable de la salud humana. El trabajo de Tollet cerrando el siglo no es m¡s que el recuento y s­ntesis del devenir arquitect³nico del hospital moderno, terreno en el que las intervenciones castrenses han tenido una contribuci³n decisiva.
En Espa±a ocurre un caso similar, el Comandante de Ingenieros Eduardo Labaig y Leones publica en 1883 un atlas que compila hospitales civiles y militares (Labaig, 1883). El autor recoge una importante variedad de modelos entre los que se encuentran tanto hospitales de ºltima generaci³n como buenos ejemplos de hospicios tradicionales. Dicho compendio es el resultado de un viaje expreso para constatar experiencias for¡neas y, en lo tocante a la arquitectura del hospital, es sin objeci³n la obra te³rica m¡s importante en suelo ib©rico. Es necesario se±alar que Labaig ya rese±a el "Sistema Tollet", constancia del reconocimiento internacional que ten­an los trabajos del franc©s en ese momento.
Para el contexto cubano la tarea de los ingenieros militares fue particularmente fecunda. Cuba (junto a Puerto Rico), en su condici³n de colonia a todo lo largo del siglo XIX, constituy³ un caso excepcional con respecto al resto de Am©rica y fue territorio donde la presencia de los especialistas del ej©rcito dej³ una profunda huella. Desde las primeras d©cadas del per­odo decimon³nico se observa el empleo de dichos ingenieros en faenas que desbordan las responsabilidades asociadas a la actividad militar. La reiterada colaboraci³n de estos t©cnicos en proyectos edilicios se debi³ en gran medida a la carencia de profesionales correctamente capacitados en estos menesteres. De tal modo, la mayor­a de las ocasiones, en ultramar la principal referencia en materia constructiva la constitu­a el ingeniero militar. El ejemplo m¡s palpable de este proceder en la primera mitad del siglo se reconoce en la d©cada de 1830 con las numerosas obras promovidas por el Capit¡n General Miguel Tac³n en La Habana (Guti©rrez y Esteras, 1993; Zardoya, 2011).
Con el perfeccionamiento de las estructuras gubernamentales cubanas en la d©cada del 50, dentro de la Direcci³n Administrativa, se cre³ la Subdirecci³n de Obras Pºblicas. Esta fracci³n estaba destinada a velar por el fomento y desarrollo de construcciones civiles en respuesta a la alta necesidad que presentaba el pa­s en este aspecto. Entre sus obligaciones constaba la formaci³n de proyectos para viabilizar con la calidad debida los emprendimientos edilicios en cada localidad. Los ingenieros militares fueron medulares en estas labores.

De aqu­ vino el pensamiento, formulado por el ramo civil de la necesidad del aumento de ingenieros militares en la isla y la conveniencia para el Estado de que, situados en puntos diversos y apropiados de aquella, atendiesen a un tiempo en la extensi³n del territorio que a cada uno se le fijase, as­ al servicio militar como al civil del ramo de Obras Pºblicas (Portillo, 1866).

Por estas razones confrontaremos la asidua intervenci³n de ingenieros militares en los proyectos para hospitales en diferentes puntos de la geograf­a insular. Los dise±os realizados muestran una amplia y moderna sapiencia acerca de la arquitectura hospitalaria, resultado l³gico teniendo en cuenta que las academias militares estaban actualizadas y dotadas de los m¡s importantes textos de la ©poca.

LOS NUEVOS HOSPITALES EN CUBA DURANTE EL SIGLO XIX

En los sucesos arquitect³nicos cubanos relativos al edifico-hospital se reconocen las ideas m¡s avanzadas del pensamiento higienista decimon³nico. Es destacable la variedad de modelos edilicios empleados, signo de un proceso heterog©neo y permeado por influencias mixtas. Aºn con estos diversos emprendimientos, las necesidades de nuevos establecimientos para la asistencia m©dica nunca llegaron a ser cubiertas plenamente. Por ejemplo, fue recurrente el hecho de que los hospitales construidos para uso civil terminaran destinando secciones para los requerimientos sanitarios militares y viceversa. Asimismo, se mantuvieron vigentes las tradicionales formas para la atenci³n de la salud como son: los servicios de algunas ³rdenes mon¡sticas, otras instituciones caritativas, y el tratamiento a domicilio.
La noticia m¡s temprana relacionada con la construcci³n de un edificio dedicado expresamente a funciones hospitalarias la constatamos en la ciudad de Matanzas con la edificaci³n del Hospital Santa Isabel entre los a±os 1834 y 1838. Proyectado por el franc©s Jules Sagebien, ingeniero y arquitecto con una extensa y vers¡til obra en varias regiones de la isla (Garc­a, 2011), el edificio resulta interesante por la actualidad de su soluci³n arquitect³nica y merece varias observaciones.
Esta obra matancera se inspira claramente en una de las modernas instituciones hospitalarias erigidas en Par­s a finales del siglo XVIII: el Hospital Cochin (Figs. 3 y 4). Esta elogiable y sencilla edificaci³n parisina fue concebida y construida por el ya mencionado Charles Fran§ois Viel, uno de los arquitectos m¡s involucrados en el debate sobre la reforma hospitalaria de la ilustraci³n. Pensado por el propio Viel con la categor­a de hospicio para la barriada perif©rica de Saint Jacques (Hospice destin© aux malades de la paroisse de Saint-Jacques), este modelo tambi©n fue recogido por Durand en su influyente Recueil et parall¨le dentro de la p¡gina destinada a los hospicios, lazaretos y cementerios. Adem¡s, Sagebien debi³ conocer directamente el inmueble pues su formaci³n transcurri³ en la capital francesa durante las primeras d©cadas del siglo XIX (B©al, 2009).


Figuras 3:
Elevaci³n del proyecto de Charles Fran§ois Viel para el Hospicio del arrabal de Saint Jacques, posteriormente llamado Hospital Cochin. Fuente: Biblioth¨que nationale de France, GED-5483.


Figuras 4:
Planta del proyecto de Charles Fran§ois Viel para el Hospicio del arrabal de Saint Jacques, posteriormente llamado Hospital Cochin. Fuente: Biblioth¨que nationale de France, GED-5483.

La primera virtud del proyecto de Jules Sagebien es la selecci³n de la tipolog­a arquitect³nica m¡s pertinente a las necesidades y caracter­sticas asistenciales de la inversi³n. Aunque nombrado hospital, la nueva entidad prest³ servicios a la usanza caritativa, donde sacerdotes y monjas llevaban los servicios, auxiliando sobre todo a desvalidos, mujeres desamparadas, ni±os hu©rfanos, y sosteni©ndose gracias a donaciones misericordiosas (Madrigal, 2009). De igual forma la escala del programa arquitect³nico del caso europeo es la m¡s conveniente para una peque±a ciudad como la Matanzas de inicios de siglo. Este recurso del dise±ador, lejos de restarle m©rito, demuestra su s³lida cultura arquitect³nica y es testimonio de los m©todos decimon³nicos de dise±o basados en el conocimiento de paradigmas tipol³gicos.
La arquitectura del Santa Isabel es mesurada y sim©trica, compuesta por dos volºmenes esencialmente: el cuerpo frontal de funci³n administrativa, rematado en front³n, a trav©s del cual se realiza el acceso al edificio; y el alargado cuerpo posterior donde se disponen las salas de atenci³n (Fig. 5). La comunicaci³n entre el cuerpo frontal y el bloque de los enfermos se realizaba a trav©s de dos galer­as que terminan conformando un peque±o patio de transici³n entre los dos volºmenes.


Figura 5:
Hospital Santa Isabel, Matanzas. Fuente: Archivo Hist³rico de la Direcci³n de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de La Habana.

Sagebien, con respecto a la obra de Viel, racionaliza aºn m¡s el dise±o eliminando los dos volºmenes salientes de los extremos dedicando a jard­n y huertas toda el ¡rea de separaci³n entre la l­nea frontal y el cuerpo de los pabellones que se retranquea. Al igual que la obra francesa la capilla est¡ colocada al centro como espacio de confluencia de las salas que se proyectaban hac­an un lado y otro. Con esta realizaci³n el dise±o de hospitales en la isla comenzaba con un alto rigor conceptual.
Excepto el caso de Matanzas, la construcci³n de nuevas instalaciones hospitalarias corresponde a la segunda mitad del siglo. Aunque en 1846 el ingeniero militar Mariano Carrillo de Albornoz elabor³ un proyecto de hospital para La Habana (Morales, 2014) con esquema pabellonario de clara inspiraci³n en el modelo franc©s, los capitalinos tendr­an que esperar hasta 1886 para obtener los beneficios de un hospital moderno. Con la conclusi³n de Nuestra Se±ora de las Mercedes, o Reina Mercedes, como termin³ llam¡ndose, la nueva barriada del Vedado4 presenci³ uno de los hospitales m¡s actualizados de Am©rica (Fig. 6). El financiamiento para su construcci³n provino mayormente de fondos particulares (Mena y Cobelo, 1992), cuesti³n que tambi©n prim³ en las iniciativas para la construcci³n de instituciones asistenciales en Cuba y que dej³ rezagada a la gesti³n gubernamental.


Figura 6:
Vista a©rea del Hospital Reina Mercedes. Reparto Vedado. La Habana. 1929. Fuente: De Las Cuevas, J. Archivo iconogr¡fico del Ministerio de la Construcci³n de Cuba.

El caso del hospital capitalino se afilia al prototipo ingl©s, de ºnica galer­a como eje conector, con los pabellones dispuestos a uno y otro lado de manera asim©trica. La configuraci³n arquitect³nica de salones independientes ten­a como fuerza mayor lograr una ³ptima ventilaci³n, pero al mismo tiempo otro criterio de modernidad en la atenci³n hospitalaria quedaba satisfecho con esta soluci³n: la segregaci³n de los enfermos, ya sea por su padecimiento, por su sexo, o grupo etario. Esta separaci³n garantizaba mejor control y funcionamiento tanto del aparato administrativo como de los facultativos m©dicos, junto a una experiencia hospitalaria m¡s humana para el paciente. La soluci³n adoptada es elocuente acerca del profundo conocimiento de las fuentes originales ligadas a la evoluci³n de la arquitectura del hospital, pues se trata de un modelo brit¡nico muy espec­fico y experimental, que luego en la propia Inglaterra se decant³ a la versi³n donde los pabellones de ambos lados se alinean en el mismo eje.
En cuanto a la expresi³n formal, ya mencionamos la perfecta conveniencia del parco lenguaje neoclasicista a las prioritarias cuestiones funcionales del hospital moderno. Regresamos sobre este t³pico a prop³sito del hospital Mercedes, ya que la utilizaci³n de arcos ojivales en todas sus aberturas demuestra la admisi³n de las licencias historicistas en la arquitectura habanera para esta fecha.
No obstante, es indiscutible la primac­a de la opci³n neocl¡sica en el resto de los edificios cubanos aqu­ revisados. Independientemente de la soluci³n planim©trica, se aplica una f³rmula bastante t­pica y racional para solucionar las cuestiones est©ticas. El mayor ©nfasis decorativo se desplegaba en el acceso o edificio principal, donde de manera invariable se desarrollaba el orden d³rico con su respectivo front³n. El resto de las fachadas quedaban pr¡cticamente marcadas por el ritmo de los vanos, las molduras de los jambajes y el cornisamento.  
Otras cuestiones m¡s t©cnicas tambi©n tuvieron alcance en las instituciones sanitarias cubanas. Del proyecto para Sancti Sp­ritus, donde el hospital militar se adosa al cuartel, es remarcable el minucioso dise±o de las letrinas. Firmados por el ingeniero Florencio Morgandy en 1877, los dibujos detallan un sofisticado mecanismo para mantener herm©ticamente cerrado el dep³sito de las heces fecales (Figs. 7 y 8). En la planta se observan los espacios de las letrinas como cuerpos exentos a los cuales se accede a trav©s de un ¡rea comºn entre pabellones. El tema de los desechos s³lidos como agentes contaminantes y factor de preocupaci³n tambi©n fue tratado por los higienistas del momento. En algunas soluciones los ba±os se ubicaban en el extremo de las salas y en otras de forma m¡s centrada pero siempre representaron motivo de atenci³n y definici³n proyectual meticulosa. En las letrinas del hospital espirituano se evacuan por separado la orina y los excrementos s³lidos. Cada retrete estaba pensado con un obturador que se activaba con los pies y luego retornaba por acci³n mec¡nica a su posici³n de cierre mediante un sistema de contrapesos. De este modo solo en el momento de la deposici³n quedaba abierto el recept¡culo. Todas las partes del dispositivo aparecen detalladas en el plano, no se trata de una exageraci³n ni una pretensi³n ingenieril del proyectista, eran las normas recomendadas para este tipo de obras.

Figuras 7: Proyecto de hospital militar para la Comandancia de Sancti Sp­ritus. 1877. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No 5.627.

Figuras 8: Proyecto de hospital militar para la Comandancia de Sancti Sp­ritus. 1877. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No 5.627.

Entre otro de los preceptos higienistas ilustrados, el emplazamiento urbano del edificio-hospital era un criterio de vital importancia y en el que siempre existi³ absoluta unanimidad. Benito Bails, tratadista de amplia influencia en temas arquitect³nicos y confeso reproductor de las ideas iluministas francesas en Espa±a, sentencia:

Luego el bien de los enfermos, el inter©s de los sanos, la raz³n y la econom­a abogan porque no est© el hospital dentro de la ciudad. Por consiguiente el hospital estar¡ mejor fuera de ella, en sitio eminente, porque all­ el aire ser¡ m¡s puro, habr¡ menos humedad, se gozar¡n vistas m¡s alegres, se escurrir¡n como de suyo las inmundicias, y ser¡ por lo mismo m¡s f¡cil mantenerlo aseado (Bails, 1796, p. 857).

Las ubicaciones de los centros asistenciales en las diferentes ciudades de la isla cumplen de forma un¡nime estas condiciones. Sin excepci³n, todos fueron retirados de las ¡reas densamente pobladas, ubicados en lugares altos y con buen suministro de agua potable. En Puerto Pr­ncipe, actual Camag¼ey, el ej©rcito espa±ol construy³ excepcionales cuarteles por el gran nºmero de soldados que se acantonaron en la regi³n. Al mismo tiempo, se realizaron varios proyectos con la intenci³n de construir un hospital militar que cubriera las necesidades m©dicas de dichas tropas, hecho que nunca lleg³ a consumarse. A pesar de no materializarse estas ideas los proyectos confeccionados para tales objetivos representan fuentes de alto valor explicativo acerca de los conceptos arquitect³nicos y las pr¡cticas hospitalarias.
La primera propuesta aparece en el a±o 1865 y refleja una soluci³n muy singular. El ingeniero Eduardo Malag³n plantea un doble claustro con un particular deslindamiento de las funciones (Fig. 9). La cruj­a perimetral, con dos niveles en la fachada principal pero un solo nivel en el resto de los flancos, recoge todas las funciones de apoyo. En el interior, a modo de templo cl¡sico, se yergue un edificio per­ptero de dos niveles que remarca el peristilo en torno a un patio interior ajardinado. Este edificio interno dispone de salones en la planta baja para enfermos de poca gravedad e id©ntica distribuci³n en la planta alta para enfermos contagiosos.


Figura 9:
Proyecto de hospital para la Comandancia de Puerto Pr­ncipe. 1865. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No plano 13.037.

Aunque la ordenaci³n claustral estaba pr¡cticamente prohibida para edificaciones de este tipo, el manejo de las diferentes alturas del conjunto intenciona una ventilaci³n satisfactoria. Obs©rvese que el edificio central est¡ levantado sobre un z³calo, soluci³n sugerida por los tratadistas ilustrados con el fin de evadir los efectos perjudiciales de la humedad para la salud. Igualmente este proyecto hace recordar los mºltiples templos per­pteros que Charles Fran§ois Viel dispone en su trascendental propuesta dentro del ¡mbito de la academia francesa de finales del siglo XVIII. Los dibujos de las diferentes secciones tambi©n indican la capilla abovedada en el nºcleo del patio y el aljibe para recolectar el preciado l­quido. 
La postura contraria se percibe en el proyecto del a±o 1885, donde volvemos a encontrar el sistema pabellonario ingl©s, insertado en un recinto cuadrado delimitado por una verja (Figs. 10 y 11). En esta ocasi³n la leyenda de los planos permite un acercamiento minucioso al programa arquitect³nico de un hospital decimon³nico en su m¡xima expresi³n. El edificio frontal reºne los aposentos para los oficiales y las oficinas administrativas. No todas las construcciones alargadas que se extienden desde la galer­a colectora son pabellones para enfermos, solos cinco de un extremo y cuatro del otro tendr¡n este destino. Las dispuestas m¡s al centro se emplear¡n para: cocina, albergue del batall³n sanitario, almacenes, lavander­a, y otro subdividido en cuartos para pacientes convalecientes de operaciones. Centrado al fondo se ubica un pozo, y en ambos extremos del pol­gono hospitalario, como f¡bricas separadas, se disponen la sala de autopsias y la caballeriza respectivamente.

Figuras 10: Proyecto de hospital militar para la Comandancia de Puerto Pr­ncipe. 1885. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No 5.617.

Figuras 11: Proyecto de hospital militar para la Comandancia de Puerto Pr­ncipe. 1885. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No 5.617.

Comentario aparte dedicamos al espacio de la capilla, que en este proyecto est¡ definida por un ¡rea de silueta octogonal colocada al centro de la composici³n en el pasillo que une el edificio frontal con la galer­a principal. El lugar para los servicios religiosos es insoslayable dentro del pensamiento arquitect³nico asistencial del siglo XIX. Esta  presencia eclesi¡stica est¡ fuertemente unida a los or­genes del hospital como entidad gestionada por ³rdenes religiosas. Al mismo tiempo la asociaci³n del hospital como ºltima morada era todav­a una realidad latente por los altos ­ndices de mortalidad y el consuelo divino era un factor innegable para cualquier enfermo. Son recurrentes los dise±os, dentro del propio per­odo ilustrado, donde la capilla ocupa un lugar de protagonismo en la organizaci³n hospitalaria. De esta circunstancia derivan los esquemas radiales con las salas de enfermos dispuestas en forma convergente hacia la capilla para que los ingresados puedan recibir los oficios religiosos desde sus propias camas, incidente que advierte Foucault y a partir del cual fundamenta las relaciones entre la arquitectura carcelaria y hospitalaria. En la estructura de pabellones, fragmentada, la idea de la mirada convergente en la capilla se hace m¡s ut³pica y simb³lica, pero definitivamente la personalidad clerical tiene absoluta vigencia en los mecanismos de funcionamiento del hospital que estamos examinando. Con la reuni³n de todos los servicios descritos en base al proyecto de Puerto Pr­ncipe se conforma una instituci³n acorde a las pretensiones m¡s exigentes de la ©poca.
Termina nuestra exploraci³n con otra importante concreci³n de la arquitectura higienista cubana del siglo XIX, el hospital militar de Santiago de Cuba (Figs. 12, 13 y 14). En el proyecto de 1875, interviene el ingeniero militar Ricardo Vallesp­n y su traza sigue con exquisita fidelidad el modelo franc©s definido por Ten³n y Poyet, que Durand recopilara en su Recueil et parall¨le. Es otro caso de instrucci³n plena en cuanto al dise±o hospitalario de vanguardia. Se repite el concepto de edificio recinto, con per­metro cuadrilongo, cuyo contorno est¡ definido por una cruj­a y galer­a hacia el interior. Cinco pabellones paralelos entre s­, formados a cada lado del eje longitudinal refuerzan la simetr­a bilateral de la obra. Asimismo fue un edificio ampliamente dotado con todos los requisitos de la ©poca.


Figura 12:
Proyecto de hospital para Santiago de Cuba. Fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid. Cartoteca. No 5.488.


Figura 13:
Vista a©rea del hospital de Santiago de Cuba. Fuente: Archivo fotogr¡fico de la Oficina del Conservador de Santiago de Cuba.


Figura 14:
Hospital de Santiago de Cuba. Patio donde se observa las ¡reas verdes y los pabellones a la izquierda. Fuente: Archivo fotogr¡fico de la Oficina del Conservador de Santiago de Cuba.

Sobresale en este caso el dise±o de los jardines, otra de las cuestiones que fue extensamente tratada por los especialistas en el sentido de concebir el hospital como lugar para convalecer y reponerse, donde el enfermo llegar­a a encontrar el descanso y la tranquilidad en un espacio de la mejor calidad posible. El jard­n significa un componente psicol³gico para el tratamiento pues permite los paseos de distracci³n en los que el paciente pod­a llegar a olvidarse de su enfermedad. Al mismo tiempo, y para no perder de vista la preocupaci³n esencial, las ¡reas verdes entre pabellones constitu­an pulmones que saneaban constantemente el aire. 
De esta manera, los paradigmas de la arquitectura hospitalaria del pensamiento ilustrado tuvieron patente repercusi³n en Cuba. Se constatan variadas soluciones de trazados acad©micos que reproducen los modelos ingleses y franceses, con funciones claramente delimitadas y permanente atenci³n a los requerimientos higi©nicos. La autor­a de los proyectos pertenece en mayor­a a los ingenieros militares, cuyo desempe±o result³ crucial en estos logros. Dichas instalaciones constituyeron los principales centros asistenciales en la isla durante las primeras d©cadas del siglo XX. La generalidad de estos edificios ha desaparecido total o parcialmente debido a la especializaci³n de las ciencias m©dicas, adem¡s de los incontenibles procesos de renovaci³n urbana. El prop³sito fundamental del presente estudio es reconocer esta importante faceta de la arquitectura cubana, cuyas realizaciones forman parte indisoluble de ese sustrato cultural que nos define.

NOTAS

1. La planta finalmente definida por Ten³n y Poyet es una continuidad del proyecto presentado por el m©dico Jean Baptiste Le Roy y el arquitecto Charles Fran§ois Viel en 1777 con motivo de las solicitudes de la academia sobre una nueva propuesta de hospital.

2. Otra de las variantes a destacar es la ejecutada en los hospitales alemanes, consistente en la disposici³n de edificios aislados, ordenados en varios ejes paralelos y comunicados por senderos descubiertos, a modo de una peque±a urbanizaci³n. Es representativo de este caso el hospital civil de Berl­n terminado en 1874. Toda la concepci³n pabellonaria que obligaba a una extensi³n arquitect³nica en la superficie horizontal ser­a desechada bien entrado el siglo XX debido a la aparici³n del concepto de asepsia. La gran pesadilla de los higienistas del siglo XIX ver­a su fin al corroborarse que el aire no era la principal causa de contagio en los hospitales.

3. En la portada del manual de Tollet, a continuaci³n del t­tulo, se expresa: "Descripci³n de principales hospitales franceses y extranjeros. Estudio comparativo sobre sus principales condiciones de establecimiento. Memorias diversas relacionadas con la higiene y la econom­a de las construcciones hospitalarias".

4. El hospital Nuestra Se±ora de las Mercedes estaba ubicado en la esquina de las calles 23 y L, exactamente en el solar donde hoy se ubica la popular helader­a Coppelia.

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