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Boletín de Estética

versión On-line ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.66 Buenos Aires mar. 2024

http://dx.doi.org/10.36446/be.2024.66.380 

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Arquitectura y danza

Architecture and Dance

Vicente Fatone1 

1 Introducción de Guillermo Goicochea. Universidad Nacional del Sur

Resumen

En el escrito que aquí se rescata, publicado originalmente por la Universidad Nacional del Litoral en 1936, Vicente Fatone (Buenos aires, 1903-1962) concibe la danza y la arquitectura como modos privilegiados de acceso a lo absoluto. El filósofo argentino identifica la arquitectura como un infinito espacial y con una ascética, y a la danza, como infinito temporal, con una mística: mientras la primera es entendida como instauración de un mundo, la segunda es considerada como un ejercicio de libertad, que expresa lo divino que habita en el ser humano a través de un principio dinámico.

Palabras clave: Mística; Estética india; Divinidad; Ascética; Libertad

Abstract

In the writing rescued here, originally published by the Universidad Nacional del Litoral in 1936, Vicente Fatone (Buenos Aires, 1903-1962) conceives dance and architecture as privileged modes of access to the absolute. The Argentine philosopher identifies architecture, as spatial infinity, with asceticism and dance, as temporal infinity: while the first is understood as the establishment of a world, the second is considered as an exercise of freedom, which expresses the divine that inhabits in the human being through a dynamic principle.

Keywords: Mysticism; Indianaesthetics; Divinity; Asceticism; Freedom

Fatone y la danza creadora, o cuando lo Uno se hace todo

Yo sólo creería en un dios que supiera bailar

Friedrich Nietzsche (KSA 4: 49)

Si danzar es afirmar el devenir, solo quien pueda danzar liviana y ligeramente podrá vivir una vida plena y ligera, afirmándola en su existencia, aunque esta se tenga que repetir infinitas veces. Quien danza se vuelve leve y habita ese espacio intermedio entre el cielo y la tierra, embriagado o extasiado y pleno de júbilo; ya ha decidido su propia libertad y esto lo vuelve un ser infinito, asemejándolo a un creador. Ha elegido su propio cuerpo, lo ha creado y con sus gestos y movimientos creará -en un acto libre- su mundo.

En los míticos tiempos griegos, Dionisos bailaba salvaje y alegremente, por fuera de los límites de la polis, la danza de la vida, colmando de entusiasmo a sus coribantes. Sin embargo, la danza no fue tema filosófico -salvo brevemente en Platón- hasta que fue abordado por Friedrich Nietzsche. Unos siglos antes, en la India, el divino Shiva danzante en su nataraja se mostraba poniendo en movimiento el cosmos, creando y destruyendo mundos; y junto a las bailarinas devadashi, que trasladaban a sus espectadores a la cercanía con lo divino en los templos, son los ejemplos retomados por Vicente Fatone en este breve y complejo escrito, titulado Arquitectura y danza y publicado por la Universidad Nacional del Litoral en 1936.1

El tema central del ensayo del filósofo argentino que aquí rescatamos es la relación entre la arquitectura, en tanto espacial, y la danza, en tanto infinito temporal, como manifestaciones estéticas de lo absoluto. Lo primero que descifra Fatone es el tema del espacio, su disposición, su demarcación, sus caracteres y su particular modo de mostrarse como aspecto sensible de lo divino, junto a su cualidad de expresión concreta: la arquitectura como praxis del espacio y la materia.

El espacio que ocupa la arquitectura con sus objetos sería -según Fatone- un a-espacio, una superación del espacio o un infinito. Este infinito espacial, como superación de todo espacio, es una característica de lo divino, al igual que la eternidad; en otras palabras, es una traducción de lo no-dinámico, de lo divino en tanto estático. A estas formas rígidas de la arquitectura, con las que se busca dominar el espacio, Fatone las define como una “ascética” que comprendería rigidez, recogimiento, silencio y éxtasis.

Naturalmente, hay un arco temporal en cuanto a los períodos ordenadores del pensamiento de Fatone. La sombra de un semicírculo lo une a Nietzsche en su convicción de pensar la danza como movimiento creador de esa obra de arte que, para Nietzsche, es el “ultrahombre” [Übermensch] con sus “pies ligeros” y, para Fatone, lo igualador del hombre y dios, un dios que se distingue del de los monoteísmos, acaso uno más oriental, no tan desértico, al que tal vez Nietzsche no hubiera rechazado de plano. Al fin y al cabo, quizás Dionisos y Shiva no seantan diferentes, ya que ambos disfrutan de danzar sobre todas las cosas: crear y destruir como modo de darse el cosmos.

Vicente Fatone durante su primer viaje a la India, 1937-1938. Archivo “Vicente Fatone”, Universidad Nacional del Sur.

La afinidad con Nietzsche es subrayada por el mismo Fatone. En Arquitectura y danza hay varios momentos en los que Nietzsche acecha entre bambalinas, aunque recién saldrá a escena con la cita del Zaratustra que cierra el escrito. Tal vez más sorprendente sea la relación que el lector puede entrever entre este ensayo y un texto casi contemporáneo, producido a miles de kilómetros de distancia, pero muy cercano en sus preocupaciones teóricas: El origen de la obra de arte (1935/36) de Martin Heidegger.

Me limito a ofrecer un par de ejemplos: coincidiendo en el modo de habitar de la divinidad en su templo y el júbilo de “hacer mundo” a partir de ese espacio, Fatone dice: “El templo griego es morada de un dios sin misterios e incapaz de suscitar preocupaciones en los hombres.” (1931: 6). Heidegger, por su parte, escribe:

Una obra arquitectónica, como un templo griego, no representa nada […] El edificio circunda la figura del dios a la que deja alzarse, oculta por el pórtico, allá adentro, en el recinto sagrado. Mediante el templo está en él presente el dios. Esta presencia del dios es en sí la ampliación y delimitación del recinto como sagrado. ([1935/36] 1977: 27; 1997: 70-71)

Ahora bien, mientras el elemento silencio, en tanto modo de manifestación de lo divino, se ensambla con la arquitectura y se conjuga con la eternidad (como libertad del no-tiempo), la danza aparece, en el escrito de Fatone, como la forma pura de la expresión religiosa. Si la arquitectura se materializa en la piedra, podemos decir, la música lo hace en el aire; ambas artes, sin embargo, tienen una estructura que no es del orden de los seres, sino de las formas y las leyes. La mediación entre el espacio y el tiempo estaría dada por la música (tiempo/ritmo), ya que esta transforma la quietud en un espacio inteligible y cinemático.

Hay una clara diferencia entre el ascetismo de la arquitectura y la mística de la danza: se trata del modo de habitar y del modo de vivir, de cómo se ocupan los espacios divinos abiertos por el ser humano. “La eternidad de la danza se afirma reconociendo que, merced a ella, el hombre vive su obra y no en su obra”, escribe Fatone, distinguiendo entre instaurar un mundo y habitarlo, dándole vida como una parte orgánica de ese cuerpo libre que baila (1931: 15). La danza, en contraste con la arquitectura, es creación dinámica, porque es expresión de la libertad, de una libertad creadora que hace que el ser humano pueda llegar a ser persona.

Pues el cuerpo humano que danza ya no es una simple cosa. Baila un cuerpo libre y creador que expresa lo divino que lo habita, ya que “la danza es conjunción de eternidad, de libertad (solo es absolutamente libre lo eterno) y de silencio” (1931: 19). El ser humano crea para ser libre, se crea en libertad, y por esto los bailarines renacen constantemente, se recrean una y otra vez como corporeidad y ritmo, afirmando el devenir de lo divino en el mundo al vincularlos en su danza creadora, creadora de ellos mismos y de su propia libertad en bucles: de la ascética a la mística, de la arquitectura a la danza, del arquitecto al bailarín, de lo estático a lo dinámico, de lo quieto a lo rítmico, hacia lo eterno e infinito, en silencio creador.

Fatone, permítasenos precisar, piensa la danza como algo más que el complemento de la arquitectura en la expresión de lo absoluto. Si la arquitectura constituye la ascética, la danza representa la mística. Ambas comprenden toda posible expresión de lo divino; mientras la primera da cuerpo a lo estático, la segunda introduce el principio de lo dinámico: la espontaneidad misma de la libertad.

Por lo demás, las notas características de la danza (espontaneidad, libertad, volición) son expresiones del goce festivo, del júbilo: la danza es una expresión festiva de lo divino y, como tal, se nos presenta despojada, desnuda, deconstruida o deconstructiva, podríamos decir. Fatone, en efecto, propone despojar a las cosas de su apariencia sensible, casi al ritmo del Sutra de corazón: masa, color, sonido, sabor, peso y dimensión. Lo que quedaría luego de este desmantelamiento es un solo resto inconmensurable, un divinumaliquid, un remanente de dios, un purísimo ritmo solo captable por un sexto sentido: el movimiento o, mejor dicho, la danza.

La respuesta más automática al desmantelamiento de los atributos o cualidades del ser, aquello con lo que nos encontraríamos en Occidente -desde el mundo griego hasta gran parte de la modernidad-, sería la sustancia, un cierto esto. Fatone, sin embargo, modifica la respuesta: el sustrato de todo sería la danza, que “vive en el fondo de todas las cosas y es la fuerza motriz de todos nuestros actos” (1931: 29). Fatone la ve obrante y presente en cada uno de nuestros actos, sentimientos y formas de expresión, en la poesía, la música y la filosofía. El movimiento de los cuerpos es un conocimiento superior a la razón, al pensamiento discursivo y a las construcciones del lenguaje: es la vida misma.

La danza se revela, así, como unión perfecta entre lo universal y lo concreto, entre el cosmos y lo humano; entre lo uno y el todo. Con esta función ontológica, aligera de todo peso óntico a nuestra realidad; la muestra liviana, de “pies ligeros”, diría Nietzsche, con quien viene a coincidir Fatone una vez más. Espíritus libres, embriagados y entusiasmados, que repiensan la tradición filosófica occidental a través de la experiencia corpórea que exige la danza, pensadores alciónicos ambos, de una sabiduría de palabras silentes, de pies de palomas porque ellas

Portada del folleto aparecido en1931. Archivo “Vicente Fatone”, Universidad Nacional del Sur

traen las tempestades del saber vivir, Nietzsche y Fatone entienden que la quietud se emparenta con lo burgués, lo estático y lo racional, lugares de los que la divinidad se mantiene lo suficientemente alejada.

El dios que ultimaba Nietzsche no sabía bailar y, a causa de su inacción, su estabilidad e inmovilidad, agonizaba hasta morir. Ahora, en Fatone, se apresta a renacer ─nuevo, distinto, totalmente otro─ y su renacimiento ha de ser danzando. Dionisos y Shiva en su nataraja danzan vitales, libres, salvajes, irracionales y desmesurados; en su éxtasis unen a los dos pensadores en su instinto creador y su ejercicio de libertad para pensar. En ellos las ideas danzan y dan forma a un pensamiento pleno de religiosidad cósmica que ya no requiere de ningún dios para que el cuerpo vibre.

Fatone nunca desacopla la danza de la religiosidad, y mucho menos de la mística; sin danza la experiencia místico-religiosa sería imposible de vivenciar. Quien lleva a cabo esa experiencia es la bailarina o el bailarín: un cuerpo que es capaz de expresar la libertad divina debe ser un cuerpo de una sacralidad laica, carnal y profana: “Si la danza sigue a una experiencia divina, será mística y santa”, dice Fatone, aludiendo a las devadashi (deva: divinidad, dashi: doncella) de la India, quienes se consagraban a la diosa Yellamma y cuya función era la de venerar y servir toda su vida a esta divinidad danzando en un templo (1931: 32).2 Según Fatone (quien pudo conocer directamente a estas devadashi), eran educadas con altas y severas normas morales, ya que eran la cara visible y la expresión viva del templo.

A partir de su corpóreo movimiento gramatical, de esas mínimas líneas (γράμμα) que se vuelven dinámicas, que se hacen cinéticas a través de un cuerpo danzante, los bailarines escriben su libertad instaurando un gesto creativo y se hacen uno con la divinidad que los habita. La articulación entre el cuerpo y la palabra que aparece escrita en ese movimiento es una forma de la ampliación de lo meramente religioso hacia lo místico, hacia un ámbito universal de cercanía de lo humano con la divinidad: la palabra danzada.

Fatone acepta el riesgo, la incomodidad de instalarse a pensar entre la filosofía y la danza, entre la negación del cuerpo en pos de un pensamiento puro y la expresión orgánica. Corporizar el pensamiento, dar carnalidad a las ideas, concreción al espacio y al tiempo, para abrir una reflexión sobre la gravedad de la arquitectura y la levedad de la danza, parece ser lo que lo motiva.

En Arquitectura y danza, Fatone asume su propia libertad creadora y se expone a perder -como lo hará tantas veces- su carácter de “filósofo académico” para atreverse a transitar nuevos caminos, potenciando y ampliando la relación entre lo conceptual-teórico y lo experiencial-práctico. Las palabras nietzscheanas del final del texto nos invitan a danzar libremente y nos recuerdan que los seres humanos solo debiéramos creer en un dios que supiera bailar.

Referencias

Heidegger, Martin(1997a), Arte y poesía, trad. de Samuel Ramos(México: FCE). [ Links ]

____[1952] (1997b), “El origen de la obra de arte”, en Heidegger (1997a: 35-123). [ Links ]

Nietzsche, Friedrich (1999), Friedrich Nietzsche: SämtlicheWerke. Kritische Studienausgabe in 15 Bänden[KSA], ed. de Giorgio Colli yMazzinoMontinari, Berlín: Walter de Gruyter. [ Links ]

1 Originalmente se trató de una conferencia pronunciad, en agosto de 1931, en las ciudades de Santa Fe y Rosario, con el auspicio del Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional del Litoral.

2A partir de la ocupación y dominio inglés de la India pasaron a ser vistas como simples bailarinas que entretenían al público, al punto de ser consideradas merasprostitutas. Es un tema muy complejo de desarrollar aquí por cuestiones de espacio. Se las supones proscritas desde 1988, aunque se supone que aun unas 250.000 devadashi continúan ejerciendo sus danzas rituales en el sur de la India.

Recibido: 07 de Marzo de 2024; Aprobado: 15 de Abril de 2024

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