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Estudios de historia de España

versión On-line ISSN 2469-0961

Estud. hist. Esp. vol.21 no.2 CABA dic. 2019

 

DOSSIER: MIGRACIONES Y EXILIOS EN LA ARGENTINA: AVANCES Y DESAFÍOS DE INVESTIGACIÓN A COMIENZOS DEL SIGLO XXI

“España en la argentina”. Luis Olariaga y sus impresiones acerca de la inmigración española*

“Spain in Argentina” Luis Olariaga and his impressions about spanish immigration

“Espanha na Argentina”. Luis Olariaga e suas impressoes sobre a imigraçao espanhola

 

Ángeles Castro Montero**

Universidad Católica Argentina
Fundación Ortega y Gasset Argentina

** Profesora Titular Ordinaria de Historia Argentina III. Universidad Católica Argentina.  Directora de Pensamiento Español en Fundación Ortega y Gasset Argentina. Alicia Moreau de Justo 1500, Buenos Aires. castromonteromaria@uca.edu.ar

* Fecha de recepción del artículo: 25/05/2019.
Fecha de Aceptación: 16/09/2019


Resumen

Luis Olariaga visitó la Argentina en 1924 como invitado a un Congreso Internacional organizado por el Museo Social Argentino, disertó en la Universidad de Buenos Aires, en otras instituciones argentinas y de la colectividad española. Este viaje, financiado por la Institución Cultural Española, fue fecundo en imágenes, reflexiones y propuestas. En Revista de Occidente y en sus artículos en El Sol se advierten arquetipos, prejuicios y grados de valoraciones sobre los inmigrantes españoles en la Argentina, sus instituciones y sus notables. Empeñado en contrarrestar los adversos estereotipos de inmigrantes, insistió en la construcción de la comunidad científica hispanoamericana con un compromiso concreto del Estado español: su preocupación primordial era presentar una imagen moderna y científica de España en América.

Palabras claves: Inmigración española; Luis Olariaga; Avelino Gutiérrez; Institución Cultural Española; El Sol.

Abstract

Luis Olariaga visited Argentina in 1924 as a guest at an International Congress organized by the Argentine Social Museum, lectured at the University of Buenos Aires, others Argentine institutions and the Spanish community. This trip, financed by the Spanish Cultural Institution, was fruitful in images, reflections and proposals. In Revista de Occidente and in his articles in El Sol, archetypes, prejudices and evaluations on Spanish immigrants in Argentina, their institutions and their notables are noted. Endeavored to reduce the adverse stereotypes of immigrants, he insisted on the construction of the Spanish-American scientific community with a concrete commitment from the Spanish State: his main concern was to present a modern an scientific image of Spain in America.

Keywords: Spanish immigration; Luis Olariaga; Avelino Gutiérrez; Spanish Cultural Institution; El Sol.

Resumo

Luis Olariaga visitou a Argentina em 1924 como convidado em um Congresso Internacional organizado pelo Museu Social Argentino, e também falou na Universidade de Buenos Aires e em outras instituições argentinas e espanholas. Esta viagem, financiada pela Instituição Cultural Espanhola, foi frutífera em imagens, reflexões e propostas. Em na Revista de Occidente e na série  El Sol, é possível notar arquétipos, preconceitos e classificaçoes  de imigrantes espanhóis em Argentina, suas instituições e seus notáveis. Esforçado para combater os esterotipos adversos dos imigrantes, ele insitiu na construçao  da comunidade científica latino-americana com um compromisso determinado e concreto do Estado español: sua principal preocupação era apresentar uma imagem moderna e científica da Espanha na América.

Palavras chaves: Imigração española; Luis Olariaga; Avelino Gutiérrez; Instituição Cultural Espanhola; El Sol.


 

I. Introducción

Introducido por Ramiro de Maeztu en el espacio intelectual que giraba en torno a José Ortega y Gasset, Luis Olariaga fue invitado y financiado por la Institución Cultural Española para asistir al Congreso Internacional de Economía Social, organizado por el Museo Social Argentino en octubre de 1924. Olariaga también dictó cursos universitarios y pronunció conferencias en aquella Buenos Aires -receptora y dinámica capital cultural- que acogía a diversos y numerosos visitantes que circulaban por diferentes ámbitos nutriendo la abarrotada agenda de la ciudad.1
Esta primera visita del economista español se inscribe en ese entramado de redes científico-intelectuales transatlánticas que ya venía tejiéndose desde finales del siglo anterior y que, particularmente en el caso español, contaba con los antecedentes de los viajes de Rafael Altamira en 1909 y de Adolfo Posada en 1910 y de otros predecesores de la talla de Ramón Menéndez Pidal, de José Ortega y Gasset, de Julio Rey Pastor y de otros invitados por la Institución Cultural Española, asociación de inmigrantes españoles fundada en el año del estallido de la Gran Guerra. 2
Como columnista de temas económicos del diario El Sol de Madrid y colaborador de Revista de Occidente, Olariaga escribió una serie de artículos sobre su primer viaje a la Argentina. En esta producción impresa seleccionada del primer bimestre de 1925 interesa reconstruir su mirada sobre los inmigrantes españoles. Olariaga, profesor de la Universidad Central de Madrid y especialista técnico del gobierno español, tomó contacto con sus compatriotas durante su travesía atlántica y, especialmente en Buenos Aires, con miembros de las asociaciones españolas ya consolidados en la capital argentina.
Como señala Bruno, la  prensa jugó un papel central en estas visitas culturales en la sociedad receptora, tanto en las expectativas que generaba, en el seguimiento del itinerario de esa estancia, como en las repercusiones posteriores a la estadía de los viajeros.3 En el caso de Olariaga, a partir de publicaciones que realizó en Madrid en “Impresión de la Argentina en un economista” -título de su ensayo en la revista de Ortega y Gasset- y en la serie de artículos periodísticos en el diario El Sol, “España en la Argentina”, se abordan las resonancias que tuvo en el invitado. Es posible advertir arquetipos y grados de valoraciones sobre esos inmigrantes y sobre las instituciones por ellos fundadas, en particular sobre la Institución Cultural Española.4 Olariaga reflexionó acerca del rol que cumplían en la imagen de España en la sociedad receptora y presentó en esas páginas la manera de profundizar ese compromiso de los inmigrantes con el proyecto de intercambio entre España e Hispanoamérica, con bases más sólidas, especialmente con la Argentina, la columna vertebral de esta iniciativa. Olariaga destacó la actuación de los notables de la colectividad, especialmente las ideas y la obra del médico Avelino Gutiérrez en el tejido de una red de relaciones trasatlánticas con carácter moderno y científico. Desde  una lectura comparada de los artículos publicados por ambos en El Sol es posible señalar que el doctor Gutiérrez ejerció un considerable grado de influencia en el enfoque que realizó Olariaga para la reconstrucción de la imagen de España en Argentina. 
El conocimiento del panorama económico, político y social del mundo de entre guerras que poseía el economista invitado le permitió colocar la cuestión de la inmigración y la imagen que se forjaba de ella en la Argentina en una escala internacional más amplia, pudo presentir las implicancias de las turbulencias internacionales y resaltó su impacto en las migraciones con destino hacia las costas rioplatenses. Precisamente, Carmen Pérez de Armiñán y Paul Aubert sostienen que en la obra periodística de Olariaga el estudio de los problemas económicos mundiales se encaraba desde una perspectiva que tenía en cuenta lo social y lo cultural.5 Esto es visible en su mirada sobre los inmigrantes en la Argentina: la preocupación primordial de Olariaga era presentar una imagen moderna, renovada y científica de España en América. Estaba empeñado en mitigar y contrarrestar los desafortunados estereotipos de inmigrantes peninsulares que circulaban en suelo argentino. ¿Cómo  pensaba realizarlo? Con la ayuda de españoles en ambas márgenes atlánticas: por un lado, con el auxilio ya comprobadamente eficaz de los notables y las contribuciones de la colectividad radicada en la Argentina y por otro, con el aporte de los científicos de relevancia para mostrar que existían otros españoles y, como factor decisivo, con el apoyo ineludible y sostenido del Estado español en esta empresa. En este sentido, como un mediador cultural, se inscribe la labor pedagógica periodística de Olariaga con su serie de entregas en El Sol, diario de prestigio que aspiraba a iluminar a la opinión pública española, a los políticos y a las figuras que tenían poder de decisión en el diseño y la realización de una realidad nacional nueva.6 Para él y como para otros integrantes de la Generación de 1914 era imperioso que España estuviera a la altura de otros estados europeos modernos y transitara indefectiblemente los caminos de la ciencia, la investigación, la universidad y la cultura.7 Según Olariaga, esa tarea de reorientar la política española con las promisorias repúblicas americanas, desde el enfoque científico- cultural desplegado por la Institución Cultural Española y la Junta para Ampliación de Estudios, no podía sufrir más dilaciones.

2. Olariaga en Buenos Aires. Impresiones en Revista de Occidente.

Vitoriano de nacimiento en 1885 y con experiencia bancaria consolidada en Londres durante la primera década del siglo XX, Luis Olariaga entró en contacto con Ramiro de Maeztu quien lo presentó a Unamuno instándolo a iniciar estudios universitarios.8  El joven vasco ingresó al círculo orteguiano -también por la mediación de Maeztu- y comenzó las tres vías por donde transcurrió su vida profesional: la académica, como profesor de Política Social en la Universidad Central de Madrid; luego la periodística, como colaborador en las empresas con la impronta orteguiana en la revista España y el diario El Sol, y en la década del veinte inició su actividad pública como consejero técnico de la delegación española en la conferencia de Génova de 1922, experiencia que volcó en las páginas de ese matutino.9
Desembarcó en Buenos Aires como representante español del Primer Congreso Internacional de Economía Social, organizado por el Museo Social Argentino en Buenos Aires en octubre de 1924.10 Olariaga cumplió en esta ciudad con sus labores docentes y de delegación y, al poco tiempo de regresar a Madrid, dejó sus apreciaciones en Revista de Occidente y en El Sol un proyecto para fortalecer la política exterior española con América. Publicó “Impresión de la Argentina en un economista”, en el número 20 de Revista de Occidente, fundada en 1923, como es sabido por Ortega y Gasset quien tuvo la intención de abrir uncanal de comunicación, de discusión y de traducción de ideas, preferentemente europeas de corte germánico, con sus implicancias modernizantes para España en el período de entreguerras.11 Una primera lectura del título del artículo de Olariaga refiere a notas, sensaciones y comentarios inmediatos que le provocó el viaje; interesa entonces analizar qué imágenes obtuvo de ese primer contacto con inmigrantes que buscaban “las costas de la esperanza”, tal como rezaba el epígrafe de esta colaboración.
Para calibrar mejor sus apreciaciones, el economista observador tomaba distancia de esos otros -tan españoles como él- y comenzaba con una extensa descripción de los emigrantes, anhelantes por alcanzar “el mito de América”. Notaba en ellos cierto grado de ingenuidad pueblerina: “el barco está en el puerto y los emigrantes bullen por las cubiertas  curioseando todo, admirando todo”; sin embargo, a pesar de los temporales en alta mar, los retrataba con tonos líricos y sentimentales: “van siempre de buen ánimo, y, en las noches quietas, cuando el cielo ecuatorial luce su manto de estrellas, cantan bulliciosamente los aires de su tierra”.12
Se aventuraba a trazar una psicología del emigrante, cuestionaba sus propios prejuicios sobre la tristeza y la desilusión que suponía la emigración al abandonar una tierra sin futuro y los contrastaba con la realidad de encontrar alegría en hombres y mujeres de todas las edades. No obstante, consciente de que aludía al “tipo característico” del emigrante, pesan en Olariaga visiones estereotipadas: una, la del indiano, ansioso por regresar para “lucir sus trofeos, a ser envidiado por los que le despreciaban, a medir su fortuna con los que le dominaban, a sentirse un triunfador en la vida”, como también gravitaba en él la fantasía de que, con tesón y con trabajo duro, se hacían riquezas en el nuevo continente.13 Olariaga era taxativo en su valoración: sin inmigrantes no había desarrollo: “Quitad los emigrantes de América y deja de ser América”, y aún más: “para la Argentina el emigrante era la clave del progreso nacional”.14
Desde su Discurso inaugural en el Congreso de Economía Social, en representación de todos los países de Europa, el orador se esforzó por poner en valor el rol que le cupo a España como “portaestandarte de Europa” y afirmó que el primer colono europeo fue español.16 Para Olariaga los colonos de ayer y su transformación en los emigrantes de su tiempo también  eran portadores de civilización, pero prevenía que podían transferir tensiones desde un continente que había sido asolado por la Gran Guerra y todavía no encontraba su equilibrio. Sobre este punto se extendería en sus conferencias en la Facultad de Derecho, en la Bolsa de Comercio y en el Club Español. La colonización del siglo XX, fomentada por los organismos estatales que facilitaran el acceso a la propiedad rural, constituía una vía para mejorar las condiciones sociales de los inmigrantes, dar cauce a sus aspiraciones y desactivar insatisfacciones y presiones sociales en las ciudades.16

3. “España en la Argentina”. La serie de artículos de Olariaga en El Sol.

El diario El Sol, nacido en diciembre de 1917,fue una empresa de Nicolás Urgoiti que contó con la colaboración protagónica de Ortega y Gasset en el proyecto fundacional en calidad de mentor intelectual, consejero, editorialista y redactor, lo que Blanco Alfonso denomina “la omnipresencia de Ortega”.17 El Sol, independiente de las subvenciones estatales,buscó constituirse en un periódico moderno desde todo punto de vista: en ideas, en formato y con una tipografía clara, efectuó grandes inversiones en nuevas maquinarias, disponía de una cantidad suficiente de páginas, ofrecía las noticias de las provincias españolas y omitía la información taurina del gusto popular. Urgoiti convocó a un equipo de editores y colaboradores de prestigio y caricaturistas dando forma al gran periódico renovador de la España de la década de 1920.18 El Sol buscaba ser una voz diferente dentro del panorama periodístico, con una decidida vocación de formar a la opinión pública y de hacerse escuchar en los espacios políticos para provocar acciones decisivas e innovadoras.
El Sol brindó su primera plana para informar sobre el éxito del viaje de Luis Olariaga -su asiduo colaborador de asuntos económicos- y para que volcara la serie titulada “España en Argentina” que se prolongó durante los meses de enero y febrero de 1925. La redacción preparó a sus lectores con notas sobre las características y las funciones del Museo Social Argentino y se complacía con el fasto de la ceremonia inaugural a la que había asistido el Presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear y su canciller, Ángel Gallardo, conjuntamente con delegados de potencias europeas. Precisamente, Olariaga fue el orador en nombre del continente europeo y en su discurso el inmigrante ocupó un sitio central: el problema social de Europa, expulsora de población, era la causa del crecimiento americano. Con la misma metáfora que repetiría en su artículo en Revista de Occidente, América como “costas de esperanza” y si esta fallara, Olariaga consideraba que se trasladarían los mismos conflictos europeos a sus ciudades, antagonismos que frenarían su expansión: “América, por tanto, no debe olvidar que si crece en función del problema social de Europa es en tanto que ella no tenga otro problema similar”.19
El disertante, convencido de que las masas trabajadoras eran fundamentalmente de origen inmigrante, efectuaba estas advertencias que no sonaban novedosas a su auditorio argentino porque formaban parte del conjunto de preocupaciones de la elite gobernante desde finales del siglo XIX y de las propuestas e instrumentación de medidas del reformismo liberal en la primera década del XX. Explícitamente, parte del programa fundacional del Museo Social Argentino consistía en atender y buscar respuestas a la conflictividad social, originada por una insuficiencia en materia de legislación social y laboral, y éste era uno de los fines de la convocatoria de ese congreso internacional en la primavera de 1924 en Buenos Aires. Resulta más interesante la exhortación de Olariaga a sus oyentes para que se realizaran en estos países receptores de inmigrantes aportes teóricos y prácticos con el fin de articular la justicia social y el crecimiento económico, teniendo en cuenta la experiencia europea en el campo legal.
Un mes más tarde de esta crónica sobre el Congreso en Buenos Aires, El Sol saludaba calurosamente a “nuestro muy querido amigo el ilustre colaborador” y “nos es grato anunciar a nuestros lectores que en breve publicaremos varios interesantísimos artículos en los cuales recoge Olariaga las impresiones recibidas durante su viaje”.20 Lo que estaba por comenzar trasponía las meras impresiones porque, partir del 3 de enero de 1925, comenzó la serie de artículos que conformaban el plan trazado por Olariaga titulado “España en la Argentina” donde los inmigrantes españoles jugaban un papel clave en sus ideas y propuestas.
A pesar de que con modestia Olariaga reconocía no hallarse capacitado para “hacer definiciones, ni para entrar en muchos detalles de la vida y milagros de aquellas latitudes, pero sí para contar lo que yo he visto y he oído, y hacer algunas insinuaciones”, los títulos y el contenido, con el recurso del suspenso entre un artículo y el siguiente, permiten sostener la existencia del diseño de un proyecto previo y no simplemente impresiones o anécdotas de un viaje donde el protagonista fue agasajado por la colectividad española y por instituciones académicas y financieras argentinas.22 Una enumeración de los títulos muestran una continuidad y una progresión de una propuesta, donde su punto de partida fue “La Institución Cultural Española”; luego prosiguió con dos artículos de crítica sobre “Los restos de una epopeya” y “La decadencia del prestigio español”, para exponer su estrategia  con el fin de alcanzar “La reconquista del prestigio español”, por medio de un nuevo “El ideal hispanoamericano” en el que el vértice de ese ideal fuera “El intercambio cultural hispanoamericano” y, específicamente mediante “El intercambio de profesores”.22 Pocos días después se dedicó a la comunicación trasatlántica, el instrumento posible para hacer realidad el plan que presentó en sus artículos anteriores: “La crisis de nuestra navegación trasatlántica” y “Nuestra comunicación con los puertos del Plata”.23
Ante la reiterada pregunta de qué era lo más interesante que había visto en la Argentina, Olariaga respondía, sin vacilar, que  la Institución Cultural Española merecía una consideración especial, sin menospreciar otras instituciones como el Hospital Español o la Asociación Patriótica Española, porque aquella llenaba un vacío al estimarla como “un órgano sólido, objetivo y bien orientado de política eficaz hispanoamericana”.24 Esa política era contrarrestar el desprestigio de España y sus emigrantes en la sociedad receptora, desestimado como un país rezagado de Europa y carente de ciencia y cultura moderna. El Título primero del Estatuto  de la Institución Cultural Española establecía:

“La Institución tendrá por objeto dar a conocer y difundir en la República Argentina las investigaciones y estudios científicos y literarios que se realicen en España, en cuanto constituyan una expresión de su saber y actividad en todos los órdenes de la cultura. Para alcanzar el expresado fin, la Institución pondrá en práctica los siguientes medios:
a) Proveer al sostenimiento y dotación de una cátedra que deberá ser desempeñada por intelectuales españoles.
b) Desarrollar aquellas actividades que se relacionen directamente con el intercambio intelectual de España y la República Argentina".25

Olariaga se sumó a colaborar con los objetivos de la Institución Cultural Española con su pluma en las páginas de El Sol. En este artículo de apertura de la serie “España en Argentina” está trazado su plan y aparecen diferentes miradas sobre los emigrantes: las “leyendas” que circulaban en España, sus propias observaciones y evaluaciones. El viajero recién llegado desmentía que la Cultural era un capricho de españoles acaudalados que donaban los sobrantes que “nada cuesta regalar”; al contrario: esta institución y otras, especialmente gallegas, “de gentes modestísimas” se sostenían con los aportes que consistían en sacrificios de tiempo y dinero de sus miembros para fundar escuelas en sus pueblos con el fin de frenar la emigración y evitar trabajos de baja calificación y escasa remuneración en América.
Olariaga distinguía dos tipos de inmigrantes, el primero, el de las clases trabajadoras que había conocido en el barco hacia la Argentina y había retratado como  individuos ingenuos, carentes de formación escolar y “obsesionados con la perspectiva de una fortuna.”26 El segundo tipo, estaba conformado por los notables de la colectividad que lograron patrimonios considerables, como también algunos de ellos posiciones de liderazgo interno en sus asociaciones y mediaban en las relaciones hacia adentro y hacia afuera de la colectividad.27 En esta clasificación binaria basada en sus impresiones, el visitante no advirtió o no obtuvo información acerca de que durante el siglo XIX  hubo otros europeos que habían llegado a ejercer profesiones liberales o que se desempeñaron como empleados de “cuello duro”; este grupo particular de inmigrantes constituyó un núcleo militante de las instituciones comunitarias y actuó como bisagra entre sus países de origen y una Argentina en construcción.28
Sobre este boceto de sus imágenes de inmigrantes, Olariaga, a lo largo de los diferentes artículos que escribió, fue agregando más notas, atributos y los efectos de estas características en la sociedad argentina. Tanto unos y otros, ubicados en diferentes sitios de la escala social, se caracterizaban por la abnegación, el entusiasmo, el patriotismo y la generosidad de tiempo, esfuerzos y dinero, méritos que sorprendieron al economista, como también apreció en los dirigentes de la colectividad su disponibilidad en ofrecer a los profesores invitados sus relaciones con la sociedad receptora.

3. 1. Olariaga y los notables. El caso de Avelino Gutiérrez.
Una estima singular tuvo por Avelino Gutiérrez, quien ya escribía artículos en la revista España de la Asociación Patriótica Española para presentar una imagen positiva de su país y del inmigrante.29 Olariaga valoró su claridad de ideas acerca de los problemas de la península y admiró su acción por llevar adelante el proyecto de la Institución Cultural Española desde 1914 con los objetivos de encauzar las relaciones culturales y científicas entre las dos orillas y para ofrecer “la cara más moderna de la cultura peninsular a las elites argentinas”, según los aportes de diversos estudios.30 El caso de Gutiérrez se encuadra en lo que García Sebastiani analizó acerca de las elites de los inmigrantes españoles en la Argentina de este período y permite pensar a este médico santanderino -desde una posición institucional protagónica- como un generador de un puente cultural entre España y Argentina, que trascendía los márgenes de la colectividad y habilita estimar los resultados de esos vínculos en diferentes direcciones.31
Antes de comenzar con sus artículos, Olariaga contó a sus lectores españoles que, debido a su modestia, “arrancó” unos que Gutiérrez ya tenía escritos para El Sol sin publicarlos todavía. Olariaga ofreció su palabra como una voz legitimada por ser la figura más visible en la creación de la Cátedra de Cultura Española,  espacio académico de tema libre en la Universidad de Buenos Aires, y recordaba el trabajo simultáneo de Gutiérrez con la Junta para la Ampliación de Estudios, institución que proponía una terna de científicos e intelectuales peninsulares que luego serían seleccionados para desempeñar esa cátedra en la capital argentina. Según Campomar y Zamora Bonilla, Avelino Gutiérrez supo combinar las distintas ramas de las ciencias a través de los profesores visitantes porque seguía vigente la polémica de la ciencia española.32 La Institución Cultural Española entraba en este debate, ponía su empeño en demostrar la existencia de ciencia española de primer rango y en combatir los prejuicios e imágenes negativas sobre los españoles y sobre la sociedad de origen que circulaban en gran parte de la opinión pública argentina.

3. 2. Afinidades entre Olariaga y Gutiérrez en El Sol.
Avelino Gutiérrez, cirujano y catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, alma mater de la Institución Cultural Española, había visitado España en diciembre de 1919 y fue condecorado por orden de Alfonso XIII como doctor honoris causa por la Universidad de Madrid. En esa oportunidad El Sol se hizo eco con un artículo centrado en la primera plana, titulado “Un español benemérito”,  porque “ha enseñado a los argentinos la existencia de una España que no sospechaban y en la cual hallan disciplinas directoras que antes buscaban en Francia o en Italia”.33 Ya El Sol daba cuenta de esa competencia en Argentina entre científicos franceses e italianos con los de origen español y resaltaba que la ICE intentaba que los  representantes de la nueva ciencia española tuvieran un lugar en el escenario académico argentino.34 Éste sería uno de los temas centrales de preocupación que abordarían Olariaga y Gutiérrez. Como ha estudiado Buchbinder, hacia la década del veinte esa competencia e inclusive la disputa entre los Estados europeos en el campo del intercambio académico con la Universidad de Buenos Aires se canalizaba a través de instituciones de carácter civil que orientaron, estructuraron y, en algunos casos, controlaron directamente.35
Así, entre el artículo inicial del economista sobre la Institución Cultural Española y la presentación de su creador, se insertaron en las páginas de El Sol tres artículos consecutivos de Gutiérrez, de tono áspero y polémico, sin medias tintas, con el objetivo de buscar acciones eficaces y despertar a España de su letargo científico ante la pérdida de su influencia cultural en las repúblicas hispanoamericanas frente al avance francés en todas las áreas del saber con sus diversas iniciativas, entre ellas, las visitas de profesores y la importación de sus textos.36 En definitiva, esa arrolladora presencia gala menoscababa también la imagen de España y de sus emigrantes en Argentina y fortalecía ese  prejuicio de la ausencia de modernidad científica y cultural peninsular.
Había que desterrar “toda esa balumba de lugares comunes”, como llamaba Gutiérrez a la retórica vacía y sentimental de la comunidad de la raza, la religión, usos y costumbres que se repetía en cuanto discurso de sobremesa había entre españoles y americanos. La propuesta de Gutiérrez era simple y reiterativa para que quedase claramente grabada en los lectores de El Sol: una nueva relación con Hispanoamérica implicaba que España produjera ciencia con maestros, laboratorios y publicaciones para tener alguna influencia cultural en esta región, en competencia con otras naciones y desde luego, apuntaba al intercambio entre profesores, en detrimento de becarios.37 Gutiérrez solo rescataba la lengua que facilitaba la comunicación entre las comunidades científicas española y argentina: “El verbo común facilitará el acceso a nuestras Universidades, Laboratorios e Institutos, defenderá al libro español, al profesor español, a la ciencia española y en suma, a todo cuanto bueno y apreciable produzca la intelectualidad y el saber hispano.”38
Ante tanta contundencia, Olariaga retomaba la palabra con su serie de artículos.  Las coincidencias con Avelino Gutiérrez se centraban en reconstruir el prestigio español desde el campo científico y cultural con la participación de los miembros destacados de la Generación de 1914 -a la que el propio Olariaga pertenecía-, con la difusión de la obra que llevaban esforzadamente los inmigrantes en Argentina y con el Estado español como actor protagónico.

3.3. Un llamado desde El Sol: Desprestigio, reconquista y circulación de saberes entre España e Hispanoamérica.
A través de los inmigrantes que había conocido en este primer viaje a la Argentina, Olariaga fue modelando sus dos imágenes ya presentadas: la primera, la del laborioso y ansioso español y luego la de los notables de la colectividad. Estos dos retratos coincidían en los siguientes trazos: el patriotismo, el esfuerzo y la abnegación para fines de promoción individual o de trabajo para sus asociaciones en suelo argentino. Sus generosas donaciones también pretendían mejorar la escolaridad principalmente en sus pueblos de origen y modificar la imagen de atraso e incultura de España y de sus inmigrantes.
Olariaga confesó a sus lectores de El Sol que todo el tiempo de su estancia estuvo sometido a dos contradictorias impresiones fundadas en dos actitudes con respecto a España, una, hacia su pasado, su cultura y la otra, hacia esos españoles que vivían en la ciudad, es decir, sus inmigrantes. En los centros académicos argentinos y con las personas con quienes se vinculó, advirtió una revalorización del pasado español y de sus representantes que llegaban a través de la Cultural. No obstante, simultáneamente confirmó que con mayor frecuencia prevalecía un concepto desdeñoso, de indiferencia e ignorancia en la mayoría de la sociedad argentina: “había oído que a los españoles nos llamaban despectivamente gallegos, aludiendo a que, muchos de los emigrantes gallegos desempeñan en la Argentina oficios humildes”39. Esto era el fenómeno de la “desespañolización” de la Argentina que, según Olariaga, incluía este tipo de vocativos y actitudes de muchos maestros argentinos que no enseñaban admiración por España. También le resultaban hirientes las ofensivas estrofas del himno nacional y los lugares de la memoria porteña que aludían y celebraban a los “caudillos” que lucharon en las guerras de independencia.
Olariaga percibió el nuevo interés y aprecio por el pasado español en algunos sectores de las elites que edificaban y decoraban sus propiedades con reminiscencias arquitectónicas y artísticas hispanoamericanas, en claro homenaje al acervo cultural de España.40 Sin embargo, esto no suponía, como señala Núñez Seixas y como también lo advertía el economista invitado, que esa consideración estuviese acompañada de una aceptación del español corriente de carne y hueso que vivía en la Argentina de ese momento. Este seguía siendo considerado, “en términos generales, más gayego que vasco: un inmigrante de baja calificación laboral y cultural”.41 Olariaga iba más allá y clasificaba a quienes tenían diferentes miradas sobre España: las minorías cultas y refinadas poseían una sincera simpatía y aprecio por lo español, mientras que la idea remota e insatisfactoria de España anidaba en “la gran masa de la población, utilitaria y gozadora de la vida”, una opinión que también rezumaba desdén por parte del visitante y le llegaba a través del filtro de los académicos y figuras de la elite porteña que había conocido durante su estadía.42
Olariaga contraponía y explicaba la “desespañolización” de extensión popular y el “renacimiento españolista” de las minorías refinadas, justificándola como parte de un proceso de independencia política de España y comprendiendo que su país en aquel momento no podía ofrecer la modernidad técnica e industrial a la que aspiraba la nueva república. España solamente brindaba “pobres gentes con preparación deficientísima” y que huían de la precaria vida peninsular: “Es más, debió facilitar una especie de comprobación de lo acertado que había sido independizarse de  España”.43 Ese desprestigio que se producía automáticamente y que España confirmaba con su decadencia y desinterés por América fue un espacio ocupado por otras naciones. Estas ejercían su dominación e influencia, inclusive Italia que también enviaba emigrantes pobres, pero cuidaba  sus intereses y enviaba intelectuales o pseudo-intelectuales. Solamente los notables inmigrantes españoles en sus asociaciones trabajaban por el prestigio de España.
Olariaga tenía en cuenta tres elementos de la sociedad argentina que favorecían ese renacimiento españolista e indicaba cuáles eran los pasos a seguir, en términos de cruzada, para lograr “la reconquista del prestigio español”. En primer lugar, observaba la atenuación del resentimiento producido por las guerras de independencia y valoraba la obra del revisionismo histórico de algunos intelectuales argentinos.44 De la mano de este revisionismo venía, en segundo lugar, el cambio de algunos sectores de sus elites: “durante mucho tiempo, totalmente captadas por la cultura francesa, llegaron a reconocer, sin embargo que España tenía un caudal considerable de riquezas artísticas”, viajaban por España y establecían contactos con artistas e intelectuales peninsulares.45 En tercer lugar, Olariaga incursionaba en otros terrenos más sinuosos: la identidad nacional y la dependencia, tanto cultural como la explícitamente económica, tema de disertación de sus conferencias en Buenos Aires. De modo enérgico, el economista afirmaba que la independencia argentina de las “garras de sus explotadores” se lograría en la búsqueda de su identidad en las tradiciones legadas por España. La combinación de estos tres factores, sin desdeñar la obra de Altamira y Posada -los adelantados en esta reconquista cultural- facilitaron los éxitos de Ortega y Gasset, Menéndez Pidal y Rey Pastor y tantos otros que lo precedieron en la tarea de mostrar la modernidad intelectual de España y en posibilitar que el trabajo científico continuara en los Institutos que los dos últimos crearon en Argentina. La imagen de decadencia de España y de sus inmigrantes en Argentina podía ser mitigada si se seguía el camino trazado por la labor de la ICE, pero esa cooperación cultural hispanoamericana tenía que transformarse en un flujo de intercambio de saberes bidireccional. Olariaga percibía desde la perspectiva española  un sesgo de paternalismo hacia América.46
Para Olariaga el Estado español tenía que adquirir un compromiso mayor, como actor insoslayable y protagónico con una política decidida  hacia Hispanoamérica con pasos concretos. Los notables de la colectividad española se extinguían con el paso del tiempo y Olariaga observaba que era muy difícil reemplazar a “aquellos entusiastas y poderosos españoles que han organizado lo poco serio que existe en hispanoamericanismo”.47 Los emigrantes pobres no podían ejercer la influencia que Olariaga esperaba, ni tampoco los hijos de españoles nacidos en Argentina contaban mucho porque los percibía “desespañolizados”. 
Para Olariaga los inmigrantes españoles eran “patriotas” que no habían pedido ayuda a España, se habían sometido voluntariamente a la intervención oficial de la Junta para Ampliación de Estudios y reclamaba con fuerza el apoyo estatal:

“¿Es que nuestro Gobierno no tiene nada que decir ante el hecho de que unos patriotas españoles vengan desde hace diez años gestionando y costeando la visita de profesores a la Argentina y el Uruguay, y de que las Universidades de dichos países nos abran su puertas de par en par y -nos entreguen su juventud estudiosa, que antes no la entregaban más que a quienes contribuyeron a desespañolizar América?”48

Con esta apelación directa al gobierno, los mentados “pasos concretos” de una nueva política con Hispanoamérica, entendida como un asunto nacional, se resumían en las siguientes simples medidas. La primera, pasajes gratuitos a los profesores españoles que iban invitados por la Cultural; la segunda, la conservación del sueldo de los docentes invitados, siempre que no abandonaran sus cursos en España por más de tres meses y la tercera, destinar del presupuesto una cantidad global para invitar a los profesores hispanoamericanos en la misma cantidad que se asignaba a becarios del mismo origen. Para Olariaga, “el sacrificio no puede ser más modesto y resulta hasta ridículo comparado con el significado que tiene para España”.49 En suma, la propuesta de Olariaga se basaba en las líneas ya trazadas por la acción de los inmigrantes españoles nucleados en la ICE con lazos con la comunidad académica argentina y con la JAE, esfuerzos eficaces pero en solitario. Olariaga incluía al Estado español para coordinar y sumar sus esfuerzos para un verdadero intercambio científico y una recuperación de la presencia de España en Hispanoamérica.
Su labor de economista ponía atención a otras dimensiones de esta nueva política que implicaba directamente al Estado: la mejora de las comunicaciones con “los puertos del Plata”.50 El gobierno español debía favorecer las rutas navieras de los puertos del noroeste de la península ibérica por donde partían la mayoría de asturianos, gallegos y santanderinos, en lugar de facilitar la vía del Mediterráneo. Este re direccionamiento marítimo traería el beneficio adicional de la llegada de turistas argentinos interesados por la cultura española. Olariaga llamaba también a invertir en la modernización de los trasatlánticos que transportaban no solamente la fuerza laboral, los científicos y los viajeros: los barcos mostraban también una imagen de España y formaban parte de la competencia con otras naciones europeas en Hispanoamérica. Era un aspecto que había que atender porque también Francia llevaba la delantera.51  En coincidencia también con el doctor Gutiérrez, Olariaga daba importancia al libro en español, con ciencia en español ante la enraizada predilección rioplatense por los textos franceses. La nueva política de formación de una comunidad científica debía fluir en ambas direcciones con el concurso estatal, contaba con la ventaja de la lengua compartida, pero también tenía que difundirse con la letra impresa.

4. Consideraciones finales

El primer viaje de Olariaga en 1924 fue fértil en imágenes de dos tipos de inmigrantes y provocaron reflexiones y propuestas. Hubo en el economista visitante contrastes entre sus imágenes preconcebidas y, a partir del encuentro con inmigrantes en la travesía atlántica, efectuó un reajuste de las mismas. Sin embargo, la gravitación de algunos arquetipos de inmigrantes aparece en sus páginas publicadas; uno de ellos es el del indiano ambicioso de exhibir en su terruño la riqueza lograda. Concebía a los colonos de los siglos anteriores y a los inmigrantes de su tiempo como portadores de la civilización europea a América, pero también de tensiones sociales.
Olariaga al llegar al país se relacionó con los inmigrantes de distintas asociaciones, pero en particular con los miembros de la elite de la Institución Cultural Española y con su alma mater, Avelino Gutiérrez. Así, Olariaga tuvo dos imágenes simultáneas: la de los emigrantes pobres que conoció durante su viaje junto con la de los que desempeñaban oficios modestos en la capital argentina y, poco después, se forjó la segunda, la de los que habían arribado al país tiempo atrás y habían consolidado una posición económica estimable. Con estas impresiones, delineó dos tipos de inmigrantes y encontró en ellos virtudes comunes como el patriotismo, la entrega y la generosidad. Sin embargo, sus compatriotas eran descalificados por su pobreza, su incultura, y su rusticidad en la sociedad receptora. La misión que se asignó la Institución Cultural Española y sus notables fue la de desterrar ese prejuicio sobre la decadencia de España poniendo todos sus esfuerzos en traer jóvenes científicos y exhibir sus saberes en un sitio respetable y visible como una cátedra en la Universidad de Buenos Aires.
Así, se produce en Olariaga un juego y una pugna de imágenes y contra imágenes, la del emigrante que huía de la estrechez con recursos educativos rudimentarios y la del emigrante que logró enriquecerse. Tomó conciencia del desprecio por España y por sus habitantes y se empeñó con acciones culturales eficaces en disipar ese desdén. Al mismo tiempo, Olariaga observó que en la sociedad argentina existían dos conceptos de España, una revalorización del acervo cultural español en algunos miembros de las elites culturales locales que trabajaba con la ICE y una mayoritaria indiferencia y desestimación por la antigua metrópoli y por sus inmigrantes. Valorando en grado sumo la labor de la ICE para recuperar prestigio e influencia cultural en la Argentina, espacio abandonado por España y ocupado por Francia, Olariaga usó dos canales de comunicación: la Revista de Occidente, -dirigiéndose a un público sofisticado- y las columnas de El Sol, el gran periódico moderno, para influir en la opinión pública y en el gobierno español con el fin de que tomaran conciencia de la importancia de la labor esforzada de los inmigrantes españoles que trabajaban desde Argentina, desmitificando que daban dinero sobrante de sus colosales patrimonios. Olariaga llamaba al Estado para que definiera una política concreta y sencilla para que el intercambio de profesores españoles e hispanoamericanos, en un fluido camino de ida y vuelta, formara una comunidad científica en lengua española y se abandonara el pre concepto de que España, inculta y decadente, solo podía ofrecer a la Argentina una fuerza laboral rústica.

Notas

1 P. BRUNO (coord.), Visitas culturales en la Argentina 1898-1936, Buenos Aires, Biblos, 2014, pp. 9-22.         [ Links ]

2 G. H. PRADO, El grupo de Oviedo en la historiografía y la controvertida memoria del krausoinsittucionismo asturiano, Oviedo, KRK Ediciones, 2008, pp. 199-202.         [ Links ] J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, “La Junta para Ampliación de Estudios y su proyección americanista. La Institución Cultural Española en Buenos Aires”, Revista de Indias, LXII, 239, (2007), pp. 87-90. L. GIACCIO, “Viajeros españoles como mediadores culturales entre Argentina y España a principios del siglo XX”,  M. ROSSO, F. GAMBIN, G. CALABRESE, et. alt., Trayectorias literarias hispánicas: redes, irradiaciones y confluencias, Milano,  AISPI Edizioni, 2018, pp. 355-366.

3 P. BRUNO, op. cit.

4 M. GARCÍA SEBASTIANI, “La eficacia de las redes y los resultados de los vínculos: las elites de los inmigrantes españoles en la Argentina (1862-1923)”, Revista Complutense de Historia de América, 31, (2005), pp.148-151. M. GARCÍA SEBASTIANI, (dir.), Patriotas entre naciones. Elites inmigrantes españolas en Argentina, (1870-1940), Madrid, Editorial Complutense, 2010, pp. 7-13.         [ Links ] X. M. NUÑEZ SEIXAS, Las Patrias ausentes. Estudios sobre historia y memoria de las migraciones ibéricas, 1860-1960, Oviedo, Geneuve Ediciones, 2014, pp. 123-125.         [ Links ] X. M. NUÑEZ SEIXAS, “Algunas notas sobre la imagen social de los inmigrantes gallegos en la Argentina (1860-1940)”, Estudios Migratorios Latinoamericanos,  14,  42, (1999), pp. 76-78.

5 M. del C. PÉREZ DE ARMIÑÁN, Problemas geopolíticos sociales y económicos en la obra periodística del profesor Olariaga, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1991, p. 137.         [ Links ]  P.  AUBERT, “Les origines de la cronique économique dans la presse espagnole: Luis Olariaga (1885- 1976)”,  O. RAVEUX;  I. RENAUDET, (éds.), Le mosaïque des racines. Pouvoirs, cultures et sociétés en France et en Mediterranée, Aix-en- Provence, PUP, 2014, p. 280.

6 Los conceptos de transferencias y mediadores culturales de este trabajo siguen los estudios de  M. ESPAGNE, Les transferts culturels franco-allemands, Paris, Presses Universitaires de France, 1999.         [ Links ]  M. ESPAGNE, “Du creuset espagnol à l’Espagne hors les murs. Vers une approche de la culture hispanique en ses contextes”, en Mélanges de la Casa de Velázquez,  38, 2, (2008), pp. 113-126.

7 M. CAMPOMAR,  A. CASTRO MONTERO, “La Generación de 1914 y la Argentina”, A. LÓPEZ VEGA, J. P. FUSI (coord.), Ciencia y modernidad. Generación del 14, Madrid, Biblioteca Nacional de España, 2014, pp. 229-236.

8 A.CASTRO MONTERO, “Los viajes de Luis Olariaga: transferencias, redes  y recepción de ideas económicas en la comunidad científica y financiera argentina”, en J. P. FUSI,  A. LÓPEZ VEGA, Diálogos atlánticos, Madrid, Galaxia Gutemberg, 2019, (en prensa).

9 “En 1922 participó  en la organización del Instituto de Industria y Comercio, en el que ocupó la jefatura de la sección Comercio Exterior hasta que ese Instituto fue disuelto por la dictadura de Primo de Rivera, para dar nacimiento al Consejo de Economía Nacional. En 1924 entró a formar parte del Consejo Superior de Ferrocarriles, en representación de las Cámaras Mineras, pasando después a representar al Estado”,  PÉREZ DE ARMIÑÁN, op. cit.

10 A. CASTRO MONTERO, “La presencia de Luis Olariaga en la vida académica y en las redes del Museo Social Argentino”,  Fundación, XIII, (2016-2017), pp. 119-131.

11 C. A. LEMKE DUQUE, “El concepto de ‘Europa’ en la Revista de Occidente (1923-1936) y su recepción en Ortega y Gasset”, Política y Sociedad, 52, 2,  (2015), pp. 570-571.

12 L. OLARIAGA, “Impresión de la Argentina en un economista”, Revista de Occidente, 20, (1925), pp. 229- 230.

13 Ibídem.

14 Ibídem.        [ Links ] 

16 Ibídem.

17 I. BLANCO ALFONSO, “El aristócrata en la plazuela. Tercera parte. 1916-1922”, Revista de Estudios Orteguianos,  19, (2009), p. 43.

15 I.  BLANCO ALFONSO, “Centenario de El Sol, el gran periódico renovador de la España de los años veinte”, Revista de Occidente,  438, (2017),  pp. 12-16.   J. M. DESVOIS, “El diario El Sol, paladín de la modernización de España 1917-1936”, Berceo, revista riojana de ciencias sociales y humanidades, 159, 2º semestre, (2010), pp. 172-173.

19 “Cuestiones sociales. El Congreso Social de Buenos Aires”, El Sol, 29 de noviembre de 1924, p.1.

20 “De regreso de Buenos Aires, ha llegado nuestro muy querido amigo el ilustre colaborador de EL SOL, D. Luis Olariaga”, El Sol, 29 de diciembre de 1924, p. 1.

21 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. Los restos de una epopeya”, El Sol, 12 de enero de 1925, p.1.

22 L. OLARIAGA, “Los restos de una epopeya”, El Sol, 12 de enero de 1925, p. 1; “La decadencia del prestigio español”, El Sol, 13 de enero de 1925, p. 1; “La reconquista del prestigio español”, El Sol, 16 de enero de 1925, p. 1; “El ideal hispanoamericano”, El Sol, 22 de enero de 1925, p. 1; “El intercambio cultural hispanoamericano”, El Sol, 27 de enero de 1925, p. 1.

23 L. OLARIAGA, “La crisis de nuestra navegación trasatlántica”, El Sol, 10 de febrero de 1925; “Nuestra comunicación con los puertos del Plata”, El Sol, 20 de febrero de 1925, p. 1.

24 L. OLARIAGA, “La Institución Cultural Española”, El Sol, 3 de enero de 1925, p. 1.

25 R. E. FERNÁNDEZ TERÁN, F. A. GONZÁLEZ REDONDO, “Las cátedras de la Institución Cultural Española de Buenos Aires. Ciencia y educación entre España y Argentina 1910-1940”,  Historia de la Educación, Ediciones Universidad de Salamanca, 29, (2010), pp. 206-207. Disponible en: http://revistas.usal.es/index.php/0212-0267/article/view/8166. Consultado en línea 30/03/2019.

26 L. OLARIAGA, “Impresión de la Argentina en un economista”, Revista de Occidente, 20, (1925) p. 230.

27 M. GARCÍA SEBASTIANI, Patriotas entre naciones: elites emigrantes españolas en la Argentina, Madrid, Editorial UCM, 2010, pp. 8-9.         [ Links ]

28 R. GONZÁLEZ LEANDRI, “La inmigración médica europea y el arte de curar en Buenos Aires 1820-1880”, C. NAVARRO AZCUE, G. H. PRADO, A. AMADORI, Vaivenes del destino. Migrantes europeos y latinoamericanos en los espacios atlánticos, Madrid, Ediciones Polifemo, 2014, pp. 107-132.

29 M. CAMPOMAR, J.  ZAMORA BONILLA,  “Avelino Guitérrez (1864-1946). La ciencia y la cultura en las dos orillas”, M. GARCÍA SEBASTIANI, (dir.), Patriotas entre naciones: elites emigrantes españolas en la Argentina, Madrid, Editorial UCM, 2010, p. 241.

30 M. CAMPOMAR, J. ZAMORA BONILLA, op. cit.  X. M. NÚÑEZ SEIXAS, Las Patrias ausentes. Estudios sobre historia y memoria de las migraciones  ibéricas, 1860-1960, Oviedo, Geneuve Ediciones, 2014, p. 239.         [ Links ]

31 M. GARCÍA SEBASTIANI, “La eficacia de las redes y los resultados de los vínculos: las elites de los inmigrantes españoles en la Argentina (1862-1923),  Revista Complutense de Historia de América, 31, (2005). pp. 149-150.

32 M. CAMPOMAR, ZAMORA BONILLA, op. cit.

33 “Un español benemérito. Avelino Gutiérrez”,  El Sol, 26 de diciembre de 1919, p. 1.

34 ICE: Institución Cultural Española.

35 P. BUCHBINDER, “Redes académicas transnacionales: Argentina a principios del siglo XX”,  Cuadernos Americanos: Nueva Época, 1, 159, (2017), pp. 140-142. Consultado en línea 24/08/2019.

36 A. GUTIÉRREZ, “El problema hispanoamericano. Es ante todo un problema de progreso interno de España”, El Sol, 5 de enero de 1925, p.1.  A. GUTIÉRREZ, “Nuestra influencia espiritual en América”, El Sol, 6 de enero de 1925, p. 1.  A. GUTIÉRREZ, “Lo que hacen otras naciones por influir en la Argentina”, El Sol, 7 de enero de 1925, p. 1.

37 A. GUTIÉRREZ, “El problema hispanoamericano. Nuestra influencia espiritual en América”, 6 de enero de 1925, El Sol, p. 1.

38 A. GUTIÉRREZ, “Lo que hacen otras naciones por influir en la Argentina”, El Sol, 7 de enero de 1925, p. 1.

39 L. OLARIAGA, “Los restos de una epopeya…” op.cit.

40 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. La reconquista del prestigio español”, El Sol, 16 de enero de 1925.

41 M. NÚÑEZ SEIXAS, op. cit.

42 L. OLARIAGA, “Los restos de una epopeya…”, p. 1.

43 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. La decadencia del prestigio español”, El Sol, 13 de enero de 1925, p. 1.

44 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. La reconquista del prestigio español”, El Sol, 16 de enero de 1925, p. 1.

45 Ibídem.

46 J. M. LÓPEZ SÁNCHEZ, H. CAPELLO, A. E. DE PEDRO ROBLES, “Intelectualidad española en América. La Junta para Ampliación de Estudios y sus redes culturales”, SocioTAM,  XVII, 1, (2007), p. 126. Consultado en línea https://ucm.academia.edu/JoséMaríaLópezSánchez 17/08/2019.

47 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. El ideal hispanoamericano”, El Sol, 22 de enero de 1925, p.1.

48 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. El intercambio de profesores”, El Sol,  7 de febrero de 1925, p. 1.

49 Ibídem.

50 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. Nuestra comunicación con los puertos del Plata”, El Sol, 20 de febrero de 1925, p. 1.

51 L. OLARIAGA, “España en la Argentina. La crisis de nuestra navegación trasatlántica”, El Sol, 10 de febrero de 1925, p. 1.

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